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Decisiones Intrincadas. por RocketFran

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Notas del fanfic:

Este fic esta completamente terminado, ire subiendo los capítulos de a poco.

Historia totalmente de mi autoria con la colaboración de mi mejor amiga. BTS le pertenece a Big Hit Entertainment y a cada uno de los miembros como personas nacidas libres en este mundo.

Fer, esta historia también es tuya.

Notas del capitulo:

Hola a toda la gente que pase a leer, espero que disfruten de esta historia tanto como yo disfrute escribiendola.

Sin nada más que decir, lean.

 

Volvía a su hogar luego de un largo día de trabajo, se sacó la chaqueta para tirarla sobre el sofá y se detuvo frente al amplio ventanal que tenía el living de su departamento. Desde ese lugar tenía una hermosa vista de la ciudad, tanto de día como en la noche, donde las luces iluminaban la ciudad por completo. Para ser tan joven, ya tenía todo un imperio de dinero forjado, un departamento que podía competir con una casa de las mejores y una pareja que muchos deseaban y no se cansaban de perseguir, pero no se acomplejaba por eso, sabía que solo tenía ojos para él. A pesar de todo el éxito que lo seguía, su desarrollo laboral no lo tenía para nada feliz y por lo general siempre estaba con un ánimo de perros, por eso la gente no solía meterse con él, ni hablarle mucho. En el trabajo solo se encerraba en su oficina y no salía hasta la hora de volver a casa, y es que su trabajo ya lo tenía más que harto, la rutina lo tenía aburrido, o más bien, siempre lo había tenido aburrido.

Chasqueó la lengua y soltó un leve gruñido al recordar que no estaba haciendo con su vida lo que en verdad quería, que nunca lo habían dejado seguir su sueño, pero unas suaves manos le desbrocharon los primeros botones de su pulcra camisa y se colaron dentro para acariciar su pecho.

-¿Por qué no me avisaste que habías llegado?- le reprochó una suave voz en su oído.

-Lo siento, Jiminnie, pensé que tal vez ya estarías durmiendo- respondió girando la cabeza para besar a su compañero. El menor puso sus manos en la nuca del rubio, alargando más el contacto.

-Sabes que siempre te espero- dijo el castaño, abrazando al mayor, reposando la cabeza en su hombro. –De nuevo tienes el rostro fruncido.

YoonGi soltó una risa suave ante la observación del menor, a pesar de todo, Jimin siempre sabia como sacarle una sonrisa.

-¿Tienes hambre?- preguntó Jimin mientras deshacía  el abrazo y caminaba a la cocina. -¿Te preparo algo?-

-Solo un café, por favor- respondió el rubio.

-Estás loco, no te daré café a estas horas de la noche, no podrás dormir- le regañó el menor. –Te preparare un té-

El mayor solo respondió con un bufido y se dirigió a la habitación que compartían. Esta se encontraba en el segundo puso, con el baño y otra habitación que YoonGi usaba como estudio. Se cambió por ropa más cómoda y bajo a la cocina con el menor, que ya tenía su taza lista.

-¿Te iras a dormir apenas termines?- le preguntó Jimin, al ver que el mayor tomaba la taza y se disponía a salir.

-No, amor- dijo el rubio mientras subía la escalera. –Iré al estudio a ver un par de cosas y luego iré a la cama-

-Entonces me iré a dormir- le informó el menor. Jimin apagó las luces del primer piso para luego dirigirse a su habitación.

El mayor entró a su estudio y dejó la taza sobre el escritorio, se sentó frente a su computadora y comenzó a ingresar las finanzas del mes en la plantilla anual mientras bebía su té. Su empresa era de diseño y publicidad, herencia de su padre y aunque lo llevaba todo de maravillas, siempre había odiado todo lo que era el trabajo de oficina y administración. Pero su progenitor siempre le dijo que sus sueños no valían ni la milésima parte de la empresa, por ende los tuvo que dejar para convertirse en dueño del imperio que forjó su familia, un imperio que él no quería.

Cuando termino de teclear la última información y su taza se hallaba vacía, apagó el aparato y se encaminó a su habitación, ya eran pasadas las dos de la madrugada. Entró a su habitación sin hacer ruido y cerró la puerta tras de sí, sentía la suave respiración del menor, lo que le indicaba que ya estaba profundamente dormido. Como ya tenía su pijama puesta solo se metió bajo las sabanas y abrazó al menor por la espalda. El castaño al sentir los brazos de su pareja, en un acto inconsciente, se giró para acurrucarse contra el pecho del mayor, YoonGi solo sonrió y le dio un suave beso en la frente, antes de dejarse llevar por el sueño.

 

No pensaba que ese día saliera el sol, pero los suaves rayos que se colaban en la habitación lo habían despertado, se acomodó para continuar durmiendo y se percató que tenía la cabeza apoyada en el tonificado pecho del castaño. Se acomodó un poco más, pasando los brazos por la cintura de su pareja, cuando se disponía a cerrar sus ojos, sintió un beso en su cabello.

-YoonGi, ¿estas despierto?- le susurró el menor mientras pasaba una mano por su rostro.

-No- respondió huraño, el mayor, dispuesto a seguir descansando. Era fin de semana, por ende no tenían que ir a trabajar y en parte eso era un alivio, trataba de alejarse lo que más podía de todo el ajetreo laboral que le significaba dirigir la empresa. Y por otro lado, Jimin tampoco trabajaba, así que podían pasar algo de tiempo junto.

-No te duermas, YoonGi- le reprochó el castaño picando su mejilla.-Prometiste que saldríamos hoy-

A veces el rubio se preguntaba como el menor, siendo tan energético, se pudo haber fijado en alguien tan perezoso como él. No tenía una excusa para no cumplir, de verdad le había prometido salir ese día, así que muy a su pesar, se alejó del pecho de Jimin para dejarlo libre.

-Está bien, pero tú te levantas primero- habló el rubio contra la almohada, acomodandose para dormir un par de minutos, mientras el menor se arreglaba. El castaño solo rió y caminó hasta el baño para ducharse. Luego de veinte minutos, YoonGi sintió como la puerta de la habitación se abría y se giró para encontrarse con un Jimin desnudo de la cadera hacia arriba, dejando ver su tonificado pecho y abdomen. El mayor no podía negar que el físico de su pareja fuera envidiable y que además le encantaba, pero nunca se lo había declarado a Jimin.

-¿Qué pasa, YoonGi?- pregunto el castaño con mirada felina. -¿Te gusta lo que ves?-

Solo en ese momento el rubio se percató de que probablemente debía tener una cara de baboso que nadie se la quitaba, se levantó rápidamente para ir al baño.

-Hey, no me has respondido- le reprochó el menor, tomando su brazo cuando paso junto a él. YoonGi solo lo miro a los ojos, tragando saliva con dificultad, el castaño sabía cómo encerrarlo. Al ver que el mayor no atinaba a nada y estaba estático en su lugar, Jimin  se acercó a sus labios susurrando un suave “sé que te gusta” y robándole un necesitado beso. El mayor no hizo más que responder  para luego separarse del castaño antes de que las cosas pasaran a mayores, porque no lo podía negar, cuando su pareja se ponía en ese plan, él no podía decir que no.

Tomó una ducha y luego se dirigió a la habitación para vestirse, para su alivio Jimin ya no estaba y supuso que debía estar preparando el desayuno. Se vistió y tomo un balón de basketball que su pareja le había regalado en uno de sus cumpleaños pasados, bajó las escaleras encontrando al castaño en la cocina con el desayuno casi terminado, se iba a acercar para ayudarlo pero el menor se lo impidió.

-Hoy no me ayudes, solo siéntate- le indicó. El rubio se sentó en su silla habitual. –Aquí tienes, hyung-

YoonGi no estaba acostumbrado a que Jimin lo tratara con esa formalidad pero su atención se fue directamente al plato con unos deliciosos hotcakes con frutas y miel de maple. El menor se sentó frente a él y sonrió al ver la expresión del mayor.

-¿Solo te quedaras mirando la comida?- se burló Jimin.

-Claro que no, niño insolente- le respondió YoonGi, tomando los cubiertos y llevándose un poco de comida a la boca, estaba realmente delicioso, pero que Jimin cocinara bien no era una novedad para él.

Su desayuno transcurrió tranquilo y cuando terminaron, tomaron sus cosas para salir. No irían muy lejos, hace un par de meses que Jimin lo había hecho prometer que le enseñaría a jugar basketball y eso era lo que harían, aunque después de eso tenía pensado llevarlo a comer a algún lugar tranquilo. El departamento donde vivían lo había escogido el menor, le gustaba ese lugar y lo convención del sector en el que se ubicaba, cuando su pareja le comento que estaba muy cerca de un enorme parque que resultaba ser el gran pulmón verde de la ciudad.

Caminaron un par de cuadras antes de internarse  en el gran lugar, que contaba con todo tipo de recreación como mesas de ajedrez, un skate park, juegos para niños y canchas de basketball.

Jimin le quitó el balón de las manos al mayor y corrió dribleando hasta una de las canchas vacías, lanzó a uno de los aros y falló. YoonGi solo soltó una risa ligera y dejó a un lado el bolso que habían traído.

-Jimin, el problema está en la postura de todo tu cuerpo- le reprendió el mayor. –Empiezas con una mala postura-

Le quitó el balón al castaño y lo lanzó, encestando limpiamente. El menor soltó un gruñido ante la facilidad de su pareja para anotar, cogió el balón y se puso a un lado del rubio.

-Bien, primero tienes que flectar las piernas, recuerda que la fuerza para lanzar viene desde ahí. Ahora apunta, tu mano izquierda sirve como un guía y tu mano derecha es la que lanza, la fuerza parte desde las piernas flectadas, recorre todo tu cuerpo y llega hasta tu muñeca, para lanzar- el explicó el mayor, Jimin siguió cada una de las instrucciones del mayor, siendo corregido en la posición de las manos. Luego de intentarlo un par de veces, por fin pudo encestar una vez, se giró feliz para mirar a YoonGi quien le devolvió una suave sonrisa.

El menor le propuso jugar un uno v/s uno, YoonGi sabía que le iba a ganar a su pareja pero de todas formas le dio en el gusto, esa era una de las cosas que amaba del castaño, sus ganas por desafiarlo en todo. Al principio el juego fue suave pero poco a poco fueron incrementando la dificultad y el menor comenzaba a ver las verdaderas habilidades de su pareja. Estuvieron alrededor de dos horas jugando hasta que YoonGi se dio cuenta del cansancio del castaño y de que ya lo iba superando por muchos puntos, además que ya era hora de comer algo, así que decidió finalizar por ese día sus clases de basketball.

Tomaron sus cosas que comenzaron a caminar a la salida del lugar, fue entonces que Jimin, como si le hubiera leído la mente al mayor, le pregunto si podían comer en algún restaurant. Por supuesto que YoonGi acepto, ya que ese era su plan desde el principio y esa era una de las cosas que tenían en común, solían adivinarse pensamientos, a veces hasta terminaban las frases del otro.

Caminaban despacio, sin ningún apuro, aún tenían el resto de la tarde para estar juntos y hacer cosas o tal vez, hacer nada y solo existir con la compañía del otro. Mientras avanzaban, Jimin tomó la mano del mayor entrelazando sus dedos, solían hacerlo siempre que salían a algún lugar, incluso en fiestas a las que eran invitados, no tenían miedo de mostrar su relación y poco les importaba lo que la gente pensara de ellos. Fueron a uno de sus restaurant favorito, un lugar más tranquilo que lujoso, la verdad era que no les gustaban los lugares excesivamente lujosos. Se sentaron en una mesa y ordenaron la comida que llego en pocos minutos, tenían conversaciones triviales y reían de vez en cuando. La verdad era que el menor era una de las pocas personas que podía hacer reír a YoonGi y eso fue, desde el primer día que se conocieron, en un encuentro casual pero aparentemente predestinado. La primera vez que el rubio vio al menor supo que sería el amor de su vida y que definitivamente tenían que estar juntos para siempre, al igual que el castaño que no pudo apartar la mirada del mayor en el primer encuentro que tuvieron y de eso ya habían pasado cuatro años, cuatro años en donde habían tenido una relación estable pero no sin discusiones o puntos de vistas distintos, pero nada que una conversación no arreglara. YoonGi se impresionaba que todo fuera bien con Jimin, creía que el castaño lo dejaría en cuanto descubriera todos sus defectos, y se equivocaba, porque cada vez que el menor veía algún aspecto negativo en el mayor, lo enfrentaba con una dosis de empatía y cariño que impresionaba al rubio.

-¿Podríamos hacerlo, no crees?- escuchó como Jimin le preguntaba mientras tocaba su mano sobre la mesa.

-¿Eh?... ¿Hacer que?- el mayor volvió a la realidad luego de estar divagando. El menor soltó una suave risa.

-Ni siquiera me estas escuchando, Min YoonGi- sonrió su pareja, sabía que últimamente el mayor se perdía en sus pensamientos.-Podríamos tomarnos unas vacaciones a fin de año, irnos de viaje-

-Claro, amor- respondió con una sonrisa, acariciando la mano del menor.

Continuaron con su conversación sobre el viaje mientras caminaban por la ciudad y a veces se distraían en alguna tienda de accesorios o ropa, a veces YoonGi se quedaba parado frente a una tienda de computadoras, viendo las cualidades de cada una, pensado en cuál sería la mejor para programas de composición musical, pero después de unos segundos descartaba totalmente la idea de su mente y tiraba de la mano a su pareja para que lo siguiera. Jimin aún no se daba cuenta de las preocupaciones que tenía su pareja, el rubio siempre había sido un poco gruñón y serio, así que no tomaba en cuenta sus cambios constante de humor o al menos no se los tomaba muy enserio.

Luego de una larga caminata y de que el menor comprara muchas golosinas, volvieron a su hogar cuando había empezado a atardecer. Prepararon la cena y luego se sentaron por un rato a ver la televisión, nada interesante, solo programas de variedades o alguna que otra película aburrida. El rubio se levantó del sofá que compartían y se dirigió a la escalera, ya se había aburrido de la soporífera transmisión.

-¿Dónde vas?- le preguntó el menor, viendo como subía la escalera.

-Ya me aburrió la televisión, no hay nada interesante, me daré un baño- respondió, llegando al segundo piso. Jimin apagó el aparato y subió las escalera de a dos, alcanzando a su pareja cuando este iba entrando al baño.

-Tienes razón, YoonGi- habló el castaño cerrando la puerta tras de sí y quitándose la sudadera que traía. –Deberíamos tomar un baño-

El rubio se giró al escuchar la voz del menor y se encontró con un Jimin con el torso desnudo, dejando a la vista su trabajado cuerpo.

-Yo...Jimin- el menor se acercaba cada vez más, disminuyendo la distancia en los dos cuerpos.

-¿Te vas negar, hyung?- preguntó, acercando sus labios a los de su pareja, dejándolos a unos tortuosos milímetros de separación, mientras miraba directamente a los ojos del contrario.

-Tu sabes que no, Jiminie- susurró el rubio antes de estrellar sus labios con los del menor en un beso necesitado y demandante, y es que Jimin es su única maldita droga. Se fundieron en un beso desesperado, el menor se aferró al cuello de YoonGi enredando sus dedos en su cabello, mientras que el rubio lo apegó más a él aferrándose a su cintura. El castaño introdujo su lengua en la boca en la boca del mayor comenzando una guerra que nunca tendría un claro vencedor,  el rubio lo hizo girar para acorralarlo contra la puerta corredera de la ducha, se alejó de sus labios y comenzó a repartir suaves besos por la suave piel en el cuello de Jimin. El menor dejaba escapar leves suspiros gracias a la atención de su pareja, acercó sus manos al inicio de su playera y se la quitó, dejan al mayor en igualdad de condiciones, acarició la pálida piel del rubio causando que el contrario se estremeciera.

-YoonGi… ¿No íbamos a tomar un baño?- lo interrogó el menor, empujando un poco a su pareja para alejarlo. Abrió la puerta de la ducha y dio el agua caliente, el mayor se le acerco y mordió suavemente la clavícula de Jimin para luego repartir besos hasta su cuello y llegar a los labios del castaño. El menor, mientras le correspondía, bajo sus manos a los pantalones del rubio abriéndolos y deshaciéndose de ellos junto con su ropa interior, dejándolo completamente desnudo, para luego hacer lo mismo con sus prendas. Abrazó al mayor por la cintura y lo apego a él, introduciéndolo bajo el agua tibia. YoonGi se dejó llevar y cuando estuvo dentro, acorraló al menor contra las frías baldosas de la pared  que contrarrestaban con el calor corporal que sentía. El rubio volvió a apoderarse de la boca del menor pero esta vez en un beso suave y lento, tratando de memorizar los labios ajenos, que ya conocía de memoria pero que nunca lo aburrían, mientras que Jimin se derretía en cada caricia que le regalaba su pareja y él se las devolvía, sabiendo donde tocar y acariciar. Cortó el beso para respirar y comenzó a besar y lamer la clavícula del mayor pasando por su cuello, dejando pequeñas marcas, porque le encantaba advertir que YoonGi era solamente suyo.

YoonGi se percató que su pareja estaba despertando, así que mientras el menor se entretenía con su cuello, envolvió su mano en la entrepierna de él, sacándole un gemido. Jimin lo miro completamente excitado y el mayor junto su frente con la de su pareja, empezando un rítmico masaje en su miembro. El castaño no dejaba de mirarlo a los ojos, mordiendo su labio inferior para acallar algunos gemidos que de todas formas se le escapaban. El rubio no pudo resistir a la vista de los húmedos labios del menor y sus mejillas sonrojadas, acorto la distancia besándolo de nuevo, apoderándose de su boca, silenciando alguno de los gemidos de su compañero.

Jimin tomó la mano libre de su pareja y cortó el beso para introducir tres de los dedos del mayor en su boca, lubricándolos, sin apartar la mirada de los ojos de YoonGi, quien soltó un gruñido ansioso con la vista que el menor le estaba ofreciendo. El mayor apartó los dedos de la boca de su pareja cuando considero que estaban lo suficientemente lubricados, dejando un corto beso a cambio, dirigió su mano al trasero del castaño para comenzar a prepararlo. Jimin sintió una leve molestia con el primer dedo, pero con el segundo y tercero le comenzaron a causar un placer increíble combinado con la atención que estaba recibiendo entre sus piernas. Jimin apartó la mano del rubio de su entrepierna cuando comenzó a sentir un fuerte cosquilleo en su vientre.

-Si sigues así, me voy a venir- susurró el menor. Mordió el labio del mayor y se subió a horcajadas en las caderas del rubio, rodeándolo con sus piernas. –Hazlo ya, YoonGi-

El rubio tomó al menor por sus nalgas, apegándolo más a la pared y comenzando a introducir su hombría lentamente, sacándole roncos gemidos al castaño que morían en su oído, incitándolo a seguir hasta adentrarse completamente.

-Jiminie… Eres tan perfecto- habló con voz grave el mayor mientras esperaba a que el menor se acostumbrara. Y cuando Jimin le dio la señal para continuar, empezó con un suave y tortuoso vaivén que les arrancaban sonoros gemidos a ambos, el calor que sentían era tanto que el agua que caía se sentía helada en sus pieles, YoonGi embestía cada vez más rápido, y era que la estreches del menor lo volvía loco, hasta tal punto que alcanzo a tocar el nervio exacto que borraba de la mente del menor cualquier rastro de conciencia y ahora lo tenía pidiendo por más, gimiendo más fuerte y repartiéndole mordiscos en el cuello, jalando su cabello. Mientras el rubio gemía cada vez más ronco por el placer que le causaba la presión alrededor de su miembro.

Pasaron varios minutos antes de que la fricción y las embestidas de YoonGi hicieran que una corriente eléctrica atravesara la espalda del castaño, haciendo que llegara al clímax gritando el nombre del mayor y arañando sus costados, lo que hizo que los niveles de excitación del rubio llegaran al límite.

-Jimin- soltó un gemido ronco, corriéndose dentro de su pareja y apoyando su frente contra la del menor, mientras recuperaban el aliento. Abrazó al castaño contra su cuerpo, el menor descanso su cabeza en el hombro de su pareja unos minutos hasta que se sintió un poco más recuperado y bajo de las caderas del mayor. Buscó sus labios para depositar un largo y suave beso en ellos, a lo que YoonGi respondió gustoso y cuando se sintieron más descansados comenzaron a limpiarse bajo el agua de la regadera.

Salieron del baño y se dirigieron a su habitación mientras se secaban. YoonGi arrojó su toalla al suelo y se acercó al menor quitándole la suya y comenzado a secar su castaño cabello, Jimin solo se dejó hacer  sonriendo ante la acción del mayor. Cuando termino lanzó la toalla a cualquier lugar, empujó al menor contra la cama y se puso sobre él.

-¿Pasa algo, YoonGi?- le preguntó, ya que el mayor no dejaba de mirarlo.

-¿Te he dicho alguna vez que eres hermoso?- dijo el rubio, mirándolo intensamente. El menor soltó una leve risa.

-Sí, muchas- respondió el menor rozando sus labios. –Pero tú también lo eres, amor-

-Te amo, Park Jiminie- susurró YoonGi, casi nunca le decía cuanto lo amaba o que tan importante era para él, sabía que a pesar de todo su pareja lo entendía, entendía cada mensaje subliminal que le mandaba, entendía cada acción que demostraba cuán importante era para él. Selló su confesión con un suave y lento beso, tratando de transmitirle todos sus sentimientos al menor.

-Yo también te amo, YoonGi- sonrió sobre sus labios, dándole un corto beso.

Se metieron a la cama y se acurrucaron el uno contra el otro, Jimin apoyó su cabeza en el pecho del mayor y entrelazó una de sus manos con la de él, antes de caer completamente dormido. El rubio se quedó unos minutos más despierto, acariciando el castaño cabello del menor y depositando suaves besos en su frente, hasta que por fin se quedó profundamente dormido.

 

El sonido de la alarma lo sacó de su tranquilo sueño, se removió en la cama, desperezándose. Notó que su pareja ya no se encontraba a su lado, como era común en un día de semana, YoonGi tenía que estar en la oficina muy temprano y se iba de la manera más silenciosa posible para no despertar al menor.

El castaño tenía un trabajo más relajado pero no menos exigente, se dirigió al baño para tomar una ducha y luego desayunó, algo liviano pero nutritivo, finalmente preparó todas sus cosas y salió del departamento.

Le gustaba caminar a su trabajo, a pesar que el rubio había comprado un auto y había insistido en que Jimin lo usara, pero el prefería ahorrarse el estrés del trafico así que solo lo usaban para ir de viaje o hacer las compras, después de todo la academia donde el castaño trabajaba quedaba cerca del departamento y si salía con el tiempo suficiente podía caminar con pasos tranquilos.

Cuando llegó al estudio saludó a los encargados y a algunos de sus alumnos, dejo sus cosas en su casillero y se preparó para otro día de clases. Como llegó temprano y aún faltaba para que empezara su clase, empezó por preparar la música y conecto su reproductor a la amplificación, estaba eligiendo los temas de ese día, cuando alguien toco su hombro y se sentó a su lado.

-Buenos días, hyung- lo saludó un chico de sonrisa encantadora.

-JungKook, no escuche cuando entraste- dijo sorprendido el castaño. –Buenos días-

-¿Qué bailaremos hoy?- preguntó el menor, acercándose para ver la lista de canciones.

-Algo de Hip-Hop, ¿A ti te gusta, no?- le sonrió Jimin mientras le mostraba la selección que tenía.

-¿Las elegiste para mí, hyung?- preguntó el menor, mirándolo provocativamente.

-Claro que no- respondió Jimin soltando una risa y dándole un empujón suave al menor. Sintieron como los demás entraban a la sala y saludaban al mayor y a JungKook. Jimin los saludo a todos y comenzaron con la clase, el baile siempre había sido su pasión y cuando se lo dijo a sus padres, a pesar de que en un principio recibió una respuesta negativa de ellos y un “es solo una etapa”, les demostró que no era así, hasta que los convenció de que eso era lo que debía estudiar. Al terminar sus estudios, decidió que era una buena idea ser profesor de baile y hasta ese momento le había ido excelente con las clases, encontró trabajo en ese estudio y luego conoció a YoonGi, así que para él la vida estaba perfecta así como iba.

Las clases de extendían por seis horas diarias y la mayoría de los chicos quedaban agotados con ellas y con la energía que tenía su profesor, pero no JungKook, él tenía tanta energía como Jimin y podía seguirlo en la mayoría de las coreografías sin importar cuales fueran. Se podría decir que era su alumno prodigio y el castaño solía exigirle un poco más que a los demás, lo había llevado a varias competencias y a veces bailaban juntos para dar algún ejemplo. A Jimin le encantaba la fuerza y el potencial que tenía el menor, pero no iba más allá que una relación profesor/alumno para él, veía un excelente futuro en el menor.

Cuando terminaron las clases, todos se despidieron con una reverencia a Jimin y se fueron agotados a los camarines para bañarse y volver a sus hogares o a lo que tuvieran que hacer, excepto el menor, que siempre esperaba al castaño para caminar juntos.

-Hyung- lo llamó JungKook cuando lo vio salir con sus cosas.

-Oh JungKook, ¿hoy caminas conmigo?- le preguntó Jimin poniéndose su mochila. Tenía el cabello húmedo y a los ojos del menor se veía más atractivo de lo normal.

-Sí, claro- le sonrió el menor comenzando a caminar su lado. –Fue una buena clase, hyung-

-Me alegro que te gustara- el mayor le devolvió la sonrisa y bebió un poco de agua. –Lo hiciste muy bien hoy, ágil y prolijo, buen baile JungKook-

El menor se sonrojó, le gustaba la presencia de Jimin, le gustaba la sonrisa de Jimin, le gustaba Jimin, más que cualquier cosa.

-No creo que sea para tanto- dijo el menor queriendo parecer desinteresando, pero le encantaba  llamar la atención, más aun si era la del castaño.

-Tienes un gran futuro- le dijo el mayor, aunque no era nada que no le haya dicho antes.

Siguieron caminando hasta llegar al cruce donde tenían que separarse, la verdad era que el menor se desviaba un poco de su recorrido para estar un poco más de tiempo con el castaño y averiguar más de su vida, aunque el menor sospechaba que tenía una relación, Jimin nunca le había hablado abiertamente de ese tema. Y la verdad no era algo que a él le importara mucho.

-Bueno, JungKook, aquí nos separamos- le dijo el mayor sonriéndole.

-Sí, hyung- respondió el menor un poco triste.

-Nos vemos mañana- Jimin se despidió con la mano y dio la vuelta para seguir su camino cuando sintió que alguien lo retenía de la manga.

-¡Espera!- dijo el pelinegro, con un leve sonrojo que trataba de ocultar mirando hacia otro lado. –Yo… Quería saber, sino te molestaría ir a tomar un café mañana-

Jimin lo miró un momento, le pareció tierna la forma de reaccionar que tuvo el menor y luego recordó que tenía un par de años menos.

-Claro después de clases no hay problema- le sonrió el castaño, JungKook le devolvió una sonrisa tímida y lo soltó para que siguiera su camino.

-Entonces, hasta mañana Jimin-hyung- le dijo el mejor.

-Hasta mañana- le respondió el mayor y retomo su camino. Era la primera vez que uno de sus alumnos le pedía algo como eso, pero él no lo veía como nada fuera de lo común y al rato el tema paso a segundo plano. Pasó por una tienda de pasteles donde compró los favoritos de YoonGi, no era un día especial pero él creía que podía llenar la vida de detalles aunque no fuera una ocasión especial, y además el mayor solía llegar muy estresado y de mal humor de su trabajo. A veces se preguntaba  que sería lo que molestaba tanto al rubio, pero creía que si el mismo no se lo decía, debía ser algo sin importancia y que luego iba a solucionar, no lo dejaría de amar por algo así.

Al llegar a su departamento se sorprendió de ver la chaqueta del mayor en el sofá, no solía llegar antes que él, dejo los pasteles en la nevera y subió corriendo las escaleras y entró al estudio de su pareja, lo encontró frente a la computadora. El mayor solo lo miro confundido por la forma de entrar y siguió tecleando, pero Jimin se acercó a él, abrazándolo por la espalda.

-Hoy llegaste más temprano- dijo feliz el castaño, dejándole un beso en el cabello.

-Aja- fue la simple respuesta del mayor que un estaba concentrado con sus cosas.

-¿Por qué?- lo interrogó, mirando los números en la pantalla.

-Porque yo quise- dijo YoonGi besando una de las manos de su pareja.

-Eso es nuevo- dijo Jimin y soltó una risa.

-¿Qué tal te fue en clases?- preguntó el mayor mientras guardaba el archivo y giraba la silla para quedar frente a Jimin.

-Excelente, hicimos algo de Hip-Hop, fue duro y varios quedaron muertos al final- le informó su pareja soltando una risa al recordar la cara de sus alumnos.

-Sí, con un profesor como tú, es imposible no quedar agotado- opinó YoonGi levantándose de la silla y caminando fuera de la habitación, suponía que el menor debía tener hambre. –Vamos a comer algo y me sigues contando-

-Claro, tengo mucha hambre- dijo el menor siguiendo al rubio. –Pero a JungKook nada lo cansa, tiene mucha energía y un gran futuro-

JungKook, otra vez ese nombre, a YoonGi le hervía la sangre escuchar el nombre del menor, cada vez que Jimin le hablaba de lo que hacia ese niño o lo que había logrado o lo bueno que era en el baile, sentía unos celos que lo carcomían desde lo más profundo, que lo enojaban, que lo hacían pensar irracionalmente, pero siempre trataba de ocultarlos en un bufido desinteresado o en un “¿Ah sí?”, como respuesta.

-Genial- respondió esta vez, sin ánimos, entrando a la cocina con el menor tras él.

-Sí, se podría decir que es mi alumno prodigio, podríamos hacer un gran equipo- le habla el castaño, sin darse cuenta que del enojo del mayor que iba en aumento. –Ah y quedamos en que iríamos por un café, mañana-

-¿Qué?- preguntó YoonGi, queriendo haber oído mal.

-Que me quedamos en ir a tomar un café mañana, le dije que si- respondió el menor viendo que podían cocinar.

-¿Por qué?- quiso saber el mayor, porque su pareja había aceptado.

-No sé, tal vez quiere hablar de algo- respondió Jimin, él no le daba tanta importancia al asunto, solo era un café.

-¿Por qué aceptaste, Jimin?- especificó el rubio, su voz era de rabia total y el castaño se dio cuenta de eso, giro para encontrarse con el rostro enojado de su pareja.

-YoonGi… Vamos no te molestes- se trató de acercar pero el mayor le hizo un seña con la mano para que se quedara dónde estaba.

-¿Acaso no ves las intenciones que tiene contigo?- el rubio comenzó a subir la voz.

-No y si las tuviera, no me interesan- respondió Jimin, aun no entendía porque su pareja empezaba a reaccionar así, de la nada.

-Si no te interesan, ¿entonces por qué aceptas salir con él?- volvió a preguntar el rubio.

-YoonGi es solo un café, además tal vez tiene algo que decir- dijo el menor, no podía estar más confundido por la reacción que estaba teniendo el rubio, parecía un niño pequeño, asustado y furioso.

-Te importa lo que él tenga que decir- susurró el rubio, agachando la cabeza. – ¿Acaso te importa lo que yo tenga que decir?-

-Has estado muy irritable este último tiempo, no te he querido molestar- se defendió el menor, quería acercarse y abrazar al mayor, pero YoonGi le decía con su lenguaje corporal que se mantuviera lejos.

-Ni siquiera te preocupa el porqué, Jimin. Ni siquiera te preocupa que me pasa, que es lo que me molesta, que me preocupa, no te importa nada, maldición- gritó el mayor, soltando toda su rabia y desesperación.

-YoonGi…- Jimin estaba impresionado por la reacción que había tenido su pareja, nunca lo había visto así.

-Olvídalo, Jimin. Solo, olvídalo- el rubio tomó su chaqueta y salió del departamento azotando la puerta.

 

Caminaba sin rumbo, ya estaba anocheciendo y los faroles de la ciudad comenzaban a encenderse en todas las calles. Tomó un autobús que ni siquiera sabía a donde lo llevaría, solo quería ir a algún lugar desconocido. Luego de ir por unos diez minutos y percatarse que no conocía por donde estaba yendo el vehículo, decidió bajarse. Miro alrededor para ver si encontraban alguna tienda que pudiera reconocer, el clima se empezaba a poner frio y nubes de lluvia cerraban el cielo, como si supieran que había discutido con el menor.

Se fijó en una pequeña cafetería que había en una esquina, se veía acogedora y necesitaba algo para poder relajarse y entrar en calor. Entró y se sentó en una mesa junto a la ventana, para observar a la gente pasar y pensar en todo lo que había pasado, ahora que estaba más tranquilo, se arrepentía de cómo había tratado a Jimin, seguro que el menor no podría estar más confundido con todo.

En la barra, un chico de cabello castaño se dio cuenta de la llegada del rubio y se disponía a tomar la orden del nuevo cliente cuando su compañero lo agarró a medio camino.

-Espera V- le habló un chico pelinegro. –Déjame tomar esa mesa, por favor-

-¿Qué?- el menor estaba confundido. -¿Por qué debería?, esa mesa me corresponde a mí-

-Por favor, V. Te daré la toda la propina que me dé, pero déjame atenderla- insistió su compañero.

-Está bien- desistió V, mirando al mayor como si fuera la persona más extraña en el mundo.

-Gracias, Tae-dijo el pelinegro, guiñándole un ojo y regalándole una sonrisa. El pelinegro se acercó a su jefe y le pidió que le preparara un latte. Cuando estuvo listo, puso la taza en una bandeja y se acercó al cliente que estaba sentado al lado de la ventana, sumergido en sus pensamientos. Entonces él pensó en cuanto tiempo había pasado desde la última vez que se vieron.

-Aquí tienes tu latte, Suga- YoonGi se giró sorprendido porque reconocería esa voz en cualquier parte del universo y lo vio, parado junto el, mientras dejaba la taza sobre la mesa.

-Hoseok- susurró mirándolo, solo el usaría su sobrenombre, solo él sabía su sobrenombre y pensó que de todos los lugares del mundo, porque su ex debía trabajar ahí.

 


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