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After Party por CrawlingFiction

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Notas del capitulo:

Gracias por leer!

After Party


Capítulo 3: Una bella durmiente en coma etílico.


••••••


 


 


La puerta se abrió con pesadez empujándose haciendo caer de bruces a HongBin al suelo. —¡Choco! —Exclamó corriendo a tomar al menor de los hombros, haciéndole recostar en el sofá. Al menos ya estaban en casa. Se frotó la cara con las manos y vio la hora en su celular; marcaban las dos de la mañana y, para su fortuna, parecía que aún los miembros no se daban cuenta de su ausencia. Pero conociendo lo asfixiante que era N a veces, sería cuestión de tiempo para que notara que su polluelo favorito no estaba picoteando por ahí. —Ahora, ¿qué hago contigo? —. Preguntó mirando a HongBin estirado a lo largo del sofá como un tronco. Sin mayores opciones, se sacó la camisa sucia a vómito y los zapatos. —Vamos a ducharte, te hará bien, Binnie—.


—Hyung…no quiero…—. Dijo HongBin entreabriendo los ojos de nuevo, desde que vomitó en ese taxi. —Me duele la cabeza, hyung—. Añadió inentendible removiéndose con torpeza en el sofá, cayendo al girar sobre este.


—¡HongBin! Deja de estar cayéndote, ¿quieres? —. Pidió frustrado cargando en brazos al menor, pese al esfuerzo casi imposible que era eso. —Te tienes que duchar, estás lleno de vómito—. Dijo caminando con él a cuestas, entrando al baño.


—Hyung, me aprieta…—. Balbuceó Lee pegando la frente al cuello de su mejor amigo—. Hyung, ¿a que sabrás? —. Preguntó restregando la nariz sobre la tersa piel ligeramente tostada del chico, asomando la lengua, lamiendo con torpeza. GongChan contuvo un grito y chocó contra la puerta del baño perdiendo la sincronización de los pies—. ¡Sabes a sal—! Gritó riendo con estridencia cabeceando y luchando internamente en no dormirse.


—¡HongBin contrólate! —. Gritó cubriéndose el cuello como pudo entrando a la ducha con el menor amarrado a su cuerpo. —Lo menos que quiero es que se me ponga la polla como asta de bandera en estos momentos, Choco—. Bufó haciendo sentar al castaño en medio de la ducha, poniéndose en pie para abrir el grifo. Un alarido tembloroso hizo eco en todo el apartamento. —¿Muy fría? —. Preguntó repartiendo el agua helada por la cabeza del chico quien echó esta hacia atrás, mirando con algo de lucidez al mayor.


—Quiero usar el baño, ChanSikkie—. Pidió haciendo amago de querer levantarse. GongChan cerró el grifo y le ayudó a incorporarse. Con torpeza, HongBin salió de la ducha y se apoyó del inodoro. —Mis pantalones, hyung, mis pantalones—. Insistió golpeando el muslo de GongChan con su pelvis. El chico tragó grueso y se arrodilló, abriendo la hebilla, bajando los ajustados jeans por sus piernas. HongBin jadeó y se recargó contra la pared. El cabello húmedo tapando sus ojos y su pálida piel perlada por el agua eran un panorama más que prometedor para ChanSik, quien sacaba sus zapatos y después las piernas de los pantalones, dejándole en ropa interior. “Miro o no miro”, se torturó a sí mismo, sin apartar la vista al rostro del menor, luchando con sus demonios interiores para bajarla y darse cuenta de que el hombre que le gustaba hacía casi un año estaba semidesnudo y gimoteando frente a él. “…Para que disfrute…sólo, un poco más…mansa”, resonó en su cabeza y… ¿Por qué no? HongBin estaba consciente, ¿no es así? El mejor bebedor de VIXX no podía no estar lúcido después de una pequeña pastilla, eso era imposible.


—Choco… ¿Me escuchas? —. Preguntó incapaz de bajar la cabeza, dejando que sus manos fueran las osadas, en tomar las orillas de su bóxer, dudando todavía sobre bajarlos o no. —¿Estás más…manso? —. Tanteó comenzando a bajar la prenda de algodón pegada a su piel por la humedad.


—Estoy cagándome encima, hyung—. Reconoció HongBin soltando una carcajada. GongChan abrió los ojos como platos y le soltó, poniéndose de pie de inmediato.


—Vengo después—. Dijo abriendo la puerta del baño y salió, dejando a solas a un Lee HongBin que no dejaba de reír, totalmente ido de la situación. —Me avisas cuando acabes para poderte bañar.


GongChan suspiró sentado en medio del sofá. Tenía que controlar sus hormonas de quinceañera; HongBin estaba más drogado que una pipa, no podía aprovecharse de él de esa manera, él era su mejor amigo, quién le daba apoyo y pese a su ajetreada agenda casi todas las noches le escribía, preguntando por cómo estaba, cómo había estado su día o mostrarle alguna foto de perrito que viese al navegar en Internet. HongBin era alguien especial, y merecía ser cuidado ahora que era vulnerable ante el peligro. ¡HongBin era su doncella alcoholizada, y debía protegerla! El tono de su celular le sacó de sus cavilaciones, pasando a atender sin prestar atención al nombre que aparecía en la pantalla…cuánto se arrepentiría de ello.


—¡¿Quién eres tú y qué haces con mi pequeño bebé!? ¡Tráemelo de regreso o te colgaré de las bolas al ventilador de techo de tu mugrosa casa! —. Escuchó una voz aguda gritar amenazante además de unos zarandeos y más gritos de fondo—. ¡¿Cómo que mugrosa casa!? ¡Es mi casa! Mugroso pareces tú con esa piel tan oscura…—Escuchó de la voz reconocible a dónde fuera de su temperamental líder. Más gritos y estática se apoderaron del teléfono—. ¡Chicos, basta! ¡HakYeon suéltalo! —Escuchó ahora con dificultad por el alboroto, la voz de SangHyuk y CNU—. ¿Hola? ¿Hola? ¿GongChan? ¿Sabes sobre HongBin? Nos dijeron que te vieron con él y estaba borracho—. Escuchó la voz suave y gentil de Leo al otro lado de la línea—. ¿Aló? ¿¡Dónde está HongBin?! —Volvió a oírse el grito de N—. ¡Lo mataron, lo mataron, lo mataron! —Chillaba Ken como urraca—. ¡Iré a tu casa y te romperé las piernas, Gong Chan Sik! —Prometió el líder de VIXX y cortó la llamada. GongChan dejó caer el celular al sofá, mirando a la nada, conocedor de las consecuencias de haber raptado al tesoro dentro un grupo de lunáticos. Se puso de pie con prisa, en cualquier momento vendrían. Recogió la ropa sucia de ambos y la metió dentro una cesta en el lavadero, acomodó los cojines y revisó que no hubiera de ese vómito delator por el suelo. Ahora debería bañar a HongBin y mandarlo a la cama y todo estaría en orden… ¿Qué tanto tardaba? Cómo si cagar borracho fuese tan difícil. Con el corazón al cuello caminó hasta el baño, abriendo la puerta.


—¿HongBin? ¿Ya acabaste? —. Preguntó al abrir la puerta—. ¡Oh, mierda! —Exclamó llevándose la mano a la boca, cubriéndose horrorizado. Si, era palabra bastó para resumir la escena dantesca que adornaba el, en otrora, baño de azulejos blancos impolutos y aroma a manzana con canela por ese ambientador que CNU compraba personalmente… sintiéndose orgulloso, un vencedor, por tener el baño tan lindo y oloroso. Pero eso ya no era así. HongBin yacía tirado de forma extraña en el suelo, con el trasero al aire y los calzoncillos sucios enredados en los tobillos. Había suciedad dentro y fuera del inodoro y por su parte, HongBin ni parecía reaccionar a los gritos de GongChan—¡Choco, Choco! ¡Despierta! —. Pidió recogiendo al castaño del suelo, tomando de su rostro, palmeando sus mejillas, pero era caso perdido, no respondía de manera alguna. GongChan, quien parecía haber seguido vivo hasta ese día sólo para sufrir, temblaba asustado. —Dios santo…Maté a HongBin…al menos…al menos…debo limpiar el cadáver.


••••••


—¡No me quiero quedar tranquilo, WonSik! ¡Debemos ir a buscar a nuestro frijol! —. Rugió N caminando de lado a lado como leona enjaulada en el baño, el cual se dedicó a desalojar por el escándalo que armó. Hyuk y Ken sentados sobre los lavamanos miraban la pelea marital entre el líder y Ravi con el resto de B1A4 al otro extremo del amplio baño, intentando llamar por tercera vez consecutiva a GongChan, quien no daba señales de vida de ninguna manera. —¡Él está con ese niñato! Nuestro pequeño tan inocente y poco precavido…—. Lloriqueaba impidiendo que el rapero de su grupo le consolara.


—HongBin tampoco atiende—. Dijo Leo al regresar al baño, de dónde había salido a coger mejor señal para llamar a su bebé.


—Todos estamos preocupados por los dos, pero seguro están bien. Son amigos, no es como que GongChan emborrachase a propósito a HongBin para aprovecharse de su cuerpo, ¿no? —. Comentó Sandeul con una amplia sonrisa nerviosa. Un grito aterrado inundó el baño.


—¡Voy a buscarlo yo por mi cuenta! —. Dijo N saliendo del baño decidido en buscar a HongBin en los hoteles, morgues, burdeles y hospitales de todo Seúl.


—Vamos a seguirlo, sino terminará llamando hasta al ejercito—. Resopló Leo mirando a los chicos de B1A4 haciéndoles un ademán para que les siguieran.


—Creo yo que tanto GongChan como HongBin tienen la edad y madurez suficientes para poder salir un rato a solas sin que nadie los quiera controlar—. Comentó JinYoung de mala gana, yendo detrás del pelinegro de limitadas expresiones. —Este chico está histérico, con razón huyen de él…


—¡Eso lo dices porque eres un pésimo líder! —. Gritó N cogiendo un vaso con cerveza de la barra arrojándoselo a la cara al líder de B1A4. La música que aún se escuchaba en la pista se detuvo abruptamente y todos voltearon a ver lo que parecía ser, la pelea de la noche. —No me digas que me quede de brazos cruzados cuando sé que mi amigo desde hace casi diez años está borracho y perdido junto a un niño que se nota que su líder no le enseñó modales —. Respondió echándole una mirada despectiva al más bajo, dándose la vuelta, pero el siempre templado JinYoung le detuvo tomando de su hombro, propinándole un puñetazo a la quijada. En el acto dos bandos se armaron, separando a ambos líderes que comenzaban a empujarse.


—Creo que HongBin ssi aparecerá antes que estos dos acepten sentarse juntos en el mismo auto—. Comentó Baro hacia Leo, quién se limitó a asentir.


••••••


Como si se tratase de una ceremonia fúnebre le terminó de desvestir e hizo sentar en la ducha. Con una esponja y el jabón líquido favorito de JinYoung —ese que olía a mujer de burdel— le bañó, sacando los restos de vómito, saliva, lágrimas y mierda de ese cuerpo tan hermoso para estar sucio de ellos. GongChan miraba perdido al agua que corría por el rostro de su mejor amigo, sin poder creer que aquel día en que juró confesar sus sentimientos, terminase bañando su cuerpo insurrecto. Mientras enjabonaba sus velludas axilas pensaba sobre si cometer suicidio era mejor que dejarse apresar y sufrir en prisión la condena a acabar con la vida de una obra de arte con pies…Las lágrimas corrieron de sus ojos, jamás se lo perdonaría. —HongBin…yo…realmente…—. Balbuceó dejando que la lluvia de la ducha también le mojara el rostro ya encharcado. —Realmente me gustas…ojalá Dios pueda perdonarme por…regresarle su ángel—. Sollozó cabizbajo apretando la esponja. —Maté a Lee HongBin…—. Y, un pequeño estornudo de cachorrito le sorprendió.


—Hyung…hablas mucho…


—¿Choco, duermes? —. Preguntó con voz quebrada, apoyando la oreja a su pecho evaluando su respiración, apenas perceptible, pero estable. —Dios santo…luego de esto terminaré siendo abstemio…—. Suspiró recuperando la sangre al cuerpo, avergonzado por haberse dejado llevar por el pánico y no medir el pulso de su muñeca antes...


Cerró el grifo, envolvió a HongBin en varias toallas y haciendo acopio de fuerzas cargó con el pequeño bultito, yendo hasta su habitación.


…Y, para pesar de GongChan, así fue la primera vez que vio al hombre de sus sueños desnudo.


Revisó dentro su ropa y vistió al chico con bóxer y una camiseta ancha de ShinWoo, el único más o menos igual de ancho de espalda que el joven acostado desnudo en el suelo.


—ChanSikkie…—. Balbuceó HongBin entreabriendo los ojos, mirando como su amigo del alma le abría las piernas, metiéndole en los calzoncillos. —No me mires la verga, cerdo—. Pidió dándole una patada al mayor, cubriendo su rostro con una mano, comenzando a gimotear como animal apuñalado. —Ah…mi cabeza, joder… ¿Dónde? ¿Dónde estoy? Me duele la cara… ¿Me habré vuelto feo? —. Divagaba HongBin, apenas un poco más cuerdo que horas atrás. GongChan cogió un par de almohadas y las puso en su cabeza.


—Estás en mi casa, Choco—. Explicó con un pesado suspiro.


—¿Dónde está Leo hyung? —. Inquirió incorporándose con los codos con torpeza. GongChan inclinó y le empujó de vuelta a su cama improvisada. —Quiero comida…y…sus besitos de puerco…—. Murmuró abriendo las piernas y llevando con torpeza las manos a su pecho, acariciando sus pectorales.


—¿Leo? —. Enarcó una ceja. Sintiendo una puñalada exacta al costado de su pecho. Jamás, nunca se le había cruzado en la cabeza esa posibilidad, y ahora era un balde de agua fría, que más que limpiar todo el excremento y vómito pegada a su piel parecía embarrarla más. —Le tenía asco al alcohol hasta este instante, pero creo que lo necesito. Ya regreso, Choco—. Sin más que decir, se puso de pie y salió a la cocina, dejando solo a HongBin.


—Leo hyung…le gusta cargar cerdos y darle besos…en un programa lo hizo, ese que viste y dijiste que yo salía lindo…—. Murmuró acomodando las manos como si acunase un bebé—. Así, así los carga. Y los besa…es gracioso, ChanSikkie. Te gustó verme jugar con los cerditos—. Murmuró cerrando los ojos, volviendo a dormirse.


—Leo hyung… ¿Huh? —. Murmuró destapando una botella de soju, bebiéndola de tres sentadas, arrojando la botella al fregadero de la cocina. —Leo hyung…y, y, sus malditos besos cerdos—. Maldijo, destapando otra botella más, bebiendo de esta con la boca al pico, tirándola junto a la otra, partiéndose dentro. —Dudo que Leo hyung limpie tanta mierda y vómito en dos horas y…aún le sigas pareciendo la persona más hermosa de todas—. Escupió dolido abriendo la tercera botella, dándole un necesitado trago. —Y aun así…temo apartarme de ti—. Suspiró, volviendo a beber hasta acabar la botella, dejándola sobre el fregadero llevando las manos a cubrir su rostro. —Las manos me huelen a mierda de HongBin, joder—. Murmuró frustrado, frotándose el pecho desnudo queriendo sacar ese extraño aroma de su piel. Inquieto, se puso de pie, trastabillando por el golpe bajo del alcohol que se asentó rápidamente en sus sentidos. Regresó a la habitación, en dónde vio al menor durmiendo acurrucado en el suelo, tiritando de frío. Suspiró, recargándose del marco de la puerta, no pudiendo creer, que ahora, a pesar de tanto, su corazón seguía latiendo acelerado. Gateó en el suelo, acorralando con las palmas y rodillas el frágil cuerpo del menor. —Lee HongBin…—. Musitó. Al fin el alcohol le estaba dando el valor que no tuvo, ocasionando semejante catástrofe. Temía todavía que el efecto de esa pastilla extraña hiciera mayor daño en el joven, pese a que parecía recuperarse paso a paso. —Choco, cuánto quisiera que me oyeras ahora—. Añadió dejándose colar entre las piernas entreabiertas del joven, apoyando los codos a cada lado de su cuerpo. —HongBin, el integrante más brillante y genuino de VIXX y el mejor amigo que alguien pudiera desear…me gustas—. Confesó, deslizando la yema del índice a acariciar su labio inferior, aquel rosáceo y carnoso, absolutamente atrayente a la vista. —Me gustas, me gustas mucho—. Repitió.


—Me gusta el chocolate…—. Murmuró entre sueños HongBin, haciendo sonreír a GongChan, porque ese detalle lo conocía de memoria y por ello es que le apodaba de esa manera, una tanto tonta e infantil, pero que le llenaba de dicha saber que a él le gustaba. En ese instante, se vio tentado en besar sus labios, lo suficientemente cansado y adolorido como para tener un debate moral al respecto. Simplemente inclinó y cerró los ojos deseando inmortalizar el momento, así fuese una felicidad efímera y unilateral…


—¡Saca tus manos de encima de mi pequeño! —. Gritó una voz estridente tras dar un portazo abriendo de par en par la habitación. GongChan giró y vio ante él un altivo Cha HakYeon quién rápidamente le empujó. —¿Y sus calzoncillos? ¡Estos no los conozco! —. Reclamó cargando en brazos al joven como si se tratase de un saco de patatas. En segundos la habitación se llenó con los miembros del grupo de HongBin, quienes pesquisaban el lugar como escena del crimen.


—Puedo explicarlo, HakYeon ssi—. Pidió poniéndose de pie.


—Explícaselo a tu CEO cuando te despida. Porque idol no serás más—. Jactó el moreno fulminándole con la mirada, pasando el peso de HongBin a brazos de Leo, quien le cargó con suma facilidad como si de una novia en noche de bodas se tratase. —Vámonos… antes de que vomite yo también—. Dijo con un gesto de desprecio dando una palmada al aire, saliendo de la recamara seguido de un silente TaekWoon, un avergonzado Ravi por semejante bochorno y Ken y Hyuk cuchicheando lo ocurrido, aún sin poderlo creer. GongChan salió a tropezones hasta la sala de estar, viendo a sus compañeros de grupo mirando la escena, sin saber qué hacer.


—¡JinYoung hyung! —. Llamó GongChan, recibiendo una mirada de enojo y decepción de su mayor. —¿No me va a defender?


—¡Ja! ¿Este mamotreto de líder? Qué vergüenza me dan—. Acusó N enarcando una ceja, posando una mano en el marco de la puerta. — No quiero volver a saber de ninguno de ustedes cinco cerca de mis miembros. Todos son cómplices de esta aberración—. Finalizó saliendo a paso firme.


—Disculpe las molestias—. Dijo rápidamente WonSik con una reverencia sentida hacia el quinteto impávido. —Y, GongChan, muchas gracias por cuidar de nuestro Konggie, eres un gran amigo—. Añadió con una pequeña sonrisa apenada, antes de salir apresurado del departamento seguido del resto de los miembros, cerrando la puerta de un portazo.


—De acuerdo…hablaré con el CEO para mudarnos—. Comentó Baro, parpadeando sin salir de la impresión.


••••••


—Es hora de almorzar—. Llamó una voz maternal, asomándose la cabeza de ShinWoo en la puerta. GongChan llevaba desde la mañana hecho ovillo en la cama. Habían transcurrido dos semanas de la fatídica fiesta y ni una llamada de HongBin ni una denuncia por intento de violación de HakYeon aparecían. A este punto, ambas serían bienvenidas. —Oye, peque. Tienes que comer, las fans están comenzando a preocuparse por verte desanimado en los eventos—. Murmuró ShinWoo, recargándose del marco, mirando con suma pena al joven, quien tragaba en silencio y soledad su corazón roto.


—Lo siento, hyung—. Musitó sentándose en la cama, acomodando sus cabellos revueltos—. ¿Quiénes comerán con nosotros? —. Preguntó porque ya ni recordaba la agenda del resto de los miembros, sólo sabía que él tenía libre este fin de semana y se limitó a hibernar en su recámara.


—Tu y yo; JinYoung tiene reunión con los productores para presentar otra canción para Oh My Girl, Baro salió por ahí sin decirme y Sandeul tiene gimnasio—. Contó con una expresión de duda—. Como no hay nadie, podemos asaltar la cocina, ¿qué te parece? Sólo dejemos para el pato, que seguro querrá tragarse el refri cuando regrese de sufrir—. Propuso con intenciones de animar al menor, quién se limitó a carcajear sin ganas. Justo cuando ShinWoo iba a sacar a relucir sus mejores sermones de hyung con experiencias en el amor —aunque siendo francos, ninguna llegaba a un presunto intento de secuestro y violación—, para motivar al chico, el sonido del timbre sonó distrayendo a ambos. —Huh, ¿quién será? Sandeul recién acaba de irse—. Murmuró confuso el mayor, saliendo a abrir la puerta. GongChan suspiró y miró a sus pies enfundados en sus calcetines estampados de sandía favoritos, los cuales siempre usaba dentro su kit de emergencia para la tristeza. —¡GongChan, tienes visita! —. Llamó ShinWoo, pero antes de siquiera el pelinegro reaccionar y ponerse en pie, la puerta entreabierta de su habitación terminó de abrir, haciendo acto de presencia un joven sumamente inesperado.


 


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