Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Luz de fuego por Himitsu furikou Akira

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaaaaaaa, ya falta poco para que se termine esta historia, al menos la primera parte... sip pues no pensaba dividirlo, para aquellas que si saben de que van los libros, ya que son una trilogia, pensaba juntarlos, pero como en el proximo integrare al resto de la kiseki pues he decidido mejor si dejarlo dividido, ademas de hacer un especial con las fichas de que dragon es cada quien y como es que terminaron juntos. 

Recuerden que habra 

Mido-Taka

Ao-Kise

Kaga-Kuro

Mura-Himu

Asi que habran especiales de cada pareja.

Ademas del Ima-Saku... Pero a su debido tiempo.

 

Me despierto con el olor del café y tocino. Inhalo más profundo. No, salchichas definitivamente, y huevos fritos.

Miro hacia la cama vacía de Ryo frente a mí, para luego mirar al reloj. Ocho y quince de la mañana. El aroma nada a mí alrededor, alejando el sueño de mis ojos. Me apoyo sobre los codos, preguntándome si mamá olvidó apagar la cafetera. Mi estómago gruñe, pero eso no explica el olor a comida.

—Bueno, supongo que eso responde a mi pregunta… —Una profunda voz aterciopelada, me asusta. Salto agarrando mi almohada, como si fuera a usarla como arma.

Seijuuro está de pie en mi puerta, sorbiendo de una taza metálica. Su camiseta gris se extiende por sus hombros y pecho, de una manera que hace que mi garganta se cierre.

— ¿Qué pregunta? —Le digo, sin aliento.

—Que eres tan hermoso en la mañana, como lo eres durante el resto del día.

—Oh… —Digo estúpidamente, empujando la maraña de pelo lejos de mi rostro, seguro de que no luzco nada bien ahora, rodando fuera de la cama. No es que me esfuerce por mi apariencia durante el día, pero aun así... ¿Quién luce bien recién salido de la cama?

—Tú es-estás aquí otra vez… —Murmuro.

—Aparentemente.

— ¿No puedes permanecer lejos?

—Aparentemente no.

Estoy bien con eso. Genial, de hecho.

—Te hice el desayuno. —Añade.

— ¿Tu puedes cocinar? —Estoy impresionado.

Él sonríe.

—Vivo en una casa de solteros, ¿Recuerdas? Mi mamá murió cuando yo era un niño. Casi no la recuerdo. Tuve que aprender a cocinar. —Hace una ligera mueca al recordarme eso.

—Oh… —Murmuro apenado, y luego me siento derecho—. Espera un minuto... ¿Cómo entraste aquí?

—Abrí la puerta de entrada. —Toma otro sorbo de su taza, y me mira como si estuviera en problemas—. Tu mamá realmente debería asegurar la puerta cuando se va.

Yo arqueo una ceja.

— ¿Eso te mantendría afuera?

Él sonríe un poco.

—Tú me conoces bien.

Y supongo que lo hago. Entiendo todo el asunto de la cosa de no ser lo que tú familia quiere. Comprendo lo que se siente ser una decepción constante. Juntos, en esto, somos iguales.

Su sonrisa se desvanece.

—Pero hay otras amenazas, y una puerta cerrada no podría mantenerlas fuera, ¿No?

Al instante, me arrepiento de recordarle ese hecho. Lamento la sombra que cae sobre su cara y oscurece sus hermosos ojos dispares.

—Hey… —Le digo, levantándome de la cama, decidido a hacerle olvidar las fuerzas siniestras existentes, listas para hacerme daño... y hacernos trizas. El convive con algunos de ellos.

Probablemente con lo peor de ellos. El clan no me quiere muerto, después de todo. Incluso los Gaki no son un peligro inmediato. Son demonios sin rostro para mí, un oculto coco, una amenaza sólo si los cazadores me atrapan y me entregan a ellos.

—Mejor cambiemos de tema. —Le digo, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura.

Él me aprieta tan fuerte que el aire sale en ráfagas de mis labios.

—No quiero hacerte daño. Nunca.

Hay algo en su voz, y en la forma en la que me sostiene, una intensidad que hace temblar mi piel y que mi estómago se presione. Y me pregunto si él sabe algo más. Si él no me ha dicho todo. ¿Qué otra cosa podría ser?

Ignoro el sentimiento, y entierro mi cara en su pecho. El fresco algodón suave de su camisa, es agradable sobre mi piel.

—Entonces creo que es mejor que relajes tu agarre, porque estas aplastándome. —Bromeo.

—Vamos… —Dice, tomando mi mano y conduciéndome a la cocina—. Estoy muerto de hambre. Vamos a comer.

Su voz es normal ahora. Profundo terciopelo, sin problemas, incluso. Lo que he oído se ha ido. Más tarde, me pregunto si me lo imaginé.

—Seijuuro no ha estado yendo a la escuela últimamente.

Alzo la vista de mi libro ante el comentario indiferente de mi hermano. Ryo trabaja en sus tareas, sobre el piso junto a su cama. Me mira cuidadosamente, y con la pluma suspendida sobre su papel.

— ¿Ah, sí? —Digo, orgulloso de la tranquilidad de mi voz, y por no morder el anzuelo—. Tal vez salió de la ciudad de nuevo.

—No, Nash está yendo a la escuela. —Evidentemente, es consciente de que sus expediciones de «pesca» no se tratan de verdaderas presas.

Me encojo de hombros, y miro de regreso a mi libro. Después de un momento, oigo el arañazo de su pluma reanudarse, y respiro de alivio... con la esperanza de haber pasado su prueba. Afortunadamente, la señora Reika no ha mencionado las visitas de Seijuuro, y no creo que lo haga. De alguna manera, hemos formado una alianza.

— ¿Has oído hablar de él?

Aparentemente, no había terminado... Y aquí es donde esto se pone difícil. Mentirle a mi hermano nunca ha sido fácil, pero decirle la verdad podía llevarnos a otras verdades que no está listo para oír... y no estoy dispuesto a confesar.

—No.

—Huh... Supongo que no es un príncipe, después de todo. —Me mira directamente. Me resisto de insistirle que Seijuuro si es un príncipe, y mucho más— ¿Estás bien? —Pregunta.

—Sí, nunca creí mucho en los príncipes.

—No es broma. —Se encoge de hombros, y no puedo dejar de pensar en Shoichi. El solía creer que era un príncipe. Creo que ahora, ya no lo hace—. Este encuentro con ranas es nuevo para ti, eso es todo.

Yo gruño, y esperando redirigir sus pensamientos, pregunto— ¿Cómo está Kousuke?

—Muy bien, supongo.

Lo que significa que Ryo no está con él. No es Shoichi, después de todo. No importa cuán decidido esté a seguir adelante, estoy segura de que Shoichi todavía está allí, más grande que la vida en su cabeza. Lastima. Un novio la distraería de preocuparse por mí, de preocuparse de si voy a fallarles. Un novio también le daría ese gusto de normalidad que tanto quiere.

Tal vez debería hablarle de Seijuuro... Explicarle que me quiero quedar aquí y ahora, que yo quiero hacerlo funcionar. Que Seijuuro me gusta tanto... más de lo que yo le gusto a él. Que gracias a él, puedo quedarme aquí.

Suspiro.

Esa sería una gran conversación, más grande que la que quiero tener. De todos modos, iba a darse cuenta mañana por la noche cuando aparezca para nuestra cita.

—Me podría gustar alguien más ahora. —Dice, antes de que yo pueda decir algo.

— ¿Sí? ¿Has encontrado a tu príncipe?

—Hmm, tal vez… —El asiente, sin explicarse, y yo no presiono. Ryo no dice más de lo que quiere. Somos parecidos en eso, supongo. Durante demasiado tiempo, hemos vivido juntos, pero por separado, manteniendo las partes más profundas de nuestro corazón ocultas, porque al otro no va a gustarle lo que hay allí. El problema es que nos conocemos muy bien, lo que hace difícil ocultar mucho de cualquier cosa.

Al día siguiente, Seijuuro no llega en su aparición habitual. No es de extrañar. Me dijo que iría a la escuela hoy... Le acosé hasta que hice que lo prometiera. No quiero que se meta en problemas, o repruebe por mi causa, aunque no creo que eso llegue a pasar, y yo no quiero atraer más atención hacia mí mismo, con su familia.

Pero entonces, él también me prometió que siempre aparecería de todos modos, y no puedo dejar de sentirme decepcionado cuando el día se desvanece sin verlo. Incluso con nuestra cita de esta noche, es un largo tramo de horas sin él.

Visito a la señora Reika, por un tiempo. Vemos un poco de televisión antes de la siesta, entonces, me dirijo a casa y me extiendo sobre la cama para ponerme al día con el trabajo escolar. Paso de biología, ya que se me da bien la materia, pero no geometría, así que estoy trabajando en los problemas a un ritmo lento, cuando lo oigo.

Un suave clic.

Una tabla del piso chirrea.

Mi piel salta, baila, se estremece de emoción.

Seijuuro.

Bajo mi lápiz, y me siento, intentando arreglar con ansiedad mi cabello.

— ¿Hola? ¿Mamá? —Estoy convencido de que no es mamá, pero de todos modos pregunto. Por si acaso.

Nada. Silencio.

— ¿Sra. Reika?

Apresurado, me muevo hacia la puerta, y miro a la sala. La puerta principal está abierta. Chorros de luz, y pequeñas motas de polvo, danzan dentro por los rayos de sol. Un poco más allá, la piscina destella de un azul tan brillante, que me duelen los ojos.

— ¿Se-Seijuuro? —Corro el riesgo de llamar. Mi voz suena nerviosa, pero esperanzada.

Me adelanto, lanzando una rápida mirada hacia la cocina vacía. Sólo en caso de que él este allí, haciéndonos una merienda. Nada. En la puerta, me asomo fuera, y no veo nada.

Mis labios se tuercen con la decepción. Ningún Seijuuro.

Cierro la puerta lentamente, asegurándome de que cierra firmemente esta vez. Mi piel todavía ondea, ajustándose con la energía. El tipo de energía que se siento en torno a Seijuuro, excepto que Seijuuro me respondería.

Mirando fijamente a la puerta, froto mis brazos, sobre mi piel arrugada, como piel de gallina, a pesar del calor de mi cuerpo.

Con la puerta cerrada, me dispongo a seguir. El silencio se siente grueso y opresivo. Demasiado opresivo. Mi piel nada en calor, demasiado caliente. Un chapuzón en la piscina podía ayudarme, ya tengo el permiso. Con una mano en el dobladillo de la camisa, apunto de quitármela, me dirijo hacia mi habitación para conseguir algo más fresco.

Y grito, cortándolo antes de que pueda despertar a la Sra. Reika, y traerla corriendo.

—Hola, Kouki.

El terror inunda mi corazón, al escuchar esa voz. Sabía que eventualmente este momento iba a llegar, pero eso no me preparó para tal. El prometió estar aquí en cinco semanas después de todo. Tragué fuertemente, sabiendo que persuadirle de dejarme una segunda vez, sería más difícil.

Mis pulmones arden. Mi tráquea se ensancha, y se hincha con calor para defenderme. El fuego en mi interior se intensifica al pensar en el corte de alas que me espera… ya que él quiere llevarme de vuelta para soportarlo.

—Vete. —Le digo ásperamente.

Sus ojos flamean, y se amplían, las pupilas se vuelven dos delgadas ranuras

—Tu madre te lo dijo. —Afirma rotundamente.

—Si… —Le digo—. Ella me lo dijo.

—Ella no lo sabe todo. Ella no sabe cómo soy… o lo que siento. Nunca te forzaría a hacer algo que no quisieras, y nunca, dejaría que alguien te hiciera daño.

Sus palabras me enfurecen. Mentiras, quería convencerme. Mis manos se elevan, listas para abofetear esa mirada seria de su rostro. La misma mirada seria que me dio la primera vez que me mintió en mi cara.

El sujeta mi mano, presionando mi muñeca con fuerza.

—Kouki…

—No te creo. Me diste tu palabra. Cinco semanas.

—Cinco semanas era demasiado. No podía dejarte por tanto tiempo, sin chequear cómo estabas y… ¿Quién demonios es Seijuuro?

—Porque eres un mentiroso, ¿Y a ti que te importa? —Le afirmo.

Su rostro se rompe. Sus emociones brotan. Él sabía que no estaba hablando solo de las cinco semanas. Con una sacudida de su cabeza, trata de sonar casi arrepentido, mientras admite todo.

—Tal vez no te conté todo, pero eso no cambia nada de lo que dije. Nunca te haría daño. Quiero intentar protegerte.

—Intentar… —Repito.

Su mandíbula se presiona.

—Yo puedo. Puedo detenerlos.

Después de un momento, logro liberar mi mano. Él me deja ir. Frotando mi muñeca, le fulmine con la mirada.

—Tengo una vida aquí ahora. —Mis dedos se estiran y se curvan en garras, aún hambrientos por una pelea contra él—. Si me alejas de aquí, nunca te lo perdonaré.

Inhala profundamente, su pecho se hincha elevándose.

—Bueno. No puedo permitir eso.

— ¿Entonces te iras? ¿Me dejaras solo? —La esperanza vuelve a mí.

El niega con su cabeza.

—Yo no dije eso.

—Claro que no… — Le digo con cara de desprecio— ¿A qué te refieres entonces? —El pánico vuelve a inundarme, junto con un pensamiento de él quedándose aquí, y enterándose de Seijuuro y su familia—. No hay razón para que te quedes.

Sus ojos oscuros centellean.

—Estás tú. Te puedo dar más tiempo. No puedes encajar aquí. Tú volverás.

— ¡No lo haré!

Su voz se rompe, junto a un trueno en el aire.

— ¡No te dejaré! ¿Sabes cuan insoportable es estar sin ti? Tú no eres cómo el resto de ellos… —Sus manos golpean el aire casi salvajemente. Lo miro, con mis ojos ampliados y llenos de dolor—. Tú eres cómo uno de esos cachorritos bien entrenados, que se contentan con hacer lo que les dices. —Se ríe entrecortadamente—. No literalmente, aunque así sea. Hay algo en ti, Kouki. Eres lo único real para mí allí, lo único remotamente interesante. —Vuelve a mirarme crudamente, y yo detengo mi respiración. Él estaba listo para alcanzarme y cogerme entre sus brazos.

Salto precipitadamente hacia atrás.

—Eres un miserable, solo eso soy, ¿Alguien a quien controlar? ¿Un paso a seguir? ¿Una norma de tu vida?

Y él luce increíblemente herido, debido a mi reacción. Dejando caer sus manos, el habla de nuevo, lisa y calmadamente.

—Te daré más espacio. Tiempo para que te des cuenta que esto. —Hace señas a la sala—. No es para ti. Tú necesitas niebla, montañas, y cielo. Volar. ¿Cómo puedes quedarte aquí, si no tienes nada de eso? ¿Cómo esperas sobrevivir? Si aún no lo has resuelto, lo harás, volverás.

En mi mente, visualizo a Seijuuro. Él se había convertido en mi niebla, el cielo, en mi todo, solo para mí. Hacía que pudiera sobrevivir aquí. Y yo lo amaba. Pero Shoichi nunca debía saber eso.

—Lo que tengo aquí, es mejor que lo que me espera de regreso en casa. El corte de alas que tú tan convenientemente olvidaste mencionar.

—No va a pasar, Kouki… —Se acerca. Su cabeza está inmersa en mis ojos, que se han llenado de lágrimas—. Tienes mi palabra. Si regresas, no te harán daño. Tendría que morir primero.

Sus palabras me atraviesan, como viento frío.

—Pero tu padre…

—Mi padre no será nuestro alfa para siempre. Algún día yo regiré. Todos lo saben. El grupo me escuchara. Te prometo que estarás a salvo.

¿Puedo confiar en él de nuevo? ¿Incluso después de todo lo que dijo? Si lo hago, y estoy equivocado, el costo sería demasiado alto. Mi vida.

— ¿Esperaras a que esté de acuerdo en regresar contigo? —Quiero ser claro en este punto— ¿No me forzaras en ningún sentido? ¿O te revelaras a alguien, sin importar qué?

—Esperaré… —Promete—. Todo el tiempo que necesites.

Él esperará. Pero estará al acecho. Cerca. Vigilando. Y no siempre lo sabré.

Es gracioso cómo las cosas cambian. Al principio, pensé que nunca podría quedarme aquí. Ahora no me quiero ir. Mayormente por Seijuuro, pero también porque decidí darle a Mamá y Ryo lo que quieren. Una oportunidad. No puede ser todo acerca de mí. Si soy lo suficientemente fuerte e inteligente, mi dragón podía lograrlo. Y claro, Seijuuro podía ayudar con eso. Unos pocos besos, una sonrisa, el toque de sus manos, y mi dragón reviviría. Ya no tengo que ocultarme más de él. Ahora lo sabe, y está dispuesto a estar conmigo.

Puedo terminar la escuela, por Mamá, y por Ryo. Después de la graduación, podre irme con Seijuuro, cuando se independice de su familia. Solo dos años más, e íbamos a averiguar los detalles. El cómo y dónde. Por primera vez desde que vine aquí, siento la emoción de la esperanza. No iba a dejar que Shoichi arruinara eso.

—Vas a esperar por siempre… —Juré—. No cambiaré de opinión.

La boca de Shoichi se curvó enigmáticamente. Cómo si supiera algo que yo no. Tiene dieciocho, pero en estos momentos puedo creer que es mucho mayor que yo.

—Las cosas cambian todo el tiempo. La gente cambia. Tomaré mis riesgos.

Sacudo mi cabeza.

—Ya verás. No cambiaré de opinión.

Él tenía que irse. Porque no podía esperar para siempre. No importaba lo que estaba diciendo. Tenía un grupo que liderar. No podía estar por aquí, merodeando, durante dos años. No importa cuán interesante sea para él.

—Ya veremos.

Miro el reloj sobre la TV.

—Mejor te vas antes de que mamá llegue.

—Está bien… —Se dirige hacia la puerta—. Adiós, Kouki.

Pero yo no me despido de él. No quería fingir que habíamos alcanzado un nivel donde las sutilezas existían entre nosotros.

No somos amigos. Ni siquiera cercanos, y nunca íbamos a serlo.

                                                                       &

Son las cinco de la tarde, mamá asoma su cabeza en el dormitorio.

— ¿Qué quieres que haga para la cena esta noche, Kouki? —Cambió turnos con alguien, para que pudiera quedarse en casa con nosotros los viernes por la noche, para variar. Siento un atisbo de culpabilidad. Ya que este era un gran problema, ella iba a estar sola.

Ryo tiene planes, lo que también no es de extrañar. Y aun no les he dicho acerca de mi cita con Seijuuro. En este momento, mirando hacia mi madre, ella cree que va a tener una noche de diversión con al menos uno de sus hijos.

Ryo está probándose ropa. El solo nos ha dicho que va a salir con amigos, y yo no le pregunto más. No espero conocer a estos amigos si me lo dijera. Teniendo en cuenta los recientes acontecimientos, estoy bastante seguro de que no son basquetbolistas.

—Um, de hecho voy a salir, también… —Ryo se gira para verme.

— ¿En serio? —Pregunta mama, cruzándose de brazos, y entrando en la habitación— ¿Con quién? —Una pequeña nota de esperanza suena en su voz. El hijo difícil realmente podría estar progresando. Adaptándose. Haciendo amigos.

—Con Seijuuro… —Evito llamarlo una cita. No hay necesidad de alarmarla.

— ¿Seijuuro? —La voz de Ryo es cortante— ¿No es ese chico... estúpido?

La frente de mi madre se arruga, como si ella estuviese concentrándose—. Él es la razón por la que esas niñas te acosaron en el baño, ¿Verdad? —Al parecer, Ryo ha estado hablando con mamá—. El chico que te hace...

Manifestar. Como si fuera algo sucio, ella ni siquiera puede decirlo, nunca más.

—Puedo controlarme a su alrededor, ahora. —Miento. Mejor que decirle que no necesito hacerlo.

Los ojos de mamá se endurecen.

—No quiero que salgas con él. —Dice esto de una manera rápida, y plana.

—Sí, yo también… —Interviene Ryo, como si tuviese algún tipo de autoridad sobre mí.

—Tú no tienes nada que decir. —Yo chasqueo hacia mi hermano.

Ryo luce furioso ahora, y estoy seguro de que es porque le mentí cuando me preguntó acerca de Seijuuro. Supongo que debería haberle dicho la verdad entonces, en vez de querer mantener un pequeño y acogedor secreto sólo entre Seijuuro y yo.

—Él nos ha causado muchos problemas…

Apunto con un dedo a través del aire.

— ¡Él es la única razón por la que aún quiero quedarme aquí! ¡La única razón por la que no me he escapado todavía! Deberías estar agradecido de que lo conocí. —No es totalmente cierto. Mamá y Ryo desempeñan un papel, también... pero estoy muy enojado como para admitirlo.

Mamá tiembla, parpadea. El color abandona su cara.

—Kouki… —Exhala mi nombre en una respiración baja, como si yo hubiese dicho algo horrible, o hecho algo aún peor.

— ¿Qué? ¿Crees que no he pensado en huir? —Exijo— ¡Me sentía muy miserable hasta que conocí a Seijuuro! ¡No creo que pueda estar un día aquí, sin él!

Ryo gruñe de disgusto, y vuelve a girarse hacia el armario. Mamá está tranquila. Luce pálida y asustada. Puedo verla pensando, procesando. Clavo mi mirada en ella, tratando de alimentar mi esperanza. Hacerle entender que todo es mejor, y que todo va a estar bien, siempre y cuando tenga a Seijuuro.

Mueve la cabeza triste y lamentablemente.

—Es demasiado peligroso que estés con él.

Si tan sólo ella supiera cuan peligroso.

—Está bien… —Le digo con fuerza, lanzando mis manos en alto—. Mantenme en una burbuja, ¿Por qué no? ¡O edúcame en casa! ¿No crees que cualquier chico que me guste o que me atraiga, podría hacer que mi dragón vuelva a la vida? —No creo que esto sea cierto, pero lo digo de todos modos. Es estrictamente Seijuuro.

Hay algo en él. Algo en él que llega hasta mí. Ningún otro chico podría afectarme de la forma que él lo hace.

Mamá sacude la cabeza.

—Kouki…

— ¿Debería tratar de salir con un chico que no me atrae sólo para jugar a lo seguro?

—Por supuesto que no… —Dice ella, rápidamente—. Pero tal vez tu no deberías salir con nadie hasta que tu dragón…

— ¿Esté muerto? —Termino, sacándolo hacia afuera—. Lo sé —Abanico mis manos hacia el aire—. Ese es el gran acontecimiento que has estado esperando. El día que tú puedas llamarme humano.

Y esto duele. Como una herida que no acaba de sanar, pero los puntos se abren, y vuelven a sangrar. El conocimiento de que no soy lo que ella quiere, que tengo que ser alguien que yo no quiero ser, para tener su aprobación.

Las lágrimas arden en mis ojos, ante la injusticia de todo. Contengo una respiración profunda.

— ¿Se te ha ocurrido que tal vez no muera? ¿Que mi dragón no es una parte de mí, que tú puedas matar? Que soy yo. Para siempre. Todo mi ser. Quien yo soy. —Extiendo mi mano sobre mi corazón—. Sé que piensas que con el tiempo se marchitara, pero soy un respira fuego, ¿Recuerdas? Eso me hace diferente de todo lo que hemos conocido acerca de nuestra especie.

Ella niega con la cabeza. Parece cansada, vieja, y un poco asustada.

—No vas a salir con él.

Presiono mis manos hasta que los huesos me duelen.

—No puedes hacer esto…

— ¿Qué? ¿Ser tu madre? —Chasquea sus ojos color ámbar, vivos de nuevo—. Eso nunca va a detenerse, Kouki. Acostumbrarte a ello. —Yo sé que ella tiene razón, por supuesto. Me  ama y siempre hará lo que piensa que es correcto para protegerme. Incluso si me hace miserable en el proceso. Ella va a hacer lo que tiene que hacer.

Me cruzo de brazos, y coloco mis labios en una línea sombría. Yo también iba a hacerlo.

Dos minutos antes de que Seijuuro llegue, como lo habíamos planeado, furtivamente salgo por la ventana, resbalando por ella silenciosamente. Mamá está en la cocina, trayendo una bebida, y un aperitivo para la película que acordamos mirar.

Ryo se fue hace media hora, aun enojado conmigo. Ni siquiera me dio las buenas noches.

Mientras corro alrededor de la piscina, veo a la Sra. Reika mirando por la ventana, la luz azul de su televisor pulsando detrás de ella. Yo agito la mano con la esperanza de que no parecer mucho como un fugitivo de la cárcel. El aire choca contra mis labios, mientras me apresuro.

Seijuuro está en la acera, justo dando un paso fuera de su camioneta. Su rostro se relaja cuando me ve. Una sonrisa se forma en sus labios.

—Hola. Yo estaba yendo… Esto está bien, vámonos. —Abro la puerta del pasajero, antes de que él pueda llegar a ella, y salto dentro. Regresa adentro, avanzando lentamente, enviándome miradas curiosas. Mis manos empiezan a tocar un impaciente ritmo sobre mis muslos.

— ¿Seguro que estas bien? Yo quería conocer a tu madre.

—No es una buena idea ahora mismo. —Hecho un vistazo a la casa. No hay señales de mamá, por suerte—. Salgamos de aquí.

Él asiente con lenta incertidumbre.

—Muy bien.

Puedo decir que él no está feliz, quiere ser el novio propiamente dicho y todo. Yo desearía poder dejarlo. Pero sé que no va a funcionar con mi madre. Todavía no.

—Te e-extrañé… —Le digo, con la esperanza de que sea suficiente para hacerle sentir mejor—. Ha sido un largo día.

Se ríe.

—Te eché de menos, también. Yo podría haber faltado a clases, ya sabes. Tú eres el único...

—Ya lo sé. Ya lo sé… —Niego con la cabeza—. No quiero que hagas eso por mí.

—Bueno, no tendré que volver a hacerlo. Tú regresas el lunes. —Enciende la camioneta, y conduce. Suspiro de alivio mientras nos alejamos. Finalmente en nuestra cita.

Mis pensamientos se deslizan desde mi mamá, hacia otra persona. Alguien que está con toda probabilidad, muy cerca. Con suerte, no demasiado cerca.

Me digo a mi mismo que él cumplirá su palabra. Quedándose atrás. Incluso si me ve con otro chico. Sin embargo, no estoy cien por ciento convencido.

Miro por encima de mi hombro, al coche que está siguiéndonos de cerca. Es imposible ver al conductor para saber si es Shoichi. Después de un momento, este nos rodea y nos pasa.

Suspiro.

— ¿Por qué tengo la sensación de que te estoy secuestrando? ¿Debo estar alerta por las sirenas, en el espejo retrovisor?

—Salí voluntariamente… —Fuerzo una sonrisa, y me burlo—. No creo que vayas a ser arrestado.

—Genial. No «creo» que eso sea muy alentador. —Me da una sonrisa adolorida—. Pero tal vez no. Tengo dieciocho años, después de todo.

— ¿Tienes dieciocho años? Pero eres estudiante de segundo año, te vez de mi edad, bu-bueno, no de mi edad o algo así, t-tu entiendes.

Una mirada inquieta pasa por encima de su cara.

—Me perdí mucho de la escuela hace unos años atrás. Estaba enfermo.

— ¿Enfermo? —Repito. El recordatorio de su mortalidad, se estrella contra mí. Siempre estará allí, como un humo elevándose entre nosotros. Nash había mencionado que Seijuuro estaba enfermo, pero nunca me lo imaginé como nada serio— ¿Cómo? Quiero decir, ¿Qué...?

Se encoge de hombros, como si no fuera nada importante, pero no me mira. Clava los ojos en el camino.

—No lo sé. La misma enfermedad que tuvo mi madre, nunca lo supe. Pero estoy mejor ahora. Completamente curado.

— ¿Estabas muy mal...?

—Por aproximadamente un año, el pronóstico no era… —Se detiene de pronto, como si me hubiera dicho demasiado, y me viene esa sensación de nuevo. La sensación de que no me está diciendo algo. Que está frenándose. Un músculo en su mandíbula ondea de tensión—. Mira, no te preocupes por eso. ¿No soy un espécimen masculino perfecto ahora? —Me envía una mirada que considero tranquila, pero sería— ¿No me veo saludable?

Él lo hace. Todo en él grita hombre joven y viril. Pero no todo es lo que parece. Lo sé mejor que nadie.

—Es increíble lo que los médicos pueden hacer en estos días. —Él está mirando fijamente a la carretera, de nuevo, y estoy convencido de que hay algo que no me está diciendo. Tal vez algo que nunca me dirá. Pero entonces, ¿Por qué iba a ocultar algo de mí? Después de todo, ¿No sabemos ya todo el uno del otro? ¿Cuál era el punto?

Asiento. Pero siento un poco de frío mi interior. No me gusta pensar que está ocultando algo de mí.

Casi tanto como no me gusta pensar que podría haberlo perdido. Que nunca podríamos habernos conocido. Que yo hubiera muerto en la cueva, cuando su familia me encontró.

Y entonces, ahí está el hecho de que el aún podía morir. Iba a hacerlo. Claro, no ahora, pero algún día. Mucho antes que yo. Una lenta punzada roe en mis sienes. Hundo mis dedos por el dolor.

Pero esta es nuestra primera cita real. No quiero echarla a perder, así que cambio de tema.

—Así que... ¿A dónde vamos?

— ¿Te gusta la comida griega? Es un poco variado, pero vale la pena. Nuestra primera cita debe ser especial. —Sonríe, entonces me mira—. Finalmente, ¿Eh?

Sonrío, pero mis labios se sienten frágiles, temblorosos. Me las arreglo para mantenerlos en su lugar. Durante un tiempo, poco a poco por lo menos, puedo fingir que todo está bien. Que Shoichi no está en algún lugar... y más lejos, más allá, el clan no me está esperando.

Luces tatúan nuestro espejo retrovisor. Me giro en el asiento, y entrecierro los ojos contra el deslumbramiento. El vehículo está cerca de nosotros. Directamente detrás de nosotros. Esta vez no se trata de ningún coche ansioso por rebasarnos.

Mi corazón se hunde, el sonido es rápido en mis oídos. No puedo evitarlo, pienso en Shoichi. O peor aún, el clan. Osamu. No me imagino que Shoichi fuera tan evidente. Él ya me había confrontado. Podía seguirme, observándome desde las sombras, pero no iba a revelarse a sí mismo de esta manera. Lo prometió.

Retuerzo mis dedos en mi regazo, y miro a Seijuuro. Él levanta una de mis manos de mis rodillas, y entrelaza nuestros dedos presionándolos. El toque me hace sentir fuerte.

Seguro.

Es extraño que me sienta muy seguro, con un cazador dragón. Pero ahí está. No lo puedo negar. Ni siquiera intentarlo más. Tampoco puedo negar la agitación esperanzada en mí, que me hace creer que puedo quedarme aquí  para siempre. En este desierto. Como si tal vez yo no pudiera sobrevivir y prosperar con él a mi lado.

El vehículo que está detrás de nosotros, hace sonar su bocina. Mi piel se contrae, y se ajusta rápidamente.

— ¿Ellos nos están siguiendo muy de cerca? —Pregunto, con la esperanza de estar exagerando, de estar paranoico por la visita de Shoichi, que aún era muy reciente.

Seijuuro tuerce su boca.

—Sí.

— ¿Quiénes son? ¿Qué quieren?

—Es Nash.

Mi corazón tiembla por encima de mis crecientes pulmones.

—Oh… —Shoichi habría estado mejor en mi mente. Por lo menos sabía que esperar de él.

Me mira.

—No tenemos que detenernos. Él se irá. No te quiero a su alrededor nunca más. Es demasiado arriesgado.

—No... —Niego con la cabeza—. Te-Tenemos que detenernos. ¿Po-Por qué no lo haríamos? Se le haría más sospecho si tú haces un gran drama acerca de ma-mantenerme lejos de él.

—Es nuestra cita. —Siento su voz como niño encaprichado, que no quiere prestarle el juguete a su hermano.

—Acabemos esto de una vez. Entonces, podremos tener nuestra noche. —Agito una mano confiando—. Dale lo que quiere al niño.

La risa dura de Seijuuro, llena el coche. Es un sonido incómodo.

— ¿Qué es tan gracioso?

—No lo entiendes en absoluto, ¿Verdad?—

Lo miro fijamente, a su fuerte perfil.

—Su-Supongo que no. ¿Por qué no te explicas?

Él conduce, mirando encolerizadamente hacia el frente. Finalmente, dice en un gruñido—: Él te quiere a ti.

Yo salto.

— ¿A-A-A mí? —Siento sus palabras, como si me hubieran abofeteado— ¿Por qué?

—Bueno, resulta que él piensa que hay más en ti. Todavía sospecha que sabes demasiado. Que te he dicho todo, y luego está la competencia constante entre nosotros. —Sus dedos largos y flexibles, se doblan sobre el volante—. Él está un grado atrás, porque caza. Cada vez que puede. Está tan echado a perder, que sale solo, e incluso deja a Eikichi.

Yo arqueo una ceja ante eso.

—Loco, lo sé. Pero él no ha estado del todo equilibrado, desde... —Se detiene.

— ¿Desde qué?

—Desde que me volví tan bueno en el rastreo, e importante para la familia. Más importante que Nash.

Me puse rígido ante el recordatorio de que él es un rastreador, el mejor en su familia. ¿Cuántos dragones han sido asesinados o capturados por él? Sin embargo, también siento empatía. Porque sé lo que se siente el ser utilizado, valorado sólo por lo que eres capaz de hacer... no por quien eres, no por quién quieres ser.

—Desde el nacimiento, hemos estado enfrentados uno contra otro. Nuestros padres nos lo hicieron a nosotros. Sus padres a ellos. —Él asiente con la cabeza—. Natural, supongo. Para hacernos más fuertes. Antes, cuando la caza de dragones era más peligrosa, no teníamos la tecnología de nuestro lado. Muchos de los que se fueron de caza, no volvieron.

Esto lo sé. Por lo menos sé que los dragones nunca han sido más vulnerables que ahora. Los cazadores se han convertido en adversarios más sabios, más letales contra nuestro número cada vez menor. En este día y época de lanzadores de red, vehículos todo terreno, y dispositivos de comunicación que hace que rodearnos y capturarnos sea más fácil. Es un tiempo en el que los dragones están perdiendo todos los rasgos dragón que han defendido a través de las generaciones. Todos, menos yo.

Ahora Seijuuro y su gente tienen ventaja, me estremezco, odio esto. Esta forma de pensar en nosotros por separado. Yo contra él. Una parte de mí se vuelve fría de miedo de que siempre sea así.

—Nash me odia. —Seijuuro se encoge de hombros, como si fuera natural.

Esto va más allá de mi comprensión. A pesar de todo lo que mamá ha hecho, a pesar de la tensión entre Ryo y yo, mi familia nunca me haría daño deliberadamente. Nuestra unión era muy profunda.

Seijuuro me mira mientras afloja su pie del acelerador.

— ¿Seguro que quieres que detenga el coche? Él te secuestrara a la primera oportunidad, por la sencilla razón de fastidiarme.

Cruzo los brazos, y levanto la barbilla haciendo un puchero infantil.

—Él no me puede robar. No soy un juguete para que dos niños luchen por él. Detén el vehículo.

Y sin embargo, un malestar empieza a anidarse en la boca de mi estómago, descansando allí como una serpiente enroscada.

Porque la espeluznante sensación que tengo alrededor de Nash, está justificada. Se ha convertido en más que un vago sentimiento. Un enfermizo temor se enrosca en torno a mi corazón, mientras reducimos la velocidad. Si Nash alguna vez se enterara de la verdad, haría todo lo posible por destruirme, no sólo por lo que soy, sino también para hacerle daño a Seijuuro.

Esta certeza se hunde lenta y profundamente en mi pecho.

Nos detenemos en el estacionamiento de un comedor. Otro cuatro por cuatro, se detiene junto a nosotros. Las ventanas ruedan hacia abajo y veo a través de Seijuuro. Nash y Eikichi están sentados al frente, sonriendo de forma artificial. Fácil y amigable de una manera que hace temblar mi carne.

—Oye, pasamos por tu casa… —Dice Nash, en voz alta—. Tu padre dijo que te fuiste por la noche.

—Sí. —La mano de Seijuuro presiona la mía—. Tengo planes.

—Ya veo eso… —Nash asiente con la cabeza, su mirada fija cae en mí— ¿Quieres venir?

—Tenemos otros planes.

Realmente lo odio. Ya estaban poniéndose en marcha, cuando logro capturar un movimiento detrás del primo de Seijuuro. Una mano emerge desde el asiento trasero.

—Espera, detente. —Siseo.

La cabeza de Ryo aparece desde el asiento trasero.

— ¿Ry-Ryo? —Llamo, prácticamente sobre el regazo de Seijuuro, ahora.

¿Él estaba saliendo con Nash? Este es el tipo del que estaba hablando... ¿El chico nuevo que le gusta? No es de extrañar que no quisiera que yo saliera con Seijuuro esta noche. Debía de haber sabido que existía la posibilidad de encontrarse con nosotros. Mi estómago se revuelve con el conocimiento de que yo podría haber puesto fin a este desenlace, si hubiera estado alrededor y no suspendido, si hubiera exigido más información acerca de su vida. Tal vez si le hubiera prestado más atención a mi hermano. Si yo sólo le hubiese dicho la verdad, habría comprendido el peligro. Mis dedos se aprietan alrededor de la mano de Seijuuro.

Ryo me sonríe, una luz traviesa brilla en sus ojos. Él está disfrutando de esto. Sabe que no lo quiero saliendo con estos chicos.

—Kouki, ¡Hey! Veo que lograste salir esta noche después de todo.

Deslizo mi mirada a Seijuuro, esperando que él pueda leer el mensaje en mis ojos: No puedo dejar a Ryo con ellos.

— ¿Estás seguro? —Susurra, apoyando su cabeza muy cerca.

Asiento, vocalizando la palabra.

—Sí.

Él suspira en comprensión.

—Muy bien… —Seijuuro les llama sombríamente, volviendo a sus primos otra vez—. Iremos, solo por un momento.

Nash sonríe con aire de suficiencia, y sé que esto no es por accidente. Él sabe exactamente lo que está haciendo. Había usado a mi hermano como cebo. Por alguna razón, él nos quería a Seijuuro y a mí con él. Varios vehículos se dirigen al mismo lugar que nosotros.

Busco a Ryo desde que comenzamos, con la esperanza de tirarlo a un lado, y contarle todo. Cualquier cosa con tal de que se vaya conmigo y Seijuuro.

Linternas eléctricas oscilan de las manos, iluminando el camino a medida que ascendemos por un camino hacia un pequeño acantilado alejado de la ciudad. Ryo me evita, por más que me he intentado acercar a él.

—Oye, ¿Estás bien? —Dice Seijuuro, cerca de mi oído.

— ¿Qué es este lugar? —Mascullo.

—Solo un lugar en el que la gente viene a festejar, no es muy visitado por lo peligroso que es el acantilado.

Niego con mi cabeza, mirando a la apremiante oscuridad, en donde la luz no llegaba.

— ¿Qué está haciendo el aquí? —Farfullo.

—Buscando un poco de diversión, al igual que todo el mundo aquí.

Si, siendo un niño normal, supongo. Causando problemas. Excepto que no podría hacer escogido peor compañía.

Una vez más, me pregunto qué habrá estado haciendo esta semana. ¿Estuvo «estudiando» con Nash, todas esas noches que salió? Me siento enfermo al pensar en el estando en esa casa, sin duda junto a esa sala de horrores, como lo es la casa de Seijuuro.

Miro alrededor del grupo de personas, subiendo hasta arriba con nosotros, reconociendo a algunos como primos de Seijuuro. Los otros no sé. Sus rostros eran tan intensos. Cuando alcanzamos la cima, Seijuuro asiente y saluda a varios de ellos de forma tranquila y silenciosa, manteniéndome cerca, casi detrás suyo.

Mi piel tiembla, mis músculos se tensan, y mi espalda hormiguea punzantemente y con comezón, listo para volar. Escapar.

Seijuuro tenía una mirada de dardos. Un modo de depredador, inquieto y vigilante.

Libero mi mano, y me pongo frente a él. Mi corazón reduce su marcha, inmóvil en mi muy apretado pecho, mientras busco su rostro.

—Es esto un... —Echo un vistazo alrededor, observando a algunos chicos que parecen estar en sus veinte. Nash con un brazo alrededor de Ryo. Bajo la voz, y me inclino hacia Seijuuro— ¿Es esta una especie de asamblea de cazadores?

Su mirada es demasiado brillante, disculpándose. Asiente solo una vez, pero yo ya tenía mi respuesta.

Demasiados lobos, y yo estaba caminando directo a su madriguera.

Vagamos por la cima, hasta quedarnos los dos solos. La vista era hermosa.

Una hora ha pasado, pero yo siento como si fuera una eternidad. Se supone que ahora debería estar en una cita, en un restaurante en algún lugar de la brillante ciudad. En vez de eso, estoy aquí con una multitud donde todos en su mayoría son cazadores.

Los faroles forman un pequeño círculo irregular. Un equipo de música, se encuentra en el centro, resonando en la noche.

Me alegro por la oscuridad. Me alegro de que nadie pueda ver mi piel brillar, destellar, y apagarse con la luz ambarina, mi cuerpo advirtiéndome que debo huir, y lo haría si pudiera… pero no sin Ryo.

—Nos podemos ir cuando tú quieras. —Dice Seijuuro a mi lado. Sosteniendo mí brazo, trazando con su pulgar sobre mi errática piel, y sé que está consiente de mi constante cambio.

Sigo con la mirada a Ryo, mientras se acerca a un barril, al parecer de alcohol. En el fondo de mi mente, me pregunto cómo arrastraron un barril hasta aquí.

Alejándome de Seijuuro, me acerco a él, cierro mi mano alrededor de su brazo, y lo arrastro lejos del ruidoso grupo, y del círculo de luz.

Nash comenzó a seguirnos, pero Seijuuro lo detuvo. Las dos siluetas juntas, intercambiaban palabras acaloradas, mientras que yo lo tiraba hacia las sombras.

Ryo sostenía una copa vacía, observé el vaso y luego a él.

—A ti ni siquiera te gusta el sabor de la cerveza.

En medio de la oscuridad, lo hice sonreír.

—Solo la asimilo. Uno de nosotros debe hacerlo.

Ignoro su burla, y niego con mi cabeza.

—Éste no eres tú.

—Ten cuidado, Kouki… —Me advierte, en un tono burlón—. Estas brillando un poco, pero entonces supongo que le podrías decir a tu cita que te pusiste brillo en el cuerpo, sería estúpido que te creyera, ¿Qué estás haciendo aquí?

— ¿Qué estás haciendo aquí? —Le demando—. Estoy aquí por ti. ¿Nash Gold? Vamos, Ryo. Debes conocer su reputación. Las chicas y chicos que salen con él.

—Ah, hermanito mayor... Realmente estás contando estos once minutos, ¿Eh? —Se inclina—. Te contaré un secreto, yo ya tengo una madre, oye. —Dice con una carcajada—La misma madre que tú, actualmente.

¿Estaba ebrio?

—Sé que estás enojado conmigo, pero no deberías estar aquí con esos.

— ¿Y tú sí? —Ryo alza una mano hacia el grupo, hacia Seijuuro, que esperaba en la orilla, por mí—. Se supone que deberías estar en casa. Mamá dijo que no podías salir con él. ¿Qué haces aquí?

Miré intencionadamente el vaso de plástico vacío en su mano.

—Está claro que mamá no estaría contenta con ninguno de los dos en este momento.

Ryo se encoge de hombros, desgastando sus zapatos. Una roca rodó por la pendiente.

—Sí, bueno. ¿Y qué vas a ser al respecto, Kou? ¿Llamarla?

—Ryo, por favor. Ven conmigo.

— ¿Y qué? ¿Arruinar tu cita? —Se ríe un poco, tambaleándose en su lugar—. No lo creo.

—A Seijuuro no le importaría.

—No. —Ladea la cabeza, y hace un ruido feo en la garganta—. Pero a mí me importa. He vivido bajo tu sombra el tiempo suficiente. Nash está conmigo, y yo estoy con él. —Su voz se quiebra un poco, y no le creo ni por un momento. Él no está con Nash, está haciendo todo lo necesario para encajar, y si me tiene que pisar en el camino, es solo un punto más—. Solo vete y déjame en paz. —Dándose la vuelta, vuelve a la fiesta.

—Kouki… —Seijuuro se acerca a mí, en la oscuridad.

Temblando, me vuelvo hacia sus brazos. El acaricia con su mano una parte de mi rostro, peinando el pelo que no se queda quieto detrás de mí oreja, manteniéndome cerca de él. — ¿Estás bien? ¿Quieres irte?

¿Irme? Si, ¿Irme sin Ryo? Un escalofrío recorre mi piel.

Aspiro una bocanada de aire, hablando contra su pecho.

—Odio tener que dejarlo con…

—Nash. —Agrega sombríamente.

Asiento. Después de todo, Seijuuro me había dicho como era su primo. Estoy seguro de que quiere utilizar a Ryo. Herirlo. Él no podía llegar a mi o a Seijuuro, pero podía llegar a él.

Si piensa que hay más de mí, que soy un Gaki, debe asumir que Ryo también esconde algo. En su estado, debe ser un blanco fácil para él. Porque está enojado conmigo, su cansancio con la vida, lo había empujado hacia él.

— ¿No puedes hacer que venga con nosotros? —Me pregunta.

—Está tan enojado conmigo… —Susurro, sofocándome un poco.

—Ah, Kouki… —Presiona mi cara contra su pecho, y apoya su frente en la mía, besándome con sus labios secos y frescos—. No puedes luchar contra esto. No puedes mejorar lo que eres.

Asiento con la cabeza, pero no estoy muy seguro de eso.

No he tratado exactamente de ser lo que mamá y Ryo quieren que sea. He luchado contra ello, cada paso del camino. Me aferré a mi dragón, cuando hubiera sido mucho más seguro para nosotros, que lo dejara ir. Incluso me quedó aquí, cuando Shoichi me localizó.

Tal vez eso me hace egoísta.

Y ahora, sin importar lo que trataba de decirme a mí mismo, la única razón por la que decidí quedarme, la única razón por la que aún sigo aquí, es por Seijuuro. Él es una droga adictiva para mí, que no puedo dejar.

Una vez más, egoísta.

Él me besa por segunda vez, y dejo que eso me distraiga. Dejo que el beso crezca más caliente entre nosotros.

Tan loco como suena, Seijuuro es mi refugio. Alguien que sabe todo sobre mí, y que me quiere de todas formas. Me ama. Me entiende. No quiere cambiarme. Él es el único del cual puedo decir eso.

Retrocedo unos pasos para mirarlo, deslizando mis manos por sus duros hombros, con las palmas hacia abajo. Nuestras respiraciones se juntan, y mezclan. Creciendo rápidas, y fuertes. Sus ojos brillaban, como una pequeña antorcha de fuego, y de oro en la oscuridad.

Mis dedos presionan. Agarrando su camisa. Nuestras bocas se frotan nuevamente. Una vez, dos veces. Saboreando el gusto de cada uno. Pasa sus manos por mi espalda, acariciando por encima de mi ropa. Me apega más a su cuerpo y me hace sentir acalorado. Sus manos se deslizan esta vez más abajo, atrevidamente, apretando mi trasero, intentando entrar y tocar mi piel.

De repente, sus labios cambian. Sintiéndose fríos. Helados, con un temor, sabía que era yo. Él no era frío. Mi temperatura había cambiado. Mi piel estaba quebrándose. Muy calurosa, y siseó como una gota de agua en una estufa caliente.

El ritmo palpitante de la música se apaga. Voces y risas se apagan a medida que el calor crece, el fuego en mi interior gira, queriendo liberarse.

Suspiro. Sintiendo como el vapor se libera por mis labios. Escapando antes de que pudiera atraparlo.

El hace una mueca contra mis labios, alejándose considerablemente.

—Kouki…

Antes de que pudiera alejarme de él, y forzar que la frialdad vuelva, para no chamuscar a mi novio, una voz resonó a mis espaldas, y eso lo hizo por mí. El ardor muere en mis pulmones. Dejando caer las manos de Seijuuro lentamente me doy la vuelta.

—Así que es por este… —Dice de manera despectiva—. Que quieres quedarte aquí.

Notas finales:

Nos queda un capitulo mas... Gracias por leer y por aquellos que comentan.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).