I know.
Te crees que no lo sé. Y la verdad, me costó mucho averiguarlo. Soy un baka, al fin y al cabo. Pero era tan obvio que terminaría dándome cuenta.
Uesugi “Yuki” Eiri; no sabes vivir sin mí.
Eso no es malo. Yo tampoco se vivir sin ti. Solo que yo lo reconozco abiertamente y tú no. Solo que a mi eso me pasó desde el primer momento en que te vi, y para ti ha sido un proceso lento, que intentaste parar por todos los medios y que no conseguiste. Todos tus intentos de alejarme, de tratarme solo como un simple amante más, siendo tan borde y tan frío; el hecho de que a pesar de estar conmigo aun te acostaras con mujeres rubias de poca inteligencia y con mucha capacidad para abrirse de piernas…
Todo eso era solo una barrera que ponías para que yo no pasase. Para que yo no fuera nada más que otro en tu lista de conquista que, por pesado, le dejabas que tuviera unos pocos más de privilegios contigo, como vivir en tu casa o dormir en tu cama…
Pero, ya es demasiado tarde, he ido pasando esas barreras. Lo sé porque ya hace meses que no vas a revolcarte con mujeres fáciles porque sabes son incapaces de llenarte como yo lo hago. Porque cada vez te cuesta más contener la sonrisa o el sonrojo que pugna por mostrarse en tu cara siempre que te abrazó o te digo que te quiero.
Lo sé. Me quieres. No me lo tienes que decir, no me importa. Yo lo diré por los dos. Seguiré haciéndote creer que no lo sé. Seguiré haciéndote creer que llevas la batuta en esta relación. Pero lo siento, no es así. Comes de mi mano con tanta facilidad como yo como de la tuya. La diferencia es que yo lo hago porqué quiero y por que no me importa hacerlo… Y tú lo haces porque no puedes evitarlo. Porque me quieres y al no ser capaz de reconocerlo no eres capaz de verlo.
Pero no importa. Yo, Shindo Shuichi, que te ama mil veces más que a su vida, dejará que tu orgullo (tan grande como el Panda Robot Gigante de Rage) no se resienta ante el hecho de que un criajo, un mocoso con cero talento, ruidoso y un baka haya sido capaz de poder llegar hasta tu corazón. No me importa, podría decir que hasta me gusta. Me encanta hacer pucheros cuando te pones antipático mientras por dentro me revuelco de la risa al ver tus estratagemas para aguantar tu porte de hombre frío.
Porque, como ya te he dicho, te amo. Y si nuestra relación es así, que así se quede. Seguiremos juntos de todas formas.
Lo sé.