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Notas del capitulo:

Holi~

Viva el sábado y maldigo el tiempo gastado en la universidad... ok no jajjaja... solo estoy estresada ^^

Muchos besos ~

Disfruten~

 

 

 

 

¿Cuántas memorias tenía dentro de su mente? ¿cuántos recuerdos? ¿Cuánta luz? Fueron los dos años más felices de su vida. Compartió un hogar junto con un hombre tachado de asesino, quien pudo matarlo cuando quisiera, pero que no lo hizo. Tsuna solo podía ver el lado bueno, solo vio esa mirada negra que le llevaba a un abismo, pero que a la vez lo pateaba hacia delante. Incluso podía reírse de eso, porque las agresiones siempre se dieron, pero la intención final era positiva. Reborn lo ayudó cuando lo necesitaba, le salvó la vida, lo orientó y le forjó carácter, le permitió tener un plato de comida, elegir qué fiestas y platillos preparar.

Reborn y Leon eran una pequeña familia y Tsuna se sintió privilegiado de ser partícipe de ella. Sus lágrimas brotaban al recordar cuando reía con los arcobalenos antes de cambiarles la maldición, o al ver el ceño fruncido del hitman cuando terminaba haciendo sus buenas acciones. El castaño recordaba al hombre fuerte que estaba oculto bajo esa maldición eterna. Las manos fuertes que lo acogieron en el lecho que compartían. Nunca alguien le había mostrado una amabilidad de ese tipo, al menos no que recordara.

Nana era su madre, le dio amor hasta que tenía ocho años, su padre era meloso, sobreprotector, pero el mismo caso ocurrió. A sus ocho años, Tsuna conoció lo que era ser rechazado, ignorado, dejado de lado debido al tipo de magia que usaba. Su vida entonces fue cayendo en un acantilado, el dolor fue apareciendo en su alma, la soledad fue su mejor amiga. Vivió maltratos, o simplemente vivió en soledad, de todas formas, dolía. Por eso, cuando llegó con Reborn, cambió ese vacío que le obligaron a crear. Tsuna sólo podía ver el lado bueno a aquella situación, eso desde que el cielo le dijo que no debía soportar el peso de su especial don, en aquella mansión, y que huyera. Confió en él, en su cielo, y como siempre, su guía, su creador, tuvo razón. La bondad escondida de Reborn lo cautivó. Para cualquiera podía sonar tonto, sin fundamentos, demencial, pero para el castaño era… era su realidad. Tantos años con el pecho aprisionado por una sensación amarga, que, cuando recibió un poquito de apoyo, consideración, amabilidad, aunque fuera mínima, fue como un regalo preciado… y no lo quería olvidar

Lloraba desesperado cuando sentía las ataduras en sus muñecas, seguía intentando liberarse, pero alguien más lo detenía. El mártir suplicaba aun, por la piedad que Xanxus no tenía. Miraba a lo lejos al rubio asesino, cuyos ojos vacíos le mostraban su futuro, el resultado de aquella magia negra sumamente poderosa. Su vientre tenía una marca ajena a la del cielo, un conjuro que Xanxus le colocó hace un tiempo, para que obedeciera sin protestar. Bastaba un chasquido y su hijo moriría, fue por eso que no podía usar su poca magia para defenderse.

El hijo del mártir era el salvador de ese mundo, porque su tarea era distribuir, de a poco, la magia robada a su progenitor, la misma que no lograría ser disuelta cuando el padre muriera… pero había otras formas de cumplir esa labor sin la necesidad de un heredero quimérico. Xanxus podía robarse esa magia, guardarla, usar humanos como contenedores y luego fingir ser un puente entre la salvación y la crueldad… era por eso que Tsuna tenía miedo de su primo… porque en verdad sería capaz de matar a su hijo. Las amenazas ya le fueron dirigidas decenas de veces y aunque al inicio no quiso creerle, ya hubo una ocasión en donde fue lastimado y a duras penas pudo proteger a su hijo. Xanxus hablaba en serio, no jugaba, no tenía misericordia con un ser indefenso que no podía protegerse

Olvidar a su gran amor para salvar a su heredero. Era tan cruel, que sus lágrimas ya formaban charcos en aquel suelo donde llevarían a cabo el ritual. Tsuna no quería perder a su pequeñito bebé, tampoco quería olvidar a Reborn, quería todo para él y el egoísmo dolía. Veía a cinco hombres a su alrededor, hechiceros de alto rango, quienes con la mirada serena sólo esperaban órdenes. Tsuna les suplicaba con la mirada, con susurros, con sus lágrimas, pero ninguno cedía, lo ignoraban. El mártir debía sufrir más, el mártir debía destrozarse y volverse polvo. El mártir… el mártir se llenaría de odio cada vez más negro.

 

 

—empecemos

—no me quites mis recuerdos — su voz temblaba, pero ya perdió esperanzas de que ellos lo escucharan — por favor

—te dejaré algunos — Xanxus miraba a Tsuna y sonreía — escoria, volverás a tu época de esposa bien portada, destinada a casarse conmigo

—prefiero morir — gruñía apretando los dientes. Odiaba su pasado, no quería volver a él

—lo harás, pero a su debido tiempo — se mofaba mientras caminaba cerca de su nueva víctima

—maldito… ¡maldito!

—lo sé — sonreía mientras rodeaba a Tsuna hasta que pudo inclinarse para verlo a la cara — ¿recuerdas la época en que lo único que te hacia feliz, era ser una mera sirvienta o cocinera? Creo que era porque solo así te ponían un poquito de atención… Volvamos a eso también 

—no me interesa eso — criticaba, aunque en alguna otra ocasión agradeció aquello, porque así encontró una habilidad que lo llevó a ser aceptado por Reborn

—obviamente anularé emociones tuyas, que no sean las negativas necesarias para catalizar la magia blanca. Serás una sirvienta sin voz ni voto, sin conciencia ni decencia — con diversión golpeaba levemente el cuerpo del castaño que posaba en el suelo — Si me obedeces por completo, me ahorras la fastidiosa tarea de escuchar tus reclamos e insultos — se puso en cuclillas para acercarse a ese rostro compungido por el dolor del alma

—muérete Xanxus — lloraba aún, pero seguía atacando a su captor

—pero extrañaré esa linda boquita tuya — con sus manos toscas sujetaba la quijada del castaño y le mandaba un beso volado — adiós Tsuna… hola, esposita mía

 

 

Madre

 

 

Nana había sido puesta en custodia, pues no soportaba más cumplir con el decreto impuesto y armó un escándalo que fue cortado de inmediato. Era una madre desesperada, a la que le negaron la oportunidad de ser amorosa con su hijo desde que se enteraron de la predicción del cielo. Amó a su hijo, cuidó a su pequeño bebé sin problemas hasta que los ocho años llegaron a ese pequeño hechicero, fue ahí donde las noches de sollozos y suplicas empezaron. Se lo prohibieron, incluso sellaron sus palabras y sus acciones. Cientos de veces pidió, suplicó a Iemitsu la oportunidad de, al menos, decirle alguna cosa a Tsuna para aliviar su soledad, pero se le negó. Habló con Timoteo, con los altos dirigentes, con todos… pero nunca pudo estar más cerca Tsunayoshi. Tenía una prohibición de al menos tres metros de lejanía con el mártir.

Desde que Tsuna había llegado de nuevo a la mansión después de esos años sin dar información ni paradero, ella exigió tenerlo cerca, cuidarlo, quería ignorar las órdenes de todos, pero su hijo no era el mismo. Tsuna… su pequeño Tsuna se convirtió en lo que ella más temía, en un ser vacío y carente de compasión hacia los de su misma clase. Dolía. Escucharlo maldecir su sangre y su origen, le dolió demasiado, pero no protestó. Aun si Tsuna la rechazaba, ella quiso acercarse, llegó a abrazarlo, pero no le correspondieron y aun así ella siguió. Pero… Xanxus, desde que él tomó el liderazgo de la familia, las cosas se pusieron peor. Nana se esforzó, con disimulo y en secreto, empezó a platicar con su primogénito, a cuidarlo, a darle palabras de apoyo, a calmar el dolor de esa pequeña alma. Tsuna empezaba a responderle positivamente, aunque sea con una mirada, o una leve sonrisa forzada y Nana lloró de felicidad. Pero su felicidad se terminó un día, cuando Xanxus se dio cuenta de aquello, cuando la encontró en el cuarto del mártir y ella se negó a irse. El líder enfureció con la réplica, la sacó de allí, la mandó encerrar en el ala oeste del castillo para que no diera problemas.

El cielo le dio una visión esa mañana, por esa causa, Nana luchó contra todas las cerraduras que la mantenían prisionera. Usó el resto de magia que le quedaba después de sus numerosos intentos fallidos de escape y logró derribar la puerta. No iban a detenerla en esa ocasión, ni siquiera Iemitsu, que la abrazó cortándole el paso e intentando hacerla cambiar de opinión. Nana empujó a su esposo, recriminó, gritó, amenazó y siguió con su camino. Los aposentos de su hijo, el lugar donde la seda ennegrecía cada vez que las lágrimas eran derramadas. Nana sabía que ese color, algo tenía que ver con el padre de su nieto, pero no preguntó en los momentos en los que pudo hacerlo, solo calló y ahora se arrepentía inmensamente de eso. Pudo saber cosas de Tsuna, tal vez con eso podría calmar un poquito el dolor de su hijo, pero fue muy tonta al no arriesgarse

Nana recordaba las tantas sonrisas de su pequeño bebé, las primeras palabras, los primeros pasos, el primer dibujo que su ángel le dio. Sus lágrimas caían por la desesperación y arrepentimiento. Si tan solo hubiese sido una madre más fuerte, más decidida y hasta altanera. Si tan solo no lo hubiese dejado solo, tal vez hubiese hallado alguna otra forma de preparar al mártir. Su corazón se estrujaba, sus piernas temblaban, solo corría hacia esos aposentos, pero en aquella habitación… no había nada más que una espesa NADA. Dolida, ansiosa, temblorosa, tenía la intención de salir corriendo en busca de su pequeño, pero alguien la detuvo en la puerta.

 

 

—¿qué haces aquí? — la voz de Xanxus era altiva y sin duda — estabas encerrada para que no dieras problemas

—quiero ver a mi hijo — se paró con firmeza, levantó su rostro para enfrentar al líder. Era hora de ser una madre valiente — Ya no puedo soportar en silencio el maltrato que le das

—hago sólo lo necesario para salvar tu estúpida vida — gruñó bajito, como un perro rabioso — estoy salvando la vida de los hechiceros y de todo ser mágico en este mundo

—¡no me importa! — cortó el discursito que escuchó cada maldito día desde que Tsuna volvió — Sé que debes destruir al mártir… pero no lo acepto

—como sea — suspiraba, pues ya se le hacía raro que esa mujer no apareciese — no me interesa tu lado materno. Ahora, ¡largo! ¡me eres innecesaria en este momento!

—no… no me iré

—¿no crees que es absurdo que pelees por un muchacho que abandonaste? — sonrió al ver el dolor en esa mirada

—¡ustedes me obligaron!

—y tú no forzaste la magia impuesta en ti, para al menos intentar acercarte a Tsunayoshi — Xanxus entonces la tomó del brazo y la empezó a arrastrar — no te vengas a hacer una buena madre ahora. Es patético… acepta que eres una mala madre

—¡déjame! No me iré… ya sé que cometí un error… pero no más — usaba sus fuerzas debilitadas para pelear, no quería irse sin ver a su hijo — ¡suéltame Xanxus!

 

 

Gritos y pataleos, peleas, palabras, nada servía. Xanxus ni siquiera tenía consideración por aquella mujer que le sirvió de madre sustituta cuando la suya terminó su ciclo en ese lugar. La arrastró fuera de esos aposentos, porque el castaño ya estaba listo para regresar. El proceso que usó en el mártir no era complicado, pero era poderoso, tanto como para agotarlo a él y sus colaboradores. Xanxus no tenía paciencia alguna y solo quería descansar en paz durante algunas horas, dormir a pierna suelta porque se lo merecía. Pero esa mujer era un maldito obstáculo para su maldita paz. Si no la viera como su madre, tal vez le haría algo malo

El griterío paró cuando alguien se mostraba al final de ese pasillo. Silencio para recibir aquella imagen. Con esa vestimenta de color blanco, sucia con el polvo en las diferentes actividades que realizó ese día. Descalzo, portando las cadenas que limitaban su magia, caminaba seguido de un rubio con un velo que cubría la mitad de su rostro y de otros dos magos de clase básica. Se soltó del duro agarre de Xanxus, lo miró con rabia, quiso decirle algo, pero decidió simplemente ir hacia su hijo. Nana entonces lanzó un suspiro aliviado y se encaminó en dirección a su hijo. Quería abrazarlo, decirle que la perdonara y que le permitiera intentar redimirse

 

 

—Tsu-kun… mi pequeño — su brazo se extendió para tocar a aquella criatura, pero el otro se desvió — ¿Tsu-kun? — el castaño la tomó un obstáculo en su caminata constante, en donde su rostro estaba levemente agachado — ¡Tsu-kun! — se giró de nuevo, no iba a dejarse caer. Iba a insistir en un perdón que tal vez no se merecía

—no sirve de nada — bostezó Xanxus mientras, con un ademán de su mano, señalaba a Tsuna y a los demás. Una orden muda para que se apresuraran e instantáneamente los pasos se volvían presurosos

—Tsu-kun, espera… quiero hablar contigo — trató de interceptarlo de nuevo, pero el castaño la evitó y siguió cumpliendo con la orden dada por el líder

—vete a tu celda, Nana — Xanxus ni siquiera la miró

—¿qué le has hecho? — su voz se quebró al ver a su pequeñito obedecer sin rechistar, muy diferente a lo que vio esos días — ¿qué pasó con el brillo que despedía? — susurró antes de correr por Tsuna e intentar agarrarlo, pero el asesino rubio la detuvo con su brazo bueno

—atrás o la mataré — una voz amenazadora, una mirada helada… Nana encontró la semejanza entre ese muchacho y su propio hijo… la conclusión fue solo una. “Xanxus”

—basta — se reía Xanxus al ver el desconcierto en la castaña — ven Tsuna — elevaba su brazo y el castaño se posaba junto a él. Tsuna terminaba reverenciando levemente al líder, dejaba que el otro le sujetara de los cabellos y lo obligara a girar hacia Nana. Xanxus no dejaba de sonreír, besaba la mejilla del castaño para luego tirar de esos cabellos y mostrar el rostro… vacío — muéstrale a tu madre la linda carita que posees… y dile que estás bien

—estoy bien — sus ojos sin brillo, su falta de expresiones faciales. Tsuna no se quejaba por el rudo trato, solo obedecía mientras sus manos se posaban en su vientre, como si fuera una sirvienta bien portada. Sin alma alguna

—le has quitado su libre albedrío — la voz de Nana se quebró y sus lágrimas brillantes brotaron — eres un… monstruo, Xanxus

—el monstruo eres tú, son ustedes — sonrió mientras dejaba libre al castaño y lo empujaba hacia la habitación — no solo despreciaron a su hijo, a su sangre, sino que me forjaron tal y como soy. Ustedes… crearon esto — dijo señalando a su persona y al castaño que ya entraba a sus aposentos seguido por los magos y el asesino. Pues ellos eran los encargados de la atención del mártir — ustedes siguieron las reglas, crearon algo blanco y negro... ahora déjate de quejas, porque ni con lágrimas cambiarás algo… madre — sonrió burlón

 

 

La puerta de Tsuna se cerró con fuerza después de que ingresó. Nana la golpeó varias veces, pero no le fue permitido el paso. Súplicas, lágrimas, desesperación. El corazón de una madre se vio destrozado con la dura verdad. Las palabras de Xanxus dolieron más que cualquier herida con arma o alguna otra cosa, pero tenía razón. Todos en ese castillo, todos en esa generación forjaron ese camino. Hirieron al mártir, lo trataron como si fuera un despreciable objeto o carga, le dieron a Xanxus todo lo que Tsuna merecía… ellos cometieron un error y Nana odiaba eso. Ella era una madre que suplicaba el perdón que no se merecía, pero nadie se lo iba a dar. Nana no podía pedir nada ya, nadie la sacaría de donde había caído

Dentro de la habitación, el castaño se arrodillaba frente a su lecho rodeado por esas finas telas flotantes. Miró un momento el lugar como si lo reconociera, se fijó en el “nido” hecho de sedas que, con un chasquido, volvieron a ser blancas como debería verse siempre. Las órdenes de Xanxus fueron claras, quitarle las ataduras, pues ya no huiría o haría algo estúpido. Por primera vez en tres meses, Tsuna sintió su cuerpo ligero y las cortaduras en su piel insignificantes. Los magos lo asearon con cautela, con cuidado, siempre precavidos, pues era ya costumbre que el castaño hiciera algo para escapar. Pero ahora ya no había peligro alguno.

El asesino entonces se puso en su posición, parado junto al lecho que usaba Tsuna, mirando al frente, sosteniendo su arma de largo alcance, con un cañón tan largo que asemejaba a una escopeta. Colonello solo era un sirviente más, que esperaría las siguientes órdenes del líder, tenía claro que su misión era cuidar de Tsuna y por eso… jamás se separaba del mencionado. Xanxus solo miraba el progreso, satisfecho por su propio trabajo, pues tenía dos poderosos sirvientes que presumir

 

 

Tiempo…

 

 

Reborn había tenido que seguir en esa cacería extraña, en donde se guiaba por los rumores en donde se decía que Tsuna se encargaría de restablecer el nivel de magia y evitar muertes innecesarias. En dos de esas búsquedas ya había fallado, llegado pocas horas después de que Tsuna se hubiese retirado. Necesitaba que alguien también ayudara y fue por esa simple razón que la llamó a ella. Le relató lo que percibió en Colonello, pocos detalles, solo los necesarios para desempeñar un trabajo en grupo decente. Obviamente Lal no estaba nada contenta, con que su queridísimo “casi” esposo fuera la marioneta de un mago, tampoco que Tsuna estuviera siendo usado como el curandero de miles. Lal concluyó que para realizar una labor como esa, donde miles eran llenados de magia blanca, debería ser necesario un sacrificio y como si fuera poco, Tsuna llevaba un hijo a cuestas. Un niño de unos… 4 meses según la “confesión” forzada de Reborn. Cada vez que Reborn recordaba esa fecha, se enfermaba de rabia

 

 

—tranquilízate, Reborn… y acepta lo que te digo de una maldita vez — Lal bebía su quinta botella de licor mientras miraba el techo — hemos discutido esto por dos horas, asustado a dos ciclopes, pateado el horrendo rostro de seis minotauros y casi matado a un centauro… podrías de una maldita vez decirme que sí — exigía con fastidio

—me niego a llamar a esos imbéciles — rozaba esas palabras, su lengua no quería pronunciarlas

—sabes tan bien como yo, que los necesitas. El tiempo corre Reborn… un embarazo dura nueve meses en una hembra, debe ser lo mismo en un macho hechicero. Yo que sé — fruncía su ceño, pues aún no se mentalizaba bien a esa idea

—no necesito que esos tipos me ayuden

—tarde o temprano llegarán y apuesto a que Fon será el primero — bostezaba Lal. Ya era muy tarde y solo por los dos asesinos, ese estúpido bar estaba abierto — tal vez él sepa quién puede decirnos la mejor forma de infiltrarnos en el castillo

—es fácil, solo debemos entrar en su maldita barrera cuando los hechiceros de mierda estén a punto de desaparecer — refutaba Reborn

—yo fallé una vez, tú fallaste dos veces — miró con diversión a Reborn —no es tan fácil hacerlo solo. Ni siquiera creo que, haciéndolo entre dos personas, fuese fácil. Hay muchos francos que atacar y los guardias son numerosos

—debemos matarlos entonces, hasta que ninguno quede en pie

—eres imposible — bufó mientras se levantaba — pero piénsalo Reborn… el tiempo corre. Tu hijo crece en un ambiente hostil y Tsuna está siendo herido cada vez más

—me importa poco lo que le pase a ese dame hechicero — le dio la espalda a su compañera y tomó un vaso que bebió de un solo trago

—claro —Lal no lo miraba. Si el hitman no quería reconocer que le importaba el muchacho, era asunto de él — me voy al siguiente pueblo. Es tu problema si vienes conmigo o no

 

 

El azabache apretó los labios cuando vio a Lal salir de aquel bar, gruñó bajito mientras lanzaba el vaso en contra del tendero y le disparaba por pura diversión. Se desquitó con el maldito dueño de ese asqueroso lugar antes de seguir a esa mujer en silencio. Estaba furioso, pero siempre supo controlar sus arrebatos emocionales, por esa causa era el mejor en todo. Se desquitaba con lo que tuviera al alcance, así suprimía sus instintos de apretarle el cuello a quien le diera la contra. Era una persona calculadora y calmada, pero cuando se trataba de ese muchachito las cosas cambiaban.

Cada vez que pensaba en Tsuna, su furia le ganaba la partida. Reborn tardó en calmarse en esa ocasión. Mientras caminaba a unos metros detrás de Lal, jugaba con una pequeña hada que logró atrapar en pleno vuelo. La maltrataba, para al final mirar cómo se deshacía en escarcha, una vida se había perdido de nuevo. Era un asesino, no iba a cambiar por nada de ese mundo. Debía pensar con cabeza fría, concluir en la mejor estrategia y sí, necesitaba a algún estúpido que se ofreciera de carnada, Skull, por ejemplo. Requería de alguien hábil en la pelea cuerpo a cuerpo, pues esos maguitos de mierda eran terribles en eso… Fon… y solo hasta ese punto aceptaría. No quería más individuos cerca de si, desesperándolo en ocasiones. Reborn quería silencio mientras meditaba sus siguientes planes. Lal sonreía al escuchar a Reborn acceder a llamar a los otros dos, pues era necesario hacerlo. Sólo así, cada uno de ellos recuperaría lo que le pertenecía

Lo que nadie se esperaba, era que Fon estuviera en el siguiente pueblo, y aún más raro que eso, era que ya había llamado a Skull para que lo ayudase en la tarea que realizaba desde hace tiempo… mucho peor que eso, era que ya descubrió donde serían las dos siguientes visitas de Tsuna y… ¡Reborn quería matarlo por no compartir información! ¡¿Quién se creía ese imbécil?! Lal apenas pudo detener la furia del azabache de patillas en esa ocasión. Gritos llenos de rabia y promesas de muerte, leves risas por parte del “acusado” y Lal era la intermediara para que esos dos no se mataran, pues los necesitaba vivos hasta que le ayudaran a abrirse camino para recuperar a Colonello. En pocas palabras, todos tenían sus propios intereses

El de largo cabello atado en una trenza, aún era un niño que llevaba un chupete de color ojo en el cuello. Tal vez por eso le fue fácil encontrar información, porque como un pequeño podía escabullirse por ahí y escuchar como vieja chismosa. Fon sonreía al decir que estaba guardando sus dos últimas buenas acciones para el momento adecuado y ese sería en dos días, cuando Tsuna llegase a ese pueblo. «Estoy preocupado por Tsuna-san, es un muchacho valioso y no debe ser maltratado de esa forma. Es por eso, Reborn, que me lo llevaré después de sacarlo de su prisión» Claro, Reborn no dijo nada, pero su mirada fría le respondía a tremenda estupidez dicha. Fon solo sonreía divertido, tal vez las cosas se pusieran difíciles desde ese punto

 

 

—preparados, bola de idiotas — sí, Reborn ahora le importaba una mierda los demás. Ni siquiera se daba la molestia de ser cortés

—en verdad a empeorado desde esa… — pero Skull no pudo terminar de hablar porque alguien lo había pateado por la espalda — hay demonios. No sé cómo Tsuna puede aguantarte — se quejaba por la agresión. Skull era de las pocas personas que no se callaba las verdades, aunque muchas veces eso acarreaba a una buena pelea

—silencio — Lal se ocultaba en ese callejón. Ella ignoraba a los idiotas que discutían detrás de ella, pues estaba concentrada mirando que la luz brillaba en la calle principal — ya llegaron

—tomaré mi lugar — Fon sonreía mientras se acomodaba la capa que llevaba. Su forma adulta estaba presente. La buena acción faltante apenas usada esa mañana y aun su soltura no era la adecuada, pero no se quejaba. Gracias a esa espera logró recoger incluso información sobre la cantidad de magos a enfrentar. Cinco magos, cinco escoltas y el asesino de siempre. Colonello

—no intentes nada raro — advirtió Reborn y Fon asintió mientras se escabullía entre la gente. Todas esas criaturas mágicas empezaban a reunirse para ser agraciados con la magia que necesitaban para recuperar fuerza

—¿por qué a nosotros no nos falta tanta magia? — Skull miraba a una ninfa que apenas podía caminar por la debilidad, pero hasta ahora él tenía fuerzas bastante normales

—tal vez porque hemos estado siguiendo a Tsuna instantemente y hemos recolectado de forma natural, la magia que Tsuna cede — Lal miró al grupo de magos que se separaban para despejar la calle en pos del hechicero que distribuía magia blanca — Reborn, tú…

—me adelanto — sin decir nada más que eso, Reborn salía para escabullirse con esa bola de estúpidos que eran esos seres mágicos pidiendo limosnas

—me lo supuse — suspiraba Lal Mirch y Skull soltó un chasquido en su lengua — cállate… nosotros si nos apegaremos al plan

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

Casi me olvido de actualizar esto XD lo lamento. Bueno… ya sabemos que pasa por la cabeza de Xanxus y lo que siente Nana… adoro a Nana, es tan linda, es mi crush… ok no… tengo una lista de crush, ella ocupa el tercer lugar XD

Muchas gracias por leer~

Muchos besos~

L@s ama, Krat

 


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