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Yume por Lucca

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Él tenía sujeto mi rostro entre sus manos, de pronto su lengua decidió explorar dentro de mi boca. Sonrojándome, le permití que lo hiciera lentamente, convirtiendo ese beso suave e inocente en algo mucho mas profundo.

La dicha que sentía junto a él era incomparable con cualquier otra cosa que hubiese sentido antes. Y tratando de prolongar el momento, mi lengua se atrevió a introducirse en la boca de Hideki, jugando con la suya. Él acaricio mi cabello lentamente, y, acercándome aun más, lo rodee con mis brazos.

Al separarnos, no pude soportar esa mirada tan fija en mí, y me sonrojé aun más.

-Es agradable tenerte aquí, pero debes ir a clase -me recordó.

-Si -le sonreí- pero solo necesitaba verte un minuto.

Contra mi voluntad, lo solté. El acaricio una vez más mi cabello y sentí molestia. ¿Por que aunque había cortado mi cabellera, en mis sueños continuaba invariablemente larga?

La leve molestia pasó cuando me dio un último y rápido beso de despedida.




La realidad me recibió con el olor de las flores y la hierba. Pero no fue lo único que me recibió. De pie, frente a mi, se encontraba Maemi. Un gesto de molesta acudió a mi rostro.

-Por si no lo has notado, cada vez pasas más y más tiempo dormido.

-Disculpa -le respondí tranquilamente- pero no es tu asunto.

-¿Él estaba ahí, dormido a esta hora del día?... Siempre esta ahí para ti, ¿ne?... Deberías pensar en que hace más allá de la vigilia.

No iba a permitirle envenenarme de nuevo, no tan fácilmente. Después de aquella noche terrible, mi confianza en Hideki se volvió ciega.

-Escucha... no se que te sucedió, pero yo confío plenamente en Hideki, él no haría nada en mi contra.

-¿Quien te habló de eso? -se puso a la defensiva.

-Kennyu -afirme- pero no te molestes con el, no me dijo nada, solo que no era él la persona indicada para contarme.

-Tenia razón -dijo con molestia- Además ese ni siquiera es un asunto de tu incumbencia.

-Como sea, esto tampoco lo es para ti.

-Si... es verdad -murmuró- no debe interesarme para nada.

Cuando se marcho, le di razón a Kennyu en algo... ella insistía así por algo, increíblemente, entre líneas si había una genuina preocupación. Pero... ella no podía afirmar eso de alguien que no conocía, ella no entendía cuanta felicidad y paz me había traído encontrar ese mundo donde nada es imposible y donde solo nos encontramos Hideki y yo.




El sol se ocultaba en el horizonte, iluminando con sus últimos rayos anaranjados el campo de entrenamiento vacío. Cuando necesitaba pensar entrenaba hasta tarde, increíblemente el cansancio físico me hacia sentir bien.

Jadeando y goteando sudor hasta el suelo, me detuve en la meta, no había tomado el tiempo, ni las veinte vueltas anteriores, pero podía sentir que mejoraba.

Tomé una ducha y fui a casa caminando lentamente, ya era completamente de noche. Bostezando sin cesar en el camino, me di cuenta de una cosa: a pesar de que dormía mas de lo suficiente, cada día la somnolencia se hacia mas fuerte a todas horas.

Comenzó a parecerme que Maemi tenía algo de razón por lo menos en ese sentido. Pero... ¿Acaso eso dañaba a alguien? ¿Era pecado simplemente desear estar al lado de una persona tan preciada a cada minuto?

La sonrisa con la que me dio la bienvenida, reafirmo mi decisión. Estaría con él, sin importar nada más, siempre. Le conté el asunto de Maemi, con todos los detalles que hubiese preferido omitir, finalizando con la frase "Será mejor olvidarlo".

Pero algo en su expresión me hizo saber que el no estaba dispuesto a eso.

-Si lo que me dices es cierto, ella debe tener habilidades naturales... podríamos... intentar entrar en su sueño, hablar con ella.

-Pero... ¿Con que objeto? -lo cuestione- ¿Que importa lo que ella diga?

-Debemos convencerla de que las cosas no son como ella creé.

El tono desesperado en su voz lo delató.

-No debes preocuparte... -le dije suavemente- Yo no creo lo que ella dice...

-Pero... aun así... -entrecerró los ojos, preocupado. Los abrió de nuevo cuando mi mano tomo la suya, entrelazando sus dedos con los míos.

-Esta bien -acepté- si así lo deseas, iremos.

Aun con un leve aire de tristeza me ofreció una sonrisa. "Cierra los ojos" me ordenó, y así lo hice, esperando que al abrirlos me encontraría en el sueño de Maemi. Aunque en realidad solo encontré nuestros labios unidos. Sin dejar de besarlo, sonreí.

-Vayamos... -le recodé. El asintió.

El sueño de Maemi era gris. No se pueden poner demasiadas palabras a ese lugar de concreto sin vegetación, aunque el cielo era azul y sin una sola nube, eso solo lo hacia lucir mas solitario aun. Frente a nosotros había una gran muralla de ladrillos.

Hideki, a mi lado, también observaba el lugar con atención. De la nada, frente a la pared apareció Maemi. Resulto extraño, que ella siendo tan seria en la realidad se viera tan... normal. Las únicas diferencias que noté en ella eran su cabello mucho más largo y suelto, la ausencia de sus gafas y el hecho que se veía realmente amenazante cuando se planto frente a nosotros.

En silencio me miro a mi primero, neutramente, luego se dedico a analizar a detalle a Hideki. Le dio una mirada fría, despreciativa, y esta aumentó cuando miro nuestras manos aun unidas.

No permití que me afectase, le regresé la mirada de igual forma. Hideki parecía no saber que decir, pero fue ella quien habló primero.

-¿Que hacen aquí? -se dirigió a mi.

-Pasábamos por aquí y pensamos en venir a saludar.

Ella dio un respingo de molestia y observó una vez más a Hideki.

-así que... él es...

-Hideki -le corté- Creo que ya te lo había mencionado.

-Mucho gusto -Hideki se inclinó. Ella, con sus impecables modales, también lo hizo y, presentándose, respondió con la misma frase. Aunque parecía no sentirlo realmente.

Después de eso, hubo un lapso de incomodo silencio. Pero fue relativamente corto, pues una voz alegre nos distrajo a todos de repente.

-¡Oi! -gritó la voz y apareció una persona, atravesando la pared de ladrillos como humo. Yo lo conocía- Keiji, ¡Hola! -me saludo alegremente.

-¿Kennyu? -murmuré sorprendido.

-Que extraño es tener visitas, ¿Ne, Maemi? Ah este chico es... -se fijó en la presencia del joven rubio, sonriendo con maldad cuando notó que tenia sujeta su mano- No se ve tan peligroso.

-Etto... Hola... -de nuevo, Hideki se presentó.

-Disculpa... pero ¿Que haces aquí? -quise saber. Nunca me había pasado por la mente el encontrar a Kennyu en ese lugar.

-Pues... -El joven se acerco a Maemi y rodeó con su brazo los hombros de la chica- ya habrás notado que con los exámenes finales y sus estudios no hay mucho tiempo libre, y como no habíamos podido salir...

Maemi, roja como un tomate, le dio una mirada amenazante a su novio para que guardara silencio.

-Oh, disculpen... -dijo Hideki- No pensé que interrumpiéramos su cita.

-Esta bien, descuida -le respondió Kennyu.

-No estoy segura de eso -lo contradijo tranquilamente Maemi- No esta bien que intenten entrar en el sueño de una persona sin su permiso.

-Pero ellos no entraron -le recordó Kennyu. Señalo la muralla- Pusiste esta barrera, ¿Recuerdas?

-quizás con migo él no lo logro, por que tengo la fuerza para detenerlo -dijo la chica- Pero puede que si lo haga con personas que no la tienen -me miro fijamente.

-O con personas que así lo desean -completé su frase.

-Clámense, vamos... No deberían ponerse así, además, no parece que Hideki desee hacer daño a nadie, ¿No es así? -le sonrió.

Hideki movió la cabeza negativamente.

-quizás puedas engañar a Nakamura-kun -afirmó Maemi de repente. Se acerco al joven rubio- y aparentar muy bien ese aspecto inofensivo, pero ambos sabemos que eso no es verdad.

Ella estaba tan cerca y con su mirada acusadora, que hizo retroceder a Hideki, que murmuró un quedo "No". Yo me plante frente a la chica, defendiendo a mi amigo.

-Quieres dejarlo en paz, por favor. El solo deseaba explicarte que estas equivocada.

-Entonces... -murmuró la chica- que lo demuestre...

"¿Que lo demuestre?" pensé para mis adentros. Abrí la boca para decir algo, no se si una pregunta o un reclamo, pero entonces me di cuenta de que no estaba en el sueño de Maemi. De repente, sin que me diese cuenta, estábamos de vuelta en ese bosque.

-¿Que sucede? -cuestione a Hideki- ¿Por que nos trajiste de vuelta?

-Lo siento -se disculpo con voz queda- Es solo que tuve pánico...

Sin comprender, lo mire una vez más. El se refugio en mi hombro, recargando todo el peso de su cuerpo. Le acaricié el cabello.

-¿Que pasa...?

-Es solo... que tengo miedo -parecía que su voz temerosa se quebraría a cualquier instante.

-¿Miedo de que?

-De que... lo que ella diga, sea verdad...

-No, no... No digas eso...

-¿Como saberlo? Yo ni siquiera... -ya no contuvo su llanto- ni siquiera puedo...

Lo hice callar colocando mis labios sobre los suyos, seque sus lágrimas. Era mi turno de hacerlo. No me interesaba ni Maemi, ni ese miedo. Iba a ser firme en mis decisiones, solo deseaba estar cerca de él, fuese lo que fuese, viniese lo que viniese.




Esa mañana en la escuela, mientras me quitaba mis zapatos, vi llegar a Maemi directamente a mí. Tenía una expresión furiosa.

-¿Aun crees en él a pesar de la forma en que huyó anoche? -me soltó sin tacto alguno- El sabe que tengo razón, por eso lo hizo.

-Te equivocas. Tu lo acusas sin pruebas -argumenté- lo viste anoche, el es completamente indefenso.

-Eso lo creeré con pruebas.

-¿A que llamas pruebas? -le pregunte, molesto.

-Pruebas de quien es él... ¿No crees que mereces saber al menos eso? ¿Quien es en la realidad? ¿Que hace? ¿Donde se encuentra?

Ese era un argumento que no podía discutir, pues estaba de acuerdo con él, pero... la forma en que se comportaba Hideki al mencionar eso, hacia imposible el insistir. Siempre parecía afectarle TANTO...

-Sabes que tengo la razón -dijo suavizando su tono- Comprueba por ti mismo quien es la persona que defiendes tanto, y ya no me entrometeré nunca.

Estaba tan hundido en mis pensamientos, que me sobresalte levemente cuando ella colocó algo en mis manos y se marchó sin decir más. Era un trozo de papel, lo desdoble y me di cuenta que era un recorte de periódico.

Comencé a leer el encabezado del reportaje, que al parecer era sobre un accidente de autos. "Tres muertos" decía, era una familia. Lo único que llamo mi atención realimente fue la frase "Solo el hijo mayor logró sobrevivir".




-¿Estas seguro que deseas acompañarme?

-¿Crees que iba a dejarte ir así, solo? -replicó Yosai.

-Gracias, pero no era necesario. Ni siquiera sé si en el hospital me den informes.

-Es horrible lo que le sucedió a tu amigo -comento sinceramente preocupado- espero que puedan ayudarte.

-Si... -asentí. Me sentí afortunado de al menos tener un amigo que desease acompañarme a buscar una pista que seguramente no me llevaría a nada. Solo le había comentado que buscaba a un amigo de mi infancia y que el nombre de ese hospital era lo único que tenia para encontrarlo.

La enfermera pareció sorprenderse cuando le mencione el nombre de Hideki. Al pregunte si tenia alguna dirección o teléfono que me ayudase a localizarlo, seriamente, solo señaló un pasillo y dijo un numero de habitación.

Mientras avanzaba por el pasillo de blanco impecable, algo dentro de mí, un presentimiento, me decía que debía girarme e irme. Pero continué caminando hasta la puerta, toqué a ella y al recibir una respuesta nula, entré.

Más blanco. El ruido de las maquinas que monitoreaban rítmicamente el puso de su corazón era el único sonido en la habitación. Sentí que el aire escapaba de mí al mirarlo.

Era el... Con todos esos tubos y aparatos adheridos a su cuerpo, la faz blanca como el papel, los ojos cerrados en un sueño tranquilo, no era la persona que recordaba de mis sueños, pero era realmente él.

Sentí una mano en mi hombro y me giré.

-Te espero afuera -murmuró Yosai. Se fue de la habitación ofreciéndome una sonrisa de solidaridad. Un gesto que le agradecí enormemente.

Al cerrarse la puerta, me encontré a solas con él. Tome asiento al lado de su cama, observándolo fijamente. Era tan distinto mirarlo así, se veía demacrado, sin vida.

En la pequeña mesa cerca a su lecho noté el marco de una fotografía. En ella aparecía Hideki abrazando a una niña pequeña, de la misma forma en la que mi hermano aparecía con migo en la imagen que tenia siempre junto a mi cama. Entendí entonces, que éramos mas parecidos de lo que pensaba.

Por una tentación que no pude contener, acerque mi mano a la suya, tomándola levemente. Era tibia, pero no sentí reacción alguna en él, una sensación que no resulto para nada agradable. Sin separar mis ojos de su expresión, anhele que despertase y me sonriera, que su mano estrechara la mía como en nuestro mundo.

Lo solté rápidamente cuando la puerta se abrió de golpe. Esa mujer rubia me miro extrañada, de la misma forma que la enfermera de la recepción. De pronto pareció reaccionar.

-¿Eras... amigo de mi sobrino? -me pregunto.

Así que ella era pariente de Hideki, percibí cierto parecido en ella, exceptuando los ojos azules. Sonreí con tristeza, al contestar.

-Si, podría decirse que lo soy.

-Vaya... -murmuró. Se acerco a arreglar las flores que estaba en un jarrón junto a la fotografía- Hacia mucho que nadie venia a visitarlo.

-¿Cuando despertara? -quise saber. Ella clavó sus pupilas azules en las mías, como si hubiese dicho algo indebido, pero al final de nuevo se concentro en las flores.

-No lo sé. -respondió sin mirarme.

-¿Hace cuanto que esta dormido?

Esta vez si me miro de frente al responder, con una amarga expresión en su rostro.

-Poco mas de trece meses...

Fin del Quinto Capitulo
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