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Todos fuimos personas por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Nueva revisión~

 

 

 

Reborn, a la mañana siguiente, bajó temprano, viendo como el castaño dormía en el sofá con Leon en su cabeza. Se quedó en silencio admirando al joven hechicero dormir acurrucado, cubierto con una manta y se preguntaba, ¿qué demonios era ese chico como para que no se quejara de la forma de vida que llevaba? A más de eso… el muchacho había dicho que quería ayudarlo por voluntad propia. Reborn pensaba que ese dame estaba demente… estaba loco o simplemente era bastante idiota como para ayudar a un asesino a recobrar su apariencia original y con ello sus poderes volvieran. ¿Acaso el niño no entendía que con un disparo podía quitarle la vida? ¿Qué solo por venganza hacia su verdugo podía cortarle la cabeza y la enviaría a los Vongola? Al parecer no, porque vio a Tsuna despertar con una sonrisa para saludarlo y preguntarle si quería desayunar algo en especial, ¡que idiota era Tsuna!

Tsuna por su parte seguía en lo suyo. Con el pasar de las semanas entendió algo, le tomó decenas de heridas y resultados fatídicos, pero lo entendió. Si seguía las instrucciones del libro se iba a matar en algún momento, así que empezó a experimentar cambiar algunos pasos, cualquier cosa que le diera desconfianza empezó a hacerla diferente. Si decía que recitara una rima en concreto, él se inventaba una de acuerdo a lo que quería lograr y funcionaba hasta cierto punto. Si decía que diese un par de aplausos para completar el ritual, el castaño chasqueaba los dedos y con esas pequeñas diferencias, los hechizos empezaban surgir correctamente. Reborn le daba algunas recomendaciones sobre concentración y demás… Tsuna no supo cuando el hitman empezó a mirarlo entrenar.

Esa mañana iba a arriesgarlo todo, iba a probar una trasformación de camuflaje, tomando la forma de algún ser diferente, como un… como un… oso, si, en eso pensaba aquella vez. Tsuna hizo el hechizo, esperó su trasformación… pero escuchó la risita de Reborn que se burlaba. El hechicero se miró las manos y… eran pequeñas, más pequeñas de lo que… ¡espera! Eso no era lo que debería de ser. Tsuna se levantó con rapidez, se fijó que el mundo creció a su alrededor, se tocó todo y si… falló el hechizo y no solo eso… ahora era… ¡UN NIÑO! ¡UN PEQUEÑO NIÑO! Se avergonzó por las burlas de Reborn, pero no se quejó. Terminó suspirando y recostándose en el suelo que ya casi no tenía nieve… ¿qué más podía hacer?

Reborn se la pasó observando las fallas de un niño… si, un niño, pues al parecer el hechizo que Tsuna intentó lo dejaría así unos días, aunque… era difícil, porque tenerlo como un niño de unos nueve años era un impedimento para que cocinara como siempre. Siendo más pequeño no podía estar pendiente de todas las ollas ni hacer las cosas sin ayuda de algo para tomar altura. Fue fastidioso, pero también agradable pues no se sentía como un… como alguien demasiado pequeño. La siguiente vez que Tsuna lo intentó, terminó en algo similar… aunque… como mujer. Tsuna se veía más dulce en esa forma y eso ocasionó la incomodidad del hitman, pues tener a una mujer sonriente y que cocinaba para él… era raro. Aunque si disfrutó el molestarlo todo el tiempo que permaneció como una muchacha, debido a los pequeños pechos que tenía esa versión. Tsuna solía hacer pucheros al escuchar esas cosas y a veces hasta se ofendía… días divertidos.

 

 

—Reborn-san… ¿es raro verme como mujer? – Tsuna se miraba por todos lados en un espejo que él mismo creó

—eres plana, eso es lo que importa

—mamá es bonita… pensé que me parecería a ella – decía haciendo muecas en el espejo como burlándose de su propia versión femenina

—no eres atractiva para nada – y como si fuera un insulto vio a la chica Tsuna deprimirse en un rincón. Definitivamente burlarse de esa forma fue lo que mejor que le había pasado en años. Aunque todas las cosas que decía eran viles mentiras. Tsuna era bello sea como fuere que se viera

 

 

El camuflaje falló muchas veces más, la siguiente vez Tsuna fue un leopardo que podía volverse humano conservando cola y orejas, la siguiente fue un lobo, después un halcón, un hada, un pequeño niño de nuevo, pero nunca lo que en realidad se mentalizaba en parecer. Al final… lo logró y con eso parecía que Tsuna descubrió el truco de su magia y los siguientes intentos con hechizos diferentes, las hacía con solo dos errores y cero explosiones. Su progreso era bueno y rápido, pues las semanas pasaban y el castaño se volvía experto en cualquier cosa que intentara

 

 

—puedo hacerlo – sonreía Tsuna cuando ya la primavera estaba en curso – ya puedo hacerlo – sonreía triunfal mientras saltaba de emoción sin fijarse que Reborn lo veía de lejos – ¡al fin lo entiendo!

 

 

Tsuna sonreía satisfecho y se empezó a encaminar al hogar de Reborn para hacer la comida. Se colocó su sombrero, su capa y tarareando una canción caminaba emocionado, le iba a dar la buena noticia. Reborn veía al castaño tan feliz que hasta se contagiaba de aquella emoción, pero cuando el muchacho recorrió la mitad del camino cayó, cayó como peso muerto al suelo. Eso era raro, así que después de verificar que no se levantaría, el hitman se acercó. El castaño estaba exhausto, cayó dormido, tal vez todo el entrenamiento era demasiado para ese cuerpo frágil, así que lo… lo arrastró a casa del pie como lo hizo cuando lo rescató. Lo dejó en la entrada, le  echó agua helada, porque el castaño debía preparar la comida a como diera lugar. Un grito del castaño y un leve puchero porque no lo dejaron descansar fue todo lo que se escuchó, después un somnoliento castaño preparó la comida como siempre… así debía ser pues su relación era netamente dueño y sirviente… casi esclavo

 

 

—Reborn-san… ya sé cómo puedo cambiar su maldición – sonrió cuando ya terminaban de almorzar

—quiero que la quites… tu pago por estadía será eso, que me quites la maldición

—lo ayudaré a cambiarla y después a quitarla – habló con amabilidad – ese será el pago por mi vida

—cuando yo recupere mi forma, al fin me libraré de ti, dame-Tsuna – vio al chico sonreír, pero sus ojos mostraban tristeza. El azabache de patillas se sintió un poquito culpable por provocar esa mirada – seguro corres a los brazos de tu mami… a la que llamas en sueños

—yo no hago eso – se avergonzó al escucharlo

—yo soporto tu voz en la noche – lo fastidió, pero solo para devolver la vivacidad en esos ojos – entonces dime, ¿qué harás?

—tal vez no le guste eso, Reborn-san – sonrió con nerviosismo mientras recogía las cosas y las dejaba en el fregadero. Se sentó mirando al pequeño azabache y suspiró – su maldición es un castigo por las atrocidades… es por eso que puedo contrarrestarla con algo opuesto. Si usted hace 10000 buenas acciones volverá a su forma normal en totalidad

—me niego – refutó sin siquiera pensárselo, ¿ser bueno? ¿Él? ¿El mejor hitman de criaturas mágicas del mundo?

—pues quédese con su forma infantil – bufó indignado

—disminuye el número – habló con seriedad porque lo que más quería era quitarse esa estúpida maldición. Vio al castaño fruncir su ceño y sacar una pequeña hoja con una pluma y escribir cosas – ¿qué haces?

—calculando – se quedó pensando un momento y se mordió el labio – 5000 acciones buenas y volverá a la mitad de su edad verdadera… y 1000 acciones para volver a sus 18 años de edad… es lo más que puedo ofrecer. Aunque si vuelve a sus 18 años tendrá que volver a entrenar su cuerpo para ganar su condición física y mágica más alta. Ese es el precio que se exige

—eres brujo, hechicero o cómo quieres llamarlo. Solo rompe la maldición y no pidas un pago

—no puedo hacerlo – Tsuna bufó – ya le dije que soy usuario de magia blanca, no puedo eliminar la negrura así de fácil. Lo toma o lo deja

—¿me estás discutiendo? – tenía un tic en la ceja debido a la molestia

—si – habló con seriedad

—te has vuelto altanero

—es porque usted es irrazonable

—… – Reborn se quedó viendo a Tsuna un rato y el chiquillo parecía ansioso así que suspiró. Nunca había realizado cosas buenas por otros, al menos no sin cobrar algo a cambio, así que… ¿cómo demonios iba a cumplir 1000 buenas acciones de niño bueno? Peor un número mayor – bien, pero que sean las mil

—genial – sonreía Tsuna – usted solo dígame cuando esté preparado y yo hago el resto

—¿cómo sé que no me harás explotar como en tus otros intentos?

—porque practiqué — reía feliz mientras sujetaba sus pantalones, estaba emocionado

—¿Cuándo?

—este mes… al fin pude hacerlo… ya lo verifiqué dos veces – sonreía emocionado

 

 

¿Cómo fue esa extraña hechicería que le quitaría el peso de ser un infante? Fácil, el castaño hizo un círculo raro en el suelo colocando a Reborn en medio de este. Las cosas temblaron, relámpagos cayeron del cielo, todo se puso oscuro… no, nada de eso. La verdad fue más simple. El castaño solo sostuvo a Reborn en sus brazos como en un abrazo mientras soltaba un cantito en susurros, los dos cuerpos brillaron un instante y al separarse… Reborn tenía un chupete colgado en una cadena brillante en su cuello. El hitman se quejó por el infantil artefacto y golpeó al castaño en la cabeza por la osadía, pero Tsuna solo se reía bajito.

 

 

—Reborn-san, el chupete es el candado… cuando se agriete totalmente significará que puede regresar a su forma natural. Recuerde las buenas acciones que beneficien a más de dos personas cuentan por tres — esa fue la simple explicación del castaño cuando terminó el proceso de contrarrestar la maldición

 

 

Ahora estaba en un dilema. Reborn no sabía qué demonios hacer para ser “bueno” con los demás y liberarse de esa asquerosa maldición y con ello del mocoso castaño también. Tsuna le dio una opción para comenzar y era, avisar a todos los otros idiotas maldecidos para que Tsuna les aplicara el mismo hechizo. De mala gana, el azabache de patillas lo hizo, vio a uno por uno de esos iditas venir a su cabaña. Tsuna se encantaba con cada uno y eso a Reborn no le gustaba… mucho menos le gustaba ver al castaño abrazando a cada arcobaleno maldito para realizar el hechizo contraceptivo. Pero se dio cuenta de algo, cada que hacia una “buena obra” su chupete brillaba y un número aparecía en el fondo, iba cuenta atrás, así que… en verdad funcionaba.

Así que… dejó que Tsuna ayudara a esos idiotas, aunque apenas terminaba el proceso arrastraba al ya no tan maldito Arcobaleno fuera del alcance del castaño, porque no le gustaba que tocaran a sus pertenencias. Aunque… los imbéciles se quedaron con él un tiempo, ¿por qué? Porque decían adorar la cocina de Tsuna, ¿y quién no? Si era malditamente perfecto en ese ámbito. Así que su casa se volvió un nido de arpías que acosaban a un ingenuo castaño que feliz de la vida los atendía y hasta… ¡los cargaba en brazos! ¡O los dejaba dormir con él! ¡Eso era el colmo! Reborn se enfadó, se enfadó mucho cuando vio que Tsuna tomaba una ducha en el río con el imbécil de Fon entre sus brazos, pues lo estaba ayudando a lavar el cabello largo. ¡Qué se joda el mundo! ¡Ese cuento no se lo tragaba! los echó de su casa ese mismo día, porque ¡nadie iba a tocar a su sirviente! ¡No señor!

 

 

—Reborn-san... ¿por qué los echó a todos? – decía Tsuna al escucharlo bufar

—son molestos. Me gusta mi casa sin ruidos

—entiendo… entonces empezaré a arreglar todo en su casa

—que buena esposa me conseguí – se burló viendo el sonrojo del muchacho

—no diga eso, Reborn-san… no es divertido

—¿por qué? – levantó una ceja mirando al abochornado castaño

—porque… en mi verdadera casa solían decirme lo mismo. No me trae buenos recuerdos – suspiró mientras ingresaba en la cabaña y empezaba con sus tareas

dame-Tsuna… vamos, tomaremos un baño, hay que limpiarnos el aroma de esos idiotas

—¿qué?… está bien. Llevaré un cambio de ropa para ambos – con obediencia aceptó. Tsuna era como uno de esos sirvientes perfectos, no preguntaba mucho, se callaba cuando se lo ordenaban y hacia todo sin reclamo. Tal vez por eso Reborn quería conservarlo

—lo hacías con Fon… ¿por qué? – al final terminó preguntando eso cuando ya estaban en el río, dentro del agua y el castaño usaba un truco de magia para calentar un poco el agua en su sector

—porque su cabello es difícil de lavar en su estatura actual – sonrió como si nada – puedo lavar el suyo también – ofreció con amabilidad y por primera vez Reborn dejó que el castaño lo tocara

—hazlo perfectamente – ordenó y cuando las manos de Tsuna tocaron su cabello, sus hombros, su frente o un simple roce en la piel, se relajó. Transcurrió el tiempo en aquella tarea, y el hitman entendió la expresión calmada de Fon… esas manos suaves eran una caricia, era como… la sensación maternal de un hada o algo mejor, además Tsuna tarareaba algo mientras realizaba su tarea, era simplemente… hermoso y… ¡en que rayos pensaba! ¡por el cielo!

—su cabello es suave, Reborn-san – comentó y con eso sacó de sus pensamientos al pequeño azabache – ¿puedo tocar sus patillas? – y con la autorización deslizó esos dedos con cuidado, sonriendo pues nunca perdían la forma rizada a pesar de que las estiró con agua – son muy encantadoras… es su marca personal, Reborn-san

—¿ya acabaste? – dijo con seriedad, pues tenía que matar esa aura rosa a su alrededor y se dio cuenta que no era la primera vez que Tsuna le causaba esa sensación de paz

 

 

Reborn disfrutó del baño, no lo iba a decir en voz alta pero le gustó. Así que cuando terminó, se vistió, se sentó en una roca y esperó a que Tsuna terminara también. Vigiló al castaño, se perdió un momento admirándolo y detalló… el cuerpo delgado de Tsuna que se perdía en el agua. El cabello que estaba siempre rebelde se movía con el agua… también parecía suave y cuando al fin fueron a casa lo tocó verificando la suavidad. Tsuna era un idiota al haberse quedado en casa de un asesino, pero… al parecer no le disgustaba la idea pues se sentía feliz, al menos sus sonrisas y miradas dulces lo demostraban. Mucho más que eso, fue el propio Tsuna quien le daba ideas de buenas acciones al hitman y las aplicaban cuando iban al pueblo humano. Aunque el castaño nunca se dio cuenta que el propio Reborn lo empezó a cuidar para que no se lastimara o pasara algo malo. Ya fuera en los hechizos, en la cocina, en las tareas, cuando Tsuna iba a hacer o hacerse daño, Reborn lo ayudaba desde las sombras, como si no fuera su intención hacerlo. Era una extraña relación entre esos dos. Un hechicero blanco, un asesino maldito, muy extraño de ver y despertaba la curiosidad de todos. De vez en cuando alguien venía a curiosear por allí solo para verificar que los rumores eran ciertos y terminaban siendo echados por un Reborn quien no gustaba de intrusos en sus dominios

Reborn cuidaba de Tsuna  a pesar de que al mirarlo pensaran que solo lo trataba mal. El azabache de patillas tenía sus razones, la mayoría basada en cuidar de su sirviente, el mismo que lo ayudaría a conseguir su forma verdadera… pero más allá de eso estaba… algo que quería negar a toda costa, pero que cada vez se volvía más molesto. Le gustaba ver las sonrisas del castaño, los detalles, los fallos, verlo suspirar y dormir, escucharlo tararear o cantar sus hechizos, le gustaba… le gustaba Tsunayoshi a pesar de que deberá odiarlo pues era el heredero de aquel imbécil que lo maldijo. Sabía que debería usar al mocoso para chantajear a la familia o por mera satisfacción de dañar el linaje, pero… cada vez que quería hacerle daño, esa mirada chocolate llena de inocencia le hacía contra. Maldito mocoso que llegó a su vida… bendita era la vida por traerle al mocoso. Así de contradictorios eran sus pensamientos

 

 

Continuará... 


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