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Lycant por Kuroyami Mirai

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Notas del capitulo:

Hola! Aquí estamos Hide y yo, Mirai, actualizando de nuevo. Esperamos que les agrade, esta historia tiene un poquito del corazón de ambas. Esperamos que la disfruten.

Damen caminaba tranquilamente por los pasillos. Iba tarde, pero ¿y qué? La universidad era un fastidio a cualquier hora. Era su primer día y realmente no se sentía muy emocionado.

Al llegar al aparador de los trofeos sintió un hueco en el pecho.La imagen que le devolvía su reflejo era la de un joven que estaba listo para empezar de nuevo. Mentón en alto, cabello acicalado, y un cigarrillo en la boca. Su vestimenta no era muy acorde a la que un estudiante de la Southem Ivy League llevaría, pero estaba cómodo y el negro siempre le había sentado de puta madre.

-¡Hey, tú!

Chasqueó la lengua al escuchar que lo llamaban.Al parecer no pudo pasar desapercibido al caminar frente al despacho de la secretaria.

-¡No se puede fumar en los pasillos! ¡Apaga eso inmediatamente!- gritó una mujer, retirando el cigarrillo de su boca y lanzándolo contra el suelo para pisarlo.Damen la miró con aparente calma, aunque la ira hervía en sus venas.- Que sea la última vez, jovencito. Esta es una universidad de prestigio, no un bar de mala muerte. ¿Cuál es tu nombre?

Élla miró de arriba a abajo lentamente, luchando por permanecer sereno. No la mataría, al menos no en el primer día- Damen. Damen DiMoesia. Soy nuevo.

Ella lo miró de pies a cabeza.-¿DiMoesia? Ah sí, el italiano ¿no? Que bien empiezas…-Dijo admirando su propia manicura.- ¿Y qué haces fuera de clases? ¿Viste la hora que es? Ya faltaste a la primera.

-Creo que es muy obvio que me perdí, señorita…Caroline.- Leyó en la plaquita sobre la mesa.

-Señorita Wynslei para usted. Pero no te preocupes, te civilizaremos.Aquí tienes un mapa. Primer año es en el segundo piso del edificio principal. Si te apuras, podrás coger lo que queda de la clase de civismo. Y yo que tú… no me la perdería.

El chico bufó mientras tomaba el papel. Qué bienvenida tan cálida. Una llegada no es divertida si no te echan una buena bronca. Caminó con las manos en los bolsillos, buscando por el campus el edificio señalado en el mapa. Su curso prometía ser bastante interesante, seguro encontraría una veintena de adolescentes soñolientos escuchando el discurso de algún viejo acabado.

¡Hurra!

-Según creo, deberías estar en clases. ¿No crees, hijo?-Dijo alguien de pronto, encontrándolo perdido en el campus. Era un hombre alto, de cabellooscuro y apariencia amigable. Sus ojos muy azules y sus dientes blanquísimos, mostrando una perfecta sonrisa-Oh, tú eres el nuevo, Damen DiMoesia, ¿no es así?

-¿Quién demonios es usted?-Dijo algo a la defensiva.

-Tranquilo, soy Alastor Blackwell. Y aunque no lo creas, mi trabajo es guiar a todas las ovejas de este rebaño. Incluyéndote.- Blackwell rió de un chiste que sólo él podía entender.- En fin, soy el presidente. ¿Qué sucede? ¿Te perdiste?

Damen asintió no muy convencido.

-Comprensible. Es tu primer día. Ven, te llevaré a tu salón. Sé que no es fácil ser el nuevo, pero no te preocupes.Aquí todos son muy amables con los recién llegados.

-¿Lo dice por usted?-Inquirió zafándose.

-Hm, eres listo, chaval.-Rió.-¿Sabes? Creo que vas a encajar perfectamente- se detuvo enfrente de un gran portón de madera.- Mira, ya hemos llegado.

Blackwell abrió la puerta como si nada, interrumpiendo lo que parecía ser unadivertida clase de civismo.

-Buenos días, señor Worryn. Perdone la interrupción, ¿pero me das un minuto?

Damen no podía estar más fastidiado. Él nunca habría querido que su arribo fuese… de esa manera. Un cosa era llamar la atención, pero esto ya era ridículo. Mejor hubiese sido poner carteles y guirnaldas con lucecitas, por lo menos así se ahorraría las formalidades.

Blackwell se hizo a un lado, dejándole suficiente espacio para que pudiera entrar.

-Chicos, hoy tenemos el placer de recibir un nuevo miembro en nuestra familia.-dijo el apuesto sujeto, descansando las manos sobre los hombros del joven.-Este es Damen DiMoesia, su nuevo compañero. Ha venido desde Italia, y hoy es su primer día. Así que por favor no tome en cuenta su tardanza, señor Worryn.-El maestro asintió con cansancio.- Eso es todo… pueden seguir con la clase.

Y diciendo esto, salió del salón con una sonrisa en el rostro. Damen lo observó alejarse, sintiéndose irritado. El olor de ese sujeto levantaba los pelos de su nuca. Cosa que sólo sucedía cuando se sentía amenazado.

-Señor DiMoesia. Por hoy no hay inconveniente con su retraso. Puedeincorporarse y sentarse donde desee, pero debe saber que aquí en Tulane, consideramos la impuntualidad como una descortesía y un gran insulto hacia la institución. Téngalo en cuenta para el futuro.

Damen lo observó por un momento mientras el maestro se volvía para escribir en el pizarrón. No había nada que lo fastidiara más que una amenaza. Sintió una ligera comezón en las encías. Sacudió la cabeza. Tenía que aprender a controlarse.

Su mirada recorrió el salón, buscando un asiento disponible. Las miradas celosas de los chicos,y los gestos coquetos de las chicas lo irritaron otro poco. Era algo desconcertante que trataran de desvestirlo con la mirada.

Avanzó hasta el único sitio libre, dejó la mochila sobre la mesa y cuando estuvo por dejarse caer en la silla, algo lo hizo alzar la vista hasta el final del salón.

En la última mesase encontrabaun chico durmiendo descaradamente. Damen sintió unasinesperadas ganas de golpearlo en cuanto lo vio. Su animal interior no soportaba tenerlo tan cerca. Lo desesperaba, yésta ya era la segunda vez…

 

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12 horas antes.

 

Damen se dejó caer en el mueble de dos piezas al terminar de desempacar. Estaba agotado. Su arribo a Nueva Orleans era lo mejor que le había ocurrido en los últimos dos años. Por fin una ciudad tranquila donde podría empezar de cero.

Enterró las manos en sus bolsillos, necesitaba fumar. Soltó un taco al verla cajetilla completamente vacía. Qué fastidio. Él podría quedarse sin comida, sin agua, sin electricidad, sin techo… pero algo que NUNCA podía faltarle… era tabaco.

Damen creyó en ese momento que su nueva vida no estaba empezando con buen pie.

Caminó por el distrito comercial, intentando pasar desapercibido en su recorrido por Bourbon Street. Era asombroso como las calles de Nueva Orleans podían estar así de pobladas a esa hora de la noche. Los bares de Jazz, los restaurantes y las discotecas se desparramaban entre metro y metro. Como si la vida en aquella ciudad esperara hasta el anochecer para mostrar todo lo que tenía.

-Y eso que aún no es Mardi Gras- resopló, esquivando a una estampida de adolescentes borrachos.

Se detuvo en la esquina para cruzar la calle, metiendo las manos en los bolsillos de su gabardina. Hacía un frío de cojones, pero él necesitaba con urgencia sus cigarrillos. Mientras una parte de su mente peleaba por volver al calor de su departamento, un chispazo eléctrico estalló en medio de sus instintos. Levantó la vista, buscando al culpable.

Lo encontró en la acera de enfrente, justo dónde estaba la pequeña tienda de 24 horas. A pesar del ruido de los coches, la música de los bares y del resto de los transeúntes al pasar por su lado, Damen podía escuchar con claridad lo que sucedía en el interior del establecimiento. Casi como si estuviera ahí.

-¿Qué? ¿Cómo que ya no quedan caramelos de regaliz?-Dijo una voz muy chillona, acompañada por el estruendoso golpe de unas manos al chocar con la encimera del recibidor.

-Se nos terminaron, niño.- Respondió la dependienta, componiendo una mueca de disgusto.

Frente a ella se encontraba un joven bastante bajito, vestido como un proyecto de hombre salvaje. Con vaqueros desgastados y una chaqueta de cuero, el chico quería aparentar salvajismo y peligrosidad. En realidad, sólo se veía gracioso y algo adorable.

-¡Pero este es el único lugar en este puto barriodonde obtengo mi preciada munición! Necesito mi dosis de azúcar.

La joven rodó los ojos, inflando un enorme globo rosa en su boca. No podía estar menos interesada en la crisis del chico. El cual, mosqueado, abandonó la tienda dando un portazo.

Damen entornó los ojos en su apariencia. Ahora que podía verlo mejor, apreció un cabello castaño algo despeinado. El flequillo largo, enredado en unas tupidas y largas pestañas. Las cejas oscuras enmarcaban un par de ojos azules. Y una nariz pequeña sobre unos labios finos y rosados. Tenía facciones infantiles y bonitas, teniendo en cuenta que era un chico de al menos dieciocho años.

Tenía una desagradable mueca en el rostro, tal vez por las pesadas bolsas de compras que traía encima.-¡Demonios! ¿Es demasiado pedir que caiga regaliz del cielo?- protestaba, contoneándose  algo incómodo por el peso de las bolsas.

Damen sintió algo extraño burbujeando en su estómago. No había tenido tantas ganas de bofetear a alguien desde hacía ya varios años.

-¡Hey, McAllister!

El chico se dio la vuelta frunciendo el ceño, viendo a cuatro chicos, más o menos de la misma edad, acercándose.- ¿Qué demonios quieren?

-Eh, cálmate, enano.-Dijo el que parecía el líder.- ¿Qué haces a estas horas en la calle? ¿Te aflojaron la correa?

-No. Sólo decidí pasarme por el ríopara deshacerme del cadáver que tenía en la cochera, ¿no te jode?

Otro de los chicos que habían llegado lo empujó haciéndolo caer de espaldas.

-Muy gracioso, McAllister. Te has vuelto valiente desde que le lames las botas a Blackwell.- Habló de nuevo el mayor.- ¿Qué tal si te enseñamos modales, para variar?

El jefe miró a su pandilla y enseguida ellos captaron el mensaje. Cada uno tomó una bolsa y comenzaron a aventarle al joven cualquier cosa que estuviera dentro. Desde huevos, leche y harina, hasta latas de refresco y comida en conserva.

El chico se cubrió la cabeza con los brazos en un intento por protegerse de la agresión. YDamen sintió como unasensación de electricidad recorría su piel. Tenía ganas de intervenir, cruzar la calle y golpearlos a todos. Incluyendo al tal McAllister.

Cerró los ojos y apretó la mandíbula evitando perder el control de su raciocinio. Para cuando los abrió, la panda de hijos de puta había terminado con su diversión, y se marchaban entre risas dejando atrás al chico hecho un cristo.

La expresión de McAllister había cambiado. Ya no estaba molesto, no había ni enojo, ni ira. Sus ojos sólo mostraban indiferencia. Aunque algo parecido a una sonrisa zurcó sus labios, como si fuese divertido el que le hayan humillado de esa forma. Y con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, se alejó mirando al frente, dejando todas las bolsas esparcidas frente a la tienda.

El semáforo se puso en verde. Pero Damen se mantuvo de pie en la acera, inmóvil. Olvidándose de los cigarrillos, se dio la vuelta y emprendió el camino de regreso, esperando jamás volver a verlos, a ninguno. Nueva Orleans era más problemática de lo que había pensado.

 

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El ruido producido por la campana anunció el cambio de turno. Cuando Damen se vino a dar cuenta, todos ya estaban saliendo del aula, solo unos pocos permanecían a su alrededor. Instintivamente sus ojos buscaron al chico de la noche anterior, y para su suerte aquella pequeña mierda apenas estaba guardando sus cosas.

McAllister se estiró cual gato perezoso, soltando un bostezo colosal.Cuando terminó de desperezarse, le sorprendió cruzarse con la mirada incisiva del chico nuevo. El contacto aunque no fue directo, le causó escalofríos.

Miró la hora en su reloj de pulsera, y se puso de pie para salir de la clase pasando con cautelajunto al italiano.

La suave fragancia a miel y arándanos en su ropainundó los sentidos de Damen, prácticamente obligándolo a seguirlo fuera. Salió guardando una distancia prudencial, la suficiente para no perderlo de vista. Pero toda la gente molesta saliójunta de los salones, poniéndolo de los nervios.

Soltó una maldición, cerrando los ojos.- ¿Qué demonios haces,Damen?- Dijo para sí mismo.

Aun así, el aroma dulce y exótico del joven hizo que se abriera paso entre la gente lo más diplomáticamente que pudo. Como un animal, sus sentidos estaban al máximo, podía oler que su presa estaba muy cerca. Con cada paso el olor se hacía más fuerte.

Y lo había encontrado. Pero no se movió. Primero, no entendía por qué diablos lo estaba persiguiendo. Y segundo, el chico salía de otro salón acompañado de una chica.

Bajita, rubia, delgada y pálida. Parecía una muñeca. Tan delicada y frágil cual hada de los cuentos. McAllister la llevaba por el pasillo. Caminaban tomados de la mano, pero en vez de verse como una tierna pareja, parecían Hansel y Gretel.

Sin saber por qué, Damen los siguió hasta que salieron del campus. Ella reía bajito mientras él hablaba sin parar. Es simple curiosidad, se decía internamente; pero siendo honesto, Damen no estaba muy seguro. El chico lo sacaba de quicio, pero ella no. Ella no era una amenaza. Era simplemente insignificante.

Hansel y Gretel caminaron por el pasto, sentándose en el banco más próximo a la fuente.

-Recibí tu mensaje esta mañana- comenzó a decir la chica mientras abría unpaquete de regaliz.-Ahora dime, ¿qué es eso importante que tenías que contarme, Seth?

Seth abrió sus enormes ojos azules, sonriendo como idiota.- ¡Mi regaliz! ¡Mell, eres la mejor!- chilló, lanzándose sobre la chica con los brazos abiertos- ya estaba teniendo abstinencia.

-¡Eh, suéltame, casanova! Y no me cambies de tema- ella le tendió el paquete- toma, es tuyo. Ahora habla.

Seth se metió un caramelo en la boca antes de responder.- No es tan importante. Es sólo sobre el chico nuevo.

-¿Chico nuevo?-Preguntó Mell, acercándose a su amigo con curiosidad.

-Sí, hoyfue su primer día y está en mi clase de civismo. No sé mucho de él, pero he oído que es italiano.

Ella hizo un gracioso movimiento con sus cejas- Hm, ¿italiano? ¿Cómo se llama?

-No sé. Estaba dormido cuando lo presentaron.- respondióun tanto desinteresado. Realmente no le importaba quién era el nuevo o cuántos hijos tenía. En realidad sólo le había llamado la atención su cabello blanco cenizo.

Mell frunció el ceño, absolutamente enojada-¿otra vez? El período pasado estuviste igual.¿Qué sucede contigo? ¿No duermes bien en la noche o qué?

-Bueno, la verdad no. ¿Pero, esoqué importa? No es como si pudiera sacar una mala nota por dormir un poco.

-¡Odio que seas tan inteligente!- Mell fingió un ataque felino con sus uñas- los superdotados sólo deberían morir.

Seth puso los ojos en blanco- no soy superdotado, tonta. Se llama memoria fotográfica.

-Lo que sea. Puedes morirte igual- ella robó un regaliz del paquete y se lo metió en la boca con disgusto.

-¡Oye, eso es mío!

-Pero yo lo compré, así que comparte, demonios.

-Te vas a poner como una vaca.

Mell abrió los ojos, mirando rápidamente hacia su vientre plano.- ¿Crees que estoy gorda?

Seth la miró detenidamente, centrando los ojos en sus senos- estás gorda en los lugares correctos. ¿Contenta?

-¡Por supuesto que no!

-Olvídalo, Mell. Te estaba tomando el pelo.- Estiró el brazo hasta el rostro de ella y le golpeó la punta de la nariz con el índice.

Ella echó la cabeza hacia atrás, haciendo muecas como un felino- no hagas eso. Sabes que lo odio.

-Por eso lo hago.- Dijo, encogiéndose de hombros.

-Seth, voy a resistir el impulso de lanzarte de cabeza a la fuente. Así que cuéntame más sobre el chico nuevo. ¿Qué te pareció?

Él permaneció en silencio, como rebobinando los recuerdos de su cabeza. Honestamente, se había fijado muy poco en él, pero podía asegurar que tenía un aura difícil de descifrar.- No lo sé. Es un tipo muy extraño.

-¿Extraño? ¿Por qué dices eso?

Seth se volvió a encoger de hombros, masticando su regaliz.

-Aún es el primer día. ¿Por qué no te le acercas? Así podrías conocerlo.- propuso Mell,también masticando su caramelo.

-Ni hablar- exclamó, sacudiendo la cabeza.-Parece un tipo problemático. Y ya tengo suficientes problemas con Jaden.

-Oh, por dios, Seth. A ti todo te parece problemático. No puedes saber cómo es ese chico hasta que no le hables. ¿Quién sabe? A lo mejor es un buen tío- quedó pensativa.-A no ser que no te le quieras acercar porque… ¿lo ves como una tentación?

Seth se lanzó rápidamente sobre ella, tapándole la boca con ambas manos.Ella era de las pocas personas en el mundo que conocía su secreta homosexualidad. ¡Maldita sea! Si no la detenía a tiempo ese iba a ser su tema favorito en los próximos días.

-¡Meldrid! ¡Cállate, demonios!-Gritó, chasqueando la lengua al ver que ella sonreía con picardía.- ¡Claro que no, tonta! Deja de querer meterme al puto nuevo por los ojos. Si ni siquiera recuerdo bien su rostro.

Mell se quitó las manos de Seth de la boca, haciendo que sus cejas bailaran- tal vez deberías darle una oportunidad. Es difícil cuando llegas por primera vez a una escuela extraña en un país extranjero.La soledad es triste. Tú lo debes saber mejor que nadie. También te sentías así cuando tu hermano se fue, ¿recuerdas?

El brillo en los ojos de Seth se apagó hasta que sus pupilas se veían casi negras. Mell lo atribuyó a que algún recuerdo lo estaría invadiendo. Seth quería mucho a Dave y desde que se fue, él se había sentido realmente solo. Ella incluso se arrepintió por mencionarlo.

-Sí, pero mi caso es diferente…-Dijo Seth, volviendo a la realidad.-Ahora tengo a Val.

Mell miró a su amigo con preocupación. Ella nunca había entendido los sentimientos de Seth por ese idiota.- Hey, Seth… yo no creo que eso sea precisamente… algo bueno.

-¿A qué te refieres?- arrugó el ceño en señal de molestia.

Ella lo pensó por un instante. No quería herirlo al decirle algo desagradable, pero le preocupaba demasiado su actitud. Valdrid Blackwell no era precisamente una buena persona.

-Yo… no quiero decir nada.-Dijo seriamente para volver a sonreír casi de inmediato.-Sólo quería aconsejarte, que si tienes tanta curiosidad sobre el chico nuevo, deberías acercártele. ¡Quién mejor que tú para hacerlo! ¡Eres el chico más listo que conozco!

Seth iba a refutar acerca de eso, pero una alarma saltó de repente.-Ya tengo que irme.

-¿Qué? ¿Por qué? ¿A dónde vas?-Preguntó ella algo atónita.

-Tengo algo importante que hacer. Pero no te preocupes. Nos vemos en la cafetería en un rato. Hoy invito al almuerzo.

-Más te vale.-Gritó ella, suspirandocon pesar. Sabía el motivo de la abrupta salida de Seth y no le agradaba para nada.

Por otro lado, Damen se recostó contra la pared más cercana, dejándose caer hasta el suelo. Sus encías ardían y la electricidad había vuelto. No entendía por qué, pero la rabia y la ira hervían como fuego dentro de sus venas. Tenía falta de aire, le dolía el brazo izquierdo y los pelos de su nuca se levantaron.

Algo raro estaba pasando. Algo con nombre y apellido.

-Blackwell…

 

Continuará…

Notas finales:

Búsquennos tam,bién en wattpad. Esperamos vuestro apoyo!!!


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