Ver tu guitarra (te juro que no te la robé, tu hermana me la regaló) colgada en la puerta hace que mis dedos se agiten. Estoy esperando a que tus pequeños y dulces puños golpeen la madera, así podré decirte que por favor pases, te sentarás a mi lado y acariciaras mis largos cabellos.
Siento el calor en mi cara, no es el mismo calor que me ponía las mejillas rosas cuando me dabas un beso fugaz en medio de una caminata. Es otro tipo de calor, es mucho más trágico, porque ahora me siento impotente.
Todo el color que me rodea ya no significa nada. Las calcomanías color rosa que me gustaba pegar en mis mejillas se están quedando sin pegamento con el paso del tiempo. No pienso decorar mi rostro si no es para ti.
¿Quién me va a dar una mirada como las que me dabas cuando me veías al otro lado de tu ventana? ¿Dónde encuentro unos ojos como esos? ¿Vas a volver a las tres para calmar mis pesadillas y pintar todo de rosa?
Los chicos se la pasan diciendo que voy a estar bien, incluso traen pastelitos de crema rosa para la merienda, pero ahora me dan asco. Y no quiero que ellos estén en casa, no es personal, solo te extraño.
Recuerdo esas tardes en las que el sol se nos iba, el cielo era tintado de color rosa pastel por los artistas del Olimpo, no nos importaba, nos quedábamos en la esquina de tu avenida favorita, y tocabas la guitarra, solo para mí.
Nunca lo supiste, pero al volver a casa siempre escribía poemas de lo hermosa que se escuchaba tu risa, o de lo bien que olía tu cabello cuando te escondías en mi cuello, incluso escribía de la forma en la que la gente nos miraba.
Enrollaba cada uno de ellos y los guardaba como mi mayor tesoro en la botella de vodka que bebimos en nuestra primera cita. La guardé y nunca lo vas a saber.
Pero desde que tu hermana llamó a mi celular ese día, no había vuelto a escribir algo. Ni de ti. Ni de mí. Ni de nosotros. Nosotros… esa palabra hace que la herida en mi corazón sea imposible de sanar.
No quiero seguir escribiéndole palabras al vacío en vez de dándote besos sobre el césped del observatorio. Las cosas son más trágicas de lo que parecen, porque ahora el rosa se volvió gris.
Todo es tan gris y no rosa.
Por favor volvamos a cuando contar las estrellas, cantar y tocar la guitarra era todo lo que me hacía feliz. Por favor vuelve a sonreírme una última vez antes de que corra calle abajo para que tu padre nos descubra.
Volvamos a cuando componías canciones en mi espalda y te reías de los nombres que le ponía a tus lunares. Volvamos al día en que nos conocimos por esa estúpida última lata de cerveza, era rosa y edición limitada, no me puedes culpar por gritar.
Todo era tan rosa y no gris.
Me siento mal por la gente que jamás te va a conocer. Me quiebra a la mitad saber que un ángel como tú no volverá a ver el rosa del cielo a mi lado. Mi pequeña estrella se apagó y no quiero teñir mis largos mechones de rosa si no es para ti.