20 de Octubre del 2013
Acabo de llegar a la ciudad donde vive mi padre, odio estar aquí; hay demasiado ruido y basura por donde quiera. Si tan solo mi abuela, la única persona que me cuidó y amó desde que nací no hubiese muerto yo no tendría que estar aquí, con mi estúpido padre.
Como se darán cuenta lo odio demasiado. Nunca se hizo cargo de mí y no supe de él hasta hace 3 años cuando yo tenía 13, mi abuela me contó que al nacer yo; él escapo con su amante (que en día de hoy es su esposa), mi madre al enterarse se volvió adicta y cayó en una fuerte depresión, murió unos años más tarde.
Desde entonces mi abuela me crió, era mi mejor amiga y de total confianza. Por lo que imaginaran cual vacío me siento al haber perdido a la persona más importante de mi vida.
De camino a mi futura casa pase por un cementerio, había mucha gente y vendedores tanto de flores como de arreglos para las tumbas.
Algo me decía que tenía que entrar, en realidad no sé por qué lo hice pero, no era malo echar un vistazo ¿cierto?
Al momento de acercarme a ese lugar de descanso absoluto; un señor de bigote frondoso y cabello canoso me saludo haciéndome una seña para que pasara, le correspondí al saludo de la manera más educada posible y me dispuse a entrar. Mire las tumbas un rato, todas estaban muy bien cuidadas, limpias y con gente alrededor de ellas.
Estuve vagando por ahí hasta que vi a un chico solo cerca de un mausoleo. No lo podía ver muy bien ya que estaba algo lejos y por curiosidad me le acerqué.
— Ah, disculpa...- hablé al mismo instante que se volteaba.
Y ahí fue cuando pude admirarlo completamente: su piel era algo pálida, su cabello tan negro como el carbón y sus profundos ojos verdes como las esmeraldas. Honestamente me parecía muy guapo pero encontraba algo extraño en él.
El chico se encontraba recargado en el mármol de la majestuosa tumba.
–Hola- Al saludarlo, un frío aire recorrió todo mi cuerpo. El chico posó sus ojos en mí, observándome muy bien de pies a cabeza.
Esto era extraño, de cierta manera me sentía intimidado.
–Hola- genial, por fin habló-¿Te puedo ayudar en algo?
–Uh... En realidad solo pasaba por aquí y te vi algo solo- él sonrió.
–En ese caso, ¿te gustaría quedarte a hacerme compañía?- me alegra que pregunte ya que sería un millón de veces mejor quedarme aquí a ver la cara de mi nueva familia, sin mencionar que es una excelente oportunidad para conocer a alguien agradable, pensé.
–Claro, por cierto…¿Cuál es tu nombre? Yo soy Adam, mucho gusto.- Extendí mi mano en su dirección esperando a que correspondiera a mi saludo.
–Mi nombre es Marcus, el gusto es mío- hizo una reverencia. Eso fue raramente… genial.
Ahora que lo pienso, ese tipo de saludos solo los he visto en películas que solía disfrutar con mi abuela, en su mayoría eran los príncipes o caballeros los que hacían la tan elegante reverencia.
Estuvimos conversando un rato, hablamos sobre nuestras vidas, o mejor dicho: sobre la mía; terminé contándole todo lo que pasó y el porqué estaba aquí. Un rato después me contó sobre las tradiciones de la ciudad y dijo que pronto sería el día de muertos, por eso podía ver tanta gente en los alrededores. Sin darme cuenta ya eran las 8 p.m. y no había llamado a mi padre para decirle en donde me encontraba, ni yo sabia donde se encontraba él.
–Oh dios mío, ¡me tenía que haber ido hace horas!-grité haciendo saltar a Marcus del susto, este solo me miró fijamente y unos segundos después soltó una carcajada.
–Tranquilo, si das una buena excusa tal vez no te diga nada.-Se llevo las manos a la nuca y volvió a recostarse en el árbol junto al mausoleo.
–No es por eso, el viejo me importa una mierda, lo que me preocupa es que si no encuentro la casa no tendré en donde dormir hoy.
–¿Sabes su dirección? Yo podría llevarte.
–Sí, por aquí la tengo...- rebusqué entre mis cosas y le di el papel que contenía la dirección.
–Bien, está cerca de aquí, vamos, antes de que oscurezca más.-Tomó mi mano y salimos del cementerio.
En el camino pude ver algunos lugares: una biblioteca, un pequeño parque, un ciber café y hasta un mini market. Después de 15 minutos llegamos al lugar, de lejos pude identificar cuál es la casa en donde viviría de ahora en adelante, lo supe porque tenía la inicial de mi apellido casi en el techo de la casa (ya saben, como todo “rico” presumido).
Dimos unos cuantos pasos y paramos bajo una farola frente a la gran casa.
–Bueno, ya estamos aquí...-ay, no quería despedirme, de hecho, ni siquiera quería entrar pero tenía que hacerlo.
–Me divertí mucho contigo hoy, Adam.-sonrió- ¿Crees que pueda verte mañana?
–Claro, aunque como no conozco tanto el lugar sería mejor si nos encontramos aquí mismo, espero no molestar tanto con ello...
–No te preocupes, te veré aquí a las 10.- fue retrocediendo mientras hablaba pero seguía manteniendo su cálida sonrisa.- Buenas noches, Adam.
– Buenas noches...- Vi cómo se alejaba y desaparecía en la oscuridad de la noche.