Era de tarde, se veía el atardecer y el color naranja del cielo se reflejaba en el océano azul haciendo una vista hermosa digna de una postal. Dos compañeros, buenos amigos y con sentimientos profundos caminaban sobre la orilla de la costa con rumbo a su hogar. Era agradable la presencia del otro pero ya no era suficiente, por eso se llenaban de valentía para cambiar eso.
– Haru-chan ¿Puedo ir a tu casa a dormir?
Preguntaba nervioso el chico orca.
– Quita el "chan" Makoto, sabes que puedes.
Respondía serio y sin reflejar ningún tipo de sentimiento algo que decepcionó Makoto ya que él podía leer sus pensamientos de algún modo
Llegaron a su casa en silencio. Haruka entro y fue directo a la tina, mientras Makoto preparaba algo en la cocina, soltó una pequeña risa al imaginarse como casados.
Pasaron una hora y el chico delfín seguía dentro del baño.
– Haru ya es demasiado ¿No crees?-
decía golpeando la puerta, al no escuchar nada se decidió por entrar. Hay estaba él dormido en la tina, lo miraba embalsamado mientras se acercaba
– ¡Haru! ¡Despierta Haru!
Le decía mientras lo sacudía.
– ¡No quiero Déjame!
Le dijo seco.
Eso dolió pero no lo dejaría hay estando.
-¡Vamos Haru-chan es hora de comer!
Le decía mientras el más Haruka lo mirada ceñudo.
– No quiero, después salgo.
Makoto no era alguien que últimamente estuviera en órbita por así decirlo, así que tomo el brazo de Haru y tiró de él, se sorprendió al verlo como Dios lo trajo al mundo.
– ¡Estas duro!
Fue lo que dijo, y sentía como algo tomaba posesión de él.
– No me mires así, te dije que después salía Makoto
Haru mentiría si digiera que no se sorprendía en como los ojos de makoto se opacaron y todo rastro de amabilidad desaparecería hasta que el dolor punzante de su miembro no hizo más que hacerlo gemir. Makoto lo miro tan fijamente y penetrante que tembló.
– ¡Eso debe doler Haruka!
Su voz sonaba tan diferente y excitante a lo que estaba acostumbrado a escuchar. La mano del mayor se estiró y toco el miembro del más pequeño quien pego un repingo ante el atrevimiento del otro.
– ¡Esta caliente y contento!
Dijo con una pequeña risilla juguetona, cosa que sorprendió al de ojos azules y le hizo volver en sí.
– ¿Qué haces Makoto?
Mientras trataba de apartar la mano del otro, en vano intento ya que el mayor lo sujetaba cada vez más.
– ¿Y tú que crees Haruka? Ayudándote a aliviar tu problema.
Dos veces decía su nombre completo
– ¿Qué pasó con Makoto?
– Ya listo no es gracioso ¡deja de jugar!
Lo decía nervioso, le comenzaba a gustar y temía gemir.
– ¿Jugar? ¡Bien!
Miro atento a Makoto ya que su mano se detuvo.
– Haruka, hoy haré que no te olvides de mí, y que no me puedas ver más como un simple amigo, que desees cada momento que vuelva a suceder lo que te haré, te comeré vivo Haruka y lo disfrutarás.
Al terminar de decirlo lo tomó de las nalgas y estampó contra la pared más cercana mientras mordía su cuello, solo atinó a gemir por esas palabras, mientras se ponía cachondo. Esta parte de Makoto le asustaba pero a la vez le gustaba ¿Que pensaba hacer con él ahora? ¿Qué le ocurría a Makoto? ¿Dónde estaba el chico amable que se preocupaba por todos y priorizaba el bien de otros ante que el suyo? Porqué este chico quien le hacía mordidas fuertes y sabía muy bien donde tener su mano y tocar no se parecía en nada al que conocía desde pequeños, era otro, y quería saber cuántas facetas más podría llegar a tener.
-Piensa en mí Haruka, solo en mí.
Fue lo último que dijo antes de empezar con una sesión que jamás olvidaría.