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Días para descansar por NanaJo

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Notas del capitulo:

Especial MisGio💜

“¡Guido!”

Encorvado y hundido entre sus propios hombros entró a la tienda, ese dia era importante, estaba tan centrado y ansioso por lo que ocurriría que ni siquiera pudo notar la preocupación del otro al verle en ese estado.

“¿Está todo bien?” El suave murmullo del rubio alcanzó los oídos del pelinegro permitiéndole escapar por un momento de las preocupaciones de su mente, intentó enderezarse en una postura que denotara mas confianza; para cuando se dio vuelta portando una sonrisa en dirección al chico se dio cuenta que de hecho ya estaba frente a él.

“¡S-Si!.. Estoy bien”
Los ojos de Giorno destellaban bajo sus traslucidas pestañas intentando encontrar en el mayor algún rastro de engaño en sus palabras, aunque esto resultaba demasiado obvio. El rubio solo se hacia el desentendido en última instancia para no incomodar aun mas a su amigo, luego de todo no estaba acostumbrado a notar tan consternado a un joven vivaz como Mista.

Se apartó de él volviendo al mostrador para permitirle revolotear a su antojo por las inmediaciones de su tienda; saltaba de racimo en racimo mirando todo y a la vez nada en las flores que intentaba convencerse se encontraba apreciando; Giorno se limitaba a echarle un ojo desde la comodidad del mostrador, era obvio que este tarde o temprano acabaría soltándole lo que le aquejaba, lo conocía muy bien, era solo cuestión de tiempo para que sus mejillas comenzaran a ser invadidas por un rubor delator.

“¡¿De qué te ríes Giovanna?!” Volteó iracundo en su dirección luego de haber escuchado lo que le parecía ser una risa, se sentía estúpido al ser siempre tan evidente frente a él; ahora de hecho toda la escena exagerada de ira se veía opacada por el canasto de flores que por accidente había echado al suelo en medio de tan descuidada reacción, sentía el rostro ardiendo a pesar de que sabría que ya el otro no se reiría por piedad a la poca dignidad que le quedaba. “Mira lo que me has hecho hacer” murmuró en un hilo de voz apenas audible para si mismo.

Al pensar en el asunto de sus mejillas y en el contraste que estas harian con el tosco rostro de Guido no pudo evitar soltar una risita, claro que no esperaba que el otro terminara formando el desastre que formó debido a su incontenible descuido, tomó una bocanada de aire y se dispuso a ayudarlo, luego de todo se sentía algo responsable por la reacción.

Estuvieron ambos de rodillas en el suelo sumidos en silencio mientras recogían todas las flores que habían caído; la mente del mayor era un revoltijo de ideas que aún sopesaba si llevarlas a cabo o no; solia visitar a Giorno seguido sin ningún motivo especifico, solo para pasar sus tardes libres con él y ayudarle en la tienda si es que se lo permitía, usualmente el rubio en su compañía optaba por cerrar temprano esos días e invitarle un helado en agradecimiento a su ayudante sin paga. En esos vagos recuerdos tomaba apoyo la mente de Mista para cumplir el cometido que se había impuesto ese dia al despertar; levantó su mirada buscando también hallar convencimiento en lo que se encontraba frente a él, solo que la imagen que se encontró le dejaba de hecho en peor estado, un Giorno dedicado y amoroso a su oficio, recogiendo cada flor como si de un ser frágil se tratara, las agrupaba sobre un brazo que había llevado sobre su pecho comprobando antes el estado de cada una, en su rostro denotaba verdadera preocupación por ellas, casi la misma que los ojos del rubio dejaban ver cuando Guido se metía en problemas. Sentía que se transportaba a ese mundo cada vez que lo detallaba de esa manera, lamentablemente cada vez que lo hacía (incluyendo esta oportunidad) Giorno se daba cuenta y el encantamiento mas temprano que tarde acababa por la vergüenza.

“¿Me contarás que es lo que sucede?” Preguntó en un tono amable a quien hacía solo un segundo estaba cual lince con la vista clavada en él pero ahora la había apartado a un punto imaginario del suelo. “¿Me lo contarás?” Colocó una mano delante de él para tomar impulso y quedar sentado aun más cerca del pelinegro, parecían dos niños escondiéndose de los adultos a punto de hacer una travesura, si alguien le echaba un vistazo a la tienda desde una de las ventanas se le haría imposible verlos en donde se encontraba, pero poco importaba cualquier cliente en ese momento, su amigo tenía algo por decirle y él ansiaba ayudarle.

“En realidad…” Tartamudeó un poco y se detuvo al ver los ojos de Giorno abiertos a mas no poder, expectante por lo que tuviera que decir “Solo he venido a comprar algunas flores” Escupió cada palabra apresurado por terminar la oración y que ese rostro tan desesperante en el rubio desapareciera al fín, la mueca en su rostro era bastante infantil, sus labios fruncidos intentaban hacer entrever un falso interés.

“¿Tanto problema para eso?” Arqueó una ceja en espera de una respuesta pero el otro se mantenía insistentemente en el punto imaginaro. Colocó una mano sobre su hombro captando su atención de manera inmediata, si algo le encantaba a Giorno era notarse perfectamente reflejado en los muy oscuros ojos de Mista. “Resulta que estás en el mejor lugar para eso”




La tarea era sencila, solo debía armar el ramo con tres flores de cada especie que escogiera, las reglas habían sido impuestas por el mismo, sabia que un número impar era poco atractivo pero dos serian muy pocas y cuatro sería inaceptable, odiaba ese número, lo detestaba, siempre trayendo mala suerte, y para lo que pretendía hacer requería la mayor de las suertes.

“Hum…¿No podrías escogerlas tu por mi..?” Se resignó luego de solo unos segundos intentando escoger flores para una supuesta cita con una chica, estas cosas “tiernas y femeninas” no se le daban en lo mas mínimo, sentía que acabaría arruinándolo.

“Es tu cita Guido, debes escogerlas tú.” Intentó darle ánimos propinándole unas palmaditas en la espalda.

“¡Esta bien! ¡Lo haré yo mismo!” Ya que su anterior cara de cachorro callejero no había funcionado con el de ojos azules, procedió a tomar las que según su criterio le parecieron mas lindas, claro que a ojos de Giorno no podía estar mas equivocado, pésima combinación, pero a quien fuera que su amigo intentara conquistar, esta debería sentirse conmovida y complacida por tan hermoso gesto de alguien tan despreocupado por los detalles.




Se negaba a cobrarle y Mista insistía en pagar, Giorno se rehusaba, era la primera vez que tenía la oportunidad de ayudarlo en asuntos del amor y por nada del mundo cobraría el ramo que ambos armaron.

“¡Solo tenlo y ya Giorno!” arrojó el dinero sobre el mostrador dándose vuelta para salir del local antes de que le persiguiera a devolvérselo, pero el rubio no lo haría, sabía que bastante vergüenza estaba pasando el pobre, tal vez pagando se libraba un poco de ella. “hum… Giogio…” Se detuvo junto a la puerta de espaldas al mencionado sosteniendo su adquisición floral en ambas manos.

“¿Qué sucede… Guido..?” Nuevamente ese tono delicado que hacía a Mista tambalearse sobre sus propios pies, era hechizante incluso sin ver como esos labios pronunciaban suavemente su nombre.

“¿Harás algo por la noche..?” Le miraba de reojo por encima de su hombro intentando sonar algo casual, como queriendo invitarle a una de sus tantas reuniones luego del trabajo.

“¿Qué sucede con tu cita?”

“oh, eso acabará temprano, tiene cosas que hacer mas tarde y eso…” Giró su mano en el aire en un ademán de darle continuidad y obviedad al asunto.
“Pues bien, no tengo nada que hacer por la noche ¿Seguro que lo que buscas no es apoyo moral por si algo sale mal?” Una sonrisa picara se mostró en sus labios, solo le molestaba, realmente deseaba que le fuera bien, luego de todo Mista debía estar muy ilusionado como para ir por ahí comprando flores y profesando amor.

“Te veré a las ocho” Y se marchó inmediatamente buscando escapar del bochorno que había logrado disfrazar de enojo.








Cocinar se le daba terrible, quemaba las sartenes, se le pasaba la pasta, la salsa estaba rancia, era un fracaso, jamás conquistaría a su cita con bazofia servida en vajilla. La hora se acercaba y ya sentía como la desesperación le impedía hasta respirar, lo tomarían como un chiste, de hecho eso se consideraba en ese preciso momento.

“Mejor esto que pasta quemada…”

Acaba de ordenar una pizza margaritta a domicilio, tal vez pasaría como alguien cómodo pero al menos no quedarían en evidencia sus pésimas habilidades culinarias. Colocó algunas velas sobre la única mesa de su departamento, dos manteles rojos que recién había comprado para la ocasión –rojos porque obviamente incentiva al amor- había sido ese su pensamiento al pasar la tarjeta en el mostrador de la tienda; y el arreglo floral justo en el centro.

“¡Ha! No me he olvidado del agua” si, algo tan sencillo y básico como eso le hacia sentir orgulloso.

Había terminado de arreglar todo justo a tiempo, incluso servido algunos trozos de pizza en los platos cuando escuchó el timbre sonar. Debió tomar apoyo por un instante de la mesa, sus piernas de nada se sentían como gelatina y unas terribles ganas de vomitar escalaban por su pecho, sabía que estaría nervioso, pero no imaginó que a este grado tan patético. Fue bastante tieso caminando como un robot hasta la entrada, arregló el cuello de su camisa y aliso su cabello con una de sus manos, estaba listo, el sudor que pronto bajaría por su rostro delataría su nerviosismo, pero poco importaba, era la hora, había echado las cartas sobre la mesa y ahora solo su estrella era la encargada de brindarle su habitual buena suerte.

“Vamos Guido, eres el tipo mas afortunado que hay sobre el planeta” Se repitió un par de veces tomando una buena bocanada de aire justo antes de lograr abrir la puerta.

“¡Guido!”

¿Cómo alguien tan pequeño, menudo y a simple vista desprotegido de cualquier mal posible lograba alterarlo de esa manera solo pronunciando su nombre?

“G-Giogio…”

“He traido pizza margaritta por si aún no has cenado” Paró de canturrear desde la entrada para darse paso a la fuerza apartando el brazo con el que Mista impedía el paso al interior. “vaya…” un suspiro algo triste salió de Giorno al ver la escena que recién había montado Guido, este ultimo tenía ganas de morir, sabía que esto pasaría, que ahora quizá el chiquillo se reiría a más no poder de su estúpido intento de cita. “¿Te han dejado plant…?”

“¡No!” Le interrumpió enseguida intentando evitar que el mal entendido llegara más allá. Giorno abrió sus ojos como platos al verle así de exaltado, casi tenia al más alto sobre él con ambos ojos a punto de salirse de sus cuencas y ambas manos apretadas en puños a sus costados, nuevamente lograba ver en sus mejillas aquello, su rubor delator. “Es para ti…” el murmullo sonó a resignación, todo fue peor aun cuando Giorno desvió su mirada lejos de la de él, centrándola en la escena. “ahh… lo siento, no tiene tanta…”

“Es…” El silencio se apoderó del lugar, Giorno hallando palabras y Mista ansioso por escuchar cualquier respuesta ya sea buena o mala; ahí estaba el ramo que había salido de su tienda, sobre la mesa que el otro se había esmerado en preparar para él, incluso podía notar como se había incluso perfumado para la ocasión; se reía bastante de cuando esto le sucedía a Mista pero ahora que eran sus propias mejillas las que se encontraban incendiándose sentía tal vez la misma vergüenza que el otro en aquel momento, sin embargo no era algo malo, su corazón se aceleraba y la dulce vista del otro puesta en él le hacía sentir de pie sobre algo esponjoso, nubes tal vez, o mejor gomitas “Es lo mas hermoso que me han procurado jamás…”

Palabras melodiosa pero difíciles de creer para Mista, no entendía como podía decir eso sobre un intento tan pobre de cita como aquel, sabia que había una larga cola de pretendientes tras el chico, pero ahí se encontraban, con una declaración implícita en el ambiente y este aun no había escapado, por el contrario, lucia encantado de estar ahí.

Sería imposible decidir cual rostro se encontraba mas enrojecido cuando el pelinegro tomó las mejillas del otro entre sus manos, lo hizo de la manera más suave que sus toscas manos se lo permitían, la piel del otro era tan suave y traslucida que solo con tocarle temía hacerle daño; acercó su rostro al de él, todo en un tiempo excesivamente lento, comenzaba a notar como con cada centímetro disipado entre ambos sus respiraciones comenzaban a integrarse la una con la otra, se detuvo solo a milímetros de sus labios asegurándose de grabar en su mente la imagen tan cercana de esos ojos que parecían escudriñar su alma; cerró ambos ojos preparado para que fuese Giorno quien diese ese último paso pero en cambio solo sintió uno de los dedos del chico sobre sus labios obligándole a abrir los ojos bastante desilusionado, avergonzándose de la sonrisa ladina en el rostro del chico.

“Guido Mista, esta cita no será besada antes de comer esa pizza.”
Notas finales:

Giorno malvado(?) No se la da de fácil.

 

Para el próximo vuelve la línea original de la historia, tal vez le entre ya al Lemmon.

 

Gracias por leer y seguir el fic💜


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