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Cercana Aflicción. por Naeh

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Notas del capitulo:

<3

Todo lo que Kim Minseok sabía en ese momento era que había logrado abrir sus ojos después de que su novio lo había estrangulado lo suficientemente fuerte para dejarlo inconsciente. 

Estaba en el sótano sentado en una silla, no podía moverse a pesar de estar sin amarras, sería innecesario mencionar lo aterrado que estaba si ni siquiera podía dejar de hipar por el llanto. Él sabía que el causante de su inmovilidad era la persona que estaba sentado frente a él, dándole la espalda. 

- Quiero dibujarte...

Una frase suave pero lo suficientemente escalofriante para callarlo de inmediato fue lo que dijo el joven Serium al momento de voltear a ver directamente su rostro y comenzar a dibujar en un libro con sus dedos, trazaba lineas que Minseok no entendía con una especie de masa pegajosa que tenía forma más bien de algo putrefacto. Al momento de terminar observó con ojos vacíos al chico mostrándole la hoja en blanco del libro embarrada en esa pasta asquerosa, oscura como los sentimientos que pasaban por su mente. La sopló lentamente, viendo como esa cosa se desvencijaba en forma de polvo, y con ese movimiento, Minseok sintió como sus dedos se deshacían, su cuerpo entero desaparecía como polvo.

Lanzó un grito ahogado por la estupefacción que Jongdae ignoró. Lo vio irse, no tan literalmente.

Cuando volvió a abrir los ojos, se sentía extraño, no entendía que sucedía, a su alrededor todo era de un extraño color crema o color papel. La cruda voz que sonaba infinitamente más fuerte de lo que realmente era le ponía los pelos de punta no por el hecho de como se escuchara, si no que era de Jongdae. Estaba "sobre él", era gigante, enorme, él ángulo en el que estaba le daba a entender que permanecía frente a él, pero más que nada, frente al lugar donde realmente el mismo Minseok debía estar.

Pánico. Nada más que pánico.

El panadero intentó gritar pero su voz sonó seca, su cabeza dolió fuertemente y todo lo que podía hacer era mirar al otro intentando encontrar misericordia en los ojos de Jongdae. No había nada de eso en él, no ahora, no cuando su mente había sido poseída por la completa locura. 

Kim Minseok estaba dentro del libro que Jongdae tanto había guardado para capturar algún alma exclusiva, ¿y qué más exclusivo que el alma de la persona que más amaba en el maldito mundo?

Gritó, pidió por ayuda, pataleó y le imploró a Jongdae el sacarlo de esa cosa, el sólo hecho de mantenerse allí lo hacía sentir claustrofóbico, estaba aterrado, todo lo que podía tocar era simplemente papel. 

Jongdae lo miraba sin expresión. 

Jongdae no podía mirarlo cuando lo que él sentía en ese momentos era asco y repulsión.

- Jamás vas a volver a dejarme, jamás.

~

Había pasado un par de días desde que Jongdae había arruinado completamente sus intentos por ganarse a Kim Minseok. Decir que estaba frustrada era como darle un golpe en la cara porque eso era algo más que obvio. Él no había vuelto a dirigirle decentemente la palabra.

Cuando los demás volvieron a la casa la tragedia ya había ocurrido, ella no quiso salir de la casa, no quiso romper oficialmente su compromiso, no quiso confesarle a los padres de Jongdae que ella se había acostado con otro hombre porque en esos momentos era una persona desaparecida. 

Desde que vio el cuerpo de Kim Minseok siendo arrastrado al sótano temió lo peor, y efectivamente con el pasar de los días nunca más lo volvió a ver. Intentó una infinidad de veces bajar a ese bendito sótano para poder disculparse con el chico, pero Jongdae técnicamente era un perro guardián que no dejaba a nadie más que a él mismo dormir incluso en su habitación. Ella había tenido que mudarse de cuarto disimuladamente para que nadie de la familia se diera cuenta a uno continuo a la habitación.

Estaba preocupada.

No importaba cuantas veces fuera a la panadería para ver si Minseok había vuelto, no importaba cuantas veces viera a esos chicos correr al lado de ella para preguntarle que había pasado con el panadero, no importaba las veces que vio a la misma vieja señora llorar por su único hijo extraviado, no se atrevía a decir la verdad, no se atrevía a decir que estaba en la casa como un prisionero.

- Seokie salió de mi casa después del té... pensé que había vuelto con ustedes...

Siempre lo mismo, siempre la misma frase.

Se sentía más basura de lo que en verdad era.

Se había acercado al chico repartidor que últimamente tenía la mirada cansada y tristemente esperanzada cuando la veía llegar. Yixing era muy amable con ella a pesar de estar tan asustado. Le decía continuamente lo aterrado que estaba por la situación de su amigo, nunca había salido por tanto tiempo sin avisar, temía que por su ingenuidad hubiera caído en algo malo y ellos no podrían hacer nada por ayudarlo porque no sabían nada. 

Yixing le decía que continuamente junto a Zitao tenían que consolar a la destrozada madre que lloraba y lloraba sin descanso, primero había perdido a su esposo, ahora a su hijo. 

Yi Fan incluso se había encargado de organizar una búsqueda con la gente del pueblo para saber su paradero. Una semana había pasado y no habían llegado a nada. Nadie del pueblo sabía de él, nadie lo había visto.

Ella sentía rabia y culpabilidad, pero más era la rabia sabiendo que el causante real de ello era Jongdae. 

Él lo tenía de prisionero, él era el desgraciado que casi lo había matado a pesar de gritarle que parara. 

Jongdae... Jongdae tenía que pagar.

~

¿Cuanto había pasado? en su mente las cosas coherentes habían dejado de serlo desde hace un tiempo y todo lo que podía pensar era en lo desgraciado que era por tener a Minseok atrapado allí. Cada vez que la oscuridad llegaba y la luna subía a lo más alto del cielo él se recostaba en su cama sin poder cerrar los ojos por el tormento que se encontraba en su cabeza, se sentía culpable, se sentía horrible. 

Kim Jongdae sabía que no había sido culpa de Minseok, lo sabía, sabía que lo amaba más que a nadie, sabía que había exagerado innecesariamente todo y también sabía que la maldita perra lo había planeado desde el principio a pesar de parecer una mosquita muerta cuando aparecía en la puerta de su habitación para pedirle si podía ver a Minseok. Ella jamás iba a volver a hacerlo, nadie, nadie iba a volver a hacerlo. Porque... ¿quién le aseguraba que no iba a volver a pasar? ¿quien le aseguraba que no iban a volver a hacerle daño a su Minseok? ¿quién? ¿quién sería lo suficientemente valiente para ello? así es, nadie. 

Ni Kim Minseok podía asegurar eso.

Todos eran una amenaza, todos podían quererlo, todos podrían llenarse la cabeza con "Kim Minseok" y ser igual de estúpidamente locos como esa chica... cualquiera podría volver a tocarlo sin su consentimiento.

Nadie iba a volver a tocarlo.

¿Qué pasaría si un día se lo robaban y ésta vez Minseok si estaba consiente? lo destrozaría, su mundo se iría cuesta abajo y él, Kim Jongdae, no soportaría la agonía de ver a Minseok con otra persona, feliz, sin él... no, lo amaba demasiado para eso... era demasiado egoísta. Él no creía en esa estúpida frase de "si amas algo, déjalo ir", ¿por qué dejaría ir algo que realmente ama? es como suicidarse, pero más lentamente.

No, Kim Minseok debía estar seguro, debía estar dentro de ese libro.

Cuando Jongdae pensaba en todas esas cosas comenzaba a alucinar, golpeaba los muebles y rompía todo lo que estuviese frente a él. Las cosas eran destruidas a su paso y él sólo podía pedir perdón cuando sus padres o abuelos aparecían en la habitación exigiendo explicaciones. Pero, ¿quién podía realmente llamarle la atención a Kim Jongdae cuando era el favorito de la casa? nadie, simplemente lo mandaban a reparar todo con sus habilidades y ya estaba. Al cabo del cuarto día ni siquiera se aparecían por la habitación, sabían que Jongdae obedecería.

Cuando lograba calmarse y dejaba que sus sentimientos se desahogaran mediante lágrimas bajaba al sótano silenciosamente, abría un libro azul oscuro con unas lindas iniciales que él mismo había grabado, "K.M", y pedía con la mirada que el pequeño chico allí atrapado le devolviera la misma.

Kim Minseok había dejado de gritar desesperado desde casi el primer día, la resignación había caído en sus hombros tan pesadamente que pocas veces podía alzar su mirada a Jongdae. Era terriblemente masoquista porque a pesar de todo, a pesar del sufrimiento, a pesar del dolor, seguía amando a Jongdae y le justificaba todas sus despiadadas acciones para no hacerlo parecer a sus ojos como un monstruo. 

Kim Jongdae no era un monstruo, él simplemente tenía miedo de perderle... como se lo decía siempre.

Porque Minseok día tras días escuchaba como el Serium le decía lo mucho que lo amaba, que lo perdonaba por su supuesta traición, pero que no iba a poder sacarlo de allí porque el mundo exterior era peligroso y él lo que más quería era verlo a salvo. Intentaba hacer recapacitar al menor pero era tan efectivo como enseñarle matemáticas a una roca. 

Kim Jongdae estaba encerrado en un estado mental desequilibrado.

Sabía que gritándole no iba a resolver nada, las cosas simplemente iban a empeorar, no sabía cómo, pero sí que podría pasar. Si estaba metido dentro de un libro cualquier cosa podía pasarle. 

Lo único que Kim Minseok quería hacer era poder salir de esa mágica prisión, abrazarlo y decirle que todo estaba bien, que todo estaba perdonado y que olvidaran esa parte de sus vidas, que si él quería huyeran para estar juntos, que si él quería podía presentarse sus padres, él podía hacer lo que Jongdae quisiera... pero necesitaba salir, ser libre... estaba asustado.

- Yo también te amo, Minseok. - Los labios del Serium besaron suavemente la hoja del ejemplar donde estaba reflejado el sonrojado rostro del panadero - Siempre estarás junto a mi, ¿cierto?

- Siempre lo voy a estar per-

Jongdae volvió a besar el libro silenciando las palabras de su chico, no quería oírlas.

- Lo sé, amor, lo sé...

~

Cuando vio que Kim Jongdae estaba volviendo a sonreír como antes sabía que algo estaba mal... para ella. No era muy difícil quedarse en silencio mientras pegaba su oreja a la pared y escuchaba como al otro lado de su habitación Jongdae hablaba tan amorosamente con esa persona. Había corrido a la puerta del chico y cuando la intentó abrir para pedir explicaciones ésta se cerró de golpe, ni siquiera podía girar la manilla. Las habilidades de Jongdae y su oído no eran ninguna broma. 

Eso simplemente le confirmaba lo que ella más temía, ellos habían vuelto. 

Estaban por pasar dos semanas desde la tragedia, la familia ya pensaba lo peor, la supuesta muerte del panadero era un rumor fuerte en el pueblo y ellos dos estaban allí restaurando su relación como si fuera tan importante. Estaba histérica.

La sangre le hervía, estaba celosa, indignada, tenía rabia acumulada. Golpeó fuertemente la puerta de Jongdae llamando la atención de toda la casa, incluyendo las sirvientas. Nadie quiso hacerle caso, nadie quiso molestar a Jongdae pensando que habían tenido una "pelea de parejas", incluso Junmyeon le había dicho que mejor saliera a tomar aire fresco porque ellos no iban a aguantar una rabieta de niña pequeña.

Eso era el colmo.

Eran al rededor de las ocho de la noche cuando la chica sale disparada de esa casa, pegando portasos y golpeando incluso a unas inocentes sirvientas que habían intentado detenerla para que se calmara. A ella ya no le importaba nada. 

Se ocultó detrás de unas casas, rasgó su vestido, se embarró con tierra y volvió a correr hasta llegar a la panadería donde un pálido Yixing la recibió ignorando a todos los demás clientes. 

La chica había llegado llorando y con el maquillaje corrido, pidiendo perdón desde el principio se había lanzado a los brazos del chico, llamando la atención de todos los pueblerinos que se encontraban allí. Podían reconocerla.

- ¿¿Q-Qué sucede?? ¿¿Qué le ocurrió?? - Yixing intentaba secar sus lagrimas con sus pulgares pero ella simplemente no podía calmarse. -

- S-Seokie... yo sé donde está... 

La turba de gente prontamente se aproximó a la chica, el panadero del pueblo era una de las personas más queridas y respetadas del lugar gracias a su esfuerzo y corta edad. La chica estaba visualmente destrozada, las personas tenían miedo de saber que continuaba.

Yixing a duras penas pudo preguntarle el paradero de su amigo, y ella automáticamente mencionó la casa de los Kim. 

- ¿Qué?

- Estás loca...

- Los señores Kim son... ellos no podrían...

- Junmyeon... él jamás podría...

La voz quebrada de Yixing calló a la multitud que negaba frenéticamente la seria acusación de la joven, no podían creerle sabiendo que los Kim habían sido los fundadores del pueblo y eran los que mantenían el orden y la justicia en el mismo, era anti coherente que ellos sean los responsables. Además, todo el mundo sabía que son los principales compradores de la panadería, quienes desde el comienzo le dieron al antiguo panadero la fama que necesitaba para surgir ¿por qué harían algo así?

- Ellos no son normales, son brujos.

Cuando la frase salió de los temblorosos labios de la joven la muchedumbre se silenció retrocediendo un par de pasos. Un pueblo cien por ciento católico aborrecía esa palabra, era casi una de esas historias de terror que se les contaba a los niños antes de dormir.  

La chica comenzó a decirles que los Kim, específicamente Jongdae tenían prisionero a Kim Minseok, lo torturaban y no lo dejarían volver a salir porque estaban haciendo sus "brujerías" con el chico, como un sacrificio. Les dijo a todos que la habían amenazado para que invitara a Minseok a tomar el té esa tarde cuando ellos habían salido para que no sospechara nadie y que por ello Jongdae había vuelto antes que los demás. Desde ese día fue al igual que el panadero prisionera de ellos porque estaba totalmente en contra de todo eso, pero no podía hacer nada porque la tenían amenazada, hasta que alcanzó a escapar a pesar de que con el mismo Jongdae había tenido un forcejeo para que eso no ocurriera, por eso estaba allí, casi de rodillas llorando.

Nunca deberían subestimar las habilidades ocultas de actuación que podría tener una persona.

Yixing comenzó a temblar con el sólo hecho de pensar que Junmyeon estaba detrás de todo eso a pesar de que le había dicho que no había vuelto a ver a Minseok desde que volvió junto a su familia del viaje... mentiroso.

No habían pasado ni diez minutos cuando Yi Fan se apareció en el lugar pálido como él solo, venía acompañado del grupo de pueblerinos que habían corrido en busca de ayuda. La única autoridad además de los Kim era el mismo Yi Fan. 

- Esa es una acusación seria... - la chica lo miraba a los ojos tratando de convencerlo como sólo ella sabía hacerlo - Bien, entraremos.

 

Notas finales:

El siguiente es el final~ 


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