Changmin estaba sentado en una de las tantas sillas que estaban predispuestas en el set.
Se encontraba sentado dando su espalda a la pared. Su mirada se encontraba fija en su hyung, pero no precisamente en él, sino, en la persona que se encontraba a su lado. Ese pequeño ser que se creía con la confianza de que cada vez que se encontraban en el set de algún programa de música se le pegaba casi como un chicle a SU hyung. Ese pequeño que al parecer no tenía nada más interesante para hacer que robar la atención de, ¿ya lo había dicho? SU hyung. Para que quede claro.
Se levantó ya un poco frustrado por la poco atención que recibía de Yunho y fue a una de las máquinas expendedoras de bebidas, pero hay que decir que él no estaba celoso, claro que no. Apretó bruscamente el botón y esperó pacientemente a que su bebida bajara para poder beberla.
Una mano desordenó su cabello y no tuvo que voltear su cabeza para saber el responsable.
—¿El niño ya se fue? —Preguntó cortante, la amargura permanecía palpable en su voz.
Se sentía dejado de lado.
—Se llama Karam, Changmin. —Le corrigió un poco cansado de la actitud de su menor.— Y sí, su mánager lo vino a buscar, quería una foto también contigo, Changmin. ¿Qué te ocurre con él? ¿Por qué no te agrada? Es un chico bueno.
—Como sea. —Dejó sin responder las interrogantes del otro y aún de espaldas al mayor se dedicó a abrir su refresco y beber un poco. —Creo que es mejor volver, vamos. —Cortó y sin dar paso a más se dirigió nuevamente a su camerino.
Yunho a sus espaldas sólo pudo suspirar sin entender las acciones del chico de piernas largas, sin más se dedicó a seguirlo, quería terminar pronto para hablar con él.
~+~
Yunho está muerto.
Yunho dormirá en el sofá.
Pero dormirá muerto y en el sofá.
Nuevo día, nuevo programa, mismo problema.
¿Es que acaso sus promociones no terminaban nunca?
Vio como, con total descaro, ese niño (Simplemente Changmin se rehusaba llamarlo por su nombre) lograba tocar el brazo de Yunho sin ningún pudor.
—Inocente mis pelotas... —Changmin susurró cerrando su puño con total impotencia.
Él sabía muy bien que ese mocoso estaba tal los huesos de su Hyung, y es que ese brillo en sus ojos, sus sonrojos sin control y esa total disposición para con Yunho no era normal, y no, él no veía sólo admiración en sus ojos como lo hacía Yunho. Ese tarado no se cansaba de justificar sus actos con eso. “—Es sólo un niño, Changmin. Además me admira mucho, no puedo dejarlo con los brazos estirados.—” Esa frase ya se había hecho recurrente en su departamento las noches en las que llegaban de sus actividades y el mayor le reprochaba su falta de tacto con el otro. Sin contar el frío tacto con él.
Volviendo al tema, Changmin ya estaba perdiendo la paciencia y podía jurar, podía JURAR, que ese pendejo rozaba lo más que podía al otro idiota.
“Relajate, Changmin. El mocoso se irá y todo volverá a la normalidad.” Se repetía constantemente en su cabeza. Debía actuar normal con el staff o su manager se molestaría con él, honestamente Yunho también, pero ya le tenía sin cuidado ese idiota.
A fin de cuentas, él era de Yunho y Yunho era de él, ¿no? Ya lo habían dejado claro tiempo atrás. Por eso él no está celoso, claro que no. Sólo está muy ansioso de comunicarle a ese niño que con Yunho no le resultaría, sólo eso, pero al parecer nadie quería confabular a su favor. Para empezar, Yunho.
¿Qué demonios le ocurría a Yunho? A él siempre le divirtió que fuera sarcástico, ¿por qué con el mocoso no? No le cabía en la cabeza.
Y nuevamente estaban donde mismo, Changmin en la sentado sobre la encimera, en la cocina, viendo a un muy serio Yunho frente a él. El líder estaba recargado en una silla esperando a que Changmin comenzará hablar, le dirigía una de esas miradas que le hacían saber al menor que ya no le quedaban más rodeos.
Trataba de no flaquear, no quería comenzar a decirle lo mucho que odiaba a ese mocoso por el simple hecho de acercarse a lo que es suyo, no quería darle el gusto a Yunho, no, no lo haría.
Yunho traía puesta su cara de póquer, no se irían de ahí, no se moverían hasta acabar éstas estúpidas disputas.
Yunho tampoco entendía de dónde venía ese odio incondicional hacia Karam, el niño era muy buena persona y los admiraba mucho.
—Changmin...—Murmuró con un tono digno de cualquier líder. —¿Puedes, de una vez por todas, decirme qué demonios te ocurre con Karam?
—¿De verdad no te has dado cuenta? —Changmin ya no sentía la misma impotencia, quería que ya todo acabara y Yunho lo cargara hasta la habitación mientras le prometía que el mocoso enano mal criado no le robaría más su atención. —Yunho, eres imposible. Aún no puedo creer que no te hayas dado cuenta. —Con un suspiro escapando de sus labios el menor bajó de la encimera quedando a la misma altura del mayor. Sus brazos se deslizaron e ignorando a su cerebro abrazó a su líder por el cuello, pusó sus brazos con una delicadeza impropia de él y descansó su cabeza en el espacio entre el cuello y hombro del castaño— ¿Por qué siempre le pones más atención a él? No es justo.
Hubo un momento en que ninguno de los dos hizo un movimiento, uno ya estaba rendido y el otro estaba pensando en lo distraído que era y en lo afortunado que era al estar con alguien que lo soportara. Pero fue solo un momento.
Usando toda la fuerza que había ganado en los entrenamiento, Yunho agarró con cada una de sus manos los muslos del menor, recibiendo como respuesta un par de piernas agarradas fuertemente a su cadera. —En este momento tengo dos cosas en mente: Follarte hasta que te des cuenta de lo mucho que te amo de la forma más brutal y salvaje o gritarle al mundo que Shim Changmin está celoso de un niño.—Yunho no podía sacar la sonrisa de su cara pero si quería seguir con la persona en sus brazos lo mejor era seguir lo primero al pie de la letra.
Y sí que lo hizo.