Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Eternos Enemigos por kurerublume

[Reviews - 85]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Sigo viva, tardando, pero viva.

Pues, francamente, yo misma estoy en shock porque ahora de 2° me pasaron a 3° así de la nada y avisándome un día antes (súper amables mis jefes).

Así que ando medio frustrada y confundida, tomando el ritmo de ese grado. Ya llevo 2 semanas con ese grupo.

En serio perdónenme la demora en escribir y responder, pero siempre lo haré con gusto, de eso sí no hay duda :)

Ya vamos en la recta final, le calculo unos... 7 capítulos más jaja y créanme que habrá bastante lemon con nuestras parejas.

Le agradezco a Mc-19051, bluelightofmoon, Jade, MrsHunters y Ester por sus reviews. ¡Besos para ustedes! Espero les guste el cap.

CAPÍTULO XXIII: Verdades

 

 

Voy abriendo poco a poco mis ojos, pues no puedo enfocar muy bien.

 

Una vez logro estar totalmente despierto, a pesar de seguir algo aturdido, me doy cuenta que todo estaría a oscuras de no ser por dos antorchas que iluminan esta… ¿habitación? Se siente húmeda y fría. No me gusta, pero lo peor, siento que ya estuve aquí antes porque el deseo de salir corriendo y llorar me es conocido. Es asqueroso.

 

—¿Por fin despiertas? —me sobresalto por esa voz, es mucho más tétrica de lo normal: Nero— No entiendo cómo lo supiste, pero la verdad, hay una única opción —al decir eso, asumo que piensa que Zarek sigue vivo, pero…—: fuiste a la biblioteca. Y no te preocupes por mentirme, fui a ella mientras estabas inconsciente —no digo nada, solo cierro los ojos y después los abro poco para mirar el suelo—. Esa estúpida tradición de llevar un registro de todo es la que me delató. Pensé que estaban en un lugar muy obvio pero seguro. Me equivoqué.

 

—Obviamente —pero lejos de responder a mi provocación, sigue hablando.

 

—Bien, la verdad es que no esperé usar este método nuevamente. Es bastante trabajo lograrlo a la perfección, ¿sabes? —conforme va hablando, escucho sus pasos acercándose—. Pero todo vale la pena con tal de que no recuerdes nada, que no puedas decir nada y que todo siga igual.

 

—¿En serio espera que todo siga igual? Mi señor, ¿qué tan loco está como para pensar que todo saldrá como guste?

 

Empieza a reírse estrepitosamente para después aclararse la garganta— Porque ya lo he hecho antes con cientos de personas. Con mis dos hijos, con tus amigos… contigo. Todo por ese estúpido minotauro.

 

—¿Tan caprichoso es usted?

 

—Por favor, Domitius, no me subestimes. No solo lo hice por mi orgullo, sino por la estabilidad de mi pueblo. Imagina un lugar donde criaturas y humanos se relacionen abiertamente —hace una mueca de asco, pues de la nada se ha posicionado frente a mí y logro ver cada una de sus expresiones—. No soporto esa idea, imagina que una mujer logre dar a luz a un mitad humano mitad minotauro.

 

—Pero esa no es toda la razón y lo sabe. ¡Con un carajo, admítalo! ¡Admita que todo fue por culpa de sus celos, cobarde! —el primer golpe a mi rostro aparece tan rápido que no logro reaccionar.

 

—Cuida cómo te diriges a tu rey, Domitius.

 

—Lo siento, supongo que se le pierde el respeto a una persona justo como usted. Así que, francamente, ni para qué disculparme. Puede golpearme las veces que quiera, total, será otro cobarde más a mi lista.

 

Su expresión se vuelve neutral— De verdad que es tan efectivo lo que les di. Parece que tengo que recordarte por qué fuiste el primero al que le di esta… terapia —lentamente se acerca a mí. Pero me dan náuseas, mi cuerpo quiere… gritar, correr, suplicar por clemencia—. Y la respuesta es tan sencilla como los instintos más bajos que puede poseer un ser humano. Con todo y su raciocinio, con todo y las normas sociales  de las que he sido partícipe. Una gran ironía, ¿no crees?

 

—¿De qué tanto habla?

 

—De que tengo cierta debilidad por las personas como tú. Pero incluso antes de que pudiera volverte completamente mío, apareció él: Koren —hace una expresión casi nostálgica—. Él supo lo que era y lo que pretendía. Fingió ser gentil y comprensivo, pero cuando quise ir más allá, simplemente… no me correspondió.

 

—Porque estaba enamorado de un minotauro. El minotauro de Minos —digo a modo de suposición, ya que no lo mencionaba abiertamente en los pergaminos, pero no era difícil deducir eso.

 

Voltea a verme indignado—Yo no diría enamorado, no, eso sería impensable. Solo cogía con esa criatura. Koren era la persona más hermosa que jamás haya visto, pero también la más estúpida. Yo pude ofrecerle una vida llena de lujos y comodidades, y aun así, decidió el placer sexual de un animal —aprieta los puños y su respiración se vuelve errática—. Tienes que saber que si no fuera por él, hace tiempo que esta hubiera sido nuestra habitación privada. Cuando tus padres murieron, te acogí con ese único propósito. Al final te hiciste amigo de mi hijo mientras Koren solo me quería llevar a la tentación. Pero ahora puedo cambiar eso, usaré este método una última vez para lograr que seas mi esclavo sexual: sumiso y servicial. Tentador, ¿cierto? —cada una de sus palabras me generan escalofríos, porque sé que es capaz y que nada puede detenerlo ahora. Fui imprudente y  estúpido. ¿Por qué siempre cometo esos errores en momentos cruciales?

 

Tomo aire para intentar hablar con seguridad—Inténtalo y verás cómo te irá. Te voy a castrar —de la nada desaparece el tono formal con el que estaba hablándole. Este sujeto no se merece nada—.  Eres un monstruo, si Koren no te quiso fue porque eres más salvaje que cualquier otra criatura. Acabaste matando a varios jóvenes por tu capricho y orgullo. Dejaste que el minotauro de Minos se volviera salvaje para que asesinara a todo el que metieras en su laberinto. Koren no fue la excepción, tú mismo llamaste a eso una muerte poética.

 

Cierra los ojos y sonríe— Lo fue, Domitius. No te mentiré, me desgarró el alma cuando lo metí al laberinto, pero fue liberador saber que ya ninguno de los dos viviría. Después solo tuve que distorsionar todo para que mi pueblo volviera a confiar en mí y agarrara un odio descomunal hacia las criaturas inferiores. Y lo logré —acaricia mi cabello y después lo jala hacia atrás con fuerza—. Aunque aún no logro explicarme cómo lo supiste. Se supone que te tomaron prisionero, se supone que estarías en condiciones deplorables. ¿Acaso vendiste tu cuerpo por información?

 

—¡Claro que no, imbécil!

 

—¿Bronte sabe algo? Seguro lo conociste, el señor de los sátiros —intento ocultar mis expresiones, pero Nero las lee como si nada. Como si yo fuera una persona cualquiera—. Ah, entonces sí. Bien, me encargaré de él en cuanto termine contigo —poco a poco me va desnudando, pero no digo nada. No quiero que sienta placer conmigo.

 

Hace frío.

 

Observo cómo lame uno de sus dedos y lo dirige a… a mi entrada. Da unos toquecitos y me siento asqueado… quiero vomitar. Quiero cerrar los ojos e irme a otro lugar. Detesto que me toquen para que yo sea el pasivo, ¡lo odio!

 

Solo aprieto con fuerza mi labio al sentir que empieza a ejercer presión.

 

Pero de la nada, se escucha un extraño sonido.

 

Nero cae.

 

Levanto la vista y abro mis ojos grandes por la sorpresa— Soterios —digo pasmado.

 

—Domitius, tenías razón —me sonríe y comienza a desatarme—. Ahora tenemos que hacer algo para detener esto.

 

—¿En serio sabías todo  y jamás dijiste nada? —le reclamo sin ganas. Intentando salir del agotamiento que esto me generó.

 

Pero Soterios solo me dedica otra sonrisa vacía.

 

—Yo era amigo de Koren —admite con tristeza, apretando sus puños y mirando fijamente a Nero—. Venimos a Caesonia siendo muy jóvenes y se volvió el aprendiz de Minos —hago una mueca extraña al escuchar eso, ¿un humano siendo aprendiz de una criatura inferior? No me lo creo. Y parece que Soterios me lee la mente porque de inmediato me explica—. Minos fue un gran curandero, un sabio en las plantas medicinales. Vivía no muy lejos de aquí y Soterios quería aprender de él, y este era el lugar más cercano.

 

— ¿Y cómo es que…?

 

—Créeme, le costó bastante lograr que Minos lo aceptara, pero así fue. Al cabo de unas semanas, el muy desvergonzado se enamoró perdidamente de su maestro. Fue extraño, pero me pareció increíble porque Koren era muy feliz a su lado. Mi amigo era en verdad talentoso y, al poco tiempo, se hizo de gran reputación, así que el rey lo llamó para que fuera de su Consejo. Fue feliz hasta ese momento —suspira con pesar y lo noto nervioso—. Pero después de unos días empezó a cambiar. No me quería decir qué sucedía, y no fue sino hasta poco antes de que lo llevaran a ese laberinto para morir que me contó todo. El rey era un cerdo.

 

Es demasiada información para asimilar, pero decido interrumpirlo porque hay algo que no tiene sentido— ¿Cómo lograste escapar, Soterios? Porque si es así, nadie en todo Caesonia logró hacerlo, solo tú. Y eso es sospechoso.

 

Voltea hacia una de las antorchas— Minos y Zarek eran muy amigos. Koren y yo también. Frecuentemente convivíamos, así que tuve que llevarme bien con Zarek a la fuerza, en ese entonces se me hacía muy petulante. Pero cuando todo estaba cayéndose, fue él quien, voluntariamente y sin pedirme nada a cambio, me ayudó a escapar cuando supe que Nero planeaba hacer lo mismo conmigo. Ahora comprendes por qué no me fue difícil entregarme a Zarek. —suelta otro pesado suspiro y observo cómo sus ojos se cristalizan—. Pero eso ya no importa, ambos fuimos unos cobardes. Quiero enmendar eso.

 

—¿Cómo lo harás?

 

—Usaré lo que Nero les hizo… en él.

 

—¿Qué? ¿Tú sabes cómo hacerlo? —exclamo asombrado.

 

—Sí, pero ahora tienes que correr y detener esto. Detén a tu General.

 

—Las tropas se han marchado desde hace horas, Soterios. Ya es muy tarde.

 

—¡No lo es! Los sátiros están peleando también. Por favor —su voz es algo temblorosa, está llorando—, no quiero que Zarek termine muerto ni nadie más. Domitius, ayúdame.

 

No puedo creer que haya dudado por unos instantes—Lo haré por Caesonia, Soterios. Tú encárgate de este cerdo y yo veré cómo detener esto —me hace una seña para que siga la salida, y así lo hago, corro de inmediato hacia ella.

 

No me detengo para nada.

 

Sé que tengo que ir a la biblioteca, recuperar esos pergaminos y mostrarlos como prueba fiel de la verdad.

 

Solo espero que Nero no los haya destruido.

 

 

***

 

Procuro regresar a la batalla como si nada, como si no hubiera asesinado a alguien…

 

La espada pesa hoy más que nunca. Probablemente por el cansancio de la batalla anterior. Tiene que ser eso.

 

Pero algo llama mi atención entre todo el follaje: esa cabellera casi rubia… ¿Cornelius?

 

Lo veo de pie, frente a un minotauro. No dudo ni un segundo en ir a apoyarle, pues se supone que no tiene por qué estar aquí y para nada planeo  dejarle solo.

 

Me acerco con sigilo, cuidando mis pasos. Pasando unos cuantos arbustos. Pues ellos dos están en lugar más abierto y los rodean enormes árboles.

 

Observo cómo ese minotauro se acerca aún más a mi amigo. Lo rodea y ahí me alarmo al ver cómo Cornelius se queda inmóvil, como si no estuviera en peligro.

 

—Te quiero, Arion —esas tres palabras me dejan estático, asombrado y muy confundido. ¿Es alguna clase de estrategia?

 

—Yo también, Cornelius. Te quiero —¿cuánto tiempo llevan diciendo esas estupideces? 

 

—¡¿Qué significa esto?! —no lo soporto más y salgo de mi escondite completamente colérico— ¡Responde, Cornelius! —le grito furioso al recibir solo su silencio de respuesta.

 

Se sobresalta por mi aparición y se aferra al brazo del minotauro—Lucius, yo…

 

—¿Tú qué? Si vas a matarlo hazlo ya. No seas cobarde y uses una estrategia tan lamentable como esa —al terminar de hablar, el minotauro suelta un bufido y coloca a Cornelius atrás de él.

 

—No lo lastimarás —dice en un tono amenazante. Eso hace que mi enojo aumente. ¡Por supuesto que no planeo hacerle daño a mi amigo!

 

—Pero tú sí. Suéltalo, ¡ahora!

 

Cornelius vuelve a aparecer con una expresión lamentable— No lo hagas, Lucius. Esto no es ninguna trampa. Yo… aquella vez que te confesé que quería a alguien más, yo…

 

—¿Hablabas de este minotauro? —cuestiono entre asqueado e incrédulo.

 

—Arion, te estaba hablando de Arion —confiesa señalando a la criatura junto a él—. Tuve temor por todo, Lucius. Pero ahora entiendo que nada  de eso importa, no cuando de verdad deseo estar con él —con sus ojos me suplica que lo entienda… pero no puedo.

 

—¿Fue este el minotauro que te capturó?

 

—E-eso no tiene nada que ver.

 

—¿No? ¿Seguro? —me voy acercando, tomando el mango de mi espada.

 

—Lucius, no hagas esto. No me hagas esto, por favor —debo confesar que a pesar del enojo, me siento triste y casi el malo de la historia por comportarme así. Pero esto es inconcebible.

 

Avanzo lentamente hasta que algo me distrae: ¿acaso es Dirius el que está en el césped inconsciente?

 

—¿Estás cometiendo traición? —volteo casi con pavor hacia ellos.

 

Cornelius empieza a negar varias veces con la cabeza—Claro que no. Él… intentó… intentó tocarme —observo cómo se muerde el labio, angustiado—. Algo le pasó, no sé qué fue. Pero gracias a Arion no pasó nada. Me ayudó para no ser forzado ni para que yo pretendiera asesinar a Dirius. Es bueno y lo quiero, lo quiero mucho, Lucius.

 

Mis ojos se dirigen hacia Dirius inconsciente y hacia esos dos que están a punto de llamarse pareja.

 

No sé cómo reaccionar.

Notas finales:

Espero les haya gustado este cap. Lo hice un poquito más largo.

¡Bonito día! ^^)/


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).