Frío como la Nieve.
Primera Caída.
Pov. Lavi
-Dos semanas antes-
Domingo.
Eran casi las cinco de la madrugada cuando comencé seriamente a preocuparme por él, por su respiración jadeante cada vez más notorio y algunos movimientos involuntarios, entre ellos, siempre recordaré la forma en la cual extendía su brazo intentando alcanzar algo con los dedos.
Mi primer impulso fue sujetar su mano para calmarlo... pero a medio camino me convencí de que era una tontería. Procedí a una reacción mas normal comencé agitarlo de los hombros mientras lo llamaba, podía abofetearlo si era necesario.
De hecho, cada vez me resultaba más difícil ignorar los característicos sollozos de Allen en horarios nocturnos, era una persona completamente diferente y me hacía preguntar ¿qué había de malo con él? Creí haberme acostumbrado, creí haberle relegado la importancia que carecía, y en la mañana siguiente aparentaría normalidad, ningún acontecimiento extraño se había producido fuera de la vigilia y me centraba más en mi preocupaciones personales.
Pero la pesadilla de Allen se alimentaba de él de una forma aun más vivida y preocupante. Y pensé "quizás si fuera yo, desearía que me despertasen". Era una bueno forma de autoengaño, plagarlo todo de ideas egoístas y egoístas.
Cuando al fin abrió los ojos de par en par, me apartó de un golpe para él lograr incorporarse, hasta mí me sorprendió ese pequeño gesto. No lucía demacrado, solo desorientado. Estructurando lentamente el fondo oscuro en busca de un poco más de lucidez y reparando lentamente en lo apresurado que latía su propio corazón. Posó una mano en su pecho aun con los ojos desorbitados, repitiendo imágenes en su mente que no estaba ahí, por lo que tuve la modesta iniciativa de chasquear frente a su nariz un par de veces los dedos para traerlo por completo a la realidad.
— Allen... pesadillas... — Dije emulando un tono obvio, distractorio. Por el rabillo del ojo, me captó a su lado por fin, y con el desastre de respiración revoltosa logró articular un apenas distinguido "¿Qué?"
Aun no comprendía del todo la situación. Cerró los ojos buscando calma. Ya había logrado amoldar mi visión lo suficiente a la oscuridad para captar el fuerte rubor que cubría sus mejillas a pesar del frío. Un toque de color que siempre me pareció interesante y agradable de admirar.
— Estoy sudando... — Se quejó, totalmente desagradado de su propio aspecto mientras tomaba el extremo de su camiseta para limpiar su frente, en efecto, del delgado abdomen doblado en dos se deslizaban pequeñas gotas brillantes, a lo cual me hizo preguntarme enésima vez... ¿a dónde iba a parar toda la comida que se zampaba? Realmente se veía delgado... más aun, era un cuerpo que aun no había desarrollado la madurez de un hombre — Lo siento... te desperté...
Gracias a ese causal comentario, me di cuenta de la dirección peligrosa a la cual estaba dirigiendo mis ojos (está fuera de lugar aclarar porqué), fue seguido de Allen dejando caer la ropa, cubriendo su barriga de nueva cuenta.
Levanté la mirada y comprobé como su rostro se translucía terriblemente culpable y... cansado. así es como era él, tenía la imperiosa necesidad de no molestar al prójimo, y si con ello debía ocultar su propio dolor, así lo haría. Fue algo que pude comprender con el tiempo.
— No es nada. — Me encogí de hombros restándole importancia, mientras me apoyaba sobre mis codos. — Además, sentí un poco de pena por ti... — Dije con falsa modestia. — ¿Qué soñabas? —
La pregunta fue directa, pero no desencajaba con el contexto. Era una idea que llevaba revoloteando en mi cabeza desde hacía ya un tiempo. No quería parecer todo un entrometido - ah, lo sé, eso mismo dista bastante de la opinión popular hacia mi persona -. En serio, no cabía en mi manejar con asuntos ajenos, francamente no me incumbía... o no me atraía lo suficiente los terrores nocturnos de mi compañero de cuarto puesto que estaba demasiado ensimismadas en las consecuencias - efecto rebote- que producía en mí. Pero poco a poco las cosas fueron cambiando dentro de mi mente.
Estaba viendo las cosas más claras. Y si a lo mejor en un principio yo hubiese mostrado un poco de más empatía.... quizás esta distancia entre los dos no sería tan tangible. Sí, en vez de molestarme de forma egoísta, estaba un tanto preocupado.... Hace casi un mes que he decidido tomar medidas al respecto, y dormir con el fue el primer paso desastroso. Puesto que atarlo a la cama a lo bruto no eran quizás la mejor de las soluciones, lo admito.
— ¡Ah! — Exclamó cuando puse mi mano fría en su espalda. Ese gemido me pareció adorable.
— Creí que morías de calor.
— No hagas eso. — Al menos ya no se veía tan ido. Volvió a acostarse tapándose hasta la nariz. Apenas y podía ver como apretaba las blancas pestañas. — So- solo fue... un golpe de calor. Estoy bien.
El sudor se había enfriado muy pronto, y el cambio brusco de temperatura no resultaba ser tan bueno para cuerpo.
— Ey... cálmate.
— Estoy... bien...
— Te creería si no oyera tus dientes castañear. — Tomé su mano bajo la manta con fuerza. — Oye, estoy aquí... así que respira pronfundamente... con calma... así. — Al ver que me obedecía pero el temblor de su cuerpo no se iba suspiré frunciendo suavemente las cejas. — No vas a responder mi pregunta ¿verdad? Lo suponía...
— ¿Qué...? — Abrió los ojos mirándome confuso.
Allen siempre es así, de esa manera... bueno evitar dar respuestas sobre sí mismo. Quizás hayan cosas en su comportamiento que lo hagan muy trasparente a mi modo de ver, pero no es cien por cien así. De hecho, a pesar de que los último tiempos parecía que podíamos llegar a ser amigos y todos... él solo sigue alejándose... en su pequeño propio mundo.
— No es nada... es igual. — No quiero que se note que me enfurruñado. Es por esto que me digo... que no debería importarme nada de lo que pase con Allen. Solo tengo que esperar un poco más, solo un poco más para graduarme y ser libre de este chico.
Cuando Allen soltó mi mano y se dio la vuelta sin más quedé disgustado. Cuando uno se toma la molestia... de intentar ayudarlo, calmarlo... él solo no cede.
Por eso, últimamente, me repito lo mismo todo el tiempo.
— Es... difícil de explicar.
Y aun así, él sigue logrando sorprenderme. Mi intención era animarle a que continuará... pero él solo siguió sin empujones de mi parte.
Más importante aun, no había olvidado ni ignorado mi pregunta.
— Hay una... mano fría que va a tocar mi pecho... se acerca lentamente, cada vez más cerca y... siento un terrible escalofrío rasguñar toda mi piel con anticipación... Es raro... no quiero que me toque... Porque sé que si lo hace, comenzará a bajar. — Respiraba con fuerza mientras se hacía un ovillo, aun temblando de frío. Con sus brazos rodeaba sus hombros. — Entonces me despierto.
Me quedo un momento callado, intentando comprender lo que Allen estaba diciendo, parecían haber huecos entre cada oración, ocultando los datos más confusos y vergonzosos. No tenía mucho que hacer con esa información...
Miré su nuca descubierta y los cabellos desordenados sobre la almohada. Blanco y frío, como un copo de nieve.
— ¿Siempre sueñas lo mismo?
— ... — Omitió aun más información con su silencio. Al menos, los temblores iban poco a poco aminorando. — Solo es una tonta pesadilla. — Zanjó el tema.
Sabía lo que estaba pasando, se acobardó. Y se arrepintió de ser honesto, de haber expuesto su sueño a alguien poco confiable como yo, quien no se toma las cosas en serio. Eso es lo que Allen piensa de mí y admito que soy así por defecto, pero no es del todo absoluto, solo diferencio lo importante de las cosas que no valen la pena...
Y la importancia que ha ido adquiriendo Allen a mí lado es un misterio incluso para mí mismo.
Me gustaría mostrarle un poco de lo que me importa con algún gesto que lo calme, pero todo lo que hacía o decía, siempre lo tomaba a mal. No entiendo ese rechazo de su parte, incluso antes apartó mi mano de la suya y me dio la espalda... Si solo hubiera mantenido ese contacto me haría estar más seguro de lo que digo o hago.
Al final, nunca entendería Allen Walker... y eso hacía que tampoco me entendiera del todo a mi mismo. Pareciera como si lentamente, me hubiera transmitido todas sus inseguridades... y a estas alturas yo solo quería saber qué era lo que estaba mal en él.
Tan frío como la nieve, me impera la necesidad de derretirla.