Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Oscuridad por electroyusei

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Mientras se bañaban, Yuto no pudo evitar en ningún momento de mirar a detalle el cuerpo de Yuya y compararlo con el propio. Si eran dos seres que provenían del mismo, entonces tenían que ser bastante parecidos. Y estaba en lo cierto, si bien, el cuerpo del proveniente de Standard era más delgado y con menos músculos, todas las demás diferencias eran casi inexistentes. Los brazos y piernas eran iguales y la piel blanca de los dos era casi del mismo tono salvo que el del proveniente de XYZ era algo más bronceado. Eran idénticos y a la vez demasiado distintos. Esas pequeñas diferencias enloquecían a Yuto y sólo lo hacían amarlo más.

 

La toalla se frotaba con suavidad en los cabellos bicolores rojos. Yuya no tenía demasiada energía y se encontraba distraído mientras pensaba en distintas cosas sin orden aparente. Se quitó la toalla y la puso alrededor de su cuello con la cabeza gacha. Pensaba quedarse allí hasta nuevo aviso pero uno de los que era dueño de sus pensamientos en ese instante no planeaba permitirlo. Con suavidad, Yuto levantó un poco el rosto del chico y lo besó como su los labios rojos e hinchados de los dos no contaran.

 

El chico de ojos rojos no puso objeción al nuevo beso que aquellos labios le propinaban y puso sus manos alrededor del cuello del contrario acercándose un poco más mientras agarraba suavemente su cabello. El de ojos grises se puso a explorar su espalda recién

lavada y toda su extensión tras un momento de sonreír en medio de aquel beso. Cuando se separó, el proveniente de Standard tenía una respiración agitada y el otro no le soltó la espalda por puro capricho. Hace algún tiempo atrás había aprendido que hacer esas acciones de egoísmo no lo llevarían a ninguna parte, pero realmente eso no le importaba en ese instante.

 

—Yuya—murmuró acercándose a su oído y haciéndole cosquillas con la punta de su nariz—. Mi Yuya…—dijo en un tono tan bajo que nadie aparte del aludido podría escucharlo ni aunque quisiera.

 

—Te amo—murmuró para sí. Yuto solo lo abrazó y lo pegó aún más a su desnudo pecho (por que no se iba a bañar con toda su ropa) y le besó una parte de la nuca al otro. Dejando así en duda, si le había escuchado o no.

 

Se quedaron así durante un rato, contrarrestando el frio. Conociendo el cuerpo del otro aún más, como si conocerlo de lejos no bastase y tuviesen que estarse tocando todo el tiempo sólo para saber que están allí, vivos, respirando el mismo aire, sin barreras, sin nada más aparte de ellos. Ninguno era un fantasma que servía para alimentar la ira interna, ninguno era un ser con dos almas en el mismo cuerpo, ninguno estaba en peligro, no más guerras, no más luchas dimensionales, no más dolor. Sólo ellos abrazados en medio de un baño estilo japonés tradicional. Sólo ellos, dos chicos amándose.

 

—Yuya, es hora de vestirse…—murmuró en el oído Yuto. Yuya se estremeció ligeramente—No podemos quedarnos aquí todo el día.

 

—Entiendo…—asintió el otro. Un  pequeño beso se posó tanto en su mejilla como en su cuello. Yuto se levantó mirando como Yuya se sonrojaba poderosamente—¿M-Me ayudarás a vestirme?

 

—Claro que sí.

 

—Pero… La ropa interior…—miró hacia otra parte penoso. Al chico de ojos grises se le tiñeron las mejillas de un tenue rosado.

 

—Te ayudaré con eso nuevamente—dijo después de unos segundos—, y no miraré nada, lo prometo.

 

—E-Está bien—siguió mirando hacia otra parte. Yuto sonrió para sí y se acercó al otro. Le tendió una toalla que sobraba, pensó que quizá podría usarla un poco por si quería taparse un poco más de lo que estaba con su toalla en la cintura del chico.

 

—¿La puedes sostener un momento por favor?—preguntó, Yuya miró la toalla y la acarró mientras asentía suavemente, se quedó un poco entretenido mirándola hasta que el proveniente de XYZ lo agarrara de la espalda y de detrás de las rodillas, y lo alzaba por los aires—Gracias.

 

—¡Ah!—gritó de la impresión. Pero no se movió, estaba siendo cargado como una princesa y de todos modos le daba una vergüenza terrible, pero no se movió. Sería peligroso escapar de los brazos de Yuto.

 

—Perdón—se disculpó mientras comenzaba a caminar—, pero a decir verdad creí que no aceptarías si te lo dijera.

 

—Esto es vergonzoso—murmuró a duras penas y bajó un poco más la cabeza—. Pero al menos estoy… seguro.

 

Yuya no pudo verlo en ese instante, pero Yuto sonrió bobamente.

 

-.-.-.-.-.-.-

 

—No sé en verdad como—dijo Yugo después de un rato de organizar ropas y cosas—, pero todo está sorprendentemente organizado. ¿Vienes aquí a menudo?—preguntaba más bien por llenar el silencio. Yuri distraído en sus cosas apenas escuchó la última parte del mensaje.

 

—Es la primera vez que vengo en años—dice vagamente guardando otra ropa en otra parte—, no lo veía desde los 11.

 

—¿Qué?—dijo casi en un susurró—¿Y no te extraña que esté tan organizado todo?

 

—No en realidad… solía estar así por…—Y entonces cayó en cuanta. Algo hizo clic en su cabeza y un recuerdo que realmente anterior se vino a su mente como si nada. Hacía mucho tiempo que no pensaba en ello, incluso cuando pensó en venir a ese lugar. Suspiró y entre cerró los ojos—por nada que te importe.

 

—Esa es una razón tan creíble—bufó algo molesto. Yuri negó un poco.

 

—¿Así como tu manera de hacer duelos?—Yugo se volvió hacia él y lo fulminó con la mirada.

 

—Ni siquiera hemos tenido un duelo—le recriminó—. Y para que lo sepas, soy un  gran duelista—dijo con orgullo. Yuri rodó sus ojos.

 

—¿Tienes memoria de pez?—preguntó con cierta gracia—¡Pero si hace pocos días tuvimos varios Tags Duels!—exclamó con una pequeña sonrisa.

 

—¡Me refería a pelear contra ti, idiota!—aclaró algo molesto, pero sin estar realmente—¡Nunca hemos tenido un duelo los dos!

 

—¿Y es que se te olvida el día que estuvimos en tu dimensión y que me pedías un duelo insistentemente?—preguntó.

 

—¡Esa noche…!—se quedó a media frase—No recuerdo casi nada sobre eso… Sólo que te reté a un duelo y aceptaste por fin después de insistirte mucho—dijo con un tono de molestia—. Después invoqué a… mi dragón y después tú al tuyo. Nada más.

 

—Tienes razón—dijo después de meditarlo un poco—, no recuerdo muy bien esa noche. También, más temprano sentía que estaba haciendo un duelo pero ni siquiera sabía contra quién.

 

—Estaba pensando en lo mismo…—Yugo cerró los ojos y pensó durante unos instante—También… sentí una energía.

 

—¿Una energía?—preguntó Yuri frunciendo el ceño—¿A qué te refieres?

 

—Había algo en mi interior, alfo que me impulsaba a seguir peleando—abrió los ojos y negó—, no, más bien, como si hubiese algo en mi pecho que quiera salir de allí. Como estar encerrado y querer salir con todas tus fuerzas, bueno, supongo que tú me entiendes.

 

—No te vayas por las ramas—reclamó Yuri.

 

—Escucha, el caso es que había una energía terrible encerrado dentro de mí—se puso un puño en el corazón parando de hacer su tarea. Yuri lo miraba desde su posición con una cara intrigada—, quería salir de alguna manera, y la rabia que te tenía en ese entonces—el chico de ojos esmeraldas apretó la prenda que tenía entre manos—parecía solo alimentar aquello que quería salir. Y de alguna manera me impulsaba a seguir enfureciéndome. Después solo es concusión—agachó un poco la cabeza.

 

—Y entonces yo comencé a caminar, ¿no?—preguntó mirándolo todavía de perfil—empecé a acercarme a ti y a tu moto.

 

—D-Wheel.

 

—Eso—le restó importancia—. Caminé y parecía no existir nada más a parte de la sensación de volverme uno con ustedes—miró para adelante y entre cerró los ojos—era un deseo demasiado… tentador como para dejarlo pasar.

 

—Luego ocurrió un espectáculo de luces—Yuri no lo vio, pero el chico de repente se volvió a alzar un poco la cabeza—y ¡bam!—exclamó de repente sacando del tema a Yuri—Estaba en una dimensión desconocida.

 

—¿Estás seguro de que eso es lo que pasó?—dijo con cierta picardía. Ya se había perdido de la seriedad, realmente no quería intentarlo.

 

—¡Hey! ¿Desconfías de mi palabra?—pareció ligeramente ofendido.

 

—Tienes memoria de pez, claramente tengo que desconfiar de ti.

 

—¡No tengo memoria de pez!—refunfuñó el otro y se cruzó de brazos—Al menos yo no me olvido de nombres técnicos.

 

—¿Y de que me va a servir saber cómo se llama tu moto?—preguntó—¿Acaso me va a salvar la vida?

 

—¡Pues al menos a mí me importa!

 

—El hecho de que a ti te importa no quiere decir que a mí lo haga.

 

—¡Pues…!

 

Y de repente, una de las puertas movedizas de la casa se abre de la nada. Yuto apareció con una cara de advertencia. Apenas los vio a los dos relaja un poco el gesto.

 

—¿Siempre están discutiendo ustedes dos?—preguntó por mera curiosidad.

 

—Oye, no es mi intención que este—refiriéndose a Yugo—dé comentarios tan fuera de lugar.

 

—Mi D-Wheel no es algo fuera de lugar—bufó—. Perdóname por intentar formar una conversación contigo.

 

—Perdóname por no saber llevar una conversación—bufó el otro con verdadera molestia levantándose de su sitio. Yuto miró a Yugo con intriga y después se volvió a Yuri.

 

—No te alteres, no ha sido nada serio en realidad—trató de calmar las aguas.

 

—Lo sé, pero se vuelve molesto el hecho de que no me pueda llevar bien contigo—se refirió a Yugo. El chico de ojos grises miró al de ojos fucsias—. Puede que me enoje por nada, pero la verdad me canso de pelear contigo.

 

—¿¡Ah?!—Exclamó—Tú eres siempre el que me lleva la contraria.

 

—¡Chicos!—los llamó Yuto—No comiencen de nuevo.

 

—Perdón—bufó Yuri mirando a otra parte notablemente molesto.

 

—Tienes que aprender a controlar tus emociones—dijo Yugo sin intenciones de ser oído, más bien parecía que quería decirlo solo para su mente.

 

—Claro, porque tú lo haces perfectamente—dijo con ironía y se levanta con intenciones de dejar la sala.

 

—Yuri, cálmate, no es nada—trató de decirle Yuto. El aludido lo miró casi sin expresión en la cara—, no sirve de nada enojarte, te lo digo por experiencia.

 

—No estoy enojado Yuto, solo cansado de pelear con él—suspira—. Y pesar que hace poco pensé que habíamos avanzado en algo.

 

Y con aquellas palabras, se largó a salir por la puerta principal. Yuto miró a Yugo como si él tuviese la culpa.

 

—¿Qué?—preguntó algo perdido—Él comenzó, te lo puedo jurar si quieres—se levantó y se puso una mano en el pecho—. Yo no he hecho nada de nada, es más, hace poco intenté hacer una conversación con él  y ¡parecía que íbamos bien! ¡En serio!—exclamó. Yuto no había cambiado de expresión en lo absoluto—De un momento a otro se puso así de… no sé, ¿sensible?—exageró un poco sus gestos al hablar. El de ojos grises enarcó una ceja—No sé cómo pasó simplemente se puso así.

 

—Oye, ustedes en serio tienen que hablar—le dijo—. Si sigue así solo existirá tensión entre ustedes.

 

—¿Y qué crees que estaba intentando?—preguntó algo sarcástico—Sé que no lo he intentado mucho, pero simplemente parece que no podemos convivir juntos—admitió algo cansado.

 

—¿No te estás cerrando demasiado rápido? Apenas llegamos ayer—le hizo ver. Yugo simplemente suspiró con cansancio al darse cuenta de que no tenía nada que responderle—. Mira, si no hablas con él, probablemente nunca podrán convivir juntos. Además si me lo preguntas, creo que esto en general es culpa tuya.

 

—¿Culpa mía? ¿Por intentar hablar con él?—bufó algo molesto—¿Es en serio?

 

—Tú no los has perdonado aún por lo de Rin—dijo Yuto muy serio—. Y eso no está bien.

 

—Apenas han pasado unos días. No lo voy a olvidar tan fácil.

 

—Yugo, esto no se trata de olvidar—suspira ligeramente—, se trata de perdonar. Y si hablamos de razones por las cuales odiarlo, bueno, yo tengo muchas—el aludido lo miró—. Él es parte de la organización que destruyó mi vida. De una manera u otra. He pasado por muchas cosas gracias a Academia—miró al infinito—y ellos también secuestraron a mi amiga, Ruri. Y no sé realmente que querían con ella, creo que me moriré sin saberlo. Parte de mi adolescencia como tal fue absolutamente destruida. Y hasta hace realmente muy poco odia y detestaba a Academia con todas mis fuerzas. Pero, ahora sé que quizás muchos se arrepienten profundamente de lo que han hecho. Hablar es una buena opción, y no mirar sólo tu futuro también—Yugo miró haciendo donde se había ido Yuri—. A veces hay que cambiar para seguir—el chico de ojos esmeraldas suspiró—. Y por lo que veo no será fácil.

 

—No sé ni siquiera en que pensar—repuso en voz baja.

 

—No pienses entonces—respondió como si nada y le puso una mano en la espalda—. Sólo ve a hablarle.

 

-.-.-.-.-.-

 

—¿Oíste algo?—preguntó un Yuya casi del todo vestido a punto de ponerse la camiseta. Yuto, desde el otro lado de la habitación, terminó de subirse el pantalón antes de hablar.

 

—¿Qué cosa?—preguntó algo desconcertado.

 

—Me pareció oír voces…—divagó algo pensativo.

 

—Quizá fueron Yuri o Yugo—dijo Yuto algo pensativo también.  Se abrochó su pantalón.

 

—No, me refiero, como si hubiera alguien más estuviera aquí—dijo con algo de duda. Yuto agarró su camiseta dirigiéndole rápidas miradas a Yuya esperando por lo que tuviese que decir—. Es… una voz femenina—esa simple frase logró poner al chico de ojos grises en tensión. Se puso su camiseta rápidamente y sin arreglárselas de acercó un poco al chico de ojos rojos.

 

—Iré a revisar, ¿está bien?—le avisó—No debe de ser nada—dijo él con una pequeña sonrisa esperando transmitir confianza.

 

—Está bien, yo terminaré de vestirme—Yuya se removió un poco en el pequeño banco en el que estaba y le sonrió de vuelta. Yuto asintió y se fue.

 

El chico de ojos rojos se puso a divagar entonces un poco. Pensamientos que iban y venían de su mente casi a pedir de boca. Pero un llegó y golpeó con  fuerza. Aunque era algo habitual en su mente. Yusho. Sintió algo en el pecho oprimiéndolo cuando lo recordó. Todas esas cosas, todos esos recuerdos buenos que tenía con él le vinieron de golpe a su mente. Habían sido algo que solía evitar en sus momentos de soledad, o en los momentos donde nadie hablaba y él podía dedicarse a divagar sobre algo. Pero ahora estaban allí, pidiendo encarecidamente que fuesen pensados.

 

Y eso fue lo que Yuya hizo por primera vez. Más porque creía que lo necesitaba que por gusto. Pensó en lo que le había dicho Zarc y en lo que le había dicho Yuto en aquella conversación mental. El hecho de que todo por lo que había pasado tenía nombre, rostro y un valor emocional. Todo había comenzado por Yusho, y lo sabía. Sabía que desde muy pequeño él había cambiado muchas cosas, le había impuesto gustos con cosas muy simples. Pero también había sido muy extraño que él no le hubiese agarrado desagrado. Es más, había adorado todas y cada una de las cosas que hacía con el alma. Sorprender al público y hacerlos emocionarse para gritar de alegría y de satisfacción. Eso era entretenimiento, y le había fechado hacerlo durante el tiempo que duró. Además, no es como si él fuese malo jugando a Duel Monsters, algunas cosas buenas había hecho.

 

Pero también pensó mejor en otras cosas, como que todos ellos eran de alguna manera buenos en Duel Monsters. Lo había visto en Yuto cuando peleó con Sora en aquella noche tan lejana de su mente. Lo había visto con Yugo cuando tuvo duelos contra Serena y Sawatari. Y de Yuri sabía lo muy temido que fue en academia por ser un ser destructivo y poderoso a todas las vistas. Todos cuatro habían tenido talento para los juegos de cartas. Todos cuatro habían tenido alguna vez en su poder a un dragón que parecía estar de su lado hasta que se encontraba con los otros y se llamaban con insistencia, casi con desespero. Todos cuatro tenían rasgos demasiado parecidos por no decir iguales. Todos cuatro, habían venido de un mismo ser.

 

En esa pequeña divagación, Yuya había llegado a la pequeña conclusión de que la persona que antes todos ellos fueron había sido bueno para los juegos de cartas. Entonces, por regla de tres, ese talento que tenía para los juegos no era genuinamente suyo. Se mordió el labio y miró al frente con aun la camiseta sin poner a sus manos.

 

Entonces tanto Yuto como esa especie de ente Zarc tenían razón. Él no era lo que Yusho le había impuesto. Ese interés solo había sido algo para que fuese igual a él. Yuya se agarró de los codos dejando la camiseta caer y frunció sus labios. Les había creído cuando hablaron, pero había sido algo casi fugaz, algo que había ignorado casi en su totalidad después de ese instante. Y ahora que lo pensaba mejor, las cosas tenían razón.

 

«Pero nadie nace sabiendo ser un padre» pensó fugazmente.

 

—Yuya—le habló Yuto con suavidad al llegar—, ya revisé y solo eran Yuri y Yugo discutiendo—le sonrió—nada de qué preocuparse.

 

—Oh… vaya, gracias Yuto—le sonrió débilmente. El chico de los ojos grises notó ese pequeño detalle.

 

—¿Yuya? ¿Estás bien?—preguntó.

 

—Sí, sí, sólo me estaba preguntando algo—dijo tranquilo y algo sonriente.

 

—Oh, bueno, sí tú…—empezó a decir.

 

—¿Puedo hacerte una pregunta?—preguntó mordiéndose el interior de sus mejillas—¿Cómo… cómo era tu padre?—Yuya se apretó las manos. Yuto parpadeó rápidamente y después se sentó  al lago del chico.

 

—Nunca estaba en casa—empezó como si nada. Yuya necesitaba algo en su respuesta y no sabía que era. Así que se dispuso a simplemente dársela—. Cuando era niño el en verdad salía mucho a trabajar y no solía verle la cara. Mi mamá fue la que pasó más tiempo conmigo y la que más me ayudaba. Mi papá solo aparecía en navidades y esas cosas, cuando fui creciendo y mi mamá me dejó salir más a menudo por lo de la escuela de duelo yo tampoco solía pasar mucho tiempo en casa.

 

—Así que… Tu relación con él era… casi nula—concluyó algo triste por ello. Sin embargo, por alguna razón, no se había arrepentido del todo por preguntar.

 

—Nula en realidad—aclaró—. No lo veía nunca, ni siquiera en la invasión de academia. Probablemente lo hicieron carta y yo no me di por enterado—se encogió un poco de hombros.

 

—Y… ¿no te sientes mal por ello?—dijo acercándose un poco a él y agarrándole el brazo con suavidad.

 

—Sólo a veces, cuando creo que quizá me hace falta tener una figura paternal—miró a Yuya y le dedicó una pequeña sonrisa—, pero nunca sentí que me hiciera falta.

 

—Entiendo—abrazó tímidamente el brazo del chico y lo pegó a su rostro para mimarlo un poco. Sinceramente se sentía un poco en un trance, considerando el hecho de que seguía sin camisa. Cosa que hizo a Yuto sonrojarse ligeramente—. Lamento que haya sido así para ti.

 

—Lamento más yo las cosas que te tocaron a ti, Yuya—dijo en un suave susurro.

 

—Gracias Yuto… de verdad te lo agradezco mucho…

 

—Cuando… quieras Yuya—dijo Yuto tímidamente. El chico habló con una voz adormecida realmente adorable—. Oye… cambiando un poco de tema… Estaba pensado en si… ¿quisieras intentar caminar hoy?

 

.-.-.-.-.-.-.-.-.

 

—En serio a veces no te entiendo—dijo Yugo apenas se sentó al lado de Yuri. Este apenas y lo miró cuando se sentó. Concentrado en sus propios pensamientos—. Digo, sé que yo soy explosivo, pero tu… tú tienes tu carácter—el chico de ojos fucsias le miró por el rabillo del ojo por un segundo, uno tan corto que parecía como un sueño. El de ojos esmeraldas suspiró—. Lo siento, ¿está bien? Por... lo que sea que haya hecho—El originario de Fusión ahora si le sostuvo la mirada por más tiempo—. De seguro te habré hecho daño con…

 

—No sigas—repuso apartando al mirada de él y volviendo a mirar al frente.

 

—¿Eh?

 

—Tu compasión me enferma—Yugo gruñó molesto.

 

—¿Entonces qué quieres que haga?—preguntó—Demonios, quieres que olvide lo que ocurrió pero cuando intento formar una relación contigo más allá de eso tampoco me lo permites—se quejó—. ¿Acaso quieres que desaparezca? Porque sabes muy bien que no lo voy a hacer. Por Yuya no voy a permitirlo.

 

—No quiero que desaparezcas, Yugo—respondió conteniéndose de agregar cualquier otra cosa.

 

—¿Entonces? ¿Por qué demonios pareces repugnarme?—parecía realmente descolocado, no entendía.

 

—No te repugno, de hecho te comprendo si tú lo haces conmigo—soltó con los ojos cerrados—. Pertenecía a Academia y, bueno, capturé a tu amiga de la infancia—abrió los ojos—, no sé ni que esperar de ti después de eso. Supongo que solo estoy confundido.

 

—Yo también estoy confundido, no sé qué es lo que esperas tú de mí, o que es lo que hace mi presencia que hace que te sientas, no sé, ¿incomodo?—tenía las cejar arrugadas—Eres un misterio.

 

—Al principio realmente creí que ibas a dañarme o a atacarme de una u otra forma—suspiró—. Creía que realmente ibas a acabar conmigo y que en verdad me ibas a echar a patadas. Pero tú al menos lo intentas, solo que no te sale bien.

 

—¡Hey!—exclamó el chico de ojos esmeraldas.

 

—No dije que esto estuviera  mal—aclaró—, sólo te digo que no sale bien. Así como yo tratando de seguirte el paso.

 

—¿Y por eso te enfadaste?

 

—No, me enfadé porque estábamos hablando de algo importante y tú lo interrumpiste con una idiotez—rodó sus ojos.

 

—¿En serio?—levantó una ceja—¿Por eso?

 

—No soy perfecto idiota—exclamó—. Además, sé que soy muy extraño, no tienes por qué decírmelo.

 

—Demonios, ¿qué es lo que ocurre contigo?—preguntó no de manera despectiva, sino más bien con cierto grado de preocupación.

 

—Academia, eso es lo que ocurrió—dijo con casi nostalgia y luego agarró a mirar al cielo.

 

—Oye, sé que no es de mi incumbencia, pero ¿cómo terminaste en ese lugar? Ósea, no se mucho, pero Yuto y en su momento Yuzu me han dicho que han destruido más que la ciudad de Heartland—Yuri se tomó su momento antes de soltarlo.

 

—No siempre viví aquí—comenzó frunciendo un poco sus labios. Siempre había pensado que al primero que le diría eso sería a Yuya, pero supuso de que si quería al menos tenía que hacerlo con él—, antes vivía en un orfanato. Estuve allí desde que tenía memoria, aparentemente mis padres me abandonaron en la puerta o… quizás simplemente nunca tuve padres y aparecí por arte de magia allí, no lo sé, y quizás nunca lo sepa. Pero cuando tenía 9 años yo me escapé. Detestaba todo de ese orfanato, la comida, las personas, los otros niños que me miraban como si yo fuera a hacerles daño he incluso los adultos que parecían no poder soportar mi presencia. Escapé al único lugar en el que creía que no me iban a encontrar jamás. Estas montañas.

«Llegué a esta casa por mera casualidad, corrí durante casi toda una noche junto con una mochila y poca cosa más. Aquí me quedé un par de días hasta que no tenía más comida o agua. Traté de hacer algo, no sé, agarrar plantas y comerlas o tomar agua del rio. Algo como lo había visto en algunos programas de televisión, pero nada de eso funcionó. Terminé desmayado en la orilla del rio. Allí me encontró una señora, Yuna, me llevó a su casa y me cuidó hasta que desperté. Me hizo todas las preguntas que pudo, sobre mí, sobre mis padres, sobre de donde había salido. Y como en aquella época no era buen mentiroso le dije la verdad. Su primer impulso fue devolverme allí, yo le dije que no, que no podía volver a aquel lugar. De alguna manera u otra la convencía de que si ella me ayudaba lo suficiente… quizá podría sobrevivir por mi cuenta—suspiró—. Era un niño ingenuo de unos nueve años. No era como si pudiese pensar en algo más aparte de nunca más volver. Nunca medí las consecuencias, incluso después no lo hice. Ninguna de mis acciones ha sido pensada.»

 

—¿Y qué pasó con Yuna?—preguntó Yugo algo intrigado—Porque… al menos cuando estuvimos todos juntos… sentías que en verdad estabas solo. Parecía que no tenías a nadie aparte de nosotros.

 

—Es extraño que recuerdes eso—dice antes de suspirar una vez más—. Yo apenas me recuerdo en medio de la nada. Bueno, eso no importa. Yuna en realidad me ayudó en todo lo que podía, quiso llevarme a su casa, pero no podía porque su esposo no me aceptaría y mucho menos sus hijos. Hizo lo que pudo para enseñarme lo que pudo. Hice muchas cosas y aprendí bastante, siempre bajo su supervisión. Pero cuando tenía tiempo libre… bueno, tenía que ingeniármelas de alguna manera. Recuerdo que mi primer mazo fue creado con cartas que encontraba en la basura y en otras partes, cartas desechadas y olvidadas. Aprendí mirando a niños jugar.

 

«Pasé desapercibido hasta que un día logré completar las 40 cartas y alguna que otra carta de fusión genérica por allí. Decidí que de pronto podría jugar con alguno de esos niños que tanto jugaban en el pueblo. Y antes de llegar con alguno me encontré con Starve Venom Fusion Dragon. Así de la nada, como su hubiese sido puesto allí para mí. Lo tomé y al ver que era un monstruo poderoso lo puse en mi Extra Deck y más tarde reté a uno de esos niños. Gané con ese dragón, así como de la nada. Otro niño me retó y también le gané. Ganaba a todos lo que se atrevían a retarme. Hubo un concurso dirigido por la creciente Academia y a pesar de que Yuna me dijo que no participara—cerró los ojos—, participé. Gané ese torneo y me llevaron a la siguiente fase en la ciudad, en domino para ser exactos. Y, bueno, estaba muy entusiasmado por ir, era de los primeros en ir a una de esas cosas en el pueblo y estaba tan emocionado que simplemente no me importó lo mucho que Yuna me dijera y me prohibiera ir. Ella detestaba Duel Monsters por una antigua leyenda que le habían contado de pequeña. Le habían contado lo peligroso que eran los monstruos, que poseían alma propia. Yo jamás le hice caso, siempre pensé que sería alguna patraña, ya sabes, lo que piensas de un adulto cuando tienes esa edad.

 

«Trató de detenerme, pero no lo logró, me volví a escapar de ella impulsado por unas enormes ganas de ganar y de, por qué no decirlo, poder. Me logró segar, tener duelos con ese monstruo y tener el primer puesto con él era algo realmente gratificante. Y me fui a la ciudad y gané aquel torneo. Al ver mi potencial me llevaron a mí y a otros tantos  del torneo a Academia. Allí hice lo mismo, le gané a todos los que pude. Pero, la historia fue muy distinta a lo que me imaginaba. Ganarle a todos no me trajo amigos ni nada, solo me fui quedando solo porque todos me tenían miedo. Y por más que lo intenté no pasé de ser el bicho raro.  Recuerdo entonces que el profesor me acogió y en esos días fue el único que apreció el supuesto gran talento que tenía—volvió a abrir sus ojos—. Y supongo que el resto es historia. Me asignaron muchas misiones en Academia y en Heartland, capturé a varias personas en cartas y… bueno. Tú ya sabrás el resto.»

 

—Vaya…—fue lo único que dijo dando paso a un enorme silencio. Solo se escuchaban los arboles al fondo siendo movidos suavemente por la brisa y algunos pájaros que aprovechaban esa hora de la mañana para cantar y hacer otras cosas. Cuando Yuri no pudo soportar más aquel silencio, miró a Yugo esperando algún tipo de respuesta por su parte. Pero solo obtuvo la nada absoluta.

 

—Idiota, al menos di algo—bufó.

 

—Ah... este… Lamento que tú…

 

—No me compadezcas. Ya te lo había dicho.

 

—¡Entonces que quieres que haga con todo lo que me acabas de decir!

 

—Que al menos me entiendas, como yo lo hago contigo, idiota.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).