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Un profesor travieso y un chico 1/2 por LuceDiHaru

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Cuando entro no hay nadie, supongo que Kaede todavía está en uno de sus rodajes. ¡Ya tengo ganas de ver su nueva película! Todas ellas son muy interesantes.

A la mañana siguiente ella aún no ha llegado, supongo que la veré en el descanso y no podré evitar su exhaustiva interrogación. Al pensar en lo que me depara el futuro, dejo ir un gran suspiro.

La mañana pasa con relativa tranquilidad y eso me alegra, creo que con saber lo de Karma ya he tenido suficientes sorpresas por un tiempo. Aunque me he dado cuenta que Isogai y Maehara me miran mucho hoy, después les preguntaré si suceda algo; quizás me quieren decir algo importante. Como había imaginado, tan buen punto llega el descanso, aparece una Kaede torbellino y me lleva arrastras en un lugar solitaria sin dejarme despedir de nadie, dejando a todos sorprendidos por la velocidad de mi gran amiga.

Como cabe esperar, una tempestad de preguntas caen encima de mí sin piedad. A veces me pregunto cómo puede formular tantas palabras sin necesidad de respirar. Esta chica a veces sigue siendo todo un misterio para mí. Aunque al principio me resisto un poco, le cuento todo, dejando alguno que otro recuerdo vergonzoso sin mencionar.

A punto de pistola (imaginaria), me obliga a relatarle con sumo detalle los momentos más íntimos. Al final no me puedo negar y tengo que desembuchar todo mientras me muero de la vergüenza. Entre Karma y ella, me han hecho perder todo el decoro que me quedaba. ¿Con amigos así, quien necesita enemigos?

Al final del relato, Kaede se queda con una expresión que no sabría describir. No sé qué es lo que le ha sorprendido más, si mi apasionado fin de semana o los fondos familiares de Karma; creo que ambos.

Después de pequeños comentarios como “mi pequeño retoño ya ha crecido” o “tranquilo Nagisa, en mi mente siempre seguirás siendo puro”, pasamos el tema principal, el cual ya había olvidado por estar en las nubes solo pensando en mi pelirrojo predilecto.

- Bueno, Nagisa, vamos a por el segundo punto principal del día, cómo lidiar con el pervertido.

- ¡!... – ¡es verdad! Ya no me acordaba.

- Al principio habíamos dicho de ir hoy antes de que las clases empezaran, pero no hemos podido ir por qué no he podido llegar a la escuela hasta después de la segunda hora. Lo siento, ha sido mi culpa. – Se disculpa ella juntando las dos manos e inclinándose levemente hacia adelante.

- Tranquila, no pasa nada. Sé que últimamente estás muy ocupada grabando películas y anuncios. – le quito importancia el asunto. Ella me sonríe en respuesta.

- ¡Muy bien! Entonces, volviendo al asunto, creo que lo mejor sería ir al terminar las clases. Aunque lleges tarde el club, por un día, no creo que te digan nada.

Estoy de acuerdo con ella de inmediato y procedimos con la charla discutiendo algún que otro punto. Al llegar al final del descanso, nos ponemos de acuerdo para así poder seguir con lo que resta del día sin preocupaciones. O eso pensaba.

Hoy, a primera hora de la mañana, me ha tocado clases con Takaoka-sensei como es costumbre, pero por algún extraño motivo vuelve a estar aquí. Mirando las expresiones de los demás alumnos, puedo ver que no soy el único confundido. Él, no tarda demasiado a explicarnos la situación. Por lo que parece, la profesora de lengua extranjera ha tenido un accidente de coche y él la remplazará hasta que la escuela encuentre a una sustituta apropiada. Por suerte su vida no corre peligro, pero tiene heridas serías; con solo decir que tiene que estar de baja por ocho meses queda todo claro.

La noticia me cae como una bomba doble. No solo una de mis profesoras preferidas se ha tenido que ir por algo tan horrible, sino que además, el profesor que menos me gusta la sustituye. Más de uno de mis compañeros está triste por la noticia, pero por lo que parece les ha gustado la idea de que Takaoka-sensei sea el substituto. No sé qué tiene este hombre, que es uno de los profesores más amado por los alumnos. Agh… solo de ver su sonrisa de pez muerte me entran ganas de vomitar.

Después de la explicación, la clase prosigue con normalidad y sorprendentemente se le da muy bien el inglés, tiene una gran pronunciación. Todo estaba yendo bien, hasta que faltan diez minutos para finalizar las clases. No, si ya dicen que las desgracias siempre llegan juntas. Por lo que parece, nos tiene que entregar unos nuevos libros de lectura para que así practiquemos, pero se las ha dejado en su despacho. Como cabe esperar, se inventa una excusa para pedirme ayuda. Me quiero negar, pero me es difícil hacerlo sin sonar mal.

Por algún motivo, Isogai salé en mi defensa y me ayuda para convencer a Takaoka-sensei de ir él en vez de yo. Creo que al estar observándome tanto, Isogai se ha percatado que no me gusta el profesor. No puedo evitar que una gran sonrisa florezca en mi rostro al saber que me he librado de un gran momento desagradable. Pero parece que este no es mi día. Al final sigo siendo yo el ayudante, ni el gran Ikemen-sama ha podido derrotar el argumento del pervertido.

Arrastrando los pies con resignación, salgo del salón junto el hombre mayor. Una vez en su despacho personal, me indica los libros que tengo que cargar. Yo, como un relámpago, me acerco a ellos para poder salir cuanto antes de la cueva del lobo. Pero detengo todo movimiento al oír un leve “click” detrás de mí. Rezo porque no haya sido lo que pienso que ha sido. Tragando saliva me giro. Por desgracia tengo razón, por algún motivo que no me quiero imaginar, el pervertido ha cerrado con llave la única puerta del lugar. Para terminar de rematar la situación, no tengo el móvil conmigo porque está en clase y no puedo huir por la ventana porqué nos encontramos en un cuarto piso.

- ¿T-takaoka-sensei, q-qué está haciendo? – pregunto con la voz temblorosa.

- Tranquila, no es nada, solo quiero hablar un momento contigo. – dice con una sonrisa “gentil”.

- Si solo tiene que hablar, no veo la necesidad de cerrar la puerta. – le contesto mientras me acerco al gran trozo de madera para intentar abrir la puerta, que aún tiene la llave puesta en él. Pero las manos del pervertido son más rápidas que las mías. Con la izquierda detiene mi mano diestra, la cual estaba a escasos centímetros de la llave de la libertad, y con su derecha, coge el objeto de gran valor y se la guarda en el bolsillo interno de la chaqueta de su traje.

- Sí, tienes razón, pero de esta forma no podrán interrumpirnos. – responde entretanto acaricia mi pelo con su mano libre.

Asqueado por su toque, aparto dicha mano de un manotazo con mi extremidad libre e intento librarme del agarre de la otra. Intento con todas mis fuerzas liberarme pero me es imposible, no esperaba que tuviera tanta fuerza. Cuanto más forcejeo, más aprieta mi muñeca empezándome a causar dolor.

*¡¡¡PUM!!!*

- ¡¡Quédate quieta de una maldita vez!! – golpe la puerta con el puño acorralándome contra ella mientras me grita con un rostro tan distorsionado por la ira que me quedo estático sin moverme.

Me quedo totalmente inmóvil, estoy pasmado porque no me esperaba para nada el repentino arrebato de ira del otro. Mis piernas tiemblan levemente. Jamás un hombre adulto y corpulento, como es el pervertido, me había gritado e intimidado de este modo. Esta es mi primera vez. Todos los varones con los que me he relacionado hasta ahora eran mis compañeros de escuela, los cuales ciertamente eran más altos, pero delgados y de cierta forma un poco delicados porque aún tenían que crecer. También mi padre, quien es alto pero delgado con carácter manso. Por ese motivo, no puedo hacer más que quedarme quieto.

- Así es, así me gusta. – recupera su escalofriante sonrisa y me acaricia otra vez el pelo como “recompensa” por ser obediente. 

– Ai… los siento, supongo que te he asustado sin querer, pero a veces a los jóvenes se os tiene que poner un poco de mano dura cuando no hacéis caso a vuestros mayores. Espero que lo entiendas, Shiota-san. – argumenta de forma retorcida el porqué de su arrebato.

- … – no le digo nada y solo muevo la cabeza de arriba hacia abajo, dándole entender que estoy de acuerdo con lo que dice. Creo que por el momento es mejor seguirle la corriente ya que no sé hasta qué punto puede llegar si lo hago enfadar más.

- Oh, lo sabía, eres una chica muy obediente Shiota-san. No eres para nada como las otras chicas de tu edad. – me alaga, acariciando esta vez mi rostro. De inmediato me estremezco del disgusto por su contacto e inconscientemente aparto el rostro, pero a él poco le importa mi reacción y vuelve a hacerlo mientras sigue hablando. – Hoy en día todas son una descaradas que lo único que buscan es tener sexo con cualquiera a la primera oportunidad, pero tu Shiota-san… pero tú eres distinta. Lo sé, lo puedo ver, des del primer momento en que te vi sabía que eras tan pura como un lirio. Tan delicada y gentil como el primer soplo de viento de primavera. – sus cursis frases de literatura barata están a punto de podrir mis orejas.

- Entonces… si le gusta tanto mi pureza, porqué mejor no mantiene distancia de mí y deja de tocarme… – “con sus repulsivas manos”; termino la frase mentalmente. Se me queda unos segundos mirándo fijamente haciéndome temblar internamente.

- Está bien. – sorprendentemente acepta, se aparta y me libera de su agarre. – vamos, mejor nos sentamos para poder hablar más a gusto. – expresa con gentileza, como si lo de hace unos segundos fuera todo parte de mi imaginación, pero el dolor en mi muñeca me indica que todo es real.

No entiendo el hilo de pensamientos de este hombre. Es como hablar con una fórmula matemática, o sea, inentendible. Con duda, me siento el lugar que él me indica; a su lado en uno de los sofás. Parece satisfecho porque veo como ensancha todavía más su sonrisa.

- Bien, no tenemos mucho tiempo, por lo tanto iré directo al punto principal. Quiero que seas mía. – me dispara una bala sin esperarlo.

Me quedo unos segundos procesando la información porque creo que he oído mal. Eso de hacerse mayor es duro…

- ¡¿C-c-cómo?! – pregunto e intento confirmar por si mis oídos han oído mal.

- Quiero que seas mía. – vuelve a decirlo con parsimonia.

- ¡¡No!! ¡Claro que no, estás loco! – respondo negativamente. – ¡Eres un viejo verde que me dobla la edad, hasta eres mayor que mi padre!

- … – él sigue tranquilo, sentado en su lugar. A diferencia de mí que me encuentro respirando con agitación por estar gritando.

- ¡Deme la llave! – demando con firmeza mitras me levanto del asiento. – ¡Si tengo que hacerlo por la fuerza lo haré, no me importa recibir algunos golpes, por lo menos eso es mejor que la locura que pides! – le grito.

Inesperadamente el no hace nada, su expresión no cambia. Se queda unos segundos así, haciendo que me impaciencia aumente por momentos. Finalmente se digna a moverse, se levanta y se acerca a un mueblo lleno de cajones; cada uno de ellos es cuadrado y del mismo tamaño. Saca una pequeña llave de uno de sus bolsillos para abrir uno de los tantos cajones. Veo que saca una carpeta de plástico color azul oscuro. Se aparta del mueble y vuelve hacia donde me encuentro.

- Ten. – me da la carpeta.

Me quedo unos segundos dudando pero la agarro; con un mal presentimiento la abro. Su contenido me deja pálido.

- ¡¿Cómo es esto posible?! – exclamo con horror. Dentro, hay fotos de mí, pero no solo de mí, sino también de Kaede, Sugino, Kanzaki, Chiba, Nakamura, Maehara, Isogai y otros; son todos con los que mejor me llevo.

¡Pero las fotos más impactantes son las de yo con Karma! Así es, hay incontables fotos de nosotros dos juntos, alguna más inocente que otra. Para cualquiera es obvio el tipo de relación que tenemos al verlas. Las manos me tiemblan y un sudor frío moja mi frente.

- ¿C-có-cómo?... ¿Po-por qué?... ¿Qué demonios es esto? – pregunto con la voz llena de pánico.

- Sshh… tranquila, siéntete y hablemos. – me intenta apaciguar como un padre a su hija, sin tener en cuenta que estoy a un paso de un ataque al corazón por su culpa.

Estoy tan perdido e impactado que le hago caso y me siento, ya que en cualquier momento podría caer redondo al suelo. De repente oigo como el otro suspira y mueve la cabeza de un lado a otro.

- La verdad es que no quería llegar a este punto, pero me has puesto las cosas difícil. – habla con un tono herido, dando la sensación que realmente le duele este situación. Al verlo así, me entran unas ganas enormes de estrangularlo.

¡Hipócrita! Mi mente se llena de malas palabras hacia su persona y algunas de ellas las recito en voz alta. Mis insultos no le hacen ni frio ni calor. Al verlo tan relajado, me intento tranquilizar para poder pensar mejor y ver cómo salir de este lio. Pero el enfocar la vista en las imágenes el miedo crece en mí, haciéndome preguntar, qué locura más es capaz de hacer.

- Como puedes ver, he mandado a alguien a seguirte. Sé con quienes te llevas mejor y con quienes no tanto. Sé que profesores te caen bien y cuales no. Sé que es lo que te gusta y lo que no… para ir rápidos lo sé todo de ti. Y claro, eso incluye… tu pequeño secreto. – me revela con una sonrisa confiada. Cada palabra suya hace que el miedo crezca más y más. – Pobre Shiota-san, que desdicha la tuya por tener una madre tan… podríamos decir, especial, y un padre que lo único que sabe hacer es huir. Aunque he de reconocer que has crecido esplendido a pesar de eso. – me halaga.

- … – empiezo a ponerme azul al saber que realmente sabe todo de mí.

- Ay… pero pobre de ti, eres tan puro y te ha falta tanta amor en tu vida que has sido hechizado por las palabras del diablo. – continua su discurso mientras apunta con un dedo una de las fotos en mis manos, indicando con la mirada que el diablo al cual se refiere es Karma. – Pero no te preocupes, yo te ayudaré a deshacerte de él.

- ¡¿D-deshacerte de él?! – me pongo pálido como el papel al oírlo. – ¡¿A qué te refieres con desacerté de él?! – pregunto, ahora temblando de pies a cabeza pensando en lo peor.

- Hahahaha, tranquilo, nada serio. – ríe de forma escalofriante lo cual me pone los pelos de punta. – en realidad eres tu miso quien ara todo el trabajo. Solo tienes que ir y decirle que no quieres nada más con él, si no acepta, simplemente dile que expondrás vuestra relación. Estoy seguro que no querrá eso, después de todo sería un gran escándalo. Su nueva familia seguro que no le gustaría para nada que algo así fuera expuesto, después de todo, Asano Gakuhō quiere poner su candidatura para ser primer ministro. Si algo así saliera a la luz, no solo arruinaría dicho posible puesto, sino también la imagen de toda la familia Asano, haciendo peligrar algo más que la reputación. Si algo así pasara, estoy seguro que Akabane-sensei se ganaría el desprecio de su nueva y encantadora familia. Y eso… realmente sería una pena, ya que el pobre lo pasó bastante mal con su padre.

- ¡!… – creo que pronto vomitaré. Todo este monólogo es una clara amenaza. Me está diciendo que si no rompo con Karma le destrozara la vida, y la verdad, con la cantidad de imágenes no le faltan pruebas. Además, está muy bien informado, posiblemente sabe más de la vida de Karma que yo.

- ¿En verdad sería una pena que después de encontrar a una familia tan amorosa, la perdiera, verdad? – me pregunta con alegría. – ¿No piensas lo mismo Shiota-san?

- … – las palabras no me salen, y aunque salieran, serían cosas incoherentes porque no sé cómo responder a la situación.

Jamás habría pensado que algo tan grande me podría suceder. ¡Por dios! ¡Soy un chico normal, el cual ha vivido una vida normal! Bueno, eso si dejamos a un lado la parte de tener que vestirme de chica por tener a una madre mentalmente inestable.

- Está bien, tranquilo, no hace falta que me respondas ahora. Te dejo hasta mañana para pensarlo. – me dice mientras acaricia mi espalda con suavidad, el cual es un simple toque, pero después de todo lo vivido este simple roce me hace temblar como una hoja. – Espero que la respuesta que me des sea positiva.

Quiero decirle que no hay manera que acepte algo tan descabellado, pero al mirar sus ojos negros, sé que no se anda con bromas. Si no le doy la respuesta que quiere, podría llegar a hacer algo peor que sacar a flote mi relación con Karma, destrozándole así su carrera y la relación con la familia Asano

¿Karma, yo… qué puedo hacer?

Notas finales:

¡Fin del capítulo!
Mientras estaba escribiendo, tenía unas ganas enormes de despellejar vivo a Takaoka.
¡¿Cómo se atreve a asustar así a nuestro adorable Nagi?!

Aunque... pensándolo bien, supongo que yo tengo la culpa de todo porque así lo he escrito...
Bueno, a pesar de todo, espero que os haya gustado el capítulo.

¡Nos leemos en el siguiente, besos!


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