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Puppy eye por LILITH_HIWATARI

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Capítulo 3: Herencia familiar.

 

“-Pero, si conoces al hombre adecuado que te honré y te adore que haga lo que sea por ti y....sea tu devoto esclavo, ¿qué harías entonces?

- Sentir lástima.

– los locas Adams 2 “

Jay lo supo justo después de lo que Chad, antes de Audrey hubo alguien más, un hombre que definitivamente no había atacado a Carlos, uno que no tenía pretexto para matar, pero aquel chico le miro con sus enormes ojos  sus deliciosos labios pidiéndole en silencio,   se veía hermoso su mejilla salpicada en sangre solo hacía más contraste y sus pupilas totalmente dilatadas hacia sus hermosos ojos más maravillosos.

 

El beso justo ahí donde un cuerpo sin vida se cernía a sus pies, Carlos le devolvió el beso hambriento, decidió, totalmente amoroso, un amor falso que  aún no comprendía.

 

Era pequeño cuando le conoció, cuando aquel niño sucio llamo su atención recuerda verle correr entre las calles  un pequeño enano robando pan, buscando cualquier cosa para alimentarse, la primera vez que decidió llamar su atención este llevaba una vieja bufanda, la prenda era horrible de la peor calidad más sin embargo no pudo evitar arrebatársela ya que le hacía muy feliz, recuerda empujarle con fuerza solo para asegurarse de que supiera quien fue, solo para que le mirara.

 

De ahí todo fue peor, Jay empujo al niño cada que podía, robaba sus cosas y se burlaba sin descanso de él, como un niño tonto jalaba de las coletas de la niña que estaba enamorado sin saberlo, no supo que era amor, en la isla no existe algo parecido y sin embargo en algún momento sus ojos simplemente buscaron automáticamente al pequeño niño de pecas, sus manos buscaban alguna razón para tocarle, Jay estaba completamente jodido.

 

El día en que la barrera se quebró y una pisca de magia cayó sobre la isla fue el más impresionante de todos pues dejo una gran lección para todos, no solo descubrieron  aquella extraña amistad entre ellos, Jay aprendió algo más, una cosa terrible el dolor de ese niño, el saber que su madre solo lo veía como un esclavo.

 

Casi le corta el cuello a Cruella, casi apuñala su  espalda tras ver el abuso a Carlos, Jay estaba dispuesto a  matar a uno de los grandes si con esos salvaba a su pequeño niño de ojos de bambi, entonces fueron enviados a Auradon y por primera vez en la vida Jay se relajó, por que todo era más fácil, porque ahí Carlos podía estar seguro y eso le hizo dudar.

 

Escoger el bien fue lo correcto todos estarían libre pero lo más importante a salvo o eso se suponía, en Auradon no eran tan buenos como decían ser, cuando vio a Carlos ser atacado por Chad una ira se extendió por su piel, Jay quería rebanar el pescuezo de ese idiota, pero su niño ya se había salvado a sí mismo y por primera vez en su vida Jay dio gracias a crecer en la isla, a que Carlos supiera cómo defenderse.

 

Fue después que se dio cuenta que aquella no fue la primera vez para Carlos, después vino Audrey la princesa que pidió perdón a ellos y era agradable, sabía que a Carlos no le gustaba, Jay ilusamente creía que sentía celos de ella, de aquella por la que fingió interés antes de salir con él, así que cuando la mato no dio nada.

 

Se encargó de serle útil, de disponer de cada cuerpo evitando así que hubiera evidencia, Jafar había aprendido de sus errores y le mostro que uno nunca debe dejar cabos sueltos no importa lo seguro que estés de tu victoria, así que Jay limpiaba todo, se aseguraba que nada ligara a su hermosos niño a las muertes y miraba para otro lado cuando estas se hicieron más frecuentes.

 

Jay sabía que estaba mal, eran buenos ahora, Ben lo repetía todo el tiempo, Mal lo dejo entender cuando le entrego aquéllos medallones hechizados y Evie siempre que le abrazaba murmuraba un “se bueno”, nunca hablaron entre sí, nunca cruzaron palabra alguna sobre eso  sin embargo sabían, Jay podía verlo cada que Carlos daba un regalo nuevo, sentir la piel humana en los guantes nuevos, en la chaqueta, en las muñequeras en todo lo que él hacía, era simplemente aterrador.

 

Mas nunca dijo nada, se limitó a sonreír,  besar sus labios dejarse envolver por aquel acto tan bien ensayado de amor que su niño le daba, Jay había  pasado tanto tiempo, años buscando un tesoro obsesionado con ese niño en la isla que ahora que lo tenía no iba a perderlo, así que Jay decidió ignorarlo, cerro sus ojos ante cada una de las señales, actuó con demencia cada que Ben preocupado mencionaba los asesinatos, sonreía ante cada regalo de su amor, ante cada trofeo que el niño tenía.

 

Con el tiempo no fue suficiente, Carlos siempre quería más, la obsesión por las pieles de su madre, la locura y avaricia de esta le había alcanzado a tal grado que Carlos solo buscaba un pretexto para conseguir su amado material, estaba desesperado por eso cuando Carlos quiso un bebé accedió, rogo a Mal por ayuda para el pequeño deseo egoísta de su amado, suplico  a la chica que sabía que nunca le negaría nada, a la única en quien confiaba ciegamente desde siempre, Carlos dijo que ansiaba tener una familia con él, que deseaba una pequeña para criar juntos.

 

Y él le creyó nuevamente, ilusamente pensó que eso sería una solución.

 

No lo fue.

 

*********************

Jay entro a casa como de costumbre recibido por su pequeña niña que corría a abrazarse de sus piernas  nada más cruzaba el umbral como era de esperarse Carlos estaba encerrado en el sótano sin molestarse en saber quién era aquel que entraba a casa, los dos enormes dálmatas un regalo de Anita la mujer que envió a la isla a Cruella ladraron al reconocer al hombre, Jay suspiro sonriente levanto a su niña en brazos acaricio besando su frente, acaricio la cabeza de cada uno de los dálmatas y camino hasta la puerta del sótano, toco un par de veces solo para hacer notar su presencia los pasos de Carlos pronto se oyeron y aquél pecoso asomo su rostro sin realmente abrir toda la puerta, el olor a químicos le hizo saber que pasaba ahí, Carlos estaba curtiendo la piel, antes de que cualquier palabra saliera de los labios del árabe Carlos estrello sus labios en el beso más hambriento que él jamás hubiera iniciado causando una risa por parte de la niña en sus brazos y cuando se separaron este simplemente le miro sonriente  “¿pizza?” sugirió el de rizos a lo que Jay asintió sin oponerse tanto, Carlos regreso al sótano a terminar lo que sea que hacía y Jay llamo a la pizza mientras su niña pidió ser dejada en el suelo para gritar por toda la casa que cenarían pizza con sus dos leales mascotas siguiéndole y haciendo escándanlo.

 

Esa era la vida de Jay y él no podía pedir nada mejor porque Carlos le amaba, le había dado una hermosa niña, una familia, porque eran felices ¿cierto?

 

Apenas si había dado un par de pasos cuando Jay piso lo que era una muñeca, Carlos solía comprar cualquier cosa que Lotty le pidiera, entre él y Evie se dedicaban en malcriar a su hija dándole más de lo que necesitaba, Jay sospechaba que era por el hecho de que esos chicos siempre carecieron de cosas, todos ellos lo hicieron, pero Carlos nunca tuvo algo realmente suyo y Evie  al ser criada como una princesa anhelo tantas cosas que nunca pudo tener aun cuando “debían ser suyas por derecho”, el por su parte solo tenía una preocupación en mente y era que su niña nunca le faltara alimento ni techo, el calor  y seguridad de una cama   siempre fueron las necesidades que Jay anhelo en su infancia y eso era lo que se preocupaba por darle a su niña, así que no podía culpar a esos dos por mimarla tanto.

 

Sin embargo el que tuviera tantos juguetes no era bueno, sobre todo ahora cuando al ver toda la sala estaba prácticamente llena de muñecas y juguetes al azar, calculando que un faltaba un poco para la pizza Jay tomo el cuidado de levantar cada uno de los juguetes, claro que su hija ayudo  pero más bien empezaba  jugar con cada nuevo juguete que levantarlo y guardarlo, Jay decidió dejarla continuar con su juego donde al parecer ella le mostraba a su muñeca los modales de una princesa junto a los dos dálmatas que ya traían coronas en sus cabezas, era eso o tenerla corriendo rompiendo alguna de las vasijas viejas que Carlos aseguraba eran arte muy valioso.

 

Tomando los últimos muñecos en la cesta subió de inmediato a la habitación de su niña, no era una sorpresa cuando una habitación llena de caos le recibió, tratando de no pisar alguno, no quería repetir el incidente del unicornio purpura de hace un mes donde destrozo a dicho animal y su hija lloro por como dos horas mientras Carlos le gruñía por ser un insensible, así que de mala gana empezó a levantar de igual manera el cuarto de la niña, él nunca lo hacía,   Carlos era a quien le gustaba limpiar aun luego de años de verse lejos de su madre  del martirio de la isla Carlos limpiaba con verdadero ahincó, lo hacía cuando estaba estresado, cuando se molestaba, frustrado o simplemente triste, cualquier momento era bueno para limpiar, Carlos mantenía la casa impecable y si Jay ensuciaba algo este siempre le molestaba, tanta era su obsesión por el orden de todo que incluso la ropa estaba clasificada y ordenada, al menos Jay siempre podía encontrar sus calcetines en las mañanas, Carlos no era un ama de casa pero sabía como mantener todo en orden, claro que el ayudaba no estorbando según Carlos además de lavar los platos, Jay nunca limpiaba nada además de lo obvio pero bueno, Jay decidió que podía bien levantar un poco el desorden de su niña, así que paso levanto muñecos y peluches dejándolo en cestas y baúles, acomodo la mesa de té y sus pequeñas sillas donde a veces jugaba con su niña, empujo el pequeño castillo hasta una esquina para hacer espacio y   casi tropieza con los colgantes de mariposas en el techo levanto cada uno de los vestidos que la niña había usado hoy como disfraz, incluso levanto dos tiaras de diamantes reales regalos de Ben por supuesto,  cuando una muñeca a medio salir debajo de la cama llamo su atención dándose cuenta que es posible que más juguetes estuvieran debajo se agachó para revisar, ese fue su error.

 

Había una caja, una muy grande y larga de donde sobresalía el cabello de otra muñeca, a decir verdad la muñeca que ocasiono todo eso tenía el cabello corto, extrañado por ver que su hija guardara muñecas en una caja blanca cuando tenía un juguetero completamente utilizable abrió la caja, eso lo congelo, miro con horror lo que ahí estaba pues en casi perfecto orden, tanto como lo hacía Carlos había un montón de colitas pequeñas hechas con el cabello de muñecas, ahora entendía por qué lotty siempre le pedía una muñeca nueva cada semana, porque Carlos sonreía con orgullo y le compraba de todas las diferentes razas, Jay no podía creerlo, no cuando veía lo que su pequeña niña imitaba.

 

-          ¿Papi? – la voz de su niña le hizo girarse, la puerta se abrió entonces dando paso a un pequeña niña que abrazaba a una nueva muñeca, tijeras firmemente en su pecho agarradas entre sus pequeños dedos – estas siendo un chico malo – señalo la pequeña acercándose para pedir su caja, su nariz ya frunciéndose enojada  sus brillantes ojos ya carentes de cualquier emoción - ¡dame! – exigió ella con sus pequeñas manitas la otra muñeca las tijeras ya olvidadas.

 

Él le dio la caja, trago saliva sintiendo un profundo miedo dándole la caja, había vivido toda su infancia en la isla, entre villanos y seres de lo peor, él no tenía miedo de nadie, ni de nada en ese lugar, sin importar que tan intimidante pareciera siempre se levantaba con valentía, sin embargo cuando su pequeña niña le miro exigiendo su caja un frio helado le calo los huesos, porque esa niña tenía esa mirada, porque le daba la misma  que alguna vez le dio Carlos, la mueca de locura de Cruella.

 

Jay tenía que ponerle un alto definitivamente.   

-          Debemos parar esto Carlos – pronuncio horas más tarde en el lecho matrimonial.

 

Jamás debió haber dicho eso.

 

**********************

 

-          ¿Te he dicho lo mucho que amo tu cabello? – Jay abrió los ojos de golpe cualquier signo de sueño olvidado ante aquéllas palabras, las que siempre decía cuando escogía una nueva víctima, apenas si registro lo escuchado se giró, entonces Carlos levanto un puñal, aquél que fue un regalo suyo contra su costado.

 

No pudo esquivarlo, el golpe fue preciso y con fuerza en un costado, el rostro sonriente de su amado sin remordimiento alguno, Jay reacción que otra cosa si no, en cuanto aquel metal corto su carne forcejeo  levanto su brazo el más cercano a su rostro y golpeo a su atacante con su codo causándole el mayor daño posible.

 

El rostro de Carlos se contrajo en una mueca cuando Jay le golpeo salió empujado con tanta fuerza que cayó sobre la cama semi inconsciente, Jay aprovecho entonces  se levantó con dificultad, la herida abierta ya sangraba manchando las sabanas, la alfombra, todo a su paso, se agarró su costado con una de estas intentando detener la hemorragia sin mucho éxito pero logrando hacer su camino hasta la entrada de la habitación, tenía que hacer algo, llegar con su hija y ponerla a salvo, llamar a alguien, sus instintos le decían corre y protege a su familia.

 

Carlos se levantó de la cama poco después que Jay llego a la puerta, su nariz estaba rota, sangre escurría por esta manchando de igual manera  su  ropa, se habían vestido, bueno Jay solo usaba sus bóxer, Carlos al menos usaba además una playera pues su niña tenía costumbre de entrar a media noche o muy temprano y ya había pasado que los encontraba desnudos, fue una regla que puso Carlos y ahora su amada camiseta favorita quedaba manchada por su sangre.

 

La ira entonces se apodero de él,  Jay le había golpeado, le hizo sangrar y maltrato su hermosa piel, al ver la sangre entre sus dedos sentir el dolor en su rostro causado por alguien que debía  amarle  se congelo, recuerdos de Cruella maltratándole, haciéndole sangran destruyendo cada parte de su cordura le bombardearon, Carlos estaba furioso, tomo el cuchillo aun manchado con sangre y lo guardo en la parte trasera de sus bóxer, lo usaría, para rebanar el cuello de Jay pero antes le mostraría lo que era el dolor, el castigo por lastimarle.

 

Se levantó con tranquilidad camino hasta su armario encontrando de inmediato aquel hermoso bate, el metal brillaba aun completamente nuevo, un regalo nuevamente de Jay quien era pésimo entregando presentes, quien diría que en aquel cumpleaños le entrego su propia arma homicida, con total paciencia salió del cuarto, frunció la nariz al notar como la pared estaba manchada de carmín, Jay se poyaba en está intentando mantenerse en pie ante la pérdida de sangre, aquella que ahora decoraba las paredes blancas con la huella de sus manos impresa.

 

Sacudió sus hombros como si fuera a realizar el trabajo más pesado, giro la cabeza e hiso girar un brazo antes de sostener su bate entonces golpeo con fuerza las piernas de Jay, un grito se escuchó entonces, el golpe del cuerpo del árabe derrumbándose contra la pared manchándole todo de sangre, Carlos se acero más y sin perder tiempo volvió a soltar otro golpe contra la espalda de su amante.

 

-          ¿Papá? – la puerta al final del pasillo se abrió entonces, su pequeña hija en su pijama rosa le llamo con ojos medio dormidos – ¿Papi?- volvió a llamar pero esta vez miraba fijamente a Jay en el suelo.

-          Lo… Lotty  - llamo su padre jadeante levantando su mano ensangrentada en su dirección, intento hablar más pedirle correr, buscar un lugar seguro pues  parecía ser que la locura había alcanzado a Carlos, mas solo salió sangre desde su garganta.

-          Cariño vuelve a la cama – intento tranquilizarle con voz dulce el pecoso  son aquella sonrisa amable – Papi ha sido un chico muy malo – explico ya que la niña no quería moverse de su lugar solo miraba con los ojos abiertos, el sueño ya esfumado – Vuelve a la cama Charlotte – llamo con firmeza haciendo retroceder a la niña pues su padre solo le llamaba así cuando la reprendía.

 

Dos enormes dálmatas entonces se abalanzaron contra Carlos gruñendo y tirándole al suelo protegiendo a Jay y a la niña, aquellos que olieron la sangre desde la habitación de la pequeña, donde durmieron esa noche para velar su sueño, Carlos se asustó por primera vez desde que tenía memoria los perros eran exactamente lo que su madre decía, animales violentos dispuestos a desagarrarle y comerlo, solo un momento, un segundo duro su temor pues de inmediato la ira volvió a hacerse presente, Jay no solo quería llevarse a su hija había puesto a sus amados  dálmatas en su contra, pues uno de ellos abandono el intento de encajar sus dientes en su piel y tiraba a Jay en dirección al cuarto de lotty.

 

Con un brazo evitaba las mandíbulas de Laurie, aquellos filosos dientes que amenazaban con hundirse en su garganta, con la otra busco hasta hallar el cuchillo detrás de él, el chillido del  dálmata alerto al otro pues Carlos logro empujar su chuchilla hasta la empuñadura contra el estómago del animal hasta matarlo, sin perder tiempo saco el cuerpo del animal lejos de él asqueado por la sangre impura que lo ensuciaba.

 

El segundo Dálmata se abalanzo de inmediato pero  Carlos estaba preparado, tomo el bate aquel que había sido alejado de su mano tras el primer ataque y golpeo al animal en el aire hasta aventarlo  contra la pared, se acercó entonces limpiando la sangre que emanaba de su rostro, los rasguños que Laurie logro hacerle en el gruñendo al notarlo.

 

-          Has sido un chico malo Frieda – llamo al animal que luchaba por respirar tras el golpe – tanto tu como Laurie – y tras decir eso golpeo sin ninguna pisca de remordimiento la cabeza del animal matándole al instante.

 

Se acercó entonces hasta donde estaba Jay quien aún seguía intentando llegar al cuarto de su niña aquella que presenciaba todo en silencio jadeando únicamente al ver morir a sus amigos caninos.

 

-          Aún no hemos terminado cariño – sonrió mirando a su niña, levanto entonces su bate y golpeo con fuerza la espalda de su víctima, lo hizo de nuevo mientras Jay escupía sangre ante su inevitable deceso – Lotty vuelve a la cama – el llamado de su nombre la sobresalto pues la pequeña tenía la mirada fija en Jay, en su padre que moría a cada minuto frente a sus ojos – ¡Charlotte! – llamo con voz firme haciendo que la niña al fin se moviera para cerrar entrar a la habitación y entrecerrar la puerta  Carlos se agacho  sobre la espalda de Jay, sus piernas una a cada lado de esta, levanto entonces la cabeza del moreno sintiendo su respiración dificultosa, sosteniéndole con firmeza de los hermosos cabellos que tanto amo – no vas a alejarla de mi Jay -  levanto el filo de su cuchilla contra su cuello amenazándole – no vas a quitarme mi familia – y tras decir esto corto su garganta sin contemplaciones.

 

Charlotte miro desde la rendija de su puerta como su padre asesinaba a sangre fría a Jay, ella no lloro, no hubo quejido alguno saliendo de su boca o lagrimas manchando sus mejillas, solo sorpresa, un sobresalto fue toda su reacción antes de correr a la cama y meterse entre las mantas al escuchar a su padre levantarse, Carlos no entro solo se acercó lo suficiente para cerrar la puerta.

 

Carlos suspiro cansado, miro  el grotesco desastre de sangre en su amada casa perfecta y gruño, tal vez pateo un poco el cuerpo de Jay que seguía desangrándose solo por frustración, si Jay se hubiera quedado quieto no tendría tanto desastre que limpiar, dio otra patada pues si él no hubiera corrido sus hermosos dálmatas seguirían con vida.

 

Lo limpio todo, cada gota de sangre en un tiempo record, cubrió los cuerpos cada uno de ellos con las sabanas de su cama y coloco limpias en su cama, metió todo a la cajuela del auto listo para marcharse, no sin antes tomar lo necesario de Jay, su hermoso cabello para una colita nueva, la piel para un último recuerdo para aquellas chicas que tanto le ayudaron, lo necesario para advertir al rey de no buscarle.

 

Limpio el sótano guardando solo lo necesario en una pequeña valija lo demás lo tiraría en el camino, cuando hubo terminado fue a despertar a su hija, la cambio y alimento, recogió la maleta ya con ropa que mantenía de ellos tres y se metió al auto para un paseo de madrugada.

 

-          ¿Papi está muerto? – pregunto la niña abrasando a su muñeca favorita, cuando su padre le aviso que se irían de viaje ella tomo solo una – ¿él fue un chico malo?

-          Quería separarme de ti cariño – Carlos miro a su niña por el retrovisor buscando cualquier signo de dolor pero aquella solo parecía curiosa – destruir nuestra familia no podía dejarle.

-          ¿Laurie y Frieda? – ladeo su cabeza.

-          Ellos también se portaron mal, me atacaron y los perros malos deben ser castigados – sonrió en respuesta.

-          ¿Papi es una flor ahora? – volvió a preguntar  luego de minutos de silencio jugando con su muñeca.

-          Si lo es – asintió – será la primera de nuestro nuevo jardín – indico tras entrar en la carretera.

 

Ellos tenían un lugar, uno apartado donde Jay llevaba los cuerpos a enterrar para desaparecer evidencia, Carlos siempre lo llamo su jardín y cuando lotty empezó a entender que era lo que sucedía se limitó a explicar que los cuerpos eran flores, hermosas flores que debían ser plantadas, la niña lo acepto, así cuando ella hablara sobre ellos aún por accidente todo lo que salía de su boca era “Mi padre tiene un jardín de hermosas flores en medio del bosque”, algo común en Auradon donde la naturaleza era parte de todos.

 

Condujo por varias horas, alejándose de su antiguo jardín, Carlos no iba a dejarlo ahí, no cuando debían alejarse lo más lejos posible, salir de la ciudad, por lo que Jay sería su primera flor en un nuevo jardín.

 

Enterraron a Jay a la tarde de ese nuevo día a sus pies colocaron a los dos dálmatas que fielmente lo habían protegido, cuando termino tomo solo la maleta de ropa y su maletín para después empujar el auto por una pendiente y verlo rodar hasta chocar y explotar en mil pedazos, Carlos coloco el medallón de Jay en su hija, aquel que los hacia invisibles a simple vista, pues nadie recordaría realmente sus rostros.

 

Cuando examinaron la casa no encontraron nada, el sótano estaba vacio lleno de cajas basura como cualquier sótano pero vacio de instrumentos de tortura, incluso el polvo podía verse en estas, las paredes seguían impecables y las camas tendidas, la ropa en su lugar, los juguetes, ningún plato sucio o faltante, ellos simplemente se evaporaron en el aire.

 

************************

Mal estaba furiosa en cuanto reconoció aquel cabello en los pinceles la ira combinada con el dolor se apodero de ella, su mejor amigo Jay estaba muerto, el chico que había cuidado su espalda, aquel que sonreía y asentía ante cada estupidez suya, quien nunca titubeo en seguirla, su amado Jay estaba muerto.

 

Todo Auradon recuerda ese día, el trágico día en que una nube negra empezó a formarse sobre el castillo del rey, donde aquella tormenta de rayos y relámpagos duro por días, donde el pánico se extendió por el reino pues nadie comprendía el dolor de la reina.

 

Ni siquiera su pequeño fue capaz de acercársele esos días, Mal entro en un estado de ira y rabia constante encerrada en su habitación nadie se atrevía a entrar a molestarle un sirviente lo intento realmente solo hacia su trabajo llevar comida a la reina luego de su reclusión, el casi muere.

 

Aquel sirviente vivió a penas para contar como la reina le había mirada con esos ojos que le helaron los huesos, el cómo uso su magia para azotarlo contra una pared gruñendo al ser molestada, él como la magia de esta le golpeaba en olas de dagas afiladas contra su suave piel, el casi no sobrevive, solo Evie podía acercarse a ella en ese momento y fue gracias a esta que el sobrevivió.

 

Evie había llegado de inmediato, cuando el estuche con la piel cayó en sus manos ella corrió a ver a Mal, curiosamente fue ella el soporte de la chica cuyo corazón se rompía, Evie lloro, derramo lagrimas sosteniendo el paquete en sus manos negándose a admitir lo obvio, la princesita llego a los brazos de Mal para llorar sobre aquella confusión, porque simplemente no podía aceptar que Jay estuviera muerto.

 

Recuerda exactamente como paso, él como aquella mujer solo le sostuvo  sin expresión alguna, como se veía tan serena y tranquila su estoico rostro manteniéndose siempre, Evie la maldijo, le empujo y recrimino por su frio y helado corazón, por no sentir nada ante la muerte de Jay cuando ella menciono esas palabras fue que el infierno se desato.

 

Evie jamás debió decirlo en voz alta, poner en palabras lo que era obvio para todos, ella jamás debió aceptar que Jay estaba muerto y que seguramente Carlos lo había matado, porque entonces el estoico rostro de Mal se había deformado en una mueca horrenda de desesperación, la joven reina dejo de abrazarle levanto sus manos hasta su cabeza y sosteniéndola lanzo el grito más ensordecedor que estremeció el castillo hasta sus cimientos, ella grito con fuerza rompiendo uno a uno los grandes vitrales del palacio, el dolor plasmado lleno de agonía se transformó en la nube negra que lo cubrió todo, Auradon quedo cubierto en su mayoría por la nube de dolor de la reina.

 

Sus ojos se mantuvieron secos, ni una lagrima derramo pero su dolor era palpable, Mal grito llena de desesperación golpeando con su magia a todo aquel que intentara acercársele, empujo a Evie hasta el otro lado de la habitación, a Ben que al escucharle llego en su auxilio casi matándole de igual manera.

 

La reina solo logro calmarse porque su pequeño niño lloro por ella, ese pequeño que lloraba al ser empujado por la magia, solo así paro, cayó de rodillas dejando de empujar la magia como una barrera pero se negó a tomar al niño en brazos, por primera vez en su vida Mal llamo a una sirvienta para cuidar de su hijo, ni siquiera espero a tranquilizarse levanto a Ben con una mano y lo obligo a ir a buscar a la casa, en el camino  ella parecía tranquila pero tanto el rey como Evie sabían que estaba al límite de explotar nuevamente.

 

La nube en sus cabezas lo demostraba pues la tormenta eléctrica se desataba, no encontraron  nada las pares estaba vacías, todo en perfecto orden todo parecía tan limpio que podían jurar que ellos había salidos solo unas horas, ella lanzo otro hechizo uno para revelar los secretos para ver qué era lo que sucedió en esas paredes horas antes y frente a  sus  ojos como una película de horror miraron los fantasmas, las memorias de lo que fue los últimos minutos de vida de Jay.

 

La princesa cerró los ojos, Evie simplemente no pudo soportar cuando, Jay salió  ella se abrazó al rey que la sostuvo para evitar que siguiera mirando, Mal nunca aparto los ojos de tal recuerdo y ante cada golpe, ante cada risa del pecoso la nube negra se hacía más grande.

 

La reina había tenido suficiente, uso su magia toda la que tenía disponible, ni siquiera le importo que fuera magia negra uso todo recurso a su disposición incluso la varita del hada madrina para encontrarlo, para destruir al bastardo que arrebato la vida de su amado Jay y fue completamente inútil.

 

Ella les había dado la forma perfecta para evadirlos a todos, para mantenerse ocultos sin ser detectados, mientras aquellos dos llevaran los collares puestos ninguno podía ser encontrado por Mal, ella mismo les dio los medios para evitarle, la culpa entonces se unió al mar de emoción dentro de ella y así fue como se aisló.

 

La primera semana fue la peor  todos en el castillo le temían, Evie al ser la única que no salía lastimada era la escogida para llevarle comida, Ben suplicante en su puerta le pedía reaccionar, su hijo amado no dejo de llorar.

 

La segunda semana el pueblo de Auradon empezó a temer, la tormenta en sus cabezas parecía no detenerse y pidieron una solución, su bondadoso rey solo pudo negar y hablar del gran dolor en el corazón de la reina ante una perdida, pero Mal nunca lloro.

 

La tercera semana Ben se había resignado a jamás volver a ver a su esposa estaba casi seguro que consumiría el mundo en la oscuridad  cuando un pequeño paquete llego, ni siquiera se podía llamar paquete, un sobre más bien dirigido a la reina.

 

Un pañuelo blanco era todo lo que contenía.

Un mensaje.

Una burla.

 

Mal grito nuevamente estrujando el pañuelo entre sus manos al reconocer el mensaje lanzando una nueva ola de magia que lastimo a todo habitante del castillo incluso a su propio hijo fue esto lo que le hizo entrar en razón pues el niño fue alcanzado por la magia explosiva y golpeado casi de muerte.

 

Tres semanas después la nube negra término por evaporarse la amada reina volvió a criar a su hijo ignorando deliberadamente el índice de desapariciones del reino.

 

Carlos había reído cuando comenzó a ver la nube negra sobre castillo, el rio con fuerza frente a su pequeña niña que no entendía lo sucedido pues su padre solo reía ante la inminente desgracia.

 

-          Mal tan dramática como siempre – murmuro a su pequeña niña que mira asustada la nube negra – tan sensible – se burló con una brillante sonrisa – debería secar sus lágrimas con un pañuelo – dijo para sí ocurriéndosele una idea.

 

Aquel joven envió el pañuelo semanas después tras ver que la hada no se calmaba, una broma, una burla a la que le que dio el poder de ocultarse, con un simple pañuelo blanco Carlos se burló de la reina.

 

Mal dejo de buscarle, no quiso saber dónde estaba Jay, si había sido sepultado o Carlos se limitó a alimentar las fieras del bosque con su carne, ella no estaba lista para esa información por lo que nunca pidió, ella nunca pudo superar la muerte de Jay, Carlos nunca le dejo olvidar pues cada año como un reloj aquellos chicos recibían un nuevo regalo.

 

Uno era en sus cumpleaños, algo hermoso y bien hecho, una obra de arte para ellos, el segundo siempre en el cumpleaños de Jay esos días una nube negra relampagueante cubría el castillo  del rey, aquella nube que era vista desde donde Carlos  reía con verdadera diversión por aquella reacción.

 

Mal juro que si miraba a Carlos de nuevo lo destrozaría con sus propias manos.

 

No tuvo que preocuparse por eso, alguien más lo hizo por ella.

 

***********************

 

En algún momento Lotty volvió a hacer preguntas, a querer saber porque su padre hacia lo que hacía, Carlos le explico con mucha emoción  como todas esas personas eran malvadas y merecían la muerte con el tiempo la pequeña niña ayudo también.

 

Atraía a las personas ante una niña perdida y cuanto ella tuvo suficiente edad las sedujo para llevarlas a su padre, años pasaron entonces donde jamás fueron atrapados, donde vivieron viajando para seguir con su obsesión.

 

Había fechas especiales, días en lo que no podían evitar su tradición, en aquel momento Carlos señalaría a una chica y Lotty simplemente la atraería a ellos, Carlos la mataría frente a los ojos de su hija y procedería a cortar su piel o cabello y enseñarle a Lotty su arte, esos días conducían directo al jardín de Jay y terminaban por enterrar a la nueva víctima a su alrededor.

 

Carlos lo llamaba su regalo de cumpleaños, pues Jay siempre fue popular entre las mujeres, solía bromear diciendo algo sobre estar cumpliendo su sueño de estas rodeado de mujeres hermosas, siempre con una sonrisa en su cara.

 

Aquel día no fue la excepción solo que estaba vez Lotty escogió, la chica era inocente no había justicia en matarle pero su niña le miro con sus enormes ojos y pidió llevarle ese hermoso regalo a  Jay por lo que acepto, la llevaron viva incluso y cuando ella señaló a un lado de Jay, Carlos se limitó a cavar la tumba donde el  regalo de su hija permanecería por siempre.

 

Carlos debió esperarlo, ver detrás de la fachada de su niña que sonreía feliz por el cumple años de su padre como siempre Carlos se limitaba a decir sobre el hermosos regalo de ese día, una inocente victima que le haría compañía.

 

-          Hey Papá  te he dicho que tienes un hermoso cabello – la voz de su niña le hizo detenerse en seco, las palabras exactas le tomaron por sorpresa pues de inmediato  dejando la pala se giró.

-          ¿Lotty? – llamo el nombre de la niña, frente a él el cañón de una pistola le apuntaba, el arma que no sabía pertenecía a su hija.

-          No luzcas tan sorprendido – ella inclino la cabeza  con inocencia-  sabias que esto pasaría.

-          Si, solo esperaba tener más tiempo – una pequeña sonrisa adorno el rostro de Carlos una llena de orgullo - vamos nena has sentir orgulloso a papá – extendió los brazos sin dejarla de mirar fijamente.

-          No estoy haciendo esto por ti – murmuro molesta lista para disparar.

-          Quieres vengar a Jay tan honorable como el – se burló su padre mirando el lugar de descanso de él.

-          Te equivocas quiero darle el mejor regalo – su sonrisa regreso a sus labios.

-          Con un arma – frunció la nariz molesto -  creí enseñarte mejor que eso.

-          Lo hiciste pero hay algo hermoso del arma – volvió a inclinar la cabeza con inocencia -  cuando te dispare tus sesos adornaran tu tumba, igual que las paredes en casa – recordó dejándole saber que ella fue testigo del momento exacto en que mato a Jay.

-          Un desperdicio de material – desestimo  apropósito la muerte de Jay haciéndole enfadar más.

-          Descuida no lo hará – sonrió - porque voy a darte en el corazón – apunto entonces al pecho de su padre cambiando de opinión de inmediato -   es una pena padre – suspiro notando como Carlos seguía sonriendo, porque había logrado su cometido hacerla igual a él, llevarla a la locura que compartían en la familia -  pero  papi  siempre fue mi favorito – termino viendo como la sonrisa en el rostro de Carlos se deformaba.

 

Un disparo tomo la vida de Carlos De Vil, una bala termino con el asesino serial más famosos de Auradon, aquel que cayó muerto lleno de rabia, pues Jay el maldito bastardo había logrado su cometido aun después de muerto le arrebato a su hija, logro alejarle de él y eso era peor que la muerte para Carlos.

 

-          Deja de llorar – gruño la chica mientras apaleaba la tierra que cubriría la tumba de su padre, pues aquella chica aún viva sollozaba en el suelo ante la discusión que escucho – no voy a matarte – siguió murmurando – pero ya cállate – amenazo.

 

Se aseguró de tomar un único recuerdo de su padre, lo necesario para mandar un último mensaje,  sonriendo se despidió de ambos y de mala gana llevo nuevamente a la chica al auto, cumplió su promesa le dejo ir, la abandono en una calle cerca de la policía para que estuviera segura no sin antes amenazarle con matarle si decía algo, ella nunca hablo y Lotty la dejo vivir a cambio.

 

Pero la chica no estaba dispuesta a continuar con las tonterías de su padre, con esa colección tan rara no, ella tomo todos y cada uno de los trofeos, las colitas de cabello, las prendas de piel todo lo que su padre conservaba y las quemo en el bosque, una gran hoguera las consumió en cenizas.

 

Solo conservo dos, una tenía los cabellos chocolates, la segunda era nueva y de cabellos blancos con raíces negras, meses después en el cumpleaños de Carlos De Vil nuevo regalos llegaron en manos de aquellos tres seres.

 

Un cuaderno completamente forrado de piel, aquél que Mal casi arroja al fuego como hacía con cada nuevo regalo, hasta que lo noto, pecas, el patrón de pecas inconfundibles que había visto antes, confundida no tuvo tiempo de hacer nada más pues  la llamada de Ben le dejo sin palabras, en sus manos de igual manera en un paquete sin nombre este sacaba una billetera aquella que hacia juego con los mismos patrones y relieves que la anterior, aquella que hacia juego con la de Jay solo que esta era pálida y con  pecas.

 

Evie llego después en sus manos el cepillo más hermosos de todos, de plata con detalles en rubís sus cerdas eran blancas con raíces negras, ella llego llorando preguntándose  qué significaba aquello.

 

“Solo una cosa” dijo Mal  “La locura había sido contenida”

 

Nunca más volvieron a recibir ningún regalo, las muertes pararon después de eso.

 

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-          Les eh traído un regalo –murmuro la joven dejando entre las tumbas  sin lapida una pequeña caja  - y a presentarle a sus nietos – suspiro después de un rato, en sus brazos un pequeño niño de  rubios  rizos  y  piel aterciopelada libres de pecas,  de ojos  color verde  se aferraba a su madre de su cintura colgaba una colita aquella de cabellos chocolates.

Aferrada a sus faldas una pequeña de largos y lacios cabellos chocolates, de piel morena y ojos color verde fruncía su nariz ante los montículos de tierra en su cintura la colita de cabellos blancos y raíces negras aferrada a su cintura.

-           Mis hijos - sonrió acariciando la cabeza de la niña – y sorpresa de Damián, fue complicado- confeso casi escuchando las voces de  Jay regañándole –voy a decirle… pronto – termino para alejarse de ahí.

Charlotte había querido ver a su familia, aquella que tuvo que abandonar cuando su padre decidió llevarla de viaje por todo Auradon para continuar su arte, pero ante el temor de ser despreciada por estos espero, en el cumpleaños del príncipe  el numero 18 fue que reunió el valor suficiente, después de todo lo sucedido Ben cambio la tradición, decidió que un joven de 16 años no podía tomar decisiones claras, no podía ser un rey adecuado, no cuando el fiasco de su decreto trajo tanto mal al reino, por lo que cambio la fecha dejaría que su hijo madurara y a los 20 años lo coronarían.

El su lugar celebraban en gran   fiesta, ese año no fue diferente, Charlotte  ni siquiera se molestó en ocultarse con el medallón,  alació sus rizos y pinto su rostro hasta hacerse irreconocible, se dejó envolver con la multitud y mezclo entre la realeza que ya no la conocía, vio a su tía Evie acariciando su vientre con un futuro niño, vio a la reina Mal gruñendo a los presentes por no seguir sus órdenes, vio al rey Ben saludar cortésmente.

Damián  fue una total sorpresa, pues de aquél niño pequeño solo quedó el recuerdo, un joven apuesto, un príncipe la recibió con elegancia, bailaron toda la noche, sin saber que las chispas del amor volaron de inmediato, en cuanto se dio cuenta ya estaban besándose dentro de un armario, aquello fue rápido, pasional, irracional, totalmente irresponsable y sin embargo fue lo mejor de sus vidas, ella le dejo al amanecer sin siquiera decir su nombre, rompiendo el corazón del príncipe.

La busco, igual que a cenicienta la busco sin parar, proclamo su amor por cada rincón del reino animándola a salir más ella no quiso, no cuando todo debía ser un error, no cuando ella fue la causante de la muerte de sus padres, no cuando ella era una de Vil.

Con el tiempo dio a luz a un par de gemelos, los hijos del rey los crio lo mejor que pudo, hasta que descubrió que el ahora Rey se casaría pues se veía  obligado, empujado a un matrimonio por conveniencia, una última suplica, un último llamado, aquél rey pidió a su amada revelarse o seria atado a otro ser sin amor.

Charlotte no pudo más y se presentó ante el hombre que amaba aquel que la acepto con los brazos abiertos al igual que a sus hijos.

Eso a la reina no le gusto, pues frente a ella tenía a la asesina de Carlos De Vil.

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La puerta se abrió lentamente dejando entrar la luz del pasillo aquellos que siempre estaban iluminados en el castillo, donde los guardias rondaban cada cierto tiempo, aquella menuda figura se adentró entonces  trepando por un lado de la cama hasta llegar a la altura del príncipe.

-           Johari  – murmuro el chico recostada en esa inmersa cama con doseles – ¿no  puedes dormir? – pregunto cauteloso, aquella chica simplemente le miró fijamente para proceder a subirse a la cama hasta quedar  sentada en el regazo de su hermano mayor.

-           Lizzy no me agrada- frunció la nariz la niña dejándose caer en el pecho debajo de ella, utilizando sus brazos como almohada – no puedes casarte con ella Charles.

-          Casandra tampoco te agrado – respondió el  acomodando un pequeño mechón chocolate que cubría su rostro – ni ninguna de las otras.

-          Es porque no son buenas para ti – haciendo un puchero se quejó molesta por la mala decisión de su hermano ante sus novias – ninguna lo es.

-          Debo casarme, tener una reina – suspiro el príncipe ya acostumbrado a las palabras de su hermana – continuar la sangre.

-          Yo voy a ser tu reina – sonrió inocente.

-          Sabes a lo que me refiero – acaricio su mejilla llegando a sus labios donde con su pulgar delineo estos muy lentamente sin apartar la mirada de ellos – no puedo casarme con mi hermana.

-          Eider es la mejor opción entonces – concedió ella mirándole desde sus largas pestañas de forma total inocente, abriendo los labios ante el toque de su hermano saco entonces su lengua para lamer el pulgar y después besarlo con ternura.

-          Ella es nuestra prima – suspiro cerrando los ojos alejando sus dedos de la piel canela de su hermana, recordándose el parentesco con ella.

-          No de sangre – sonrió victoriosa al ver la reacción de su hermano aquella duda que había empezado a sembrar - a tía Evie le encantara – se levantó entonces desde donde estaba recostada  para tronar su cuello moviendo sus hombros, sus manos vagaron por el camisón del pecho de su hermano – no puedo esperar a que te conviertas en Rey – susurro ella dejándose caer al otro lado de la cama y abrazar su cuerpo con fuerza – y ejecutar a madre – sonrió como si aquello fuera algo completamente normal, su hermano solo asintió en la oscuridad abrazando a su pequeña hermana  - a que el reino este bajo nuestros pies – termino con aquel brillo de ojos verdes, el símbolo de su  magia.

-          El trono ya te pertenece Johari – señalo el – el reino, la magia, yo -  beso su frente  con dulzura, con amor – todo es tuyo.

Y se quedaron ahí, abrazados en total silencio hasta que rindieron al sueño, ella murmurando lo hermoso que era el cabello de su madre y el acariciando la espalda del ser que más amaba, ambos chicos guardaban celosamente aquéllas dos colitas, Charles como un recordatorio del amor puro que su abuelo tuvo, de aquel que amo con tanta pasión hasta ser su perdición, Johari como un tributo a aquel cuya arte fue preservada en los periódicos, en los registros policiacos, en honor al único que había logrado hacer caer a Auradon a sus pies en el miedo y temor.

Carlos de Vil aquel niño villano del que jamás dudaron seria aquel  que causaría la caída de ese gran reino, pues Johari se encargaría de terminar lo que su amado abuelo comenzó.

Aun después de tanto años no eran del todo aceptados, los hijos del rey nacidos fuera del matrimonio, los bastardos que de la noche a la mañana ya eran príncipes herederos, Johari se había logrado ganar el cariño de la gente, Charles no tanto, pues donde ella era cálida como sol, de resplandeciente sonrisa y dulces modales, él era ermitaño, callado y sin ningún interés en hablarle a nadie más que su hermana menor.

Muchos lamentaban el hecho de que el trono seria para él, el primogénito del rey, el chico cuya mirada causaba tanto miedo como lo hizo maléfica en sus años dorados,  muchos temían que al ascender al trono este callera en total desgracia, que las sombras de la desesperanza cubrirían al reino, ellos no entendían, que no era de él quien debían  preocuparse, pues debajo de aquella sonrisa angelical, de aquella que brilla como el sol, la hija menor del rey, la favorita del reino escondía debajo de una mueca de inocencia toda la locura de un De Vil.

Para ella su hermano solo era una mascota bien entrenada, aquel que se aseguró de aislarlo del mundo, que le hizo creer que solo ella lo amaba, Johari no podía esperar a que su hermano asumiera el trono y desatar la locura, ella tenía lo mejor de todos, la elegancia de un De Vil y la magia de Maléfica.

El reino estaba a su merced, después de todo ni la gran reina Mal pudo detenerla aun cuando era solo una niña, y el antiguo rey Ben solo lamentaba su perdida, en cuanto a Evie, ella vivía bajo la ilusión de su familia perfecta nunca se pondría en su contra y si así fuera, bueno la varita ya era suya, nada podía detenerle.

Notas finales:

Carlos De Vil originalmente iba a tener dos secuaces dálmatas llamados "Laurie" y "Frieda" obviamente fue desechado, supongo que para que el miedo a los perros tuviera sentido, decidí retomar la idea para las mascotas de Carlos, siento que se vería divino con dálmatas a su cargo.

Jay es literalmente un idiota enamorado, se  obsesiono con un ideal, con la ilusión del amor de Carlos que simplemente no supo cuando parar, eso le llevo a la muerte.

La escena de la muerte de Jay tenía que ponerla simplemente.

 Jay era el padre favorito de Lotty y Carlos lo odio al último por eso.

Mal furioso por la muerte de Jay, estuvo a punto de destruir todo el reino para cazar a Carlos.

Haciendo referencia a los nombres de Jay y Carlos sus nietos tienen nombres que empiezan con su misma letras, para seguir la tradición de llamarles parecido.

Johari: significa Gema.

Charles: es el francés de Carlos.

Eider: Significa hermosa, es la hija de Evie.

Bien este es el final, hasta aquí con la historia de Carlos siendo un total sicópata,  la locura como saben es hereditaria, tal vez la hija de ambos no fue alcanzada por esta, ella no era buena realmente pero Jay logro meterle algo de conciencia y a diferencia de Carlos ella no gustaba de asesinar por lo que vengar la muerte de su padre debía suceder, su hija menor por otro lado, ella realmente era una de Vil.

Gracias por haber leído, seguido esta historia o pasar a chismorrear.

Una galleta para ustedes…

Pero dejen sus chocolates aquí.


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