Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Eternos Enemigos por kurerublume

[Reviews - 85]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, advierto que este cap puede tener un nivel un poquito más violento que en general, así es como lo sentí al escribirlo.

Aclaro, el nombre de Zarek (para este fic) se pronuncia con la tilde en la última sílaba: Zarék.

Disfruten :)

CAPÍTULO XVI: Esos sátiros, esos humanos

 

—Zarek, tranquilízate —le digo con voz suave mientras me acerco a él—. Seguro Bronte tiene una buena explicación —mis ojos se posan en el susodicho, quien permanece inmóvil durante unos segundos— ¿Bronte?

 

—Este humano me será útil para un plan que tengo previsto, ya saben, para la guerra a la cual ustedes se han negado a participar, ocultándose durante años en este lugar para coger y…

 

—¡Cállate! —Zarek se acerca a su hermano con un aura bastante pesada, y ya para que yo diga eso— Sabes perfectamente la razón de que estemos aquí. Ese rey hijo de puta piensa que estamos muertos y es mejor que siga pensando eso o de lo contrario, atacará este lugar sin pensarlo.

 

—Hermano —Bronte también se nota bastante enojado—, lo comprendo —dice con algo de resignación—. También tienes que entender que su ataque será inminente, tarde o temprano vendrán aquí.

 

—Lo sé —noto a Zarek algo cansado. De repente, su sonrisa vuelve y observa con atención a la persona que nos… interrumpió. De solo recordarlo me da un poco de vergüenza—. Ahora bien, ¿qué planes tienes para esta preciosidad? —se acerca a él y lo sostiene por la barbilla, analizándolo cuidadosamente— Además de cogértelo —termina de decir con algo de sadismo.

 

—Prefiero comentártelo en privado —sin demorar más, salen de la habitación, no sin antes pedirme que le tenga bien vigilado. Presiento que esto va a ser lo que le sigue de incómodo.

 

Cierran la puerta y me remuevo para cubrirme lo más posible, ya que mi ropa salió volando a no sé dónde. Las velas de aquí dan un ambiente tranquilo, contrario a lo tenso que se siente en realidad.

 

—¿Cómo te llamas? —es la primera pregunta que se me ocurre hacer. El otro solo me mira desconfiado, pero al final suspira para responderme.

 

—Domitius.

 

—Me lo suponía —digo sin pensarlo mucho, pero eso logra llamar su atención—. Apuesto a que todos tus amigos terminan con –ius —entrecierra los ojos y eso solo me sirve para confirmarlo.

 

—¿Eso qué tiene de extraño? Ya sabemos que cada 10 años cambian eso para separar una generación de otra. ¿Y cuál es tu nombre, traidor?

 

Me río por su lengua afilada, ya que se parece un poco a mí— Soterios.

 

—Así que eres un señor ya —sé que lo ha dicho para que me moleste, pero en serio me parece divertido.

 

—Así es, hijo —le sigo la broma y eso parece molestarlo más, así que decido callarme y esperar a que vuelvan a entrar Zarek y Bronte.

 

—¿Por qué el otro sátiro dijo todo eso? —cuestiona pasados unos segundos— ¿Por qué dejas que un sátiro te lo meta? —esas 2 preguntas me toman algo desprevenido. Venga, no sabía que alguien fuera capaz de preguntar algo así tan naturalmente.

 

—Porque tiene razón este Zarek y porque coge riquísimo —respondo, esperando una respuesta de su parte, la cual obviamente se presenta cuando Domitius se levanta colérico y mirándome como si le hubiera dicho una barbaridad, tal vez sí que le dije una barbaridad, pero solo para mentes cerradas como las de él.

 

—¡No puedo creer que te consideres un humano! ¡No eres más que un traidor! —me suelta en gritos— ¡No deberías de permitir que te traten de esa manera! —suelta todo su enojo tirando unas cosas, veo cómo se intenta peinar su cabello para intentar calmarse. Es hasta que su respiración se normaliza que voltea a verme y se acerca sigilosamente— Dime la verdad, ¿te tienen aquí contra tu voluntad?

 

Ladeo la cabeza por su pregunta— Claro que no, si quisiera ya hubiera escapado desde hace años. Además, ustedes son los ciegos por estar en esta guerra sin saber todo lo que pasó. Por eso no puedo irme de aquí — pero por los dioses, parece que todo lo que digo logra enfadarlo.

 

—¡Entonces sí eres un traidor rastrero que deja que los sátiros le metan su asqueroso…! —tapo su boca antes de que termine la oración, en parte por mi dignidad, en parte por Zarek, si escucha eso seguro se enoja también.

 

—No generalices, idiota —con una maniobra logro ponerle boca abajo en el suelo—. Zarek es el único al que le permito tocarme de esa manera, solo él y nadie más.

 

—Entonces eres su puta, exclusiva, pero al final una puta.

 

En serio que su lengua tiene un filo espantoso. Pero supongo que tiene razón, soy poco más que una puta, pero… eso ahorita no me molesta.

 

Antes de que pueda responderle, la puerta se abre con un Zarek sonriente al ver que tengo bien calmada a la bestia.

 

—Soterios, siempre tan eficiente. Ahora suéltalo para que mi hermano se lo lleve de regreso por donde vino —le obedezco y en unos segundos ese Domitius es recibido por un muy molesto Bronte. A saber cómo lo va a reprender por esto— Soterios —escucho su voz gruesa atrás de mí—, retomemos lo de hace rato. Todavía quiero ver tu hoyito dilatado —me quita la única prenda que me cubre. Sus manos recorren mis piernas y al final me levanta, pego mi espalda a su pecho y mis piernas se enredan un poco en su cuerpo para no caerme.

 

—Zarek —jadeo cuando me coloca nuevamente en la cama, en la misma posición que hace unos minutos—, espera —intento detener sus manos traviesas que pretenden separar mis nalgas, pero es tarde cuando su lengua se adentra en mí—. Dijiste que solo querías mirar —le reclamo lo más articuladamente posible.

 

—Calla, mi amor.

 

—No me llames así —hundo mi cabeza en las suaves pieles, apenas aguantando que algunas lágrimas se mantengan en su lugar. «No me llames así si no me amas».

 

 

***

 

—¡En serio que eres estúpido! ¡Debería asesinarte ahora mismo! —este maldito humano me ha metido en varios problemas— Eres tan idiota.

 

—Eso a mí no me importa, hice lo que cualquiera en mi posición hubiera hecho —argumenta a pesar de que le está costando un poco seguir mi paso,  ya que jalo de su muñeca con fuerza—. Maldición, no vayas tan rápido.

 

—¡Voy al ritmo que yo quiera! —en serio estoy muy molesto ahora mismo.

 

—Tan típico de ustedes, que quieren que… —su rostro se torna rojo, le acabo de dar un buen puñetazo que ha logrado que pierda el equilibrio y que me vea realmente sorprendido.

 

—Es mejor que te calles de una puta vez, ¿entiendes? —le amenazo acorralándolo en la pared, pegando obscenamente mi cuerpo al de él. Coloco ambas manos a los costados de su cabeza, inclinado apenas para estar a su altura— Porque tal vez mi hermano tenga razón, lo más útil que podría hacer contigo es cogerte hasta que supliques que me detenga. Después de todo, seguro tu ano está más que estrecho. Y tú mejor que nadie debe de comprender la emoción de un agujero virgen —aprieto su pene sobre la ropa y él comienza a… ¿temblar? ¿Está llorando?

 

—N-No —susurra mientras gruesas lágrimas caen de su rostro.

 

Eso me descoloca bastante, ¿Domitius llorando? Imposible. Seguro es alguna estrategia para que me distraiga.

 

—Hey, deja de lloriquear. No caeré en eso, así que mejor ve preparando tu culo para esta noche —vuelvo a jalar de él con fuerza mientras escucho cómo sigue llorando, intentando aguantarse para no hacer mucho ruido. Ya en serio, ¿cuánto tiempo más va a fingir que es un niño pequeño? Eso no va a funcionar conmigo.

 

Con algo de rudeza, lo arrojo a mi cama, donde lo veo hacerse bolita y seguir malditamente llorando. No me gusta cogerme a llorones. No me gusta porque eso me recuerda a cuando violaba. Hace años que ya no lo hago.

 

Pero si no demuestro algo de disciplina aquí, entonces se repetirá lo de hoy.

 

—Bronte —le escucho decir mi nombre con ese voz ahogada que tienen los que han llorado mucho. Cruzándome de brazos, me coloco junto a él, a una distancia segura.

 

—¿Listo para darme placer? —ahora que lo observo bien, en estos momentos se ve pequeño e indefenso. Sus ojos vuelven a cristalizarse y agacha la mirada.

 

No reconozco a este sujeto frente a mí. Este no es el Domitius que conozco.

 

—No quiero —es lo último que le escucho decir, ya que se hunde en las pieles de mi cama y se coloca boca abajo—. No quiero.

 

Todo esto me tiene confundido.

 

Yo no… tampoco quiero eso.

 

Suelto un gran suspiro y con cuidado me acuesto a un lado de Domitius. Jalo su cuerpo para que oculte su cabeza en mi pecho.

 

—No lo haré, Domitius. Tranquilo —acaricio su cabello—, no te haré nada —deja de temblar y estoy bastante seguro que me ha llenado de lágrimas y mocos, lo cual es cero ameno, pero realmente no me importa. Ahorita solo quiero calmar a este humano.

 

«¿Qué significa esto?» me pregunto cuando mi pecho se siente pesado, como si estuviera arrepentido de lo que acabo de hacerle a Domitius.

 

Creo que me acabo de dar cuenta que jamás volveré a ser capaz de cogerme a alguien a la fuerza.

 

Y que tal vez, este Domitius, este humano grosero y mi enemigo… me importa más de lo que debería.

 

Lo cual me traerá problemas a futuro.

 

Notas finales:

Espero les haya gustado. Y pronto sabremos qué le pasó a Domitius. 

¡BESOS!  😙😙😙💜💛💙


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).