Estaba tan enojado por haber escuchado esa bola de tonterías cursis sin sentido de parte de Katsuki, que, cuando llego a su casa es de madrugada. Al entrar a mi habitación, opto por lanzarme a la cama y, mirar el techo sin mirarlo, pensando en mi abuelo y lo mucho que extraño mi vida pasada, donde todo era "perfecto" y tenía un sentido... o así me lo parecía.
Cuando despierto, no es por ser de día, sino por sentir unos ojos profundos, mirándome. Es él...
-Yurio-kun, ¿Estás bien?- me pregunta el pelinegro, ahí, con su cara que me irrita ver, frente a mí.- Me preocupó que no llegaras, pero bueno, creo que estás bien- agrega, con un tono de alivio. ¿Por qué tendría yo que preocuparle a este sujeto?
-No eres mi madre, así que déjate de tonterías- espeto, girando en la cama para evitar ver su rostro bajo la luz de luna.
-Lo siento... Solo, estaba preocupado por ti. Sé que no soy tu madre, pero, somos amigos...- contesta y, un nuevo vuelco se tiende a mi estómago. ¿Amigos? Eso dijo, él, agregando algo que, me deja aún peor- Creo...
Ese llorón sale, pero conmigo se queda el insomnio. Cada vez que cierro sus ojos, su cara aparece en mi mente. Es como una visión; una visión de mí mismo que detesto. Es, él...
Es de día, y mientras observo el sol sobre el rumor del oleaje, recuerdo vívidamente mi sueño. Me recuerdo de niño, en Rusia, observando las rutinas de Viktor, para, posteriormente, estar en el Grand Prix Junior, ganando, y luego, sentándome en el recinto para disfrutar la final Senior... observando al primer patinador de la ronda: Yuri Katsuki.
Esa fue la primera vez que vi a ese sujeto, y este sueño, me lo ha rememorado...
Él empezó a patinar, e, iba haciéndolo bien. La forma en que expresaba de forma artística su rutina, lo hacia brillar por sobre sus errores en la ejecución. Había visto a muchos patinadores antes y después, pero él tenía algo diferente, como si el hielo danzara al aire al ritmo de sus cuchillas mover. Cuando hubo acabado, no me sorprendieron sus bajas calificaciones, pero si que parecía no estar conforme con ello. Y, obvio, con tanta falla nadie podría estar a gusto, pero, así como no había visto a nadie patinar así, tampoco ponerse de ese modo tras, perder.
Ya no observé a ningún otro patinador, que no fuera, obviamente, Viktor, porque todo el rato me la pasé en el área de descanso, de cierta forma, hastiado de tanto patinaje. Cuando anunciaron que Viktor ganó, sin sorpresa alguna, fui feliz por él; "Los dos campeones eran rusos, y los dos, no tenían rival" recuerdo haber pensado eso, aunque muchos medios de comunicación después también lo pusieron en sus titulares.
Cuando regresé a los pasillos, vi al katsudon pasar frente a mi, rumbo al baño. Y, no sé por qué, me dieron ganas de preguntarle o decirle algo acerca de su modo, tan único, de patinar, por lo cual, lo seguí y me quedé fuera. Y es que, me sentía tan tonto de preguntar, sobre todo a un patinador senior y que era el mejor de su país, pero, me arme de valor: respiré profundo y entré al baño... fatal error.
Cuando entré, escuché su llamada, con quien de seguro era su madre, disculpándose por haber perdido. Pensé que era una pésima idea decirle algo, hasta que, lo escuché llorar... Él, quien había danzado con el hielo, estaba ahí, en un letargo sin sentido; eso me enojó. Recuerdo haber pateado la puerta y gritarle muchas cosas, pero sobre todo, recuerdo que desde ahí comencé a pensar que era un llorón, al tiempo que, todo lo que en esa pista de patinaje me había proferido, se había perdido...
Entreno pero no saco de mi mente aquellos recuerdos profundos que llegaron tras soñar. Y, ahora que veo que ese sujeto ha llegado, no le tengo ganas de mirar. Me dedico a lo mio; tengo que ganarle. Y es que, si un día pensé en que él era impresionante, hoy yo debo brillar más... bueno, mañana, que será la competencia.
Creo que todo ha quedado listo. Mi traje, mi rutina y mi preparación están al cien. Las horas corren rápido, y, cuando llego al Ice Castle, noto que está lleno de periodistas y público: falta 1 hora para que de inicio la competición.
Mientras me preparo en vestidores, veo a Yuri aparecer: ha venido a verme. Se para con su traje negro y su cambio de apariencia en la puerta de mi vestidor y me sonríe. ¿Qué se hizo...? y, ¿qué demonios quiere?
-Solo vengo a desearte buena competencia- dice, y se acerca a mi, sonriente y calmado como siempre.
-Lo será, porque yo te venceré- espeto, y lo miro, retador. El silencio entre ambos se hace; no quisiera mirarlo, pero, tampoco puedo evitarlo... y es que, luce como otro patinador, como...
-Chicos, es hora- llega Viktor y nos interrumpe, aunque, creo que eso es lo mejor.
Y, es mi turno...
Al patinar, pienso en quién es Ágape para mí... y ese es mi abuelo. Quiero darlo todo, porque, de este momento depende mucho de mi carrera a futuro. Si pierdo, habré caído ante el Katsudon y no quiero que sea él, justamente, contra quien falle. Pero, conforme avanza la rutina, siento que voy cometiendo errores; debo dar más y más... Por nadie más que por mí...
Acabé y Viktor me aplaude, a, mí... Él, a quién admiro, me aplaude, pero, también lo hace ese tipo; pero su cortesía no le dará el triunfo.
De ese modo, empieza su rutina...
Y, no solamente observo a ese patinador que meses atrás, me dejó asombrado con su arte... puedo ver a un Yuri diferente, que, a cada movimiento seductor y bien ejecutado, demuestra que ha cambiado, y, me basta con mirarlo a él, recordando de nueva cuenta aquello que ese día del Grand Prix descubrí en su ejecución, y al tiempo, la cara de gusto de Viktor, para saber que él ya ha elegido un ganador... y ese, no soy yo.
No necesito quedarme por más tiempo. Atino a cambiarme solamente, y, a salir corriendo de ese sitio. Perdí, estúpidamente perdí. No quiero seguir en este lugar, ni ver a ese Katsuki que logró lo que quería: alejarme de Viktor.
El cielo cae a la tarde, y, salgo por detrás, cuando, escucho una voz que me detiene... "Yuri, detente", me pide a lo lejos, Viktor.
No puedo creerlo, pero es así.
-Ya elegiste ganador; ¿Para qué quieres que me quede más?- reclamo, sin querer voltear a mirarlo.
-Ni siquiera te quedaste a escuchar mi decisión- me replica.
-No necesitaba oírlo. Me bastó con ver la forma en que estabas maravillado con él. No me jodas más- digo, volteando a mirarle. No hay nadie rededor, y, así es mejor; creo que es momento de decirle todo lo que pienso... siento.
Él se acerca a mí y quedamos frente a frente. Sus cabellos se tiñen de sol y el viento pega entre los dos.
-Yuri, tienes que entender que...
-No puedo entender nada Viktor. No cuando rompiste tu promesa y decidiste entrenar a alguien que no te conoce, y que, no te admira... no como yo.
-No se trata de eso...
-¡¿Entonces de qué?! No entiendes nada. Me esforcé por cumplir ese sueño, y tú mismo lo desmoronaste Viktor- le reprocho. Siento como me hierve la sangre y me duele adentro todo esto. Él me mira con pena, no con arrepentimiento.
-Un día, lo comprenderás Yuri- me dices, pero, ambos sabemos que no será así.
-No Viktor... no lo comprenderé, pero, tampoco te perdonaré, por, haber roto tus promesas, mis sueños, y, y mi corazón...- confieso y me maldigo por mostrarle debilidad, llorando ante él, cuando debería golpearlo y hacerle pagar lo que me hace.
-Yuri...- susurras, e intentas con tu mano derecha, tocar mi rostro. Yo no necesito eso y aviento tu mano con un manotazo... Pero, estás tan cerca, tanto, que no puedo ya evitarlo...
Con mi mano derecha, jalo tu ropa hacía mi, y, cerrando mis ojos, al unísono, te doy un beso... Mi beso primero, aquél que siempre soñé me dieras un día tú... ese que, no está cargado de amor como lo desee, sino de dolor y desprecio hacia quien admiro y me gusta... a ti, que me has roto el corazón.
Son pocos segundos, pero, no puedo más.Te suelto, y, sintiendo como se quiebra algo en mi interior, a tu cara, llena de asombro, le digo lo que haré...
-Ahora, quédate con él, pero, recuerda que quien ganará ese Grand Prix seré yo, y tú, te arrepentirás de haberme rechazado Viktor... de, haber destruido este amor que nació para ti...
No quiero ver su cara más y me echo a correr. Agradezco tener mi equipaje listo, y, sin que nadie de la familia de ese sujeto regrese, me voy de Hasetsu, de vuelta a Rusia.
Porque, habré perdido, y habré roto este amor por Viktor para siempre, pero, le demostraré que puedo vencer a Katsuki...
Y, aunque estoy convencido de ello, dentro, siento un vacío que duele... mis labios, al tocarlos, se estremecen... pero, al cerrar mis ojos, solamente vuelvo a verlo a él, a quien, me ha arrebatado todo lo que tenía, pero que, volvió a hacerme sentir como aquella primera vez...
A Yuri Katsuki, aquél a quien venceré en el Grand Prix Final...
A él...
Continuará...