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Oscuridad por electroyusei

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Cuando las luces se prendieron, un gran escenario salió en frente suyo. Una multitud hambrienta gritaba con furia mientras la arena esperaba por tener algo más de sustancia. Todos estaban esperando por lo inevitable, por la batalla que se iba a ver en esos momentos. Casi se parecían a la audiencia que había tenido en City. Se miró a sí mismo. Vio el traje tan extravagante que tenía, casi parecía un vaquero. Se quedó sorprendido. Las voces exigían acción. ¿Cómo podía dar acción? No era más que un chico en medio de un escenario.

 

Y fue atacado.

 

El rayo de Luz fue algo totalmente inesperado. Le habían atacado por la espalda sin más. Como si fuese el peor de sus enemigos. Era el peor de sus enemigos en esa arena. De no ser por la puntería tan errada de su contrincante, sus sesos hubiesen volado por los aires. Yuya no perdió el tiempo y se volvió hacia el otro que estaba dentro de la arena. Un monstruo de duelo enorme estaba justo en frente de él. Estaba preparando otro ataque, y no podría evitarlo. A menos de que utilizase su ingenio.

 

Casi por acierto descubrió que tenía un disco de duelos a su disposición. Se preguntó si era lo que los demás querían que luchara por su vida. No quería hacerlo. Eso no debía de ser de esa manera. Pero así eran las cosas, así tenía que actuar. Tenía que defenderse ante lo que se le pusiese por delante, o si no se lo comerían vivo. Sacó una carta con determinación. Incluso si tenía que luchar no lo haría, iba a esquivar, iba a huir. Eso era cobarde, pero era lo más sensato. Sin mirar que carta había sacado la puso sobre el campo sorprendiéndose a sí mismo por tener una forma tan desesperada de actuar.

 

Odd-eyes Pendulum Dragon rugió hacia su contrincante. Yuya, que sentía que no tenía más opción, se subió a su cabeza con rapidez y torpeza. Esquivaron juntos lo que venía de rayo de luz. El de ojos rojos soltó aire liberando tensión y miró a su alrededor con desesperación buscando alguna manera de salir de esto. No hubo nada que pudiese ser su salvavidas. Así que actuó a la desesperada huyendo del lugar, moviéndose por toda la arena siendo perseguido por el otro. La audiencia poco a poco fue pidiendo más. Presionando para que atacara de vuelta. Esperando por verlo, por ver sangre, por ver conflicto.

 

Esperaban con ansias ser espectadores de un conflicto brutal del cual podían disfrutar. Y Yuya ya estaba tratando de evitarlo. Volvió a sacar otra carta. Dark Rebelion XYZ Dragon. No lo entendía, salía este monstruo que se suponía debía estar en el extra Deck, pero no, estaba allí, diciéndole que debía de ser invocado. Volvieron a atacarlo y en defensa propia lo invocó para qué distrajera un poco al contrincante. El público enloqueció, las personas se levantaron de sus asientos y comenzaron a emocionarse aún más. Esto no era lo que quería, jamás podría soportarlo. Las cosas se empezaban a salir de control cuando atacaron al monstruo XYZ. Yuya lo sintió en su corazón, un fuerte latido acompañado de un dolor en el pecho. Estaba claro. La rabia había comenzado a entrar en su pecho y a apoderarse de a poco de sus emociones, eso no le agradaba en lo más mínimo. No podría tan siquiera pensar en volverse a dejar llevar, no después del desastre que había hecho, de las personas a las que probablemente les había arrebatado la vida… Demonios, no podía pensar en ello. No debería.

 

Pero su entorno sólo le recordaba lo feroz que podía llegar a ser, su ira tan imponente y lo que había hecho. La presión estaba tan metida en su cabeza ahora que lo pensaba que ya no sabía ni siquiera si era él mismo o lo que sus impulsos y el público decía que era.

 

Ahora simplemente pensaba en… Atacarle. Destruirle. Escuchar más de los gritos de júbilo del público.

 

Se estaba corrompiendo.

 

Y no podía entender lo mucho que lo empezaba a disfrutar.

 

-.-.-.-

 

Casi fue decisión propia abrir los ojos en ese momento. Sorprendentemente no estaba gritando o llorando. Sólo estaba allí, mirando al techo confundido mientras asimilaba lo que acababa de ver. No supo en que creer o pensar. No supo que hacer o que decir. O si tenía que decir algo. Si tenía que llorar por las pesadillas o simplemente pensar en ellas como un sueño más. Las cosas parecían confusas. Nada cuadraba en su cabeza. Y eso en vez de carcomerle por dentro, no parecía hacerle mayor daño. No después del momento inicial.

 

Intentó levantar el tronco para poder ver mejor a su alrededor y fijarse en su entorno. Pero estaba cansado. Se dejó estar allí por mucho más tiempo, mirando al techo. Esperando encontrar respuestas sólo pensando y filosofando. Pero sólo logró desviarse entre una tormenta de pensamientos y suposiciones. Lo único bueno que logró sacar de esos momentos fue lo mucho que amaba a los tres que estaban durmiendo a su lado. Y que la almohada debajo de su cabeza era demasiado cómoda como para haber pasado por lo menos 3 años abandonada.

 

 

¿Él había dormido con una almohada? No, él no lo había hecho. Un par de pasos se acercaron al su sitio. Los escuchó con atención sabiendo que era Yuri, él único que había dormido algo alejado de ellos. Miró hacia arriba y se encontró con sus ojos agudos mirándole. Se acercó y se agachó a su lado.

 

—Hola—dijo tratando de sonar amable—, espero que hayas dormido bien—Yuya asintió—. Comeremos más tarde… Y les mostraré la casa después de eso, supongo que es lo mejor…

 

—Sí…

 

Las cosas seguían confusas. Quizá por eso mismo es que no habló demasiado durante la comida. Aunque sí se emocionó cuando empezaron a descubrir la casa.

 

-.-.-.-.-.

 

—Este es el baño—anunció sin mayor emoción al lugar que estaba increíblemente limpio—, creo que podemos limpiarlo un poco y... usarlo, supongo.

 

—Vaya... esta... lindo, am... si—soltó Yugo sin saber qué expresión hacer. 

 

—Y... eh... limpio para haber pasado unos años—dijo Yuto algo inseguro. Los dos no eran muy de hacer ese tipo de cosas, generalmente se las dejaban a Yuya que realmente estaba maravillado por todo aquello. Una casa de Estilo Japonés era algo que no había visto antes y a pesar de haber visitado múltiples veces la escuela de duelos de Gongenzaka, este era un hogar y no un Dojo. Era distinto, amplio, amigable y a pesar de estar lleno de moho en  algunas secciones, tenía una calidez que emanaba de cada una de sus piezas. 

 

—Me gusta mucho tu casa—dijo con una sonrisa al de ojos fucsia, este le correspondió el gesto.—Um... esto... ¿Puedo bañarme?—preguntó de la nada unos segundos más tarde. Todos se quedaron algo sorprendidos, pero no dieron seña de ello, sólo no respondieron en un buen rato—E-Esto... ¿Dije algo malo?—se preocupó al ver que no respondían. Todos se apresuraron a decir que no, que no era así y que no se preocupara. Pero todos hablaron al tiempo confundido al de ojos rojos. Al final dijeron lo mismo de diferentes maneras.

 

—Pero no te preocupes, báñate—dijo Yuto.

 

—No hay ningún problema con que te bañes—soltó Yuri.

 

—Báñate con confianza—Y todos sonrieron. 

 

Yuya les correspondió de manera tímida, realmente le había gustado verlos así, se le hacían muy tiernos. Todos juntos así, sin perturbaciones entre ellos, le hacían feliz que ellos estuvieran de esa manera para él. Realmente se sentía como... en familia. Aunque en este caso eran una muy extraña y compleja.

 

Yuri, sin decir nada, fue a buscar un pequeño banquillo para que se sentase. Yuto revisó el lugar para asegurarse de que no habría nada malo o algo infeccioso. Todos querían que él estuviera bien, al fin y al cabo él era por ahora él más debilitado de todos. Lo iban a proteger de cualquier cosa que pudiese hacerle daño. Lo menos que querían era volver a verlo vulnerable y débil. Habían pasado mucho miedo cuando lo encontraron allí, debajo de los escombros de Academia. No negarían lo mucho que les había asustado aquella situación. Verlo vencido, lastimado y sobre todo casi muerto, les había parecido una escena traída de sus peores pesadillas. No iban a dejar que se repitiese. 

 

—Um... Yugo...—le llamó a susurros. Este reaccionó sólo después de unos segundos.

 

—¿Pasa algo Yuya?—preguntó con cierto grado de preocupación. La tímida sonrisa del de ojos rojos volvió a aparecer en su rostro. 

 

—No, no, es sólo que quería preguntarte...—dudó un poco—¿En qué estás pensando?

 

—¿Eh?

 

—Es que... desde que despertamos has estando muy pensativo—comentó—, ¿pasa algo malo? ¿No te gusta el lugar?

 

—No, no es eso—dejó salir una boba sonrisa. Se estaba preocupando por él, no podría sentirse más feliz—. Es una idea tonta, no es nada.

 

—Pero si lo llevas pensando desde que llegamos... debe ser más importante de lo que dices—concluyó sin ánimos reales de acusarlo. Yugo negó.

 

—No es nada, en serio, es sólo...—¿Iba a decirlo en verdad?—que...—No, era demasiado, además era un dilema muy tonto. Tenía que inventarse otra cosa. Algo que no tuviese que ver para nada con los labios de Yuya—pensaba en tener una D-Wheel otra vez...—soltó una risita nerviosa, ni siquiera sabía si había de esas cosas en esa dimensión. Era un desastre.

 

—Entiendo... debes de extrañar montar, ¿verdad?—asintió suavemente después de unos segundos. Yugo no se esperaba que se lo creyera—Claro que eso es importante, Yugo—insistió dulcemente—. Aunque no existen D-Wheels en esta dimensión, creo. 

 

—¿Ves? Por eso te digo que no es importante...—dijo aparentemente desanimado.

 

—P-Pero si hay algo parecido—se apresuró a decir robando la atención del proveniente de Syncro—. Hay unos vehículos llamados Motos, son parecidas a las D-Wheels pero no puedes tener un duelo en ellas...

 

—¿En serio?—dijo con repentina ilusión. Ya se había emocionado por algo tan simple como eso, por esa razón Yuya lo creía alguien adorable. Ensanchó un poco más su sonrisa—Me gustaría montar en alguna, digo, debe de ser genial. Extraño mi D-Wheel…—hizo una ligera pausa casi dramática—y me encantaría volver a sentir el viento en mi cara y la velocidad. Extraño esa sensación...

 

—Deberíamos conseguir una entonces—dijo, no sabía que tan fácil sería conseguir un o si sería muy cara para ellos. Sería muy útil claro, no tener que caminar tanto para encontrar alguna zona poblada sería fantástico.

 

—No siento eso desde la Friendship Cup...—Dijo con algo de nostalgia. Había tenido otras persecuciones y demás, pero ninguna que realmente hubiese disfrutado como se debía. También estaba el Duelo con Rin, uno que perdió y le hizo perder uno de sus objetos más valiosos, no, no habría manera de que algo como eso fuera disfrutable—Ha pasado un buen tiempo desde aquello. 

 

—Si... sí que ha pasado mucho tiempo…—afirmó sin pensarlo. Yugo abrazó las piernas del otro, como si le estuviera diciendo algo, algo que Yuya no captaba. Sin embargo, de todos modos intentó hacer algo para que se sintiese bien. Hundió la nariz en la nuca del de ojos esmeralda y acarició suavemente. El sobre salto del aludido fue tan fuerte que casi causa que el de ojos rojos se caiga.  

 

Después de unos segundos, Yuya soltó una enorme carcajada. No tenía intención de burlarse de él, más bien estaba riéndose por lo ridículo de la situación, se reía de vergüenza. Yugo también se rio con él a pesar de que estaba aún más avergonzado. Pasaron un buen momento de risas inocentes y de paz. En sus corazones se sintieron completos por unos instantes, como si no les faltara nada. Aunque estuvieran en medio de una casa abandonada y casi en ruinas. Nada de eso importaba, ya no. Eran ellos mismos, se sentían bien, se sentían... perdidos en su propio mundo de risas sin sentido. 

 

Aunque se les acabó un poco rápido todo aquello.

 

Sin quererlo realmente, Yuri entró en ese momento interrumpiendo todo aquello. Avisó que tenía el dichoso banquillo. Yuto también avisó que todos estaban en orden y que se podía bañar sin problemas unos instantes más tarde, quizá ya lo sabía desde antes. Con cuidado y algo desanimado, Yugo dejó a Yuya dentro del baño acomodado y se reunió con sus otros compañeros. 

 

La camiseta manga larga empezaba a ser retirada de manera ligeramente lenta. Todos se quedaron mirando sin moverse. De hecho no había sido su intención, simplemente no sabían que debería de hacer allí en adelante. Simplemente se quedaron allí inconscientemente. Porque él era su mundo ahora, porque él era la luz de sus oscuridades, lo sabían después de todo, no podrían vivir sin él.

 

Cuando la prenda fue totalmente levantada y la cabeza de Yuya se quedó sin obstáculos a la vista, no pudo evitar ver que en su rabillo del ojo algo no cuadraba. Su cara hirvió en rojo al darse cuenta. Se removió un poco incómodo, bajó la cabeza, y se cubrió el pecho con la camiseta sin ponérsela nuevamente. No lo soportaría. Nunca había sido de esos que le gustaba cambiarse a mitad del baño, solía hacerlo apartado del mundo. Pero esto era bochornoso. Los miró con los ojos unos instantes y sintió aún más calor en su cara. Instintivamente, se tapó más el cuerpo con la camiseta que todavía estaba en sus brazos. No pudo tener la valentía suficiente para decir algo y mucho menos para volverse a verlos otra vez hasta pasados unos segundos.

 

—Um... ¿Chicos?—todos respondieron afirmativamente después de asimilar el lindo tono de voz que había utilizado—E-Este... ¿P-Pueden irse por favor?—logró decir con la cabeza agachada y casi echa humo. 

 

Yuto tuvo un sonrojo demasiado disimulado como para notarlo a distancia. Sus mejillas ligeramente rojas se vieron ocultas por su flequillo. Se alejó mientras murmuraba disculpas repetidamente. Yugo en cambio sí tuvo un sonrojo más fuerte. Se disculpó apenas pudo y se retiró de la habitación rápidamente con la excusa de que se les habían olvidado las toallas y el jabón. Salió casi corriendo de la habitación. Yuri se queda allí, sin moverse. Cuando Yuya le levanta la mirada sólo pudo murmurar unas pocas palabras. 

 

—Ah... Yuri...

 

—¿Por qué debería?—no quiso hacerlo de mala intención, su antiguo yo volvió por un momento. No muy fuertemente, sólo lo suficiente para dejar de ser muy serio y jugar un poco. Quería jugar con Yuya, y lo peor de todo, era que sabía lo mucho que le gustaba aquello. O al menos eso creía. Sus pasos se empezaron a acercar al de ojos rojos con una lentitud tortuosa. Una sonrisa juguetona se apareció en su rostro—¿Por qué debería irme si no quiero hacerlo, Yuya?—. Aquello sería un juego, pero no porque él fuera un premio, sino porque los dos tenían que jugar a ver quién era vencedor. 

 

—Y-Yuri... e-esto es m-muy vergonzoso—la cabeza se le hizo humo puro y su rostro se bajó tratando de ocultar su fuerte sonrojo. Las acciones del mayor no terminarían allí. Apoyó todo el antebrazo arriba de Yuya y se inclinó lo suficiente para quedar cerca de él.

 

—¿Alguna vez te he dicho lo lindo que eres?—Oh no. A este paso haría que la cabeza del de ojos rojos explotara—No... Lindo no, hermoso. Eres hermoso Yuya, muy hermoso—halagó a pesar de lo redundante que había sido. Ensanchó un poco más su sonrisa. Le tomó del mentón haciéndole mirarlo. La garganta del aludido de quedó seca y las palabras simplemente se fueron de su mente. Ya estaba bajo sus garras. ¿Game Over para él? La mirada de Yuri se dirigió descaradamente hacia sus labios—¿Sabes? Siempre que te veo, no puedo evitar pensar en lo carnosos que son tus labios... siempre he querido besarlos—confesó acercándose lentamente a su rostro con toda la intención de cumplir con su deseo. Pero poco antes de poder cumplir sus fantasías y probar finalmente la miel del de ojos rojos, la puesta se abrió de un portazo. Yugo había vuelto.

 

Game Over para Yuri. 

 

—¡Yuya! Voy a dejarte las toallas por acá—cuando se volvió hacia ellos descubrió la mirada furiosa del de ojos fucsias y la suplicante del otro. Ellos de separaron gracias a las dos manitas del de ojos rojos que empujaron suavemente por el pecho al otro. Yugo se acercó a ellos con el jabón que había prometido y se lo entregó—Por cierto, Yuri, creo que hay algo que tienes que ver—de una manera algo agresiva, el proveniente de la dimensión Syncro le agarró el brazo y le haló al exterior. Este le siguió después de notar la furiosa mirada que recibía del de ojos esmeraldas. Sí, se había intimidado por ese idiota, ¿qué más podía hacer? 

 

Cuando salieron del cuarto los dos se asesinaron con las miradas. 

 

—¿En qué demonios estabas pensado?—reclamó con molestia.

 

—No es de tu incumbencia—respondió con agresividad, ¿cómo se atrevía a interrumpirles? 

 

—Claro que lo es—suspiró—, Yuya está involucrado, todo lo te tenga que ver con él es de mi incumbencia—argumentó de manera seria—. Además, tampoco es como si lo que estuvieras haciendo estuviera bien.

 

—¿De qué demonios me estás hablado?

 

—Escucha, ni sé que tanto conozcas a las personas, pero te diré una cosa—mirada de manera determinante hacia él—. Él es alguien sensible, no es como tú o como yo, ese tipo de comportamientos los podríamos soportar, pero Yuya no, ¿comprendes?—miró a otra parte y suspiró. Lo miró una vez más algo inseguro—Se más suave con él, si haces eso otra vez, si te le acercas una vez más de esa manera no sólo recibirás un rechazo suyo, sino también un puño por idiota.

 

—¿Me estás aconsejando?—preguntó con una ceja alzada, no tenía la intención de ser burlesco; pero de todos modos le había salido así aparentemente.

 

—¿Quieres el puño ahora?—repuso agresivo. El otro mantuvo su compostura. Le había sorprendido, sí, pero no dejaría que lo volviera a humillar, no dos veces en un mismo día—Porque puedo hacerlo ahora mismo si es lo que quieres—bufó por la nariz, entrecerró sus ojos y le dedicó unas palabras por medio de amenazantes susurros—. Eso es lo que haría en estos momentos, lo admito, sigo sin ofrecerte algo más que respeto. Te molería a golpes por causarle una expresión tan temerosa a Yuya, le estabas haciendo daño con tus acciones bastardo—le incriminó con su cara casi pegada a la del otro—. No soporto esa expresión, no en Yuya, y si fueras un idiota cualquiera te partiría la nariz en el acto. Pero no lo hice, ¿y sabes por qué? Porque creo que puedes cambiar y enmendar tus errores. No eres como los demás, te disculpaste ante nosotros, incluso si creías que no íbamos a perdonarte—la expresión del otro se volvió un poco en asombro, le habían leído como si de un libro se tratase—. No cualquiera hace eso, no cualquiera se traga su orgullo y pide perdón ante alguien que cree que no se lo va a otorgar. Así que, o cambias esa actitud tuya, o yo mismo me encargo de patear tu trasero de aquí a otra dimensión si es necesario—se alejó de él y se dirigió hacia otra habitación—. Ahora ven conmigo que en serio hay algo que debes ver.

 

Cuando sintió que no le seguía se volvió hacia él con una cara casi irritada. 

 

—Gracias—y empezó a caminar hasta a llegar su lado—¿Vas a moverte o no, idiota?

 

—Tú... Tú acabas de...

 

—No te acostumbres, ahora muévete.

 

—Pero...

 

—Calla y muévete. 

 

No lo iba a repetir ni a dar comentarios al respecto, sabía que ese agradecimiento había sido sincero. 

 

Cuando Yuya los escuchó alejarse, ya había calmado su sonrojo. Sonrío inconscientemente. Le había gustado mucho que ellos hubiesen discutido y se hubiesen sido entendidos de alguna manera. Era bueno aquello. Le alegraba profundamente de que se empezaran a llevar bien. Aunque fuese sólo por un instante. 

 

Despacio y cuidadoso, se quitó su camiseta sólo para después soltar un suspiro calmado. Tiró la prenda algo lejos de él y se repasó sus propios brazos. Se acarició suavemente recuperado un poco de calor que el lugar le había robado. Al terminar se retiró también el pequeño accesorio que llevaba en su cuello y con algo de suerte logró tirarlo cerca de su camiseta. Se sintió liberado del cuello y lo acarició suavemente. Lo tenía marcado por el collar de tenerlo tanto tiempo puesto. Le pareció escuchar un par de sonidos a su alrededor pero los ignoró, quizás eran de otra habitación o era sólo su imaginación. Sólo para asegurarse, dio un repaso con a la habitación y al no encontrar nada volvió a lo suyo. Ahora venía lo más complicado, quitarse los pantalones. Apoyó su desnuda espalda sobre la pared, desabrochó los botones y se puso las manos sobre los límites de su pantalón. Soltó un poco de aire y apoyándose sobre su pie izquierdo trató de alzar un poco sus caderas. Fue inútil, su pie estaba algo débil por no usarlo en los últimos días. 

 

Esta vez estuvo seguro de haber escuchado algo. 

 

—¿Hola?—preguntó con nervios—¿Hay alguien allí?—silencio—¿Yugo? ¿Yuri?—sentía como su corazón se aceleraba al ver que nadie respondía. Creyó que alguien se había metido a la casa y ahora vendría por él. 

 

—Soy yo—dijo una voz conocida. Se sonrojó fuertemente, no podía molestarse, sólo avergonzarse.

 

—Y-Yuto...—instintivamente se tapó el pecho. 

 

—¡Estoy de espalda!—anunció. Yuya casi pudo verlo con las manos alzadas simbolizando su inocencia—Estoy de espalda. No te veo, en serio—lentamente las manos del de ojos rojos dejaron de cubrirlo—. Sé que querías privacidad, y perdona por eso... pero... me preocupas... es que...—suspiró—Tu pie, realmente me preocupas por tu pie—aclaró. Yuya sonrío—Y también... bueno, por si necesitabas ayuda con algo. Yo... eh...—sin darse cuenta, el de ojos rojos soltó una risita, le había enternecido aquellos tartamudeos—Lo siento por venir sin avisar. 

 

—Está bien—entrecerró los ojos—. Gracias por preocuparte

 

—No hay de qué Yuya—sonrío bobamente. Cinco palabras le habían hecho el día. 

 

Se quedaron en silencio. El originario de Standard siguió intentando quitarse el pantalón. Sin existo alguno, se vio tentado a decirle que Yuto le ayudara. Enrojeció terriblemente de sólo pensarlo. No, no debería. Aunque no debería de darle tanta importancia, al fin y al cabo él ya... lo había visto como vino al mundo, ¿verdad? Cuando estaba en su cuerpo y... Su cabeza se hizo humo. El sólo pensar en esa mínima posibilidad de que... no. No, y no. Moriría si ya había alguien que le había visto así aparte de su madre y su... padre. Suspiró. 

 

—¿Todo está bien?—Yuya negó. 

 

—Sí, sí, sólo... me quedé pensando.—dijo algo perdido. 

 

Yuya siguió con sus intentos de quitarse el pantalón después de un rato. Siguieron en silencio un buen rato. Yuto siguió atento a cualquier sonido extraño o circunstancia que pudiese percibir. Cada uno metido en lo más profundo de sus pensamientos. Cada uno pensando en el otro. La tensión saltó al aire cuando el proveniente de Standard supo que no iba a lograr quitárselo. Se quejó en un tono oíble. El de XYZ supo entonces que algo andaba mal. Se alarmó más no se movió en lo absoluto. 

 

—Diantres...

 

—¿Pasa algo malo?—preguntó el otro alzando una ceja.

 

—N-No es nada, sólo...—dudó un poco antes de seguir—Sólo creo que tendré que bañarme con el pantalón jaja...—trató de amortiguarlo todo con una risita nerviosa—Sólo es eso...

 

—¿No puedes quitártelo?—preguntó. El chico de rojo se volvió aún más rojo, apretó las manos contra su pecho y junto las piernas apretando los dedos de sus pies. Estaba tratando de encogerse por toda la vergüenza que sentía. Sin pensarlo asistió—¿Quieres que te ayude? 

 

Ahora sí, parecía que se iba a morir por tanto sonrojo. 

 

—¡N-No!—se apresuró a decir pero se arrepintió—¡Q-Quiero decir...! Eh... bueno, es que... eh... no quiero molestarte, no es importante, de verdad, n-no tienes que hacerlo—movía las manos tratando de explicarse—. N-No es necesario, p-puedo... puedo bañarme con el pantalón... está bien... está bien... yo... 

 

—Te puedes enfermar si sales muy mojado Yuya—le advirtió. El de ojos rojos supo que tenía razón, Yuri se los advirtió—. Cúbrete, te ayudaré.

 

—P-Pero...—pero no iba a alcanzar a su camiseta—N-No quiero molestarte... en verdad no es n-nada—se mordió el labio.

 

—Estoy aquí para eso, Yuya, no te preocupes—el aludido casi lo pudo sentirlo hablarle a su oído. Se estremeció—, quiero ayudarte.

 

—E-Es que...—le dio vergüenza hasta decirlo—no alcanzó mi camiseta—dijo en un susurro. 

 

—Oh... esto...—Yuto dudó sobre la idea que recién se le había ocurrido—C-Cierra los ojos—dijo suave y tranquilo pero dudoso. 

 

—¿E-Eh?—lo sabía, no era una buena idea.

 

—Cierra los ojos, así...—hizo una ligera pausa—así podrás fungir que no estoy allí y... te prometo que no miraré nada que no deba mirar. Puedes confiar en mí. 

 

—Um...—de sólo pensarlo las mejillas se le empezaban a teñir de rojo—E-Esta bien... confió en ti—dijo eso último casi en un murmuró y cerró los ojos. 

 

El negro profundo era algo que vibraba en su vista. No sabía si era algo bueno o malo. Estaba temblando, desde luego, no podía evitarlo. Esto le ponía nervioso, demasiado nervioso como para mantenerse quieto. Pero confiaba en el chico de XYZ, aunque estaba nervioso. 

 

—Bien, ahora escúchame... te ayudaré a pararte—anunció cuando estaba a unos pocos metros de Yuya—, llevaré tus manos a mis hombros, ¿está bien? Y apóyate allí para levantarte—el chico asintió. Su corazón se disparó a millón cuando sintió sus muñecas fueron agarras por las cálidas manos del otro. Lentamente y tratando de no hacerle daño, Yuto llevó las manos a sus hombros y después llevó las suyas propias a sus costados. Un estremecimiento pasó por la espalda del pelirrojo—Bien, ¿listo? A la cuenta de 3... Uno... dos...—el agarre de ambas partes se intensificó—Y tres...

 

Falló. Simplemente falló. 

 

Los pies del pelirrojo aún estaban algo débiles, a decir verdad era un poco su culpa, no le habían dejado caminar desde hace unos días. Su pie bueno se había debilitado un poco sólo por el desuso. Esto causó que el simplemente no pudiese mantenerse bien en pie. Y dependía la ayuda. La ayuda de Yuto. Ayuda que por el bien de los dos debería de estar fuerte. 

 

Pero Yuto había resistido a una guerra. Ser el soporte completo de alguien no era un problema. En los dos sentidos. 

 

—¡Te tengo!—soltó cuando tuvo el cuerpo del otro totalmente contra el suyo agarrado de las caderas y sin dejar espacio a la libre circulación del aire—Te tengo, ¿estás bien? 

 

—S-S-Sí...—apenas y había podido mantener sus ojos cerrados. Ahora no era capaz ni siquiera de abrir la boca para pronunciar algo entendible. Consciente a medias de la posición en la que estaban, Yuya ahora sí deseo que la tierra lo tragase por tener tanta vergüenza. 

 

—Déjame ayudarte desde aquí—dijo después de un rato—, creo que necesitas un poco más de estabilidad, pero no te preocupes. Se te pasará—maniobrando con una sola mano, Yuto empezó a bajar los pantalones del otro con cuidado y dejó de a poco al descubierto aquel bóxer negro ligeramente grande. El dueño de estos no podía estar más avergonzado, sobre todo en el momento en el que rozaron su retaguardia por accidente. Cuando su pantalón se soltó, bajó casi por su cuenta y se posicionó por debajo de las rodillas del portador; el de XYZ supo que ya estaba—Listo... ya está. Te dejaré sentado y tú... has el resto, estaré afuera por su necesitas mi ayuda, ¿vale?—Yuto con mucha cautela empezó a separarse del de ojos rojos. Pero se quedó a mitad de camino. El chico había abierto los ojos y ahora le estaba mirando profundamente. 

 

No podía resistirse a esa mirada. No de esa manera. No tan profunda. Menos con aquel hermoso sonrojo que portaba en sus mejillas. El chico de ojos rojos apartó la mirada con vergüenza absoluta, pero el de ojos grises le volvió el mentón hacia él. Sus miradas se cruzaron una vez más. Y antes de que Yuya pudiese decir cualquier cosa, su boca fue callada por los labios del de XYZ. Ese simple roce les hizo acelerar el pulso de sus corazones. El frío que emanaba tenuemente del lugar era totalmente opacado por el caluroso tacto del de ojos grises que desprendían amor y ternura a borbotones. 

 

No obstante, cuando Yuya empezó a corresponder tímidamente, Yuto se separó mirado a otra parte. Notablemente avergonzado no fue capaz tan siquiera de mirarle a los ojos ni de decirle alguna palabra. Sabía que el de Standard debía de estar confundido y que hacer eso sólo lograría llevarlo aún más a ese estado. Le ayudó a sentarse y se obligó a sí mismo a suprimir esas ganas de tenerlo entre sus brazos. El tacto entre los dos fue él más complicado de terminar. La delgada cadera del de ojos rojos encajaba perfectamente con las manos del otro. Hubiese preferido quedarse allí, besarle hasta que los labios se quedasen hinchados, y la frialdad que emanaba el lugar quedase totalmente anulada por su unión.

 

Esperaba ser rechazado.

 

Esperaba hundirse en depresión durante las siguientes horas.

 

Incluso esperó llorar un poco en soledad.

 

Pero nunca esperó que le detuviera.

 

Nunca esperó que lo dijera.

 

—N-No te vayas…—el sonrojo también había sido fuerte en su rostro. La expresión inocente no se quitaba de su rostro, y aquello no hacía más que enternecer a Yuto. Sí seguía de esa manera, sería capaz de bajarle las estrellas sólo por verlo feliz. Cómo si no fuese capaz de hacerlo en ese instante—Quédate conmigo…

 

—Claro.

 

Antes de cualquier otra cosa, Yuto se volvió a su rostro y se acercó aún más. No hubo necesidad de palabras. Yuya lo dejó besarlo sin resistencia, se dejó atrapar entre los cálidos brazos del otro sin importarle la piel que mostraba. Su desnuda espalda fue explorada sin pudor por el otro. Quizá estaban yendo demasiado rápido, pero no les importaba. Yuya estaba totalmente embriagado por lo que le hacía sentir su homólogo de XYZ. Yuto había querido hacer esto desde hacía tanto tiempo que no podía evitar aprovecharse ligeramente de la situación. Cuando se separaron nuevamente, el de ojos grises sonrió bobamente mientras el otro se moría de vergüenza.

 

—Y-Yuto…

 

—Eres tan hermoso, Yuya…—le salió como si nada.

 

Y así pasaron el tiempo. Besándose, acariciándose, y bañándose.


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