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No puedo dormir por SweetCupcake

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Notas del capitulo:

 

 

 

El domingo la pasé completamente aburrido. Lavi no se presentó en todo el día siguiente otra vez, normal, debía estar divirtiéndose por ahí seguramente y… evitándome un poco. Mientras yo era ese idiota que le daba miedo salir a aventurarse por ahí por temor a perderse tan tontamente como el día anterior, por tanto, solo me quedé admirando el desorden de Lavi con un refunfuño, cuando Lavi me vio jugar con la cola de Tim antes de salir en la mañana, luciendo muy “entretenido y realizado”, emitió una suave sonrisa y nada más. No me dio la sensación de que era ese tipo de sonrisa que pasaba desapercibida… como cuando exclama algún comentario en medio de la calle, solo para sí mismo… Era realmente… muy diferente a mi primera impresión benigna del día anterior, ya no era una risa burlesca, malintencionada… Estuve extrañado largo rato, porque creí que habría alguna consecuencia, alguna alusión a lo que ocurrió anoche más aquel avistamiento hacia su cama para nosotros era como si nunca hubiese ocurrida.

¿Eso era una buena señal? No lo sabía.

La lucha contra el desastre de Lavi fue postergada para más adelante, y me centré ese día en terminar de instalarme. El armario de pared estaba dividido en dos por un pequeño panel y estaba asegurada con llave para evitar hurtos y así, ante cualquier pérdida de un objeto personal dentro del institucional caía bajo nuestro propio riesgo. La puerta de la habitación también tenía llave pero esta vez, por obvias razón, Lavi y yo compartíamos la misma copia. Limpié y coloqué lo poco de mis accesorios lo más lentamente posible haciendo tiempo, esperando porque el largo domingo llegara a su fin y así dar comienzo las clases. El resto de tiempo me puse los cascos para cuchar música y comencé a hacer preguntas existenciales que no viene al caso contar ahora mismo, así… hasta caer la noche. Una de las noches más tortuosas que vine a dar puesto que los nervios de empezar una vida desde cero en Black Order hasta mi graduación se anudaron en mi estómago, dejándome completamente tenso, me levanté varias veces para ir al baño, cada vez sintiéndome el cuerpo más agotado.

La alarma sonó veinte minutos después de que logré conciliar el sueño. – Moyashiiiiiiiiiii – Se quejó Lavi para que apagara el despertador, lo miré frotándome los ojos algo molesto puesto que una vez más, había regresado tarde en la noche y… con olor alcohol, por supuesto.

– Mi nombre es Allen ¿Cuándo vas a recordarlo? – Pegué un salto poniéndome el jersey de inmediato, sin detenerme en más cavilaciones estúpidas.

– Mmh… – Esa fue su única respuesta, estaba completamente enroscado en un lío de mantas menos sus hombros que se asomaban desnudos, un brazo rozando el suelo y la cabeza hundida en la almohada, vuelta a la pared con el pelo tan enredado que parecía que hubiese pasado un huracán por él, por último me fijé en un colgante con una llave que había pasado por alto antes. No recuerdo el momento en que entró a la habitación, sería justo cuando estaba dormitando ¿será también que él entra por la misma ventana evadiendo las rejas y el vigilante nocturno? De repente, recordé lo ocurrido el sábado por la noche y mi corazón se aceleró. Golpeé mis mejillas intentando quitarle importancia y me fui corriendo al baño ha asearme un poco. Una vez tenía las cosas lista y había señalado la localización para que Timcampy pueda comprobarla de vez en cuando y no ocurre el incidente de anoche, tomé el desayuno en el comedor de la residencia, después repasé los materiales y la lista de materias que iba a tener ese lunes la cual había descargado de la página del Black Order. Iba bien de tiempo, estaba a punto de salir cuando eché otra mirada a mi compañero de piso, pareciera como si no se hubiese movido ni un solo ápice. – Lavi. – Le llamé por su nombre y extendí la mano pare remover su hombro…

Pero me contuve en el último momento, su piel se veía cremosa y no quería comprobar como se sentía tocarlo… no por ahora.

La imagen de aquel ojo despierto mirando la nada no parecía querer abandonarme, respiré hondo intentando quitarle importancia, aquello nunca pasó. – Vas a llegar tarde, pero supongo que eso no te importa demasiado ¿verdad? – Esta vez no recibí respuesta, no sabía si quería escuchar algo o no…

Pasé por delante de la habitación de Alma ¿estaría el durmiendo? ¿sería descortés golpear su puerta tan temprano en la mañana, aun si era horario de marchar al instituto? Otra vez, me sentí acobardado y salí de allí. La mañana se respiraba muy fresca, más que la noche y di un pequeño trote hasta salir hasta las rejas, despidiéndome del vigilante que desayunaba una taza de café, no era el mismo que del anoche por supuesto, su nombre era Didi. Le saludé cortésmente pero aquel tipo quizás estaba aun medio dormido… solo se dedico a arquear una ceja tras esas redondas gafas de sol.

Por suerte, no era el único residente en acudir temprano, así que sigilosamente seguí a unos chicos que me condujeron hasta el colegio. Estaba feliz de mi estrategia anti-perderse lo cual sumó un extra de tiempo, Tim se posó en mi cabeza y caminamos tranquilos por los alrededores intentando familiarizarme de una vez con la estancia –otra vez, no bastaba con el paseo que di con Alma y Lenalee- cuando una persona en particular me llamó la atención, estaba practicando con una espada descalzo, sobre la yerba al aire libre y admiré esa capacidad tan saludable y aplicada que tenía, planteándome a mí mismo que tal vez tenía que seguir el mismo ejemplo y comenzar a correr por las mañanas para no perder el toque. Tan ensimismado estaba en mis propios pensamientos y en los movimientos de la espada que poco a poco, fui acercándome más a la reja, aquello no era una espada de bambú, si no una katana, una katana que parecía de verdad… y podía llegar a ser muy peligrosa. – ¡Ah! – Exclamé sorprendido de lo serio que se podía tomar alguien así mismo si practicaba con un arma de verdad, no, siquiera… ¿era posible que esa fuera legal en una institución académica? Mire el rosto del chicho percatándome de otra cosa que no supe si catalogar de forma más preocúpate, no lo había reconocido porque lleva el cabello recogido en forma de rodete, pero estaba seguro de que él era… – ¿Moyashi? – Detuvo sus movimientos, y me miró. Yo parpadeé, todavía demasiado sorprendido con el nuevo descubrimiento como para enfadarme por ese horrible mote, que vete tú a saber que debía significar en realidad. – ¿Qué coño…? ¿Eres acaso un acosador? – Torció el gesto.

– ¿¡Qué!? – Contesté incrédulo por la descabellada recriminación, realmente, no sé de que me había visto cara, pero desde luego, no de nada bueno. Para empezar, si te pones en medio del patio a practicar con una Katana de verdad, desnudo de cintura para arriba ¿no estaba pidiendo a grito la atención de cualquier curioso? ¡Nadie en su sano juicio querría acosarlo! Menos con esa cara de tener un palo metido en el culo las veinticuatro horas del día y encima, blandiendo una katana. – Ni un tus sueños, Bakanda. – Saqué la lengua algo sonrojado, porque no me quitaba los ojos de un profundo azabache de encima, acusador… y porque fijándome bien tenía rostro de niña a diferencia del cuerpo bien trabajado y no puedo entender como un alguien podía llegar a tener el flequillo tan recto.

Sí, en definitiva… este tío no me caía bien.

Chasqueo la lengua molesto. – Admite que se te caía la baba, estúpido Moyashi… Di media vuelta para seguir mi camino cuando dijo aquello, el corazón se me paró de pronto y me sonrojé.

– ¡Deja de llamarme Moyashi, mi nombre es Allen, Allen Walker! – Le grité fuera de sí, tomando con fuerza el alambrado, lo único que nos separaba y él tan tranquilo, bebió un poco de su botella de agua, un buen rato… ignorándome por completo. – ¿¡Me has escuchado!?

– Tsk. – Se quitó la humedad de su barbilla con un gesto de muñeca, sin mirar hacia aquí. – Gritas como una niña virgen. Largo de aquí.

– Vir… – Mis colores ascendieron al doble, busqué un millón de formas de contestarle con ingenio, barra, insultarle, pero no estaba brillante esa mañana…

O…

Realmente… no podía negar que un poco de sus palabras si era ciertas….

¡Pero no venía al caso!

Lo cierto es que me sonrió prepotente. – ¿Di en el clavo? – ¡AAAAAAGH! ¡Quería ahorcarlo!

Pateé frustrado la alambrada que tembló un buen rato en respuesta. – Vámonos Tim. – Dije cuando este ya tenía intenciones de romper el alambre con sus dientes. Maquinando mil y una formas de hacérselas pagar la próximas vez, estaba seguro, muy seguro… Y pensar que Alma me había dicho que él era muy tierno y solo era un poco difícil de conocer ¡y una mierda! ¡era un cretino, bocaza, mal educado!

¡Kanda Yu definitivamente era lo peor…! ¡Lo peor…!

 

I-Cant-Sleep

 

Al fin las tortuosas horas de clase habían finalizado. Estaba bastante decepcionado pues en contra de lo que imaginé, atender a las lecciones tan avanzadas a estas alturas de año suponía un mayor esfuerzo de lo que actualmente podía dar, añadiendole el problema de un Tim inesperadamente inquieto que intentaba disparar de mi mochila a la más mínima oportunidad. Lo tomé de la cola para regañarle. – Se supone que quien debería estar nervioso por su primer día soy yo, no tú. – Me negó sudando. Era inútil llegar a un acuerdo con un aparato altamente inteligente y bien programado para situaciones extrañas, Cross se había dado el gusto de trastearlo en su tiempo tanto como quería y este es el resultado de años de perfección. Suspiré y le sonreí a mi pobre Tim para calmarlo. Al fin las tortuosas horas de clase habían finalizado, poner atención al avanzado ritmo de clase supuso un mayor esfuerzo de lo que me imaginé, y Tim no se estaba quieto queriendo disparar de mi maleta todas las oportunidades que podía burlarme. Para colmo de los males, no solo no dejaba de darle vueltas a la cabeza a aquel encuentro con Kanda en la mañana y… lo transparente que me vi en aquel momento, si no que además más adelante, un extraño hombre de lentes y un ridículo gorro se presentó ante mi como Komui Lee con una gran sonrisa… muy siniestra, era el hermano mayor de Lenalee y la primera palabra en su boca fue –  Pulpo – lo cual, me dio un antojo muy grande de comer aquel enigmático marisco – y me amenazó de diversas formas no muy disimuladas como acabaría con mi vida si llegaba a sospechar si había algo entre mí y – palabras textuales–  la dulce e inocente Lenalee…

No supe como responder aquello más se me cortó la digestión y algunos compañeros juraron que estaba completamente morado.

En síntesis… se podría decir que fue una visita agradable. Ahora mismo estaba aterrado, sobre todo por aquel beso – mal intencionado e inocente beso en la mejilla– que me había dado aquella chica unos días antes y como Alma no fue capaz de detener tal osadía de su parte, con todos los peligros que implicaba. Lo único bueno es que el corte de digestión me duró poco y a la hora del almuerzo mi estómago rugía, aclamando ser alimentado por todos los medios. Pregunté de forma disimulada como si fuera la primera vez que estaba ahí, dónde estaba la cafetería y una vez encontrado no sin unos minutos de esfuerzo y búsqueda, me detuvo la voz de Alma que corría hacia a mi, dejando atrás algunos chicos que parecían ser sus compañeros de clases, corrió con gran torpeza cargando un montón de fichas de ejercicio que se esparramaron a lo largo del pasillo.

– Alma… cuidado. – Las agarré al vuelo toda las que pude y Tim sujetó otras tantas con la boca, lo malo era que era capaz de dejarlo todo lleno de babas así que tuve que apresurarme, cuando él se dio cuenta se rio golpeándose la cabeza  sacando la lengua.

– Que buenos reflejos tienes Allen. – No podía decir lo mismo para el destino que sufrió el resto de papeles desperdigados. Evitando que cualquier alumno los pise le ayudé a recogerlo.

– ¿De qué se trata todo esto? – Supongo que Alma no conocía el significado de “carpeta” cuando metió todo el papelerío de forma desastrosa y descuidada en su maleta de color azul, con un curioso llaverito de flor de loto pendiendo de uno de los cierres.

– Ahh……… ¿esto? – Se quedó pensando, aun tenía el aliento ahogado y puso la mano para que Tim se posara sobre esta y poder saludarlo adecuadamente. – Oh, no es nada, es solo un favor ¡A todo esto! – Le quitó importancia y cambio habilidosamente de tema. – Ibas a la cafetería ¿verdad? ¡Vamos juntos!

Ya estaba a punto de tomar la última ficha cuando más rápido que el viento tomó mi brazo y me llevó volando. La verdad, tardé bastante en acostumbrarme a la energética forma de ser de Alma. Él era un poco infantil, bruto, demasiado amistoso con todo el mundo, inocente y descuidado con las cosas materiales… oh, y amaba la mayonesa por sobre todas las cosas. – ¡Cuéntame! ¿Cómo fue tu primer día de clases?

– Regular… – Torcí el gesto mientras él tomaba una bandeja y yo hacía lo propio. No sé como llegamos a la conclusión que mi profesor de matemáticas era el mismo que él tuvo el año pasado, Winters Sokalo, afirmó consecutivas veces que era un auténtico sádico y tragué grueso.

– Aun estoy recuperando el año pasado. – Suspiró dándome fuertes palmadas en mi hombro, intentando compadecerse que de que no corriera la misma suerte que él. Con mi historial con lo estudio lo duda mucho. Mientras esperábamos en la pequeña cola, él seguía parloteando de su experiencia el día de hoy miré a mi entorno curioso, la cafetería era enormemente espaciosa, el techo y las ventanas eran altas por lo que estaba muy iluminada y sin embargo no estaba muy concurrida, de echo, había más gente estudiando en grupo y armando jaleo que alimentándose a esa hora. Algunos parecían traer sus almuerzos desde la casa y sentí un poco de envidia. Llegando a la parte de la cubertería tomé varios panes que estaban envueltos en un una bolsita de plástico, varias caja de zumo y cubiertos. – ¡Eh! – Exclamé Alma asomándose por el otro hombro, donde no estaba Timcampy, para observar lo que he tomado. 

– ¿No se puede repetir? – Dije algo nervioso.

– ¡Solo me sorprender que vayas a tomarte todo eso! – Lo señaló.

– Bueno. – Alma en cambio tras dudar un rato escogió una cajita de zumo de manzana y una botella de agua. A pesar de todo, junto a Alma no me sentía tan bicho raro, él era muy expresivo con todo. Cuando ya estábamos cerca de nuestro turno se acercó a mí para susurrarme a la oreja de manera poco encubierta. –  ¿Sabes? Sería lo mejor si solo escogieses ensalada, es lo único comestible.

Abrí grande los ojos – ¿Qué? ¿Por qué? –  Fue interrumpido por el mismo cocinero de la otra vez, me saludó con ese acento y gestos amanerados y él también me reconoció en seguida, me preguntó por mi nombre todo encantado y soltó algunas cosas como que era monísimo y educado. Alma y yo estábamos como piedras, con la boca abierta.

– ¡Oh, me he ido por la ramas, mis disculpas Allen! ¿Qué vas a tomar?

– Pues… – Miré los platillos que ofrecía recomponiendo la felicidad, no había tanta variedad, como la otra vez, pero igual todo se veía igual de apetitoso. – ¡Deme mucho de todo! – Después de todo, ante esa mala mañana mi estómago realmente merecía ser malcriado. Creí ver el rostro horrorizado de Alma por el rabillo del ojo y que todo el color se la había bajado pero enseguida lo ignoré, centrándome en que cada cucharada de comida que me servía le aclamaba otra más hasta que la bandeja acabó repleta y me retiré.

– ¡Acaso no has oído lo que te dije! – Me reclamó, pero ya le había dado la espalda con el semblante inmutable.

– Al diablo con eso. Tengo mucha hambre. – Llegué a escuchar unos “no me lo puedo creer, no me lo puedo creer” y me aventuré a escoger una mesa, había bastante sitios libres, iba dirigirme junto a la ventana cuando Alma regresó hacia mi y me obligó a sentarme en otra más grande que estaba en el centro, porque las otras era casi solo para dos y no entrábamos todos, cuando pregunté a que se refería con todos entonó cada nombre escalofriante ahora para mí, cada cual más desconcertante que el anterior – Lenalee~, Yu~, Lavi… –

– Lavi. – Murmuré llevándome la cuchara a la boca. Me preguntaba si se habría levantado a tiempo, tenía entendido que las puertas de Black Orden se cerraban frenando el acceso o salida de los alumnos, realmente, era un colegio algo estricto, por eso Cross lo había elegido para mí.

Para corregirme.

Mi mirada, se ensombreció un poco. Realmente… tenía muchas ganas de hablar con Mana, espero que él esté comiendo bien… – ¿Ya has decidido a que club vas a inscribirte? – Alma removía el arroz con arvejas y carne de su plato.

– ¿Club? – Dije con la boca llena de pan, me dio la sensación que todo ese rato continuó hablándome pero no le estaba echando caso hasta que al fin desperté de mis pensamientos deprimentes, realmente me sentí un mal compañero. Alma asintió con energía ante mi pregunta.

– Si eres residente, es obligatorio, para el resto de los alumnos es opcional. – Esa tampoco me la sabía. – ¡Sí aun no te has decidido puedes pasarte por mi club de jardinería, te va a encantar! – Le saltaban chispas por los ojos y tuve que prometerle que echaría realmente un vistazo, aunque la tierra y las plantas no me llamaba especialmente la atención, y aun menos lo calaba con un hobbie masculino aunque… tratándose de Alma, parecía que le sentaba de maravillas. – ¡Oh! ¡Ahí esta Lena! ¡LENALEE~! – Levantó el brazo agitándolo y yo me cagué patas a bajo, casi se me atraganto un trozo del filete de pollo en la garganta, tosí golpeándome con el pecho mientras la imagen de Komui con un taladro gigante y susurrándome pulpo~ desde diversos ángulos torcía toda visión de vida al futuro.

– Hola chicos, que hay. –  Apareció por mi espalda justo cuando estaba tomando desesperado de mi zumo de uva. – ¿Estas bien, Allen? – Puso la mochila sobre la mesa y se sentó junto a Alma que no paraba de descojonarse mientras se sujetaba la barriga en vez de hacer más ameno el pasaje del pollo por mi garganta.  Después, sudando grandes cantidades comencé a balbucear cosas sin sentido.

– Creo que ya ha conocido a tu hermanito. – Hizo énfasis en la última palabra mientras le susurraba con las manos pegadas a su boca, ella se sonrojó apartándolo un poco molesta y yo le envié una mirada en advertencia de “te oí”.

– ¿No vas a por tu comida, Lenalee? – Intenté cambiar el tema y el semblante de mi rostro, que no se note que estuve a punto de morir de la forma más tonta del mundo, y ya no sabía si creer a Alma cuando dijo el otro día que siempre acudiría en el rescate si “me ahogaba con un huesito de pollo”.

– ¡No lo sabes! – Puso ambas palmas sobre la mesa como si gritara la novedad del día. –  ¡Lenalee se trae su propia comida…! Es tan femenina… – Apoyó suspirando sobre sus ante brazos, como si de repente fuera un globo que hubieran desinflado.

– Hablas como si fuera un alien, Alma. – Protestó con un gracioso mohín sobre sus labios, mientras extraía un lonchera.

– Creo que quería decir… que eres afortunada. – Sonreí ameno, cortando esta vez de forma adecuada el pollo para no repetir el susto anterior, todavía, todavía…. Oigo ese pulpo es mi cabeza.

– Y que lo digas, mira a Allen, creo que sus papilas gustativas tienen un déficit o algo, por es completamente inmune a la desastrosa mano de Jerry, y mírame a mí, teniendo que echarle mayonesa a mi arroz para quitarle un poco ese mal sabor… aunque eso último no es tan malo. – Dijo mientras en efectivo, sacaba un bote de mayonesa ¡de mayonesa! De su mochila y echaba un buen tocho a su comida. Con solo ver esa escena se me olvidó la reciente ofensa.

– Por favor, solo pido prestada la cocina, eso es todo… – Se defendía aun Lenalee a su lado. – Tú podrías hacerlo también.

– Si supiera cocinar… – Alzo el dedo suavemente, Alma y Lenalee se miraron un buen rato de una forma indescifrable y como si alguien hubiese vuelto a meter gasolina a aquel chico, volvió a saltar haciendo ademán con sus brazos. – ¡Ves Allen lo que te digo! ¡Lenalee es demasiado femenina!

–Ay, Dios…– Dijo ella pinzando el puente de su nariz. Realmente… a eso último tuve que darle la razón en silencio a Alma. Después de un pequeño inciso de silencio Alma en el que tomaba una cuchara de mayonesa con dos o tres grano de arroz en el volvió a la carga, pidiendo uno de los sándwich que tenía preparado Lenalee, ella se lo dio encantada y me pareció una escena muy tierna. 

– Tú no querrás también ¿verdad Allen? – Señaló a mi montaña de comida que ya iba por la mitad, supongo que lo dijo con un toque en broma.

– No es necesario. – Lenalee me miró raro entonces. – Insisto.

– Insisto también. – Luego bajó el tono de voz. – Me preocupa que te de una indigestión.

– ¡Cierto Allen! ¿Cómo rayos haces para meterte to~da esa comida?

– ¿Lo dices porque como mucho? De verdad que es mi indigesta normal, así que no se preocupen… – Alma me interrumpió.

– ¡No solo hablaba por la cantidad! Entre tú y yo… ¡está verdaderamente asquerosa! – Al decir aquello no se cortó ni un pelo, cualquiera pudo haberlo oído e incluso Lenalee miró para otro lado, sin agregar nada al asunto y para mí, fue el colmo de lo ofensivo.

– No es verdad, la comida está deliciosa y me atrevo a decir que Jerry tiene una excelente mano, es más, pienso repetirme después de este plato ¡así que no se diga más! – Seguramente tengáis alguna pequeña idea de como se siente cuando sin darte cuenta, habla un tres cuartas más alto de tu tono habitual, casi superando a Alma –y eso ya es decir– , justo en el preciso momento en el cual el comedor se silencia ya sea por estar masticando o encontrar un eventual final en la conversación con el prójimo. Pronto las miradas mal disimuladas se situaron en mí y yo hice lo propio mirando el entorno con la boca semi abierta. Lo peor es que Alma juntó su cabeza con la de Lenalee, ambos con una sonrisa congelada, uniéndose a la multitud que no parecía perder detalle de mí por los segundos más largo de mí vida y comenzó a taladrarme la duda. ¡Ni que hubiera dicho algo inapropiado! Además, eran ellos los ofensivos… con la comida digo…

– Bueno días – La mesa tembló, llamando la atención de aquellos que no vieron venir a Lavi irrumpiendo en la cafetería, con eso me incluía mí también, en realidad, fue un alivio verlo distraído, sin captar el ambiente – algo hilarante–  que se había formado previamente. Se colocó en el otro extremo de la mesa, junto a Alma y a mí. – Diooooooooos que resacón. –  Hablaba mientras bostezaba, abriendo tan grande la boca como un hipopótamo haría, ha estas alturas cualquiera diría que se acaba de levantar. Echó los brazos a lo largo de la superficie, escondiendo el rostro de cara a la mesa. Alma comenzó a reírse, advirtiéndole que había bebido demasiado el día de ayer. Así que se trataba de eso… me quedé pensando.

– Querrás decir tardes, Lavi. –  Le comunicó Lenalee seria, probablemente ella también desaprobaba el comportamiento de mi compañero de cuarto. Él simplemente como si estuviera solo, soltó un lánguido eructo mientras se frotaba la cabeza repetidas veces. No fue de esperar nuestras expresiones de asco, aunque Alma comenzó a reírle la gracia, parece que era lo que mejor se le daba a hacer a ese chico. En cuanto a Lenalee, aun más disgustada y encogida sobre su propio lugar. – Eres asqueroso. – Me sentí mal por ella.

– Lavi. – Me dirigí a él. Enfadado. – No hagas eso delante de Lenalee, discúlpate. – Sin levantar la cabeza, sin mirarme, preguntó ¿Por qué? Como si no tuviera importancia. – Porque es un chica.

Alzó levemente sus ojos hacia mi dirección, mirándome entre los mechones rojizos que caían desordenados por todo su rostro. Se veía aun somnoliento y si no fuera por la grosería que acababa de ejecutar, diría que cada movimiento torpe desprende una gracia enternecedora. Parecía muy como ahí, analizándome por lo bajo como si se relajase presenciando un paisaje, sin decir nada volvió a dirigirse hacia los otros chicos. – ¿Quién trajo a este forastero a nuestra mesa?

– ¡No es un forastero! Es nuestro amigo. – Volvió a corregirle, ella, manteniendo el mismo tono serio, pero cada vez más fuera de sus casillas, cuando Lavi solo parpadeó mirándola y después de un rato de silencio dijo ¿Qué? Con una voz aguda y ridiculizante. Exasperó los nervios de ella que se levantó y se dirigió a mí, con bastante mal carácter. – Suficiente. Vámonos, Allen.

– ¿A dónde? – La pregunta fue en vano, yo no quería separarme de mi comida, pero Lenalee parecía estar convencida en tirar fuertemente de mi brazo y sacarme de allí sin dar alguna otra explicación, entendía que la actitud de Lavi era un asco pero no sabía porque tenía que llevarme con ella, aun sabiendo que ese hombre Komui era capaz de cualquier cosa por estar cerca de su hermana. Alma se despidió de mi con la mano, uniéndose a él Jerry – que vergüenza, dejar su comida medias y aun así en vez de enfadarse parecía estar muy feliz – . Todo lo que acababa de ocurrir era muy repentino… pero me hizo sentir como si yo tuviera la culpa de alguna forma.

Una vez en el pasillo se cansó de tirar de mi brazo, y nos quedamos recostados contra la pared. – ¿Siempre actúa así? – Pregunté miedoso. Me refería a así… de imbécil.

– No… – Dijo segura… luego dudó. – No lo sé… Hoy se está comportando especialmente como un imbécil.

Sonreí al notar algunos pensamientos parecidos, ella se contagió de mi risa e hizo lo mismo de forma aliviada. – Seguro que no es nada. – Dije confiado y ella asintió para a continuación cambiar de tema a otra cosa.

 

3 meses después, me encontraría a Lavi encima de mí, reteniéndome de las muñecas.

 


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