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Broken Chord por Naotsuki-chan

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Notas del fanfic:

el capitulo 0 de esta historia se encuentra en el apartado PILOT.

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Notas del capitulo:

Bueno aqui estoy de nuevo pff espero que me acompañen en este nuevo proyecto, sin mucho preambulo a leer.

El pueblo del remolino, apodado así por estar situado en una pequeña isla lejana a las habituales de Asia, una isla en medio de la nada, con vegetación única como sus habitantes, novecientos treinta para ser exactos, las calles del pueblo ubicado en medio de la isla era pintoresco,  las casas de diferentes y llamativos colores daban al lugar un aire mágico, un pueblo de tranquilidad y paz, un lugar que hoy está de luto. En la colina al este de la isla se encuentra el panteón, donde hay más árboles que tumbas, cerca de un hermoso árbol de cerezo se encontraban todos los habitantes, despidiendo a una de las personas más queridas del pueblo. Entre la multitud frente al féretro donde yacía el cuerpo de una hermosa mujer de cabellera larga y roja, con una sonrisa tranquila y vestida de blanco, se encontraba el único tesoro de la ya fallecida Kushina Uzumaki, las palabras del sacerdote dando el último adiós a su querida “hermana”, llenaron de más lagrimas los ojos de los presentes en especial de su único hijo Naruto Uzumaki, un rubio de ojos azules, marcas en la cara parecidos a unos bigotes y completamente vestido de negro.


 


-        Que el señor este con ustedes – la frase de termino dicho por el sacerdote.


 


Uno  a uno comenzando por el hijo de la fallecida, comenzaron a lanzar las rosas rojas que cada uno portaba. El funeral termino con la colocación de la lápida.


 


-        Naruto…-- la voz de una jovencita de alrededor de 18 años se escuchó a lado del rubio. Karin Uzumaki pelirroja, de ojos rojos y piel blanca, su cara se marcaba con los anteojos que usaba.


 


-        Prima…-- ronca así estaba su garganta, desde la muerte de su mama una noche antes, no había parado de llorar.


 


 


-        Ella no quisiera verte así – la oji rojo poso una de sus manos en el hombro de Naruto, el cual solamente agacho la mirada ocultando sus ojos tras el  flequillo de su largo cabello rubio.


 


-        Lo sé… -- se limpió las lágrimas que caían por sus mejillas, para voltear a ver a su prima, dándose cuenta que eran los únicos que yacían en el lugar.


 


 


-        Papa nos espera—Karin tomo de la mano al rubio y trato de animarlo con una sonrisa, perder a su tía y a su madre, respectivamente, era un golpe muy duro para la pequeña familia que eran.


 


La casa de los Uzumaki era la más llamativa de ese pequeño pueblo, su jardín estaba lleno de flores de todos los colores, sus paredes de la fachada era de un color naranja intenso, difícil no ubicarla, a calles de distancia, compuesta por dos pisos, 4 habitaciones, sala, comedor y dos baños, pequeña pero acogedora, así lo denominaban. Naruto entro recorriendo con la mirada la decoración de su casa, aquella que su madre no cambiaba aunque muchos decían que era anticuada, en todas o la mayoría de sus paredes colgaban pinturas y fotografías  en blanco y negro, todas de músicos reconocidos, pasando de Beethoven, Mozart, Vivaldi hasta Elvis, y The Beatles, por mencionar algunos, con cada uno de los cuadros con los muebles, con cada cosa que había en esa casa no hacía más que recordar a su mama, las lágrimas que desde hace unas horas se habían secado en sus mejillas bajaron con rapidez y fluidez. Pasó rápidamente por la sala y subió corriendo las escaleras hacia su habitación.


 


-        ¡Naruto! – la voz de la pelirroja se escuchó haciendo que su padre y tío de Naruto saliera de la cocina


 


-        Déjalo Karin – dijo un pelirrojo  con los ojos rojos al igual que su hija y piel blanquecina  y al igual que su sobrino e hija llevaba un traje negro.


 


 


-        Naru…el… --la voz baja y triste de la chica se escuchó.


 


-        Necesita tiempo…-- menciono en un susurro el mayor mientras se acercaba a abrazar a su única hija, sabía que la pérdida de su hermana no se superaría de la noche a la mañana, solo esperaba que su sobrino fuera fuerte para lo que se venía, sin que su hija se diera cuenta dirigió su mirada a la mesita del centro de la sala donde aún en una caja se encontraban una serie de cartas.


 


 


Y así pasaron los días, el rubio poco a poco retomaba su rutina, iba a la escuela que solo llegaba hasta el último de preparatoria y él iba en primero. Hoy era el último día de la semana que daba paso a las vacaciones invernales, llego a su casa a la que de a poco se acostumbraba de nuevo, ahora vivían con él sus tíos, Nagato hermano de su mama y Pain el esposo de este, sin olvidar claro a su prima, ellos anteriormente  se encontraban en Japón en Kioto para ser más exactos, sus tíos eran artistas, Nagato era un dibujante actualmente de manga y su esposo chef de un restaurante propio.


 


-        Bienvenido Naruto – la voz grave del alto hombre de cabello naranja, ojos lilas y piel blanca, se escuchó saliendo de la cocina, portaba un pantalón café y una camiseta blanca debajo de un delantal rojo cereza. – ¿Cómo estuvo la escuela?


 


-        Normal—con voz apagada siempre contestaba así, a pesar que en la escuela se esforzaba por “no causar pena” como lo había denominado  a que todos sus compañeros y amigos le dieran el pésame por la muerte de su madre.


 


 


-        La comida estará en diez minutos, ¿Por qué no subes y te cambias? – el peli naranja dijo con un leve suspiro.


 


-        ¿Y Karin? – pregunto mientras dejaba se encaminaba a las escaleras.


 


 


-        Fue con Nagato a comprar algunas cajas de cartón—menciono a lo cual solo recibió un asentamiento de cabeza por parte del rubio seña de que lo había escuchado.


 


Y sin más subió a su cuarto, una vez llego a  su habitación dejo caer la mochila cerca de la puerta, y suspiro pesadamente, hace unas noches sus tíos le  habían comentado la posibilidad de que se fuera a vivir con ellos, tenía contemplado que la estadía de sus parientes solo era temporal puesto que ellos tenían su vida hecha en Kioto. Él no se quería ir, este era su hogar, pero sabía que al no tener a su madre con él, la ley no permitía que el viviera solo, además que no tenía trabajo, aunque viviendo en una de las islas de Kuriles, no veía la necesidad de trabajar más que con la pequeña huerta que tenía en su patio trasero y podría tomar a los alumnos de música que su madre tenía por las tardes. Miro por la ventana observando el bello paisaje de verdes pastos y árboles secos que pintaban el horizonte, algo en verdad extraño pues estaban a mediados de noviembre, pero por ser las mágicas islas del paraíso natural, como llamaban a ese pequeño conjunto de islas, era más que normal para los lugareños. Recorrió su vista hasta posarla en la caja de zapatos que estaba sobre su escritorio. Después de la muerte de su madre su tío Nagato le había dado esa caja, puesto que ahí estaba la famosa carta, que en su lecho de muerte, su madre le había mencionado, desde que se la había dado no tenía el valor para abrirla, sabía que tenía que hacerlo, por su madre, se dijo una vez, y como había dicho a su tío, “me iré con ustedes  después de cumplir con lo que mi madre me pidió”.


 


-        ¡Naruto la comida! –se escuchó el grito de su prima desde la planta baja, no sabía cuánto tiempo había  pasado contemplando esa caja, suspiro otra vez y contesto.


 


-        ¡Voy!


 


 


La comida fue tranquila y silenciosa sabía que sus tíos, su ahora única familia, estaban preocupados pero con una sonrisa les dijo que todo está bien.


 


Después de algunas horas en las que hizo sus deberes en la casa, como de costumbre, limpiar su cuarto, lavar los trastos y tirar la basura, regreso a su habitación y con un valor que no había tenido antes, tomo la caja de zapatos y se sentó en su cama con ella en sus manos, tomo aire profundamente y la abrió. En el interior se podían apreciar unos cuantos sobres y fotografías, tomo primero las fotos y las vio una por una, sonrió con  tristeza, todas las fotos eran de su madre desde el día en que inició su carrera como maestra de música, su graduación, de los pocos alumnos que tenía, al pasar las fotos las lágrimas se hacían presentes en sus ojos, algunas de las fotos eran de ella cuando estaba embarazada, el día en que el nació, sus primeros pasos, todos los momentos importantes de su madre estaban grabados en esas imágenes, su sonrisa no abandono su rostro hasta que llego a la última fotografía, la vio primero por el respaldo en el cual grababa con letra propia de su madre “Él y yo”, la volteo lentamente para luego fruncir el cejo,  en ella se mostraba a su madre tan radiante y feliz en los brazos de un joven rubio de ojos azules  y de porte elegante, ese hombre al que nunca le había llamado padre, aunque su madre siempre le contaba de él, nunca le tomo afecto, puesto que para él era un completo desconocido, para él era simplemente un bastardo que abandono a su madre cuando ella estaba embarazada. Soltó la foto con furia y tomo los sobres que aún estaban en la caja, el primer sobre  tenía un color naranja, eso volvió a posar una sonrisa en sus labios, pues recordaba que su madre siempre guardaba sus cartas en sobres de colores. La contemplo un  momento observando la caligrafía de su madre que escribía “Naruto”, sin más preámbulos abrió la carta dejando los demás sobres sobre la cama. Desdoblo las hojas, porque al parecer no era una sola hoja lo que contenía el sobre, la sonrisa de su rostro no se borraba y se ensancho más al notar que la carta estaba escrita en partituras. Acaricio la hoja con cariño se podía ver las notas musicales de una hermosa canción.


 


En un día de estos en que suelo pensar  “ hoy va a ser el día menos pensado”, nos hemos cruzado, has decidido mirar,  a los ojitos azules que ahora van a tu lado.


La primera estrofa de esa canción le llamo la atención, se imaginó a su mama en uno de los sábados en los que tomaba su guitarra y se ponía a tocar sacando las hermosas tonadas que a él le encantaban. Pronto las notas musicales se transformaban en una caligrafía delicada pero decidida.


 


Mi hermoso hijo Naruto, si estás leyendo esto es porque ya no estoy contigo o al menos no físicamente, sé que es duro de aceptarlo mi amor pero quiero que sepas que me voy tranquila, viví los momentos más maravillosos que una mujer puede desear.


 


Desde el momento en el que te conocí  resumiendo con prisas tiempo de silencio  te juro que a nadie le he vuelto a decir que tenemos el récord del mundo en querernos.


Una nueva estrofa se interponía en la hermosa letra de su madre.


 


Conocí el amor, conocí lo que es decepcionarse y sin más conocí lo que es ser madre, mi niño tu eres el mejor regalo que la vida me ha dado, por ese motivo mi solecito no quiero que llores por mí ausencia porque lo que más quiero recordar es tu hermosa sonrisa.


 


Por eso esperaba con la carita empapada a que llegaras con rosas, con mil rosas para mí, porque ya sabes que me encantan esas cosas que no importa si es muy tonto, soy así. Y aún me parece mentira que se escape mi vida imaginando que vuelves a pasarte por aquí, donde los viernes cada tarde, como siempre, la esperanza dice "quieta, hoy quizás sí..."


De solo leer esas estrofas se le oprimía el corazón.


 


Tal vez lo que voy a pedirte sea un tanto egoísta,  pero lo último que deseo, lo que espero que puedas cumplirme mi niño, es… que conozcas a tu padre, aquel hombre que me dio el regalo más grande del mundo… tu.


 


Cerro los ojos y suspiro pesadamente, de todas las cosas que se pudo imaginar, su madre le pedía eso, aparto las hojas dejándolas en la cama, y miro hacia la ventana donde el sol se estaba ocultando, ya había descubierto el último deseo de su madre, él tenía que conocer al bastardo que le rompió el corazón, tenía que ir a ver a Minato Namikaze, su padre.

Notas finales:

Espero que les haya agradado y espero sus comentarios, nos veremos pronto nya~


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