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Notas del capitulo:

Holi~

Explicaciones en las notas finales ^^ 

 

 

Reborn obligó al castaño a mostrarle algunos hechizos y Tsuna con duda accedió. Al final del día Reborn se arrepintió de sus decisiones, pues habían estallado como cuatro veces, ¡cuatro veces! Peor que eso, ¡estalló! Hechizos sencillos se volvían un caos, su hermosa casa terminó llena de nieve azul, ¡AZUL!… ¿cómo diablos Tsuna hizo eso? Y al final, el castaño solo se disculpó, dedicándose por completo a su tarea obligatoria… cocinar. Al menos en eso era bueno, muy bueno. Reborn se olvidó de todo el enfado y de su casa azul cuando probó la carne y el arroz recién hechos. El mocoso tenía una sazón increíble

 

 

—entrenarás

—pero solo hago desastres — una mueca indescifrable se formaba en ese rostro, pero no ganaba nada, ya que fue completamente ignorado

—por eso entrenarás – le dijo con seriedad – así serás más útil

—está bien – sonrió con dulzura mientras le servía otra porción y acariciaba al pequeño Leon, que por alguna razón le tomó cariño al castaño después del pequeño postre que preparó especialmente para él – pero… ¿puedo preguntarle algo, Reborn-san?

—que no sea algo como qué espero de la vida, si tengo novia o alguna de esas cosas

—conozco la condena de los arcobalenos – Tsuna miró al azabache con seriedad – sé lo que les hicieron… mi abuelo lo ordenó y mi padre lo ejecutó

—entonces debería matarte – levantó su mirada llena de frialdad… no le gustaba tocar ese tema, mucho menos recordar la cara de quien lo condenó de esa forma

—pero no lo hace porque tiene fe en que yo pueda ayudarlo – Tsuna sonrió a pesar de la amenaza. Una sonrisa llena de dulzura que por un momento embelesó al hitman – los arcobalenos fueron castigados, y sólo quien los castigó puede repararlo

—¿eso dicen sus rimitas tontas de predicciones y esas cosas?

—me lo dijo el cielo – se desplazó a través del comedor hasta arrodillarse en frente del Arcobaleno y tomarlo de las manos – ustedes fueron los mejores asesinos de criaturas mágicas, les robaron los secretos a las aves nacientes en el horizonte sur… asaltaron pueblos de los grifos y… y mataron a los unicornios que forjan la base de las cascadas del norte

—qué buenos tiempos – sonrió el hitman con altanería, aunque no apartó sus manos de las del castaño que denotaban delicadeza y suavidad. Iba a quitarse esas manos de princesa a base de trabajos forzados, le obligaría a dañarlas sólo por placer de ver a un heredero de Vongola a su servicio exclusivo

—Reborn-san… y los otros siete están condenados – Tsuna dejó que sus lágrimas salieran, unas gotas que brillaban con los siete colores del arcoíris. Lágrimas de ese tipo sólo un hechicero podía derramar. Las mismas que Reborn sintió tan dolorosas y cautivadoras al mismo tiempo – pero eso es cruel pues perdieron sus cuerpos, viviendo eternamente como niños… condenados a no llegar más allá de lo que sus ojos ven… atormentados porque jamás… podrán saciarse. Sus almas no saben lo que es la gracia de sentir calor o frio… sus sentidos apagados… una eterna agonía… has pasado más de cuatro siglos desde que mi abuelo los condenó… ya sufrieron mucho tiempo – leves sollozos cortaban cada palabra, le dolía… así era Tsuna, sufría el dolor ajeno con más intensidad que nadie

—no me vengas con cursilerías ni lamentaciones, dame-Tsuna… no te salvé para que sintieras pena de mí. Lo hice para manipularte y lograr que me quitaras esta estúpida maldición… eres solo una herramienta que yo planeaba usar, pero ahora veo que eres un inútil – se alejó del castaño y lo dejó sollozando dolorosamente en la sala… poco le importaba el dolor ajeno

—sé que lo soy – el castaño dejó que sus lágrimas de colores brillantes surgieran pues le dolía saber que su raza era así de… irrazonable. Ahora entendía por qué nunca encajó en esa familia y no se arrepentía de haber escapado – pero… lo ayudaré. De algo me tiene que servir ser manipulador de magia blanca en vez de la negra que hereda mi familia 

 

 

Desde ese día Tsuna se puso una meta, y era mejorar. Mejorar de alguna forma y así poder al menos combatir esa maldición. Contrarrestar la magia de su padre, devolver el favor que Reborn le dio al momento de salvarle la vida, ahora tenía una motivación demasiado fuerte. Los días siguientes la rutina empezó para Tsuna, recordaba cada cosa que le enseñaron en casa… y el libro mágico que se robó ante de huir, también ayudaba mucho. Lo estaba leyendo en la sala después de terminar con sus obligaciones en aquella cabaña. Terminó de aprenderse las instrucciones más básicas y practicar los hechizos más simples, superó el nivel uno, debía proseguir con seguridad.

El primer reto comenzaba y para eso, debía salir de casa. Se colocó su capa y sombrero, se alejó un poco de la cabaña que era el hogar del hitman, quien tomaba su siesta y empezó… debía ser cuidadoso. Dos explosiones después y un moretón en el brazo, se cansó. Se recostó mirando al cielo, despejando su mente y recordando a su madre, su sonrisa, sus dulces palabras. Le prometió a Nana vivir como deseara para ser libre de elegir, cumplir un sueño tan sencillo era su obligación. Se concentró y suspiró profundo, no debía rendirse tan pronto, así que entusiasmado nuevamente siguió con lo suyo.

De lejos un azabache observaba con interés, pues a pesar de lo patético que se veía el jovencito, tenía algo que lo obligaba a seguir intentando. Reborn solía salir por allí a cazar alguna cosa, o simplemente a comprar lo que necesitaba en el pueblo humano más cercano. La primera semana dejó solo al castaño para observar cómo iban las cosas, analizarlas, evaluarlas con cuidado, pero solo escuchaba como Tsuna se quejaba de sus fallos de lo que sea que estuviera practicando. Así que cansado de sentir leves temblores a veces, se acercó y lo único que dijo es que lo iba a entrenar. Pero Reborn no era mago, así que… le enseñó lo básico para cualquier asesino, todo lo referente a forjar la voluntad férrea que Tsuna parecía carecer. Duro y extenuante entrenamiento que Tsuna no creyó pasar en su corta vida

Primero la fuerza física, al menos eso dijo Reborn, pues lo puso a correr por la nieve hasta alcanzar una meta o sufrir de un doloroso disparo con una de las balas especiales que Reborn tenía. Cargar cosas pesadas, nadar en el agua helada bajo el hielo, meterse a la bañera con agua caliente, y después salir al hielo helado, para después volver al agua caliente y sentir miles de agujas en su cuerpo. Repetidas sesiones de esa tortura. Aunque claro, su tarea en la cocina nunca debía ser olvidada, ni tampoco el hecho que debía arreglar toda la cabaña antes de que saliera el sol. Así que, al mes, Tsuna ya al menos podía resistir los entrenamientos y Reborn podía decir que forjó voluntad en ese chico debilucho e ingenuo que sonreía cada vez que lo veía comer con gusto… era un perdedor… ese era dame-Tsuna

Tsuna veía el invierno intensificarse cuando terminaba diciembre. Uno de esos días, acompañó a Reborn al pueblo. Maravillado dejaba su mirada brillar, admiraba las luces encenderse y se dio cuenta que los humanos empezaban a celebrar una festividad extraña… pero que Tsuna conocía muy bien pues le gustaba esa época a la que ellos llamaban Navidad, es más… cada año se escapaba de su casa para ir a vagar unos días por el pueblo de los humanos. El mundo era extraño, los seres mágicos existían y los humanos sin poder alguno, los respetaban, al menos si no querían sufrir una muerte dolorosa… su mundo se limitaba por un bosque forjado por ninfas. Existía un límite entre el territorio hostil de los humanos y el calmado de los seres con magia, pero cuando un ser mágico tenía apariencia humana podía tranquilamente bajar por los pueblos en busca de lo que necesitara. Tsuna era un humano ante la vista de cualquiera y Reborn era un niño bastante agresivo para quien osara molestarlo

 

 

—usaré un disfraz – dijo el menor cuando llegó al límite del bosque

—hablas demasiado – bufó Reborn mientras se adelantaba, pero Tsuna no se dejó amedrentar, pues presentarse con su traje de hechicero no era buena idea. Una vez lo corrieron del pueblo por esa razón… era verdad, los humanos no toleraban a lo que les era incomprensible, y la magia era eso… incomprensible

—una ropa simple – sonrió mientras frotaba sus manos y cantaba un poquito, un conjuro bien dicho, para después dejar que sus prendas cambiaran. Ropa invernal de color naranja y un gorrito de lana con dos orejitas afelpadas. Ese atuendo lo había visto usar a un niño una vez, así ocultaba también sus cabellos rebeldes – listo – y con prisa corrió para alcanzar al arcobaleno que, sin quedarse a mirar, siguió con su camino – ¿Qué comprará, Reborn-san?

—harina y lo necesario para que cocines, por eso te traje dame-Tsuna

—es la primera vez que me deja escoger – sonreía con amabilidad mientras se adentraba en el pueblo – es hermoso – fascinado por las luces, se embelesó con cada paso que daba, tratando de no perder de vista a Reborn, quien al tener la apariencia de un niño era tratado como tal… nada raro

—apresúrate dame-Tsuna

—Reborn-san… ¿podemos comprar algo más que solo comida?

—no

—pero podemos arreglar su cabaña con un adorno — era el defecto del muchacho, insistir hasta que de verdad veía la posibilidad nula

—eso es innecesario, tu solo concéntrate en la comida, yo me concentro en la apariencia de mi casa – regañó y empujó a Tsuna hacia las tiendas – es mi dinero así que dejas de quejarte y muévete

—no me quejo, es más, estoy agradecido – sonrió mientras era interceptado por un hombre disfrazado de un extraño atuendo rojo. Reborn vio al castaño sonreír al hombre que embelesado con la sonrisa del jovencito empezó a coquetearle y…

—muévete – lo pateó, pateó al hombre lanzándolo lejos y Tsuna se alteró queriendo ver si estaba bien, pero el pequeño lo arrastró lejos – vamos dame-Tsuna… ahí está la tienda

—pero Reborn-san… ese chico pudo estar herido – y aun así siguió a su actual tutor… o entrenador… o dueño. No sabía cómo llamarlo

—no sabes diferenciar cuando alguien tiene malas intenciones contigo – regañó pues el castaño ya llevaba poniéndole atención a cuatro personas que intentaban ligarse con él, y Tsuna ni cuenta se daba – así que camina rápido

—ya lo sé – se quejó ante la patada que lo hizo caer al suelo  

 

 

Una amable señorita, que sonrojada hablaba con el castaño, les dio descuentos en varias cosas, los trató muy bien y en poco tiempo estaban abastecidos. Reborn se mantuvo al borde de la convivencia con humanos, no los toleraba porque eran seres que podían mantener múltiples personalidades y ocultar sus naturalezas. Pero Tsuna parecía encantado con ellos, así que lo dejó… además, siendo sinceros, Tsuna era un imán para los idiotas que le regalaban cosas y Reborn sacaría beneficio de eso. Bufó molesto cuando Tsuna se quedó viendo los cristales con esos árboles adornados de muchos colores y tuvo que volver a arrastrarlo con brusquedad

 

 

—muévete dame-Tsuna. No convivas con humanos porque no son como nosotros

—Reborn… los humanos son humanos… de ellos descendemos – sonrió al despedirse con la mano de una niña a la que ayudó a levantarse tras caer al suelo

—deja de decir estupideces – se quejó cuando ya con las bolsas en un trineo pequeño empezaban su travesía al bosque y luego a su casa – apresura el paso

—no digo tonterías, Reborn-san… ¿acaso usted no sabe de dónde venimos? – sonrió mientras tiraba del trineo y empezaba a tararear algo

—explícate

—de humanos nacemos

—sin rimas – frunció su ceño al ver la pose del muchacho para cantar esas cosas

—lo sé – sonreía el castaño siguiendo al pequeño niño que era como su dueño ahora – de humanos nacemos. Nuestra vida inicia como un humano, según como desarrollemos nuestra existencia como seres sin magia renacemos en un ente mágico en específico. Los que son buenos de verdad, se vuelven poderosos entes de luz… como magos, ninfas o hasta hadas. Cuando son puros se vuelven grifos o unicornios, sirenas y demás… si son malos reencarnan en trolls, duendes, quimeras, minotauros o seres de oscuridad… y en ciertos casos, cuando han tenido alguna habilidad extraordinaria renacen en asesinos como usted

—¿qué quieres decir?

—que en su vida como humano usted no hizo las cosas bien, que tal vez se dedicó a hacer el mal y como supone… reencarnó en un asesino de seres mágicos. Usted es un ser mágico puesto que usa ciertas habilidades destructivas para los de mi clase… pero no puede usar magia de alto nivel como los demás, es un poco complejo de explicar

—entonces dices que tú fuiste un idiota con buenas intenciones en tu vida humana — no podía de ser grosero con el muchacho, las acciones del mismo eran como un ruego para ese maltrato

—puede ser – se deprimió por aquellas palabras causando la sonrisa del azabache de patillas – pero… mamá decía que debí ser una buena persona como para renacer en un hechicero con dominios en magia blanca

—¿magia blanca? No he escuchado de eso – se detuvo para mirar al castaño, a veces ese muchacho lo sorprendía

—pensé que se lo conté – sonreía con inocencia mientras se acomodaba el sombrero, puesto que le gustaba usar ese atuendo y mientras su dueño no lo regañara seguiría usándolo – la razón por la que no me cederán el puesto es porque yo no uso la magia negra, la misma de la cual mi familia está orgullosa… yo uso magia blanca que la contrarresta

—¿contrarresta? Es decir que…

—por eso practico, Reborn-san… sé que no soy bueno en esto y que fracaso en mis intentos, pero… yo puedo cambiar su maldición. No quitarla, pero si cambiarla. Por eso quiero seguir intentando, ese será mi pago en agradecimiento por haberme salvado la vida

—¿cómo puedes cambiarla?

—si lo logro, se lo contaré

—¿no los sabes?

—como dije, mi magia es diferente al linaje de mi familia – sonrió mientras seguía con su camino – ellos no pueden enseñarme nada, debo aprender solo

—¿y el libro que llevas siempre? – ahora si estaba curioso, ¿qué demonios hacía Tsuna entonces?

—me lo robé de la biblioteca, es del primer brujo de nombre Giotto… él usaba magia blanca, dejó estos escritos, pero creo que está cifrado… porque si sigo las instrucciones termino mal – se reía al recordar las explosiones o la nieve de colores – pero seguiré intentando

dame-Tsuna – quiso reírse al ver que el castaño se adelantaba hacia una zona de nieve suave, iba a avisarle, pero prefirió quedarse callado y disfrutar. Un gritito agudo, verlo desaparecer en la nieve, escucharlo quejarse y al final, verlo aparecer usando su ropa normal nuevamente… verlo caer era un gustito personal

 

 

Tsuna festejó lo que los humanos llamaban Navidad. El regalo fue una amplia cena con pavo, que Reborn disfrutó bastante, vino suave, algunos dulces y un traje que el propio Tsuna fabricó. Uno en negro, un traje de tela fina, que según él vio a los humanos usar en ocasiones especiales. Era bastante cómodo, con camisa, corbata y para rematar un sombrero… una fedora con una cinta amarilla rodeándolo. Reborn solo veía la sonrisa del castaño que después de darle su regalo, le daba uno a Leon también. Un pequeño trajecito negro con una gorrita para el camaleón… al hitman eso le parecía ridículo, pero al pequeño cambia formas pareció gustarle y mucho, pues se posó en los cabellos de Tsuna y de ahí no se movió hasta el siguiente día

 

 

 

 Continuará...

 

 

 

Notas finales:

 

Voy a repetir mi discurso XD

Bueno, como ya se habrán dado cuenta estoy reeditando esta historia. La volveré a subir por capítulo pequeños tras arreglar algunas faltas de ortografía, errores en la narración y cosas así. De esta forma puedo analizar la trama y ver qué cosas quedaron sueltas, aunque ustedes pueden mencionarlas también

Obviamente me olvidé que ofrecí continuar la historia y pido muchas disculpas por eso. Pero ahora si ya me pongo a continuarla, me tomará un tiempito, pero lo haré

De nuevo, pido disculpas por olvidarme de esta historia

Se despide Krat~

Muchos besos~


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