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Te debo decir adios. por FruttiKouki

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Notas del capitulo:

¡Hola! ¡¡Lo siento!! (>n<) Lamento mucho la tardanza de una semana, es que, si notaron, estos capítulos son mucho más largos que los que usualmente subo en los otros Fics, por ello me tomó más tiempo escribirlo. 

Pero, lo importante es que ya está aquí. Creo que ha quedado bastante bien y les confundirá (xD ¿para qué les miento?). 

Muchas, muchas, muchas gracias a las personas que me dejaron su review, pude dar un suspiro aliviada al saber que era bien recibido el fic. 

¡Nos leemos abajo!

Cuando llegué a casa lo primero que hice fue tirarme en el sofá color crema que está en medio de la sala. Me estire cual gato mientras daba un bostezo largo y quedo. Siempre gustaba de llegar y hacer eso, me hacía sentir tan ligera de los problemas laborables, y en este caso románticos, que, cuando menos me daba cuenta, me quedaba profundamente dormida. Razón por la cual tuve que darle una copia a la dueña del edificio y a Hiromi.

Mis parpados se sentían cansados, pero antes de que lograrán cerrarse, y que mi mente me llevará lejos al mundo de los sueños, me levanté con rapidez y sigilo que hasta a mí me sorprendió. Sentada cómodamente en el mueble, me incline para tomar mi bolso, ya debía cambiarlo, saque el celular y marqué al primer nombre que me aparecía en la marcación inmediata.

- ¿Furihata-san? – me respondió Kuroko Tetsuya al otro lado de la llamada. Su voz siempre había sido dócil y calmada, en ocasiones me llegaba a exasperar. Sobre todo, cuando algo en el trabajo salía mal y, como siempre, me inculpaban como la responsable. En esos momentos, él se acercaba con vista indiferente para intentar animarme, aunque me ponía más de los nervios.

- Kuroko-san, necesito pedirle un favor – le dije con mi tono profesional y distante, aquel que todos mis colegas y subordinados conocían. Aunque realmente quería golpearme con el aparato en la cabeza por haberme equivocado de número.

- Claro, dígame – contestó con extrañeza en combinación de otra cosa que no lograba distinguir. ¿Miedo? ¿Temor? ¿Desconcierto? No importaba, al menos podría evadir la conversación con Sei directamente.

- Necesito que me comuniques con Akashi-san, por favor – pedí con educación, pues, aunque me hubiese equivocado, era de su secretario con quien hablaba.

- En este momento está en una junta, ¿quiere dejarle un mensaje?

Agradecí en silencio el que no estuviera, no estaba segura si podría hablar con ella con normalidad. Quizás, en otras circunstancias, podría significar una frustración en mi pecho y mente por no lograr escuchar su calmada, pero autoritaria, voz.

- Sí. Comunícale que estaré fuera por el resto de la semana – le respondí de manera rápida para evitar que me preguntará algo, cosa que no debía hacer ya que no le incumbía.

No escuche respuesta por parte del secretario y me sentí inquieta, ¿estaba escribiendo? ¿acababa de llegar Akashi? Eso sería terrible, no quería verla ni oírla. No quería que se diera cuenta de todo lo que guardaba, que el dolor en mi pecho se propagará de nuevo, invitándome a perderme en su presencia sin que ella estuviera ahí realmente. ¿Soportaría intercambiar palabras con ella? Sinceramente no. No lo aguantaría y, realmente, no quería.

- Kuroko-san, ¿me podrías comunicar con Kagami-san de almacén? – le pedí tratando de evitar que un punzante, y abrasador, calor se expandiera en mi pecho de manera dolorosa. Intentaría olvidarla, superarla, y así poder seguir con mi vida, tanto laboral como social.

Lo había decidido desde esa mañana en que Hiromi me dijo que saldríamos juntas. Me prepararía mentalmente para ver a Sei a la cara sin remordimientos o sentimientos de por medio más que sólo los de una subordinada con su jefa.

- Furihata-san, Akashi-san acaba de llegar – maldita sea mi suerte de mierda fue lo primero que pasó por mi mente mientras mordía mis labios con fuerza, creo que inclusive logre abrirlos.

- Ahora mismo no quiero hablar con nadie – logré escuchar a lo lejos. ¿Estaba enojada? ¿por qué? Me sentí preocupada y deseé estar a su lado, consolarla con un abrazo y, quizás, un beso. Lograr que se tranquilizara a la vez que le decía que todo estaría bien, que, si ella quería, yo me podría hacer cargo para que se fuera a despejar un momento. Pero… La realidad era distinta. Mi realidad es distinta.

- Lo siento, al parecer está ocupada. Yo le daré su mensaje – me avisó el hombre al otro lado del teléfono. Solté un ligero y corto suspiro, no podía hacer nada, soy completamente inútil. Por una parte, me alegraba que no habláramos, que no tuviera que darle una excusa para evitar decirle lo que en realidad pasaba. Sin embargo, por otro lado, quería cancelar todo con mi amiga y presentarme a trabajar, tratar de convencerme que todo estaría bien, aunque en realidad nada lo estaba. Todo era una mierda.

- Está bien, no te preocupes – le respondí con una mezcla de decepción e intentando calmar al pobre chico. Después de todo, él no tenía nada que ver, pero siempre debía acatar las órdenes de Akashi, ya fuera de buen o mal humor. Pobre diablo.

- En un momento le comunico con Kagami-san – me dijo antes de cambiarme de línea para re direccionarla. Esperé unos segundos, un tono, dos tonos y me respondieron.

- Almacén RM – me respondió una voz aguda, de mujer, y chasqueé de forma silenciosa la lengua. Esa voz la conocía bien, la había oído tantas veces, y de tantas maneras, que inclusive hasta ahora me molestaba.

- ¿Me puede comunicar con Kagami-san, por favor? – pedí con voz cortante. No quería comenzar una charla con ella. No después de que prácticamente me abandonará.

- ¿Furihata-san? ¡Vaya, que sorpresa! Me dijeron que no habías venido hoy – comenzó a hablar Takao como siempre, tan distraída en las conversaciones y tan ajena a la situación. ¿Cómo fue que salí con ella? Aunque debía aceptar que es bastante buena en la cama. Me sonroje un poco al recordarlo, pero el pensamiento sólo llego a mi mente.

- Es correcto, no pude asistir el día de hoy. Ahora, ¿me podrías pasar a Kagami-san, por favor? – volví a pedir mientras me levantaba del sofá para preparar un baño. Lo necesitaba, me veía un poco mejor que cuando desperté en casa de Hiromi y Koichi, pero el olor a alcohol aún no se iba.

- ¡Claro, claro! Deja lo llamo – avisó Kazu con ánimo exagerado, como si nada malo pasará. Debo decir que eso fue lo que me enamoró de ella, sin embargo, su manera de ser iba más allá de eso. Aunque podía ser bastante agradable su compañía, su entusiasmo era bastante abrumador cuando las cosas se ponían serias. Además de que cuando estaba de mal humor podía llegar a ser muy enfadosa. No la critico, es una buena chica, el único problema era que no estábamos complementadas.

Saqué la pequeña maleta de color morado que siempre guardaba debajo de mi cama, tiene la pasta dura donde se intercalan distintas tonalidades de color uva. Por eso mismo la escogí. Puse el teléfono el altavoz sobre la cama y abrí la maleta para luego ir al armario.

- ¿Diga? – la voz varonil del celular me indico que era Taiga quien hablaba, me acerqué a la cama con unos cuantos atuendos informales en los brazos.

- Kagami-san, soy Furihata – avisé al pelirrojo, me gustaba su color de cabello. Lo más seguro es porque se parecía al de Akashi. Comencé a doblar la ropa poniéndola en conjunto con lo que la combinaría, era bastante, pero era seguro que Fukuda me llevaría de cabo a rabo por todo Sapporo.

- Furihata-san – parecía sorprendido, y yo temblé ligeramente al recordar al desconocido de la noche pasada. Sacudí ligeramente la cabeza alejando los asuntos ajenos al trabajo, no era momento para pensar en ello. No quiero pensar en eso. – Dígame, ¿en qué le puedo ayudar? – Kagami siempre había sido amable conmigo, lo era con todo el mundo. Sonreí ante la alocada idea de que él fuese el hombre que me ayudó. Es absurdo. No podía ser él, según leí en sus documentos, cuando lo entreviste, vivía en Tokio en un suburbio bastante tranquilo, cercano a donde residía mi hermano mayor, Kaede. ¿Lo conocería? 

- Necesito que entregues un informe, detallado, a Midorima-san. Tiene que llevar todas las salidas y entradas de productos que se han hecho desde el inicio del año. También debe especificar el destino y destinatario – indiqué rápidamente. Midorima, la actual pareja de Takao, era una mujer bastante perfeccionista y minuciosa con el trabajo. No entendía cómo había sido abandonada por alguien tan distinta a mí. Quizás tenía algo que yo desconocía. No, de hecho, no la conozco en lo absoluto. – Que tenga fechas, indicaciones de que chofer lo llevo y los horarios. No importa si es mucho papeleo.

Takao, si no mal recordaba, es de mi misma edad, al igual que Shin. Habíamos comenzado una relación íntima poco después de que comenzará a laborar en las instalaciones de Akashi, Corp. En Kioto. Me tuve que mudar desde Tokio para llegar temprano. Su, siempre risueña, expresión y la facilidad con la que me desenvolvía con ella me cautivo a mediados de octubre. Yo había iniciado a trabajar en principios de junio. No le dije sobre mis inclinaciones sexuales, pero ella fácilmente pudo deducirlo al darse cuenta de cómo la miraba, según sus palabras.

Sin embargo, me sorprendió el hecho de saber que era correspondida, que ella me había visto de esa manera a las pocas semanas de haber ingresado a laboral y que le atraía mi manera tímida de ser fuera del trabajo. Cuando cumplimos ocho meses de haber pasado a ser pareja, un año exacto de haber entrado a Akashi Corp., la noté distante. Ya no me devolvía los mensajes hasta varios días después, como somos de departamentos distintos nuestros horarios de descanso eran completamente diferentes y por ello nunca coincidíamos. Trate de verla fuera del empleo, pero ella siempre denegaba mis invitaciones diciendo que tenía mucho trabajo. Algo que me enojo muchísimo, yo también estaba tan malditamente ocupada, pero trataba de hacerme un espacio en mi apretada agenda para pasar tiempo con ella. Cuando cumplimos un año de amantes, me decidí a hablar con ella para aclarar las cosas. Pero grande fue mi sorpresa al verla besándose con Midorima sin pudor alguno.

Me enoje. Me enfurecí, pero no porque me estuviera engañando, sino porque ni siquiera había tenido la decencia de terminar conmigo. El shock había sido tan grande que, tras llegar a casa quien sabe mierdas cómo, le envíe un mensaje explicándole que la había visto en compañía con Shin y que, si las cosas serían así, lo mejor sería terminar nuestra relación para poder estar con quien deseáramos. No puedo decir que fue doloroso, pero si frustrante. Saber, tiempo después, que había sido usada para celar a la peliverde del departamento de tráfico, me hizo no querer fijarme en nadie más. Por ello mismo me hundí en el trabajo tan arduamente, que logré subir de puesto al año y medio. Puesto que ahora desempeñaba como jefa de marketing.

- De acuerdo, lo haré enseguida. ¿Quiere que le envíe una copia a su fax personal o lo dejo en su escritorio? – me salí de mis pensamientos, y recuerdos nada agradables, y puse mi atención en el teléfono. Al parecer Kagami había estado escribiendo las indicaciones que le había dado, él sabía, por carne propia, que algún defecto en el informe y podría sufrir de la furia de Midorima.

- Envíalo a mi correo personal, porque no estaré en unos días – informé a la vez que buscaba mis sandalias y zapatos que llevaría al onsen con Hiromi.

- Está bien, ¿algo más? – Taiga siempre era un poco brusco para hablar, pero siempre estaba centrado en el trabajo, en cumplir con las indicaciones que se le daban. No tenía mucho de haber entrado a la empresa, no obstante, eso no había sido un impedimento para cumplir, e ir más allá de, las expectativas de sus superiores. Si le iba bien, pronto sería ascendido a líder de almacén y posteriormente a supervisor. Aunque dudaba que quisiera eso, era bastante inquieto. No podía imaginármelo en una oficina.

- Sólo eso. Que sea lo más pronto posible, por favor – le dije con voz seria y cortante, dando a entender que terminaba la conversación. Con esa llamada, y los mensajes que le había enviado a mi mano derecha, Koganei, sería libre el resto de la semana para poder perderme en las calles frías de Sapporo, aunque no me gusta el frío, y dejar que las aguas termales se llevarán mi estrés acumulado en los hombros.

- Amm… - el titubeo al otro lado del micrófono me hizo fruncir el ceño, ¿Taiga deseaba decirme algo? Preferiría que fuese rápido, ya que debía preparar mis cosas para el viaje de esa noche. - ¿Furihata-san? – me llamó de nueva cuenta, como cerciorándose de que no le hubiera colgado la llamada, cosa que quería hacer.

- Dime, ¿ocurre algo? – pregunté sin prestar demasiada atención al asunto. No me gusta que la gente tarde en darme respuestas, eso sólo me recuerda lo indecisa y poco confiada que era yo en la secundaria. En la preparatoria mejoré un poco en mi forma de ser, a pesar de que aún tartamudeaba cuando me sentía nerviosa. Fue en la universidad donde me vi obligada a cambiar y dominar mi nerviosismo, ya que los maestros solían ser bastante duros e inflexibles sobre los trabajos y los plazos para entregarlos.

- No, no es nada – respondió Kagami en un tono que pude denominar como duda. ¿Qué era lo que me estaba escondiendo? Bueno, eso era algo que no importaba, con el simple hecho de que hiciera su trabajo, yo no me metería en asuntos ajenos a ellos.

- Está bien. Entonces, trataré de estar en contacto, si sucede algo puedes decirle a Koganei-san y él se comunicará conmigo – y finalicé la llamada al mismo tiempo que terminaba de arreglar mi maleta. La cerré para bajarla y me dejé caer de espaldas a la cama, extendí los brazos y, por un segundo, me sentí como una niña pequeña haciendo un ángel de nieve.

Cuando era menor solía divertirme con ello, cada fin de año esperaba ansiosa por la nieve y, cuando ésta llegaba, era llevada por mi hermano mayor a un parque que quedaba cerca. Ahí nos poníamos a lanzar bolas de nieve, hacer muñecos usando lo que encontrábamos para dibujarles la cara y, al finalizar, nos tirábamos sobre el helado suelo blanco dejándonos envolver por el frío que desaparecía cuando movíamos nuestras manos y piernas. Mamá siempre nos regañaba, sobre todo a Kaede, ya que él era el responsable de cuidarme.

Espabile ante el sonido de mi celular recibiendo una llamada. Sin darme cuenta me había perdido en mis recuerdos de niñez, no era algo malo, pero no tenía tiempo puesto que debía arreglarme para el viaje. Eso sin contar que aún tenía el olor de una alcohólica luego de festejar la navidad y el año nuevo en un bar.

Mientras miraba el techo, con la mano busqué el susodicho aparato que no paraba de temblar y repetir el tono predeterminado. Al poder sostenerlo, eché una mirada a la pantalla. “Hiromi” leí en ésta y deslicé el dedo para responder.

- ¡Kou! – el gritó casi me aturdió por completo. Cerré los ojos y el dolor de cabeza, por la cruda, que supuse se había ido, volvió para taladrarme a un costado de mi cráneo.

- ¿Podrías evitar gritar? ¿Qué no recuerdas que traigo una pinche cruda? – regañé sentándome, con mi mano izquierda sobé mi cabeza cerrando los ojos. Maldito dolor.

- Y también un pinche humor – regaño/bromeó Hiromi con sarcasmo. Sabía que no era correcto desquitarme con ella, pero también debía entender ella las condiciones en las que me encontraba. Aunque eran las consecuencias de mis actos. – Como sea, en tres horas nos veremos en la estación para irnos. Ya tengo todo el itinerario dejando espacio para ir con tu hermano – me informó con entusiasmo olvidando de inmediato la manera en que le hablé.

- Está bien, está bien – dije derrotada. De nada servía resistirme al torbellino que es Fukuda, sería como querer tapar el sol con un dedo, como mover una montaña con el aliento. Bastante imposible. – Ahora, pásame a Koichi antes de que se vaya.

- Claro~ - canturreó antes de gritar el nombre de Kawahara que seguramente se encontraba arreglando la ropa que ella había metido a lavar y puesto a secar. Escuché sus pasos acercarse para luego tomar el teléfono.

- Kou, Hiromi está bastante emocionada por su viaje contigo – comentó con, seguramente, una sonrisa y un poco menos de entusiasmo que mi amiga. No es que a Koichi le molestará que nos fuéramos de viaje, pero no era tan exagerado como su novia. Él es más del tipo tranquilo y pasivo, de los que se deja llevar por la corriente, pero que evitar dañar a los demás.

- Sí, yo igual – no era mentira, estaba emocionada. Pero no al punto de saltar de felicidad. – Lamento mucho que me la tenga que llevar – me disculpe, no quería que pensará que la razón para irnos de viaje fuera porque no tenía amor. Bastante patética me veía ya. Estaba segura que él no pensaba eso, sin embargo, no podía dejar pasar por alto algún tipo de ofensa que le haya echó. Después de todo, ellos dos eran mis mejores amigos.

- Sabes que no debes preocuparte por eso – dijo con su voz tranquila y apacible. Mi pecho se sintió aliviado, como todas aquellas veces en las que me tenía que disculpar con él por cada tontería que me obligaba a hacer Hiromi. – Además, me ha dicho que no permitirá que estén solas. Que planea que ambas tengan varias noches de sexo desenfrenado luego de tomar copas con otros tipos.

¿Mi amiga podía ser más idiota? Espero que no. Mentalmente me golpeé el rostro con fuerza, Fukuda siempre lograba exasperarme. Incluso lograba hacer enojar a Kawahara, raras veces. Pero, a pesar de todo eso, era una buena persona, siempre se preocupa por sus seres queridos, a su manera, además de que continuamente ayuda a los que lo necesitan.

- Ah… - reí forzadamente, ¿qué más podía hacer? – Bueno, sabes que es medio alocada, pero puedes estar seguro que no pasará nada – aseguré moviendo mi mano en explicación como si estuviera delante de mi padre luego de ser atrapada en una travesura.

- No te preocupes, confío en ambas. Solo cuídense y no hablen con extraños – aconsejó de manera cálida y en despedida de nuestra conversación. Fukuda nunca, de los nunca, sería infiel a Kawahara. Quizá, ella, no era popular, pero con su carisma podía atraer a unos cuantos chicos. Lo que hacía que yo pasará desapercibida. La diferencia era que ella no tenía ojos para nadie más sino sólo para Koichi. Lo cual me parecía infinitamente romántico. Aunque parezca toda una nena por pensar eso.

- Por supuesto. Y gracias por prestármela.

Cuando acabé la llamada, me levanté como resorte para preparar, por fin, el baño que tanto ansiaba. Saqué mi ropa, algo casual como Jeans y una blusa que no me quedará muy ajustada, junto con mi ropa interior. Tras unos minutos salí como nueva del baño sintiendo, por vez primera en el día, que talvez no me iría mal el resto de la semana. 

Puse la maleta cerca de la puerta con un neceser del mismo color sobre éste, no quería olvidar nada. Me maquillé y me preparé un sándwich para comer durante la tarde, no tenía demasiada hambre, además de que planeaba dormir antes de encontrarme con Fukuda. Puse una alarma para que me diera el tiempo suficiente para lograr dormir y saber cuándo levantarme.

Soñé con Sei. También con el hombre de la noche anterior.

Abrí mis ojos cuando la alarma sonó. Tenía pereza, y mucha. Me estiré un poco para terminar de despertarme mientras soltaba un bostezo largo y quedo a la vez que me estiraba sintiendo crujir algunos de mis huesos.

- Que bien dormí – dije para mí levantándome del sofá.

- Se nota – escuché decir desde la cocina y miré a Hiromi con un vaso de jugo en la mano. Mi cuerpo dio un salto por el susto e impresión de verla. De mi boca solté un corto gritito digno de video gracioso de Youtube.

- ¡No inventes me asustaste! – le grite con enojo y ella río por mi reacción. Era vergonzoso. Aunque lo más seguro es que hubiera llegado hace poco. Miré alrededor encontrando su maleta junto a la mía.

- ¿Lista? – asentí con una sonrisa y tomé mi maleta mientras ella bebía el jugo de un trago para luego ponerlo sobre la barra y agarrar la suya. - ¡Vámonos!

- Si sabes que no tendremos sexo desenfrenado con desconocidos, ¿cierto? – le regañé cerrando la puerta de la casa y caminando a la estación que se hallaba a pocas calles de mi hogar. Fukuda soltó un suspiro en decepción y asintió. – Buena chica – le felicité en broma. Sabía que a ella no le gustaba que le dijera así porque se sentía como un perro amaestrado.

- No me digas así.

- ¿Entonces cómo te digo? – le pregunté divertida despeinándola y ganándome un golpe a un costado que casi me saca el aire. Mi amiga podía ser baja, aunque era un poco más alta que yo, pero tenía mucha fuerza. Yo, en cambio, era bastante simple y sencilla. Estatura promedio. Actitud normal. Aspecto simple. No había nada que me hiciera llamar la atención. Quizá por eso no era suficiente para ella.

- Deja de pensar cosas pesimistas – me reprendió Hiromi interrumpiendo mis pensamientos nada alentadores. Me conocía bastante bien, no podía ocultarle nada. Y, la verdad, no quería. Confió completamente en ella.

Al llegar a la estación, había bastante gente, pero poca subió al mismo tren que nosotros. Eso nos hizo más sencillo subir con nuestras maletas sin vernos presionadas a que alguien nos apresurará con la mirada. No obstante, no podía deshacerme de mi mala suerte, ¡maldita suerte! ¡maldito universo que está en mi contra!, mi equipaje se atoró en la entrada del tren causándome una vergüenza bastante incomoda.

- ¿Le ayudo? – escuché decir detrás de mí y asentí, pero por dentro me asusté ya que creía que éramos las últimas en subir. – Permítame.

Mis ojos se abrieron en sorpresa al reconocer la cabellera gris de Mayuzumi, un trabajador del empleo que tenía anteriormente en una editorial. Mierda, mierda, mierda, mierda ¡mierda! Cuando por fin pudo meter la maleta morada, Fukuda se había adelantado a apartar nuestros lugares, la buena amiga le dicen, me volteó a mirar reconociéndome al instante.

- Furihata-san – habló con voz monótona, sin mostrar, como siempre, la sorpresa que le daba encontrarnos ahí. Mayuzumi Chihiro había sido un editor del antiguo lugar donde trabajaba como empleada de piso en marketing. Nunca intercambiamos palabras, más que las necesarias. En ese tiempo yo estaba saliendo con mi compañero, Sakurai Ryo, pero había rumores de que era muy popular, creo que porque era muy misterioso o algo así. Sin embargo, nunca le presté demasiada atención, ya que yo tenía pareja. Poco tiempo después salí de la editorial por problemas personales y nunca más volví a saber de él.

- Mayuzumi-san, que sorpresa encontrarlo aquí – él asintió sin prestar demasiada atención, algo que realmente esperaba, ya que ni siquiera como conocidos podíamos ser denominados. – Gracias por ayudarme.

- ¿Se va de viaje? – me preguntó y asentí con una sonrisa, no dejando ver mi nostalgia.

- Así es, ¿usted también? – sinceramente no me importaba mucho, pero debía ser amable, podría necesitar su contacto cuando menos lo esperaba. Dudó unos segundos para luego asentir también. No parecía muy convencido. Alcé ligeramente la ceja por su comportamiento extraño, todo en él me parecía extraño.

- No sé si se pudiera llamar un viaje. Es más bien acompañar a unos compañeros de trabajo – contestó titubeante antes de mirar su celular que había sacado del suéter gris que traía. Era atractivo, eso no lo negaría, pero creo que su manera de ser es rara. Mira quien lo dice.

- Supongo que lo debieron de haber obligado – dije con una risita, tratando de aligerar el ambiente que nos rodeaba. Él sonrió, muy poco, pero lo hizo. ¡Oh por Dios su sonrisa! Puede que Mayuzumi no fuera la persona más expresiva del mundo, creo que hasta un gato tiene más expresiones que él, pero ver su sonrisa me sorprendió bastante. No era muy notable, apenas una pequeña curva en sus labios finos, pero bastante impactante.

Mi cuerpo se tambaleó ligeramente cuando el tren comenzó su viaje y me sujeté de un tubo metálico que estaba cerca. Chihiro hizo lo mismo con una mano mientras con la otra sostenía mi maleta, ya me había olvidado de ella. Carraspeé un poco antes de hablar.

- Bueno, creo que me iré a mi asiento. De nuevo, muchas gracias por ayudarme – repetí dando una ligera reverencia de cabeza en agradecimiento y, cuando intenté tomar mi equipaje, sostuvo el mismo no dejándome ir.

- Si gusta, puedo ayudarle a llevarlo hasta su lugar - ¿qué se creía? ¿el botones del tren? Alejé mis pensamientos y me concentré en pensar si sería buena idea. Hiromi estaba esperándome y seguramente haría todo un alboroto al verlo. – La verdad no quiero viajar con mis acompañantes, así que, creo que sería conveniente para ambos.

Lo miré unos segundos, ¿sería buena idea? Aunque tenía razón, ya no batallaría con mi equipaje. Asentí con una sonrisita, no perdía nada con ello. Le dije que me siguiera y llegamos a los asientos designados. Fukuda dormía plácidamente en uno, ¿cómo le hacía para quedarse así tan fácilmente? Eso no importaba. Tomé asiento y Mayuzumi se puso en el de enfrente.

- ¿Viene con usted? – señaló a mi amiga con la mirada, un poco desconcertado porque llevará acompañante. Observé a Fukuda, yacía profundamente dormida con la cabeza recargada sobre la pared en una extraña postura.

- Quisiera que no – bromeé sin quitarle la mirada a ella alcanzando a escuchar un ligero: Oh… Por parte de mi acompañante. El silencio nos inundó haciéndome sentir incomodo, como esas veces en las que te cantan el feliz cumpleaños y no sabes a donde mirar. Era un poco sofocante.

De mi bolsa saqué un libro que había traído para el largo viaje. Me gustaba ese libro. Trataba de un hombre que se había enamorado de la novia de su mejor amigo, el cual estaba muerto por suicidio. Al principio era un poco confuso para él, y más aún cuando la chica parecía darle señales abstractas de que sentía algo por él. El chico siguió con su vida estudiando en la universidad y viviendo en un complejo de apartamentos sólo para hombres. Y cuenta como se encuentra con la chica, pero que también conoce a otra en la universidad, me recordaba bastante a Fukuda, el tiempo pasa y el tipo debe decidirse por quien escoger. Era bastante irreal, pero entretenido.

- Me enteré que ahora es jefa de marketing en Akashi Corp. – su voz me sobresaltó acelerando mi pulso por el susto que me dio. Traté de que no se notará tanto carraspeando mientras cerraba mi libro.

- Así es, hace poco me ascendieron – informé poniendo mis manos sobre mis piernas sobre el libro que, hace unos segundos, leía. - ¿Y cómo va todo en la editorial? No he tenido oportunidad de hablar con alguno de mis antiguos colegas, por lo que no sé si ha habido cambios allá.

Chihiro me vio directamente a los ojos, como escudriñándome. No sabía la razón, pero evité su mirada bajando la mía a mis uñas pintadas de un rosa suave estilo vintage. – No ha habido grandes cambios. Solo que ya no es lo mismo, al ambiente me refiero, pero debo admitir que últimamente tenemos nuevos escritores y secciones en la revista.

- ¿Al ambiente? – devolví los ojos a los suyos y alcé una ceja dando a entender que no comprendía muy bien a qué se refería. Él, que tenía una novela ligera entre las manos que no sé cuándo jodidos lo sacó, asintió devolviéndome la mirada.

- Desde que se fue Furihata-san, no es lo mismo. Al menos no para mí – confesó girando su vista hacia la ventana que mostraba un paisaje verde lleno de las hojas de los árboles con una que otra flor que se colaba entre las ramas. 

Notas finales:

Como que aparecieron varios sosprechosos (7w7r) y un amor secreto, además de antiguas relaciones de Kou-san. 

Informó que el AoKi aparecerá en el siguiente episodio y que la loquilla de Fukuda hará de sus travesuras para juntar a Kou con alguien (7w7). 

Les incitó a dejar sus opiniones acá abajito. (No es justo que solo lean -hace puchero- 030). Me pueden decir que les pareció. Si creen que deba agregar o retirar algo o alguien, ya que no tengo un esquema de cómo se desarrollará esta historia. Fue solo un impulso del momento, como explique en el capítulo anterior. 

Bueno, sin más por el momento...

Nos leemos en el siguiente capítulo OwO)/"


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