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Destinations empêtré - Billdip por Docver12

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Notas del fanfic:

Disclaimer:
Los personajes no me pertenecen son propiedad de Alex Hirsch.
Pautas:
Tiene datos históricos por lo que si llegara a equivocarme con algunos datos disculpen los errores.
Parejas:
Bill x Dipper
Otras

Notas del capitulo:

Disclaimer:
Los personajes no me pertenecen son propiedad de Alex Hirsch.

AU: Universo Alterno: El escenario, actitudes de personajes u otros aspectos pueden llegar a variar al grado de no coincidir con su escenario original.

París se encuentra en sus días más oscuros, familias sufren la desaparición de algunos miembros de su familia; madres, hijas, esposas, hermanas... Cada una de ellas desaparecen de formas tan misteriosas que nunca llegan a dar con ellas, hasta que aparecen de la misma forma en la que se fueron, sin que nadie encuentre algún indicio, aunque algunas personas no corren con la misma suerte, muchos no tienen ni el placer de darles a sus familiares la celebración fúnebre que se merecían, y tan solo por el simple hecho que los cuerpos secuestrados jamás fueron hallados.

Pero a pesar de que los disturbios no cesan y las lágrimas siguen brotando de aquellas personas desahuciadas; el bar "La voix de l'ange" abre sus puertas cada noche. A penas se oculta el sol, el sonido de los corchos saliendo de su embotellamiento y el suave aroma de los manteles recién perfumados hacen aparición.

"La voix de l'ange" pasó de ser, con el tiempo, un burdo cabaret a uno de los bares más prestigiosos de París, ofreciendo un servicio impecable y refinado entretenimiento; tales cualidades lograron a que dicho bar llegaran personas reconocidas y a sí mismo adineradas.

[***]

Apenas el telón sube, las luces bajan su brillo y sobre un pequeño escenario una delicada figura aparece portando un vistoso vestido, un tanto corto, junto con un tocado de plumas en la cabeza; la música empieza, siendo tocada por una pequeña banda situada tras bambalinas donde nadie notaría su presencia pero gozarían de su buena música; llega el momento, sus labios se abren lentamente y una endulzante melodía embarga todo el ambiente.

Esa voz... Esa sutil voz fue lo que llevó a lo que es ahora "La voix de l'ange" y si aumentamos la belleza que ofrece la portadora de aquel cantar, queda asegurado que más de un cliente saldría de aquel lugar satisfecho.

"La petite Tonkinoise", esa es la canción que resuena por todo el lugar, su melodía es alegre- contradiciendo el estado en el que se encuentra ahora la ciudad-, y la voz que la acompaña la hace aún más; como todo buen espectáculo el desenvolvimiento de la cantante es impecable, la coquetería, las sonrisas y las indirectas dirigidas a diversos hombres, todo por dar el mejor espectáculo de la noche y, más que nada, cumplir las expectativas del dueño del lugar. Stan Pines, el dueño, tenía la visión de que todo debía salir perfecto, por lo cual verlo deambular por el lugar o incluso darse la molestia de atender al mejor cliente del día que, normalmente, era el Comisionado Alegría, quien no se había perdido ni una sola de las funciones desde la primera vez que asistió.

Una vez que la música terminó, no se hizo esperar los aplausos y halagos, el telón empieza a bajar ocultando la delicada figura que, haciendo pequeñas reverencias, se despide del público hasta que el telón está por los suelos, las pequeñas luces del escenario se apagan y los aplausos son cada vez menos audibles; y cuando ya todo está como antes, sin los aplausos o algún otro sonido que perturbe la calma que ya se ha formado, la cantante se dirige a su camerino, con un paso lento y los hombros caídos, dando a entender que todo ese jubilo que demostraba en el escenario no era más que pura actuación.

[***]

- El Comisionado te envía esto- Un hombre canoso y fornido hace aparición en el camerino de un muchacho de tan solo 18 años, que horas atrás habría sido la bella cantante que todos admiraban y aclamaba, con un vistoso ramillete de flores y una nota en ella. - , ¿Qué crees que haces? – La supuesta cantante permanecía sentada frente a un tocador quitándose cualquier rastro de maquillaje que pudiera presentar su rostro, los mechones falsos de cabello se desparramaban por el piso y toda la joyería que portaba era lanzada sin cuidado en la mesa del tocador, dejando en vista la verdadera apariencia masculina del joven, pero sin perder esa delicada y rara belleza.

- Quitarme toda esta farsa, ¿no es muy obvio? – Así como desapareció su apariencia femenina, también su delicadeza en su carácter se fue con ella, dejando a un simple chico en plena etapa de su adultez legal. Aunque analizando la situación el comportamiento que presentaba en ese momento podría ser justificable, después de todo estar usando un corset junto a un vestido y haber fingido ser una mujer frente a un gran público, no es la vida que debería estar llevando a su edad.

- Demasiado para mi gusto. Sera mejor que vuelvas a ponerte todo eso, debes dar un recorrido por el lugar hasta que cerremos. – Dejo las flores en el tocador y entrego la nota en la mano del más joven, el cual tomo con cierto bacilo; la abrió y por cada palabra que leía una sonrisa pedante se dibujaba en su rostro.

- No logro entender el porqué de invitarme por escrito. Ya nos comprometimos – Arrugo el pequeño papel y lo tiro al suelo, sin importar donde callera. - . ¿Sigue afuera?

- Si. Alístate y atiéndelo como se merece. – Dicho eso, el fornido hombre, se retiró del lugar, dejando solo al adolescente.

Dipper Pines. Un nombre curioso al igual que su vida; travestido desde los 16, cuando su hermana gemela fue dada de desaparecida y comprometido con un hombre desde aquel incidente.

Había algo curioso en el joven, que ahora, se volvía aponer el maquillaje y la incómoda ropa encima; la cuestión era que, por más que él lo deseara, no era una persona normal, era parte de un seleccionado grupo de personas que escasean en el mundo, a pesar de ser un hombre tenía la capacidad de concebir, tenía cada órgano reproductor femenino en su interior, tenía una matriz.

El numero de hombres con matriz, como ya se había mencionado, era escasa, solo un 1% de la población mundial formaba parte de esta, aparentemente este "defecto" era hereditario, pero solo gracias a un estudio avanzado de medicina, para ese entonces, podía determinarse si un hombre formaba parte de este pequeño porcentaje.

-Tu puedes Dipper. – Esa era frase que más se repetía una y otra vez desde que tuvo que, por obligación, tomar el puesto de su hermana. No era fácil; lidiar la desaparición de su hermana, ser alguien quien no es, y tener que soportar a un hombre que no había hecho nada por la mujer que, según él, amaba.

Tomo aire, y ya bien vestido para presentarse como un comensal más, salió de su pequeño camerino con una sonrisa en su rostro.

Esa sonrisa, esa sonrisa... Podría ser la más destellante de todo ese salón, aquella con la que más de una persona podría quedar encantada; pero no era más que una máscara, que ocultaba un rostro lleno de sufrimiento, que ocultaba a una persona que gritaba desde los más profundo de su interior, pidiendo auxilio al darse cuenta que nadie prestaba atención a los verdaderos problemas que el pudiera estar enfrentando. Solo era una máscara que presentaba a la sociedad.

- Bonnes nuits mademoiselle Pines. – Un hombre canoso que se dirigía a la salida saludo cordialmente a la joven que se dirigía a una mesa determinada.

- Bonnes nuits monsieur le. – De la misma manera, Dipper, saludo al hombre. A pesar de no conocerlo, la política que su tío le había inculcado a él y a su hermana, desde pequeños, fue el de tratar a cada cliente mejor que cualquier otra persona.

Y cumpliendo con aquella política, escolto a aquel hombre de avanzada edad hasta la salida, abrió la puerta para él y antes de retirarse, el hombre sostuvo la mano de Dipper, le dio un ligero beso en el dorso de esta y con una suave caricia la dejo.

- Qu'il se repose. – Como respuesta, Dipper, reverencio ligeramente con una sonrisa en su rostro y una vez que el hombre se retiró, se dirigió al lugar donde lo esperaban.

En el camino, disimuladamente, se restregaba la mano que fue tocada por el hombre al que acaba de escoltar. Sentía un asco profundo por aquellos vejestorios, como el solía llamarlos, lo tocaran, como si con aquellos toques podrían conseguir algo más que un simple entretenimiento visual; pero su ira aumentaba al pensar que eso mismo podría haber estado viviendo su hermana tiempo atrás, cuando era ella la que usaba esos vestidos, la que se paraba en ese escenario y la que soportaba al comedido de su prometido.

Mientras caminaba más personas la saludaban o alagaban su presentación de hace unos minutos, para su fortuna el lugar no solo era frecuentado por hombres, sino también por mujeres, y aunque muchas de ellas solo eran prostitutas tratando de aparentar ser mujeres de la alta sociedad como sus acompañantes, la presencia femenina lo hacía sentir un poco más cómodo, al menos así los hombres tenían un lugar más en donde distraer su vista y entretener sus, muchas veces, sucios pensamientos.

[***]

En una mesa de los balcones del segundo piso, se encontraban tres personas, dos ellas bebían el champan como vasos de agua, mientras que uno se encontraba parado detrás de un hombre de cabello platinado y robusto que, por como vestía, era mucho más importante que sus otros dos acompañantes.

-¡Apporter plus de champagne! – El sujeto de cabello platinado grito a la nada mientras que bebía otra copa, servida por la persona sentada en frente de ella.

-Si sigue así, terminará con toda la champaña del lugar – Dipper apareció en frente de las tres personas, las cuales se inclinaron levemente ante su presencia en señal de respeto, a excepción del platinado. - , ¿Me llamaba? –dijo, refiriéndose al hombre aun sentado.

-Sortez d'ici – El hombre que estaba al frente del susodicho asintió y se retiró dejando a las tres personas en el lugar. - , siéntate – Dipper hizo caso, se sentó al frente aquel hombre. - ¿Cómo te encuentras cariño?

-Dime para qué me llamaste. – La jovial sonrisa que portaba en su recorrido a aquel lugar desapareció a penas se encontró con el hombre con el que ahora entablaba una conversación.

-No deberías faltarme el respeto, y menos en un lugar como este – El hombre robusto frunció el ceño, más eso no bastó para que Dipper cambiara su postura, es más, su posición fue más firme que la anterior. -.Te presento al señor Aldrich – El sujeto señalo al joven detrás de él que, como lo hizo anteriormente, volvió a reverenciar - , es un médico de Inglaterra que estará aquí durante la estadía de los agentes norteamericanos.

-¿Agentes norteamericanos? – Dipper apoyó sus codos sobre la mesa y su rostro sobre sus manos, tomando más interés en el tema.

-Eso es algo de lo que discutiremos mañana – Dipper frunció el ceño. - , el señor Aldrich se quedará contigo a todas horas espero y se puedan llevar bien. – Dipper miro al chico que aún seguía de pie, se veía joven para ser médico, su pelo era demasiado claro aún más que el de su prometido, su piel pálida y la forma tan sencilla de vestirse hacía que dudara si en verdad podría confiar en él.

-Seguro que podremos entendernos bien. Y si eso es todo, supongo que ya puedo retirarme. Con su permiso. – Dipper se levantó, le lanzó una última mirada a quien tendría a su lado durante la visita de los agentes norteamericanos y giró para irse, pero un fuerte, y disimulado, agarre lo detuvo.

-Esta noche la pasarás en mi casa, ¿entendido? – Dipper no dijo nada, ya sabía cómo es que terminaría el asunto si se negaba o aceptaba. - . ¿Entendido? – El agarre fue más fuerte por lo que solo asintió, a lo que fue liberado y siguió su camino.

Necesitaba alguna esperanza.

[ *** ]

Distrito de Columbia, oficina central del F.B.I:

Los teléfonos no paraban de sonar, ese agudo sonido llegaba a estresar a más de una persona que laboraba el lugar y en ese momento seguro que muchos de los agentes, por primera vez agradecían que las mujeres hubieran sido contratadas en ese momento para hacerse cargo de ellos y los recados.

Y cumpliendo con su labor, corría por las instalaciones haciendo ruido con sus pequeños tacones y llevando unos archivos en mano que poco a poco caían de sus manos, se encaminaba una joven que sin importarle mucho, no recogía las hojas que salían disparadas de su lugar, ya que en su cabeza rondaba otra cosa más importante.

Se plantó frente a una puerta de madera, un tanto vieja, se arregló los cabellos desaliñados y tocó suavemente, esperando que el hombre dentro del despacho le diera el permiso para poder pasar.

-Adelante. – La joven carraspeó un poco y se adentró al pequeño despacho donde solo cabía un escritorio viejo y un pequeño librero lleno de archivos y hojas sueltas. En el viejo escritorio había aún más hojas y expedientes revueltos, siendo movidos por un hombre rubio que se veía frustrado, con el cuello de la camisa abierta y sus mangas hasta los codos.

-Agente Cipher, el director quiere verlo en su oficina en este instante – Cipher alzó la mirada, se quitó los lentes y se paró haciendo rechinar el asiento en el que se encontraba sentado. - , es sobre el caso inconcluso número 2. – Eso fue suficiente para que el agente se arreglara la camisa como debía ser, y cogiendo su saco, del espaldar de la silla, salió a toda prisa de su despacho dejando sola a la muchacha aun cargando los archivos.

El caso inconcluso número 2 fue la mancha en el expediente del agente Cipher y cualquier cosa que tuviera que ver con eso y limpiar su imagen seria del total interés de este.

Prácticamente corriendo, Cipher, llegó a la oficina del director, y sin siquiera tocar la puerta se adentró a dicho lugar donde su jefe lo esperaba sentado frente a su escritorio.

-¿Me llamaba señor? - El rubio cerró la puerta tras de sí, y con un movimiento, el director, le indicó que se sentara, lo cual hizo.

-Dígame algo Cipher, ¿conoce París?

 

Continuará... 

 


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