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Inocente lujuria por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Les traje actualización~~ uwuwuwu

Pasarán más cosas de aquí en adelante~

Disfrútenlo 

 

 

Obviamente Tsuna no quiso ir desde el principio, no solo porque dejaría a Hibari sino porque su vida estaba en Japón, no quería perder todo para ir a Italia donde todo era diferente, le daba miedo. Hibari estaba en algo parecido, necesitaba a Tsuna cerca, lo más cerca posible porque lo amaba, al fin lo aceptaba, amaba a ese pequeño que vio crecer año con año. Se necesitaban mutuamente y Nana lo sabía, lo sentía, aceptaba aquello pero las cosas nunca son fáciles

 

 

-sé que es difícil – Nana los miraba a ambos, eran sus dos hijos, los vio desarrollarse en conjunto, también le dolía aquello – pero parece ser urgente Tsu-kun, debemos ir a apoyar a tu padre

-pero no… yo no quiero dejar todo así, además perder a Hibari-san – Tsuna hablaba con presura, estaba un poco confuso y desesperado

-la familia es primero – habló Kyoya con seriedad, esas palabras las recordaba con una dulce voz que las emitía. El azabache era el mayor, debía ser maduro

-Hibari-san… no quiero dejarlo solo – se quejó de inmediato

-Kyo-kun es nuestra familia también – Nana lo miró con ternura – pero él está aquí estudiando, es mayor y además… este problema con tu abuelo no le concierne

-quiero quedarme – Tsuna empezó a llorar bajito y Kyoya lo abrazó acunándolo en su pecho. Daría todo porque el pequeño dejara de sufrir de esa forma – de verdad… quiero quedarme

-Tsu-kun, no puedo dejarte y tampoco llevarme a Kyo-kun

-¿demorarán en regresar? – Kyoya miró a Nana en una pregunta muda, demostrando lo afectado que estaba a pesar de que su voz permaneciera neutral

-no lo sé – Nana miraba a Kyoya, sentía su duda – pueda que nos quedemos mucho tiempo, como cuando llegamos a Japón

-han sido años – suspiró Tsuna alejándose para mirar a Kyoya y luego a su madre – los años más feliz de mi vida. Me gusta todo de aquí, la gente es amable… las… las cosas son calmadas

-no puedo ir a Italia – habló Kyoya con calma, analizaba su vida, las cosas que forjó en esa ciudad, en el país. Las obligaciones que tenía desde niño – seré médico, tengo que seguir con el legado de mi familia en Namimori… pero cuando pueda podré ir a Italia

-pero falta mucho – gimoteó Tsuna, era un niño, no quería razonar como adulto en esos momentos – no quiero eso

-aprenderás a defenderte solo – Hibari le acarició los cabellos a su pequeño castaño, le secó las lágrimas con sus dedos – es hora de crecer Tsuna

-quiero hacerlo aquí, en Japón

-no te limites, si quieres disfrutar la vida debes enfrentar miedos, cosas nuevas y retos

-Kyo-kun tiene razón – Nana sonrió al ver al azabache, no se equivocó al permitirle formar parte de la vida de su familia – Tsu-kun, debemos ir con tu padre, debemos apoyarlo, cuidar de tu abuelo… piensa que si vamos a Italia, podrás volverte más maduro. Y cuando vuelvas a ver a Kyoya… podrás casarte con él como lo decías de pequeño – la castaña sonrió divertida al ver que su niño se tensaba y paraba de llorar de inmediato. Su método drástico funcionó

-¿eso decías? – sonreía Hibari con sutileza, al ver el sonrojo creciente de Tsuna

-oka-san… no debías decir eso

-te filmé una vez – sonreía la castaña buscando su celular – eres adorable, Tsu-kun

-espera, no… eso fue cuando era pequeño – detuvo los movimientos de su madre cuando vio el celular. Esas cosas no quería mostrárselas a Hibari, eran vergonzosos recuerdos que ahora con su mente más centrada, no quería recordar – y además yo…

-nos casaremos cuando seas mayor – dictó Hibari con la mayor de las calmas admirando el perfil delicado que tenía Tsuna. Un lindo chico que crecería lejos de él, pero en cierta forma podría ser mejor – si vives en Italia… y cumples tu mayoría de edad allá. Nos casaremos

-kyaaa... te han propuesto matrimonio Tsu-kun – Nana sonreía, ella tenía que verle el lado bueno de cada suceso, no debía decaer

-¿qué?

-¿no quieres? – Hibari se sintió satisfecho al ver esa expresión donde una lágrima resbalaba por la mejilla de Tsuna, pero esa mirada incrédula le daba un toque lindo – si me sigues amando a pesar de la distancia… nos casaremos

-a-amarlo – Tsuna se sonrojó un poco más y bajó la mirada – yo lo…

-no perderemos contacto – le interrumpió pues tenía que centrarse en el asunto. Además si Tsuna lo decía en voz alta sus inmensas ganas de pedirle que se quedara serían fuertes e incontrolables

 

 

A pesar de las lágrimas y el dolor de la separación de aquella persona en la que confiaste sin siquiera dudarlo, no había escapatoria. La familia era lo primero, lo importante, lo que funcionaba. Timoteo, el abuelo del castaño estaba enfermando dejando todas las posesiones que tenía en manos de los herederos. Kyoya se enteró entonces que los Sawada eran una familia adinerada en Italia, pero que Tsuna era algo así como un miembro de la rama segundaria que solo ayudaba en menor medida en las empresas y aun así ahora necesitaban irse a ese país lejano. Iemitsu los mandó a Japón para alejarlos de ese mundo complicado, como protección para que tuvieran una vida normal y había funcionado bastante bien hasta ese momento. Nana explicó que debían ir a Italia como apoyo, que ella junto a Iemitsu se encargarían de ayudar al verdadero heredero a acostumbrarse con los negocios, así de simple. De cierta forma Kyoya entendió lo que intentaba hacer Iemitsu, aunque no estaba de acuerdo con el método usado, pues un hijo sin su padre pierde guía o se siente rechazado

Tsuna lloró un poco más mientras empacaba las cosas en los días posteriores. Kyoya se dio tiempo para volver a Namimori y ayudarlos en esa tarea, aprovechando también para reconfortar a su pequeño y darle valor. Tsuna lloró sin vergüenza cuando estaba en el aeropuerto junto con su madre, admirando los boletos de avión. Hibari los acompañó ese día, abrazó a Tsuna con calma y le besó la frente en despedida, no dijeron mucho porque ya habían dicho lo necesario en los días anteriores. Kyoya se despidió de Nana con calma pero la castaña se lanzó a abrazarlo como cualquier madre a un hijo que se aleja para independizarse, aunque era claro que la que se alejaba era ella. Un beso en la mejilla de cada uno, unas palabras en susurros, la promesa de llamarse, mensajes, lo que fuera que la tecnología les ofreciera para mantener el vínculo fuerte

Pero la vida seguía, los días pasaban, se transformaban en semanas y estas formaban meses. La distancia era dura de soportar en ocasiones, por eso Kyoya nunca protestó a pesar de que Tsuna a veces olvidaba la diferencia de horarios y llamaba. Kyoya contestaba a pesar de que fueran las tres o cuatro de la mañana, escuchar a su pequeño lo ponía de buen humor. Le gustaba escucharlo decir que se estaba acostumbrando a vivir en Italia, que fue a la escuela, que Timoteo su abuelo estaba siendo atendido en la casa de la familia, que su padre ahora vivía con ellos y parecían una familia normal. Finalmente Tsuna empezaba a cambiar en su voz, volviéndose ligeramente más dura y a Hibari eso le dio gracia porque la imagen frágil de Tsuna contrastaba con eso. Se veían en la pantalla del computador los fines de semana y era divertido notar cada pequeño cambio el uno del otro

Pero el segundo año que transcurría fue el inicio de los cambios extremos, ya no se contactaban tan seguido. Las obligaciones de Kyoya le impedían estar en casa demasiado seguido, su padre le contactó para que tomara el rol que heredó en la empresa farmacéutica familiar. El negocio le proveyó de una investigación que iba a culminar, que lograría acabar con todas las investigaciones que su abuelo y madre le heredaron, esa era la razón para quedarse en Japón. Tsuna cada vez estaba más ocupado puesto que su abuelo empeoraba en salud, debía madurar pues debía tomar las obligaciones de la casa que manejaba la familia a pesar de la corta edad que poseía. El castaño era de las personas que ayudaban a pesar de que las cosas le superaran en tamaño.

Nana e Iemitsu en ocasiones no podían con todo en la empresa Vongola que manejaba Timoteo, pues el dichoso heredero aún no estaba listo para controlar todo. Iemitsu era el hermano menor de aquella familia y agradecía eso mil veces pues en sus manos solo tenía negocios menores, pero por el momento debía ayudar a Xanxus, el libertino hermano mayor que le dio la vida. Pero a veces no podía con todo, mucho menos aguantar las estupideces o la flojera del mayor de los Sawada y eso solo significaba tomar obligaciones dobles, hasta Tsuna colaboraba también en ocasiones. Kyoya le dijo que tomara las cosas con calma pues apenas tenía catorce años, casi quince, pero las cosas cambiaban sin control

 

 

-iré a verte – Kyoya miraba al castaño en la pantalla, estaba más maduro pero igual de bello que siempre. Tsuna siempre le dijo que estaba bien, pero él, a pesar de todo, estaba preocupado por su pequeño  

-no se preocupe Hibari-san – esa sonrisa amable no había cambiado ni un poco – las cosas están mejorando, mi tío ha tomado el control de la empresa familiar y nosotros solo lo ayudamos a establecerse totalmente

-me has dicho que no vaya – Kyoya miraba a Tsuna, respetaba la decisión del castaño de enfrentar aquello solo, pero ya no aguantaba la ansiedad y la preocupación – pero ya no te haré caso Tsunayoshi

-Hibari-san, siempre le agradecí que no insistiera – Tsuna sonreía con sutileza, hasta ahora no se creía que logró mantener a Kyoya en Japón – y entiendo que quiera venir a verme pues yo… también quiero tenerlo cerca

-entonces, ¿qué harás?

-no dejaré que abandone el trabajo en el hospital y farmacéutica de su familia – sonrió quedito al ver el ceño fruncido del azabache – entonces

-poco me importa, abandonaré todo por ir a verte

-se meterá en problemas – Tsuna miraba la imagen adulta, madura e intimidante de Kyoya y se sonrojaba levemente. Quería abrazarlo como antes porque sabía que detrás de ese exterior fiero, el alma de aquel hombre era suave. El pequeño hibird que dormía en la cabeza de Kyoya en ese instante podía certificarlo

-no interesa

-¿terminó con la investigación?

-sí, fue tu única condición para que yo no viajara. Ahora se acabó Tsunayoshi

-siempre me sorprende Hibari-san… pero ahora lo sorprenderé yo

-¿qué harás?

-viajaré a Japón en dos horas – Tsuna sonrió divertido al ver la ligera sonrisa que opacaba la sorpresa del azabache en su pantalla – estoy en la zona de espera del aeropuerto – dijo y moviendo la Tablet que usaba reflejó el lugar donde varias mesas daban muestra que todos esperaban los siguientes vuelos

-¿y tu madre?

-va conmigo – sonrió divertido al ver que la pequeña ave amarilla aleteaba despertándose por el movimiento brusco de Hibari – ahora está comprando algo de ropa en la tienda que hay aquí

-¿a qué hora llegas, Tsunayoshi? – escuchó como su pequeña ave repetía el nombre de Tsuna y le hizo una pequeña seña para que se posara en su mano

-¿sigue viviendo en Namimori? – al ver al azabache asentir sonrió en respuesta – entonces yo tocaré su puerta en unas horas… oka-san y yo iremos a verlo

-los esperaré ansioso  

 

 

Kyoya vio a Nana llegar a lo lejos y saludar efusivamente casi besando la pantalla de aquel aparato. Se alegró porque Iemitsu no venía a su país y al final sonrió cuando le dijeron que irían a la revisión de documentos. Eran ya casi tres años desde que los vio partir, fue una larga espera que acabaría en horas. Su pequeño volvía, su paz llegaba. Nadie creería que el huraño Hibari Kyoya casi podía saltar debido a la emoción de tener a su niño de nuevo, al que él consideraba su verdadera familia. Aunque Tsuna ya no sería tan pequeño, tampoco suponía que fuera tan ingenuo como antes, maduró de eso se dio cuenta en ese tiempo, lo hizo a la fuerza de cierto modo. Esa mirada risueña se había opacado un poco por la serenidad y seriedad, pero sin perder la dulzura que lo caracterizaba

Las horas de espera fueron casi desesperantes, pero las soportó ahogándose en trabajo, el de siempre. Después de eso delegó sus obligaciones a quien apareciera y por suerte era un buen médico colega al que investigó a profundidad y al verlo apto, honesto, le delegó sus labores. Kyoya se tomaría unas vacaciones prolongadas, bien merecidas. Desconfiaba de todos, porque sus investigaciones en medicamentos nuevos para tratamiento de diferentes enfermedades catastróficas eran importantes, demasiado para la vida de muchos. Por esas malditas investigaciones con las que cumplió bajo pedido de su difunta madre y abuelo, ahora estaban hechas y lo demás lo dejaría a su padre, al que no le hablaba. Ya cumplió con su palabra, ahora dejaría todo de lado porque su pequeño herbívoro era más importante

 

 

-Hibari-san – Kyoya escuchó la voz de su pequeño cuando regresaba de comprar los víveres para la cena – Hibari-san – sonrió sutilmente mientras se daba vuelta para ver a su pequeño y a la castaña. Allí estaba Tsuna

-Tsunayoshi – susurró y no esperó mucho para sentir el abrazo correspondiente

 

 

Una escena cursi como en las películas, sumándole al beso que el menor le plantó de improvisto. Escuchó su nombre salir de esos labios rosados y el abrazo tierno que lo mandó a piso debido a la efusividad. Quiso hablar pero los labios de Tsuna no lo dejaron, todo era… fingido

 

 

-no diga nada y solo… solo quédese así – escuchaba las palabras de Tsunayoshi y no entendió nada

-Tsuna

-espere, solo espere – Kyoya sintió algo mojar su pecho, donde la cabeza de su castaño reposaba y sintió enseguida su cuerpo reaccionar. Lo acunó sin importarle que en el suelo los alimentos se derramaron sin evitarse – solo… confié en mi – la voz de Tsuna temblaba

-¿qué sucede?

-abajo – Kyoya sintió la presión sobre su cuerpo y un sonido ensordecedor cerca – solo espere Hibari-san, faltan dos

-disparos – Kyoya quiso levantarse y huir con su pequeño al sentir el peligro, pero solo sintió la presión del cuerpo más chico. Dos disparos más se dieron y los sollozos de Tsuna se escucharon – Tsunayoshi

-ya está – el rostro del castaño se elevó y las lágrimas surcaban esas mejillas – vámonos Hibari-san, mamá… oka-san, necesito que me ayude con oka-san – suplicó, con rapidez se levantó y jaló al mayor

-¿qué pasa? -

-ayúdeme – susurró con terror mientras lo jalaba – Hibari-san… quieren matar a mi madre

-vamos – tomó la mano de Tsuna y en alerta empezó a correr hacia donde le apuntaba

-mamá… mamá tiene tres meses de embarazo… por favor, debemos mantenerla a salvo

-¿qué pasó?

-lo siento Hibari-san, no debí traerle problemas – sollozaba tratando de no ahogarse con sus lágrimas mientras ubicaba las calles adecuadas

 

 

No dijo más porque tuvo que correr con todo lo que pudo al escuchar unos disparos más y a Tsuna sollozando mientras corrían en dirección al centro. Kyoya vio a Nana sentada en unas escaleras de emergencia, trepó con habilidad y la cargó en brazos. No preguntó, sabía que su niño le explicaría después. Como a una princesa cargó a Nana y corrió seguido por Tsuna, huyó a un parqueadero donde entró a su auto acomodando a la castaña con cuidado y verificando que Tsuna estuviera bien. Sin evitarlo lo besó en los labios y después lo abrazó sintiendo el pánico de Tsuna. “Todo estará bien, confía en mi Tsunayoshi” Hibari solo arrancó después de probar esos labios una vez más. Lo primero era ponerlos a salvo, preguntaría detalles después

 

 

Continuará… 

 

 

Notas finales:

¿review?

Bueo al fic no le doy muchos capis más, de aqui solo falta un poquito ^^

Muchas gracias por leer

Felices fiestas~~

Muchos besitos~~


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