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Cercana Aflicción. por Naeh

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Notas del fanfic:

Hola~ bueno, para hacerla corta(?) ésta es una precuela de la historia "El Karma del Libro Blanco":3 se los debía a los antiguos lectores de la historia anterior

Planeaba hacerla un extra de la historia original pero es larga:V así que mejor la dejo aquí, total, se entiende perfectamente sin la necesidad de leer lo anterior:3c igual, no creo que pase de los tres capitulos, así que es una fic cortita

La historia se ambienta en una época antigua así que imagínense un pueblo tipo salitrero(?) - soy de Chilito - pero con arto pasto:3

Intentaré no dejar notas hasta el final porque es una lata y sé que tampoco las leerían:3c

Creo que eso es todo, les dejo:3c

bai:3c

 

Cuando las personas piensan en algo como "secreto" lo primero que se les viene a la cabeza son chusmerías o inutilidades que pueda estar escondiendo otra persona, cosas ocultas que puedan arruinarle la reputación a alguien, o en el peor de los casos, algún crimen que fue cometido pero a sido callado por los perpetradores.

Cada vez que escuchaba un "secreto" que no debía oír Kim Jongdae sonreía para sí mismo pensando que nadie nunca podría tener peor secreto que el suyo. Un secreto que debía callar con los de su sangre por su propio bien, ya que podría costarles la vida.

Si, Jongdae no era muy estricto en ese ámbito. Prefería reírse de sí mismo y aislarse para no tener problemas que estar en tensión constante como su torpe medio hermano mayor que cada vez que salía de casa su rostro mostraba confianza pero le temblaban las piernas y tartamudeaba un poco al hablar, patético.

Arrogantemente para él desde que nació siempre supo que era diferente, en especial porque el lugar era como una especie de ritual raro donde su propio abuelo después de dejarlo llorar como un recién nacido normal, marcó en su frente un símbolo raro provocando que el llanto cesara de inmediato y luego de eso dijera "si, es puro". 

Vivía con su medio hermano, Junmyeon, ambos padres y los abuelos de parte del padre, en una casa creada por sus antepasados, quienes también habían fundado el pueblo en el cual gobernaban. Eran una familia respetada, pero escondían un secreto.

"Serium" era el nombre con el que los antiguos brujos habían bautizado a una raza diferente, un tipo de humanos que llegaban a ser comparados con divinidades por sus habilidades especiales, las cuales fueron bautizadas como "magia".

Con el pasar de los años la envidia generada por los demás provocó una serie de asesinatos a los suyos, estas grandes familias fueron mediante pasaban los siglos extinguidas por millones de brujos inferiores. Una tragedia.

Eran contadas con una sola mano las que permanecían en completa pureza, y ellos, los Kim, eran la última rama de su línea viva después de las guerras secretas.

Jongdae bostezaba cada vez que sus padres le repetían el mismo cuento casi todos los días, dictándole sus responsabilidades y recalcando que él y sólo él era el responsable de poder lograr que el apellido "Kim" no se extinguiera como tantos otros. Aburrido.

Lo cierto era que para su buena suerte Jongdae era todo un prodigio en las artes mágicas, superando a su propio padre. Aprendía con facilidad sus habilidades familiares y se especializaba en la pintura mágica, también gustaba de leer y estar solo cuando practicaba, por ello sus padres construyeron un sótano secreto para él, para poder estar tranquilo. El chico comenzó a leer libros y se hizo muy bueno en todos los hechizos que éstos ejemplares le presentaban. Su habilidad principal era controlar las almas que él atrapara a su antojo.

La idea de la familia era conseguir parejas dignas del linaje para que sus hijos se casaran y tuvieran más herederos, de esa manera los Kim no desaparecerían. A Jongdae eso no le interesaba, así que él no tenía problemas con ello, era Junmyeon quien siempre reclamaba porque ni siquiera era capas de acercarse a alguien que no fuesen los sirvientes de la casa o su propia familia.

Después de escuchar esos discursos comida tras comida él acostumbraba a levantarse de la mesa educadamente y dirigirse a su habitación en el segundo piso para descansar de la vida y encerrarse en su sótano a seguir estudiando, pero esa vez los reclamos de Junmyeon habían sido tantos que hasta sus abuelos se involucraron para seguir contando las gloriosidades de la familia y eso ya le estaba reventando la cabeza.

Terminó saliendo de casa con rumbo a las praderas detrás de ella, alejadas del pueblo. Lo que menos esperó es ver que el lugar ya estaba "ocupado" por alguien, así que apenas se percató de ello dio la vuelta para regresar a casa hasta que la voz de la chica lo hizo detenerse.

Esa fue la primera vez que la vio a ella, una chica amable, joven y divertida que no tardó en congeniar bien con él. Era su primera amiga, la fue a ver todos los días después de ello y al poco tiempo ya la había llevado a casa para presentarla a los demás.

Con buena apariencia, buen apellido y perfectos modales sus padres no tardaron en elegirla como la pareja perfecta para él.

Con el pasar de los meses Jongdae recibió la confesión de la joven quien con las mejillas rosadas y las manos entrelasadas se le había declarado repentinamente mientras estaban sentados uno al lado del otro en la pradera.

- Sabes como soy, ¿no? - ella miró sus manos - te quiero mucho, pero no estoy enamorado de ti... - él supo de inmediato que ella lo conocía perfectamente porque lo observó esperando que continuara - pero podríamos intentarlo, si quieres.

Jongdae sabía las intenciones de su familia y para él.. ¿qué mejor que casarse con su mejor amiga? ella no tuvo ningún problema en aceptar su condición.

La nueva pareja se había acoplado tan bien que su relación había avanzado hasta tener finalmente el título de "prometidos" después de un periodo de noviazgo de dos años. Para ella, el conocimiento de la verdadera naturaleza de la familia y el propio Jongdae había sido espeluznante. Huyó de la casa enseguida y luego volvió avergonzada a la mañana siguiente implorando el perdón de los Kim.

Jongdae reía aún con el enorme dolor de cabeza que tenía al recordar aquello, cuando su madre había retado tanto a la chica que ella casi se había puesto a llorar y él tuvo que defenderla como el caballero que supuestamente era. Había sido divertido porque sí había esperado esa reacción de parte de ella.

Luego de eso, la joven se mudó a la casa luego de ser autorizada por sus padres, otra familia de alta clase... pero humana.

En esos momentos, la chica acostada a su lado le reclamaba en voz alta que no siguiera burlándose de ella a pesar de todo el tiempo que había pasado. Ya llevaban tres meses de estar comprometidos y eran como hermanos.

Ese mismo día, su aniversario de noviazgo, lo estaban celebrando con un Jongdae enfermo de gripe, junto a toda la familia y el pueblo incluido.

Hace un par de días aproximadamente una extraña gripe había llegado al lugar arrasando con los pobres pueblerinos rápidamente. Los abuelos de Jongdae era médicos así que inmediatamente fueron a intentar curar a todos los afectados. Lamentablemente el par de ancianos también acarrearon la enfermedad hasta la casa haciéndolos a todos caer, a excepción de la joven muchacha quien tenía unas extrañas excelentes defensas. Jongdae odiaba enfermarse y la magia no podía curarlo, no esta vez cuando nunca habían conocido tan extraña enfermedad.

El timbre de la casa fue tocado, levantando así a la chiquilla quien ansiosa por recibir el pan de la panadería oficial del pueblo en su propia casa se vistió lo suficientemente decente para bajar a dar las gracias.

Lo que ocurría era bastante simple, desde que el pueblo existe fue creada esa panadería en la cual se podían comprar la leche y los panes en el mismo lugar o podían pedirse que fueran a domicilio, tenían un repartidor. A pesar de tener sirvientes los Kim siempre pidieron que el pan llegara directamente al hogar pero la mañana anterior habían recibido la trágica noticia de que el repartidor oficial, Yixing, había enfermado gravemente como todos los demás. Hoy iba a ser la primera vez que el repartidor que llegaría sería nada más y nada menos que el mismísimo panadero, y los panes eran tan sabrosos que la chica siempre había querido decirle lo buenos que eran. Ésta era su oportunidad.

Ambos escucharon como el padre del joven, la cabeza de la familia, alzando la voz autorizó al panadero a entrar al lugar. Hasta sus sirvientes habían enfermado terriblemente.

Jongdae refunfuñó para sí mismo cuando la chica lanzandole un beso bajó corriendo las escaleras para recibir a la nueva visita.

Era extraño, nunca aceptaban que nadie de fuera entrara a la casa, menos cuando no sabían ni quien era. El siempre querido Yixing nunca había entrado a la casa, siempre las sirvientas le recibían los pedidos en la puerta de la casa. Ya todos los conocían y era relativamente normal verlo, era muy agradable, pero ahora ese nuevo sujeto iba a simplemente entrar. Jongdae se sentía incómodo, era como si husmearan en su cueva. 

La paciencia de Jongdae se estaba comenzando a acabar cuando pasaba el tiempo y ella no volvía, en cambio, escuchaba como pisadas subían por las escaleras y no eran simplemente las de ella, no, venía acompañada.

Estuvo a punto de gritar de mal humor que se largaran de su habitación cuando lo vio.

Con mejillas regordetas cubiertas de harina, ropas blancas y también cubiertas de harina. Todo "él" estaba cubierto de harina, adorable.

No era muy alto pero sus ojos nerviosos lo miraban directamente mientras mordía su labio inferior luego de saludar formalmente con la joven a su lado, invitándolo a entrar un poco más a la espaciosa habitación llena de ventanales.

El chico se había aproximado sólo un poco más y Jongdae sabía el por qué, primero, eran los líderes del pueblo, segundo, estaba en su habitación, y tercero, tenía un rostro totalmente desconcertado que podía confundirse con molestia. Estaba asustando al joven ese... diablos, él pensaba que iba a llegar un hombre de mediana edad con corazón de abuelita y halagos, como todos. 

No se esperaba a alguien tan joven y adorable ahí parado maldición.

No sabía si eso había sido lo que tanto había leído como "amor a primera vista", porque lo que él había sentido era como un flechazo doloroso directo en su pecho, además de un leve hormigueo en su entrepierna. Que vergüenza, menos mal que estaba totalmente cubierto.

- Buenos días señor, le he traído el pan y la leche que siempre nos piden, disculpe que nuestro repartidor oficial no haya podido venir pero es que... también enfermó, así que yo personalmente he venido.

Jongdae tuvo que pestañear un par de veces para despabilar y no verse como un total idiota, lo bueno es que estar enfermo cubría perfectamente su idiotez del momento.

- ¿Cuál es tu nombre?

- K-Kim Minseok, el panadero.

La chica no pudo contener su risa cuando el joven había dicho tan decididamente aquello, en especial porque todavía le temblaban las piernas por estar frente a Jongdae, y él le agradecía profundamente a ella porque de no ser así no habría podido aguantar las ganas de apretarle los cachetes a ese chico frente a él.

Estaba encantado.

- Cálmate Minseok, no muerdo... tanto - le guiñó intentando apaciguar al pobre chico - mi nombre es Kim Jongdae, eres bienvenido en esta casa.

El joven sonrió relajado y Jongdae suspiró silencioso ante la belleza frente a él. No sabía qué diablos le había fascinado tanto de esa persona, tan normal, tan delicado comparado a otros hombres que había visto por allí, tan común y corriente. Tan humano. Kim Jongdae no pudo dejar de sonreír a pesar de la mirada analítica que tenía la chica sobre él.

Minseok le entregó su pedido amablemente y estuvo a punto de huir como lo había estado intentando desde que la chica lo interceptó abajo, en la puerta, de no ser porque fue atacado por los halagos de la muchacha que lo hacían sonrojarse y enorgullecerse por su arduo trabajo. 

- ¡Eres el mejor! ¡es muy rico! mamá a veces intentaba hacer pan junto a las sirvientas para probar, pero nunca fue mejor que el tuyo.

- Por favor no diga eso, su madre tuvo que esforsarce mucho en ese pan... hacer pan es una manera de encantar a las personas, así que ella sólo quería encantarla a usted también, joven dama.

Listo, había atrapado completamente a Kim Jongdae. 

Antes de que el pobre se fuera porque tenía muchos otros pedidos que entregar, según lo que dijo, Jongdae le pidió que dese ahora en adelante viniera él personalmente a darle sus pedidos. Kim Minseok aceptó sonriente, halagado y totalmente conforme con su trabajo. La chica también sonrió de una extraña manera, Jongdae no se percató de ello. 

Y esa fue la condena para ambos.

~

Kim Minseok vivía en un pueblo rural junto a su madre, trabajaba desde antes que el sol saliese en la panadería de la familia cocinando y a veces repartiendo pedidos. Su padre había sido el anterior panadero en jefe pero murió debido a una enfermedad que no pudieron tratar, de todas formas, Minseok logró hacerse cargo sólo del lugar porque su madre tenía problemas con sus manos y no podía amasar.

Trabajaba junto a Yixing, un chico que había llegado desde lejos en busca de oportunidades al pueblo con sólo una maleta llena de ropa y un sombrero que no dejaba de utilizar porque le recordaba a su familia. 

A pesar de ser tan distraído aprendía rápido y era habilidoso, además de ser demasiado sociable. Cuando llegó parecía que huía de algún lugar y no tenía ni dinero ni un lugar donde quedarse, Minseok no tuvo el corazón para abandonarlo y por ello le dio el empleo, además de una habitación donde estar, la pasaban muy bien juntos. Se encargaba principalmente de los repartos. 

A los meses después de él llegó un chico ojeroso y asustadizo gritando desde la entrada del pueblo por Yixing, su nombre era Zitao. Venía escapando de su autoritaria familia que lo venía tratando como criada desde que era joven por su sumiso carácter, Yixing había sido su amigo de infancia y cuando éste se había marchado del anterior pueblo a él ya no le quedaban razones para quedarse allí.

No pasó mucho tiempo para que pudiese hacerse amigo del tímido - conocido por ello - y "corazón de abuelita" de Kim Minseok quien tampoco pudo abandonarlo así como así. La madre de Minseok por lo menos estaba encantada de tener a dos hijos nuevos cuando el suyo estaba muy ocupado amasando y atendiendo la tienda.

El único problema era que "Tao", como lo llamaba Yixing, era muy torpe así que se le asignó la limpieza y la ayudantía en la cocina, pero no tenía permitido preparar nada por si solo. Casi incendió la cocina la primera y única vez que le dejaron hornear. 

Y sumándole a la lista de personas cercanas del joven panadero, también estaba Yi Fan, el mensajero oficial del pueblo. Además de ello también debía pedir los impuestos, formando así una extraña amistad con Minseok, a quien era el único que le cobraba menos porque le agradaba demasiado. 

La vida de Kim Minseok era bastante esforzada y tranquila, pero amaba lo que hacía, no importaba si habían días malos o si su nueva invensión fracasaba - lo cual era raro pero como todas las cosas, a veces pasaba - para él la vida que tenía era perfecta, con los amigos precisos y una madre que lo apoyaba y amaba más que a nada.

Su vida se comenzó a complicar cuando tuvo que ir a entregarle por primera vez el pan a la familia Kim.

Le temblaban las manos, pero por lo menos causó una buena impresión y ya no iban a dejar de comprarle, porque si los Kim dejaban de hacerlo, el pueblo también podría seguirles. Todo lo contrario, cuando volvió a la panadería con Tao casi muerto después de entregar todos esos panes no pudo evitar contar las buenas noticias, aunque de una u otra forma también era más trabajo para él. Se había transformado en el nuevo repartidor oficial de los Kim, y el joven Jongdae había sido más agradable de lo que parecía. 

Los días pasaron y él no dejó de ir puntualmente a la casa temprano, con la canasta llena de los pedidos y una sonrisa orgullosa porque la chica le habría en seguida halagandolo de inmediato y el joven Jongdae le agradecía día tras día su acción. Era muy amable, divertido y sincero. A decir verdad, las últimas veces que llegó a esa casa lo hacía principalmente por ver a ese par que para hacer la entrega diaria, le agradaban demasiado y al parecer también les agradaba a ellos. 

Realmente quería ser su amigo.

- Esta mañana he amanecido notablemente mejor, creo que ya no va a ser necesario que vengas a entregar los pedidos Minseok, las sirvientas también mejoraron.

- Oh... ¿en serio? - El panadero borró inmediatamente la decepción de su rostro, ¿qué pensarían de él? - eso está muy bien, espero que mejore perfectamente joven Jongdae.

Jongdae soltó una risa levantándose de la cama ya vestido, lo había estado esperando. Lo tomó del hombro y le sonrió con esa sonrisa gatuna que sólo él podía hacer.

- ¿Qué dices? hasta acá se nota que no quieres dejar de verme - Minseok palideció - tranquilo, iremos a verte, nosotros también vamos a extrañar mucho tus visitas matutinas, pero también quiero que no tengas que venir aquí por obligación. La próxima vez te invitaré a algo.

Minseok se sonrojó levemente por la consideración que tenía esa persona, Jongdae realmente era muy bueno y amable, además de burlesco y sarcástico, pero esa era su gracia, eso era lo que lo hacía ser "Jongdae". 

Y como le había prometido, aunque mucho más puntual de lo que pensó, Kim Jongdae junto a su prometida fueron a verlo cada día a la panadería en distintas horas. A veces iba en la mañana para comprar él mismo las cosas de la casa, otras veces llegaba en la tarde después de un paseo tranquilo con la joven. Llevaban semanas con esa rutina y ya con ese tiempo Minseok sabía que si no se aparecía en todo el día era porque iba a llegar casi cuando comenzaba a oscurecer para invitarlo a cenar a la casa.

Minseok no podía estar más conforme con la amistad que había contraído con esta persona tan especial, tan Jongdae.

A veces le comentaba a Yixing y Tao sobre las tonterías que decía el chico y éstos tenían que limitarse a reír un poco porque al no conocerlo en persona todavía tenían en mente la imagen autoritaria que Kim Jongdae le había dado al pueblo entero desde que era un joven. Minseok recordaba las contadas veces cuando el joven se encontraba caminando por el pueblo por cosas específicas y no le dirigía la mirada a nadie, caminaba con el rostro erguido y no dejaba que nadie lo tocase o detuviese. Daba miedo. Jongdae últimamente le había explicado que a él simplemente no le gustaban mucho las multitudes pero a demás era medio corto de vista, así que debía observar bien las cosas. No quería utilizar gafas porque lo haría ver muy "ñoño", según lo que le dijo.

Minseok no podía evitar reír cada vez que lo recordaba.

La amistad que formó durante meses con Kim Jongdae se había fortalecido a tal grado que el chico prácticamente iba a verlo todos los días, con o sin su prometida, y era incluso capas de gritarle de un extremo del pueblo al otro cuando lo veía, cosa que antes no hacía ni por asomo. Minseok llegaba a saltar cuando el chico de temperamento bipolar aparecía a su lado saludándolo de un grito solamente para verlo asustarse y chillar. 

Pero extrañamente, le gustaba, mucho.

Incluso Tao lo había intentado hacer y fue reprendido por él mismo, no le gustaba eso, bueno, si no era Jongdae no era nadie. 

Y por fin había logrado dejar de decirle "señor" o "joven", como se lo había pedido.

Lastimosamente para él no pudo afianzar tanto su amistad con la joven prometida de su amigo, ella era muy linda y amable con él, siempre lo halagaba y miraba con unos extraños ojos dedicados a su persona, era algo incómodo. Tuvo muchas dudas acerca de la actitud de ella, pero no quería hacer un problema si no era necesario.

- Ella es mi prometida, pero actualmente somos como hermanos... nunca la amé y ella lo sabe, pero supongo que estamos bien con ello, ya sabes, cosas de "familias ricas" y eso.

Con diez meses que habían pasado esa respuesta que tanto había esperado le había aliviado el corazón, pero no entendía por qué motivo. Era extraño, se sentía extraño.

~

En esos diez meses que llevaba conociendo a esta adorable persona Jongdae había querido familiarizarse totalmente con él. Se había hecho cercano a los amigos del joven, incluso conoció a su madre.

Su mente lo estaba matando, Minseok lo estaba matando.

Y es que no sabía que lo tenía tan fascinado, la sola presencia de Kim Minseok le alegraba el día, el sólo verlo formaba una sonrisa en su rostro y eso le encantaba.

No fue hasta que el año había pasado cuando Jongdae había caído en cuenta que lo que él estaba sintiendo era simplemente amor, pero no por su hermosa prometida, si no por Minseok y eso estaba terriblemente mal.

Él no era una persona normal, todo lo contrario. Y si la chica había reaccionado tan mal cuando se enteró de la verdad no quería ni imaginarse que haría Minseok cuando supiera la monstruosidad que realmente era... no, no quería, no quería un rechazo de su parte. Él era extraño y sarcástico, había estado muy bien sólo, o simplemente con ella... A veces pensaba que jamás debió dejar que el chico ingresara a su habitación esa mañana, pero tres segundos después se arrepentía porque no imaginaba su vida sin la hermosa sonrisa torcida de Kim Minseok. Hasta su familia le había tomado cariño.

Debía tomar una decisión, pero no era fácil.

No era nada de fácil.

 


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