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Mejor me acuesto y mañana me levanto temprano a estudiar... por Ryuuji

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Notas del fanfic:

Esta historia está escrita únicamente por placer personal, los personajes existen realmente, pero nada de lo aquí plasmado es real.

Notas del capitulo:

Dimmi perché quando penso, penso solo a te.
Dimmi perché quando vedo, vedo solo te.
Dimmi perché quando credo, credo solo in te.

Grande amore. 

Piero se encontraba dando innumerables vueltas en su cama intentando conciliar el sueño, no es normal despertarse tan temprano en fin de semana, quería aprovechar todas las horas que tenía para dormir, como cualquier persona lo haría. 

Era una fría mañana de invierno, a pesar de que estaba finalizando se sentía aun su presencia, y como él tenía la mala costumbre de dormir con una bermuda y la primera camiseta a su alcance, comenzó a sentir ligeramente el frío, que más que nada se concentraba en sus desnudos pies.  Jaló su sábana para arroparse y luchar contra el frío, pero esta volvió a su lugar, repitió la acción y nuevamente se encontró destapado.

Extrañado abrió sus ojos para darse cuenta que no estaba solo acostado en aquella habitación, sonrió intentando asimilar como había llegado su amigo ahí. No fue tan difícil recordarlo.

Aproximadamente a las 04:00 a.m. recibió una llamada de su mejor amigo, el oso Boschetto. Claramente la contestó y las palabras de Ignazio fueron concisas.

“Baro, ¿puedo ir a tu casa?, en la mía me aburro demasiado” al escuchar eso, Piero negó con la cabeza.

“Igna, tesoro, ¿estás loco?, son las 04:00 de la mañana, no me jodas” del otro lado de la línea Boschetto sonrió.

“De hecho, estoy en la puerta, ábreme… Hay comida, ¿verdad?” Piero se asomó por la ventana, Ignazio lo vio y lo saludó con la mano. Este chico no tenía remedio, pero sin él no era nada.

Lo dejó entrar, a escondidas de sus padres –y hermanos–, a la casa y se dirigieron a su habitación a comer pizza y hablar sobre ningún tema en específico.

Su amistad era como cualquier otra, estupideces de muchachos de su edad, Piero contaba con 17 años e Ignazio recién cumplía sus 16, en el colegio los separaba un curso. Pero eso dejó de importarles hace bastante tiempo, aunque aún recuerdan las tardes en la que un pequeño Ignazio se las pasaba llorando por no poder ver a Piero, quien ya había iniciado su vida colegial. Al siguiente año tuvieron que inscribirlo en el mismo colegio para ahorrarse berrinches y escándalos bien armados por el rechonchito.

Ni siquiera ellos recuerdan como se conocieron, lo único que siempre le dijeron sus padres es que Piero venía siempre feliz cuando volvía de jugar con ‘alguien’, mientras que Ignazio se la pasaba hablando de un tal Piero, su madre siempre repite que creía que ese niño sólo era parte de la imaginación de Boschetto, hasta que, claro, lo conoció. Pero un inicio no es de relevancia, lo que más importa es que, desde un momento perdido en el tempo, ellos han sido inseparables, tanto como dulce de leche y galleta Chocolinas, uno sin el otro es un incendio.

–Ignazio, despierta- Piero lo sacudió ligeramente, sus padres no sabían que él estaba ahí, y, aunque Ignazio no era una molestia, sería extraño explicar cómo habían terminado durmiendo juntos. Su amigo sólo se removió susurrando un ‘no’ y acomodándose con la intención de darle la espalda –Ignazio…- repitió, por atrás de la puerta se oía la voz de Francesco, como era costumbre, abriría la puerta de Piero, y eso sí que generaría un mal entendido. –Ignazio, hijo de puta, despierta, Fran está cerca- Ignazio abrió los ojos y se apresuró en sentarse.

–¿Qué hago?- dijo en un desesperado susurro.

–No lo sé… sólo… metete en mi armario, lo distraigo, sales por la ventana y tocas la puerta, como tendría que ser cada vez que vienes, idiota- Ignazio hizo lo ordenado por Barone, definitivamente era el cerebro del dúo. 

–Piero- se oyó detrás de la puerta, Piero fingió dormir, sólo por si Fran había percibido los susurros, de esa manera creería que estaba hablando dormido –Voy a pasar, hermano- y, como lo dijo, Francesco pasó a su habitación, pero se detuvo en la puerta olfateando la habitación. ¡Mierda!, el perfume de Ignazio se sentía a leguas de distancia. –Piero- en algún momento había llegado a su lado y se había acercado. Piero oyó un suspiro y luego sintió agua helada en su cara.

–¿¡Qué mierda, Francesco!?- saltó de su cama.

–¿Ignazio está aquí?- fue lo primero que dijo. Repito, los Barone amaban a Ignazio tanto como a su propio hijo, sólo dudaban de su amistad, y, como querían el bien para Piero, lo animaban a salir del clóset. Pero es que Piero era heterosexual –Ignazio también- y nadie les creía, pero eso no era significativo.

–No…- rio nervioso –¿Por qué lo crees?-

–El perfume, además, están sus zapatos al costado de tu cama- Piero miró a un lado de su cama, y sí, el muy idiota había dejado los zapatos a la vista. Se palmeó mentalmente.

–No seas terco, Francesco, se los olvidó la vez pasada y no he ordenado mi habitación- por fortuna, y por desgracia también, Piero tenía facilidad para inventar y actuar mentiras creíbles.

–Claro- obvio no le creía –Baja a desayunar- Francesco sonrió y le acarició el cabello a su hermano.

–Espera, voy contigo- Piero aprovechó la ocasión y se fue con su hermano, de esa manera sería más creíble la supuesta e inesperada visita de Ignazio.

Por otro lado, luego de oír el fuerte portazo –dado a propósito por Piero- Ignazio salió del armario y saltó por la ventana, no sin antes tomar sus zapatos, claro. Y, como no era la primera vez que bajaba por esa enredadera llegó con una extrema facilidad para luego fingir llegar a la casa Barone.

–Oh, Ignazio- se oyó desde la entrada, luego de una pequeña discusión entre los hermanos Barone, Mariagrazia había tenido que ir de mala gana a abrir la puerta. –Piero, Ignazio está aquí. Pasa, Igna, Piero está en la cocina desayunando, espero que tengas hambre, porque también comerás-  Ignazio pasó a la casa saludando amablemente a Mariagrazia, y con un entusiasta ‘Buen día’ pasó a la cocina. 

Piero e Ignazio se rieron de su propia estupidez, pero Francesco sólo se fijó en los zapatos de Ignazio, negó con la cabeza y esbozó una pequeña risa. Estos muchachos no tenían remedio.

Notas finales:

El tercer integrante del grupo (Gianluca Ginoble) también aparecerá en esta historia.

Muchas gracias por leer, ¡saludos!


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