Había transcurrido ya un mes de lo sucedido en el bosque…
La relación entre ambos jóvenes no había cambiado en lo absoluto. Desde ese día algo en el interior de ambos empezó a crecer y también muchas interrogantes.
Seshomaru había dejado de tocar a Inuyasha. Solamente regresaba al cuarto para dormir, y cuando lo hacía el menor se encontraba dormido. Seshomaru se volvió más callado que de costumbre, E Inuyasha por su parte seguía distante, ya casi no lo veía. En ocasiones mientras dormía lo escuchaba entrar a la habitación, abría un poco sus ojos y miraba lo que hacía, lo veía llegar sudado y con su ropa sucia, parecía que estaba entrenando…
… a veces en plena noche lo sentía dormir a su lado.
Pero un día el no regresó…
La noche ya había caído, Inuyasha estaba en la ventana admirando la luna, como todas las noches lo hacía. Ya había acabado de comer. Seshomaru ahora le permitía salir de la habitación, claro siempre acompañada por el o por Kauri. Inuyasha ahora se sentía más tranquilo, pues ahora tenía la compañía de alguien y con quien conversar… pero se sentía un poco solo aun, al recordar que Kauri era sirviente de Seshomaru… eso aun le daba mala espina, pero si se ponía a pensar eso era mucho mejor, su compañía a su gran soledad en el castillo.
Ya se estaba haciendo tarde y necesitaba descansar después de todo tenía mucho estrés emocional, pensando bien las cosas era mejor acostarse a dormir, se acostó en la cama y se dispuso a mirar al techo, pero sus ojos se iban cerrando lentamente… hasta que al fin se durmió…
Habían pasado ya tres días y Seshomaru no regresaba… el menor andaba nervioso, no sabía el porqué…estaba en el cuarto, caminando de un lado a otro, observando por la ventana… su corazón palpitaba aceleradamente, sus manos le estaban temblando… la marca en su nuca punzaba…
-Maldición… ¿Qué me pasa?- se cuestionaba una y otra vez mentalmente.
Los rayos del sol caían en la habitación iluminándola. Inuyasha continuaba caminando de un lado al otro… Seshomaru no había regresado hace varios días. Temía por el… no lo admitía… pero sí… algo no andaba bien… y eso lo tenía preocupado, después de todo eran compañeros tenían un vinculo eterno que no podían romper.
La puerta de la habitación se abrió. Era Kauri con una enorme sonrisa de felicidad en su cara.
-joven Inuyasha, ya es hora del desayuno.- Kauri seguía sonriente. Pero su sonrisa se esfumó al verlo, pues Inuyasha seguía caminando con preocupación por la habitación.
-¿le pasa algo?- lo miró desconcertada
-e-eh… n-no… tranquila Kauri t-todo está bien.- una sonrisa falsa apareció en su rostro.
-bueno, entonces vamos, le prepare algo muy rico.- Kauri nuevamente sonrió, pero sabía que algo no andaba bien con él.
Iban por los pasillos caminando silenciosamente. Kauri iba delante de el. Inuyasha miraba afligido el piso. No aguantó y decidió romper el silencio entre ambos.
-e..ehh K Kauri?...- susurró apenado. Miraba avergonzado al piso.
Kauri se detuvo y voltio para mirarlo. -¿Qué pasa?- le preguntó confusa.
-eh….- ¿como podía decirlo?, sencillamente, no podía decirlo. Sus mejillas se sonrojaron.
Kauri lo miró aun mas confundida. - ¿Qué pasa joven Inuyasha? Si es por la comida no se preocupe que le hice bastante…- sonreía orgullosa de su trabajo.
-eh.. n..no …no es nada…- sonrío falsamente.
Kauri lo miraba extrañada… algo le debía estar preocupando para que se pusiera así.
-Está bien.- le respondió algo agobiada. Se dio media vuelta y caminaron hacia la cocina.
Kauri abrió la puerta de la cocina e hiso pasar primero al joven de cabellos plata. Una vez adentro, Inuyasha se sentó en el comedor.
La pelinegra lo miraba atenta. ¿Qué será que lo está atormentando?- se preguntó la joven
Kauri fue colocando la comida en la mesa. Inuyasha no tenía ganas de comer, últimamente no se estaba sintiendo bien. La pelinegra se sentó al frente de él. Se le quedó mirando atentamente un rato, hasta que él le regresó la mirada.
-e..ehhh… Kauri… disculpa que te moleste pero quiero preguntarte algo…- Inuyasha la miraba apenado y con sus mejillas sonrojadas.
La joven sonreía apaciblemente, el era realmente muy bello…muy, pero muy bello.
-dime ¿Qué sucede? Hace rato que te veo preocupado y por lo visto no has probado ni un bocado del desayuno…- la joven hablaba serenamente.
-n-no la comida está bien es solo que…- Inuyasha volvió a bajar la cabeza y miró tristemente el plato.
-¿es solo que?- Kauri quería saber que era lo que lo tenía tan inquieto.
-¿p-por q-que Se-Seshomaru n-no ha regresado?- dijo su sonrojo aumentó más. Inuyasha tartamudeaba prácticamente, no podía demostrar interés alguno por Seshomaru, no pero…. Pero ese malestar que sentía por dentro le agobiaba.
Kauri sonrió entretenida por la vergüenza de Inuyasha, definitivamente el era único, era uno en un millón. Aparte de bello también era muy tierno.
-el señor Seshomaru está en una reunión con los clanes vecinos… no te preocupes el volverá.- Kauri reía divertida por la actitud del joven.
-a..ah ya…- Inuyasha miraba sonrojado el plato. Se había preocupado por nada. “aparte Seshomaru puede cuidarse solo”. Se regañaba mentalmente. Pero aún así ese mal presentimiento seguía ahí.
-jajaja… ahora por favor come…- Kauri le habló suavemente.
-s…si.- Inuyasha miraba el plato de comida, se veía rico pero no se sentía bien como para comer.
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Ya estaba de vuelta en el cuarto. Apenas comió algo pero dejó la mayoría de desayuno. Tenía cierto malestar en el cuerpo y un poco de náuseas. Se sentó en la cama cuidadosamente, todo le estaba dando vueltas.
-tsk… ¿sería el desayuno?- tenía una de sus manos en la frente y la otra en la cama. Estaba con los ojos cerrados, no aguantaba. De repente se levantó precipitadamente de la cama y se dirigió corriendo al baño. Abrió la puerta y levantó la tapa del retrete… y se dispuso a vomitar…
Pequeñas lagrimas caían de su rostro, el vomitar le había hecho llorar un poco, respiraba agitadamente…había vomitado demasiado…
Se sentó en el suelo y pasó su mano por su boca limpiándose. Las manos le temblaban. Debía ser por los nervios… tenía que estar más tranquilo.
Se levantó cuidadosamente del suelo apoyado en la pared, y caminó devuelta a la cama. Se acostó y miró al techo. Se le había pasado un poco las nauseas pero todavía tenía un poco. El malestar persistía…
Se quedó mirando el techo un rato, haber si se tranquilizaba un poco y si los mareos se detenían.