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Estrechando el pecado por SoraBlackDragon

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Notas del capitulo:

« Pensamientos» 
-Diálogo-

Capítulo 2.- Cancerbero, el guardián de mi corazón.


-¿Podrías dejar de jugar y solo alimentarte? - Gruñó con fastidio. La maldita sanguijuela, como él solía llamarlo, le tenía prisionero entre la pared y su cuerpo. Los traviesos labios le hacían cosquillas en la piel entre cada beso y se mordía furiosamente el interior de su mejilla cada que un gemido amenazaba con salir.

-No seas impaciente, necesito prepararte bien.- Los colores se intensificaron en aquellas mejillas; a pesar de no verle, Kaname era consciente de ello por el rápido palpitar de su corazón.

-¡Muerde ya, idiota! - Zero pegó los dientes del mayor a su piel y éste le perforó, succionando con gula. No pudo evitar emitir un gemido; sus cejas se torcieron por el inevitable placer que sentía cuando su sangre le abandonaba.

-Ya...ba-basta.- Gimoteó. Se esforzaba por no permitir que sus recuerdos fuesen violados por el vampiro.

Se separó lentamente, sin ánimos de hacerlo, lamiendo para cerrar la herida. -Delicioso. – Suspiró.

Zero mantuvo su mirada desviada mientras ataba su camisa blanca. - ¿Por qué Ichiru no ha despertado? - Quiso cambiar el tema, intentando ocultar el sonrojo en sus mejillas.

-Lo mantuve muy tarde despierto. - La mirada de Zero se dirigió nuevamente a aquel hombre, su rostro se había transformado en uno de molestia pura, pronto notó que el conde le atraería nuevamente y se pegaría como parásito.

-¿Haciendo? - Apartó a Kaname, evitándolo, fue a uno de los sillones a tomar asiento.

- Cosas...tú sabes. Ichi quedó exhausto y por ello le he dejado dormir. Así que perdona por aprovecharme de ti y beber de más. - La sonrisa de satisfacción que se dibujaba en el rostro del conde no inspiraba nada de confianza al muchacho.

-¿Qué cosas, Kuran? - Siseó. Se removió en su lugar pues aquel demonio tomó asiento a su lado. Se puso de pié para encararlo. - Responde.- Ignorando cualquier otro comentario del mayor.

La descarada sonrisa se ensanchó. Con agilidad tomó al peli plata, quien a pesar de sus reflejos no respondió a tiempo, acostándolo en el sofá le arrinconó de nuevo. - Si quieres te lo demuestro. - Ronroneó. Su lengua paseó desde la base del cuello hasta la mejilla, para después llegar a la oreja. Zero se descompuso entre sus brazos.

-mmhg...ah...- Todo su cuerpo vibró y su mirada se cristalizó. «Cualquiera, menos ese lugar »

-Que interesante.- Kaname apresó el tierno lóbulo con sus dientes, causando en Zero un gritito. - Quiero más...- Su lengua dibujó lentamente el contorno y después se introdujo en el hueco, soplando su cálido aliento.

-¡Ahh! N-No...- Los ojos se le aguaron y sus manos inútilmente intentaban apartar al castaño.

-Eso es...- Lo sabía, había encontrado una debilidad muy interesante que sabría aprovechar muy bien. –Si te alimentas te liberaré. – Él también buscaba el placer de ser mordido.

« ¡Es una trampa! » Zero abrió la boca y sus dedos se enterraron en el pecho del mayor. La pausada respiración que entraba en aquel hueco le estremecía y le impedía pensar cuerdamente.

-N-Nunca… ¡ah!- Sus parpados se cerraron con fuerza.

-Bien, yo puedo fácilmente continuar haciendo esto. –

-Ya… ¡Para! – Sus puños golpearon sin mucha fuerza la cabeza castaña.

-Eso te costará.-

Kaname se acomodó entre las piernas, sus brazos rodearon al menor aferrándose firmemente a su cuerpo y su boca; ella tenía el trabajo más importante: castigarlo. Succionó el cartílago y lo acarició con sus dientes, mandando descargas incontrolables al joven entre sus brazos; su lengua traviesa jugueteó nuevamente con aquel pedacito de carne; su pelvis fue consciente de la dureza que crecía en el menor.

No podía soportarlo, las caricias, la incesante presión entre sus piernas. Era vergonzoso, ¡Tremendamente vergonzoso!

 

~o~

-Aquí es donde los accidentes han estado ocurriendo. Es necesario advertir a los habitantes. -

Reunidos en una habitación, varios hombres rodeaban la mesa central; en ella había un mapa y otros papeles. El hombre que indicaba el mapa, y hasta hace poco hablaba, era Yagari Touga, un eficiente cazador de la orden «Cruz plateada» conocidos por dedicarse a exterminar demonios.

-En esa zona solo se encuentra una mansión, señor. Es el territorio del conde Kuran, íntimo amigo del alcalde.-

-¿Kuran?- El joven rubio que antes había hablado asintió. – Interesante. Creo que debemos ir pronto a «advertirle».- La sonrisa en aquel duro rostro dio escalofríos a varios de los presentes.

~o~

-¿Que sucede aquí? - Un somnoliento Ichiru entraba al lugar.

-¡Ichiru! ¡Quítame a este pervertido de encima! - Forcejeando con Kaname.

-Moh... Yo también quiero jugar. - El menor se acercó y Kaname sonrió.

-Ichi, ayúdame con Zero, si él no se deja no podremos jugar.- Tendió al mayor de los peli plata en una cómoda alfombra, Kaname en ningún momento permitió se le fuera de entre las manos.

-Claro, Kana~ - Le dijo con una enorme y feliz sonrisa.

-¡Malditos pervertidos! ¡¿Qué demonios hiciste con mi hermano, Kuran?! - Zero lanzó un quejido, había creído que podría zafarse cuando el castaño le soltó, sin embargo Ichiru le tomó en su lugar y con mayor fuerza, casi lastimándolo.

-Vamos, hermanito, hace mucho que he esperado jugar juntos.-

Kaname veía divertido aquel cuadro encantador, ¿Qué más podía pedir que esos dos bellos jóvenes entre sus brazos? El Kuran se inclinó, poseyendo los labios del menor de los Kiryuu, de inmediato el otro se quedó quieto, expectante a la escena que se le mostraba sin inhibición. La lengua habilidosa se infiltró, acariciando cada rincón; Ichiru le dejó la libertad de liderar el beso, sumiso.

El joven bajo ellos comenzó a buscar su libertad, aprovechando la distracción de Ichiru, Zero se inclinó dando alcance al cuello de Kaname y con coraje, perforó la tierna piel. El castaño ahogó su grito en los labios del otro quien, para calmarle, tomó sus mejillas y dibujó círculos en ellas con los pulgares.

Zero bebió, se embriagó con el dulce y adictivo sabor de aquel ser. Calentando su garganta y acelerando su sistema, se separó, le desagradó hacerlo pero no lo admitiría. Lamió con lentitud la herida; siendo, de manera inconsciente, amable con su maestro.

-Ya bebí, Kuran, me largo.- Se puso de pie, Kaname reaccionó tomándole de la mano y le regresó al suelo besándole ahora a él.


El beso le dominó, para Kuran no fue tan difícil hacerlo como esperaba. Su lengua se infiltró, invitando a la otra a jugar. Zero estaba cediendo; sin embargo, un estridente ruido vino de la puerta principal.

-Grrr… ¿Quién demonios es?- Gruñó con fastidio.

-Yo voy, Kaname – Se ofreció amablemente Ichiru, así Kaname podía seguir con su hermano y después él podría unirse.

-No, Ichiru. Me temo que no son visitas agradables, prefiero se queden aquí en silencio.- Kaname dijo esto mientras dejaba libre al mayor de los gemelos y se ponía de pie. - ¿Entendido? –  Los gemelos asintieron y él salió para atender.

 

Kuran abrió el umbral encontrándose con varios hombres.

-Buenas noches, Conde Kuran, ¡Ha pasado tiempo!- Saludó un hombre mayor, las canas ya bañaban su cráneo y larga barba. – Disculpa que venga a altas horas de la noche. Nos vimos obligados a ello debido a varios ataques que han recibido los carruajes de pobladores y comerciantes.- El duro semblante del castaño no cambio en nada.- ¿S-Sabes algo de ello? – Tartamudeó, ligeramente asustado por la temible presencia de aquel alto caballero; sabía que estaba molesto, no por su visita pues el conde le recibía siempre amablemente como amigo y anfitrión. Sin embargo, sabía que solo soportaba su presencia y no la de extraños, como eran esos hombres.

-No tenga cuidado, señor Jenkins, sabe usted que es bienvenido a mi morada.- El comentario tranquilizó al hombre.- Me temo que no me he enterado de tan terribles tragedias. – Puso una cara de aflicción que hizo que el cazador del sombrero frunciera el entrecejo. - Como sabrá, hace tan solo unos días he vuelto de Escocia por un viaje de negocios.-

- La empresa va viento en popa, ¿No es así? – El anciano rio alegremente.

- Pronto será el aniversario.- Comentó con una sutil sonrisa.

- Me parece que no es el momento indicado para socializar, Conde. – Gruñó fastidiado Touga.

- ¡Oh perdona, Yagari!- Se disculpó el alcalde.- ¿No has visto nada extraño por tus territorios en estos días?- Agachó la mirada al ver la negativa del castaño.- Ya veo, lamento las molestias, nosotros nos retiramos.- El anciano dio media vuelta mientras agregaba.- Avísanos cualquier cosa.-

-Así será.- Siseó, ante la profunda mirada de desconfianza que le dirigía el del parche. Kaname se adentró al hogar, cerrando tras sí la puerta con sus poderes.- ¿Un cazador, he?- Musitó.

-¿Tendremos que tener cuidado? – Zero se encontraba sentado en el barandal de las escaleras, en el segundo piso.

-Quizá sea prudente ocultar absolutamente nuestra presencia.- Ichiru estaba al lado suyo en el último escalón, sentado abrazando sus piernas y recargando su barbilla en las rodillas.

-Así es, criaturas mías.- La mirada borgoña se ensombreció, tintándose de un profundo rojizo.- Por el momento, me apetecería continuar con el juego que teníamos.- Aquellos ojos se clavaron en el mayor de los gemelos.

-¡Vete al diablo! – Gritó antes dar un salto para huir, sin embargo Ichiru lo previó logrando sujetarle en el aire.

-¡Lo tengo Kaname! – Exclamó con alegría.

-Bien hecho, mi pequeño Ichiru.- Su maestro ya caminaba hacia ellos.

 

~ ° ~

-Llamaré a la orden, al menos un grupo de quince cazadores irán a vigilar los territorios del Kuran. – El cazador terminaba de colocar el sello de «la cruz de plata» en el sobre. Una carta que llamaría a los monteros más calificados y de alto rango.- ¡Tu! ¡El mocoso rubio de ahí! –

-¡A-ah! ¡¿S-Si?! – El jovencito dio un salto de sorpresa, pero se compuso inmediatamente.- Soy Hanabusa Aidou, a sus órdenes, señor. – Le sonrió.

-¿Eres de por aquí? ¿Conoces la zona? –

- Así es señor.- Asintió efusivamente. Touga sonrió y le arrojó una pistola, la cual atrapó a duras penas.

-Tú nos guiarás.-

-Es muy amable de su parte querer asegurar de esa manera a nuestro pueblo, Señor Yagari, p-pero…-

-No se confunda, alcalde, no lo hago por su pueblucho. – El pelinegro ahora entregaba la carta a otro hombre y dirigió su ojo hacia el anciano. Sus palmas golpearon la mesa frente a él de manera estrepitosa.- ¡No quiero que esas malditas sanguijuelas se salgan con la suya! – La sonrisa en aquel rostro se torció.- ¿Por qué? Mi trabajo es encontrarlas y llenarlas de agujeros.- La azulina mirada se ensombreció.


~ ° ~

-Kaname.- Le llamó el menor de los hermanos.- Otra invitación; pero me temo que esta vez no podrás rechazarla.- Le tendió el sobre al castaño, quien lo tomó y abrió con su afilada uña en un limpio movimiento.

- ¿Diez años ya? – Leyó vagamente el contenido de la carta. Su empresa ya cumplía una década y celebraban el aniversario con un banquete al que debía asistir.

-Me parece que es indispensable tu presencia.- Ichiru se acercó por la espalda del moreno e inclinándose al frente, le abrazó por los hombros y regaló un beso a las hebras castañas.

-Odio admitirlo, pero tienes razón. Ésta vez debo asistir y ustedes tendrán que acompañarme. – No dejaría a sus dos protegidos solos en la mansión, no con cazadores rondando en su territorio. – Es un buen motivo para presentarles como mis sucesores. –

-Aún luces muy joven.- Dijo con una sonrisa divertida.

-Algunos humanos son muy fáciles de engañar. – La oscura mirada borgoña capturó la grisácea. Ichiru le había rodeado y apartado aquel papel de los dedos, para así tomar lugar en sus piernas.

-Prometo comportarme.- Esos labios le juraban un fogoso contacto en su cercanía.

-No tengo que pedírtelo.- susurró, siendo sellado en un beso que, como predijo, le instaló una pasión desbordante.

Notas finales:

¡¡Lo siento!! Tarde una eternidad en actualizar, mil disculpas, espero el largo del capítulo compense eso u///u ~

Muchas gracias por leer y como siempre...
Dudas, comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidas.

-SBD-


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