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Luz de Luna por kina_chan

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Como era de esperarse, después de ese día, las cosas no fueron tan bien como él hubiese querido. Si bien, Javier no parecía actuar ni frio, ni cortante con él, se notaba que mantenía cierta distancia entre ellos y hablaban poco y nada. Claramente, toda esa tensión entre ellos era incomoda, y por más que pensara en una forma de solucionar eso, por su mente no pasaba ni una sola idea factible.


Lo único que podía hacer era quejarse de su corazón roto con Julián, quien era la única persona que lo comprendía y le tenía una enorme paciencia. Definitivamente, Julián en muy poco tiempo se había convertido en su mejor amigo, Ángel de verdad le tenía mucho cariño, solo por eso trataba de no molestar mucho a Nicolás, aunque a veces le resultaba imposible, siendo que este último era muy fácil de provocar.


Lamentablemente, con lo muy estúpido que era Nicolás y con lo mucho que este hería a Julián con su estúpida homofobia, Ángel difícilmente podría llevarse bien con él. Mientras a él le valía verga si lo trataba de “puto asqueroso” o lo que fuese, a Julián esas palabras lo herían, por más de que intentase ocultarlo. Julián se había convertido en alguien muy importante para él, y no quería perderlo, ni que le pasara nada malo, quería protegerlo, no quería volver a perder a alguien que apreciaba.


Ese viernes, fue tranquilo en la universidad y en el trabajo, tan tranquilo que le aburría. Sin embargo, en ese viernes en especial, se le planteo una gran oportunidad.


- Bien, ya es hora de irme. – Hablo Ángel mientras se sacaba el delantal que llevaba puesto. Ya había ayudado a limpiar la cocina y guardar todos los ingredientes y material de cocina en sus respectivos lugares, por lo que solo quedaba irse a su casa.


- Si, yo también me voy. – Hablo Javier haciendo la misma acción que Ángel con respecto a su delantal.


- ¿En serio? ¿Tan temprano? – Le pregunto un tanto curioso. Normalmente, Ángel y Maira salían como una hora antes de cerrar el local.


- Si, pensaba ir a comprar un regalo por el centro y si no voy ahora cerraran todas las tiendas. –


- ¡¿Puedo acompañarte?! – Pregunto emocionado, tanto que se notó su emoción en el tono de su voz. Javier lo miro un poco extraño por eso, así que tuvo que bajarle un poco a su emoción para que no pensase mal. - Digo, es que no tengo mucho que hacer, y si vuelvo temprano al departamento seguro comenzare a discutir con mi nuevo compañero. –


- Esta bien, si quieres acompañarme no te detendré. – Ángel sonrió ampliamente y sus mejillas se ruborizaron un poco, por fin podría pasar un rato con él.


Como era de suponerse por Ángel, fue prácticamente corriendo al baño para poder quitarse la ropa de trabajo y colocarse la suya propia. Luego de cambiarse de ropa, espero pacientemente a que Javier hiciera lo mismo. Tenía la oportunidad de estar junto a Javier sin necesariamente estar en la cocina, eso era un avance.


Cuando Javier termino de cambiarse de ropa, ambos se despidieron de Stella y salieron del local. Comenzaron a caminar uno al lado del otro. Ángel, por su parte, no perdió la oportunidad para sentirse más apegado, tomo del brazo a Javier y lo abrazo, colocando una de sus manos sobre el pecho de este. “Es una cita.” Pensó Ángel con una sonrisa. Era consciente de que eso, no era una cita, pero le agradaba pensar que así era.


- ¿Quieres soltarme? No me dejas caminar cómodo. – Tras decir eso, Ángel lo soltó y este suspiro.


- Ah, sí, perdón. – Se disculpó Ángel con una sonrisa nerviosa. “Tranquilízate, trata de tranquilizarte o Javier te meterá una patada en el culo.” – Por cierto ¿Qué es lo que planeabas comprar de regalo? –


- Pensaba comprar un peluche para mi novio. – Respondió con un tono de voz sereno, tan tranquilo como siempre.


- Ah… - “Creo que acabo de escuchar el sonido de mi corazón romperse.” No, no le hacía mucha gracia acompañar a su enamorado a comprarle un regalo al novio de este, pero tampoco quería irse, le gustaba estar con Javier y no solo por saber eso se iría, aprovecharía ese momento lo más que pudiese.


Después de decir eso, caminaron juntos viendo un par de vidrieras de cosas en general. Hablaron sobre sus gustos en ropa, al parecer a ambos le gustaban casi el mismo tipo de cosas, cualquier cosa que se vea genial y te haga ver rudo. Todo iba bien, hasta llegaron a la tienda de regalos, donde había muchos peluches.


- ¿Cuál podría gustarle? – Se preguntó Javier a sí mismo, mientras observaba los estantes donde se encontraban variedad de peluches de animales, los cuales, en su mayoría, eran osos.  - No, los osos son muy comunes. – Hablo descartando la idea del oso.


Ángel miraba con fastidio a los peluches que estaban en el estante. No podía creer que alguno de esos estúpidos animales de felpa terminaría siendo un regalo amoroso de Javier para su novio. Para empezar, pensaba que era estúpido la idea de regalarle un peluche a un hombre, pero tenía por entendido que Noah era bastante afeminado con sus gustos.


“Afeminado y obeso ¿Qué tiene de bueno ese chico? Incluso yo tengo mejor cuerpo y mi carita es mucho más bonita que la de él.” Sin embargo, al ver la cara de Javier, tan pensativo observando los peluches del estante tratando de buscar el peluche perfecto para su novio, sintió un poco de envidia.


- Yo también quiero uno ¿Me regalas alguno? – Le pregunto Ángel con una sonrisa, para luego abrazarlo.


- ¿Y para que quieres uno? No te veo como el tipo de persona que le gusten este tipo de cosas. –


- No es como si me gustaran, solo quiero que me regales algo. – Confeso con sus mejillas levemente ruborizadas. Javier lo observo por unos segundos y luego suspiro.


- Si quieres uno cómpratelo tú mismo. –


- ¿Por qué? ¿Eres pobre o qué? Maldito tacaño. – Se quejó Ángel, con sus mejillas infladas y el ceño fruncido.


- ¿Qué? ¡No soy un tacaño! – Le respondió molesto por su acusación.


- No tienes que avergonzarte, todos alguna vez somos egoístas en la vida, yo lo soy siempre. –


- ¡Que no soy tacaño! – Javier gruño y luego se apartó de Ángel. – Deja de actuar como un niño berrinchudo y compórtate ¿Quieres? – Javier suspiro y luego de unos segundos de silencio, tomo uno de los conejitos de peluche que estaban sobre el estante. – Creo que llevare este. – Javier sonrió y se llevó ese peluche a la caja registradora para poder pagarla.


“No es justo… yo también quiero algo que me des con amor.” Estaba más que claro que a Ángel le valía mierda los peluches, no le gustaban las cosas aniñadas, ni cursis. Él tan solo quería algo que Javier le diera con cariño, tan solo quería sentirse querido por Javier, aunque eso fuese imposible.


*-*-*-*


Después de comprar el peluche, ambos salieron de la tienda, sin decirse ni una sola palabra entre ellos. Ángel parecía tener la mirada perdida en el suelo, parecía hasta incluso desanimado. Por más de que Javier aún estaba muy molesto con Ángel, sentía un poco de pena por él.


No le gustaba ver a las personas de su alrededor estar tristes, detestaba eso tanto como detestaba ver a una mujer llorar. Quería animarlo con algo, pero no sabía con qué. Y mientras Javier pensaba en eso, ambos habían llegado a casa de Javier.


- Bueno, supongo que ya debo irme a casa. – Comento Ángel y luego suspiro, seguía manteniendo su mirada perdida y se veía desanimado. La culpa por haber tratado tan mal a Ángel le estaba cayendo encima, y lo único que quería hacer era poder solucionar eso. Justo cuando Ángel estaba a punto de darse la vuelta para irse, Javier lo detuvo.


- Ángel, espera. –  Ángel alzo su mirada hacia él. - Quédate aquí unos momentos ¿sí? – En ese momento, Javier entro a su casa rápidamente y fue directo hasta su habitación. Al entrar allí, dejo el regalo para Noah sobre la cama y busco sobre su mueble un objeto muy preciado para él. Tomo aquel gato negro de peluche que estaba en la parte más alta de su estante, el peluche era bastante viejo, pero estaba bien cuidado, lo único que tenía que hacer era lavarlo un poco. Lo sacudió un poco y se lo llevo hasta afuera donde lo estaba esperando Ángel. – Listo. –


- ¿Un peluche de gato? – Pregunto Ángel algo confundido.


- Ten, es para ti. Para que luego no digas que soy un tacaño. – Javier extendió un poco su brazo para darle entender a Ángel que tomara el peluche, este aún muy sorprendido por la acción de Javier, tomo el peluche entre sus manos. - ¿Sabes? Este peluche es muy especial para mí, estuvo conmigo en mis momentos más difíciles así que quiero que lo cuides. Si no lo haces te lo quitare y te golpeare ¿entiendes? –


Quizás Ángel no lo sabía, pero ese peluche que acaba de recibir tenía un gran valor sentimental. Ese peluche era el que abrazaba siempre que tenía miedo, ese peluche era su único amigo cuando estaba solo, ese peluche estaba bañado en las lágrimas que derramaba cada vez que las cosas se ponían tensas en su casa. Ese peluche, era parte de su pasado, un pasado que ya había superado y que, por más de que extrañaría ese peluche, pensaba que Ángel podría cuidar bien de él.


Para cuando se dio cuenta, al observar el rostro de Ángel con detenimiento, se dio cuenta de que este, estaba llorando. Javier se puso un poco nervioso por eso, no entendía porque Ángel estaba llorando tan solo al recibir ese regalo.


- ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? – Le pregunto Javier con el ceño fruncido, sin comprender las acciones de Ángel. Este se limpió las lágrimas con la manga de su chaqueta, se acercó un paso más hacia Javier, se colocó de puntitas y beso la mejilla de Javier, haciendo que este se sorprendiera. Lentamente se apartó de él, y lo miro al rostro con un rubor en sus mejillas y sus ojos un tanto rojos por llorar.


- Gracias… ¡Lo atesorare! – Le agradeció con una gran sonrisa y luego se dio la vuelta para poder irse de allí. - ¡Nos vemos mañana! – Se despidió de él y comenzó a caminar mientras abrazaba el peluche.


Javier se lo quedo observando por un rato más hasta que le perdió la vista. “Se ve muy lindo cuando sonríe.” Sonrío al pensar en eso y luego entro a su casa nuevamente.


*-*-*-*


La felicidad que le dio recibir un regalo de Javier fue algo que no se le iba ir de un día para el otro. Estaba tan feliz que ni siquiera tuvo que molestar a Nicolás para aumentar su humor, no era necesario, si después de todo tenía un peluche muy valioso para abrazar. Amaba tanto ese peluche que lo uso para dormir esa noche.


Cuando recibió el peluche que le regalo Javier, estaba tan feliz y sorprendido que se puso a llorar inconscientemente. Él no era de derramar lágrimas tan fácilmente. Sin embargo, Javier era una excepción a todo para él, sus sentimientos por él eran demasiado fuertes, y no tenía vergüenza de llorar frente a él. “Creo que mi amor por el solo aumenta cada día más.”


Esa mañana en el trabajo, estaba tan feliz que no podía ocultar su sonrisa, hasta se podía decir que le dolía la cara de tanto sonreír, pero no le importaba en lo más mínimo. Se encontraba en la cocina haciendo sus labores de siempre para poder ayudar a Javier, quien parecía estar como de costumbre.


- Te ves demasiado feliz hoy. ¿Qué te paso? – Pregunto Maira al entrar a la cocina. Ángel al verla se acercó hacia ella y la abrazó de la cintura. – ¿Qué esta…? -


- Estoy tan feliz que te besare. – Tras decir eso, tomo a Maira desprevenida y acerco sus labios hacia los de ella para poder besarla. Maira tenía sus ojos bien abiertos al sentir los labios de Ángel sobre los suyos, cuando este la soltó ella retrocedió un paso hacia atrás y se tapó la boca con su mano derecha por la vergüenza.


- Tú…- Maira estaba tan nerviosa que por la molestia no sabía que decir. - ¡Te odio! – Y tras decir eso se fue de la cocina rápidamente. No era de esperarse que tras hacer eso Javier lo golpeara en la cabeza y Ángel se quejase del dolor.


- ¿Qué diablos te pasa? ¡Ve y discúlpate con ella! Ella tiene novio ¿sabes? Debe sentirse mal por eso. – Le hablo Javier molesto, como era de costumbre, él siempre.


- Si, si, lo hare después, si lo hago ahora seguro me manda al demonio. – Le respondió despreocupado y luego miro a Javier - Ayer lave el peluche del gatito y hasta la cola un poco. –


- Me alegro de que lo estés cuidando bien. – Javier le sonrió y luego siguió con su labor de cortar la masa en forma de galletitas de corazones.


Nada en ese día podría arruinar su mal humor. Incluso cuando recibió los mil insultos de Maira por haberla besado, le valió verga y no sintió nada al respecto. Quizás el único problema que tuvo ese día fue cuando estuvo por llegar al departamento. Era tarde, estaba todo oscuro y no paso casi nadie por la zona.


Ángel escucho unos pasos apresurados detrás suyo, y cuando iba a darse vuelta para ver de qué se trataba. Sin embargo, antes de que pudiera dar una media vuelta, ya tenía a alguien detrás suyo, abrazándolo por la espalda con una mano y con la otra acercando una navaja a su cuello, rozando su piel con esta.


- Si no quieres que te lastime, vacía los bolsillos, puto. – Escucho como le hablaba el chico que estaba detrás suyo amenazándolo. El tipo tenia olor a alcohol y tenía bastante pinta de haberse estando drogado antes de llegar hasta allí. Eran los más fáciles de tumbar en el piso, después de todo, estaban tan mareados que de un golpe se podrían dormir.


- No quiero. – Respondió Ángel con suma tranquilidad.


- ¿Qué dijiste? – Acerco más la navaja al cuello de Ángel, lastimándolo un poco, pero sin quejarse de eso, llevo su mano hasta la navaja para evitar que lo siguiera cortando y luego le dio una patada en la entrepierna.


El tipo obviamente pegó un grito del dolor y Ángel tomo esa oportunidad para alejarse un poco, en su mano tenía un corte por apartar la navaja de su cuello, pero. Sin embargo, el sujeto conservo la compostura y se volvió a acercar a Ángel, moviendo su brazo de lado a otro para que la navaja lo lastimara. Ángel hacia un paso hacia tras cada vez que el tipo avanzaba, y por desgracia, esa maldita navaja llego a dejarle algunas cortaduras, en su mayoría inofensivas que solo llegaron a cortarle la ropa, pero había una que le dejo una cortadura en el abdomen.


“Muy bien, eso es todo.” Su paciencia llego a su límite al recibir esa maldita cortadura. Lo primero que hizo fue patearlo en la rodilla, y luego sacarle la navaja de la mano cuando perdió el equilibrio. El sujeto alzo su puño y lo golpeo justo en el rostro, lastimando su mejilla y parte de su labio. Ángel comenzó a reírse tras lo sucedido.


- ¿Qué te pasa, puto? –


- No debiste haber hecho eso. – Le dedico una sonrisa siniestra.


Tomo con una de sus manos el brazo del hombre, lo estiro para dejarte para que perdiera el equilibrio y luego le metió un rodillazo en el abdomen con bastante fuerza. Luego tomo de sus cabellos, estiro de estos para alzar su rostro en alto y así poder golpearlo a puño limpio con su puño en el rostro. Un, dos y tres, tres fueron los puñetazos que le dio en el rostro, y entre todo eso, el pobre sujeto con suerte pudo pisarle el pie con fuerza, haciendo que Ángel gritara un poco del dolor, no importante cuanto tiempo pasase, desde que se lesionó el pie una vez, cualquier tipo de esfuerzo o golpe en el mismo le causaba bastante dolor.


- ¡Eh! ¡¿Qué le estás haciendo, puto?! – En ese momento apareció otro chico, en casi las mismas condiciones de ebriedad que el primero. Este se acercó hasta Ángel y lo golpeo en el vientre, haciendo que se cayera mal al suelo y se torciera el tobillo. Luego de eso, el tipo tomo al que al parecer era su compañero, y lo ayudo a levantarse para huir de allí.


“Maldición, me tomo por desprevenido.” Ángel intento apoyar su pie sobre el suelo para levantarse, pero le dolía demasiado para moverse. “Genial, tendré que estar aquí como por tres horas hasta que me pueda levantar por mi cuenta.” Ángel de a ratos era una persona muy orgullosa, no le gustaba pedirle ayuda a los demás, por eso mismo decidió esperar a que pudiera mover un poco su pie y así poder levantarse del suelo e irse al departamento.


Por un momento imagino como seria que su amado príncipe azul fuera hasta él y lo cargase en sus brazos para llevarlo hasta su casa y hacer el amor. Si, estaba delirando, pero tenía que matar el tiempo mientras esperaba ¿y qué mejor forma que soñar despierto? Con esa idea en su cabeza espero a que los minutos pasaran.


Estuvo media hora así hasta que noto que alguien paso por al lado suyo. Al principio no le dio importancia, él tenía su mirada fija en su pie. Pero cuando noto que esa persona se quedó quieta y camino hacia él, noto que era Nicolás.


- ¿Qué estás haciendo ahí tirado? – “¿Por qué dios? Te pedí un chico alto, morenazo que este fuerte y que sea rudo, no a este perro estúpido.” Pensó, y luego trato de pensar una respuesta irónica para responder a Javier, pero al final no lo hizo.


- Espero a que me deje de doler el pie para que pueda caminar, se me torció el tobillo. Llevo aquí como media hora, pero aun no puedo caminar. – 


- ¿Te robaron? Es por eso que no llamaste a nadie para que te ayude. –


- No, tengo mi celular en mi bolsillo. Es solo que no quería llamar a nadie. –


- Ten, tu llevaras esto. – Nicolás le dio una bolsa donde con cajas y dulce de leche al parecer y Ángel las recibió un poco confundido. Luego se agacho a la altura de él, dándole la espalda. - Súbete a mi espalda, te llevare a casa. – Al principio lo dudo, pero finalmente acepto y se subió a la espalda de Nicolás, rodeando con sus piernas su cintura y con sus brazos su cuello. Normalmente se hubiese negado rotundamente, pero no tenía muchas ganas de quedarse toda la noche allí.


- ¿En serio vas a ayudarme? Pensé que me odiabas. –


- Lo hago, no quiero que confundas las cosas. Si te ayudo es solo por Juli, así que si manchas mi ropa con sangre luego la limpiaras tú. – Respondió Nicolás mientras comenzaba a caminar. Ángel se rio por su respuesta. “Ay, que tierno, dejando su orgullo de lado por hacer feliz a Juli, es tan romántico este estúpido.” – Además, no podía aprovecharme de ti en tu estado, si voy a golpearte prefiero hacerlo cuando este en forma mínimo para divertirme un poco viendo cómo te defiendes. – “Bueno, al parecer solo es tierno con Juli.” Ángel sonrió por eso.


- Bien, supongamos que hacemos un tratado de paz solo por Juli, al menos de momento. Aunque no lo creas, yo también te detesto un poco. – Y tras decir eso último, Nicolás lo cargo durante todo el corto camino hacia el departamento.


Continuara…

Notas finales:

Lamento la demora qwq comencé un curso de matemáticas que organizo la facultad a la que iré y pues, como es largo el viaje y me cansa mucho, me la paso tres días de la semana estudiando y durmiendo. Ando tan nerviosa por esas cosas que hasta me olvido de comer qwq (no sé preocupen por eso, culpo a la dieta extrista que me dio la dermatologa por mi urticaria de eso T-T)

Llegamos a un punto donde este fic se me complica :D! como es una serie, en este fic debo respetar el espacio y tiempo de los acontecimientos que sucedieron en los fics anteriores. Asi que paciencia, porque de a ratos debo releer todos los otros fics para una conty de este qwq *cerebro de Kina explota*

Bueno, esto es todo por hoy! Bay neee besos y abrazos.


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