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Todos fuimos personas por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis~

Traigo dolor... es decir... actualización :v 

 

 

 

Reborn no soltó al castaño por ningún motivo. Lo trasladó en brazos a su siguiente destino mientras escuchaba la respiración acompasada y sentía la ligereza de ese cuerpo. Tsuna siempre fue pequeño y delgado, pero… en ese momento era una pluma y eso hizo que la furia del azabache volviese. Tsuna llevaba a su hijo, si no se alimentaba como era adecuado, era SU hijo el que corría el riesgo de algún daño permanente. Reborn se auto convencía de que esa era la realidad, que velaba por su sangre y no por el castaño. Su hijo… era su hijo por lo que hizo todo aquello y seguiría haciendo, porque nadie le iba a quitar el derecho de tener lo que le pertenecía

Las horas pasaban en esa caminata constante hacia el lugar de destino y el azabache solo miraba al frente, ignorando toda esa mierda que el mundo le brindaba. Escuchaba los pasos detrás de sí, trataba de mandarlos al quinto infierno con sus pensamientos, lástima que no era un maguito de pacotilla, porque de ser así, mandaría a sus compañeros a volar. A veces esos idiotas platicaban entre ellos, pero solo eran dos los parlanchines, pues al parecer, restaurar la magia de sus cuerpos a coste de la salud de Tsuna, los volvió un mar de energías que desbordaba palabras como viejas chismosas. Fastidiosas cotorras que tenía siguiéndolo de cerca. Los odiaba a todos y ni siquiera les iba a dar las gracias por… ¿por qué les iba a dar las gracias? No recordaba que fueran útiles

Tsuna despertó dos horas después. Exactas, precisas dos horas, las cuales pasaron con rapidez para cierto hitman que maldecía entre dientes. Los ojos de Tsuna se abrieron quedándose fijos en el cielo, sintiendo el calor de un ajeno, pero no pudo bajar, los minutos pasaban y él se quedó callado mientras quien lo cargaba se negaba a soltarlo. Más esa interacción tenía que terminar en algún momento. Al ser adecuado Tsuna emitió una orden simple y Colonello estuvo a su lado, deteniendo a Reborn y obligando al azabache a soltar al castaño.

El mártir fue soltado en el aire, para que cayera de sentón, pero eso no sucedió, porque con una elegancia innata de los hechiceros, el castaño flotó un poco antes de que tocara la tierra con la punta de sus dedos desnudos. Desde ese momento el castaño lideraba el camino, señalaba la ruta mientras tomaba el alimento ofrecido por el rubio. Frutas, solo eso comía y si alguien le ofrecía algo más, él negaba rotundamente con el argumento de siempre. «Xanxus-sama me lo ha prohibido» ninguna protesta o razonamiento sirvió, pues el castaño simplemente hizo oídos sordos y siguió caminando firmemente, agarrado de a ropa de Colonello que le servía de guía ocasional

 

 

—hemos llegado, mi señor — susurraba Colonello y Tsuna soltaba el ropaje ajeno para seguir por su propia cuenta — ustedes quietos — Colonello detenía a los demás con la táctica de siempre, un arma, una mirada fría y un chasquido

—pero no puede ir solo

—puede y lo hará — dijo mirando el caminar sereno de Tsuna, quien se abría paso entre la maleza para ingresar a aquel lugar donde las numerosas lagunas contenían a las sirenas

—va… ¡va a chocar contra un árbol! — Skull vio aquello. Fon empujó a Colonello para ir en ayuda del castaño. Reborn ya sacaba a leon transformado en un arma

—Tsuna, ¡cuidado! — Fon iba a detenerlo justo antes de que el castaño se estrellara con aquel enorme objeto, pero no tuvo que hacer nada — Tsuna — susurró cuando el castaño daba el último paso y en vez de golpearse, solo siguió de frente

 

 

El árbol empezó a deshacerse en luces brillantes de color amarillo para no impedir el camino del mártir. El árbol moría, se desprendía de ese mundo, se volvía polvo para proteger al castaño, quien seguía con su camino ignorando lo demás. Nadie dijo nada, tal vez debieron imaginar algo así, pues Tsuna era considerado un ser casi celestial. Todo lo que impidiera el paso del castaño, se volvía polvo, incluso la maleza generada por la humedad. Tsuna caminó con calma mientras tarareaba algo desconocido y al instante, del agua brotaban cabezas por decenas, quienes con lentitud se acercaban a la orilla que acogería a su salvador. Pedían, lloraban, gritaban por auxilio y el castaño las acalló con un solo movimiento de su mano.

 

 

—dejen que haga mi trabajo — fue la orden directa del mártir

—mi señor… nos estamos muriendo… tenga piedad

—¡les ha dicho que lo dejen trabajar! — fue el grito de Colonello antes de dar su primer disparo y despejar la orilla

—Colonello… ahora vete y custodia el lugar. Comanda a los demás asesinos a servicio de Xanxus-sama y no dejes que intervengan en el ritual

 

 

Las voces de las sirenas se anularon cuando el castaño elevó sus brazos, para que enseguida su propio canto saliera a flote y con eso, sus lágrimas también lo hicieran. Tsuna ingresó al lago principal a paso calmo, el mismo que conectaría con los demás estanques de sirenas necesitadas y distribuiría la magia equitativamente. El agua cubrió la tela que se iba pegando al cuerpo del muchacho, haciendo que la visión de todos fuera clara, concluyendo en que ese cuerpo pecaba de delgadez. Tsuna se hundió hasta que su vientre estuvo dentro de aquellas aguas infestadas de criaturas mitad pez. Elevó sus manos levemente y empezó a llorar como tantas otras veces había hecho. Sus lágrimas se mezclaban con el agua, el brillo se extendía por el lugar, su vientre respondía de la misma forma… y la magia se distribuía sin limitaciones.

 

 

—el final del camino — susurraba Tsuna cuando sus propios pasos lo llevaron a que el agua le llegara a la mitad del pecho y sentía el suelo caer en picada. Ya no tenía opción a seguir — aquí se termina

—aun no… por favor. Necesitamos más — suplicaba una de las hermosas féminas cuyo cabello largo cubría su pecho bien definido

—aún estamos débiles, mi señor… por favor

—el camino se acaba

—usted puede seguir… si llega al centro de la laguna… usted podrá darnos más magia

—no — cerró sus ojos y posó sus manos en el vientre brillante — ya es hora de regresar — se daba vuelta y de nuevo se daba su travesía… pero no fue fácil

—por favor… ¡mi señor!

 

 

Todos admiraban como el castaño regresaba con calma, los rayos de esa tarde lo hacían brillar debido al agua que cubría su piel y ropaje, era hermoso… pero de un momento a otro… Tsuna desapareció. La señal de alerta se dio de inmediato, una cola se vio en la superficie, un movimiento de esas mujeres engañosas, delataba que se habían llevado al mártir con ellas, hundiéndolo en esa tumba de agua. Fon, Skull, hasta Lal corrieron hasta que sus pies tocaron el agua, pero Colonello les impidió seguir. Discutían con fervor porque no observaban ni rastro del castaño entre tanto líquido azulado, sacaron sus armas, estaban listos para abrirse pasos y el rubio estaba preparado para mantenerlos a raya. Reborn no protestó en esa ocasión y por el contario, se quedó mirando el agua… porque sabía que el mocoso no era presa fácil actualmente, quería ver cómo salía de esa… y qué tan rápido lo hacía. De ser el momento, él actuaría, pero… no tuvo que siquiera pensarlo bien

 

 

—¡atrás! — Colonello les iba a disparar a todos si no se alejaban del agua

—¡Tsuna se ahogará! — se quejó Lal — no seas idiota

—ustedes son los idiotas — sonrió Reborn mientras miraba a aquellos dedos que surgían poco a poco de entre las aguas calmas — Tsuna… no es una damisela en peligro, al menos no mientras realiza su labor

—retrocedan… o nos veremos afectados todos — advirtió Colonello mientras con la punta de su cañón picaba al de cabellos lilas, para que diera los pasos necesarios hacia atrás

—osadía la de ustedes — Tsuna salió de pronto entre esas aguas, caminando como si no pasara una desgracia y al mismo tiempo, poco a poco elevaba una de sus manos — criaturas malagradecidas — neutralidad en su voz y eso lo hacía más aterrador

—¡no! ¡por favor! — gritaba una víctima, quien salía a flote del agua y después de ella, doce sirenas más se elevaban en el aire — mi señor

—¡lo sentimos! — sus cuerpos completos no tocaban ni un poco de agua. Desesperabas se removían, pero el castaño no tenía piedad — ¡de verdad, lo sentimos!

—¡piedad! ¡piedad ante estas mujeres condenadas a una vida acuática!

—su existencia no merece ser salvada — la mano libre del castaño se elevó con fuerza y como si de una invocación se tratase, el agua se elevó como si fueran estacas y atravesaron cada cuerpo — avariciosas, egoístas, ambiciosas

—¡NO, POR FAVOR!

—su magia será distribuida a sus hermanas… a coste de su propia vida — otro movimiento de esas manos y el agua se volvía cristal

 

Los gritos agónicos de las sirenas resonaron con potencia. Una puñalada era lo que recibían, con el propio líquido que les permitía vivir, su vida se extinguía. Los cuerpos se retorcían por el dolor. Su sangre descendía hasta que cada gota se mezclaba con el agua calma. Tosían, gritaban, lloraban, pero al final callaban, porque sus cuerpos se volvían brillantes cenizas de poco a poco. Tsuna maniobraba sus manos como en una danza ligera, entonaba algo con sus labios, chasqueaba sus dedos y esas brillantes lucecitas se elevaban para después dejarse llevar por la brisa. La distribución de magia se había terminado con éxito cuando las marcas en el cuerpo del castaño dejaban de brillar.  El ritual era el mismo siempre y al final era Colonello quien atrapaba el cuerpo del agotado castaño, pero en seguida cierto azabache se lo quitaba y empezaba la travesía de nuevo

 

 

Ruta…

 

 

Algo era diferente desde ese entonces. Empezó con un ataque, varios magos, cinco para ser exactos. Los asesinos amaestrados y sin temor alguno, arrebataron vidas sin piedad, deshaciéndose del obstáculo en su camino mientras el castaño, entre sueños, soltaba un par de lágrimas que desaparecían en la brisa. Tal vez… a pesar de no poder estar despierto… Tsuna sentía a su gente morir. Y eso se repetiría constantemente mientras ellos no hallaran un buen escondite para descansar un tiempo y recuperar las fuerzas que Tsuna parecía perder con rapidez. En el fondo sabían que era inútil, pues los magos todo lo veían, o sino, el propio cielo los guiaría. Los actuales custodios del mártir solo esperaban, porque a quien buscaban no llegaba… y no lo haría. Incluso un mes después aún no habían visto ni siquiera un pelo de Xanxus, solo a sus subordinados

¿Todos se aburrieron de acompañar al castaño en esa travesía donde lo único que hacía el mártir, era llorar y dar magia? Al parecer no, pues todos seguían de la misma forma que desde que el castaño fue sacado de la protección de los hechiceros. La única cosa diferente era la actitud de Colonello, quien confesaba que la protección de Tsuna fue sutil, básica, y por eso su memoria no era completa. El rubio no sabía de su pasado, no sabía de los años de maldición, apenas si tenía recuerdos de los otros compañeros que en pocas ocasiones vio, y del muchacho castaño que le bridó la oportunidad de quitarse esa forma de niño eterno. Fon por su parte, con cada día que pasaba, estaba más cercano a Tsuna de que los otros pensaban, incluso más cercano que Reborn, quien huraño como siempre, se alejaba del resto en ocasiones o no emitía más que las palabras necesarias y se quedaba viendo al castaño. La ceguera de Tsuna ya era evidente para todos, la falta de buen peso también, la duda de que en verdad llevaba un hijo estaba latente y…

 

 

—¿quieren escuchar a mi hijo?

—¿cómo que escucharlo? Ya basta con esa mentira Tsuna… no tienes nada en esa panza — criticaba Lal con su ceño fruncido, pero el castaño ni se inmutaba mientras posaba sus manos en el vientre que seguía siendo solo una pequeña curva. Para esa época lograron vestirlo decentemente, así que no se notaba la piel ajena

—estás gordo, eso es todo — afirmó Reborn y aun así le dio curiosidad el cariño con que Tsuna se acarició la zona donde el bebé crecía

—no seas grosero — se quejó Skull y miró a Tsuna — yo si quiero escucharlo

—es un niño fuerte y lo seguirá siendo hasta que el cielo lo llame a su cuna — una sonrisa sutil se mostró en ese rostro adolescente, pero no duró mucho. Todos se habían acostumbrado a la actitud de Tsuna… después de todo, no habían encontrado la cura para ese lavado de cerebro

—deja de decir estupideces

 

 

Pero las palabras negativas murieron cuando el castaño empezó a conjurar algo mientras movía sus manos por encima de la tela que cubría la zona de su vientre y sonrió al final. Pocas eran las veces que el castaño sonreía, lo hacía solo si era, en verdad especial, el momento y en ese instante… lo fue. Un latido se escuchó y Skull soltó el plato de su comida debido a la impresión. Un latido más y otro lo seguía. Era una sinfonía fuerte y constante, golpecitos sonoros que nacían del vientre del muchacho, quien, con ojos cerrados, acunaba al diminuto ser en su cuerpo. No había duda, algo estaba allí, algo crecía allí… algo le pertenecía a Reborn.

El hitman jamás admitiría que su respiración se cortó al escuchar aquello y tampoco admitiría que se encantó con la sonrisa del muchacho que comía una fruta al terminar el hechizo. Fon tenía la boca semi abierta, Lal parecía tener un par de nauseas porque se cubrió los labios con una de sus manos, Skull seguía en shock y era hasta divertido de ver. Colonello no decía nada mientras ofrecía un poco de agua al mártir y a su vez con un paño limpiaba los pies descalzos de Tsuna, pues el castaño se negaba a calzar zapatos aún. Silencio total… no era una mentira, tampoco lo era el hecho de que Tsuna pareciera irse apagando con cada mes… era como un mal sueño

Los hitman habían matado a decenas de hechiceros que los atacaban de repente. Tsuna no veía aquello, pero lo sentía con fuerza, hasta el punto de caer de rodillas en ocasiones. Aunque, en otras era como si no le importase, puesto que seguía el camino trazado sin importar que la sangre derramada por uno de los suyos, le manchara la mejilla mientras atravesaba el punto de batalla de los hitman custodios. Todo era tan raro, pero en ese mundo nada tenía sentido. Un hombre que lleva un hijo creado de una coincidente unión entre un hechicero y un asesino, lágrimas que se vuelven brillantina o que se evapora en el cielo, magia que es cedida por voluntad propia, un mártir que jamás se ponía zapatos a pesar de las heridas en sus pies, cinco hitman que seguían al hechicero sirviéndole de escudo y que esperaban su oportunidad para atacar al actual líder de la montaña de luz. En verdad nada tenía sentido en ese instante

 

 

Noche… una…

 

 

Reborn dormía en una habitación en conjunto con los otros asesinos, solo Tsuna era el que tenía el privilegio de dormir solo en la otra habitación. ¿Por qué permitieron eso? Tal vez porque así tentarían a Xanxus a dar la maldita cara cuando intentara tomar a Tsuna en su poder… o porque Colonello no confiaba en Reborn, pero si en su señor. Pero hasta ese punto nunca sucedió algo extraño. Era como si a ese hombre de nombre Xanxus no le interesara aquel asunto. Solo hubo una diferencia en esa noche, pues un ligero ruido hizo saltar los sentidos del azabache de patillas, quien sin dudarlo siguió su instinto y abandonó la cómoda cama para lo que fuera a suceder. Fue buena idea dopar al rubio asesino para que no le fastidiara la existencia

Reborn caminó con calma, vio aquella castaña cabellera cruzar el final del pasillo de esa posada y lo siguió con paso disimulado y silencioso. El castaño parecía no fijarse en nada, guiado por alguna cosa extraña, como si solo estuviera dormido... ¿lo peor? Tsuna estaba ciego, ¡entonces como rayos salía así! Reborn lo dejó en paz, si se chocaba con algo, pues allá Tsuna, él solo iba a velar que su hijo no se hiciera daño. Salieron de la posada, salieron del pueblo, salieron del límite establecido para la custodia y se internaron en la nada. Era de noche, solo la luna brindaba brillo y a pesar de eso, Tsuna seguía, pero para Reborn no le fue tan fácil, pues él si chocaba con ramitas en el suelo. Lo perdió de vista solo un momento, solo un instante y la desgracia venidera estaba a solo cinco pasos de un acantilado

Reborn maldijo entre dientes al notar aquello. Maldijo en un susurro antes de correr en dirección al castaño que daba un nuevo paso que lo acercaba a la muerte. Reborn lo mataría si pudiera, pero quería tener a su hijo para él y por eso, Tsuna debía vivir. Presuroso luchó por alcanzar a ese mocoso antes de que diera el último paso a la nada y a una muerte segura. Lo agarró por la ropa y tiró con fuerza, de tal forma que cuando logró abrazarlo y pegarlo a su pecho, perdió el equilibrio. Rodó unos metros junto al muchacho, soportando el dolor de los golpes con las pequeñas rocas en su paso

 

 

—si estás malditamente ciego, ¡¿cómo rayos sales así?!

—Reborn-san — decía con calma mientras sentía el suelo en su espalda — ¿por qué me detuvo?

—casi caes a un risco

—es mi camino

—¡deja de decir tantas estupideces! — ¿desde hace cuándo no se enfurecía así? Cierto, desde esa mañana. ¡Maldito mocoso de mierda!

—el cielo me dirigió allí

—me importa un comino tu puto cielo — agarró con fuerza los brazos del muchachito y lo acercó a su rostro — eres una maldita carga que debo soportar hasta que mi primogénito nazca

—no es suyo

—¡claro que lo es!

—es mío — dijo con calma a pesar de que el agarre en sus brazos se volvía más fuerte y lo lastimaba

—es mío también y es por eso que estoy aquí — gruñó zarandeándolo un poco — estás más flaco que un poste. No tienes vientre a pesar de que ya cursas la mitad de tu sexto mes. No comes nada más que fruta. Tu piel se está poniendo pálida y todo es UNA MIERDA — perdió los estribos e incrustó sus uñas en la piel ajena

—está sufriendo — afirmó, pero no pudo tocar el rostro ajeno, pues fue arrojado al suelo — Re…

—¡¿dónde está la marca?! — hizo que el castaño girara el rostro y mostrara el cuello — ¡¿dónde está la marca que yo te puse?! — se había aguantado los reclamos hasta ese punto, pero estaba frustrado y cansado… ¡de esta, Tsuna no se libraba!

—no existe

—esa marca me define como tu dueño

—usted no es mi dueño

—lo soy, ¡lo seré siempre! — sintió las manos de Tsuna intentar subir, pero claro, no le daría oportunidad para que de nuevo lo moqueara y de paso se tirara al acantilado — Tsunayoshi, tú y tu hijo me pertenecen

—Xanxus-sama es mi único dueño

—¡mentira! Ese malnacido solo te ha lavado el cerebro para que hagas cosas estúpidas

—no es verdad

—dices valer menos que una piedra y, aun así, dices también que nadie te puede tocar porque eres el mártir y asemejas a una puta deidad venida del cielo o cosas así… es una mierda — lo miró con furia — te contradices… ¿quién te ha metido tantas cosas en la cabeza hueca que tienes?

—Xanxus-sama — susurró mientras trataba de liberarse del doloroso agarre en sus brazos — ahora suélteme

—no debiste repetirlo — lo jaló de un solo tirón hasta que sus dedos se enredaron en las hebras castañas y levantó ese rostro — no señor

—lo veo — susurró ligerito — veo sus ojos… y no entiendo por qué

—porque me amas niño idiota —

—no conozco eso que menciona

—cállate de una buena vez — Reborn no lo dejó decir más, lo atrajo hasta si y le dio un beso. ¿Por qué? Ni siquiera él supo porque… sólo lo hizo.

 

 

Unió sus labios con aquellos tan finos, movió con rudeza los propios, obligando al otro a seguirle el ritmo. Sujetó la nuca y el cuerpo del castaño contra el suyo y disfrutó de esa suavidad que hasta había olvidado. Lo mordió con fuerza sin importarle el sabor extraño, y profanó aquella boca que ya fue suya en innumerables ocasiones. Tsuna solo cerraba con fuerza sus ojos y apretaba sus puños, pero no luchaba por soltarse. El hitman no juntó sus párpados, se quedó admirando con ello cada movimiento en aquel cuerpo que forzaba a responderle. Saboreó esa boca y curiosamente la halló fascinante, pues el sabor dulce se intensificaba debido a la dieta de bayas que el castaño tenía. Abrazó al cuerpo con uno de sus brazos y notó la delgada, frágil, textura y a pesar de eso lo aprisionó con rudeza. Lo hizo hasta que a él le faltó el aire y solo ahí el menor quedó libre. Tsuna cayó al suelo al ser soltado, tosió con fuerza y jadeó buscando aire preciado.

 

 

—¿lo entiendes ahora?

—usted es… — se calló al sentir como era recostado en el suelo — Reborn-san — soltó un jadeo al sentir sus piernas ser tiradas y abiertas — que…

—la misma voz, pero no veo expresión alguna — frunció su ceño ante aquel hecho, pues a pesar de todo, Tsuna no mostraba vergüenza, miedo, excitación, alguna cosa… Reborn anhelaba ver eso y, por el contrario, ahora tenía a un mocoso dócil que dejó que le abrieran las piernas y se posaran entre ellas

—¿que intenta? — sus ojos abiertos apreciaban la figura borrosa de un hombre encima de sí, pero no impidió aquello

—¿no es claro? — enfadado sujetó las muñecas del muchacho y las posó por encima de aquella cabeza — marcarte de nuevo. Recordarte a la fuerza a quien perteneces. Mancillarte y…

—entiendo — no dejó de mirarlo de frente y simplemente se quedó quieto — ¿qué sucede ahora? — el otro se había quedado quieto un momento y a Tsuna eso le dio curiosidad 

—¿quién te ha hecho lo que yo te hago en este momento? — el hitman entendió que el castaño estaba acostumbrado a eso… tal vez era su imaginación, pero debía verificar — ¡responde!

—¿cómo he de compararlo si no me ha hecho nada todavía?

—no juegues conmigo, Tsunayoshi

—¿por qué lo haría?

—tu monólogo me tiene harto — quería golpear ese lindo rostro, pero se detenía porque…

—pensé que iba a… — pero no pudo hablar, su voz no salió al sentir una caricia en su vientre marcado — ah — soltó un gemido quedito y tembló ante el toque de aquel hombre

—este hijo es mío. El cuerpo de este muchacho es mío — decía con rabia — ¿quién ha osado a marcarlo… a ultrajarlo? — oh sí, el hitman ya estaba rojo por la furia

—usted — susurró Tsuna mientras cerraba sus ojos — solo usted — la voz dulce que de repente salió de esa garganta, hizo al azabache mirarlo un momento

—estas ahí, Tsuna… solo finges

—no entiendo a lo que se refiere — pero de nuevo esa monotonía llegaba y Reborn sonrió

—así que… las cosas son así — se dio cuenta de algo, de algo muy sutil, pero que le dio lo que quería. La zona donde tocó al castaño, el vientre bajo, donde sus uñas rozaron con leve rudeza, era la misma que meses atrás marcó con sus dientes — recuerdas mi toque, respondes a él

—¿qué pretende?

—marcar lo que es mío… por segunda vez

 

 

¿Tan simple como eso? Reborn se reía porque evitó hacer eso desde el principio, simplemente por respeto a esa criatura que heredó su sangre y aún no nacía… pero ahora ya no había impedimento, por el contrario, solo había motivaciones. Sujetó las muñecas del castaño con fuerza, lo inmovilizó debajo de su cuerpo, dejó libre ese cuello y lo repasó con la lengua con un toque descaradamente lento. Escuchó un gemido leve y sonrió, pues suponía iba en buen camino. Deslizó sus dientes por la zona y sin piedad o apuro, incrustó sus dientes en aquella suave tentación. La marca que le hizo a Tsuna volvería a formarse, el signo de esclavitud era ese y lo gozaba. Escuchó el alarido de dolor de Tsuna, pero no dejó que se moviera mucho. Sintió la sangre azulina brotar y como en la primera vez, la saboreó con gusto hasta que el tiempo fue suficiente y lo dejó. Un sol negruzco brotaba de a poco. Hermoso y a la vez… enfermo

Tsuna gimoteó de dolor mientras se convulsionaba levemente. Sus ojos cerrados con fuerza, sus labios separados en totalidad y el jadeo desesperado en busca de aire. Reborn no le dio oportunidad de gritar por el dolor, pues agarró el mentón ajeno y con descaro, deslizó su lengua por aquellos labios. Lo mordió ahí, escuchando un gemido de dolor y unió sus labios con rudeza… pero en esa ocasión fue diferente. Entonces no se había equivocado, pues con timidez, el más joven le respondió. Un ligero movimiento, un gemido suave, un sollozo y la apertura para que lo invadieran. Reborn sonreía antes de meter su lengua y jugar con la ajena, mientras soltaba a Tsuna y con manos libres acariciaba aquellas piernas que lo rodearon sin recato alguno. Estaba hecho… su pequeño mocoso había regresado

 

 

—Reborn-san — dulzura en las palabras y una voz quebrada, le dieron al azabache la certeza de que en verdad lo logró — Reborn-san — Tsuna con rapidez tocó su vientre y susurró el hechizo correspondiente. Su vientre brilló levemente cambiando de tono azulado a uno naranja y así… el hechizo de Xanxus que amenazaba a su hijo, estaba ahora anulado

—te has portado tan mal, Tsuna — se alejó un poquito para ver el brillo de las lágrimas al nacer y el otro soltó un sollozo

—Reborn-san — sentía aun dolor recorrerle y su estómago punzarle, pero no pudo evitar sonreír sutilmente por aquello — aunque solo veo sus ojos de nuevo… es tan grato

—cállate Tsuna

—ayúdeme — soltó mientras su mano temblorosa alcanzaba la mejilla ajena — no quiero volver allí

—no te dejaré ir de nuevo

—vienen por mí — soltó con desesperación

—los mataré a todos, porque eres mi esclavo y no me gusta compartir

—los invocó — susurró Tsuna antes de soltar un lamento — ya vienen… y no quiero volver — susurró mientras se tocaba la marca en su cuello y entrecerraba sus ojos — ayúdeme

—hum, así que ya vienen — sonrió divertido mientras veía al castaño cerrar sus ojos y perder conciencia — de haberlo sabido antes… te hubiera marcado desde el principio, Tsunayoshi

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

Wow… son las dos de la mañana y recién acabo la corrección… diablos. ¡Pero lo hice! Jajajajajaja

Bueno. Ya llegamos a la parte más deseada por todos… llega Xanxus y el caos empezará

Esta ficker se va a dormir, porque ya no puede más~

Nos veremos~

Muchos besos~


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