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Yume por Lucca

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Los primeros días en el hospital, fueron los mas molestos que podía recordar. Si algún día volvía a tratar de suicidarme, me aseguraría de morirme realmente para no tener que pasar por eso de nuevo.

Cuando mis padres fueron a verme, note que al parecer mi madre había llorado, bueno, mi madrea lloraba bastante seguido así que no le di tanta importancia. Papá me miraba algo severo, tan serio como siempre, podía leer detrás de esa entereza una gran dosis de decepción de su parte.
Pero era decepción hacia el mismo, el se culpaba, podía sentirlo.

Luego, después de eso, esas mas que estúpidas platicas con la psicologa. Dios...

Además de todo, dormía bastante en el aburrimiento del ambiente de hospital. Secretamente esperaba encontrar de nuevo en mis sueños a ese chico. No lo había comentado con nadie, pensé después de un tiempo que había sido solamente otro sueño, y sin embargo continuaba durmiendo cada vez mas horas.
Pasada una semana me dejaron en libertad, ups, es decir, me dieron de alta.

En casa mamá y papá me asechaban constantemente temiendo que intentara hacerlo de nuevo. No los culpo, no deseaban perder al único hijo que les quedaba.

Pero en realidad agradecí que no me dieran un sermón largo y sentimental de apoyo. Todo el asunto fue tratado como un accidente para ellos, me ignoraron como quien desvía la vista en la calle frente a un mendigo.

En la escuela todo el mundo pensaba que simplemente me había pasado algún accidente. No tenia amigos verdaderos, así que nadie podía desmentir esa versión, ni a nadie le interesaba realmente el asunto.

Me puse al corriente de todas las asignaturas en las que me había atrasado, pero comencé a perder clases después del receso. Cuando todos se iban a comer, yo, solo, para variar, me marchaba a tomar una siesta debajo de un árbol. Realmente no me perdía de nada.

Ahora ya dormía demasiado en el día, aun quería volver a ver a ese chico, escribía su nombre en mis cuadernos cuando estaba fastidiado de la clase, de tanto dormir en intervalos en el día a veces no conciliaba el sueño hasta casi la madrugada, no podía pensar en otra cosa.

Ya ni siquiera podía pensar en esas miradas que me daban mis padres, en como cada día intentaban hacerme el reemplazo de su hijo perdido, sin darse cuenta que estaban perdiendo a ambos en realidad.

Dos semanas. Comencé a aceptar que quizás solo había sido un sueño, un agradable sueño y eso nada mas, que se había ido al fondo de mi conciencia al igual que lo estaba haciendo ahora mi cordura.

Aprovechaba el tiempo que permanecía despierto por las noches haciendo ejercicio, salía por mi ventana en medio de la oscuridad y corría por las calles hasta quedar agotado y poder regresar a mi vigilia, esperándolo.

Aproximadamente un mes después de que había salido del hospital, aun continuaba con mis ejercicios nocturnos. Si había sido un sueño o no, no me interesaba, tenia que volver a verlo. Esa noche corrí mas que cualquier otra, estaba empapado en sudor y tenia las piernas adoloridas, pero no pare de correr, continué con mas fuerza aun, pidiéndole a mi cuerpo que se olvidara del dolor y siguiera hasta el limite.

Cuando ya no tenia la suficiente energía para continuar, mucho menos para recorrer los kilometros que me separaban de casa caí sobre el pavimento jadeando, con mis pulmones buscando un poco de oxigeno.

El cansancio quizás me hizo murmurar esas palabras, o simplemente, no podía haber pronunciado otras en ese momento.

-Si debo estar al borde de la muerte para verte... lo haré de nuevo... una y otra vez hasta encontrarte...¡LO HARÉ SI ES NECESARIO!

Después de eso, deje de ser conciente de mi mismo y mi cuerpo cansado se rindió por fin.


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No me es posible describir la enrome alegría que sentí al darme cuenta donde me hallaba. Estaba recostado en el pasto, una débil luz que se filtraba entre las ramas me daba en el rostro. Estaba ahí, en el mismo bosque. ¡Estaba ahí!.

Me puse de pie, examine a mi alrededor, todo era idéntico. Incluso yo mismo traía puesto mi uniforme al igual que la ocasión anterior. No vi a Hideki en ninguna parte.

Comencé a caminar entre los árboles con lentitud. Me negué a pensar que era solo un sueño común y corriente creado por mi misma desesperación. Conforme avanzaba la vegetación se volvía mas espesa, las ramas casi no me permitían caminar, pero continué de la misma forma que había corrido. Nunca me daba por vencido.

Finalmente salí de nuevo a un paraje mas despejado pero cubierto por un techo de ramas y follaje. Había un árbol impresionantemente alto y con tronco de varios metros de ancho, sus raíces se alzan por encima del suelo. No podía tener menos de quinientos años. Atrás de el había una cortina de espinosos arbustos. La falta de luz les daba un aspecto fúnebre.

Lo contemple un momento y entonces note que en una de las ramas mas bajas había alguien. Era él.

Me quede paralizado cuando sus ojos se cruzaron con los míos. Entonces Hideki bajo con agilidad impresionante del árbol y se acerco a mi. Sus primeras palabras fueron desconcertantes.

-¿Que haces aquí? -me espetó. Me di cuenta entonces que me miraba con algo de molestia.

-¿Que hago yo aquí?, ¡Buscarte!. -parte de mi personalidad en la realidad estaba viéndose reflejada.

-No deberías estar aquí, tu no entiendes... ven conmigo.

Me tomo de la mano y me jalo a la vegetación de nuevo, camine torpemente obligado por el, quise soltarme pero el me jaló con mas fuerza. En la mitad del camino por fin jalé con mas fuerza y me solté.

-¿Que demonios te pasa?.

-No debes estar aquí.

-Solo quería verte. ¿Que es eso?. ¡Anda, ve, vive tu vida y olvídate de mi! ¿Es eso de lo que se trata? -desee poder reclamarle cuanto había anhelado el verlo de nuevo. Pero esta vez mi orgullo estaba ahí, no como la vez anterior donde deje que todo saliera libre de mi, confiando en el.

El aparto su vista, aun parecía algo molesto. De nuevo me tomo la mano pero esta vez yo fui mas rápido y lo tome del cuello de su camisa. Lo acorralé contra el tronco de un árbol.

-Me tienes que decir que es todo esto. Por que puedo verte, ¿Por que me hablaste aquel día, carajo?.

-Hablaremos cuando salgamos de aquí. Lo prometo. Ahora sígueme.

Enojado aun, lo seguí. Pateé, golpeé y aparte las ramas que se nos atravesaban en el camino con la fuerza que estaba guardando para hacerlo con Hideki, que iba adelante de mi caminando velozmente.

Salimos de nuevo al paraje donde nos habíamos encontrado por primera vez. Le di una mirada dura, inquisitiva a esos ojos violeta.

-Tu tienes tu realidad, no tienes por que estar en un lugar como este.

-¿Que? -exclamé.

-Ese día, el día en que intentarse suicidarte estabas débil... lo suficientemente débil para caer en un sueño muy profundo y llegar aquí. -señalo el bosque.- Si te internas mas y mas tu sueño será mas profundo y te será mas difícil despertar, y si continuas aun mas el sueño te atrapara y morirás. Nunca mas te acerques a aquel sitio.

-Y entonces, ¿Tu?. ¿Por que tu si puedes?

-Soy un caso especial, digámoslo así. -explicó evasivamente. Supe que algo ocultaba, pero estaba demasiado molesto.

-Aun no contestas todas mis preguntas. ¿Que fue todo eso aquel día?

-Tu... Keiji-kun, cuando vi que llegabas a mi mundo pude sentir tu tristeza, lo que te había sucedido y aun te sucedía... pensé que no era correcto dejarte ir, sin hacerte ver que vale la pena vivir. Alguien como tu, que nada te detiene... seria una pena que murieras.

Hideki permaneció en un grave silencio hasta que yo hable.

-Ah... así que de eso se trata -Reí cínicamente, el pareció sorprenderse.- Así que todo esto se reducía a solo eso... Solo eras un consejero pseudo-ángel de la guarda tendiéndome la mano con lastima. Como la psicologa del hospital. ¡Pobre chico!, ¿no?.

-No es así.

-Te busque por que creí que eras diferente, pero no, realidad, sueño, o muerto, no hay diferencia, al parecer nadie puede acercarse a mi por MI, por lo que SOY. Si, soy un cínico adolescente con trauma post-perdida y tendencias suicidas, ignórame, ódiame, pero no me tengas lastima.

Quizás fue el enojo, o simplemente mis enormes deseos de estar lejos de esa persona lo que hicieron que despertara rápidamente. Había deseado alejarme de el, casi con la misma intensidad con la que había anhelado el verlo y hablarle.

Desperté en la banqueta con un gran dolor de cabeza y los pies me mataban. Ya había amanecido, algunas personas que iban temprano a su trabajo pasaban junto a mi, sin mirarme. Me puse de pie y lentamente emprendí el camino de regreso a casa. Ya era inevitable el que perdiera ese día de clases, así que no tenia la mas mínima prisa.

Mamá me recibió en la puerta, con mirada de preocupación. Sentí una leve punzada de culpa. Que estupidez, no había tenido ninguna culpa al intentar suicidarme y arrancarle ese último hijo a mi madre, pero si me sentía mal de llegar tarde a casa como cualquier adolescente había hecho alguna vez.

Pase junto a ella, explicándole que había ido a correr temprano. Y que me perdonara por el día de clases que había perdido, prometiéndole que me pondría al corriente en las clases que había perdido. Aun mas preocupada, me recordó que era domingo.

Esa noche por primera vez en mas un mes me encontré en mi cama a la hora indicada, sin deseos de dormir. Me acosté y arrope y permanecí pensando mucho tiempo en la oscuridad. Que estúpido era todo. Lo había encontrado solamente para perderlo de nuevo.

Era extraño. Pero... después de todo, ¿Que esperaba que sucediera?. En algo tenia razón ese chico, nada en mis sueños cambiaria mi realidad. Pero si podía cambiar YO. No podía admitir que se hubiese abierto así con ese chico, libre de orgullo y cinismo.

Estupideces, nada mas que estupideces eran sus palabras y esos sueños. Estupideces que debía olvidar y continuar con mi vida, no tenia una, pero quizás era hora de que la consiguiera. Pasada la media noche, mande al diablo todo y me quede dormido.


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-Rayos... -murmure molesto. Estaba de nuevo ahí.

La belleza del bosque no había cambiado nada, para variar traía puesto mi uniforme escolar. Pero en esta ocasión no deseaba estar ahí, deseaba el derecho mínimo de olvidarme de todo durante unas pocas horas de sueño.

Hideki estaba de pie frente a mi, con una sonrisa algo nerviosa.

-Hola.

Ahora lo observe detenidamente, mucho mas que las veces anteriores donde mis sentimientos y confusiones habían formado de el una imagen muy difusa. Debía tener mi edad o quizás un año mas que yo, su cabello rubio invadía rebeldemente su rostro, era un poco mas alto que yo y sus ojos violeta me parecieron un poco opacos. Traía la misma ropa de siempre.

-Hola. -le respondí.- ¿Que no se supone que debería estarme desmayando de cansancio para estar aquí?

-Para llegar por ti mismo, si. Pero esta vez yo te traje.

Viendo que esas palabras no causaron reacción alguna en mi, continuó.

-A decir verdad, tengo que ofrecerte una enorme disculpa. -para mi sorpresa se acerco a mi y se inclino un poco.- Perdóname por favor, yo no tenia derecho de espiar tus pensamientos.

-¿Perdón? -pregunte repleto de estupor.

-Cuando llegaste por primera vez aquí invadí gran parte de tus recuerdos sin tu permiso. A través de los sueños se puede llegar a los recuerdos y sentimientos mas profundos y privados de una persona. Yo no tenia ningún derecho, así que te pido que me disculpes.

En ese momento entendí como había sabido tanto de mi desde el inicio, y aunque que molesto, también me intrigo.

-Esta bien, esta bien. -le dije haciendo que se irguiera de nuevo.

Me sonrió calidamente. Me pareció increíble que con ese simple gesto derrumbara todas mis defensas e hiciera mas que u lejano recuerdo mi enojo hacia el.

Dimos un paseo, fue a partir de aquel sueño que comenzamos a llamar paseo cualquiera de nuestros mínimos deseos locos. Uno imaginaba un lugar, el que fuera y nos encontrábamos de pronto ahí, caminando juntos. A veces hablando de banalidades, otras tantas de asuntos mucho mas importantes, bromeando, jugando.

Recuerdo que en ocasiones Hideki permanecía pensativo con la mirada fija en el vacío, pero de repente continuaba la conversación aun mas alegremente. Era agradable. Le contaba todo, mis tareas, mis compañeros, el como me gustaría haber podido decirle tal o cual cosa a un profesor, de libros, música, de todo. Nunca se cansaba de oirme.

El también me enseñó muchas cosas. Me sorprendió mucho lo realmente bueno que era para las matemáticas, a veces deseaba poder tomar notas dormido y así hacer mi tarea mas fácil. Muchas veces me repitió esa advertencia sobre esa barrera que iba mas allá de ese gran árbol.

Aprendí cosas raras sobre los sueños, sobre el consiente y subconsciente, que todo, absolutamente todo es una ilusión y también que en los sueños, por ser solo eso podían intensificar las emociones y sensaciones. Podíamos caminar, nadar, hacer lo que fuera pero en realidad aun continuabamos en ese espacio de la conciencia anterior a esa barrera.

Mientras tomamos una caminata en una pastizal con una ligera brisa, se me ocurrió preguntarle algo que me había causado mucha curiosidad.

-¿Sabes?, creo que me agradaría enterarme un poco de COMO es que haces eso de meterte en sueños que no te incumben.

-Oh, es bastante fácil cuando tienes practica. De hecho aquí hay pocas cosas difíciles.

-Me gustaría aprender -dije de pronto.

-Bueno, si eso deseas, puedo enseñarte -me sonrió atentamente- Pero será mejor que te vayas ya, se te va a hacer tarde para la escuela. Ja Ne, Keiji-kun.

Recordando de golpe el mundo real, me desperté.

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La voz de mi madre me llego muy lejana. Apresuradamente tome mi uniforme y metí mis cuadernos en la mochila.

-Hijo, ya esta listo el desayuno, apresúrate.

Baje las escaleras corriendo, tome de la mesa una pieza de pan y corrí hacia la puerta.

-Gomen, 'Kasan, se me hizo un poco tarde. Hasta Luego.

-Ten cuidado.

Tenia hambre, me había desvelado terminando mis deberes atrasados y casi no había descansado, era extremadamente tarde. Pero sin embargo, me sentía extremadamente feliz.


Fin del Segundo Capitulo

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