Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Todos fuimos personas por 1827kratSN

[Reviews - 25]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holis~

Bueno creo que sólo pocas personas leen este fic.... me surge la duda de si el fandom acepta o no el R27. En lo personal adoro la pareja, pero supongo que no todos tenemos los mismos gustos... ¡eso duele!... ¡yo quiero más fics R27!¡ y de parejas no tan comunes! ¡si tuviera tiempo e imaginación ilimitada haría de todo un poco! 

escribiría sobre Skull, Mammon, Enma, un Tsu seme, yo que sé! jajajja... pero bueno, quedaré aquí con mis ilusiones hecho trizas y les dejo la actualización 

Disfruten~

 

 

  

 

—come — exigía Reborn a un Tsuna que en esa mañana amaneció un poco pálido. No le gustaba ver esos cambios repentinos en el ánimo del muchacho

—ya no quiero carne, Reborn-san. La comía solo porque usted quería… pero ya no — Tsuna miraba su plato con una leve mueca en donde sus labios eran apretados. De verdad parecía fastidiarle sólo mirar la comida — no me obligue a comerla, por favor

—¿por qué? — perdió la rudeza desde que Tsuna cumplió el séptimo mes. Tal vez le impresionó bastante que al cumplir el día preciso, Tsuna cayó en un estado de dolor crónico que casi ni era capaz de contener. El primer día lo vio ahogar gritos de dolor en la almohada y después pasó tres días en cama por el dolor del tatuaje que se había extendido por aquella piel. Ahora, Tsuna casi cumplía el octavo mes y el vientre que se mostraba era una bolita pequeña que en cualquier mujer sería una muestra del cuarto mes de gestación — no me digas que le tienes asco

—me está haciendo sentir extraño — susurró mientras apartaba su plato y se cubría los labios con la mano — como si estuviese enfermo

—toma — Reborn empujó un pequeño plato donde sólo había frutas, lo tenía preparado con anterioridad, y el castaño sonrió feliz al tomar una uva — no protestes más — miró de refilón a Tsuna, quien con emoción consumía todo.

 

 

Iemitsu, en medio de las tantas torturas, le había dicho al asesino que el pequeño primogénito debía ser nutrido con eficacia. La prohibición que Xanxus impuso a los alimentos de Tsuna no fue un capricho para volver más desastrosa la vida del mártir, era una necesidad. Tsuna solo necesitaba comida que no consumiera una vida ajena… es decir las plantas y esa sería la única dieta que no lo dañaría más de lo que debería. A Reborn aquello le pareció absurdo, lo consideró como si fuera un delirio de un hechicero que desesperado buscaba zafarse de la tortura, pero al parecer no fue así. Y eso sólo hacía que una pregunta retumbara en la cabeza del azabache. ¿Qué otras cosas Xanxus aplicó por designio y no por capricho?

El descanso limitado a unas horas, tal vez, porque el castaño cada cierto periodo de tiempo empezaba a despedir magia sin control alguno y estando dormido. Reborn ya lo había vivido, por eso solía despertar al castaño con cualquier excusa y con eso evitaba que la magia se desprendiera del cuerpo frágil que Tsuna adquiría con el pasar de los días. El que tuviera carencia de zapatos podría ser otra de esas obligaciones, pues cuando Tsuna por diversión se quitaba el cazado para disfrutar de la tierra en sus pies, claramente despedía algo. Reborn solía revisar los sitios por las mañanas, muy temprano, y veía como el suelo empezaba a tener vida. Las plantas florecían días después de que Tsuna caminara descalzo por senderos secos. Esos sólo eran los cambios notables a simple vista, ¿qué más abría?

 

 

—Reborn — la sonrisa de Tsuna era como una bella pintura, no parecía de ese mundo. Reborn hasta se recriminaba mentalmente por estar pensando en esas estupideces — pruébalo — el castaño cedía entonces el trozo cortado de la manzana que consumía

—no

—se enfermará si solo come carne — una sutil sonrisa y extrema paciencia, así era Tsuna

—no me sermonees, Tsuna

—le gustará — el castaño no sabía desde cuando empezó a comportarse tan “hogareñamente” sin recibir quejas del dueño de casa y eso solo aumentaba su felicidad. Cada vez, un gramo más — pruébela

—mocoso — refunfuñaba y aun así abría la boca para aceptar la asquerosa fruta… nunca admitiría que lo hacía sólo para ver la sonrisa espléndida de Tsuna. Le gustaba esa sonrisa — ahora come lo demás

—lo haré

 

 

Octavo mes llegaba y parecía que hasta se apuró en cierta medida. La marca negruzca en forma de tatuajes sin forma se tenía que expandir en señal de que el hijo de ambos crecía sin problemas. Un nuevo periodo de caos para Tsuna, quien valientemente soportaba el doloroso proceso casi en completo silencio, luchando porque el dolor fuera sólo suyo y no preocupara a nadie más. En esos días, Reborn se quedó junto al castaño sin decir nada, fingiendo que no sabía que el proceso era doloroso, olvidándose de que experimentó aquello con un simple hechizo que Xanxus le aplicó en su última batalla. Tal vez su alma se iba ablandando conforme sentía cercano el nacimiento de su propio hijo, incluso ahora las promesas que hizo acerca de matar a Tsuna por haberse escapado de sus manos, le parecían estúpidas y absurdas… Reborn cambió su forma de pensar

Tsuna se quejaba en esos días, lo hacía bajito o a veces sin ser consciente, pues la fiebre y dolor le quitaban la conciencia ocasionalmente e incluso no podía siquiera moverse, pero acabó por pasar. El vientre ya no creció desde ese día, pero el tatuaje se extendió hasta la espalda del muchacho, formando figuritas con un lenguaje desconocido para el hitman y no quiso preguntar si Tsuna sabía lo que decían. Cada día que pasaba era peor, la incertidumbre aumentaba y nadie le daba algo al asesino para calmar su irritación, incluso él mismo no se soportaba. Tomó una decisión, una de las últimas que tomaría sin meditarlo con calma, saldría a buscar algunas cosas para el castaño. Una semana en un viaje sin destino fijo y a pesar de que Tsuna no quiso dejarlo ir, Reborn insistió y nadie podía darle contra a su autoridad. Llamó de nuevo a Naly para dejarla como niñera, la amenazó hasta el cansancio para que cuidara de su castaño y estuvo listo para el viaje.

 

 

—lo cuidaré muy bien — sonreía la ninfa mientras hacia una reverencia exagerada

—más te vale o créeme que te arrepentirás, pues no te mataré en seguida

—Reborn — el castaño separaba sus labios para protestar, pero, ¿quién era él para hacer algo así? —buen… buen viaje — sonrió con calidez aguantándose las ganas de sujetarlo y no soltarlo

—no me mires como si fuese a una guerra con disposición previa a morir — gruñó bajito mientras acomodaba su fedora

—yo sé muy bien que usted, en una batalla, no sería tocado siquiera — su rostro tomó un semblante serio y siguió — pero mi necesidad de tenerlo cerca es dolorosa — sujetó su pecho y suspiró — aun así, sé que volverá y eso me alivia un poco

—¿añoranza? — Reborn lo miró con seriedad — por emociones como esa estás en este estado

—lo siento, pero no puedo evitarlo. Mi alma es frágil, mi corazón se rompe con cosas simples y creo que me aferro a usted con desesperación, porque es quien me ha mostrado compasión verdadera en esta vida

—no digas tantas tonterías. Recuerda que los asesinos no sentimos esas cosas, pues somos seres que gustan de quitar vidas, consumir energías ajenas y doblegar a quien nos dé la gana

—palabras sabias — sonrió el castaño, quitándose toda inseguridad — de un ser que tiene la segunda vida más longeva en esta existencia  

—basta de tonterías. Volveré cuando deba volver y hasta entonces — el asesino miró a Naya con seriedad — no dejes que ceda magia blanca a nadie, desvía a los intrusos y cuídalo como si fuera tu propia sangre

—seguiré cada orden que me ha dado — inclinaba su cabeza una vez más en señal de respeto — recuperaré su confianza, Reborn-san

—por cierto — acomodó su traje y empezó a alejarse a paso lento — un par de esos idiotas rondarán el lugar como medio de protección, pero a ninguno lo dejes pasar de los límites de la cabaña

—así se hará

—tal vez sólo quieran comer un poco —bromeó Tsuna mientras admiraba la espalda del azabache, quien se alejaba sin siquiera despedirse. Instintivamente se tocó el vientre donde crecía una magia que incluso él desconocía, pero que se englobaría en una apariencia física como cualquier otra persona — tenga un buen viaje

—ingresemos — sonrió Naly — está refrescando un poco. Es mejor preparar algo para beber

—yo sólo espero — susurró con melancolía — que lo que no halles o lo que sí lo hagas, no te frustre y desespere… Reborn

 

 

Por primera vez en su vida se atrevió a tocar la puerta de un ajeno con la simple intención de formular una pregunta “amable”. Daba gracias al averno que esa persona era de la misma calaña que él y no hizo indagaciones, por el contrario, simplemente le soltó una sonrisa y un «linda mañana para caminar un poco. Iré por mis cosas», por eso la eligió. Viajaría junto a alguien, Luce, quien sabía de medicamentos que usaban los seres mágicos cuando su esperanza de vida ya era nula. Esa mujer era la única entre tantas alimañas que tenía la suficiente noción de cómo comportarse ante un huraño y malhumorado Reborn. Hablaba lo necesario, preguntaba sólo lo suficiente, callaba mientras seguía al azabache con un metro de distancia y sutilmente dirigía la ruta 

La sabia de los árboles dorados del norte, la sangre de una sirena del ártico, una mezcla de plantas conseguidas en los cultivos de las hadas de primavera, las lágrimas de un unicornio y las algas nacidas en las aletas de un dragón. Fueron fáciles de encontrar pues algunos de esos seres estaban ya moribundos. Ambos asesinos ni siquiera sudaron mientras extraían lo que necesitaban, además un hechicero cautivo les ayudaba por “propia voluntad” a trasladarse entre los diferentes parajes. Reborn ni siquiera se inmutó cuando un par de veces lo atacaron un escuadrón de hechiceros que gritaban tonterías acerca de arrebatarle al mártir y la vida. Los reducía a cenizas brillantes en cuestión de segundos, porque no estaba de humor para gastar tiempo y Luce ayudaba lo suficiente

Luce le explicó en detalle cómo deberá tratar cada artículo, incluso hizo una pequeña libreta con “recetas” destinadas a quien preparaba las cosas en el hogar del hitman, pues ella sabía que Reborn no se ensuciaría las manos directamente. Luce especificaba con calma que el castaño debía lograr consumir todo en un orden específico, pues así, tal vez, las cosas cambiarían de rumbo. Reborn sólo escuchó con fastidio, fingiendo desinterés, ignorando la risita animada de esa mujer y sin decir nada, se fue. Así era él.

 

 

—buena suerte, Reborn — susurraba cuando ya lo veía caminar a lo lejos — espero que no tengas tantos problemas como los que imagino

 

 

Darle ese “medicamento” al castaño fue una batalla que Reborn no estaba dispuesto a perder. Tsuna no era estúpido y sabía de dónde provenían esas cosas extrañas que estaban guardadas en frascos que resonaron cuando el hitman colocó la bolsa de viaje en la mesa de la cocina. El hechicero lo percibía simplemente al verlo, reconocía la energía que emanaba cada objeto y estaba consiente que tal vez los seres de los que provenían fueron lastimados. El pánico en su rostro lo hizo cubrirse la boca con una de sus manos y retroceder tanto como le fue posible antes de caer de rodillas. El dolor ajeno, él lo experimentaba de una forma personal

 

 

—Tsunayoshi-san — la ninfa hablaba con respeto cuando se acercó para revisarlo — ¿qué tiene?

—dime que no mataste a nadie — protestó en pánico, incluso su hablar formal se había ido en ese momento — por favor… dímelo

—no me preguntes lo que ya sabes

—¿por qué? — susurraba mientras sentía las náuseas llegarle, incluso creyó escuchar e grito agónico de una mujer — ¿por qué?

—Naly, toma eso y sigue las indicaciones que están ahí — apuntaba a los apuntes que el arrojó en la mesa — muévete

—pero Tsunayoshi-san parece no estar bien. Debo llevarlo arriba

—de eso yo me encargo — Naly se alejó del castaño y Reborn tomó lugar en frente del chico que temblaba — mírame

—no… no tenía que hacerlo… no — casi ni podía respirar mientras veía el contenido del primer frasco que Naly sacaba. Una sustancia rojiza que parecía espesa

—tomarás cada cosa que Naly te dé. Lo harás sin rechistar

—no — no podía dejar de ver con horror como los frascos eran retirados y colocados en uno de los muebles de la cocina que contenía las especias — no lo haré

—no protestarás, no dirás nada. Sólo abrirás la boca y tragarás

—¡NO! — gritó evitando que el mayor lo tocase, pero eso sólo fue por un momento porque obviamente Reborn no estaba para aguantar berrinches

—te obligaré entonces — no esperó respuesta. Lo tomó de los brazos hasta levantarlo y lo cargó — y sabes que no me temblará la mano para hacerlo

—un sacrificio ajeno no es mi deseo — pataleaba para que lo soltaran. A pesar de que en esos días el cansancio se volvía su compañero, luchó — ¡no quiero eso! ¡no quiero nada que provenga del dolor ajeno!

—me importa poco lo que pienses — sostenía con fuerza las piernas que se removían y los brazos que se agitaban intentando empujarlo. No lo dejaba bajarse de sus brazos y se encaminaba al segundo piso

—¡NO! ¡No quiero eso! — sollozó mientras dejaba de golpearlo y trataba de respirar con normalidad, porque sentía sus pulmones arderle de repente — no quiero

—calla y obedece. Eres mi esclavo, recuerda eso

—por favor — susurró angustiado mientras golpeaba el pecho ajeno — por mi cielo sagrado

—es por él que ahora tomo estas acciones. Maldigo a tu cielo amado — refunfuñó sin mirar al chiquillo

—me lastima con sus palabras — protestó, pero se iba rindiendo porque sentía el corazón agitado del mayor y la desesperación en ese agarre que lo aprisionaba. Podía sentir lo que el otro sentía y… eso era peor — me lastima con su dolor

—¿crees que puedo sentir tal cosa?

—si

—estás equivocado — Reborn no dijo nada más mientras terminaba de subir las escaleras. No tenían que contradecir sus órdenes

 

 

Tsuna se negó innumerables veces a consumir lo que sea que fuera preparado, intentó escapar vanamente, incluso intentó pelear, pero no podía dañar a quien anheló toda su vida. Reborn era a quien amaba y por quien soportó todo hasta ese momento, simplemente no podía elevar su mano para atacarlo. Discusiones que se daban a gritos, lágrimas que brotaban sin control, sonidos que reflejaban la desesperación de ambos.

Tsuna lloró después de largas horas de una discusión sin sentido, lo hizo con desesperación cuando aceptó consumir aquello. Lloró más cuando en la noche lo devolvió todo, porque su cuerpo lo empezaba a rechazar como si fuera un veneno. Cada cosa que probaba no era más que algo ingresando a su sistema pulcro, alguna cosa que trataba de modificar su cuerpo y por esa razón no era tolerado. Porque su destino estaba trazado y nada podría impedir lo que estaba escrito

No sirvió de nada aquella artimaña y Reborn golpeó la pared con frustración porque se le terminaba el tiempo. Las ideas que tuvo ya fueron aplicadas, las ideas que alguien más le dio también fueron inútiles y en su cabeza sólo resonaba una y otra vez las palabras de Xanxus. «¿no puedes siquiera fingir ser bueno hasta que tu hijo nazca? Debes darle felicidad hasta que cumpla con su deber… por favor» Enfurecía más cuando se daba cuenta que esa frasecita era como una despedida de alguien con buenas intenciones. Mató al hijo de puta que le dio problemas en su vida, y tal vez el único que sabía qué pasaría al llegar el momento en el que el mártir cumpliera su trabajo. Ricardo era su otra opción, pero era tan malditamente difícil sacarlo del castillo o hallarlo siquiera, que en algún punto desistió. Después de todo… no faltaba mucho

Después de pensarlo un poco se dio cuenta de que el día ya empezaba a terminarse una vez más y que no había visto a Tsuna ni siquiera un momento. Estaba siendo estúpido, estaba siendo imprudente y estaba volviéndose algo que odiaba. Todo era culpa del maldito cielo y del propio Tsuna por haber llegado a su perfecta vida. Mandó todo al carajo cuando ya no quería saber nada, pateó una silla debido a su frustración y se sentó en medio de su sala a jugar con su bellísima arma entre sus dedos. Tsuna no había bajado ni una sola vez ese día, la única que lo hacía fue Naly, quien cumplía con sus tareas en silencio, un incómodo silencio. Una pelea marital definiría aquello y el azabache, que jugaba con sus patillas, mataría a quien se atreviera a decir eso en voz alta… porque no era una pelea, era algo más que eso y ni siquiera podía ponerle nombre

Naly fue informada de su “despido temporal” apenas la luz de un nuevo día se daba. La muchacha brindó una sonrisa antes de reverenciar al asesino y con calma subió a despedirse del castaño, para de inmediato abandonar la casa. No hacían falta las palabras que deseaban que el asunto no se saliera de control, eso estaba demás. El sonido de la “nada” fastidiaba cuando un par de horas ya habían pasado, Reborn ni siquiera se había movido de su puesto en esos días de pelea campal, pues convirtió la sala como su fuerte de batalla. Estaba enojado y aun así a paso calmo subió a observar en silencio al muchacho que se mantenía mirando por la ventana sin decir absolutamente nada. Era como un juego por saber quién dictaba la rendición

 

 

—esto debe pasar, Reborn-san

—no has dormido casi nada — fue su escueta respuesta que evadía el tema

—no puedo cerrar los ojos si es que no percibo su aroma a mi lado — confesó mientras jugaba con sus dedos posados encima de su vientre

—si sigues así, empeorarás

—yo debo decirle… qué es lo que pasará

—vuelve a la cama — cortó el discursito con enfado — también estoy cansado, así que ni una sola palabra

 

 

Ninguna cosa era tan dura de soportar como el silencio post pelea, era algo que Reborn aprendió aquella mañana. Cerró sus ojos, pero no pudo dormir y terminó observando al muchachito que posaba a su lado, dándole la espalda. Estaba cansado de toda esa mierda, estaba harto de sentir compasión por alguien, pero por sobre todo eso, estaba fastidiado por aquella escenita de la que estaba siendo partícipe. Fue brusco como siempre, pero no recibió reclamo alguno cuando sujetó el hombro ajeno y le dio vuelta. Lo acercó tanto como le fue posible, hasta que pudo hundir su nariz en los cabellos revoltosos que Tsuna tenía

Un abrazo rudo, un accionar grosero, un asesino que no quería perder su posesión y que estaba ansioso porque su vitalidad estaba intacta mientras que la del pequeño estaba perdiéndose. Elevó ese rostro para admirarlo, esos ojos que mostraban el mismo brillo de cuando lo conoció, aquellas mejillas teñidas de un rosa empalagoso y esa sonrisa “descarada” que Tsuna insistía en mostrar. Le fastidiaba ese hechicero, porque le ocasionaba algo… algo que no quería reconocer. Lo besó sin pedir siquiera permiso, él no lo necesitaba. Sintió el leve temblor de aquel cuerpo que de pronto dejó debajo de sí y al que intentaba quitarle el aliento con prontitud.

No dijo mucho mientras empezaba con su faena… pero en esa ocasión fue diferente, porque instintivamente estaba cuidando de aquella barriguita que a veces le recordaba que estaba allí. Ya lo habían hecho antes en aquellas condiciones, pero por alguna razón ahora todo parecía más evidente que antes. Los suspiros del castaño eran más audibles, los gemidos más dulces, los besos más intensos y sus miradas más suaves. Una jodida treta de ambos, un juego que expresaba un “ya basta” silencioso. Terminaron durmiendo juntos, entregándose mutuamente como antes habían hecho… pero que en ese momento asemejaba a una despedida… así eran las cosas

 

 

Miradas y palabras…

 

 

—Reborn-san… — era una mañana como cualquier otra cuando todo comenzó

—dime — no lo miró al contestarle, le importaba más el libro que leía, pues buscaba información de alguna cosa que pudiera ayudar al castaño. Reborn no se iba a rendir así de fácil, en esos días recuperó las energías perdidas y la motivación

—es hora — susurró sosteniéndose de la pared y apretando los puños — es hora

—tsk — el azabache se levantó de inmediato a auxiliar al castaño que se resbalaba de a poco. Lo sostuvo entre sus brazos, sentándose en el suelo — faltan dos semanas todavía — reclamó de inmediato

—es ahora — susurró mientras temblaba y apretaba los labios — por eso… debe irse

—dices estupideces, dame-Tsuna

—debe irse… por favor — susurró mientras sus lágrimas aparecían dándole una luz distintiva que Reborn conocía a la perfección — Reborn-san — sostenía la mano del azabache con desesperación

—obviamente te ignoraré — trataba de mantener la calma que últimamente había perdido, buscaba a león para que fuera a dar aviso a Naly. Algo debía hacerse, cualquier cosa — cállate y…

—debe irse — sollozó mientras posaba las manos del hitman en su vientre — pues su hijo nacerá hoy… y yo me iré al mismo tiempo

—algo haré… no te doy el permiso de irte — sintió el movimiento en ese vientre y se mordió la mejilla interna por la frustración — me escuchaste — sentía rabia hacia sí mismo, porque hasta ese punto no tenía las respuestas que quería

—debe irse — sollozó Tsuna mientras el dolor venía a su cuerpo — no será bonito

—cállate, Tsuna

—debe irse — apartaba a Reborn de si — ahora — decisión en su mirada, pero que no tenía valía en esa situación, después de todo Reborn no seguía órdenes de nadie

—no me digas lo que tengo que hacer — lo agarró de los brazos y lo acercó hasta que sus frentes se juntaron — ahora, buscaremos ayuda — ¿él pidiendo ayuda? Hasta podía reírse de su propia idea

—ya empieza — susurró cerrando sus ojos, sintiendo la oleada de dolor que cursó su cuerpo y le cortó la respiración — por… favor… Reborn

—no, claro que no, mocoso — besó aquellos labios y sintió la mordida brusca para que se apartara — no te dejaré

—debe hacerlo… AHORA — gritó cuando el dolor le ganó y no pudo resistir en silencio

 

 

Tsuna entonces lanzó un grito adolorido, tan potente que estremecería a cualquiera que lo escuchara. Reborn por única vez sintió su piel erizarse debido a la angustia que de repente descubrió que podía sentir, muy mal momento para empezar a enterarse de cosas inútiles. Varios de esos alaridos se repitieron con constancia mientras Reborn sujetaba aquel cuerpo para que no se moviera tan bruscamente, pero había algo especial mientras todo eso pasaba. Al mismo tiempo que se daban esas muestras de desespero, el techo de la cabaña crujía sonoramente. Un sonido combinado que a veces se confundía debido a la fuerza de uno de ellos.

Reborn con apuro buscó a Leon y al hallarlo le dio la orden pertinente para solicitar la presencia de la única persona a la que le confiaría a Tsuna. El animalito obediente escapó del lío mientras se transformaba en una pequeña hoja que sería arrastrada por el viento. Tsuna se aferraba al pecho del asesino con desesperación, tratando inútilmente de disminuir su voz o al menos tomar fuerza y hablar para convencer a Reborn para que se fuera. El mayor no se sorprendía de ver al castaño esforzándose por hablar, pero lo acallaba con sus propios dedos. Dijera lo que dijera ese mocoso, él no se iría del lugar.

Reborn revisó su alrededor y su techo no era lo único que crujió, eso era complicado pues la voz de Tsuna resonó de nuevo. Un vidrio se agrietó, las tazas explotaron, las cosas cayeron de las repisas y la madera se quejaba constantemente… eso no era bueno. Un grito más y el piso de madera hizo un ruido suave. Reborn entonces cargó al mocoso en sus brazos y sin importarle nada, lo llevó a la habitación del segundo piso a pesar de las protestas sutiles del muchacho. La madera era resistente, no habría riesgo alguno, tendrían donde pisar y mantenerse

 

 

—es… es mucha magia — dijo aguantándose el grito que quería sacar — ahora… váyase — su voz temblaba, pero su necesidad de expresarse era mayor

—me quedaré y no te quejes — dijo al posarlo en la cama — viene mi hijo y yo seré quien lo reciba 

—por favor — se aferró al hitman y lo miró — si se queda… corre riesgo

—no sabes con quien hablas

—soltaré toda mi magia de un solo golpe… debe irse ahora

—no me escuchaste, Tsuna — le agarró las mejillas mientras este lloraba y aguantaba el grito venidero que hizo la ventana romperse — me quedaré aquí… y recuerda que no tienes permitido morir

—¡ya no puede hacer nada! — empujó al otro y se recostó en esa cama mientras envolvía su vientre con sus brazos — ¡váyase!

—¡no me ordenas nada, mocoso!

—por favor — suplicaba entre sollozos mientras trataba de respirar constantemente

—no

 

 

Una lágrima luminosa, un grito, una negativa. La casa vibraba y sus alrededores sentían el poderoso ambiente surgir. La magia podía incluso sentirse en el lejano castillo en donde Ricardo se postraba en el suelo y elevaba sus manos en una evidente alegría, porque él sabía que la tarea de su hijo había culminado y que desde ese punto Xanxus se convertía en un mártir completo, pero desconocido. En la montaña de luz se vivía un ambiente de regocijo porque la profecía se cumplía, el deber se llevaba a cabo y la salvación de su mundo se estaba dando. Nadie más que ellos entenderían la grandeza de ese acto de sacrificio. Incluso en las cavernas en donde los hechiceros aun colgaban del techo por cadenas, se podía sentir tanta magia junta surgiendo con rapidez. Iemitsu entonces miró al vacío y susurró…

 

 

«Mi cielo ha dictado este día. Por favor, haz que el sufrimiento final de mi hijo… sea mínimo. Te deseo una muerte rápida y sin dolor, semejante a la de tu abuelo, mi pequeño Tsuna»

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

Autora-chan ha decidido que alargará su agonía un capítulo más… ok no XD… lo que sucede es que al corregir el final me di cuenta que era demasiado largo, se volvería tedioso de leerlo, pues ya me ha pasado con otros fics y al final se quejan mis lectores…. Bueno, así que para evitar esos inconvenientes y que yo misma no me tarde más en actualizar, pues subo esto

Ya llegamos a los 3K señores, y eso se me hizo tan emocionante, sólo faltaban 8 personas para completarlo… vaya, sí que ha sido intenso. Por eso hice un pequeño shot R27, con un toque dulce como para aliviar el alma de cualquiera, pues ya me han dicho que preparaban el cloro :v … si les interesa pueden pasar por mi perfil y buscar “Debilidad” quien sabe y les quite el amargo de este pre-final

Sin más que decir, me iré a las sombras para actualizar otro de mis fics n.n

Muchos besos~

Nos veremos~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).