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Dead feeling por Misaki999

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Notas del capitulo:

Disculpen la tardanza C:
Lo dejé porque creí que no era muy interesante, pero pasó algo en mi vida que me hizo tenerle más amor a la historia, espero que la disfruten <3

20 de octubre del 2013

 

Después de que Marcus se fuera me adentré más a lo que a partir de ahora sería mi nueva residencia. En el jardín había tanto flores como árboles de distintos tamaños y formas, una fuente gigante y lo que parecía una terraza con piscina. “Vaya que se dan la buena vida” pensé, recorrí un largo sendero y de pronto me encontraba ante las grandes puertas de la mansión; toque el timbre y en el mismo instante  las puertas se abrieron, lo primero que vieron mis ojos fueron al menos unos 20 sirvientes, o esos fueron los que pude contar.

 

El mayordomo que abrió la puerta se  acercó a mí y con sumo cuidado me quito la chaqueta.

 

—  Bienvenido, joven Adam -pronunció con un débil acento japonés- el amo Cambridge lo está esperando en la biblioteca.

— Eh, gracias... Disculpe ¿Dónde se encuentra la biblioteca?

— Por eso no se preocupe, yo lo guiaré hasta allá. ¿Trae equipaje consigo?

— Ah no, sólo mi chaqueta.

— Correcto. — Con rapidez y elegancia saco una libreta del bolsillo interno de su traje. — ¿Qué colores suele usar normalmente? ¿Pantalones o prefiere shorts? ¿Suéter o chaleco? ¿Alguna marca en especial? ¿Qué opina sobre los cuadros en la ropa interior? ¿Le gustarían bóxers o...?

 

Confundido por tantas preguntas sobre algo tan simple como la ROPA decidí cambiar el tema.

 

— Verá, ahora mismo estoy cansado por el viaje y no estoy de humor para hablar sobre ello. Si no le molesta me gustaría hablar con mi padre.

 

— Como desee, señor. — ¿Me acaba de decir “señor”? ¡Hace unos momentos era “joven Adam”! ¿Cómo me hice tan viejo en segundos? Aunque, tampoco es que me moleste mucho, pero, ¿en serio me dijo señor?

 

Parezco una chica insegura y con su período; ni yo me entiendo...

 

El mayordomo me guió por un pasillo largo con millones de puertas de caoba, cuadros de paisajes preciosos y una tenue luz individual para cada uno. Subimos unas escaleras en espiral, la cual, daba directamente con la biblioteca.

 

— Hasta aquí llego yo, joven. Su padre lo espera. — dicho esto se retiró, dejándome con el corazón en un puño.

 

La extraordinaria habitación estaba llena de estanterías elegantes y sofás aterciopelados,  al fondo de tantos lujos se encontraba un escritorio ejecutivo; donde estaba mi padre. Sí, lo odio pero estaba muy nervioso, digo, es la primera vez que lo veo, ¿tengo el derecho de sentirme extasiado y triste, no? 

 

NARRADOR:

El Sr. Cambridge vio con nostalgia a su hijo, parecía algo sorprendido, mantuvo el contacto visual.

 

— Te pareces mucho a tu madre en su juventud, pero definitivamente tienes mis ojos. — sonrió, sus pasos eran lentos pero cada segundo que pasaba estaba un centímetro más cerca de Adam. Esto sólo se quedó callado, estaba muy nervioso, cabizbajo retrocedió un paso y levantó la vista para ver por el gran ventanal de la biblioteca, desde ahí podía observar la luna. — Por cierto, lamento lo que sucedió con tu madre y tu abuela, eran unas grandes mujeres. — suspiró fingiendo pesar, era notable lo falso  en sus palabras.

 

— No parecía importarte hace 16 años, ¿verdad?—Cuando por fin sus miradas se encontraron, Adam no pudo contener  sus lágrimas por más tiempo, sin embargo lo veía con rabia, estaba realmente furioso, quería respuesta que sabía jamás le serían reveladas. Su padre carraspeó.

 

—Entiendo que no te agrade pero...—inmediatamente fue interrumpido.

 

— No sólo no me agradas, te odio. La única razón por la que estoy aquí es porque el estado no me deja vivir solo. Por mi edad nadie en un orfanato querría adoptarme, no quiero esperar 5 años para ser libre.

 

El frío dolor del rechazo inundaba el corazón del Sr. Cambridge, quería enmendar los errores que cometió en el pasado mas no podía lograr su objetivo ante tanto odio y desprecio. No sabía muy bien qué hacer; su instinto fue acortando la distancia entre él y su hijo fundiéndose en un abrazo, el cual, desagradó a Adam, lo hacía sentir mal.

 

Intentó separarse pero el mayor no lo dejó hasta después pasados unos minutos.

 

— Ven, te llevaré a tu habitación. — tomó a Adam por los hombros y salieron de la biblioteca. Caminaban por los pasillos en absoluto silencio, este fue interrumpido por fuertes gritos.

 

— ¡ORDENÉ PLUMAS DE CISNE, NO DE UN ASQUEROSO Y REPUGNANTE GANSO!— momentos después oímos algo romperse y nos quedamos viendo el resto de la escena; una mucama salió corriendo y llorando de la habitación, detrás de ella una hermosa chica de rizos azabaches y ojos aceituna. — ¡Si serás así de sensible por un florero entonces eres inútil para este trabajo!

 

Adam volteó a ver a su padre, le sorprendió ver que no tenía reacción alguna, se mantenía tranquilo, tal vez el mal comportamiento de la chica era algo común. Volteó a verla una vez más y ella también lo hizo, aún parecía enfurecida.

 

— ¿Y tú quién eres?

—Elizabeth, quiero presentarte a mi hijo, Adam.— Intervino su padre antes de que el menos pudiese siquiera pensar su respuesta.— Le había pedido a tu madre que te hablara de él; aparentemente no lo hizo.

 

La expresión de la chica cambió completamente por una más agradable. Inmediatamente sacudió su largo camisón tratando de ocultar arrugas inexistentes.

 

—Mi nombre Elizabeth, puedes llamarme Eliza, encantada de conocerte. —como si se tratara de otra persona una enorme sonrisa se plantó en su cara, mostrando sus blancos y perfectos dientes.

—El gusto es mío. —mentía totalmente, le devolvió la sonrisa y la preciosa joven regresó a su habitación cerrando la puerta tras de sí.

 

Tocando la espalda de Adam, el Sr. Cambridge  lo llevó a la que sería su nueva habitación. Una vez frente a ella se detuvieron.

 

— Adelante. — Sin decir una sola palabra más se retiró dejando solo a su hijo.

 

ADAM PoV

 

Con total curiosidad abrí rápido y delicadamente la puerta, encontrándome con algo que, sinceramente, ya me esperaba.

 

Los muebles en su mayoría eran  aterciopelados, los colores que predominaban eran rojo y negro, había muchas ventanas, pequeñas y discretas, a excepción de una que apuntaba al jardín, era enorme.

 

Emocionado pero cansado corrí a la gran y acolchonada cama, cerré los ojos y sin darme cuenta caí en los brazos de Morfeo.


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