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Oscuridad por electroyusei

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—Yuri…—murmuró inconscientemente. Acostado, miró nuevamente al confuso cielo. Era curioso, ahora el cielo estaba de colores distintos a los que había visto con anterioridad. Sin embargo, eso no fue un impedimento para sobresaltarse—¡Yuri!—se levantó rápidamente visiblemente exaltado. Miró a todos lados buscándole. No, no podía haber desaparecido sin más, ¿verdad? Volvió a sentir ese miedo en su pecho, ese miedo que todo lo que tenías estaba resbalándose de sus manos.  Quizás era Yuri, pero desechó esa idea. Lo sentía diferente. Era diferente, esa persona no era Yuri, de ninguna manera. Tratando de convencerse de que desesperado no iba a lograr nada, se levantó y empezó a mirar a su alrededor.

 

Pero entonces empezó a escuchar voces en la infinidad del espacio.

 

—¡Pero todavía no tengo sueño!—gritó una voz de niña. No la había oído antes pero se le hacía lejanamente familiar. Miró a todos lados con la intención de localizar el origen de aquello. Pero sólo estaba el confuso espacio raro en el que se encontraba.

 

—Si Martha, por favor cuéntanos otra historia—pidió una voz masculina. Yuya se quedó completamente quieto y muy expectante. Esa voz se parecía demasiado a la de Crow, sólo que más infantil y algo más aguda. ¿Qué era lo que estaba pasando exactamente?

 

—Está bien, está bien…—accedió una voz de una señora mayor. En el momento en el que Yuya estaba dispuesto a escuchar atentamente a aquella señora para que le diese una idea de que pasaba, una bola de luz se posó en frente suyo. Le llamó la atención y le miró atentamente mientras se quedaba hipnotizado por su luz. El de ojos rojos no supo que hacer, se sintió atraído hacia aquel destello de luz. Alzó su mano para tocarla pero esta se alejó—Les puedo contar otra historia…

 

—¡¡Sí!!—celebraron en coro unas voces infantiles. Yuya seguía mirando la luz y volvió a tratar de tocarla. Pero una vez más esta se alejó.

 

—¡Gracias Martha!—agradeció una voz que si el de ojos rojos hubiese reconocido vagamente. Sin embargo, él había estado muy concentrado en alcanzarla. Yuya persiguió la luz por todos lados. No podía dejarla ir, sentía que debía alcanzarla.

 

—Bien, siéntense niños—dijo una voz maternal, aparentemente la que había accedido a contar una historia más. Fue ese el preciso momento en el que el bicolor rojo logró tocar la bola de luz. Su ceguera fue inevitable.—Hoy les contaré, la historia del duelista volador…

 

Cuando se dio cuenta estaba una vez más frente a una escena extraña y confusa. Varios niños estaban en una sala de estar algo malgastada y vieja. Apenas y se veía acogedora. La señora mayor del lugar parecía muy anciana y entrada en la edad. Incluso tosió en un momento determinado de la pequeña reunión. Cuando aquello ocurrió, un adulto joven se acercó a ella tratando de ayudarle pero esta se negó. El adulto frunció un poco las cejas y pareció gruñir por lo bajo pero nadie se dio cuenta de ello. Yuya se quedó mirando al grupo de niños intrigado. No comprendía donde estaba y porque, sin embargo de algo estaba seguro, era invisible ante la escena mostrada. Nadie le prestaba atención ni mucho menos parecían si quiera verle. No le tenía porque importar aquello en ese momento, debía concentrarse en la situación en sí. Sin embargo fue inevitable pensar en aquellos pensamientos ligeramente sombríos. Cuando su vista se posó en un niño en especial, se quedó boquiabierto.

 

Yugo estaba entre los niños.

 

—Hace algún tiempo…—empezó la mujer avanzada en edad. Todos los niños abrieron los ojos con asombro. Expectantes de lo que iba a pasar a continuación—Existió un duelista muy muy testarudo y terco, pero muy amable y con metas muy fuertes. Quería subir allá arriba.—Los niños se sorprendieron ante tal declaración hicieron gestos de mucho asombro y sobre todos de incredibilidad.—Quería lograr que todos fuéramos iguales, quería justicia. Durante gran parte de su vida luchó para conseguir aquellos sueños que tanto anhelaba, construyó una D-Wheel y se decidió a ser el mejor. Sin importar si Segurity se ponía en medio, sin importar si sus amigos le decían que era imposible, él jamás desistió.—hizo una breve pausa, para este punto Yuya había tomado el ejemplo de los niños y se sentó como ellos a escuchar. Esa historia le sonaba de algún lado, pero, ¿de dónde?—Un día, se dispuso a saltar a su destino, preparó una rampa en un tejado he hizo todos sus preparativos. Sin embargo sus deseos no tardaron en ser escuchados. Segurity se presentó solamente para arruinar sus planes…—algunos niños se asustaron, incluida la única niña del lugar. Yuya se inclinó hacia adelante expectante. Se había interesado sin razón aparente por aquello, pero no podía hacer mucho, estaba picado por lo que estaban contando. Una actitud muy similar a la que tomó Yugo, el cual se mantenía callado, esperando por las siguientes palabras de la mujer sentada en frente. Esta tosió un poco y continuó—Le tiraron cadenas y redes intentando detenerlo. Pero él desistió, siguió avanzando quitándose todos los obstáculos que se le ponían encima. Incluso esquivó hábilmente algunos guardias. Cuando tuvo una oportunidad, aceleró su D-Wheel y a una gran velocidad saltó por la rampa.

 

—¿Y lo logró?—preguntó de repente  Yugo al ver que la mujer se había quedado callada de repente. Yuya se sobresaltó, estaba ensimismado escuchando la historia. Se volvió hacia el niño y grande fue su sorpresa al darse cuenta de quién era. Yugo estaba allí sentado. Con un interés genuino reflejado en sus ojos.

 

—¿Subió?—otra gran sorpresa se presentó al ver a la chica parecida a Yuzu.

 

—¿Llegó a su destino con los Tops?—para este punto, en el cual Yuya no se podía sorprender más, la voz de Crow sonaba como algo natural y le restó importancia inconscientemente.

 

—Bueno… no lo sé en realidad—admitió con dulzura—, pero algunos dicen que salieron alas de su D-Wheel y logró volar. De esa manera pudo alcanzar sus objetivos y muchos más…

 

—¿Tenía más objetivos?—Preguntó la pequeña con asombro—¿Cómo cuáles?

 

—¿Él en verdad logró volar?—a Crow le brillaban los ojos, se le notaba muy interesado, bueno, ¿un duelista que puede volar? ¿Es en serio? ¿Quién no se maravillaría por tal cosa?

 

—Niños, niños, tranquilos—dijo una voz seria pero a la vez suave y amable. Yuya giró sus ojos, curioso de saber quién era el dueño. El adulto de pelo negro esperó pacientemente a que los menores se calmasen un poco para después volver a llenar el pequeño salón con los sonidos provenientes de sus cuerdas  vocales—. Es suficiente por hoy, ya es hora de dormir.

 

Como era de esperarse, muchos de los niños protestaron por ello, querían hacer un millar de preguntas, pero la respuesta fue negativa de ambos bandos. Ya era hora, muchos de ellos se les notaba en cansancio en sus pequeñas pero tiernas caras. El adulto vestido de bata se encargó de que todos ellos se fuesen a la cama y de que se acostaran. Bueno, de casi todos. Había uno que, a pesar de tener cara de cansancio absoluto, se había quedado sólo para hacer una pregunta.

 

—¿Um?—se extrañó al ver al menor saliendo de un pequeño escondite. Martha y él se sorprendieron—Vamos Yugo—. Le llamó con algo de titubeo imperceptible—, hay que    ir a la cama…—. El niño por su parte se dirigió hacia la adulta y preguntó con voz ligeramente soñolienta:

 

—¿Él era real?—A la anciana de piel oscura no le extrañó la cuestión y respondió asintiendo con la cabeza—Entonces… ¿Yo también podría construir una?

 

Los mayores se sorprendieron un poco, vacilaron y se miraron a los rostros dudosos. Yuya en cambio se había perdido en el hombre que había en frente suyo. Definitivamente le sonaba de algo. Sus franjas amarillas estaban allí y le empezaban a marear entre un montón de pensamientos sin sentido ligados a él. ¿Por qué? Quizás porque Yugo lo conocía pero de otro modo, no tenía ni la más remota idea del porqué de aquellos pensamientos.

 

—S-Si claro—contestó el hombre sacando al de sus pensamientos al chico de ojos rojos—, pero, es peligroso, Segurity podría quitártela si la ve.—dijo con cautela mientras se ponía a su altura. El chico le vio con ojos que reflejaban emoción. Habló con seguridad.

 

—Yo… quiero construir una…—se ocasionó un silencio en la sala de repente. Uno que Yuya comprendió a la perfección. Ellos no podían hacer nada. La discriminación de los Tops y Segurity evitaba cualquier cosa. Era complicado, sería construirla en secreto, confiar en pocas personas para hacerla, y cargar con ella a altas velocidades en la mayoría de ocasiones. Eso sin mencionar que ninguno de ellos sabía manejar una para enseñarle. Las cosas eran complejas para todos y en todos los sentidos. Una D-Wheel con los Commons era un símbolo de rebelión y de igualdad, había muchas personas que no lo aceptarían. Incluso con lo adormilado que estaba, Yugo no pudo evitar sorprenderse cuando le alzaron de repente por los aires solo para ser recostado posteriormente por la espalda del adulto mayor.—¡Waaaa!

 

—¿En serio?—preguntó con fingida ignorancia y asombro.—Eso no es tan sencillo, lo sabes, ¿verdad? Tienes que saber un montón de mecánica y tener los materiales necesarios.—Yuya lo había notado. Esa persona había tratado de desanimarlo de buena manera, si fuese en otro contexto quizás el de ojos rojos se hubiese enfadado con él por tratar de destrozar los sueños de un niño. Pero dadas las circunstancias, creyó que sólo lo hacía con el fin de protegerlo de algo mucho peor.

 

—En la biblioteca hay libros de mecánica… y… y…—pensó un instante en cómo resolver el problema del dinero. Su expresión pensante y a la vez soñolienta le pareció descaradamente tierna al observante.—¡Y puedo ahorrar!—exclamó con seguridad. El aludido se quedó un momento parado, son una expresión que denotaba cierta sorpresa.—Quiero llegar a lo más alto… En verdad quiero hacer una D-Wheel e ir a la Friendship Cup… Quiero ser el primer Common en ganarla…

 

—Bueno… esos… son grandes sueños…—admitió el adulto. Una pequeña sonrisa nostálgica se formó en sus labios sin que lo notase. Cuando el de la Dimensión Standard se dio cuenta de ella, no pudo evitar preguntarse el porqué de esa sonrisa. La mujer miraba con curiosidad la escena sin ánimos a irrumpir en ella.—Espero… que puedas cumplirlos… —sonrió—Nadie tiene porque decirte que no puedes hacerlo—complementó. Yugo estaba aún más adormilado y apenas escuchó aquellas palabras, o al menos eso pensó Yuya. Sin embargo no sabía que aquellas habían sido las mismas que le habían inspirado a hacer el dibujo que empezó todo.

 

—Gracias Doctor Fudo…—murmuró apoyando su cabeza en el hombro del mayor mientras poco a poco empezaba a quedarse dormido en los brazos de aquel adulto.— Gracias…

 

Yuya se apresuró a levantarse y a seguirle el paso al mayor que recién había empezado a avanzar. Se aventuró entre los pasillos del orfanato. Detalló con lo que su mirada le permitiese el decaimiento de las paredes y toda la suciedad de estas. Era un lugar que apenas y se mantenía en pie. ¿De verdad Yugo había vivido su infancia allí? Era un lugar deprimente y muy desolado. Y por lo poco que había visto de él, le parecía un chico muy competitivo pero muy alegre. Durante su duelo con Sawatari había sentido que se concentraba mucho en su duelo, y que parecía que no disfrutaba de ellos. Pero él sabía que no era verdad. Lo sintió desde lo más profundo de su ser. Disfrutaba tanto de los duelos como él lo hacía. Pero su única diferencia es que él no lo hacía por el público, sino que lo hacía más bien para sí mismo, se divertía para sí mismo y no le importaba demasiado si era observado o no.

Vio como lo dejaba en el camarote de arriba con algo de dificultad y lo arropaba. Miró a todos los niños que estaban en esa habitación. Lo tranquilos que estaban y lo ignorantes que eran de su verdadera situación. Lo placidos que se veían sus rostros. Le agradó mucho que tuviesen un momento de paz y tranquilidad. Por mera curiosidad se acercó al camarote de Yugo y como pudo le observó.

 

Se quedó allí, sin saber qué hacía, hasta que lo escuchó.

 

Al principio no lo reconoció del todo, pensaba que había sido su imaginación, he incluso que se lo había imaginado. Pero no era así. El sonido de la D-Wheel encendida era inconfundible. Yuya se volvió hacia allí sin pensarlo dos veces. Observó como el Yugo que conocía suspiraba y se ponía el casco. Sus gafas se bajaron automáticamente. Escuchó de la nada un par de palabras venidas de la nada.

 

—¿Y puedo quedármelo?—Ese, era Yugo.—¿De verdad?¡Muchas gracias! ¡Ahora aprenderé mucha mecánica! ¡Gracias por los libros Yusei!

 

—¿Uh? Yugo….—mencionó Yuya extrañado. El aludido no pareció escucharle y se montó en la moto. Se acomodó correctamente e hizo que la moto rugiera dos veces. Como si estuviese acelerando sin moverse. De repente, el de ojos esmeralda subió su mirada y miró con detenimiento a un punto que Yuya no pudo comprender del todo. Cuando le siguió la mirada descubrió con asombro una rampa. Estaba en un tejado de la zona de los Commons de la ciudad de City. Estaba tan sorprendido que el arranque de la moto le sobresaltó en demasía. Cuando se dio cuenta, el otro ya iba varios metros por delante.

 

Iba a saltar. Iba a llegar donde quería estar. Iba a lograr lo que siempre se había propuesto. Pero las redes se lo impidieron. Le atraparon de repente y no le dejaron avanzar. Y aunque lograba deshacerse de algunas, había diez más que le evitaban su progreso.  Le frenaban sin compasión, no querían que avanzara ni que lo lograra. Querían evitarlo a toda costa. Yuya sin pensar demasiado en que hacer corrió hacia él. No era tangible y lo sabía. Pero al menos quería intentar hacer algo. Quería ayudarle. Deseaba que continuase y que lo lograra.

 

Pero no llegó a tiempo.

 

Lo tiraron a la basura sin piedad alguna. Lo arrastraron con una fuerza sobrehumana hacia aquellos cubos y lo lanzaron sin importarle las consecuencias. La D-Wheel cayó primero. Se destrozó bastante y tuvo daños importantes. Pero el único que le interesaba a Yuya era el chico de ojos verdes. Su casco le protegió su cabeza pero algunas partes de su cuerpo se aporrearon y lo llevaron a tener un momento de confusión. Corrió aún más rápido mientras veía como se removía de su lugar visiblemente incómodo. Su corazón sintió impotencia. Demasiada. Por no poder correr más rápido, por no poder llegar antes. Por no haberle advertido sobre los guardas. Por no haber hecho algo para evitarlo.

 

Se deslizó por los tejados como pudo. Cuando llegó al edificio que estaba justo por encima de él se dio cuenta de algo. No sabía cómo iba a bajar hasta allí. Con desespero buscó una salida. Miró a todos lados. Los guardias de Segurity se habían desvanecido dando paso a una ciudad desolada y sin sonidos. Como si todo estuviese quieto eternamente. Pero lo sabía, las cosas si se movían, si interactuaban con el resto del entorno. Aunque nada cambiase.

 

Todo se movía, pero nada cambiaba.

 

—¡Yugo!—oyó gritar a una mujer. Tenía una voz algo profunda y para nada suave. Una voz de mujer que no reconocía de nada. —¿Estás bien?

 

Desde lo alto del edificio, Yuya se atrevió a bajar la mirada. Vio como una chica de cabellos verdes corría hacia él. El alivio recorrió su cuerpo. Al menos había alguien que pudiese ayudarle. En ese mismo instante también logró darse cuenta de la existencia de las escaleras de seguridad con las que contaba el edificio. Ahora ya sabía cómo podía bajar. Sin perder mucho tiempo se aventuró a bajar por las escaleras de metal medianamente oxidado. Algunos momentos más tarde, cuando paró a ver cómo iba la situación de abajo, el de ojos rojos pudo observar la crueldad de aquella chica.

 

—¡No!—exclamó cuando vio como al de ojos esmeralda le golpeaban y de dejaban a un lado—¡Yugo!—sintió miedo por él, en el estado en él que estaba y como le habían golpeado le haría mucho daño. Esa chica no había de tener buenas intenciones desde un principio y debió de saberlo. Con aún más impotencia acumulada en su pecho y algo de rabia, siguió bajando las escaleras. Cada giro y bajadas de escalones sólo lo determinaba aún más a llegar a donde estaba ese chico. Y entonces lo escuchó. La curiosidad le mató y tuvo que para para ver qué había pasado. Claro. ¿Cómo no había de esperar aún más crueldad de su parte? El pedazo de metal bajó bruscamente hacia lo que quedaba de maquinaria, un golpe seco y desastroso produjo un sonido que perforó los oídos de Yuya. La estaba rompiendo. Aquella D-Wheel con la cual él había soñado eso de niño, estaba siendo destrozada a golpes. Un gran dolor se apoderó de él. Sintió como su corazón se encogía. Tenía una mezcla de sentimientos. Algunos no eran suyos, otros en cambio eran propios. Era como si alguien estuviese viendo aquel acto a través de sus ojos y le estuviera contagiando sus sentimientos.

 

Su pulso se aceleró  y su rabia interna aumentó. ¿Cómo alguien podía hacer sentir así a quién fuese el que estuviera mirando con él? Ahora estaba seguro. Si había alguien con él. Alguien que no podía ver pero que lo hacía a través de él. Y esa persona le estaba trasmitiendo sus sentimientos. Estaba ahogándose con ellos. Tenía demasiada impotencia acumulada en él. Apretó los puños. Y sintió como estos empezaban a emanar calor, pero un calor sofocante. Uno que haría que cualquiera le viese y se alejase por el calor que empezaba a sentir sobre su cuerpo.

 

Pero logró controlarse.

 

—R-Rin…—oyó que decía. No supo exactamente cómo fue posible, la voz había sido más un murmuro atropellado y muy dolido. Fue tan tenue que ni siquiera la chica que acababa de terminar de destrozar la D-Wheel que seguía en la basura. Después, cuando decidió que era hora de irse, pareció que por un instante iba a ayudarle. Pero pasó de largo. No le importó en lo absoluto. La rabia de Yuya se volvió aún más grande. Sus uñas empezaban a perforar la palma de su mano y su dentadura también empezó a doler de la fuerza con la que la cerraba y apretaba. Tenía ganas de destruirla, acabar con ella, de golpearla y de hacerle sufrir para que se diese cuenta del daño que había ocasionado. Sin que lo notase, una figura de color morado supremamente oscuro  empezó a materializarse detrás de él. Apenas era una mancha, pero entre más odio se formara en sus sentimientos, más humanoide se mostraba la figura. Hubo un instante en el que una sonrisa fue visible en la figura. Sus blancos dientes parecían tener colmillos y por el aspecto que empezaba a tener Yuya se podía intuir que no tenía buenas intenciones.

 

Pero se desvaneció.

 

—¡Yugo!—exclamó. No, no podía hundirse en rabia y malos sentimientos, eso sólo le haría perder el rumbo de las cosas. En ese momento, Yuya era el único que podía ayudar. No podía retrasarse más pensando en cosas innecesarias e irrelevantes. ¿De qué le serviría hacer sufrir a una chica como ella? Sólo se pondría a su nivel, a uno muy bajo y despreciable. No, él era mejor que eso, ellos eran mejor que eso. Siguió bajando hasta alcanzar el último nivel de las escaleras y bajó por las otras dudosamente puestas contra la pared. Se tiró hacia el suelo en un momento dado. Aterrizó elegantemente y se dirigió hacia el chico con su misma cara apenas pudo correr. Se arrodilló a su lado—¿Te encuentras bien?—preguntó mientras trababa de ayudarlo a pararse.

 

—Es inútil…—lo oyó decir con una voz lastimada. Yuya se quedó mirando un momento al chico recién sentado. Se mantuvo mudo un par de momentos al ver las lágrimas.

—Yugo…—se sintió desconcertado al verle. No sabía en qué momento la tristeza le había consumido hasta el punto de apoderarse de él.  O mejor dicho, la impotencia.—Yugo, no es inútil. Tu causa es noble, luchar…

 

—¿Y tú qué sabes de causas nobles?—preguntó con evidente tono de rabia en su voz.—Tú puedes tener cualquier causa y la aceptaran… sin importar cuál sea, tienes a Segurity de tu lado…

 

—Eso… no es verdad…—negó. Si bien era verdad que hubo un momento en el que él en frete de las cámaras lo parecía, pero Yuya jamás se uniría a una organización con alguien como Roger a cargo. No podría tan siquiera estar seguro de sus actos. Alguien que sólo pensaba en sus propios planes sin tomar en cuenta los daños que pueda hacerle a los demás… Sólo le hacía repudiarle cada vez más.

 

—¿En serio?—preguntó cuándo se giró a mirarle con aún lágrimas en los ojos. Su voz irradiaba agresividad. Estaba culpándolo, estaba diciendo lo primero que se le ocurría. No lo pensaba, no tomaba en cuenta todas las expresiones y negaciones que había hecho esa vez, no quería ver. Estaba cegado, desesperado. Tenía demasiada impotencia y dolor ocultas tras de sí. Simplemente había explotado.—¿Tú de verdad me crees tan crédulo?

 

Por su mejilla pasó un puño limpiándole su “señal de debilidad”.

 

—¿Q-Qué?

 

—¡¿Tú de verdad me crees tan idiota?!—Gritó en protesta levantándose y enfrentando a un Yuya desconcertado sin pararse del suelo.—Crees que por qué me han engañado siempre, lo lograran contigo una vez más, ¿de verdad esperas que crea que eres distinto?

 

—Yugo, c-cálmate… por favor, yo no…—trató de tranquilizarle. Pero era casi imposible, él era más agresivo que Yuri, incluso con más autodefensa. Sentía la rabia interna, sentía la impotencia, sentía todos los sentimientos que siempre aplazó e ignoró sólo para no sufrir. Aplazar el sufrimiento y diciéndose a sí mismo que si seguía esforzándose lo lograría. Todas esas frustraciones acababan de explotar.—Y-Yo no soy aliado de Segurity… Yo…—Paró de súbito su hablar. Antes de que se diese cuenta, Yugo ya había sido empujado hacia otro lado y él capturado por las odiosas redes de aquellos que decían proteger la paz en City.

 

Segurity había entrado en escena una vez más.

 

—¡Corre!—gritó advirtiéndole.

 

—¿Y tú porque deberías de preocuparte?—preguntó molesto.—¡A ti no te van a hacer nada!—pero ese argumento fue callado de la nada. Yuya le volvió a salvar una vez más de una descarga eléctrica dada por uno de los agentes. El duelista de Standard quedó totalmente perdido y temblando. No lograron derrumbarlo. El usuario de Syncro se quedó impresionado por un instante pero después reaccionó. Sin pensarlo dos veces y sin importar lo mucho que había sospechado antes, el de los ojos esmeralda agarró una mano de Yuya arrastrándolo a un callejón vacío. Mientras todas las redes de Segurity todavía se lanzaban contra ellos.

 

Respiraron fuertemente a lo largo del camino Yuya no había asimilado del todo la situación y apenas pudo mantener el ritmo del trote. Yugo parecía que sabía a donde se dirigía y se aventuró en algunos callejones bastante rebuscados a paso ligero. El de ojos rojos no podía ni siquiera ver a donde se dirigían. Seguía confuso y todas cuerdas unidad entre sí le dificultaban cualquier avistamiento claro de lo que sea.

 

Cuando de repente pararon, Yuya no pudo hacer más que tirarse a respirar fuertemente. Estaba agotado, desesperado y sobretodo confuso. Había sido demasiado fuerte, dolía en su cuerpo, en su cabeza especialmente. Pero el alivio no le duró demasiado. Su gritó sonó agonizante y sufrido. Dolía. Demasiado, incluso más de lo que había sido en un principio. Respiró fuertemente. Se dejó caer con las redes aún sobre su cuerpo. Un pequeño humo se veía desde lejos. Cualquiera diría que había sido rostizado. Aún estaba temblando cuando oyó como alguien se acercaba a su cuerpo y se agachaba a su lado. Cerró los ojos pensado en descansar un poco de todo ese agite. Un peso fue quitado de encima. Las redes ya no estaban. Habían desaparecido. Se golpeó un poco la cabeza con la pared al ser agitado por los hombros. Dolió. Arrugó el entre cejo.

 

—¡¿Yuya?!—oyó que preguntaba con desespero. No quería abrir los ojos. Sentía que sus fuerzas le estaban abandonando. Todo se desvanecía a su alrededor. Su cabeza perdía fuerzas a cada momento mientras sucumbía a las leyes de la gravedad. Su pulso se aceleró al compás del miedo que el otro sentía.—¡Yuya! ¡Despierta! ¡Vamos! ¡No hagas esto! No después de que cambió mi opinión sobre ti… No hagas esto…—siguió agitándolo. Yuya se pegó una vez más fuertemente. Soltó un quejido de dolor y se llevó las manos a la parte trasera de la nuca.—Lo siento, lo siento…—soltó rápidamente. Bajó la mirada avergonzado— Me desesperé, lo siento… Yo… no quisiera que te pasara esto, no por culpa de Segurity…

 

—No te preocupes Yugo…—murmuró apenas.

 

—Lo siento, de verdad que yo…—sintió una mano en su frente de la nada. Al levantar la mirada se encontró con unos ojos rojos que no le culpaban de nada y con una sonrisa tranquilizadora.

 

—Segurity no volverá a hacer nada de ello—dijo con seguridad—. No tienes por qué preocuparte…

 

Yugo frunce el entrecejo.

 

—Sé que tienes fe en ello pero… con lo que somos, creo que nos perseguirán más que nunca—dijo algo serio con decepción refiriéndose al hecho de que los dos habían escapado de ellos burlándose de su seguridad. Eran “fugitivos”—Tenemos que huir...

 

—No, claro que no Yugo… Segurity no volverá a hacer nada… en serio….—dijo con una sonrisita plasmada en su rostro. Yugo se le quedó mirando un instante—Roger ha dejado Segurity… los Tops y los Commons pueden convivir en paz…

 

—¿A qué te…?—empezó.

 

No pudo continuar. Lo entendió. Incluso sin que Yuya se lo dijera. Incluso sin que siquiera supiera como lo había comprendido. Simplemente lo había visto. Había visto como todos se unían. Como todos se empezaban a aceptarse y querer. Como todos se abrazaban de los hombros y celebraban la victoria de Yuya Sakaki. Como todos miraban y seguían el duelo con mucho entusiasmo.

 

Vio la City que siempre había deseado ver.

 

El de los ojos rojos retiró su mano de la cabeza de Yugo exhausto. Puso sus manos al lado suyo con la intención de volver a descansar. Pero Yugo no lo dejó, o al menos no del todo. Sus brazos se rodearon con fuerza. Le apretaron firmemente mientras el resto de su cuerpo temblaba un poco. El más cansado de los dos abrió los ojos en sorpresa. Miró a su lado sin creerse que había pasado.  Pero entonces sintió una calidez en su pecho y escuchó un suave agradecimiento de parte del otro. Sonrió. Todo había pasado ya y las cosas se habían calmado.

 

Sin pensarlo demasiado se fundió en ese cálido abrazo.

 

Pronto, las luces se encargaron de rodearles.

 

-.-.-.-.-.-.-.-.

 

—¡Tú!—Gritó con rabia, se levantó rápidamente del suelo aunque eso le causara un dolor de cabeza—¡Al fin te encuentro bastardo presumido!

 

Yuri frunció el ceño. Ya reconoció esa voz de inmediato, no podía ser, ¿Yugo también estaba allí?

 

—¿Cuántas veces más vas a perseguirme?—dijo con una voz agria. Yugo mantuvo su compostura.

 

—Las veces suficientes hasta que cumpla con mi venganza—Dijo sin tapujos en la boca—. Capturaste a Rin en frente de mis narices. Y ahora que pude recuperarla, me doy cuenta de que está siendo controlada—soltó. Yuri apenas y se inmutó, pero Yuya abrió los ojos en sorpresa. Rin… ¿Esa chica que el mencionó? ¿¡La misma que había hecho añicos su D-Wheel?!—. ¡Todo esto es tú culpa!

 

—No puedes culparme de ello—respondió con el mismo tono agrio y agresivo. No quería hablar con nadie que no fuera Yuya—. Todo este tiempo no he hecho más que seguir órdenes, aún si la chica Rin de la que hablas me cayera mal, no hubiese hecho nada por ella. Si has de culpar a alguien de todo esto, tiene que ser al hombre que está tras el cristal.

 

—¡Mentiroso!—gritó—¡Tú lo único que haces es retrasar lo inevitable! ¡Enfréntame!

 

—Tsk, sigues estando tan irritante como siempre—soltó con rabia. Yuya sintió como él cedía un poco en fuerza y aprovechó la oportunidad para escapar.

 

—¡Chicos tranquilícense!—gritó mirando en primera estancia a Yuri y después a Yugo—No sé qué está pasando exactamente, pero esta no es la manera de resolverlo.

 

—Yuya—dijeron los dos al unísono. Yugo se sorprendió de verlo allí junto a Yuri con esa mirada decidida a parar con su problema. Se suavizó un poco pero siguió con una mirada de odio hacia el de ojos fucsia.

 

—Yuya,—repitió—ese bastardo capturó a Rin, ¡es el causante de que los dos estemos separados!—exclamó.—Y ahora, que por fin puedo encontrarla y rescatarla, descubro que sólo vine a ver como ella era controlada por otra persona. ¿Eso te parece justo?

 

—¡¿Eh?! ¡Yo no me mandaba sólo en eso tiempos idiota!—Alegó el otro—Ya te lo dije cabeza hueca, el verdadero culpable de este incidente no soy yo, es el Profesor.

 

—¡Deja de mentir!

 

—Yugo—lo llamó Yuya. El aludido prestó atención inmediata—, es la verdad él no...

 

—Profesor—escucharon al otro lado del vidrio.—Tenemos noticias.

 

—Adelante—Dijo al ver que quizás era importante. Todos los chicos encerrados se volvieron hacia él, expectantes de lo que pasaría.

 

—Hemos capturado a Yusho Sakaki, como ordenó—dijo el soldado. A Yuri le generó cierto sentimiento de repugnancia mientras que Yugo empezaba a odiar a aquel sujeto, si Yuya decía que ese maldito bastardo estaba en lo correcto entonces era ese viejo cascarrabias al que tendría que enfrentar para recuperar a Rin.

 

Pero Yuya se quedó lívido.

 

—Yuya, ¿está todo bien?—preguntó cierta voz desde su conciencia. 

Notas finales:

Yo os amo a todos -w- creo que esto cuenta como especial de Halloween owo ¡Feliz día a todos!


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