Sucesos…
Los días pasaron, pero no había ningún cambio, aun permanecía en su habitación sin poder salir y… Seshomaru lo seguía sometiendo cuando quería, pero Inuyasha comenzó a distanciarse… ya no discutía con el mayor, estaba demasiado sumiso, eso sencillamente era por demás extraño, y a Seshomaru le comenzó a preocupar. Cada vez que entraba a la habitación, lo encontraba en la ventana observando el horizonte… estaba…distante…lejano…su cuerpo ahí estaba, pero él a la vez no estaba, era tan confuso.
Esa mañana, Inuyasha estaba donde siempre mirando por la ventana, a lo lejos escuchaba una pequeña voz que le hablaba.
- Inuyasha- dijo Seshomaru que al entrar a la habitación, el menor parecía como si no lo hubiera visto, pero al parecer tampoco escucho su llamado- Inuyasha- repitió.
La voz parecía acentuarse más, hasta que logro su cometido, giro la cabeza ante el llamado.
El mayor al ver su rosto, lo recorrió un escalofrió en todo el cuerpo, sus ojos…sus bellos ojos estaban apagados, el Billo en ellos ya no estaba.
- Inuyasha- lo llamo nuevamente– ven, quiero que veas algo- su tono de voz era exigente pero seco.
Seshomaru lo tomo del brazo delicadamente, salieron de la habitación en silencio, Inuyasha no mostraba ninguna expresión en su rostro. Caminaron por barios pasillos hasta llegar a una enorme puerta de madera. Seshomaru la corrió y al hacerlo los ojos de Inuyasha se vieron afectados por una destellante luz, se tapó con su brazo, aquella luz le dolió…
- Inuyasha- le llamo Seshomaru, su rostro se mostraba serio como siempre pero en su voz había un deje de emoción, ni él sabía ¿por qué?…
Inuyasha bajó su brazo, tenía los ojos entrecerrados, la luz le molestaba un poco, cuando pudo ver mejor sus ojos brillaron de la emoción al ver el exterior… arboles, aire, plantas… por fin libre… no lo dudo ni un segundo y salió corriendo hacia el bosque… Seshomaru lo seguía con la mirada, el permanecía parado en la puerta viéndolo admirar la naturaleza…
Por fin era libre… miro a su alrededor, por un momento se olvidó de la existencia del mayor, se olvido en donde estaba, se olvido del daño que Seshomaru le causó…el sol resplandecía fuerte en su rostro, se acostó en el césped y miró al cielo despejado, los pájaros volar, sentía una enorme tranquilidad y una paz…pero su felicidad se le acabó en un instante al escucharlo hablar…
- Inuyasha- dijo el mayor
- grrr- gruño –No puedes dejarme un segundo tranquilo ¿no?- estaba profundamente molesto al escucharlo hablar
- mph…- el mayor caminó en su dirección, el por su parte se sentó y abrazó sus piernas. -Inuyasha- lo llamó el. – Tengo que ausentarme un rato, no intentes escapar.- el joven rió sarcástico. – bueno de todas maneras no puedes, esta parte del bosque es mía y tiene cierto límite. Más allá de eso hay un campo de fuerza que no permiten que nadie ingrese o salga.- dijo al momento de dar media vuelta e irse con una sonrisa en los labios.
- idiota- lo insultó por lo bajo. Una vez que no sintió la presencia del demonio prosiguió en admirar la naturaleza, de verdad que se sentía feliz, habían pasado varios días desde que Seshomaru la confino a su habitación sin salir.
El viento sopló y unas cuantas hojas de unos árboles cayeron a su alrededor, Inuyasha solo las miraba. Alzó su mano para agarrar una y fue ahí cuando se acordó de el… -chicos- susurró el joven. Su cara de emoción cambió a una de tristeza, le hacía falta la compañía de sus amigos…demasiada falta… apretó la hoja con fuerza y la pegó a su pecho… -para este entonces ellos ya debía tener conocimiento de mi desaparición y deben estar buscándome-pensó.
Inuyasha caminaba alejándose cada vez más de la entrada de la fortaleza, estaba realmente maravillado con la excepcional naturaleza que hallaba…había todo tipo de flores y plantas, los animalitos no se hacían esperar…ardillas, conejos, pájaros…toda una gama de flora y fauna para un lugar como ese… el borde del kimono que traía puesto estaba manchado de barro, al igual que sus pies descalzos…
De imprevisto, Inuyasha se había perdido en aquel bosque, se percató que se había alejado demasiado, pero en ese momento no le importó…quiso que esa dura realidad en la que estaba viviendo desapareciera aunque sea por un instante…pero… no todo era color de rosa allí afuera, su mundo de felicidad y alegría se desmoronó…
Una pequeña mariposa voló cerca de su rostro, esto llamo su atención y lo siguió con su vista para ver más de ella, su mirada llegó hasta la copa de un árbol. Al ver aquello su mirada se convirtió en una bella sonrisa, el árbol estaba cubierto completamente de mariposas de diferentes colores, formas y tamaños.
Estaba tan concentrado viendo ese maravilloso cuadro, siguió caminando a su alrededor
De repente un bandada de pájaros salieron disparados de unos árboles cercanos a él, Inuyasha se asustó, al hacerlo saltó a un lado, pisando algo… dirigió su mirada al suelo y vio como una pequeña parte de tierra se hundía…era una acantilado…
-¡Maldición!- refutó.
Ya era demasiado tarde callo al abismo y su cuerpo no estaba del todo bien, intento por todos los medios evitar la caída, pero no era posible ya la tierra se hundió junto con él, unas rocas lo golpearon y las ramas de los arboles lo cortaron y golpearon, los golpes eran tan duros, pero no tanto como los que le propinaba su “hermano”, pero eso no le quitaba lo doloroso que era.
Cayó al suelo dolorosamente… sus manos estaban apoyadas en el suelo temblando, alzó la mirada… mirando con horror… ERA EL FIN…
Solo vio chorros de sangre disiparse por el aire…todo se oscureció.
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Seshomaru por su parte se encontraba en una enorme habitación repleta de estantes que contenían una cantidad innumerable de libros, eran de su padre.
Suspiro ya era un poco tarde así que debía ir a ver a su adorable “hermano”, así que salió de la gran biblioteca para poder salir al bosque a buscar al menor.
Seshomaru abrió la gran puerta de madera, al entrar escuchó un ruido… un desgarrador sonido provenir del interior del bosque, alcanzó a ver como una bandada de pájaros salieron asustados de unos árboles muy lejanos…
- Inuyasha- se dijo
Saltó por los arboles en busca del menor, no lo encontraba…de repente su más temible miedo era encontrarlo muerto… no sabía ni por qué se preocupaba, pero eso no le importó en ese momento… lo quería ver vivo…lo quería tener vivo entre sus brazos…una enorme desesperación empezó a crecer en su interior…NUNCA…nunca había sentido sentimiento alguno por alguien de esa manera…
Continuo con su búsqueda hasta que por fin lo encontró…allí estaba él, tirado en el piso completamente lleno de sangre…su corazón se aceleró al verlo inerte en el césped… bajó del árbol agitado, camino lentamente hacia él, se agachó y posó sus dedos por su cuello… todavía estaba con vida, pero estaba gravemente herido… tenía cortes en sus brazos, cara, estómago y piernas. Estaba muy mal. Lo acurrucó en su pecho y lo cargó devuelta al castillo…todo fue por su culpa, nada de esto hubiese pasado si no fuese por su maldita culpa. El poderoso Seshomaru, sentía un enorme arrepentimiento de haberlo dejado solo, todo por atender sus malditos pendientes.
-Maldito seas Inuyasha.- Seshomaru le reprochó por lo bajo. Estaba molesto. Molesto con el menor y consigo mismo, algo le estaba sucediendo con Inuyasha y eso no era permisible.
No señor…de ninguna manera…