Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Oscuridad por electroyusei

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

A Nazaret Rose, que me ayudó a tomar una decisión importante.

Estaba sentado. Sentía como su parte trasera era presionada. La gravedad estaba haciendo lo suyo. Estaba muy cansado. Quería dormir. Estaba demasiado cansado. Se desplomó sobre el suelo y cerró los ojos. Poco le importó haberse golpeado, o que estuviera incómodo… o que ni siquiera supiese donde se encontraba. Estaba muy cansado. Apenas sentía que podía respirar bien. Se había desplomado y casi se había desmayado. Entonces, una mirada amarilla se posó sobre él. Le miró durante unos segundos y después se sentó a su lado.

—Me impresionas mucho—habló con voz decidida. Una mano se posó en su mejilla. Pero se retiró rápidamente. —, has podido seguir adelante sin contaminarte de malos pensamientos, sin caer en la rabia. Has hablado con estos chicos, les has calmado, sus pesos sentimentales han sido reducidos a cenizas gracias a ti—se tomó una pequeña pausa para suspirar con desespero. Miró con algo de ira al chico que tenía abajo suyo. Aun así, tenía un ligero brillo de admiración en sus amarillas iris. Habló con tono fuerte.

»Me desesperas, demasiado, tengo que hacerte caer, tengo que mostrarte que no estás bien, tengo que destruirte, eres lo único que me evita la llegada a este mundo Yuya, —le empezó a acariciar suavemente el cabello. Tocó de manera suave y delicada, como si tuviese miedo de que todo se volviese polvo cuando lo hiciese. Soltó una risita— Eres el que más oscuridad guarda en su corazón, el que más ha sufrido, el único que lo han apuñalado por la espalda de una manera tan atroz. ¿Cómo lo haces? ¿Cómo soportas tanto? Tantas veces que te han pateado por la espalda, todo lo que te hacen sólo por ser el hijo de Yusho Sakaki, y tú sigues perdonándolos, sigues creyendo que ellos son buenas personas, que lo único que quieren es hacer el bien y que lo que te hicieron sólo fue un mal momento…

»Quisiera poder hacerlo, quisiera que… Aun pudiera tener esperanzas en los demás. Yo hice lo que ellos querían Yuya, ¿y cómo me lo agradecen? Recordándome cómo una bestia, como el mayor destructor de mundos habido y por haber. Nadie nunca me aceptó, no me quisieron… yo sólo hice lo que ellos querían, ellos me querían aún más fuerte y yo les cumplí, yo lo hice, pero nadie me quiere ahora. Todos los que decían amarme ahora me odian… y peor aún, no me recuerdan tan siquiera, ¿cómo debería de sentirme después de hacer pasado por tanto?—Suspiró una vez más—Te tengo envidia, ¿sabes? Quisiera poder seguir perdonando, quisiera tener esperanza en ellos aun… pero simplemente no puedo. Doy todo por ellos…. Y apenas y recibo algo a cambio, sé que sueno cómo un interesado, pero…

»A veces te esfuerzas mucho por dar sólo para que después no recibas absolutamente nada a cambio. Para ese punto… Muchos de nosotros empezamos a preguntarlos porqué lo hacemos. Y nos encontramos con que, en realidad, no hay nada que nos obligue a hacerlo.

»La verdad, —sonrió de oreja a oreja repentinamente. Como si nada de lo dicho anteriormente dicho le hubiese removido algo en su corazón—no puedo quedarme indiferente ante tu situación, me agradas mucho, eres buena persona, y sé que si estuviéramos en otras circunstancias… nos llevaríamos muy bien. Date cuenta Yuya, somos los únicos que te queremos por quién eres, no por quién fue tu padre. Y tú sabes muy bien que él tampoco es un ángel caído del cielo—si Yuya hubiese estado despierto cuando la figura malévola se le acercó al oído, él se hubiese retorcido de la vergüenza—. Déjate caer en la oscuridad de una vez por todas Yuya. Yo sólo quiero vengar a aquellos que osaron de hacernos daño—terminó con una sonrisa y se esfumó«

O al menos no del todo. Parte de su sustancia se quedó presente en el paisaje rojo y verde tan peculiar que sostenía a un exhausto Yuya. Más temprano que tarde esas pequeñas partes de esencia se volvieron luz. Una luz muy brillante y cegadora. Le cubrieron por completo sin inconvenientes o interrupciones. El espacio en realidad no cambió demasiado. El color verde se sustituyó por un hermoso morado oscuro. Y alguien, cuyos cabellos se difuminaban entre aquel espacio raro, apareció caminando hacia el infinito. Se rascó la nunca en señal de confusión. Estaba perdido. No había dudas sobre ello.

Su corazón y su estómago empezaron a emanar miedo apenas lo vio. La respiración empezó a ser irregular. Sus manos temblaron imperceptiblemente. No tuvo que pensarlo tan siquiera antes de correr. Sus piernas se movieron ágilmente hasta llegar a su objetivo. Se agachó sin problemas a su lado y lo revisó minuciosamente. Cómo si revisara a uno más de los suyos en XYZ en la guerra contra academia, sólo que está vez, se trataba de alguien muy apreciado. Sus ojos desbordaban de preocupación. Las ropas de Yuya tenían rasgos de estar quemadas y dañadas, había raspones en algunas partes y sobre todo estaba inconsciente. Sin embargo, antes de que mentalmente pudiese bloquearse en desesperación y miedo, reaccionó. Se las apañó para hacerlo colgar a sus espaldas. Su habitación mental no había de estar muy lejos. O al menos aparecería en cualquier momento, como siempre lo había hecho.

Miró de un lado a otro buscando soluciones. Estaba pensando con tranquilidad a pesar de su gran preocupación. Por razones que todavía no entiende, dio un paso en falso que lo mandó a llevar todo su cuerpo hacia atrás. Tocó algo. Una puerta había aparecido espontáneamente detrás de él. Una puerta que Yuto conocía perfectamente. De una patada la derrumbó.

Al ver la habitación de Yuya en frete de sí, suspiró aliviado.

-.-.-.-.-.-

Yuya se removió un poco antes de despertar. Si hubiese despertado de súbito el golpe de la “realidad” hubiese sido aún peor. No obstante, si abrió los ojos de la nada y se sentó con el mismo impulso. Su visión, sin embargo, se volvió borrosa. La cabeza dolía. Su cambio tan repentino de posición no le había ayudado en lo absoluto. Se puso las manos en la cabeza con algo de alteración. El dolor y la confusión lo carcomían terriblemente. Se sentía perdido y confundido. Esperó a que el dolor menguara un poco para poder moverme mejor. No quería perder la calma y mucho menos volverse loco ahora. Estaba en una situación muy compleja y no había cabida para un descontrol. No sabía dónde estaba la mayoría del tiempo. Tenía que encontrar una respuesta, y perdiéndose a sí mismo en desesperación no iba a lograr nada.

Se aterró al levantar la vista.

—¿Eh?—fue lo primero que atinó a decir apena vio parte de su habitación. El desconcierto fue inevitable—¡¿Eh?!—gritó con un creciente miedo en su pecho. Si había pasado lo que creía, no podría salir de casa nunca más sin tener una vergüenza enorme. Dijo que volvería con Yuzu, y él no incumplía promesas—¿E-Estoy… en Standard?

—Tranquilo—se volvió inmediatamente hacia la voz—, no has vuelto todavía.

—¡Y-Yuto!—el aludido sonrió.

—Hola Yuya—dijo con calma. El de ojos rojos no salía de su asombro. Era comprensible, según el de ojos grises.

—P-Pero… ¿Cómo…?—empezó a preguntar con duda. Yuto borró su sonrisa si darse cuenta.

—Creo que te desmayaste—se aventuró. Yuya frunció el ceño—, sólo puedes estar aquí cuando no utilizas tu cuerpo, o al menos eso creo—se alzó de hombros, un gesto que debería de sorprender un poco al de ojos rojos pero que no lo hizo.

—¿Cómo es esto posible?—preguntó casi murmurando. Bajó su vista hacia las sábanas que tocaba. Las sentía tan reales, ¿cómo podía ser cierto que no lo eran? Negó al formular esa pregunta mentalmente.

—¿Te refieres a que nos encontremos en tu habitación?—preguntó algo dudoso y con una ceja alzada—Quizás se debe a que compartimos cuerpo…—dijo frunciendo el ceño también. Desvió la mirada hacia la ventana sólo para después caminar hacia ella. Cuando la tuvo a su alcance corrió las cortinas a un lado. Dejó ver un panorama lúgubre que correspondía con Heartland. Yuya lo vio también. Eso… no cabía. Cuando visitó la ciudad no vio algo similar. O quizás sí, pero desde un ángulo distinto—Y mente supongo.

—Todo esto es muy confuso…—negó desconcertado. Yuto soltó las cortinas, ahora el cuarto lucía normal—demasiado…—agregó en un susurro.

—Pero ya hemos estado aquí, ¿no?

—¿Qué?—Yuto alzó una ceja.

—¿No lo recuerdas?—Yuya duda un poco por la penetrante mirada de su compañero, pero al final negó cerrando los ojos y bajando la mirada.—Ya se me hacía extraño que te preguntaras donde estamos…—comentó de la nada más para sí que para el de ojos rojos. Este último al escucharlo sólo frunció el ceño por enésima vez—Ya has venido aquí, y nunca te habías preguntado donde estabas—explicó al notar lo confundido de su amigo, ¿o quizás lo sintió?—, sólo hablabas conmigo—agregó.

—Yo... lo siento…—entre cerró los ojos—No lo recuerdo—Yuto suspiró decepcionado.

—Bueno, no importa—le restó importancia—, ¿sabes que te pasó?—preguntó para cambiar de tema. Yuya entendió y no le dio más vueltas al asunto.

—No lo sé, estaba en el duelo de supervivencia con Gongenzaka—miró a las sábanas con expresión triste— recuerdo que encontramos la carta de Tsukikage… y después la de Crow, pero después la Battle Beast atacó…—narró de manera pausada y con voz algo más profunda—recibí el ataque pero no recuerdo más.

—Ese ataque debió de ser muy poderoso—dedujo del originario de XYZ—, quizás quedaste exhausto por el daño.

—Y en un momento como ese…—murmuró. Yuto no dio señas de hacer entendido por lo que no comentó o agregó nada. El originario de Standard se quedó un momento pensando y después volvió a hablar con una voz más articulada—Pero eso no…—se ganó la inmediata atención del de ojos grises—explica todo lo demás.

—¿Todo lo demás?—repitió con cierto desconcierto. El de ojos rojos se arrepintió de haber abierto la boca. No sabía cómo explicarse y mucho menos las situaciones por las que había pasado. Yuto entendió que no iba a hablar a la fuerza, que necesitaba meditar un poco que lo que iba decir. Y eso estaba bien, no tenía por qué forzarlo a decirlo. Para darle confianza de hablar, se sentó en la cama a una distancia prudente de sus piernas y esperó a que pronunciara palabra para mirarle.

—Yo...—empezó después de un rato—Me he encontrado con…—miró a otro punto de la habitación donde no estaba Yuto—Yuri y Yugo—reveló y cerró los ojos con expresión arrugada esperando a que el otro respondiera algo. Tardó un par de segundos en darse cuenta de que no lo haría. Abrió los ojos y miró a su compañero—Y cuando estaba con ellos también estaba en sus…—buscó alguna palabra para describirlo—¿ambientes?—Yuto asintió—. Creo que estaba en sus mentes…—se aventuró a comentar. La verdad es que no encontraba otra explicación.

—¿En sus mentes?

—Sí—afirmó convencido—, veía… algunos de sus recuerdos y memorias…—divagó—además… cuando hablaba con ellos... parecía como si no pensaran que decían y simplemente actuaban por instinto, diciendo lo primero que se les viniese a la cabeza.

—¿Cómo su fuera su pensamiento más puro?—preguntó. Yuya asintió—Ellos también están en este escape mental… A ti no te afecta porque has estado aquí por mucho tiempo, pero la primera vez que estuviste aquí…—soltó una risita de la nada—también eras un poco así. No tenías tanto control sobre lo que pensabas y lo que decías…—comentó algo feliz en un murmuro. Yuya mantuvo su serio semblante. Sin pensarlo dos veces también se puso serio y borró aquella linda sonrisa que tenía.

—Era muy extraño… ellos me mostraban su pasado y lo que habían vivido—miraba de un lado a otro sin definirse por ningún punto. Quería mirar a todas partes y a ninguna a la vez—. También… cuando hablaban… me contaban sus dolencias y algunos problemas…

—Y justamente con ellos…—murmura intencionalmente. Yuya le mira rápidamente.

—¿Qué dijiste?—preguntó con el ceño fruncido. Yuto niega y por un instante se logra ver una preocupante sombra en sus ojos.

—Hablando de problemas—cambió con ingenio el tema—, Yuya, quiero preguntarte algo—su voz sonó profunda y determinada, más de lo que alguna vez había sonado.

—Ah…—atinó a articular ante el rápido cambio de voz—si claro, no hay…

—¿Te sientes bien?—preguntó interrumpiéndolo. Los ojos rojos se vieron acompañados de rápidos pestañeos de desconcierto.

—Si—la mirada de su compañero se volvió más penetrante—, e-estoy bien…—empezó a dudar y a asustarse un poco por ello.

—No estoy hablando de ahora—aclaró. El corazón de Yuya se aceleró un poco más pero externamente sólo se mostró desconcertado.

—¿Q-Qué?—atinó a articular. Yuto lo dejó de mirar y se levantó con la mirada cacha—¿Y-Yuto?

—Yuya, ¿te sientes bien contigo mismo?—y el alma se le cayó a los pies. Esa pregunta no era algo que le apeteciera en lo más mínimo de responder.

—¿De que estas hablando?—preguntó lo más firme que pudo, sin embargo su nerviosismo salía a la vista—Me siento bien, sólo… —titubeó—estoy confundido por todo lo que ha pasado en estos meses… —Cuando el de ojos grises se volvió a mirarle, notó como sus ojos habían perdido algo de brillo y color.

—Entonces dime, ¿por qué te torturas tanto?—dio en el clavo.

—¿T-Torturarme?—preguntó con una sonrisa que pretendía hacer parecer absurda. No funcionó—Yo no me torturo—negó descaradamente y desvió la mirada. Yuto entonces supo lo acertado que estaba—. Sólo tengo pensamientos… pesimistas a veces…—admitió para reducir la presión del ambiente.

—¿A veces?—preguntó casi burlándose de ello. Yuya se encogió un poco más, no sabía que venía o que pretendía su amigo, pero estaba encaminado a que dijera la verdad—Deberías dejar de mentir—sugirió mientras lo perdía de vista en una negación de cabeza. Comenzó a desplazarse por la habitación a pasos lentos—, tanto a ti mismo como a mí. Estás sufriendo Yuya, te torturas mentalmente cada tanto y lo niegas.

—Eso… no…—empezó a decir pero fue frenado.

—Si lo es Yuya—declaró sabiendo que tenía razón—y tienes que hacer que pare definitivamente, tu no mereces que te hagan daño, no de esta manera—dijo con voz seria y dura. El oyente estaba mordiéndose el labio. Los dos lo sabían, Yuto estaba en lo correcto, sabía lo mucho que Yuya pensaba y sobre pensaba. Todo lo que él se cuestionaba sobre sí mismo y sobre…

—Eso no es verdad, no estoy sufriendo—lo encaró—en verdad me siento bien.

Para ese momento en el que el de ojos rojos le miraba con determinación y con ojos aguados por todas las verdades que estaba diciendo, Yuto ya estaba justo al lado de uno de los posters de Yusho Sakaki, ahora uno de los seres que más detestaba. Se mantuvieron la mirada unos instantes, la mentira se podía percibir en los ojos rojos, pero la determinación que tenía de ocultarlo era aún más grande. No tiene otra opción más que presionarlo aún más. Pone una mano sobre el poster.

—Esto lo hago por tu propio bien—decía más para sí, aunque Yuya lo oyó claramente—. No lo aceptas, pero quizás deberías mirar cuánto daño te han hecho—con rabia y brusquedad arrancó el poster de la pared, dejando así salir toda aquella nube negra, oscura y espesa que tanto se había hecho esperar. Pronto toda la habitación estaba inundada por ella, la visibilidad era casi nula. Sus ojos fueron tapados con la intención de no dejarse tocar. Pero pronto los abrió, no tenía nada, sólo eran…

Sollozos.

Lamentos.

Reclamos.

Dudas.

Desesperaciones.

Todos los oía. Los podía oír y recordar. Todos aquellos que se habían quedado en su mente tanto tiempo atrás ahora estaban allí. Atormentándolo. Diciéndole que todavía no se había librado de ellos. Hundiéndolo más y más en aquello que no quería ser hundido. Se llevó las manos a los oídos. No, no quería escucharlos, quería llevarlos a lo más profundo y olvidarlo allí para siempre. Así las cosas serían más simples, serían mejores, serían… cómo él siempre las quiso.

—¡Todo esto son tus malos pensamientos!—gritó Yuto desde la lejanía. Yuya se quitó una de las manos para poder escucharlo y poder entender que pretendía con todo aquello—Pensamientos sobre tu padre, sobre ti, sobre tus propias habilidades en batalla.

—Eso no es…—otro intento más en vano para tratar de no aceptar.

—Yuya—habló con voz profunda y personal, casi parecía que le estuviese hablando al oído. El mencionado se estremeció de sólo pensarlo—estás preocupado—afirmó sin pelos en la boca—, te torturas a ti mismo preguntándote las mismas cosas una y otra vez, preguntándote si debería de perdonarlo después de lo que hizo, si lo que estás haciendo es lo correcto, si lo que tú crees es lo que debería ser. Si tus ideales son lo suficientemente fuertes—Yuya estaba anonadado.

—No—siguió en las misma con una negación de cabeza alfo exagerada—estos pensamientos no son… recientes, s-son algo viejos…—miró de una lado a otro y después levantó la mirada—¡Yo ya no pienso en ello!—grito hundiéndose de a poco en desespero. Sin embargo, la voz de Yuto la oyó claramente, como si apenas estuviese a unos centímetros de él.

—Cuando escuchaste sobre tu padre en XYZ—puso en ejemplo sobre la mesa—tu cabeza se llenó de miedos, incluso tu corazón se aceleró, estabas asustado, más que sorprendido, estabas asustado, incluso cuando Allen dijo que los había abandonado, no te pareció del todo extraño, ¿verdad?

—S-Sólo estaba sorprendido—sus manos seguían en sus orejas. Sin embargo aquella voz seguía torturando sus oídos sin dejarlo un momento de respiro. Sus ojos poco a poco comenzaban a hundirse en tristeza.

—¿Preguntarte su él te abandonó por personas que no conocía te parece sorprenderte?—refutó con palabras que no parecían suyas. Pero Yuya no lo notó en ese momento.

—Y-Yo… no he pensado en…—intentó resguardarlo, salvar a su padre de los malos pensamientos que estaban rondando su cabeza en su contra. Pero era inevitable escuchar lo que Yuto decía y sentirse identificado. No podía hacer más que negarlo verbalmente pues sus emociones iban por otro lado.

—¡Yuya!—Gritó llamándole la atención como si fuera un profesor. Había que admitirlo, estaba se estaba cansado de ponerle en prueba una y otra vez la verdad, y que él lo negase cómo si no hubiese un mañana—No es verdad, tú dudaste de él, Yuya.

—¡Yo nunca dudaría de mi padre!—Alzó la voz cómo si gritarlo más fuerte lo hiciera más creíble.

—¿Pero dudas de ti mismo y de lo que puedes hacer? No me parece justo—Yuya se quedó callado y se mordió el labio inseguro. La cabeza gacha y los puños apretados. Nada más podía hacer.

—No…

—Cuando Sora nos traicionó creías que había sido tu culpa, creías que habías hecho algo mal—se oyeron unos pasos en el aire. El de ojos rojos no prestaba atención.

—No, no…

—Cuando viste a Heartland por primera vez te preguntaste si podrías con todo aquello, si podrías derrotar al monstruo que había hecho todo aquello—dijo con calma. Para este punto, el duelista de Standard debería de estar temblando un poco, perdido en la oscuridad que él mismo había creado. Perdido. Confundido. Solo. Muy solo—Tenías miedo.

—S-Sólo fue demasiado sorpresivo…. En verdad, y-yo sólo… sólo…—se estaba quedando sin excusas, sin más que decir, todo le estaba agobiando. Quería liberarse, ¿es que no había nadie para apoyarle? Entonces, la oscuridad se disipó. Yuto le había cogido de los hombros.

—Tú…—Yuya levanta la cabeza y el de ojos grises le sonríe amablemente para que se tranquilizara—no tienes por qué preocuparte Yuya… estoy aquí, no voy a abandonarte. No… voy a hacerte más daño, no quiero que sufras por las razones equivocadas…—. Esto hizo que el chico de ojos rojos bajara la vista. Se podía ver cómo sus ojos tenían cada vez menos brillo. ¿Se estaba convenciendo?—Se por lo que has tenido que pasar, he visto… muchas de las cosas que te han hecho, tenemos que hacer algo—sentenció. El de cabeza gacha no se dio cuenta de cómo los ojos del otro se volvían cada vez más y más morados ni como parte de esos malos pensamientos estaba empezando a aparecer en sus contornos en forma de un aura oscura. Él sólo se limitó a asentir—. Debemos de hacerles sentir lo mismo que te hicieron sentir a ti.

Y reaccionó. Pero no del todo.

—¿Q-Qué?—y levantó la cabeza, siguió sin notarlo. Nada de nada.

—Ellos nunca pagaron por lo que te hicieron—entrecerró los ojos—. Deben de pagar por lo que te han hecho sufrir.

—No…—eso debería irritarlo, pero no lo hizo, lo tenía donde quería, y aunque ese argumento fuese la cosa más fuerte del mundo, él sabía que caería, sin importar cómo, sólo caería sin importar nada—eso… sería como si nos volviéramos como ellos…

—Nosotros estamos justificados, tenemos una buena razón para ello, tú no te lo merecías, ¿por qué crees que ellos tampoco?—preguntó. Yuya asintió—Además, ya se quien deberíamos atacar primero—el contrario alzó una ceja pero no interrumpió—. A tu padre.

—¿M-Mi padre?—el desconcierto era notable en su expresión. Yuto asintió.

—Él comenzó con todo tu sufrimiento, él debería de acabarlo—argumentó. Yuya se quedó un instante callado y después sólo pudo murmurar.

—Mi padre… él…—Yuto negó apenas intuyó que iba a defenderlo. Pero no podía hacerlo con aquello que era indefendible.

—Él merece pagar Yuya, lo merece de verdad—Yuya se sumió casi por completo. Escuchaba las palabras ya sin mucho cuestionamiento. Pero justo cuando iban a salir de su boca aquella frase que sólo había podido formular en su cabeza, el de ojos rojos se distrajo con una oscuridad al fondo se su habitación. Una sombra con forma humanoide los miraba cual predador mira a su presa. Pero apenas se da cuenta de la mirada del duelista de Standard se desvanece totalmente quedando sólo polvos que se van a la espalda de Yuto.

—¿Q-Qué es eso?—Yuya habla casi con voz horrorizada. Incrédulo totalmente por lo que acababa de ver.

—No te distraigas—ordenó su compañero con una voz mucho más gruesa. Parecía mucho más demandante y en definitiva no le pertenecía en lo absoluto.

—Y-Yuto…—se sorprendió—T-Tú tienes esa...—No lo dejó terminar.

—No me evadas—pidió un poco más amable pero con un toque desesperado—, tienes que aceptarlo—pidió con una voz un poco más suplicante.

—Hay algo que está mal contigo—se atrevió a afirmar. Por un instante, la mirada del acusado pareció encenderse en furia.

—Tú estás peor Yuya—dijo con voz ligeramente severa que logró poner los pelos de punta al mencionado—, mucho peor que yo.

—T-Tú también estas sufriendo…—dedujo—por tus compañeros de XYZ… Porque crees que… los abandonaste…

—Eso no viene al caso—su labio tembló. Había dado en el clavo correcto.

—Sí, sí que viene—dijo con determinación, pero esta pronto se desvaneció, no se sintió en posición de decirlo, al fin y al cabo tenía razón—. T-Tú dijiste que estabas muy arrepentido de haber ido a Standard, que si pudieras devolver el tiempo tu… no vendrías jamás, porque… porque podrías haberlos protegido, porque… sentías que era tu culpa…

—Yuya, entiende—parecía casi como si suspirara desesperación a diestra y siniestra. Quería que Yuya aceptara que estaba mal. Pero, ¿por qué?—, no es nada, sé que está mal soportarlo solo, pero tú estás haciendo lo mismo y lo has hecho incluso por más tiempo que yo.

—Pero… no estoy mal… sólo es... nostalgia, por mi padre—agregó algo inseguro.

—Estabas a punto de decir que tenía razón—gruñó con notable molestia. Yuya negó con la cabeza y pensó dos segundos en que debía decir.

—Yo… Yo me he acostumbrado a esto…—un hilo de voz se hizo presente. Ahora miraba al suelo, no quería revelarlo, pero si había la posibilidad de que así las cosas cambiasen, lo haría—al dolor, quiero decir… es soportable, supongo.

—Yuya…—murmuró con impotencia y dolor—Te vas a perder, ¿hasta cuándo lo harás? ¿Hasta cuándo vas a soportarlo?—exigió saber. El aludido soltó una risita nerviosa por lo bajo y entrecerró sus ojos.

—No voy a sufrir para siempre…

De no hacer sido por su autocontrol, hubiese estallado en cólera.

—Puedes… dejar de sufrir ahora—el enojo estuvo controlado, pero eso no quería decir que estuviera calmado.

—He… sufrido por 3 años…—dejó salir una sonrisa triste y a medias—yo creo que puedo soportar un poco más… quizás…—esa gravedad de la voz lo asustó y le hizo callar

—Eso no es justo—Yuya sólo se atrevió a hablar después de unos segundos. No levantó la mirada.

—T-Todos debemos sufrir un p-poco—su voz le traicionó, no debería de hacer dudado, no debería.

—¿Un poco? ¿Te parece poco todo lo que has pasado?—Aunque intuía que eran preguntas retóricas, de igual modo las respondió.

—Quizás… habrá algo bueno para mí después de todo esto—dijo con la voz algo quebrada. Tenía los ojos aguados y volvió a poner esa sonrisa débil y triste. Y aun así un tono esperanzador había sonado en todas y cada una de sus palabras.

—¿Y piensas soportarlo?—preguntó agresivo acercándose al cuerpo del aludido y apretando su agarre—¿Piensas soportar tus dudas, tus indecisiones y todo lo que te tortura mentalmente sólo por ello? ¿Por qué después las cosas mejoraran solas?—Yuya levantó la mirada dispuesto a responder afirmativamente, pero la sola mirada de Yuto le hizo callarse—¿Por qué no quieres justicia por castigos que te han impuesto sin merecerlo? ¿Por qué tan siquiera crees que te lo mereces?

—Porque… yo…—se mordió el labio—h-he pensado que si todo esto me están pasando… debe de ser porque he hecho algo malo en el pasado… y… ahora estoy…

—¡Tú no has hecho nada malo Yuya!—gritó autoritariamente la mirada del aludido se levantó en post de encararlo. Sus ojos se pusieron más pequeños de sólo mirarle. Estaba furioso e impotente, y se notaba en sus aguados ojos.

—Y-Yuto…

—¡No pienses que eso es justo! ¡Jamás! Nada de esto es tu culpa, nada, ni que tu padre haya desaparecido, ni que sientas dudoso en algunas situaciones, ni que te cuestiones cosas sobre tu padre—el de ojos rojos le escuchaba con atención. Sabía que eso era verdad, pero no quería culpar a nadie más aparte de él, nunca lo hizo—. Así que deja de pensar que tú eres el culpable porque no lo eres, ¿me oyes? ¡Tú no eres el culpable!—insistió esperando que aquellas palabras se quedaran con él aludido, que lo aceptara, que dejara de evadirlo.

—T-Tranquilo…—Yuto negó conteniendo sus propias lágrimas de impotencia.

—Ellos tienen la culpa—dijo en un susurro que parecía lleno de odio y rencor.

—Estás deliran…

—¡Deja de evadir la verdad!—lo interrumpió con notable enojo y desesperación. Yuya se sobresaltó al notar el brusco cambio que habían tenido los ojos de Yuto. El rojo carmesí le hacía estremecerse de miedo. No pudo evitar señalarlo en voz alta.

—T-Tus ojos…—El ceño de Yuto se frunció un poco más y no gritó más fuerte, pero su voz si sonó más gruesa y profunda. Casi le hizo olvidar lo aguados que estaban sus ojos.

—¡No puedes seguir huyendo Yuya!—desvió entonces la mirada y se tapó los oídos. El de ojos grises sólo siguió hablando sabiendo que sería escuchado de todos modos—¡No puedes seguir pensado que no importa y que no te duele! ¡Eso es sólo una mentira! ¡Una mentira que has hecho y que funciona con aquellos que no te conocen bien!

—B-Bueno… en eso…—bajó entonces sus manos y sus ojos perdieron de a poco su brillo característico. Algo estaba cambiando.

—Pero a mí no me engañas, ni lo harás nunca. No pienso rendirme contigo, no pienso dejar que sigas pagando, no pienso abandonarte… No voy a perderte… Y yo…—debió la mirada al tiempo que esta se volvía una vez más gris y también perdía brillo. Los dos parecían condenados. No tenían escapatoria de ellos mismos ni mucho menos. Ambos sufrían, ambos tenían una enorme duda dentro de su corazón. Tenían miedo, miedo de ellos mismos. De sus demonios—No sé qué haría si te perdiese…

—¿En serio?—el brillo fue recuperado casi al instante.

¿Por qué? Porque él aprovecharía cualquier oportunidad para que los demás se sintieran mejor. Incluso si él no se sentía mejor.

—He… perdido... a muchos compañeros en Heartland… demasiados—admitió con dolor. Yuya le pasó una mano por su mejilla—por mi descuido… No quiero perder a nadie más…

Yuya le besó delicadamente aquella mejilla que estaba esperando se mojada por las lágrimas que desde hacía rato querían caer. Susurró dulcemente, cómo solía hacerlo cada vez que iba allí, cómo a Yuto le gustaba. Aunque a decir verdad, le gustaba todo su ser en verdad. Y que se hubiese tomado la molestia de besarle la mejilla para calmarle… le hizo sentir un calor en su corazón.

—No vas a hacerlo… no tienes por qué preocuparte—dijo dulcemente mientras se fundían en un abrazo—. No vas a perderme, estaré bien… Te lo prometo—Yuto lo apretó contra su cuerpo sintiendo el embriagador calor que emanaba, se podría quedar horas allí, sintiéndolo contra su cuerpo sabiendo que todo iba a estar bien.

—Gracias…—susurró para su oído. Usó un tono de voz suave y melódico, uno que ni siquiera Ruri había escuchado, uno que sólo se atrevería a usar con él. Una mano se desplazó hacia su cabeza y apretó contra él. Sintiéndose aún más unidos.

—No hay de que…

Ninguno de los dos se paró a escuchar la enojada voz que venía de sus interiores, aquella que estaba más furiosa que nunca.

Y despertó.

-.-.-.-.

—Yuya, ¿está todo bien?—preguntó cierta voz desde su conciencia. El aludido soltó aire Los otros dos se volvieron hacia él, pero no dijeron nada, estaban expectantes sintiendo las emociones del chico, esperando poder ayudar en el momento indicado. Notaron cuando su pulso se aceleró, pero se contuvieron, quizás se agobiaría si llegaban tan rápido. Quizás deberían esperar un poco a ver que sucedía o algo.

—M-Mi padre…—sus células no tardaron en reaccionar, el sudor estaba ya corriendo por su frente—e-él en verdad está aquí….

—Tranquilo, no pasará nada—dijo con dulzura, le sonrió tratando de calmarle—, no tienes por qué temer—No supo exactamente porque lo dijo, en realidad, sólo había sentido su miedo.

—N-No es eso… estoy… nervioso—dijo secándose su sudor de la frente. Tratando de no mostrarse en una situación compleja. Yugo le puso una mano en el hombro en señal de apoyo, Yuya se volvió a él y le sonrió a manera de agradecimiento. Yuri miró con odio una vez más al mayor de los Akaba y se dirigió hacia el de ojos rojos con dulzura.

—Te protegeremos de ese bastardo—lo miró por encima del hombro con una sonrisa algo macabra—. Si se atreve a hacerte daño lo mataré con mis propias manos—dijo refiriéndose a él, ¿o quizás a alguien más?

—Chicos…—los miró a los tres que le tenían un sincero aprecio, sonrió y sintió ganas de sacar a la luz todas aquellas inseguridades, pero no lo hizo, esa carga era suya, nadie más tenía porque tenerla.

—No tienes por qué ponerte nervioso…es… tu padre al fin y al cabo—el tono preocupado saltó a la vista. Pero todos lo ignoraron más preocupados por Yuya o por la situación de su cabeza. El bicolor de Standard iba a decir algo, pero fue interrumpido por la apertura de las puertas. El latido de su corazón se estalló. Allí venía su padre.

—Profesor—dijo con seguridad uno de los alumnos de academia—, ¡están aquí!

—Retírense—ordenó después de asentir. Los soldados hicieron caso dejando a los dos hermanos Akaba y al padre de Yuya a merced de lo que quisiera el profesor—Te he estado esperando, Yusho Sakaki.

—¡Padre!—gritó de puro instinto mientras se acercaba al vidrio, sus homólogos de otras dimensiones le siguieron a su paso, sin abandonarle en ningún momento. Sus manos temblaban y sus piernas también y mientras trata de contrarrestarlo caminado llega al límite de su celda. Se limita a apretar los puños tratando de suprimir aquellos nervios y deja que los de las piernas fluyan tranquilamente. Apoya su cabeza sobre el vidrio, sólo le interesaba a su padre en ese instante. Yuto, a su lado piensa en cómo le pondría la mano en la cabeza y le daría suaves caricias sólo para tranquilizarlo. Los otros dos en cambió si tomaron cartas en el asunto. Yuri le abrazó por la espalda protectoramente cómo si temiese que se fuera a desvanecer en cualquier momento. Yugo junto con un pequeño tic en el ojo sólo le puso una mano en el hombro cómo lo había hecho antes. En esos momentos desearía ser el que le estuviese abrazando—Papá…—pareció que no se dio cuenta el contacto con los otros porque apenas y reaccionó. Entonces, sin previo aviso, los tres dijeron a coro:

—No vamos a abandonarte.

Notas finales:

Vaya... varios meses sin actualizar, en fin, espero que les guste owo la verdad me iba a quedar un poco más largo, pero decidí dejarlo aquí owo igual lo que se viene estará bueno ewe pero hay que esperar -w- estos cap aunque me hagan mucha ilusión, no puedo producirlos tan seguido por que hay más fics qwq y este está por terminar uwu. Espero sus votos, comentarios, y... muchas gracias por seguir este extraño experimento qwq la verdad estoy hasta pensado en hacer un lindo epílogo para todos .w.

Bien, Ya saben, cualquier duda o sugerencia pueden dejarla en la caja de comentarios y responderé con gusto owo o pueden escribirme a mi página de Facebook (link en mi perfil)

 

¡Hasta otra!

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).