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Lo que yace en la oscuridad por cielhius

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Notas del capitulo:

Solo por el simple hecho de que saldré mal en un examen que tuve ayer decidí actualizar…jajajajaja….na no es cierto pero creo que si saldré mal por eso subo este cap…no se asta cuando pueda subir la conti….

Confusión…


Inuyasha había perdido el sentido del tiempo, no sabía si llevaba semanas o meses en ese maldito lugar. Lo que si sabía era que todas las noches, salvo una que otra excepción, Seshomaru acudía a atormentarlo. Inuyasha sentía que su libertad se alejaba de él poco a poco, y aunque Seshomaru había dicho que no podía partir de su lado, cada día se sentía más ahogado en la oscuridad, solo al enfocarse en la esperanza de que sus amigos lo estuviesen buscando, hacia que esa lucecita de esperanza  en su interior se negara a desaparecer, recobraba las esperanzas. Pero hoy Inuyasha se sentía intranquilo, un mal presentimiento le llenaba el corazón, hoy no era una noche como las demás. Con este pensamiento en su mente, jalo de nuevo la pesada cadena atada a su tobillo (si de nuevo su hermano lo había castigado), pero por más que luchaba cada día, no lograba nada, ni una sola mella en la dura piedra o una fisura en la brillante cadena, salvo lastimarse, pero esto nunca lo detenía a seguir intentando, nunca…

-          Sabes que es inútil, no se romperá Inuyasha-

 

Como siempre, Seshomaru aparecía de la nada, con una cálida sonrisa en la hermosa cara.

-          Sabes que nunca dejare de intentarlo- respondió secamente Inuyasha.

-          Lo sé- respondió serenamente Seshomaru- y eso es lo que me gusta de ti-

Inuyasha se sentía ahora incomodo, como siempre que Seshomaru iba a verlo, nada bueno resultaba para él,  de esas visitas.

-          confusión-

-          ¿?-

-          confusión y desespero- continúo Seshomaru- es lo que predomina en tus emociones-

-          Eso no es cierto Seshomaru, luchare hasta el final- gruño el menor.

-          Pero, el temor habita en los corazones, ¿no lo vez?, ¿o acaso alguien ha intentado siquiera venir por ti?, ni siquiera tu penosos amigos se han preocupado por tu destino, siguen escondidos, temiéndome...-

-          ¡Mientes!, ellos… ellos nunca me abandonarían por libre voluntad, y si es así, es porque deben cumplir su cometido-

-          ¡Ah!, si, la tontería de la perla, no, entonces, ¿te abandonaran en la Oscuridad por un insignificante objeto, que ni siquiera ellos conocen?-

-          ¿Y si todo es mentira, un sucio engaño de tu parte?- reclamo de nuevo el menor.

-          ¿Perdón?, ¿mentira has dicho?, ¡Oh! Mi inocente mascota – exclamo divertido Seshomaru acercándose al encadenado hibrido- ¿tan aferrado estas a esa estúpida idea de  la perla, que te niegas a ver más allá?- prosiguió-Te explicare, de hecho, es el motivo por el cual te traje aquí en primer lugar y por el cual estoy deseándote esta noche-

 

Ahora Inuyasha comenzaba a temblar. Seshomaru ya lo tenía acorralado y la cadena no daba para más – como siempre- 

-           ¡No te acerques mas, te lo advierto!-

-           ¿Todavía crees que puedes con migo?, ¿después de todos este tiempo?, de verdad mi dulce mascota, tienes un espíritu y nobleza tan grande que solo rivaliza con tu belleza. Pero ahora dime, ¿que sabes de la perla?, ¿sabes para qué sirve?-

-           no… no se dé que me hablas-trato de hacerse el desentendido, su conocimiento sobre la perla era tan poco e hipotético que dudaba de dicha información.

-           Mmm, no me extraña, eres muy joven, todavía no conoces el motivo por el cual fue creado. Ven aquí mi dulce mascota- dijo Seshomaru mientras tomaba a Inuyasha por la esbelta cintura y lo presionaba mas sobre a la cama.

-           ¡Nooo!, ¡déjame, no quiero que me toques, ughh!- dijo Inuyasha mientras luchaba por zafarse de los fuertes abrazos, pronto se vio de espaldas en la satinada cama y a Seshomaru tomándolo por las muñecas.

-           Veras mi dulce mascota- prosiguió Seshomaru, indiferente a todos los gritos del menor- ¿recuerdas la primera vez que no conocimos?- dijo Seshomaru mientras llevaba una mano a la temblorosa boca de Inuyasha -¿recuerdas, mmm?-

-           Si, pero…como podría olvidarlo…-respondió el menor, retorciéndose lejos de esa fría mano.

-          Te mostrare mi dulce mascota, te mostrare…-dijo pacientemente Seshomaru, mientras besaba cariñosamente la fina oreja felpuda de Inuyasha-

-          ¡¿Qué haces, pretendes violarme de nuevo maldito?!- 

-           No mi adorable mascota- respondió seriamente Seshomaru, la mueca burlona se había borrado de su rostro, y mostraba una serenidad y compasión que el menor nunca había visto – Voy hacerte el amor mi pequeña mascota, voy a demostrarte cuanto te deseo-

-           ¡!-

Inuyasha se quedo sin palabras, ¿Seshomaru, mostrando cariño?, no, debía de tratarse de otro de los engaños del muy maldito.

 

Después de tanta violencia y tortura hacia su cuerpo, esta caricia se sentía tan bien, tan bien…que asusto a Inuyasha en extremo.

-          ¡Noo!, ¡déjame, es otro de tu engaños para torturarme!-

-          Te aseguro que no, pero puedo hacerlo, si quieres- respondió Seshomaru, besando otra la dulce boca de Inuyasha, recorriendo luego su largo cuello, cubriendo su pecho con suaves besos, mordisqueando aquí, pequeños y húmedos besos allá. Pronto Seshomaru se desvistió desasiéndose de sus elegantes prendas.

 

Un leve gemido salió de la boca de Inuyasha antes que pudiera detenerlo.

-          ¿Vez que puedo ser bueno contigo mi dulce mascota?- suspiro satisfecho Seshomaru a una puntiaguda oreja, en una voz cariñosa, sin malicia.

-          ¡No deseo nada de ti maldito miserable!- grito Inuyasha recobrando el sentido, tratando de librarse de Seshomaru.

-           No tengas miedo Inuyasha, te demostrare lo mucho que te deseo- dijo Seshomaru.

-           No te tengo miedo- respondió el menor entre dientes- pero yo no te deseo, ¿cómo podrías?- continuo Inuyasha en tono desafiante.

-           Es verdad que es difícil de creer, pero para eso estoy aquí esta noche, para demostrártelo- dijo la bella figura mientras continuaba acariciando suavemente al menor, no dejando de darle suaves besos, y decir en leves susurros cuanto lo deseaba. 

Inuyasha se dejo llevar nuevamente por este arrullo de promesas y caricias, cuando se vino a dar cuenta, Seshomaru ya se encontraba entre sus piernas, y cuando sintió algo caliente y húmedo tomando su virilidad, recobro el sentido nuevamente, al mirar hacia abajo, no pudo reprimir un quejido de sorpresa al ver aquella hermosa figura tomándolo con su boca, muy suavemente, de arriba a abajo, dejándolo ir solo para luego comenzar a preparar su entrada con suaves lamidas y besos. Esto solo hizo más insoportable la situación para Inuyasha, que ya se encontraba muy agitado, así que comenzó a tratar de quitarse de nuevo a Seshomaru de encima, pero este solo redoblo sus esfuerzos, tomando de nuevo la virilidad del menor en su boca , trabajándolo expertamente hasta que pudo sentir la dulce esencia del menor explotar en su boca.

-          mmm, hace mucho que no te probaba, eres realmente mi dulce Inuyasha-

Inuyasha, que recobraba ya el sentido, vio que Seshomaru se había retirado un poco, así que rápidamente trato de buscar el extremo opuesto de la cama, escucho una suave risa a sus espaldas al momento que Seshomaru lo tomaba fácilmente de nuevo por la cintura.

-          Calma, calma mi dulce Inuyasha- palmoteo Seshomaru cariñosamente- Ven aquí- dijo mientras llevaba al menor a sentarse en su desnudo regazo – no deseo lastimarte, deseo tomarte suavemente, ¿vez?- ahora el mayor le acariciaba levemente la espalda, y hundía su cara en el tibio cuello del menor. Lentamente Inuyasha se fue relajando en ese abrazo, en esas caricias y besos, inhalado una placentera esencia que parecía provenir de todos lados, especialmente de la larga cabellera de Seshomaru.

-          Tu…– murmuro Inuyasha tan suavemente, que si Seshomaru no tuviera tan buen oído habría perdido esas palabras- Solo me deseas- termino el menor.

Pasaron algún tiempo así, sintiendo uno el calor del otro, escuchando uno los latidos del otro, sintiendo uno la suavidad de la piel del otro, sintiendo ambos el temblor de los dos, sintiéndose el uno al otro.

Seshomaru tomo largo tiempo acariciando a Inuyasha, largo tiempo en sencillos y tiernos besos, en suaves susurros. Poco a poco tomo ambas muñecas de Inuyasha, que ya se había relajado de nuevo y las llevo a su espalda en una sola de sus manos, no ejerciendo demasiada presión para no asustarlo, mientras con la otra mano comenzaba a tocar suavemente su cadera. No paso mucho tiempo antes que Inuyasha fuera levantado y la dura virilidad de Seshomaru rozara su entrada.

-          Ughh, no- sollozo apenas el menor.

-          Calma, calma, relájate, lo haré gentilmente, no temas - suspiro Seshomaru.

Y probando que decía la verdad, comenzó a bajarlo muy lentamente, asegurándose detenerse a cada leve gemido por parte de Inuyasha.
Poco después, Inuyasha se encontraba completamente sentado en el regazo de Seshomaru, había sido tan gentil, que no había sentido casi nada de malestar. 

-          ¿Listo mi dulce Inuyasha?- pregunto quedamente el mayor, pero antes que Inuyasha pudiera contestar, soltó sus muñecas y las llevo a su cuello para que el menor pudiera equilibrase, con las manos ya libres, sujeto a Inuyasha por las caderas y comenzó a subirlo y bajarlo por toda su extensión.

Perdido.


Inuyasha estaba perdido en su propia pasión, nunca se había sentido así, con la sangre hirviendo, con el deseo tan hundido en su piel buscando salida, tan agitado, con el alma ardiéndole de deseo, con esta sensación de fuego y deseo…Y para su mayor sorpresa fue él quien comenzó a acelerar el ritmo, avergonzado, levanto la vista esperando encontrar nuevamente esos fríos ojos, pero solo encontró ahí devoción y ternura. Seshomaru le profesaba palabras de cariño, susurros de amor y fervor. Pronto la eminente sensación de culminación comenzó a abrumar al menor, quien apresuro más el paso, - ven mi amado Inuyasha- replico Seshomaru, cercano también de su clímax, – arde conmigo- y lo apretó más hacia sí y ambos se abrasaron al mismo tiempo.

Seshomaru deposito con cuidado al Inuyasha en el blando lecho, retirando con cuidado algunas hebras del plateado cabello de su rostro, quien con ojos medio desenfocados se dejo llevar por esa ya no más fría mano, sino tierna y cálida.

-          ¿Lo ves mi dulce Inuyasha?, ¿Vez como soy, vez como eres mi esmero, mmm?, ahora en base a esto que te profeso, me darás lo que deseo-

-           ¿mmm?-

Pero Inuyasha ya no escucho, se sumergió en las mágicas tierras de los sueños.

Notas finales:

Nos veremos luego….recuerden dejar sus quejas y sugerencias…


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