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Armas... por Lei Chann

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Notas del capitulo:

Hola, disculpen si me retrasé un poco, pero ya terminé y estoy realmente orgullosa de este cap. 

 Escribí para dar un poco mas de base a cierta pareja, asique espero que lo disfruten.

 Decenas de nubes de deslizaban sobre la tierra con la ayuda del viento de otoño. Un día fresco y gris, con amenazas de lluvia  y aún así parecía que no estuviera por pasar nada de lo previsto. Solo un día nublado más.

 Caminando tranquilamente por el parque como muchas de las parejas que también lo hacían. Él estaba cubierto con un abrigo largo color beige que por dentro era forrado con un suave y calentito algodón grueso; También una bufanda marrón cubría su cuello. Pero nada de eso era muy necesario, quizás si para la verdadera temperatura de su cuerpo y la de su corazón no. Su corazón se sentía tan cálido y vívido por el simple hecho de que, ese día, al fin había sido capaz de tomar la mano de la persona que tanto ama.

—Debes tener frio ¿No? —. Veía como el nervioso chico frotaba sus manos entre sí y exhalaba su aliento en ellas, al mismo tiempo de una expresión llena de inseguridad.

—Bueno, tal vez un poco —. Ritsu respondió no diciendo toda la verdad porque ¡Joder, el frío que él sentía era realmente insoportable! No entendía como Masamune podía andar con tal normalidad sin ningún tipo de molestia. Pensaba que sus dejos morirían congelados si dejaba de frotarlos entre sí.

—Realmente no sabes cómo mentir…—Masamune se rió por lo bajo.

—N-No estoy mintiendo ni nada así —.

—Ajá…—El chico, sin sacar en ningún momento aquella curva hacía arriba de sus labios, sacó su mano derecha de uno de sus bolsillos. Sabiendo que el pequeño es uno de esos nerviosos exagerados, muy lentamente tomó la mano del Ritsu y la encerró con sus dedos; Buscando transmitir todo el calor de su cuerpo a través de ese simple contacto.

—Ta-… Masamune-kun… —La sensación de tomar la mano de su novio en un paseo por primera vez encendió fieramente las mejillas del castaño, derritiendo su mente y corazón; Dejándolo escapar únicamente por el sudor que se comenzaba a formar por su cuerpo.

—Uhh… Aún no te acostumbras a llamarme así —. Mencionó el más alto algo ‘decepcionado’, en realidad quería seguir actuando genial y respetable frente al chico. Pero también trataba de disimular un poco, tal vez así evite que Ritsu escuche los latidos de su corazón; Estaba seguro que podría oírlos si tan solo hacían un poco de silencio y que él podría sentir cada una de sus palpitaciones si simplemente se concentraba en la palma de su mano.

—¡No es como si lo vaya a hacer en solo dos días! —Gritó de repente Ritsu.

 Masamune le había pedido hace dos días, justo en la fecha en la que cumplían tres meses de relación, que lo comenzara a llamar por su nombre y no por su apellido como lo venía haciendo. Esto sin duda hizo que Ritsu sea extremadamente feliz, el solo pensar que su “Takano-San” le estaba pidiendo algo así solo lo hacía pensar que él quería que ahora sean más cercanos y, eso es realmente increíble.

—Me va a costar un poco acostumbrarme —. Mirando al suelo lleno de hojas en todos los tonos del amarillo al rojo y verde, Ritsu se preocupada por decepcionar a Masamune por eso. Una manía de preocuparse por cosas realmente irrelevantes también era algo que agradaba de cierta forma a su pareja.

—No importa…— Masamune paró de caminar y automáticamente el castaño también lo hizo. Mientras Ritsu se adhirió con mucha fuerza a los ojos ámbar del más alto cuando su rostro le sonreía, él se acerco hasta que sus frentes se tocaron. —… Porque yo esperare junto a ti el tiempo que sea necesario —.

 Y nuevamente cientos de llamas se adueñaron de Ritsu, manifestándose en sus rojas mejillas.

 Pero cuando Masamune unió sus labios en un beso lleno de amor y ternura, de esos donde solo se puede distinguir las palabras Te amo, sus ojos lagrimearon de manera ingenua; Llenándolo de rebosante alegría, amor y aprecio. Haciéndolo más consciente de que estaba en la mejor época de su vida.

 Continuaron paseando por la plaza principal de la ciudad, ubicada en el centro de ella y muy cerca de decenas de edificios altos. En su mayoría eran grandes instituciones de empresas populares. Entre ellos, la companía de los padres de Ritsu, Editorial Onodera.

 Ritsu miraba el edificio desde la plaza, dejando mostrar toda su preocupación en su rostro; Cosa que Masamune notó enseguida cuando el chico apretó su mano con un poco más de fuerza.

—¿Sucede algo? —No pudo evitar preguntar y mirarlo desde un costado, como Ritsu solo fruncía apenas sus labios.

—Es que… Mamá y Papá mañana se irán de viaje —.

—¿Eso te preocupa? —.Masamune sabía que Ritsu era un chico mimado y amado por sus padres desde que nació, una vida diferente a la suya, por lo que pensó que quizás se sentirá solo cuando ellos no estén.— ¿No te gusta estar solo? Siempre puedo hacerte compañía —.

—N-o es eso… —. Con su mano libre alejó un poco el rostro de Masamune que se le había cercado demasiado y, mirando a un costado par no dejarlo ver su sonrojo, dijo: —Mamá está algo enferma y no me gustaría que viaje por trabajo si está así, pero ella lo necesita…

—Ya veo… Ella debe querer mucho ir a ese viaje—.

—Sí, es más porque quiere acompañar a mi padre y no dejarlo solo… Es algo molesto que lo siga tanto —.

—Vaya, asique confiesas ser celoso de tu madre eh —. Masamune rió fuerte, buscando molestar a  Ritsu con sus burlas; Pero el castaño no se inmuto mucho, sabía que esas palabras eran verdad. Guardó silencio mientras hacía un puchero, para confirmar lo que el chico decía. —. Oh, asique es verdad, increíble —.

—No lo niego —.

 Ambos pararon de caminar, aunque Masamune solo lo hizo para esperar a Ritsu y al verlo, notar que miraba tristemente el edificio. Instintivamente también lo miró. No podía entender la preocupación de Ritsu ya que él nunca tuvo ese tipo de relación tan amorosa con su madre, mucho menos con su padre; Pero podía sentir que el chico en verdad se sentía impotente y mal por no poder ayudar de alguna forma a sus padres, después de todo aún tiene quince años.

  Sin dejar de mirar aquél lugar tan alto, Masamune buscó en su mente algunas palabras para hacer olvidar a Ritsu de todo aquello, al menos un poco.

—¿Qué tal si te quedas en mi casa esos di- —

—¡¿Qué es eso?! —

 Un trueno sin tormenta, se escucho en un instante aquel estruendo causando intensa conmoción en toda la gente de los alrededores y seguido de eso, llegó fuertemente una onda expansiva que tiró al suelo a todos; Y trajo consigo gruesas y espesas capaz de polvo, dificultando vista y respiración. Al mismo tiempo de bocinazos desesperados y choques catastróficos que acabaron con la escapatoria de las calles.

 Ritsu comenzó a toser con fuerza y el frio no era para nada cooperador, sintiendo como su garganta raspada dolorosamente, ocultó su rostro entre su pecho y brazos. Takano lo abrazó, queriéndolo retener entre sus brazos y escondiendo su propia cara en los hombros de Ritsu; Pero el chico, al ver en un desliz a un lado, vio aquel edificio yéndose abajo y cómo una gran llama ardiente lo esperaba abajo.

—¡El edificio donde está mam- —Otro ataque de tos áspera, seca e imparable. Agitada desesperación creció inmensamente, llenándolo de impaciencia y sin pensarlo dos veces salió corriendo hacia lo que se estaba transformando en escombros.

—¡Ritsu, espera! —Masamune corría tras él entrecerrando sus ojos, no importaba si el polvo no lo dejaba ver y por eso se golpeaba con las personas que corrían en dirección opuesta, no podía dejar a su chico solo.

 Aún si la nube gris en el aire no lo dejaba respirar y la estruendosa y preocupante sirena del camión de bomberos que comenzaba a escucharse, poco a poco, no podía dejarlo allí.

Mamá y papá debían estar en el último piso  A medida que se acercaba, con cada metro avanzado, el olor a pólvora se hacía más insoportable así como el calor de un fuego inmenso.

 Takano veía como Ritsu se acercaba más y más así como su miedo crecía,  no podía dejarlo. Ambos debían huir de ahí antes de que algo los alcance. Forzó sus piernas y sus pulmones llenos de aire sucio, ignoró su garganta seca que ardía tortuosamente y en un solo impulso alcanzo al chico.

—¡NO! ¡Déjame, tengo que ayudar! —Rasguñaba fieramente las manos de Masamune que se enganchaban alrededor de su cintura para encerrarlo, sin siquiera flaquear aunque corriese sangre. Ritsu quería escaparse y correr junto a mamá y papá, porque lo necesitan y él puede ayudar. —¡Te digo que me sueltes Masamune!

—¡Ritsu, no pue- —

—¡SI PUEDO! ¡Masamune suéltame, yo puedo ayudar a mamá y papá! —Sacudiéndose desesperadamente, como si lo estuvieran secuestrando, él luchaba contra la persona que ama.

—¡RITSU BASTA! —El grito violento del mayor asustó a Ritsu y dejó de arañar las manos de Takano por un rato. Más lágrimas se desbordaron, sabía que Masamune no iba a dejar que avance y, aunque él estaba consciente de que no cambiaría nada, quería estar con su mamá y papá. —No puedes, no podemos.  Es inútil intentar algo ahora, lo que sea ¡No servirá de nada! Tenemos que irnos antes de que te pase algo, por favor —.

—P-ero- —

—BASTA —.

 Tomó con fuerza la mano de Ritsu y lo tiró hacia atrás para luego apurarlo a correr con gritos y empujones. Masamune no quería ver así a Ritsu y, si pudiera, estaba seguro que lo ayudaría, pero nada sería de utilidad en esa situación. Eran más que conscientes de que dos chicos adolescentes no iban a poder hacer nada más que estorbar y causar preocupaciones. Por eso, ambos se forzaron a aceptar tener que huir de allí con todas sus fuerzas mientras se alejaban más y más de lo que fue Editorial Onodera.

 Masamune corría delante de Ritsu sosteniéndolo de la mano, tirando del castaño con cada paso que avanzaba. Tenía que llevárselo aún si el chico no tenía ganas ni fuerzas para seguir corriendo y no pueda ver ni oír bien; A causa del polvo y la sirena que avisa que el tiempo de muchas personas ah acabado, o a causa de sus lágrimas y llanto.

 La noticia invadió televisiones, radios, periódicos y mensajes por todos los lugares y también la tristeza repercutió en millones de personas, vistiendo de luto por días.

 La justicia, inmediatamente sospechó de un ataque terrorista, hasta que llegaron a imaginar sobre un caso de competencia entre alguna otra empresa sucia en genocidas; Que era lo más acertado por el momento.

 Esa tarde, esa noche, esa semana, ese mes; Cada momento era gastado en recordar como un día, una nube de cenizas y polvo gris casi negro, comenzó invadir el cielo de Tokio por casi cinco días y el reloj paró para cientos de personas.

 Pero a la mañana siguiente de ese día, los escombros que quedaron de su felicidad, también fueron quemados completamente sin pizca de piedad.

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 No quería levantarse ni moverse, y por un segundo pensó en que ya podía terminar con su miserable vida tranquilamente pero, aún lo tenía a él.

 Molestos y persistentes golpes en su puerta estaban allí desde hace media hora más o menos, no tenía ganas de ver a cualquiera. Estaba seguro que Masamune no era, porque si no hubiese entrado desde el principio sin golpear por la llave que él mantenía; o ya le habría enviado un mensaje con una o dos maldiciones.

 Le dolía la cabeza, parecía que estuvieron golpeando un tambor dentro de ella. Cada asqueroso sonido repercutía pesadamente e incluso sus palpitaciones del corazón le parecían molestas.

—Mierda… ¡¿Quién es?! —. Grito desde su cama en su desordenada habitación, revelando que resultó ser de aquellos que se descontrolan con la furia y desesperación, revoleando todo lo del lugar y así tal vez tranquilice su estado.

—R-Ritsu-kun… soy yo, Sayo Onodera —.

—¿Ono-… Dera? —. Los ojos verdes recobraron brillo por un segundo luego de oír esa voz tan suave, maternal y… ese nombre. A tropiezos se levantó de su cama, tragándose en el camino unos cuantos golpes junto a su saliva. Hasta que llego a la puerta así como estaba, hecho una desgracia. —¿…Tía? —

—Ritsu-kun, hola. Ah pasado mucho tiempo, eh… —Dijo la hermosa mujer cuando el chico le abrió la puerta y luego de verlo, la pena y tristeza la invadió por su aspecto. Ojos hinchados y aún rojos obviamente por el llanto causaban mil y un sensaciones afligidas en Sayo. —…Escuche sobre lo de ayer —.

—Hola tía… —. Miró al suelo, o allí solo estaban fijados sus ojos; En realidad trataba de ver su vida. Y la vio. Tan miserable ante él. Veía únicamente cenizas y escombros de lo que fue una adolescencia perfecta y llena de amor.

—¡! —. Sayo sorprendida, solo correspondió el abraza de Ritsu que se había lanzado encima de ella. Volviendo a caer, una, dos, tres, muchísimas más lágrimas que se perderían a partir de ahora con otras miles futuras que lo esperan en su futuro.

 Sin hablar por un rato, uno fue el consuelo del otro.

 Ritsu sabía que no había perdido todo, pero sí mucho. Demasiado. Tanto que jugaba con su mente, haciéndolo pensar cuanto tiempo llevará para que ese poco que aún mantenía desaparezca repentinamente como sus padres. Cuánto llevará para que se desvanezcan en el aire las sonrisas que le quedan y lo que más le preocupaba, era saber sí le quedan.

 El olor de las comidas de mamá: Los papeles de papá tirados por toda la casa menos en su oficina; Sus discusiones divertidas y sin sentido. ¿Algún día volvería a sentir, ver y escuchar todo eso y más? Aunque sea un segundo, quería; Pero ¿Podía?

 Claro que no… Lo que pierdes nunca regresará y hay que forzarse a vivir con ello aunque duela malditamente.

Cuando ambos estuvieron más tranquilos, al menos cuando ya el agua no caía de sus ojos y podían hablar sin trabas, avanzaron dentro de la casa de Ritsu y tomaron asiento sobre un viejo sillón de la familia donde Sayo ofreció una descabellada “solución” para Ritsu.

 Ir a vivir junto a ella y su prima en Inglaterra para tener un nuevo inicio era una oferta considerable… si no fuera porque aún hay quien asegure alegría en Tokio para Ritsu; Takano Masamune, su amor.

—Tía… Gracias, pero yo no me puedo ir. Ya sabes que tengo novio aquí y apenas cumplimos tres meses, no quiero dejarlo —. Decía, pensando en Masamune. Sus ojos similares a la miel, dorados y tan dulces para él; Su sonrisa, brillante y con un pedacito de rayo de sol que era capaz de iluminar a Ritsu un poquito más todos los días; Su voz tan suave, tan profunda y tan peligrosa. Todo él estaba hecho para acabar con la cordura del chico; Definitivamente no podía dejarlo.

—Ritsu, no quería decírtelo yo, pero… —Firme en su decisión de llevarse a Ritsu de Japón, Sayo sacó su última carta aprovechando la debilidad mental de su sobrino. Una foto. —…Esto es lo que realmente sucede, lo siento —.

—¿…qué? Esto debe ser una broma —. Decía, pero ya estaba comenzando a llorar de nuevo haciéndolo sentir realmente patético así, llorando cada cinco minutos. —¿Qué hace Masamune-kun con ella?

 Conocía bien quien era la chica junto a Masamune en aquella foto. Cómo olvidar a quien tanto envidiaba hace un año atrás. La ex novia de Masamune, Isabela. La chica popular oriunda de España, pero ¿Por qué estaba junto a Masamune en esa foto? ¿Además, tomando su mano? Y él, se veía tan tranquilo.

 Se supone que él lo ama a Ritsu, que se aman y son felices estando juntos. Qué entre ellos no había espacio para dudas, mentiras y mucho menos traiciones, pero ¿Qué estaba pasando? Ritsu, llora porque no entiende nada y ya no tiene fuerzas para preguntar ni discutir, asume todo.

—La foto… La tomé esta mañana cuando bajé del avión. Los vi y… pensé que necesitabas ver la verdad por ti mismo —. Se sentía un poco culpable; Pero más lo haría si no lo llevaba con ella.

 Cómo toda una falsa asquerosa, continuó pidiendo disculpas a Ritsu mientras él se abrazaba a ella pensando en que ahora sí que no tenía ni siquiera cenizas de su felicidad. Y por fin entendió que la vida acabaría con ella misma.

 Una, dos, tres veces más y contando. Sayo se disculpa y retiene a su sobrino en brazos que poco a poco se dormía finalmente. Sus parpados caían y todo se difuminaba lentamente, oscureciéndose, perdido en un espeso color negro.

La mujer de cabello castaño oscuro, asumiendo y aceptando las consecuencias que todo traería, soltó una lágrima al pensar en la forma tan cobarde y cruel con la que engañaba a un chico de quince años; Su único sobrino.

 Yo hice una promesa a mi hermano y cuñada, qué te cuidaría en su lugar y que, pase lo que pase, te protegería.

 Esa misma mañana, Sayo sacó dos pasajes para avión y así volver a Inglaterra victoriosa, junto a Ritsu; Quien desistió en luchar por cosas que jamás volverán a ser como antes.

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En la tarde, Masamune llegó a la casa de Ritsu. Estuvo todo el día sumamente preocupado por el chico.

 La noche anterior le ofreció quedarse en su casa para así no dejarlo solo, pero el pequeño exigió a gritos que necesitaba estar solo por un tiempo. Asique sin más, Masamune tuve que irse y esperar en su propia angustia.

—¿Está cerrado? —. Sorprendido que su llave no abrió la puerta completamente. La traba estaba puesta desde adentro y supuso que la colocó Ritsu. Asique gritó: —¡Ritsu, soy yo! ¡Abre la puerta!

Nada pasó, nadie contestó y el pelinegro con poca paciencia llegó al límite. Sacó su celular y con solo mantener presionado un botón, automáticamente inició una llamada a su contacto más frecuente: Onodera Ritsu.

>>El número al que desea comunicarse no existe o está fuera del ár- <<

—Mierda… —.

 Quedó mirando la gran puerta de madera mientras dejaba escapar un largo suspiro lleno de cansancio; No es cómo si no haya dormido pensando en Ritsu. Vencido por el dolor de sus pies, se sentó en el suelo a esperar a su pequeño que ya lo tenía más angustiado que antes.

 A esperar viendo a las nubes moverse con el viento en otro día gris; Minutos, Horas… y muchos días,  a esperar a su amor.

Notas finales:

Que tal? Espero que les haya gustado mucho porque yo estoy muy orgullosa, más porque me fue muy dificil escribir sobre el colapso de un edificio. No sabía que palabras usar o qué describir exactamente, pero al final me las arreglé para quedar satisfecha. 

 Bueno, nos vemos en el proximo cap que ya esta en marcha con 900 palabras 7u7r

 Les pido como favor si me pueden dar su opinion sobre la nueva forma de escribir que tengo ahora, que opinan? :3 

 Nos vemos~


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