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Notas del capitulo:

Holis

Les traigo esto para matar completamente su dolor XD

Besos~

 

 

Una brisa leve golpeaba aquella cabaña, trayendo consigo el aroma del río cercano que proveía de agua limpia y de peces ocasionales. El verano llegaba y el calor se expandía por el ambiente de forma que la transición volvía aquella zona un lugar perfecto para descansar bajo la sombra del árbol cercano. La cabaña se mantenía como hace quince años con cambios mínimos, nada se ha perdido, eso a pesar de que la abandonaron muchas veces y regresaron otras tantas, pues no podían quedarse mucho en un solo lugar. Pero ese lugar era especial, porque allí empezó todo

 

 

—papi… ¿crees que papá vaya conmigo? — aquella voz madura resonaba en medio de la nada, profunda, serena y varonil. Un joven de cabellos castaños levemente alborotados y peinados hacia atrás, se estiraba con pereza

—conociéndolo — sonreía un muchachito… pues nunca dejó de ser un muchachito, porque esa era la forma con la que su alma dejó su cuerpo en esa generación —… irá. No creo que se pierda la oportunidad de pelear con Ricardo

—será difícil entonces — sonrió divertido mientras posaba su cabeza en el hombro del mayor — a veces -aunque no lo admita-, me sobreprotege mucho — padre e hijo ríen bajito, porque ellos saben que no deben mencionar aquel defecto en Reborn en voz alta, porque se ganarían un castigo

—eres su hijo, Aki. Es normal que pase eso — sonrió Tsuna mientras acariciaba los cabellos de su pequeño, quien, aunque ya era mayor, seguiría por siempre siendo su pequeño

—lo sé — sus ojos negros se mostraron al abrir los párpados — pero el cielo me ha dicho que debo hacerlo solo y que no debo retrasarlo más

—yo soy el cielo también — sonrió mientras extendía una de sus manos y formaba una flor con su magia — pero es verdad… mi deber también es recordarte que tu misión la debes hacer solo — deja que aquella figura se deshaga en pétalos blancos que son transportados por el viento y suspira

—ser un mártir ha sido difícil hasta ahora — Aki se restregó contra el cuello de su padre, hasta que éste lo dejó posar su cabeza en el regazo — he luchado por sobrevivir desde que tengo memoria. Ricardo ha estado acosándome sin límites

—y así debe ser, porque es su labor para que te fuerce a soltar magia blanca — Tsuna explica todo con sencillez, dejando vacíos, omitiendo cosas, añadiendo otras, tal y como el cielo hizo con él, porque de esa forma se logra manipular al mártir correspondiente

—nunca me das más detalles que esos… dices que yo debo ir por allí distribuyendo magia, que debo enfrentar los líos y que debo vivir mi vida con una sonrisa, porque ayudo a los demás — suspira mientras cierra los ojos y los dedos de su padre peinan sus cabellos

—cuando tu camino termine, te prometo que te lo explicaré en detalle — Tsuna entiende la frustración de su hijo, pues él también lo sintió cuando le tocó vivir aquel proceso — Todo lo que pasas es por una razón — acariciaba los cabellos de su retoño y sonríe

—papá también me dice lo mismo… aunque siempre termina con un “ese cielito tuyo es bipolar. Mándalo al demonio y haz lo que te dé la gana”

—cierto — Tsuna sonríe porque a pesar de las quejas, Reborn cumplió la promesa de no revelar los detalles que el cielo le supo ceder hace años — así es Reborn — susurra con ternura, porque aprecia cada detalle del asesino desde que se le dio la oportunidad de regresar a ese mundo

—¿me iré contigo cuando mi vida acabe? — Aki sabe que su destino es ese, porque algún día terminará con su magia totalmente. El propio cielo se lo dijo, pero sabe también, que su tarea es en pro de un bien mayor y no reniega de su suerte, porque su vida ha sido demasiado buena

—no — rió bajito al ver a su niño fruncir su ceño — tu alma irá al mundo humano… después sabrás por qué — Tsuna sabe del ciclo. El segundo mártir regresará a ese camino sin fin para que el vínculo con el cielo no deje de existir

—¿Cuándo te irás? — el joven siente que nada sacará si sigue insistiendo, así que cambia de tema

—cuando… — se muerde el labio inferior levemente — cuando tu padre vuelva — dictamina — Lo distraeré dos horas, tal vez tres… y esa será tu oportunidad, Aki

—¿qué hago con Naly? — mira a su padre, uno de ellos, a veces es confuso. Busca respuestas y sólo recibe una sonrisa cálida

—ya hablé con ella… te acompañará hasta los límites del bosque y después volverá a sus tierras. Ella ya está libre, pues cumpliste tus dieciocho años, Aki

—así que mi verdadero camino empieza aquí — siente ansiedad, pero también ilusión. Quiere cumplir con su misión. Quiere que su padre castaño esté orgulloso de él

—sólo recuerda que, donde quiera que estés, puedes contactar conmigo… con el cielo

—lo sé, gracias papi

—sólo ten fe en tu corazón — Tsuna besa la frente de su hijo, le da apoyo mudo porque el sendero no debe ser interrumpido

 

 

Tsuna podía volver al mundo físico cada cierto tiempo, eso debido a la recompensa cedida por el cielo a causa del dolor de su sacrificio. Tenía el privilegio de quedarse un periodo normal, ver crecer a su hijo, disfrutar de convivir junto a quien eligió para entregar su corazón; así había sido durante todos esos años y funcionó. No importaba a donde Reborn llevara a Aki para alejarlo del peligro que representaba Ricardo -el actual ejecutor- y sus subordinados, Tsuna siempre llegaba con ellos.

El castaño ya cumplió con su deber de mártir y ahora esa tarea le fue cedida a su hijo; por eso sólo rogaba porque todo fuera bien y que lo que sucediera desde ese momento, no quebrara la voluntad de alguien tan dulce como su Aki. En ese punto, Tsuna ya entendía cuál fue el objetivo de todo su dolor, pero no podía decirle nada a Aki… El castaño estaba preocupado y aun así su deber como cielo era ese, hacer lo correcto, siempre guardando el secreto y manipulando a los magos como era debido. Todo debía ser correctamente diseñado para que la magia fuera distribuida en totalidad para que el ciclo empezara desde cero.

Tsuna confiaba en la fortaleza de su niño, confiaba en aquello que Reborn le inculcó a Aki.

Una quimera. Su hijo era una especie diferente de ser mágico y por esa misma razón era hermoso. Aki era una combinación perfecta entre lo bueno y lo malo de ese mundo, por eso, esa vida llena de luz no estaría destinada completamente al dolor, sino también a la felicidad. Tsuna podía ver un poco del futuro de su niño, sonreía cuando reconocía las sonrisas de la futura familia de Aki y esperaba esos días con ansias; después de todo, mientras Reborn siguiera en ese mundo, él volvería a visitarlo también.

Hechicero y asesino estaban ligados después de todo. Eso era perfecto. Mientras el uno viviera, el otro seguiría conectado también

 

 

—bienvenido a casa, Reborn — Tsuna ahora no usaba honoríficos. No lo hacía desde que regresó con Reborn, cuando el cielo le dio esa oportunidad — ¿cómo te fue?

—eres una buena ama de casa — el asesino se quitaba la fedora mientras ingresaba a su hogar y la dejaba en el mueble cercano — el día fue perfecto como tiene que ser — de porte maduro. Reborn siempre fue atractivo, pero los años que le pesaban eran como un estimulante para aquel hombre de patillas. Tsuna lo veía y lo reconocía

—me alegra — sonreía con las mejillas levemente rojas, mucho más cuando Reborn se acercaba hasta aprisionarlo contra una de las paredes — Reborn… Aki puede vernos

—quiero mi beso de bienvenida — susurraba demasiado bajito, como siempre que decía alguna tontería solamente para escuchar la risita de Tsuna

—me sorprende escuchar algo así — elevaba sus manos hasta acariciar las mejillas del mayor y un par de sus dedos repasaban las patillas rizadas por mera diversión — me alegra que volvieras pronto — enredó sus brazos en el cuello ajeno y unió sus labios con dulzura desbordante, eso a pesar de que sabía que a Reborn le era… inaceptable

—lindo tarsero — como venganza a tanto amor color de rosa que flotaba en el aire, el asesino deslizaba sus manos hasta aquella parte de la anatomía de su castaño, apretándola con suavidad para pegar sus cuerpos

—¡Reborn! ¡Basta! — se quejaba y se mordía el labio para no dejar que un gemido brotara — suéltame — protestaba con la voz baja y sin potencia

—¿por qué lo haría? — uno de sus brazos aprisionó la cintura del chiquillo y no lo dejó separarse mientras que su otra mano manoseaba cada porción de piel disponible por debajo de la tela del pantalón que el castaño usaba

—¡Reborn! Ya para — pedía intentado vanamente empujarlo, pero tampoco lo hacía con empeño. Era como un juego

—no niegues que te gusta — susurra en el oído derecho del menor, le muerde levemente el lóbulo y sonríe porque siente ese cuerpo tensarse

—no lo hago… pero Aki está en la cocina, colocando la mesa — casi soltaba un suspiro casi gemido, pero sintió aquellas manos alejarse y respiró aliviado

—después no te salvas — advirtió antes de besarlo con necesidad, lo suficiente como para dejar al castaño sin aire

—lo sé — Reborn era así, Tsuna lo sabía y no se quejaba… no tanto, sólo cuando se pasaba de la raya, pero era feliz.

 

 

El asesino se había pasado esos años impidiendo que Ricardo acabara con su familia, pues al parecer su orgullo no le permitía dejar que los hechiceros ganaran la partida… cualquiera que esa fuera. Tsuna no protestaba ni investigaba demás, de cierta forma podía leer el corazón de Reborn, el mismo que no debería existir, pero que ahí estaba… reflejado en esa mirada negruzca, brillante, envolvente. Tsuna le agradecía infinidad de veces a Reborn por proteger a su niño, agradecía mil veces más que le diera la alegría de una familia normal mientras él no estaba. Pero también sabía que eso no podía durar y a la vez tenía presente que Reborn se negaría a dejar ir lo que era suyo… por eso Aki debía huir.

No había opción.

Almorzaron con calma mientras Reborn relataba que se encargó del par de espías de Ricardo, quienes los habían estado siguiendo esos días mientras regresaban a aquella cabaña de posesión exclusiva de Reborn. Tres miembros en la mesa del comedor platicaban como cualquier familia y una mujer en la cocina, cuidando de la tarta que aún no terminaba de cocerse. Una convivencia previa a lo que vendría después. Y Tsuna fue quien dio el primer paso para aquello.

No era raro que el castaño hechicero, con apariencia juvenil, se sentase junto al dueño de casa y enfrente de ellos Aki riera entre las anécdotas que de vez en vez Tsuna contaba. En esa ocasión no era diferente y tampoco lo era la caricia atrevida dada debajo de la mesa, a escondidas de los ojos curiosos. Reborn se había autodenominado el dueño total de Tsuna, por eso “esposo” era la denominación elegida para denominar ese derecho absoluto. Era así que Tsuna dejaba que la mano de su esposo le rozara las piernas mientras seguían con su comida, pero en aquella ocasión no evitó ese roce, sino lo acentuó. Se necesitaba de una distracción, por eso Tsuna dejó que aquel toque ascendiera hasta que la mano del hitman quedó aprisionada entre sus piernas, a la altura de su intimidad. La sonrisa sutil que el mayor daba mientras seguía con el descarado toque, era la señal de que el “plan” empezaba

Tsuna fingió estar en un ambiente normal, no fue difícil porque en muchas ocasiones se vio obligado a hacer algo semejante, pero al final dio la sutil señal. El castaño hechicero insinuó desear tener un momento a solas, en una plática íntima entre él y su esposo, pues de alguna forma terminaron denominando su relación de aquella forma, como un matrimonio. Aki y Naly entendieron la señal clara, la sonrisa de medio lado que Reborn dio, y ahí empezaba todo. Ambos ajenos al matrimonio se excusaron por la necesidad de ir por un poco de agua al río cercano y dejaron la casa. No sería raro, porque cuando Reborn parecía querer tener un tiempo a solas con Tsuna, siempre mencionaba el “agua” carente. Era como una tradición

 

 

—creo que ellos se imaginan tus intenciones — deja libre aquella mano, pero ésta no se aleja del todo

—¿y no fuiste tú el que lo insinuó? — sonríe mientras desliza sus dedos por encima de la intimidad de su castaño

—cierto — sonrió Tsuna mientras se acercaba al mayor para besarlo mientras éste aún estaba sentado en aquella silla — recordé que te gustaba que yo tomase la iniciativa

—así es — Tsuna no había dejado aquel cuerpo adolescente y eso le fascinaba porque era tan delicado como recordaba. Una flor que podía hacerse pedazos en manos turbias — me gusta cuando dejas ver ese lado impuro tuyo — lo veía fijamente mientras se besaban con sutileza, simplemente uniendo sus labios

—Reborn… tú creaste eso en mí — se acomodó sobre el regazo ajeno con lentitud, esa era su forma de seducción. Mordió esos labios ajenos que adoraba tener sobre su piel y rodeaba las caderas contrarias con las piernas, pegándose tanto como pudo

—mi oscuridad te envuelve — sonríe mientras desliza sus manos por las piernas firmes que tiene a su disposición y empuja la mesa para que no estorbe — ¿cómo ese cielo puede verse tan negro? ¿Cómo puedes presentarte ante mí de esa forma? Estás sucio — sonríe divertido

—es porque tengo enfrente a quien no me deja abandonar aquella parte de mí — deslizó sus manos por el pecho de Reborn, soltando cada botón de la camisa con habilidad mágica y susurró sobre los labios ajenos — eres mi perdición… Reborn

—eso me excita — sonreía con malicia mientras agarraba las caderas del pequeño y lo obligaba a restregarse contra él — porque mancho tu pureza

—por tu culpa no puedo alcanzar lo necesario para convertirme en un cielo ideal — sonreía mientras movía sus caderas con lentitud, jadeando cerca del oído contrario, disfrutando de esa caricia y notaba que su esposo reaccionaba de inmediato — me atas a este mundo

—mientras yo viva, tú seguirás volviendo… porque eres mío — deslizaba sus manos por la cintura, elevando aquellas prendas y rasguñando la piel delicada de su cielo personal

—te amo, Reborn — susurró antes de besarlo y disfrutar de las caricias rudas, pero que claramente despiden deseo que va más allá de lo carnal

—lo sé — sólo tres veces respondió aquella frase con una igual, no lo había vuelto a hacer desde hace años, porque estaba seguro de que el mocoso entendía lo que no se decía

—quiero sentirte dentro de mí… por favor — suplicó, porque… era una distracción y –aunque le avergonzara admitirlo- sabía hacer esa tarea

—que lascivo — agarra la nuca del chiquillo, lo escucha suspirar y lo besaba. Jugó con esos labios y esa lengua, saboreó la magia que despedía el castaño, succionó el aliento de su más preciada posesión  

—tú causas eso en mí — gime bajito y abre la camisa para deslizar sus dedos por la piel ajena. Los músculos firmes, la dureza que fricciona con su parte baja, las manos que sujetan su cadera, todo es perfecto

—no me culpes si después no te puedes sentar— sonrió divertido… porque todos tenían una debilidad y esa era la de aquel asesino

—Aki tardará… — suspira profundamente para ganar valor y quitarse la vergüenza — entonces… — sus mejillas se sonrojaron fuertemente — párteme en dos — claro… decir eso no era común. Mucho menos después de volverse un cielo incompleto

 

 

Lo bueno de eso, era que el mayor no preguntaba nada porque le era suficiente la tentadora oferta que se restregaba –literalmente- contra él. A Reborn no le parecía raro escuchar aquello, porque fue él mismo quien enseñó ese arte de seducción al castaño, para placer propio. La petición sucia era como un estimulante para su lívido y las palabras después de esa tonada salida del hechicero, estaban de más. ¿Sospechas? Tal vez las había, pero Tsuna sabía cómo mantener la mente de Reborn en otra cosa, para ser específico en su trasero.

El castaño movía sus caderas a compás de sus gemidos o de los gruñidos del mayor. Se restregaba con la virilidad ajena, jadeando sonoramente, aferrándose a la espalda del asesino y pidiendo entre susurros que lo hicieran pronto. Fue estampado encima de la mesa, los platos que allí habían todavía, fueron arrojados al suelo causando un ruido resonante, pero poco importó. La tela era rasgada sin cuidado, la desnudez llegó de pronto, las pieles se rozaban y las miradas no se desconectaron. Los juegos pasaron a segundo plano cuando uno de ellos susurró una súplica ahogada por los gemidos. Una unión frenética, gritos de placer, besos demandantes y susurros de algo que quedaría como un secreto entre esas paredes. Y eso sólo empezaba

¿Disfrutarlo? Tsuna lo hacía, aunque le avergonzara admitirlo, lo disfrutaba a niveles inimaginables. Pero detrás de eso estaba algo más importante

 

 

Escape…

 

 

Aki sostenía su arma especial entre sus manos, la misma que fue regalo de su padre en su cumpleaños número doce y con la que entrenó con empeño hasta perfeccionar su arte letal. Atravesaba los senderos a paso rápido, casi corriendo, porque escapar de su padre no era fácil y el tiempo en que su papi lo distrajera era incierto. La ninfa iba detrás de él, alentándolo a seguir con la misma energía cuando sus respiraciones se volvían agitadas. Eran dos escapistas que necesitaban seguir con su plan, no debían fracasar.

No podían usar magia hasta estar a una distancia prudente de aquella cabaña, porque de ser el caso, Reborn podría darse cuenta de todo y estarían en serios problemas. Corrían con desesperación porque tenían que llegar a los límites trazados como territorio del mejor hitman de ese mundo. Sus corazones latían desbocados, sus ojos se secaban, sus labios se separaban para soltar un jadeo, pero solo tenían en la mira una colina pronunciada, la misma que debían traspasar para poder usar su magia.

La ninfa sonreía mientras veía la espalda de Aki, porque reconocía la fortaleza de ambos padres y del cielo mismo en ese jovencito. Aki reía cuando llegaba a su objetivo, porque empezaba un camino nuevo para una misión desconocida parcialmente. Ambos buscaban libertad en diferente forma

 

 

—lo logramos — sonreía Naly mientras respiraba profundamente cuando ya pisaban un nuevo sendero en esos límites

—papi me dijo que me acompañarías hasta los límites entre los bosques — Aki se limpiaba el sudor de su frente y se acomodaba los cabellos hacia atrás para que no estorbasen

—si… vamos. Nos queda un largo camino por recorrer todavía

—Naly — sonrió divertido — soy un hechicero también — al parecer la que fue su nana durante todos esos años no entendió la referencia y eso le parecía en extremo gracioso — no caminaremos

—lo olvidé — veía la mano de aquí abrirse y mostrar una leve estela de luz y lo entendió. Esa magia era inconfundible

—un portal

—¿sabes hacerlos? — el menor asentía emocionado mientras la jalaba para que lo siguiera — ¿a dónde iremos?

—directo a tu casa, Naly. Creo que podemos llegar de un solo golpe — la seriedad en su voz contrastaba con la leve sonrisa que mostraba. Para la ninfa era extraño verlo así, pues aun recordaba al bebito que succionaba sus dedos cuando tenía hambre, pero el tiempo no pasaba en vano

—espera, ¿cómo sabes donde es mi hogar?

—el cielo me guía — sonrió amablemente — sé muchas cosas

—olvido que eres un ser de magia blanca y pura

—Naly… gracias por cuidarme hasta ahora

—fue un placer — hace una reverencia respetuosa, porque entiende que Aki, su pequeño protegido, era un ser de alta estirpe

—ahora… no dejes que mi papá te encuentre porque te matará si lo hace — respira profundo y se rasca la cabeza — Sabes que papi sólo tiene autoridad hasta cierto punto

—lo sé

—cuida de las criaturas de la zona. Ese será tu deber desde ahora

—tu camino empieza ahora, Aki… — la ninfa sonríe antes de acercarse para abrazar al muchacho que ahora le supera en altura — será doloroso, pero tendrá recompensa. No te olvides de formar una familia también y ser feliz tal y como lo son tus padres

—lo sé — rió divertido — hablas como papi, pero tranquila… lo haré

 

 

Desde ese punto su camino estaba trazado, Aki lo tenía muy en claro. Su misión estaba nombrada con sólo una palabra especial, el nuevo “mártir”. Desde ese punto su vida estaba encaminada a huir de su padre, enfrentar a Ricardo y distribuir la magia blanca que le fue heredada. Aki sabía que eso sería duro y estaba emocionado por el mismo motivo porque le gustaban los retos, tanto como a su padre. Atravesó los portales necesarios, se despidió de quien cuidó de él hasta ese día, respiró profundamente antes de transportarse a los lagos de las sirenas del norte porque le pareció buen lugar para empezar. Su vida desde ese punto se volvía impredecible.

La primera vez que Aki enfrentó a Ricardo, terminó huyendo, porque no imaginó que sería tan duro vencer a un hechicero experimentado. Su orgullo se vio herido en aquella ocasión, porque defraudó a su padre ya que el pánico lo invadió y perdió la consecución de sus ataques. La segunda vez fue mejor, pero la derrota tocaba su frente con una sonrisa socarrona. Para la tercera ocasión volvió a perder, pero entendió que no podía hacerlo todo por cuenta propia, porque nunca tuvo un maestro que lo guiara a usar su magia con precisión. Apenas sabía las bases de sus habilidades mágicas, así que pidió ayuda a su cielo, el mismo que le cedió una visión y lo llevó hasta un bosque desolado. Un lugar desconocido para él, en donde, enterrado debajo de un árbol de ceibo, halló el libro que fue escrito por el anterior cielo. Giotto, su salvación para esas épocas duras

Meses, Años, Aki sabía que su camino no duraría poco tiempo, se extendería dependiendo de su habilidad para viajar y distribuir su magia… pero estaba seguro de que jamás estaría solo. El cielo le susurraba cosas, su papi le hablaba al oído o lo empujaba a no rendirse. Halló personas compasivas, compañeros de batalla, enemigos imponentes, desesperación momentánea, pero también satisfacción a ver su trabajo rindiendo frutos, porque la magia estaba siendo distribuida en los lugares que hacía falta

Aunque muchas veces se reencontró con un furioso padre, también hubo veces que detrás de su sobreprotector progenitor, también apareció su castaño cielo y eso le daba fuerza. Para Aki fue doloroso enfrentar aquella furia proveniente de su propia sangre asesina, pero como si fuese coincidencia, cuando las cosas se ponían difíciles, Tsuna aparecía y lo ayudaba. Tal vez salir debajo de las alas sobreprotectoras de un padre, nunca podría hacerse por completo y eso Reborn lo dejó claro, pero no había vuelta atrás

 

 

—te llevaré a casa a rastras, mocoso

—papá, sabes que necesito hacer esto

—Ricardo te matará y eso no lo voy a permitir jamás — la fedora fue acomodada, la mirada furiosa hizo temblar al jovencito, pero nadie retrocedió — porque tú sólo sucumbirás ante mi autoridad, Aki

—Reborn — y como calmante estaba esa parte del cielo — deja que tu hijo siga — la mano de Tsuna tocaba el hombro ajeno y se resistía a soltarlo a pesar de la amenaza en forma de gruñido bajo — déjalo seguir con su tarea

—ya me quitaron mi posesión una vez — reclamaba insatisfecho antes de dar un paso al frente para alejarse de su esposito con corazón de gelatina — nadie me quitará a mi hijo… nadie tocará lo que es mío de nuevo

—papá… no quiero pelear — Aki miraba al castaño, pero en esa ocasión no recibió ayuda, tan sólo una sonrisa cálida — papá

—¡cállate, Aki! ¡Hoy mismo vuelves conmigo!... aunque sea a rastras

—es hora — susurró Tsuna y retrocedió para dar muestra clara de la única opción a seguir

—¡Aki! — el asesino estaba furioso y entonces la única decisión se tomó

—papá… no volveré — el segundo mártir dio un paso al frente y empuñó su arma — si te venzo… me dejarás seguir

—estás siendo muy arrogante, Aki

—ahora se decide esto… papá

 

 

Dos asesinos enfrentándose. Una pelea vista por sólo una parte del cielo. Un solo ganador definitivo. La libertad de Aki para seguir con su camino y un padre orgulloso porque su hijo superó sus habilidades. Tsuna en esa ocasión se quedó con el hitman que amaba, en silencio, admirando como su hijo tomaba su sendero.

A partir de ese punto ya nadie tenía derecho a intervenir. Y sólo se volverían a ver cuándo el primer hijo de Aki diera el llanto que declarara que el nuevo ciclo empezaba una vez más. Sus tareas ya estaban completas  

 

 

Humano…

 

 

El sonido del metal siendo golpeado resonaba en aquella calle. Locales humildes daban un toque normal en esa zona. Un hombre de estatura admirable y contextura dura, elevaba su martillo para bajarlo con fuerza golpeando el metal al rojo vivo que moldeaba para forjar una espada. Era herrero, uno de los mejores y de los pocos que quedaban, pues ahora las personas no deseaban portar espadas. Las guerras terminaban en sus territorios y, aun así, ese hombre seguía empeñado en cumplir con su labor, aunque ya no con tanta frecuencia como antes

Esa persona ajena a esas tierras llegó caminando en una mañana soleada. Los rumores lo guiaron hasta ese punto, pero recibió ayuda de las visiones que le fueron cedidas también. La única cosa que sabía con certeza, era que un alma que se dedicó enteramente a auto-flagelarse a sí misma en nombre de los ajenos, debía tener una recompensa enorme y digna

 

 

—¡Hey!… herrero — pero su voz parecía no llegar a los oídos ajenos, porque el hombre seguía martilleando el metal — oye — intentó de nuevo la táctica, pero se veía ignorado nuevamente. Se cabreó —¡VOOOOIIIII! ¡NO IGNORES A TUS MALDITOS CLIENTES!

—oh… un cliente — sólo así detenía sus acciones y se giraba para ver al individuo en la puerta de su taller — que raro… — musitaba mientras dejaba su martillo de lado y se giraba para darle frente al desconocido — ¿qué quieres? — decía con desgano

—jodida sea tu personalidad — gruñó enfadado, pues el moreno parecía no importarle tener un nuevo cliente en espera

—¿quieres que haga o no, un trabajo? Si la respuesta es no, vete y deja que termine con esto — azabache, con cabello largo atado en una coleta alta y esos ojos tan penetrantes. Se limpiaba el sudor de la frente y ni siquiera se avergonzaba por no tener nada puesto en su parte superior, dejando así su trabajado torso y abdomen al descubierto

—maldito idiota — gruñía bajito mientras apretaba su puño y lo elevaba un poco — sí, vine por un trabajo — respiró profundo para no perder su calmada postura. Acomodó uno de sus largos mechones blancos y frunció su ceño

—habla, muchacho — el herrero ni se inmutó por el enfado ajeno, sólo se sentó en un banco cercano y chasqueó la lengua

—soy mucho mayor que tú. Así que mantén el respeto

—ya quisieras — sonrió divertido mientras acomodaba su cabello hacia atrás y mostraba sus ojos rojizos y brillantes — habla o vete, tú decides

—por eso no tienes clientes, Xanxus — criticaba el recién llegado

—¿quién te dijo mi nombre?

—un pajarito lo masculló mientras ingresaba a la estancia de este pueblo — el de largos cabellos dio dos pasos para acercarse al herrero. Su mirada se enternece levemente y siente un cosquilleo en su estómago debido a la emoción y la añoranza — los rumores dicen que eres bueno haciendo espadas

—¿no se nota? — fruncía su ceño, miraba al hombre de cabellos blancos y ojos grisáceos. Esos bonitos ojos que se le hacían conocidos de cierta forma — soy el mejor, solo pide, da un adelanto y vete. Te daré la fecha de entrega

—no es una espada lo que quiero — sonrió porque esa altanería era su más grande recuerdo

—sino… ¿qué?

—Una katana

—oh — sonreía mientras limpiaba sus manos con un trapo sucio que halló por allí — esa es difícil, costosa… pido el cuádruple de lo que cuesta una de mis mejores espadas… ¿puede pagarlo?

—obviamente — de entre su ropa sacó una bolsita de color negro y se la lanzó al moreno — ahora fabrícala y ese es tu adelanto, Xanxus

—¿podría al menos saber el nombre de mi cliente? — el moreno abrió la bolsita y silbó lleno de satisfacción. Muchas piedritas de colores se denotaban, diamantes hermosos, así como monedas de oro — mi favorito desde ahora

—si me gusta tu trabajo, te daré el doble que eso

—¡así me gusta, escoria! — reía estrepitosamente, limpiándose el leve sudor que seguía en su frente — ah… no debí decir eso — corrigió un poco extrañado por sus propias palabras. Nunca había insultado así a una persona desconocida

—igual que cuando eras hechicero — sonrió el de cabellos blancos — por eso vine aquí

—¿dijiste algo, cliente favorito?

—mi nombre es Squalo — veía la esencia de Xanxus en todo su esplendor, lo había extrañado tanto y era irónico que ahora sólo pudiese verlo como un humano — grábatelo, porque me tendrás por aquí más seguido de lo que parece

—traiga vino la siguiente vez — sonreía divertido mientras guardaba la bolsita en el bolsillo de su pantalón — eso sería espectacular… tengo gastos especiales que cubrir

—vendré mañana a revisar el trabajo, entonces — Squalo sonreía sutilmente, escondiendo su emoción insana, su felicidad ilimitada, su amor que no disminuyó ni un poco en esos años

—debe ser una persona especial… me refiero a quien pidió la katana — mencionó Xanxus que se levantaba para volver a su labor

—claro… es para mi hijo — sonrió divertido mientras se encaminaba a la salida — así que hazlo bien

—como diga — se tronaba los dedos antes de agarrar sus instrumentos — ¿alguna especificación para la katana?

—que sea el reflejo de tu alma. Dura, fuerte, decidida, valiente… y que esté llena de vida

—que ambiguo… como sea, lo haré — bostezó un poco y se estiró como un gato — ¿Cuántos años tiene el niño?

—los mismos años que tú — cerró sus ojos al recordar ese detalle. Su más grande regalo por parte de su cielo

—¡no jodas!… tengo 24 años, ¡eso ya no es un niño! — Xanxus arrojó su martillo a un lado debido a la sorpresa

—nunca dije que lo fuera

—¡entonces eres un anciano! — ese era su mayor problema, ese cliente se veía demasiado joven como para tener un hijo de esa edad

—calla esa boca y sólo cumple con tu trabajo — bufó con desgano. No podía dar explicaciones, pues no debía interferir con la vida de ese hombre y aun así quería hacerlo

—qué genio

—no me provoques, Xanxus — amenazaba con la mirada, pero sólo recibía un chasquido antes de volver a escuchar el sonido del metal al ser moldeado

 

 

Squalo reía al salir de allí, porque nadie le iba a quitar la dicha que acababa de experimentar. Había tardado tantos años en dar con el paradero de Xanxus, que ahora esa sonrisa boba no se le iba del rostro. El cielo le dijo que el ejecutor merecía vivir una vida plena en recompensa del dolor cedido, por eso Xanxus volvería a ser humano antes de perecer por completo… y lo encontró, encontró al humano.

Squalo sabía que Xanxus estaba destinado a tener una vida humana sin problemas, llena de dicha, sonrisas, detalles, amor, una familia. Tenía envidia de la persona que acompañaría a Xanxus en esa vida, pero no podía interceder porque ya no quería hacerle daño. El albino era feliz al ver que ese hombre se había creado una vida sana, pues escuchó muchos rumores y los comprobaba al quedarse viendo esa herrería de lejos. Cinco niños gritaban mientras corrían alrededor de dos adolescentes que traían víveres en bolsas, todos huérfanos, los mismos que ingresaban a ese lugar gritando un “¡volvimos, hermano!”. El alma pura de Xanxus seguía intacta, aunque esa personalidad maldita también lo hacía

 

 

—papá, ¿dónde estabas? — un muchacho corría en dirección de Squalo. Tenía apariencia joven, más su edad no concordaba con esa contextura — creí que te perdiste

—solo fui a dejar un pedido — sonreía Squalo mientras palmeaba la espalda de su hijo. Un muchacho de cabellos negruzcos y largos, lisos y sedosos — pero ya está hecho

—¿y qué era?

—una katana para ti

—¿por qué un hechicero como yo necesitaría eso? — se quejó haciendo una mueca y denotando sus grisáceos ojos

—porque si, y no protestes

—vamos papá… nuestra familia no necesita de eso. Somos hechiceros

—si no cierras el pico todos se enterarán… — golpeó la cabeza ajena, pero terminó por sonreír — ya sabes que en el mundo humano no somos tan bien recibidos

—lo siento — reía bajito mientras veía su alrededor. Nunca se cansaba de ver el mundo humano

—Taiki — Squalo miró a su hijo y sonrió — ¿recuerdas lo que te conté sobre tu origen? — reía sutilmente porque el menor ladeaba la cabeza — nunca me creíste, pero mañana te presentaré a tu padre

—¿Xanxus? ¿es en serio?

—pero ya sabes que él ahora es humano y no debemos interferir

—pero… pero si es así — el más joven alcanzó a su padre y lo enfrentó — papá retoma tu vida junto a él. Puede ser que yo no te creía, pero si es que en verdad es mi otro papá, vuelve a su lado, pues él merece una vida feliz contigo.

—cállate Taiki

—mereces retomar tu paz junto con él — una sonrisa sincera y Squalo se preguntaba de dónde se heredó tanta dulzura… porque no recordaba que Xanxus o él tuvieran esa brillante sonrisa en algún punto de su vida — vamos, inténtalo

—calla y sigue. No quiero hablar de eso

—los ayudaré — canturreaba el azabache, pues le encantó la noticia y planeaba su travesura siguiente

 

 

Era increíble que las líneas sucesoras nunca se extinguieran. Squalo casi se muere cuando el cielo le dijo que el linaje de Xanxus no debía perecer y que por eso él engendraría un hijo del caído… fue horrendo, ahora entendía el dolor de Tsuna… pero valió la pena, porque era un lazo que jamás se rompería

Lo que nadie predijo fue que el mismo día en que Xanxus cediera una katana con un filo excepcional a su cliente favorito, sería el mismo en que se enteraría de que la magia existía y con eso el camino que se cortó en el mundo mágico… se retomaría en esa etapa de sus vidas

Un riesgo que tomar. Un destino que forjar.

 

 

Notas finales:

 

Holas, les dejo este extra color de rosa porque se me metió el bichito de un final bastante ideal.

Felicidad para todos, destinos cumplidos, sacrificios recompensados, vidas retomadas.

No sé cómo describirlo correctamente, pero ya estuvo. Les dejo esto y ahora si doy por terminada esta historia

Si alguien tiene recomendaciones de fanfics R27, les agradecería y me los dejaran los links, estoy en búsqueda en dónde entretenerme XD

Muchas gracias por leer esta locura

Muchos besos~

L@s ama: Krat

 

PD: Sé que las cosas están mezcladas en este universo, por eso la mención de espadas y katanas. Lo hice así, porque la idea inicial era combinar un poco de todo XD

 


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