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El Misterio de la Fuente Azul por ZeroBlack

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-Y cuénteme, ¿desde cuándo mira estos extraños reflejos? – Pregunto un hombre mayor de edad a su paciente.

- Desde la semana pasada- Respondió sin ganas, realmente no quería estar en ese lugar, pero tenía que hacerlo.

- Y exactamente ¿Qué mira? – Se pasó la mano por su blanca cabellera controlando algunos cabellos rebeldes. Su sentido por estar adecuadamente presentable estaba intacto.

- Uh, no lo sé, es demasiado borroso. Digo, sé que es una persona de ojos verdes- Respondió con cierto tono de amargura.

- ¿Sabe el género de esta persona?

- ¿Es necesario? – Reto al señor frente a ella

- Lo es, así podre ayudarla un poco más –

Soltó un leve suspiro en señal de estar perdiendo la paciencia, no le agradaban este tipo de cosas. Era una persona amable y cariñosa, pero si se querían meter en su vida se transformaba en un ser diferente.

-Bueno, si así lo quiere me parece que es…-

 

En algún lugar del instituto se encontraba una chica de rodillas rebuscando algo en el césped.

“¿En dónde te metiste pequeña bola de pelos?” pensó sosteniendo una cámara en su mano derecha aun buscando al ser inocente que alimentaria su tarea propuesta por ella misma hace no más de 10 minutos ¿Cuál era esa tarea? Tomarle una foto al pequeño gatito que se encontraba en el área. No le serviría de nada esa foto, pero, cualquier cosa que la sacara de la clase que más odiaba era perfecto.

-Pequeño conegato… ¿Qué diablos? es un gato, no un conejo, bueno, los dos tienen pelo así que tengo derecho a equivocarme- Dijo en voz alta sin temor de que alguien la escuchara ya que era hora de clases.

Camino por la mitad de la escuela hasta que, a lo lejos miro una esponjosa colita sobresaliendo del césped. No dudo en acercarse con la cámara lista para atrapar al animalito. O eso quería porque su víctima comenzó a correr.

Claramente no lo dejaría escapar. Con rapidez paso su cámara al cuello y fue tras él. Se lastimo las piernas con algunos rosales que sobresalían a lo largo, parecía que la pequeña criatura la estaba guiando a una trampa, pero no, la guio a un lugar totalmente diferente del instituto.

El gato se escondió en una madriguera, se sintió decepcionada de sí misma aun que ese sentimiento no le duro mucho ya que le dio una vista espectacular a cambio. Un campo verde lleno de vida, árboles de mil y un tipos, frutales y no frutales, altos y bajos. Flores llenas de color y arbustos cuidando el lugar de extraños con sus espinas y frutos venenosos, de todos menos de ella. Todo era simplemente precioso pero lo que más le llamo la atención fue la fuente que se encontraba justo frente a ella. No había pasto alrededor de la construcción, sino losetas con una tonalidad amarilla por el pasar de los años.

- ¿Por qué las moras son azules? ¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué rayos el color de esa fuente es azul? – Pregunto mil y un veces en su cabeza mientras caminaba hacia dicha fuente – Bueno, la fuente no es azul, sino el agua es azul. Tal vez sea por alguna pastilla o colorante vegetal-

- ¿Haces tantas preguntas al día? - Pregunto alguien detrás de ella

- No siempre- Contesto sin voltear- No tengo nada que hacer… espera un segundo… - Volteo para mirar con quien hablo, pero no había nadie. No pudo imaginarlo porque la voz fue muy clara

“Necesito volver a casa” Pensó para sí misma

-Y rápido, ya está un poco oscuro, es peligroso estar fuera de casa a esta hora-

¡En dónde estás! - Grito y giro rápidamente haciéndola tropezar cayendo al suelo empapado por la fuente. Se levantó apoyándose en la estructura mirando el reflejo del agua color azul. Si podía mirar en ella, no muy claramente por las ondas, pero podía notar una mancha color purpura en su mejilla, la toco con su mano izquierda y miro sus dedos cubiertos con un poco de sangre.

-Rayos, este sí que no es mi día- Pensó limpiándose en su ropa.

Algunas gotas cayeron de su barbilla hacia la fuente y observo como el hermoso color azul se convirtió en un morado por unos segundos en donde miro caer su propia sangre. Desvió su mirada un poco más al norte en el cual se encontraba el reflejo de una persona, al principio no podía diferenciar quien era, solo pudo mirar unos ojos color amarillo dorado. Levanto su rostro en dirección en la cual estaría la persona reflejada. No se encontraba nadie y, de hecho, tampoco estaba en el agua.

Sintió un vacío enorme, no sabía que hacer así que salió corriendo del lugar. Cruzo la puerta principal del instituto en dirección a su casa. No quiso pensar en lo ocurrido, corrió a mas no poder hasta que sus piernas no pudieron más. Se mantuvo quieta a medio camino, simplemente quería olvidarse de todo, llegar a casa y tomar una ducha.

Camino el resto del camino, le faltaba aproximadamente 35 minutos para llegar a su hogar.

Solo abrió la puerta y coloco su chamarra en el ganchillo de la misma.

- ¡Ya llegué! – Grito para dar a conocer su llegada “A quien le hablas idiota si tú vives sola” se regañó a sí misma.

Subió por las escaleras hasta llegar al cuarto de baño, se quitó toda prenda y dejo que el agua caliente quitara sus problemas. No podía dejar de pensar de lo ocurrido en el instituto, fue demasiado real.

Sabía que no podría dormir esa noche “Solo es un día algo pesado” “No dejes que esto te afecte” se repitió mil y un veces.

Salió de la ducha, tomo su cambio de ropa y fue a su habitación a vestirse con un short y una blusa cualquiera. Se recostó en el sofá que tenía a un lado sin cenar, no tenía hambre. Eso le dio algo de tiempo para suturar su herida que ya estaba limpia gracias a la ducha. Esterilizo una aguja la cual sería posteriormente introducida en su mejilla, necesito 9 puntos para dejar todo en orden. Agradecía a su curso voluntario de carácter obligatorio de primeros auxilios que su carrera le ofreció. Termino con la operación, limpio todo y se metió en su cama. Solo miraba el techo hasta que sintió el pesar en sus parpados “Mañana será otro día” fue lo último que pensó esa noche.

 

** -Oye, ¿Vendrás el día de hoy conmigo? Tenemos mucho tiempo sin salir- Hizo tan ansiada pregunta que algunas lágrimas salieron de sus ojos por la emoción.

-Tal vez, trata de convencerme y veremos- Respondió divertida. Lo más seguro es que su acompañante no estuviera feliz con la respuesta que le otorgo, pero le gustaba jugar con sus palabras.

-Eres cruel ¿Lo sabias? –

-Me lo dices muy seguido – Termino con una sonrisa de victoria en sus labios.

-Ten en cuenta que se me agota el tiempo…- **


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