Amor de primavera
Estación primaveral.
Era esa época del año donde la naturaleza volvía a despertarse con todas sus fuerzas, renovando el paisaje nuevamente con colores.
En su patio trasero, Castiel se encontraba dedicado a su jardín; eliminando la maleza crecida, nutriendo el suelo y regando una variedad de plantas que había cultivado a finales de septiembre; Jazmines, Malvones, Violetas, Rosas, Achiras y Plumerillos rosados que había comprado en el vivero municipal.
Él no era un experto jardinero, pero poseía el suficiente conocimiento, la paciencia y los elementos necesarios para desenvolverse como cualquier profesional.
Estaba tan ocupado en su labor que no escuchó el sonido de la puerta trasera abrirse ni tampoco la figura que se acercaba a él. Se sobresaltó del susto cuando sintió un repentino frío en su espalda, siseó antes de darse vuelta y ver a su novio con una sonrisa divertida en sus labios, extendiéndole una botella de cerveza bien helada.
—¡Dean!
El hombre se encogió de hombros inocentemente y rió.
—Hace calor aquí afuera, Cas... así que pensé en traerte un refresco.
—Y jugarme una broma...—dijo después de beber.
—Es que te veías tan concentrado y no podía resistirme— se inclinó y deposito un fugaz beso en los labios de Castiel a modo de disculpa.
Las temperaturas no eran tan elevadas como en verano, pero aun así, se podía sentía el picor del sol sobre la piel.
—¿Necesitas ayuda?
Castiel sacudió la cabeza.
—No, ya termine por hoy.
Dean asintió y dirigió su mirada hacia las flores. Tanto esfuerzo había dado su fruto y estaba contento de ver como Cas había hecho maravillas con el poco espacio verde que tenían.
—Entonces... no te molestara escuchar que necesitas darte un baño con urgencia, Cas—el hombre tenía el cabello revuelto y húmedo por el sudor, su rostro un poco enrojecido, sus brazos y manos sucias al estar en constante contacto con la tierra.
—Tienes razón. Lo haré cuando junte todas las herramientas...—comenzó a realizar la tarea sin percatarse de que Dean se iba murmurando algo para si mismo.
Castiel pasó su antebrazo por su frente y suspiró cuando terminó de guardar la mayoría de las cosas.
Dean volvió a su linea de visión y frunció el ceño al notar que entre sus manos sujetaba el pico rociador de la manguera.
—Dean...¿qué... qué estas haciendo?
—Bueno...pensaba... ¿por qué no darte de un baño a mi estilo?
—No, no lo hagas... te lo advierto...—le contestó con firmeza.
—Si, yo creo que sí, Cas...
Por instinto de supervivencia Castiel empezó a correr hacia la casa, pero un fuerte chorro de agua fría impactó en su espalda, mojando su camiseta.
Dean no paraba de reírse y Cas se giró con lentitud, mirando directamente al hombre. Entrecerró sus ojos, prometiéndole que la situación no se quedaría así. Dean le guiño el ojo como respuesta, incitándolo aún más.
Y sin pensarlo, iniciaron una batalla de agua que finalizó con la victoria de Castiel a causa de un despiste de su novio.
Los dos se situaban completamente empapados y recostados en el corto césped. Exhaustos, riéndose y viendo el cielo azul.
Dean se acercó más a su lado y fue el primero en hablar.
—Es hora de entrar a la casa... ya estoy sintiendo un poco de frío.
Castiel rodó encima de él, amoldando sus cuerpos.
—¿Y de quién es la culpa?
El hombre le sonrió sin dejar de ver su boca.
—Bien... ¿Y qué sucede si admito mi error, sol?—susurró Dean con voz ronca.
—Mmm...creo que eso seria un gran paso para el hombre...
—¡Cas!
Castiel se aproximó cada vez más.
—Por lo pronto... haría esto, Dean...—presionó sus bocas juntas en un explosivo beso.
Luego de unos segundos que parecieron interminables, se separaron.
Dean aclaró su garganta con mucha énfasis.
—No sé, Cas...tal vez.... tal vez deberías repetirlo... porque no estoy muy convencido del premio—le dijo con fingida seriedad.
Castiel rió antes de volver aplastar sus labios, profundizando el contacto y disfrutando de su unión.