Ininite War por Hijadeherobrine

–Hades…¿estás totalmente seguro de esto? Conoces las normas…–Gala lucía preocupada. Lo que Hades proponía resultaba estúpido e incoherente. Revivir a los muertos estaba totalmente prohibido por las leyes de Zeus.–Atenea, ten en cuenta que, con tu ejército en esas deplorables condiciones, lo mejor que podemos hacer es esto. Así que, por todos los dioses: no me recuerdes lo que ya sé.–Hades se paró enfrente de la estatua de Atenea que estaba en la cima del Santuario y se giró, de modo que podía ver las doce casas debajo de él, y elevó su cosmos al máximo.–Solo di qué generaciones y yo las traeré de vuelta.–Gala se mordió el labio inferior y, tras meditarlo unos segundos, agarró el brazo de Hades, encendiendo también su cosmos. Hades la miró con los ojos abiertos.–¿Qué?Vas a traer de vuelta a mis caballeros. Lo mínimo que puedo hacer es ayudarte.–Hades asintió levemente y esperó a que hablase.–Vale… Siglo XVI, siglo XVII, siglo XX y las dos generaciones del siglo XXI.–dijo la pelimorada firmemente. Con un gesto del dios del informando, surgió un destello dorado en el suelo en frente de ellos. Cuándo este se disipó, se encontró con los caballeros de los siglos pasados y presentes, todos vestidos con sus respectivas armaduras doradas, y uno con una armadura de bronce junto con otro de pelo negro lacio hasta la mediación del cuello, el cual cubría parte de su rostro y unas cuantas pecas salpicando su rostro, con una extraña armadura que parecía hecha de alejandrita. La chica fue corriendo hacia dónde se encontraban todos aquellos que la habían ayudado, y una vez allí, reconoció al pelinegro de la armadura extraña.–Misaki de Alejandrita… ¿Qué hace una gema de Maat aquí?–se preguntó la chica. Hasta que se fijó en algo. Misaki y Shiba de Vigo, pelo rubio lacio hasta los hombros y piel blanca, estaban firmemente tomados de la mano, cómo si al otro se lo fuera a llevar el viento.–Debe haber venido por eso. Se tomarían de la mano en el momento en que traía de vuelta a ese Virgo y sería arrastrado al mundo terrenal de nuevo. Pero supongo que da igual, ¿no? Las gemas de Maat te ayudaron cuándo ella fue asesinada por Mut.–dijo Hades mirando a la diosa de la sabiduría y la guerra táctica, la cual no le estaba prestando atención alguna puesto que se había dado cuenta de algo.–Faltan los de un siglo…–dijo ella pensativa. Hades se sorprendió por lo que dijo y miró mejor. Efectivamente, faltaban los caballeros que, en su generación, habían demostrado ser más poderosos y persistentes que cualquier otra en una Guerra Santa. De repente, una especie de círculo de color jade con dibujos extraños, apareció, creando una especie de puerta la cuál dejaba ver un castillo destruido en una pradera con árboles a los lados. Por aquella puerta, pasaron trece chicos, con varias heridas y una extraña marca en su hombro derecho, de los cuales el último sostenía en su mano un bella llave de bronce con el dibujo de una puerta. El chico, agitó la llave en el momento en el que iban a pasar unos hombres con cara de enfado, cerrando aquella extraña puerta.–¿Atenea-sama?–musitó el que parecía más joven de los recién llegados. Después, todos se desmayaron a causa de sus heridas, dejando a dos dioses totalmente confundidos.–¿E-ellos no son…?– –Los caballeros que faltaban. Los del siglo XVII…–los dioses, aún sorprendidos por lo ocurrido, llamaron a las vestales para que llevasen a cada caballero a su respectivo templo y al de bronce y al de alejandrita, a algunas habitaciones de invitados del templo de Virgo.–Habrá que preguntarles cuándo despierten, ¿no?–dijo Hades, refiriéndose a los del siglo XVII.–Supongo. Esto es demasiado extraño. Yo… Yo no entiendo nada, ósea… ¿no estaban ellos muertos? Aunque Génesis los hubiese revivido y luego Yume se quedara con algunos de soldados, sentí sus cosmos desaparecer terminada la batalla.–hablaba Gala preocupada.–Será mejor que nos centremos en ese tema luego. Por ahora, yo te recomendaría hablar con Thanatos e Hypnos, que te esperan en la fuente del búho.–la aconsejó el dios de la muerte. Y tras aquellas palabras, se fue a la habitación que Atenea y el Patriarca le habían dejado.