Eran alrededor de las diez de la mañana. La gente caminaba de un lado a otro sin prestarle atención en su persona, pero eso no le importaba. Kouki sólo miraba su celular en espera de su novio, quien llegaría en pocos minutos. En su mente repasaba una y otra vez la situación de la noche anterior. ¿Qué le había dicho exactamente Nash? Furihata no era muy bueno en inglés por lo que no pudo comprender las palabras que le dedicó. Además, también estaba lo que había hablado con Akashi. ¿Qué había querido decir con lo de su otra personalidad? No tenía idea. En ocasiones, Seijuro podía llegar a ser bastante complejo en la manera en la que se expresaba.
Kouki soltó un suspiro, no debía pensar demasiado en ello. No ahora que se encontraría con Himuro después de tres semanas sin verse. Su rostro se pintó ligeramente de rojizo al pensar en él, quizás tuvieran oportunidad de salir a pasear por ahí ellos dos, solos.
Unos brazos largos y blancos le rodearon por la espalda haciéndole sobresaltar. El aliento caliente del mayor se instaló en su oreja, cerca de su cuello, para depositar un corto beso. – ¿Así que me extrañaste? – preguntó con un tono bajo y Furihata tembló ligeramente ante el escalofrío agradable que le provocó.
- N… No me hagas… Decirlo – respondió el castaño mientras miraba a un costado con un enrojecimiento en las mejillas que no pasó desapercibido por el pelo negro. La risita de Tatsuya resonó en sus oídos y logro hacerle sonrojarse más. – No te burles – regañó inflando las mejillas en un puchero.
<<Tan lindo>> pensó el mayor a la vez que sonreía liberando al más bajo de sus brazos. - ¿Cómo estás? – le preguntó acomodándose la mochila que le colgaba de uno de los brazos. Tomó la mano de Kouki para llevarle fuera de la estación siendo seguidos por algunas miradas curiosas de los que pasaban cerca de ellos.
- Bien. Aunque, con lo que te conté anoche de lo de Kuroko, me siento un poco preocupado – respondió Furihata con un tono tranquilo, dejándose envolver por la burbuja que les encerraba, alejándolos de los demás. Kouki no le había contado al de Yosen sobre el encuentro con Nash, ni tampoco en cuanto a la conversación que había tenido con el capitán de Rakuzan. No quería que su reunión se viera afectada por ello.
- Menos mal que no ha sido nada grave. Según lo que me contó Taiga, Kuroko se encuentra en perfectas condiciones, salvo por el moretón que le quedó en el abdomen y parte de la espalda – comentó el otro mientras cruzaban la calle. Sujetó con un poco de fuerza la mano de su pareja para apresurarle antes de que el semáforo cambiará. - ¿Vas a querer ver el partido en tu casa?
Furihata negó ligeramente mirándole de soslayo. – Quería saber, si tú querías, amm… Podríamos ver el partido en vivo – hurgó en el bolsillo de su pantalón y sacó dos boletos. – La entrenadora me consiguió estos. Podemos aprovechar para…
- No – le interrumpió Himuro con voz firme y el ceño fruncido. – No puedo arriesgarme a que te vea aquel tipo – añadió volteado su mirada al castaño que le observaba con preocupación.
- No pasará nada – soltó Kouki de manera espontánea para aligerar el ambiente. Dio un ligero apretón a la mano del mayor sonriéndole. – Va a haber mucha gente y de seguro que ya me ha olvidado.
Tatsuya se mantuvo en silencio por unos segundos. Pensando en si era correcto ir al partido. Por un lado, deseaba ver el juego en persona, admirar los impresionantes compañeros que tenía su gigante amigo, pero, por otro lado, no quería exponer a Furihata para permitirle a Golden para acercársele.
- Vamos – le incitó el menor con una tímida sonrisa. De esas sonrisas que lograban doblegarlo ante la ternura y amor que le tenía a su castaño. Himuro sonrió, ¿cómo podía ser tan débil delante de los ojos de cachorro que poseía su novio?
- Está bien, pero no te despegarás de mí – ordenó señalándole con el índice y ganándose un corto beso que, después de checar que no había nadie cerca, el castaño le obsequió en la mejilla. ¿Acaso no era afortunado por tenerlo a su lado?
* * * *
- Furi, ¿dónde estás? – le preguntó Fukuda desde el otro lado del teléfono. Furihata cerró los ojos haciendo un gesto de niño descubierto en su travesura y se mordió el labio al saber que, seguramente, su amigo le regañaría.
- Amm… Pues, estoy con Himuro en el partido – dio en respuesta mientras esperaba en una banca cercana a que el de Yosen le trajera una banderilla de un puesto cercano. Kouki había olvidado por completo que, anteriormente, sus amigos, junto con los de primer año, se juntarían para ver el juego en la casa de Kawahara. Todo el equipo tenía conocimiento sobre su relación a excepción de los nuevos, pero realmente no podría decir que le preocupará. Amaba a Tatsuya y por nada le dejaría, es lo que había dicho cuando la entrenadora le comentó que no le dejaría darse sus escapadas para encontrarse con éste.
- No inventes… - dijo con pesadez en la voz su compañero. El teléfono fue retirado de éste casi de inmediato. Un “¿qué pasó?” se escuchó por parte de Koichi, en la lejanía, y Hiroshi cubrió el micrófono en un vano intento de evitar que el castaño escuchará. – Furi nos acaba de reemplazar.
- ¡Yo no he hecho eso! – refutó el otro entre risas. Sabía que estaba bromeando, pero sus amigos debían entender que ahora su tiempo lo pasaría con su pareja.
- ¡Vaya! Pero si es el cachorro de anoche – se oyó decir a su lado en un japonés extrañamente pronunciado y Furihata se obligó a alzar la mirada cruzándose con la mirada azulina del mayor. – No creí que te atreverías a presentarte aquí – dijo con egocentrismo, Nash Golden, a la vez que se sentaba a su lado. - ¿Acaso viniste a moverle el trasero al capitán del equipo contrario?
Furihata, que hasta el momento se había quedado temblando en el mismo lugar, tragó saliva frunciendo el ceño. Si bien, le tenía miedo al rubio, pero eso no quería decir que dejaría que le ofendiera. – V… Vengo a ver c… Como te hacen lamer el… s… Suelo – intentó decir dando distancia entre ambos.
- ¡Oh! Eso sería interesante, si tan siquiera lo lograrán – afirmó el ojo azul recargando sus manos en la banca para poder acercarse al menor. – Pero podríamos apostar a que yo ganaré – sonrió mirándole a los ojos y Kouki sintió un escalofrío que le provocó temblar. – Escúchame, si yo gano, lo cual haré, tú serás mío. Le demostraré a tu noviecito enano lo que es ser verdaderamente humillado.
- Al decir noviecito, debo suponer que te refieres a mí, ¿cierto? – interrumpió Tatsuya detrás de ambos con dos banderillas en las manos. – No deberías apostar en la gente, pero supongo que es parte de tu desagradable personalidad – aconsejó y, pasando una banderilla a su otra mano, agarró la mano de Kouki para levantarle del lugar.
- Al parecer te gusta menearle la cola a más de uno, cachorro – habló el americano levantándose y ganándose una mirada confusa por parte del pelo negro. – ¿No lo sabías? Anoche el enano de cabello rojo se interpuso entre nosotros.
Himuro volteó la vista para con Furihata, quien se la devolvió. Le preguntó con la mirada a qué cosa se refería el otro, pero desistió de ello al darse cuenta que no era momento para eso. Volvió sus ojos a Nash para hablarle. – No es algo que incumba, primero deberías preocuparte por cómo llorarás cuando acaben contigo.
- Eso no pasará. No importa que intenten, no podrán ganarnos – se cruzó de brazos y alzó las cejas con una sonrisa llena de arrogancia. – Por eso mismo debo advertirte que el cachorro será mío.
- S… Soy Furihata… - habló el castaño mirando al más alto con enojo. – Deja de llamarme cachorro, es molesto.
- Tienes agallas – murmuró Golden alzando una ceja. – Bueno, eso lo hace más divertido – se dio la media vuelta. – Nos vemos cuando acabe el partido, Furihata. Te llevaré a un buen hotel.
Himuro empuñó sus manos, mientras miraba irse a Nash, logrando lastimar el brazo que sostenía de Kouki. El chillido de dolor le sacó de sus pensamientos y volvió su vista a éste para soltarle. – Lo siento – se disculpó con voz monótona tomando asiento en el banco donde anteriormente estaba Furihata. – Me… ¿Me puedes decir de qué hablaba?
Furihata titubeó con su mirada antes de darle una respuesta. No creyó que se encontraría con el capitán de los Jabberwock, tampoco que Tatsuya se enteraría de esa manera del encuentro que tuvieron, pero nada le salía como quería. Debía darle una explicación.
* * * *
- ¿Qué es lo que querías hablar, Akashi? – preguntó Midorima lo que todos querían decir. Seijuro les había apartado del bullicio que azotaba en la cancha.
- … ¿Recuerdan lo que les dije mientras discutíamos las contramedidas? – habló Akashi con voz tranquila, aunque había un poco de temor e inseguridad dentro de él, algo que no sucedía muy seguido.
- Ah, ¿sobre el enfrentamiento de Akashicchi y Nash? – cuestionó Ryota con duda.
- Sí. Si no me equivoco, con el objetivo de vencer a Nash, es probable que tenga que usar el ojo de emperador… - el silencio reinó en el grupo y algunos se vieron sorprendidos, pero parecían querer decir algo, así que Seijuro prosiguió. – El ojo de emperador no era mi habilidad para empezar, lo mejor sería que lo utilizará su propietario original. Es decir, que cambiaremos de lugar durante el partido – informó sin demostrar el nerviosismo que tenía porque los otros rechazasen la idea. – Por favor, no se preocupen y sigan jugando.
- ¿Eh? – Kise volvió a hablar. - ¿Eso significa que no puedes utilizar el ojo de emperador en este momento?
- Bueno, no. No hace alguna diferencia. La clave está en a quién le pertenece ésta habilidad – explicó el pelirrojo con paciencia. – Yo puedo utilizarla, pero no tan bien como lo haría él.
Murasakibara se giró sin tomarle mucha importancia al asunto. - ¿Eh? Eso da algo de miedo, ¿no? Así que, ¿puedo irme ahora?
- Lo mismo, tengo hambre – dijo Aomine estirándose a la vez que soltaba un bostezo. Akashi se sorprendió por la reacción de sus compañeros, lo cual notó Midorima.
- Estaremos bien. No tenías que decirnos esto, especialmente a nosotros. Lo entendemos – todos comenzaron a retirarse, pero Kuroko, antes de seguirles, volvió la vista al que, en su momento, fue su capitán.
- Akashi-kun es Akashi-kun. No hay ninguna diferencia – dijo antes de dejarle junto con los demás.
Seijuro sonrió un poco. – Sí, tienes razón. – concordó el pelirrojo y por su mente pasó la plática que había tenido con Furihata. Era verdad, ambos eran la misma persona. – Será mejor que lo busque. - Ahora podía ir a decirle Kouki sobre lo que pensaba. Sobre lo que quería y esperar pacientemente su respuesta. Era consciente de que le había lastimado, pero si se llegaban a dar una oportunidad, Akashi podría corresponder el amor que le había profesado el castaño.