Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The King and Poker face. por Akudo

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Géneros: Au

Advertencias: Ninguna

 

8.1 Señas

En momentos como este Seung Gil agradecía haberse comprado una bicicleta en vez de seguir ahorrando para un auto a pesar de las altas estadísticas de ciclistas arrollados, pero preferiría eso a estar trancado en semejante tráfico aguantando las ganas de matar a todos.

Se paseó libremente por su estrecho carril pintado junto a la acera, casi burlándose de esos pobres idiotas sonando sus cláxones con ira como si eso fuese a solucionar algo, mientras que él solo tenía que esquivar algunas piedrecitas ahí tiradas y frenar cuando el semáforo se lo exigía. El viento acariciaba sus mejillas para meterse entre las hebras negruzcas que se agitaban fuera del casco por la velocidad, y esas caprichosas ráfagas las notó muy frescas para ser una tarde tan soleada. Tal vez se venía una de esas lluvias sorpresa a pleno sol.

Solo levantó la mirada un segundo para verificar el cielo, nada malo podría pasar en un periodo de tiempo tan minúsculo, sin embargo cuando Seung Gil regresó la vista a la carretera tuvo que frenar de golpe.

— ¡Hey, quítate del medio! —de la nada se había abierto frente a él la puerta de uno de los autos estancados en el tráfico, del que salió un sujeto que no reaccionó en lo absoluto con su grito. ¡¿Acaso estaba sordo?!

Se empujó como pudo hacia el costado opuesto, la bicicleta se volcó en la acera y él cayó un poco más allá. Por suerte no lastimó a nadie, aunque el lado izquierdo de su cuerpo no fue tan afortunado; sentía el ardor de un par de raspones además del aturdimiento de la sacudida contra el suelo, y le gustaría que quien dijera que usar casco es una tontería probara a lazarse de cabeza en el pavimento.

Alguien lo ayudó a incorporarse y vio que era el pendejo al que había esquivado con una maniobra mortal, así que se soltó de su agarre con molestia.

— Qué diablos te sucede, ¿tienes algún problema que te impida fijarte en dónde te atraviesas?

Vale, también había sido en parte su culpa, pero solo un poco. El otro muchacho lo miraba preocupado, entreabriendo sus labios repetidas veces sin pronunciar más que un par de gemidos gagos y movía sus manos de forma extraña. Seung supuso que trataba de disculparse pero eso no cambiaba nada, tampoco el hecho de que fuera tan condenadamente atractivo.

Se levantó sacudiéndose la ropa y se revisó el brazo, el raspón era grande pero superficial y no estaba sangrando, sobreviviría. Se acomodó el casco mientras el chico más alto le alcanzaba la mochila que también había salido volando, entonces éste se fijó en la herida de Seung y su expresión se volvió aún más afligida, volviendo a hacer gestos incomprensibles para el coreano. ¿Este individuo era una especie de enfermo mental?

A Lee no le gustó su cercanía cuando trató de revisarle el brazo.

— No me toques, subnormal. —automáticamente el desconocido alejó sus manos y lo miró dolido antes de agachar la vista como si acabara de decirle la peor cosa. Al parecer sí entendía los insultos.

— ¡JJ! ¡¿Qué sucedió?!

Una señora pelirroja se acercó al muchacho moreno con una bolsa de comida en cada mano, el logo era del local de la esquina. La mujer de anteojos vio la escena muy angustiada y prestó atención a las señas de su hijo, sorprendiendo a Seung cuando asintió como si entendiera todos esos movimientos de manos que le recordaban al anime de ninjas pubertos que veía en su adolescencia.

— Sí, sí. —ella agarró ambas bolsas con una mano, dejando su diestra libre para ayudarse con señas similares a las que hacía el joven ojiazul— Sé que me tardé un poco pero había fila para pedir. ¿Tú estás bien? —JJ asintió, pero no dejó de señalar a Seung con cara de culpabilidad. El coreano había agarrado su bicicleta y checaba que no tuviera daños cuando la señora fue hacia él con su hijo al lado— Lamento el accidente que causó mi hijo, se preocupó porque tardaba más de la cuenta y quería buscarme por si el tráfico avanzaba. Dejé mi teléfono olvidado en el asiento.

Tal vez ese JJ sí era un lento mental, porque no veía otra razón para que no pudiera mover el carro por su cuenta. No era un niño.

— Pues enséñele a manejar, o al menos a mirar a los lados. —la pelirroja iba a responderle algo impulsivo cuando JJ la tomó del hombro negándole con la cabeza, así que se limitó a apretar los labios. Él parecía más inquieto con respecto al coreano, haciendo más de esos gestos raros.

Seung se quería ir ya, esto lo estaba poniendo incómodo.

— Él pregunta por tu herida, y que si le pasó algo a tu bicicleta lo pagará.

— No hace falta, parece estar bien y lo mío es un raspón sin importancia. —ya estaba listo para volver a la carretera, se puso su mochila antes de subir, agarró el manubrio y con el pie levantó el apoyo de la bicicleta que la mantenía parada. Miró con desagrado a JJ y luego a la señora— ¿Por qué no deja de mirarme la boca?

Ella suspiró.

— No puede oírte, así que te está leyendo los labios.

Ante eso la inquietud que había estado sintiendo Seung se transformó es una espina más afilada. Así que JJ no estaba mal de la cabeza, era una discapacidad diferente. El muchacho moreno se llevó el puño frente al pecho dibujando un par de círculos para expresar sus disculpas, pero como Seung no entendía su lenguaje intentó algo más.

— Lo si-entoo…

Un niño aprendiendo a pronunciar tendría mejor articulación que JJ, pero eso era comprensible para alguien que nunca había escuchado cómo se habla. La señora le acarició la espalda a su hijo diciéndole que estaba bien y que ya volvieran a casa, él asintió dispuesto a seguirla pero antes de que se alejara el coreano le agarró el borde de la camisa. JJ se giró para verlo.

— Yo… perdón por lo que te dije antes.

JJ levantó la vista de sus labios al leer lo que dijo para luego mirarlo a los ojos y sonrió con resignación, como si no fuera la primera vez que se disculpaban por lástima al enterarse de su condición especial. Retrasado, enfermo, loco, rarito, subnormal, lo habían llamado de muchas maneras. Se despidió con la mano antes de entrar al auto con su madre, avanzando para que los desesperados conductores que estaban atrapados detrás dejaran de pitar para apurarlos.

Seung también retomó su camino, con la molesta pesadez de haber sido un imbécil.

 

 

 

 

 

Géneros: Humor

Advertencias: Ninguna

 

8.2 Dolor en el trasero

JJ apretó sus manos sudadas en la almohada, con su vista aterrada puesta hacia el frente con toda la concentración que tenía para no mirar lo que ocurría a sus espaldas. El aire rozaba sus nalgas desnudas totalmente desprotegidas, las cuales dieron un brinquito de sorpresa al sentir los dedos de Seung encima y luego algo mojado que se esparció en la zona que el mayor preparaba.

El moreno casi ni respiraba, hundiendo el mentón en la almohada para cerrar los ojos con fuerza. A sus diecinueve años nunca había tenido tanto miedo como ahora, pero es algo que debía ocurrir.

— Si te tensas tanto no va a entrar.

Sus músculos estaban contraídos por el pánico y el nulo apoyo moral de su novio no mejoraba nada.

— ¿Me va a doler?

— Claro que sí.

— ¡Tienes que decir que no! Al menos sé un poco considerado en mi primera vez. —se removió nervioso sintiéndose cada vez más febril, por lo que la mano de Seung presionó sobre su espalda baja justo en su tatuaje para mantenerlo quieto.

— Tú preguntaste, y no te muevas o dolerá más.

— Bien, bien… —intentó relajarse con respiraciones hondas mientras pensaba en algo bonito, pero entonces sintió la punta presionando sin aviso previo y antes de que pudiera quejarse toda la longitud ya atravesaba su inexperto trasero sin ninguna compasión. ¡Qué dolor! Estrujó la almohada en un asfixiante abrazo, incluso la mordió para soportarlo hasta que el caliente líquido se esparció en su interior, aumentando el tan angustiante ardor que difícilmente olvidaría.

— Listo, ya deja de lloriquear. —Seung Gil sacó la inyección provocando un gemido dramático en JJ y volvió a limpiar con la gasa mojada en alcohol. Al terminar palmeó la nalga que quedó adornada con un pequeño piquete rojizo.

JJ se giró con los ojos cristalizados y se subió el bóxer de vuelta a su lugar. Pasaría un tiempo antes de poder superar tan horrible experiencia, no volvería a enfermarse jamás.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).