- yuya, despierta – escuché la voz de mamá a lo lejos.
- cinco minutos más, por favor – respondí abrazando la almohada.
- ¡Dije que despiertes, que vas a llegar tarde! – gritó al mismo tiempo que tiraba de la sábana con la que hasta ahora había estado arropado.
- está bien – dije de mala gana, mientras me levantaba para tomar el uniforme y dirigirme al baño.
Ahora que mamá empezó a trabajar todo el día al igual que papá, decidieron que tendría que ir a un internado, diciendo que yo no podía cuidarme, sólo porque no se cocinar, ni lavar la ropa y soy un poco olvidadizo… Sin embargo creo que no era necesario que me enviaran a un internado, y mamá estaría de acuerdo si no fuese por culpa de papá que le lavó el cerebro para que me enviaran a esa cárcel.
Después de darme una rápida ducha y vestirme con el uniforme, mamá me ofreció un apetecible desayuno que por supuesto rechacé, ya que estaba estoy rabioso con mis padres.
- ¿Por qué no quieres desayunar? – preguntó mamá con preocupación
- No tengo hambre
- Si no quieres desayunar entonces vamos – dijo papá tomado mis maletas para llevarlas al auto.
Seguí a papá sin siquiera despedirme de mamá, si lo sé, soy muy orgulloso, pero ellos se lo buscaron por hacerme enojar.
En el camino estuve pensando en cómo será aquel lugar que llamo cárcel, como será mi compañero de habitación, porque sí, me va a tocar compartir habitación con un desconocido y eso es lo que menos quiero en estos momento, de seguro va ser un chico calenturiento que va llenar la habitación de posters y revistas de chicas desnudas, o talvez sea un chico raro obsesionado a los video juegos y al anime, o un nerd que le encantan las matemáticas y… Tengo que dejar de pensar tantas tonterías.
- Ya hemos llegado – dijo papá sacándome de mis pensamientos.
- Gracias por traerme – agradecí fríamente, para luego bajar del auto junto con mis maletas.
- Tranquilo, nos veremos en las vacaciones de verano – comentó desde el auto, tratando de darme ánimos, cosa que no consiguió.
Me despedí con una seña de manos, al entrar lo primero que note es que este lugar por dentro es más grande de lo que aparentaba ser desde afuera, el lugar en el que me encontraba era un inmenso jardín; el pasto verde, árboles frondosos, varias bancas, algunas máquinas expendedoras y uno que otro estudiante caminado por ahí, parecía sacado de un película.
Después de estar caminado un rato atravesé el enorme jardín, encontrado cuatro caminos diferentes, como no sabía qué camino tomar decidí preguntarle a un estudiante que pasaba caminado a mi lado.
- Disculpa, eh soy nuevo y estoy un poco perdido ¿Podrías ayudarme? – le pregunte a un chico alto, de cabellos castaños un poco largos, tez un poco bronceada, delgado y con los ojos muy rasgados.
- Claro que sí, ¿En qué necesitas ayuda? – respondió el chico con una amable sonrisa.
- Es que no se a donde tengo que ir –respondí avergonzado, estoy seguro que papá me lo dijo en el camino pero como estaba distraído no le preste atención.
- Bueno… – dijo el chico con una cara pensativa – ¿Ya fuiste al edificio de los dormitorios? –preguntó después de haber pensado unos cuantos segundos.
- No, acabo de llegar
- Entonces deberías ir allí, es el primer lugar donde deben ir los nuevos estudiantes –dijo alegremente –vamos, te acompaño –terminó de decir, para luego tomarme de la muñeca y llevarme casi arrastras por el primer camino de la izquierda.