4. La caída del Rey
Los mechones de JJ se corrían suavemente entre sus dedos al peinarlos con calma mientras el joven canadiense seguía abrazado a su cintura, con la frente apretada contra el estómago de Seung Gil que podía escuchar sus dientes chirreando por la decepción.
Nadie tenía más mal sabor de boca que el mismo JJ tras el programa corto, allí solo, sentado en una banca del pasillo que daba a la pista de hielo ahora vacía, luego de que el evento de ese día terminara y Jean hubiese tenido que ponerse una dolorosa careta de seguridad para agradecer a todos frente a las cámaras y prometerle al mundo que mañana no les fallaría.
Aun así, esa clase de herida en un corazón tan orgulloso era imposible de cubrir tan pronto, Seung lo sabía bien y por eso lo buscó hasta encontrarlo ahí, con el fracaso como amarga compañía. No dijo nada cuando se acercó al menor que en ningún momento levantó la vista, ni siquiera cuando reconoció la mitad del cuerpo de Lee delante de él y su único impulso fue abrazarlo como si estuviera naufragando en una balsa a punto de hundirse. Así se sentía su mente confundida, no entendía aún qué es lo que había salido mal.
— Lo arruiné todo…
Las manos de JJ se apretaron en la ropa ajena y un quejido frustrado salió de su garganta.
— No llores. Hazlo cuando hayas perdido, cuando ya no tengas ninguna oportunidad. —Seung miraba a la pared tras de JJ con un rostro inmutable, pero conteniendo en sus ojos la firmeza que éste necesitaba— Ahí será entonces cuando tengas permitido lamentarte por cada estúpido error, por ese 100% que no pudiste dar.
— ¡Qué sabrás tú! ¡¡Nunca has llegado a una final!!
Luego de eso solo hubo silencio y los ojos de JJ se abrieron con asombro por sus propias palabras. Cerró sus párpados con fuerza al igual que frunció sus labios rotos de tanto morderlos y apretó más el abrazo, disculpándose una y otra vez con el mayor. Seung Gil recordó el sabor salado de sus propias lágrimas impotentes, por supuesto que podía entenderlo.
El coreano separó sus labios a punto de decir algo, pero el ruido de unos pasos interrumpió su intimidad. Cuatro molestias habían decidido aparecer.
— ¿Cómo puedes ser tan inútil? ¿Y por qué tenemos que ayudarlos? —Yuri le recriminaba a Víctor con fastidio total, no tenía ganas de andar cerca de él y el cerdo que se disculpaba apenado.
Al parecer Víctor se las había arreglado para extraviar la credencial de Yuuri y lo habían arrastrado a él en la búsqueda, hasta Otabek acabó incluido e iba al lado del malhumorado rubio en silencio.
— ¡Entre más personas mejor! Estoy seguro de que debe estar por aquí. —el albino no perdía la motivación, restándole importancia a su despiste.
— Tsk, ni podrías recordar dónde dejas tu propio trasero.
Los cuatro se detuvieron al ver a la pareja que, aunque haya reparado en su presencia, no les prestó atención, esperando a que se fueran. Sin embargo el rubio ruso no pensaba dejar pasar la ocasión, empezando a reír con superioridad cuando reconoció ese jersey rojo con la hoja de maple.
— ¡Pero miren nada más, si se trata del gran JJ! O más bien lo que queda de él.
— Yurio… —Yuuri puso una expresión incómoda tratando de tomar el hombro del quinceañero, pero éste se zafó dando unos cuantos pasos al frente. JJ se hundió todavía más en Seung, dando una imagen lamentable.
— Vamos, dinos qué se siente estrellarse tan duro contra tu propia grandeza. —sonrió cruel, mirando al derrotado canadiense con tanta satisfacción— Debió doler. ¿Estás llorando?
El rubio siguió riendo, señalando a JJ con ademanes de burla, y fue cuando Seung Gil ladeó el rostro hacia ellos obligándolos a dar un respingo y que sus bocas se cerraran, haciéndolos sentir que eran apresados bajo las enormes garras de una bestia. El rostro de Lee se veía oscuro, intenso, con sus iris brillando de ira y Yuri tragó grueso con algunas gotas de sudor bajándole por el cuello al tener la sensación de que manos invisibles se ceñían sobre su garganta, dejándolo sin aliento.
“Largo de aquí”, eso era lo que les ordenaba el aura del coreano. Incluso Otabek se tensó.
— Bueno, parece que aquí no está. —Víctor dio una palmada y de un jalón trajo a Yuri de regreso, sonriendo alegre mientras empujaba a todos para regresar por donde habían venido.
El mayor de todos notó la mirada ausente de Yuuri, seguro el estado de JJ le traía muchos recuerdos, a diferencia suya que nunca se permitió sentir lástima por otros competidores. Cuando el silencio volvió a deslizarse en el aire Seung resopló jalando a JJ para que se separaran, pero el más alto se negó a soltarlo. Le empujó la cabeza para que la sacara de entre sus ropas y JJ siguió sin querer hacerlo, hasta que Seung alzó la voz tirándole del cabello.
— ¡Jean! Deja ya de ser tan débil. ¿Qué clase de rey se porta así de patético? —le agarró el rostro con ambas manos aplastándole las mejillas, haciendo que JJ lo mirara con sus ojos perdidos— Un verdadero rey se levanta de donde los enemigos lo han pisoteado y sigue apuntando a la victoria aun cuando la guerra parece perdida. Ese es el estilo de JJ.
Jean-Jacques parpadeó y poco a poco un tenue brillo titiló en su pupila enfocando al chico frente a él, quien al igual que muchos otros vino a este país para verlo triunfar. Con sus manos apretó las más pequeñas que sostenían sus mejillas, estaban frías pero le hacían sentir cálido por dentro.
— Soy JJ, soy el Rey.
Uno que no abandonaría a los que creían en él.
Seung Gil asintió.
— Eres mejor que ellos, gánales. —finalmente Jean-Jaques se levantó y fue él quien tomó el rostro ajeno para atraerlo a sus labios. Cuando cortaron el beso JJ le prometió ganar por él, por todos— Hazlo, de lo contrario no seguiré saliendo con un perdedor.
— ¡Amorcito! ¡Harás que me deprima otra vez!
— Es motivación.
El más alto lo hundió en un nuevo abrazo muy diferente al anterior, en este ya no temblaba con fragilidad, mostraba la confianza de un campeón. Y Seung estaba seguro de ello, JJ remontaría para reclamar su trono.